Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO SESENTA Y DOS - METERLA EN TODOS LOS AGUJEROS

Jueves, 26 de diciembre del 2024

Ya eran las diez de la mañana, cuando me desperté en una cama extraña. Al principio me costó recordar dónde estaba, aunque en cuanto observé la habitación, me acordé de todo lo sucedido la noche anterior.

Mi recién estrenado marido no se encontraba a la vista, por lo que decidí darme una ducha rápida y vestirme para salir a buscarlo. No sabía si habría trabajadores en la finca y no quería arriesgarme a que me viesen semidesnuda unos desconocidos.

Al entrar al baño, me di cuenta de que Matt había organizado hasta el mínimo detalle. Incluso me preparó la ropa que solía llevar por casa ahora que no hacía tanto calor como en verano: unos pantalones de hacer deporte y una camisa de manga larga que había sido de mi padre en sus mejores tiempos.

Diez minutos después, estaba por fuera de la casa buscando a mi marido.

—Buenos días, maridito. ¿Qué haces? —le pregunté, mientras me acercaba a él y le daba un corto beso en los labios.

—Veo que alguien se levantó de buen humor —me contestó Matt, que me devolvió el beso profundizando un poco más.

—¿Tú no? —le contesté coqueta.

—Depende de cómo te hayas levantado —se puso un poco nervioso.

—Muy bien, solo me duele un poco el culo —le dije, lo que le hizo estallar en carcajadas.

—¿Solo el culo?

—Ya te lo dije ayer, no me dolió nada. No sé por qué lo complicas tanto sin razón y luego te quejas de mí —le dije mimosa, a lo que él me respondió con otro beso, esta vez de esos que, como dijo Edu, no estaban permitidos para que los viesen los menores de edad.

—Iba a recoger tomates para el desayuno —respondió a la pregunta que le hice cuando lo encontré.

—Tienes el huerto precioso.

—Sí, es una pena que se estropee cuando nos volvamos a Alemania. Creo que le pediré a mamá que le eche un vistazo de vez en cuando.

—¿Por qué no recojo yo los tomates y tú puedes ir haciendo lo que tenías planeado? —le sugerí.

—Me parece estupendo —me dijo antes de darme un beso y la cesta para poner las hortalizas e irse hacia la casa.

Ya que estaba recogiendo tomates, aproveché y también recolecté un poco de menta y dos pimientos. En cuanto metí todo en la cesta, me fui a la casa, sin embargo, me paré unos metros antes cuando vi a Matt discutiendo con una señora.

No tenía ni idea de quién era, pero no se les veía muy contentos a ninguno de los dos. Así que lo más sensato que me pareció hacer, fue sacarle una foto y enviársela a Marco para que me dijese quién era.

—Rubia, ¿no has visto las fotos del grupo? Nos fuimos de tu casa a las cuatro de la mañana. Incluso Jack, el conductor de la limusina, vino a bailar con nosotros y a hacer el tonto. Nunca me lo había pasado tan bien con tu padre como anoche, fue más divertido que incluso mamá —me dijo Marco, cuando contestó a mi llamada, con voz ronca de acabarse de despertar.

—¿Has visto la foto que te envié? —le pregunté sin hacerle mucho caso.

—Sí, pero no se le ve bien la cara. ¿Quién es? ¿Y por qué lleva unas sábanas en la mano? —me preguntó mientras me daba cuenta de que las sábanas eran las que estaban manchadas de sangre.

—No lo sé, está discutiendo con Matt por fuera de la casa y lo de las sábanas es una larga historia.

—¿No me digas que son las sábanas que demuestran que nuestra Ellie ya es una mujer? —dijo mi mejor amigo, echándose a reír.

—Marco, me acabo de casar, no me cabrees —le amenacé.

—Pues vete a defender a tu marido y déjame dormir, pesada —dijo antes de colgar.

Tenía razón, era mi marido y era normal que estuviese con él. Aun así, me acerqué sigilosamente mientras ellos discutían.

—¿Qué diría tu madre si se enterase? Sigues sin poder evitar meterla en todos los agujeros.

