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CAPÍTULO SEIS - SUERTUDA

         Martes, 20 de junio del 2023

Estaba tan nerviosa, que a las siete y media ya estaba en pie. Me di una ducha rápida, me vestí y me puse un conjunto de pantalón de vestir y una blusa que había utilizado alguna vez para ir a almorzar con mis padres a algún sitio pijo. En cuanto terminé, desperté a Marco que se había quedado en el sofá del cuarto.

La casa de marco no era tan grande como la nuestra, aunque no era pequeña, y tenía un cuarto para las visitas que usaba su hermana cuando visitaba a sus padres con su marido. Aun así, nosotros habíamos dormido en la misma habitación, teníamos mucho de lo que hablar. Estuvimos charlando y riendo hasta que la madre de Marco nos hizo callar dando un golpe en la puerta y gritándonos "¡A dormir!".

No eran las ocho y ya estábamos los dos en la cocina, desayunando. Todos estaban contentos de que me hubiese quedado anoche a dormir, aunque no por mí, sino porque mi madre nos había enviado un sinfín de cosas para comer y no desaprovechamos la ocasión para engullir unas magdalenas de vainilla y chocolate y unas galletas de pistacho y arándanos.

Ni siquiera necesitábamos las bicis para ir al edificio en el que me encontraría con el administrador de fincas que nunca se presentó.

Estábamos a cinco minutos caminando, por lo que Marco empezó a soñar con cómo estaríamos todo el día juntos casi todo el verano.

—Marco, sabes que además de atender al edificio, tendré que ir a trabajar al restaurante. No podremos estar todos los días juntos. Además, no te olvides de que en breve sustituiré a una chica en la empresa de mi madre, aunque sean solo unas semanas.

—Eres una aguafiestas. ¿Por qué no me dejas disfrutar de que somos casi vecinos? Lo único que echaré en falta es ir a ver a tu madre, aunque en realidad, mientras tú estés trabajando y salvando al mundo, yo puedo ir a verla.

—¿Irías a mi casa sabiendo que no voy a estar en ella? —le pregunté, indignada.

—Claro, Ellie. Tendré que ir de vez en cuando a ver a mamá. Además, esa ya no es tu casa —me dijo con una sonrisa maligna en la cara.

—Sabes que te puedo arrancar esa sonrisita de un puñetazo, ¿verdad? —lo amenacé, cada vez más enfadada.

—No seas tan agresiva, Rubia —dijo echándose a reír, como si el tema no tuviese importancia y pasándome el brazo por encima de mis hombros.

—¡Marco, no te atreverás! —le advertí.

—Pues claro que sí. Estaba pensando en pasarme esta tarde para informar a tu madre de lo guapa que vas a ir a la entrevista. Pareces una chica y todo. Seguro que se alegrará de verme y me hará esa especie de pizza con tomate y especies, ella sabe que me encanta.

Estás celosa, reconócelo. Lo que darías por ir a ver a tu madre y pasar la tarde riéndote con las tonterías que solo puedes hacer con ella.

Sabía lo que Marcos estaba intentando hacer, ponerme celosa. Pero no lo iba a conseguir. Tenía que centrarme en la reunión que tendría lugar en un cuarto de hora. Habíamos salido caminando diez minutos antes de lo necesario para ver un poco la zona.

Estaba tan ilusionada, que a los pocos segundos de que Marco intentará sacarme de mis casillas, ya me había olvidado de los celos. Él tenía razón, si quería visitar a mi familia, podía ir cuando quisiese. Seguro que mi madre se alegraba, siempre le había tenido mucho cariño.

A las nueve menos cinco, llegó un chico enchaquetado que buscaba a alguien con curiosidad, aunque parecía mucho más joven de lo que me imaginaba. Entendí que seguro que sería un trabajador de la administración de fincas, por lo que le pedí a Marco que me esperara en el banco en el que estábamos sentados y fui directa a él con mi currículum recién actualizado en la mano. Me había quedado genial con los cursos que había hecho en el extranjero y todos los idiomas, aunque todo eso para este empleo no serviría de mucho.