—Eso no es verdad —le contestó Matt con una paciencia que me asombró.

—Y encima te has aprovechado de una chica inocente. ¿Crees que no he visto la sangre en las sábanas? —le dijo la señora, muy enfadada.

—No es una chica, es mi esposa y no la metía en ningún agujero desde el accidente de mis padres —le contestó Matt, más tranquilo de lo que solía estarlo.

—Entonces, ¿es verdad que te casaste? —le preguntó ella en un tono más bajo que antes, parecía asombrada.

—Claro que es verdad —le dijo Matt mientras se acercaba todavía más a ella y le sujetaba las dos manos.

—Pensábamos que era un truco para que pasáramos las Navidades juntos —contestó ella mientras se daban cuenta los dos de que yo estaba a unos metros, escuchando la conversación sin decir palabra.

—Ella es mi esposa, Ellie —le dijo Matt mientras le soltaba las manos y avanzaba hacia mí para que me acercara a ellos.

—¿Ellie? ¿Tu Ellie? ¿La Ellie de Rob y Emma? —dijo la señora, que por alguna razón me conocía mientras Matt asentía con la cabeza.

—¿Tu Ellie? —fue lo único que pude decir al ver que la señora tenía los ojos cargados de lágrimas y estaba a punto de llorar.

—Perdona, Ellie, soy Kate, la esposa de Markus —se presentó ella misma, mirando con desaprobación a mi marido por no haberlo hecho él.

—Sí, Kate, hablamos por teléfono —le contesté, encajando las piezas del puzle.

—Marga, la madre de Matt, siempre decía que tú eras la Ellie de su hijo —dijo Kate, sin poder controlar las lágrimas.

—¿Yo? —le dije sin dar crédito a lo que decía, porque mi madre me había hablado sobre el tema, pero era mi madre y nunca sería objetiva.

—Sí, Ellie, y cada vez que te veía, estaba más convencida de ello. Siempre contaba cómo dejaste a un chico tatuado y mucho mayor que tú en el suelo por meterse con tu hermano —me contó Kate.

—Y cuando le dio un puñetazo a un idiota que le había tocado el culo —dijo Matt, sonriendo.

—Tu madre siempre era muy acertada cuando se trataba de ti, Matt.

—Sí, siempre me decía que era guapísima, que a mí me encantaría y que tenía mucho carácter, de esas de las que, si hacía falta, te arrancaba la cabeza y se la tiraba a los perros. Ella siempre tenía razón —dijo mi marido, orgulloso, lo que hizo que me sonrojase de la vergüenza.

—¿Cuándo fuiste a buscar a Ellie? —le preguntó Kate a Matt.

—No es lo que piensas, no lo hice por mi madre. Una tarde, Ellie entró en una de nuestras tiendas cuando yo estaba trabajando y, aunque no hablé directamente con ella, supe que sería mi esposa algún día. Luego apareció Ellie como por arte de magia cuando ya estábamos cerrados. Charlamos un poco y yo le dije que me casaría con ella, aunque creo que no me tomo en serio. Un poco más tarde me enteré de que era Ellie, lo que fue una sorpresa —le contó Matt a Kate.

—Vaya, el destino es muy raro —dijo Kate, limpiándose una lágrima de su mejilla.

—No había salido por ahí ni estado con chicas desde el accidente de mis padres y ella, poco a poco, ha traído la normalidad a mi vida —dijo Matt, también emocionado.

—Yo estoy mucho mejor, pero Markus ha estado realmente mal. Es ver una foto o algo relacionado con tus padres o contigo y no poder dejar de llorar. Estos últimos meses Rob lo ha ayudado bastante. Tanto que ha estado pensando en devolver la casa que tenemos alquilada y regresar y también a la empresa.

—¿Por qué no venís a vivir aquí? En tres días lo tendríamos todo arreglado y nos veríamos cuando volviésemos en vacaciones —le ofreció Matt.

—Esta casa es enorme —contestó Kate.

—Pues en la de servicio, también se ha reformado y es muy cómoda, incluso está dividida para que puedan vivir tres familias, podrías utilizar solo una o dos partes —intentó convencerla mi marido.

—Tendría que hablarlo con Markus, no sé si aún es muy pronto.

—Nosotros nos iremos mañana de luna de miel y no volveremos hasta dentro de unos meses, ya que en las vacaciones vendrán los chicos a vernos y la familia de Ellie también vendrá a Alemania —le informó Matt.

—¿Y qué hago yo aquí sola todo el día? Ahora que Markus está ayudando en la empresa, aunque no va a las oficinas, se reúne frecuentemente con Rob y está en el ordenador varias horas al día.

—¿Podríamos preguntarle a Martha si se quiere mudar a la finca? —intervine, dejando a todos con la boca abierta.

—¿Quién es Martha? —preguntó Kate.

—Una señora que tiene un humor de perros y a la que Ellie va a visitar siempre que puede —contestó mi marido mientras yo lo miraba como si fuese a matarlo.

—No tiene un humor de perros, solo tiene carácter. La semana que viene se tiene que ir a una residencia de ancianos porque no quiere tener ayuda externa en casa, pero si le decimos que se mude aquí y que contraten solo a dos chicas porque por la noche no estaría sola, puede ser que le guste la idea.

—Me gustan las personas mayores con carácter, siempre me han aburrido las ancianas buenas y amables —dijo Kate para mi sorpresa.

—Pues no es tan mala idea. Sabes que tendré que contratar a varias personas para que le echen un vistazo a la casa y mantengan el jardín. Si estáis aquí, me ahorraría un montón de problemas. Además, eres mi madrina y, a efectos prácticos, ahora eres mi madre, así que no te puedes negar —le dijo mi marido usando esa sonrisa de niño pequeño que no te permitía la posibilidad de decirle que no.

—Está bien, hablaré con Markus, pero estoy segura de que lo convenceré. No creerás que eres el único que tiene sus trucos —aceptó Kate, sonriendo.

—Pues nosotros retrasaremos unos días nuestra luna de miel para tenerlo todo listo para que el lunes empiece la mudanza y el martes se instalen aquí y Martha podría venir el miércoles, que es cuando pensaba mudarse a la residencia. No te importa, ¿verdad, bichito? Nos iremos el lunes al mediodía.

—No me importa y gracias —le dije, dándole un beso en la mejilla.

—¿Gracias?

—Por dejar vivir aquí a Martha. Como el día uno empieza otra persona a trabajar en la comunidad y tenemos que dejar el piso, nos ha dejado las llaves del suyo para que lo usemos cuando queramos —le expliqué para que supiese qué clase de persona era.

—Sí, la señora es muy buena, pero tiene incluso más carácter que tú. Nunca entenderé cómo os podéis llevar tan bien —me contestó Matt.

Después de haber llegado a un acuerdo, desayunamos los tres en la terraza, ya que hacía un tiempo estupendo para ser diciembre. Matt canceló nuestros planes para mañana y contrató unos nuevos para el lunes, aunque no dejó que me enterase de nada. Solo tendríamos seis días de luna de miel porque el día seis de enero Matt trabajaba, aunque como era lunes yo no tenía que ir a mi universidad.

Cuando terminamos de desayunar, recogí la cocina mientras Kate y Matt se fueron a la casa del servicio a ver los cambios que tenían que hacer para que estuviese todo listo para el lunes.

También llamamos a la hija de Martha para explicarle nuestra idea y le enviamos fotos del lugar. La hija se quedó encantada y quería pagar un alquiler, a lo que nosotros nos negamos rotundamente, Martha era como de la familia. Quedamos en vernos el sábado para irlas a buscar y así pudieran conocer el sitio y también a Kate.

Una hora más tarde, después de que Kate se fuese, llegaron cinco obreros con un montón de material.

—¿Qué van a hacer? Pero si acabas de reformarlo todo.