—¿Señorita Ellie? —me preguntó, cuando llegué hasta él.

—Solo Ellie, por favor —le dije, tendiéndole mi mano.

—Entonces, llámame, Eric. Perdona, ayer hablaste con mi padre, el cual se quedó muy impresionado por la conversación que tuvieron. Él no puede venir hoy, ha tenido un pequeño accidente y está en el hospital —me dijo Eric, tan tranquilo.

—Lo siento. ¿Está bien? —me preocupé.

—Sí, solo fue un roce con el coche. Nunca ha sido muy bueno conduciendo y ya estamos acostumbrados a estos pequeños sustos. Le están haciendo un reconocimiento habitual y verificando que no tenga alcohol en la sangre. Menos mal que por lo menos no iba borracho, solamente que es muy mal conductor.

No te rías Ellie, no es el momento.

No pude evitarlo y me eché a reír. Aunque no tanto como me hubiese gustado porque tampoco estaba en una reunión de amigos y tenía que guardar las formas.

—Así que tienes buen sentido del humor —me contestó Eric, divertido.

—Bueno, eres muy gracioso contando historias —le contesté, sonriendo todavía.

—Veo que has traído tu currículum. No hacía falta para este puesto de trabajo. Estamos contentos con encontrar a alguien tan rápido, ha sido una suerte. Además, a mi padre le pareció que eras una chica muy resuelta y segura de ti misma.

—Tendrás que darle las gracias a tu padre de mi parte —le contesté mientras pensaba que exactamente era eso lo que quería mejorar en mi vida, quería ser más resuelta, más independiente.

—Pues si estás de acuerdo con las condiciones, puedes empezar hoy. Tan solo necesito sacar una foto a tu documento de identificación y esta tarde te hago llegar el contrato para que lo firmes. Me han dicho que también lo tienen que firmar tus padres.

—Sí, no hay problema —le dije con una sonrisa que no pude evitar, sabiendo que el puesto ya era mío.

—¿Pasamos a ver tu futuro hogar? —me preguntó, dejándome el paso libre para que entrara en el edificio.

¡Virgen de todas las malhumoradas y tercas del mundo!

El piso era pequeño, pero se notaba que estaba sin estrenar. Tenía un pequeño baño con una ducha, un dormitorio con una cama de metro y medio de ancho, un salón y una cocina con una barra que la separaba del salón. Era chiquito, pero estaba completo. La cocina tenía horno, microondas, nevera, calderos, platos y todo lo necesario. En el baño también había una lavasecadora y en el salón había una televisión, un sofá y un sillón.

—La televisión no tiene Netflix —me dijo Eric al salir del piso.

—Tranquilo, yo soy más de leer o hacer problemas de lógica. Aunque posiblemente estaré siempre en la cocina.

—¿Eso es lo que te gusta hacer cuando tienes tiempo libre? —me preguntó Eric al salir del edificio otra vez y entregarme las dos copias de las llaves del piso, un llavero con mil llaves y un libro con todo lo que debería saber sobre el edificio, incluido datos privados de cada vecino.

—Leer es uno de mis hobbies, pero también me gusta salir mucho con mis amigos y hacer cosas con ellos, sobre todo, jugar al fútbol.

—Me estaba preguntando que deporte practicabas, se nota que estás en forma.

—Por desgracia, no hay equipo femenino en la ciudad, por lo que solo juego en partidos que organizamos nosotros o, a veces, me cuelo en los entrenamientos, incluso voy a los de mi hermano que tiene doce años. Pero también practico natación y ahora boxeo.

—Ya veo que eres muy activa. Bueno, aún eres una niña, tienes tiempo de practicar lo que quieras.

—¿Una niña? —pregunté levantando la ceja.

Nunca me habían llamado niña, ni siquiera cuando lo era, porque siempre me confundían con un niño. Era la primera vez en toda mi vida. Además, Eric no parecía ser mucho mayor que yo.

Seguro que es una nueva técnica de ligue.

—No me malinterpretes. No tengo sino diecinueve años. No obstante, tú eres menor de edad —me dijo, un poco avergonzado.

—No te preocupes, Eric. ¿Puedo hacerte un par de preguntas? Referente al trabajo, por supuesto —le aclaré, cuando me miró de forma extraña.

—Claro —contestó, levantando los hombros.

—Tu padre me dijo que nada de visitas, pero ¿pueden ayudarme a traer mis cosas? ¿Tengo que estar vestida de alguna forma en concreto?

—Se prohíben las visitas para evitar los ruidos molestos y las quejas de los vecinos. En realidad, tus amigos pueden venir siempre que quieran, mientras sepan comportarse. Da igual la ropa que te pongas, al fin y al cabo, no tendrás contacto directo con los propietarios, sino por medio del buzón. Aunque a mí me gusta la ropa que llevas hoy.

—Suelo ser más de ropa holgada y de deporte. Hoy es una especie de excepción para causar una buena impresión.

—Pues créeme que la has causado —me dijo mientras tomaba mi mano y, sin apartar la mirada de la mía, se la llevó a los labios dejando un beso en ella.

—¿Ya has terminado? —nos interrumpió Marco, que había aparecido de la nada y yo le agradecía enormemente, puesto que la conversación se estaba poniendo un poco incómoda.

—Sí, gracias por esperar Marco. Él es Eric, el hijo de mi nuevo jefe —le presenté.

—Hola, yo soy Marco, su mejor amigo —le dijo Marco, acercándose a mí más de lo normal.

—Encantado, Marco. Nos vemos, Ellie —se despidió Eric, un poco incómodo y se alejó caminando.

—¿Gracias? —le agradecí a Marco, en cuando Eric no podía oírnos.

—Ellie, siempre te metes en estos líos. Cada vez estás más guapa, ya te lo dije. El que va a tener que ir a clases de boxeo voy a ser yo. ¿Cómo está el piso?

—Está genial, te va a encantar. Y si te portas bien, puedo dejar que te quedes a dormir de vez en cuando —le dije orgullosa.

—¿En serio? ¿No decías que no podías tener visitas?

—Si no hacen ruido, pueden venir todos los amigos que quieran.

—Vaya, Ellie. Eres una suertuda.

Y así fue como comenzó mi nueva vida.

Llamé a mi madre para contarle todo. Ella estaba muy contenta por mí. Incluso me dijo que conocía a Eric y a su padre. Cuando terminé de hablar con ella, nos fuimos a casa de Marco. Yjo vino para ayudarnos a llevar todo, aunque pedí un taxi para acabar cuanto antes. Mi madre me había enviado el día anterior, incluso una caja con algunos de mis libros favoritos. Mejor un viaje con el taxi que tres veces de ir y venir. Aunque Marco no vino con nosotros, sino que fue en mi bici, para que la tuviese conmigo. Luego avisamos a Sam y a Tom, hicimos una gran compra e inauguramos mi nuevo piso con un almuerzo. Ellos querían pagar la compra que habíamos hecho, pero no lo permití. Al final, iba a tener más dinero del que necesitaba entre todos los trabajos que iba a tener.

Los chicos se comportaron bien y no hicieron mucho ruido, por lo que no hubo incidentes y acabamos la tarde en el parque con una pelota entre los pies. Por supuesto que me había cambiado la ropa nada más llegar a la casa de Marco, después de que me dieran las llaves del piso. Y para evitar problemas con las llaves, le di una de las copias a Marco para que me las guardara en su casa. Seguro que más de una vez se me iban a quedar dentro cuando saliese.

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