—Solo van a dividir una habitación para hacerla despacho, por un lado, y un archivador en otro. Además, quiero que Markus tenga conexión a Internet en toda la casa. Su ordenador tiene varios años, así que un informático vendrá mañana, cuando terminen las obras, a instalar uno nuevo para que se pueda conectar a nuestra empresa sin problemas.

—Lo has organizado todo muy rápido —le dije asombrada.

—Sí, bichito, solo tengo que salir media hora. ¿Quieres venir? —me preguntó mi marido, cariñoso, mientras me abrazaba.

—¿Te importa que me quede? No he visto todavía cómo ha quedado la casa después de las obras que hicieron —le dije mientras le daba un beso corto en los labios.

—Vale, no tardaré mucho. Tienes tu ropa en el armario, algunos libros en el cuarto y en la cocina hay comida. Iremos a comprar esta tarde o mañana para tener suficiente comida para el fin de semana, aunque también podemos comer fuera o visitar a tus padres.

—Podríamos hacer una merienda-cena aquí e invitar a todos mañana —le sugerí.

—Es muy buena idea, además, como la casa del servicio está tan lejos, no nos molestarán si aún siguen trabajando.

En cuanto Matt se fue, recorrí toda la casa. Había quedado genial, no podría haberlo hecho mejor. Era demasiado grande, pero algún día tendríamos hijos y se llenaría poco a poco.

Cuando llegué al cuarto, revisé mi móvil y vi que Marco había creado un grupo nuevo: "Nuestra Ellie ya es una mujer". En el grupo estábamos solo los cinco rubios y Júnior y el primer mensaje que puso, fue la foto que le envié a mi mejor amigo cuando no sabía quién era Kate.

Esta vez creo que lo matamos en serio.

Cuando leí los mensajes, solo pude cabrearme más. Marco les explicaba a los chicos que esas eran las sábanas manchadas de sangre que demostraban que ya no era pura. Sí, utilizó la palabra pura, que en alemán se dice "rein" y es cómo me llamaban en el nuevo gimnasio donde estaba entrenando en Berlín porque no permito que nadie me pegue.

Los chicos le siguieron la broma, aunque Júnior no se había conectado y Yjo le advirtió que cuando yo lo leyese, se iba a llevar un puñetazo, a lo que él contestó que estaríamos de luna de miel. Terminé de leer los mensajes y pensé que era hora de contestar.

Yo: Cambio de planes, nos vamos el lunes. Estamos planeando merienda-cena en la nueva casa mañana.

Marco el mejor: Ellie, sabes que te quiero.

Yo: ¿Por qué no está Matt en el grupo?

Sam: Porque sabe que si Matt ve esa foto, Marco estaría despedido al día siguiente.

Marco el mejor: No es verdad, solo que no quería cabrearlo.

Yo: ¿Y a mí sí?

Marco el mejor: Solo un poco, para no perder la costumbre.

Yo: Tienes un minuto para borrar todo lo relacionado con el grupo o se lo enseño a Matt.

Fue dicho y hecho. Por lo menos en mi teléfono aparecía todo borrado. Una hora más tarde llegó Matt con dos bolsas y cerró la puerta de la habitación.

—¿Qué es eso? —le pregunté, cuando empezó a sacar cosas de la bolsa.

—He estado de compras en un sex shop. Anoche se me ocurrieron muchas cosas que podríamos hacer, ahora que estamos casados —me dijo mi marido mientras me miraba con deseo.

—Matt, tenemos a unos obreros en la finca —le recordé para que se diese cuenta de que no estábamos solos.

—La otra casa está a doscientos metros de esta, además, lo primero que hice cuando me dijiste que te casarías conmigo fue mandar a insonorizar esta habitación, aunque, para mi sorpresa, mi padre ya la había insonorizado, o mi abuelo, realmente no lo sé —me dijo mientras me levantaba y empezaba a desvestirme.

Había traído una docena de juguetes sexuales, los cuales no había visto en la vida. Iba a contarle lo de la foto que había puesto Marco en el grupo, pero no quería que cambiara su humor, así que no me arriesgue. Sí, viendo todo lo que había comprado, esta iba a ser una interesante luna de miel.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro