CAPÍTULO DOCE - YO NO SOY ESA CLASE DE CHICAS
Viernes, 25 de agosto del 2023
En cuanto leí el mensaje de Marco, me di cuenta de que estaba con una chica. Nosotros hablábamos de todo, no obstante, siempre le he obligado a que evitase hablarme de esa parte de su vida.
Yo sabía que Marco era sexualmente activo desde hacía unos dos o tres años, sin embargo, no necesitaba saber que estaba ahora mismo rebuscando entre las amígdalas de alguna chica que había conocido en un bar.
—¿Qué ha puesto en el mensaje? —me preguntó Matt.
—Pregunta si es importante y te informa de que está en medio de un apaño —le dije lo más tranquila que pude, aunque realidad estaba totalmente avergonzada.
—Ya veo que no pierde el tiempo, últimamente está muy solicitado —contestó Matt después de reírse, posiblemente, de mí y mi cara color tomate.
—¿Tú también? —me atreví a preguntarle.
—Yo también, ¿qué?
—¿Estás también tan solicitado? —le pregunté sin saber cómo había conseguido pronunciar esa última frase sin que me hubiese dado un ataque al corazón.
— Ahora estoy aquí, contigo. No estoy muy solicitado —me dijo, echándome una mirada y poniendo otra vez sus ojos en la carretera.
—No, yo no quería decir eso —me defendí, poniéndome cada vez más nerviosa.
—¿Estás intentando decirme algo? Si lo que intentas averiguar es si soy virgen, no lo soy y, además, no tengo pareja, por lo que puedes aprovecharte de mí si eso es lo que quieres —me dijo el muy desvergonzado.
—¡Matt! ¡Eres un asqueroso! Yo solo intentaba decirte que no te hicieras ilusiones conmigo, que yo no soy esa clase de chicas —exclamé, enfadada.
—Lo sé, mi pequeña Ellie, no obstante, eso tendrá que cambiar algún día. ¿O tienes pensado meterte a monja? —me preguntó, aparcando el coche a un lado de la carretera.
—No te lo creas tanto, contigo no pasará.
—Eso aún no lo sabemos —me dijo mientras me picaba el ojo, me daba un beso en la mejilla y a continuación volvía a arrancar el coche.
Yo estaba tan sorprendida que no pude ni insultarle y que conste que suelo ser muy rápida con los insultos, pero nunca me había visto en una situación igual.
En cuanto llegamos a casa, el portón de la finca estaba abierto y mis padres me esperaban. ¿Cómo iba a presentar a Matt? ¿Cómo un amigo? Él había dicho que el término amigo no le gustaba.
Pues que se aguante.
Nada más bajarnos del coche, mi madre se acercó corriendo. No dejó ni que hablara, me dio un abrazo y un beso. Me miró de arriba abajo y sí, me avergonzó como siempre hacía cuando le salía esa vena sobreprotectora.
Pues ahora, te aguantas tú.
Gracias, conciencia. No sabría qué hacer sin ti.
Después de mi madre, le llegó el turno a mi padre que también me abrazó, aunque, como siempre, mucho más comedido.
¡Gracias a Dios! Él es el puto amo.
Ese vocabulario, que después te quejabas.
Perdón, ¡papá es un grande!
El pobre Matt estaba al lado del coche, contemplando la escena sin creérsela del todo.
—Mamá, papá, dejadme respirar. Me estáis avergonzando. Él es Matt, un amigo. Ellos son mi madre y mi padre, parecen un poco pesados, pero no están tan mal —les presenté, intentando incordiar sobre todo a mi padre que me estaba mirando con su sonrisa de burlarse de mí.
—Gracias por traer a mi hija, Matt. Creo que no te había visto antes y eso que conozco a todos los amigos de Ellie —le dijo mi madre ofreciéndole una mano que él aceptó.
—Es que no soy su amigo. Nos acabamos de conocer —dijo mi nuevo no—amigo a mi madre mientras ella lo miraba confundida.
—¿No sois amigos? —se atrevió a preguntar mi padre.
—No, pero soy amigo de Marco —le contestó Matt y fue una buena respuesta porque mis padres la aceptaron como tal.
—Pasen, chicos, seguro que tenéis hambre. Son pasadas las nueve y media.
—Gracias, mamá. No sabes lo que he echado de menos tu comida —le dije con total sinceridad.
—¿Te quedas a cenar, Matt? Nosotros no vamos a poder. Unos amigos han organizado una barbacoa con música y guitarras y tendremos que salir en cinco minutos como muy tarde —dijo mi madre para mi desilusión.
—Únicamente se puede acceder en moto, el camino es muy estrecho. Si hubieses podido llevar mi vieja moto, hija, podríamos haber ido los cuatro. Seguro que todos se alegrarían de verte, Ellie —añadió mi padre.
—Yo tengo carnet de moto —dijo Matt, como si fuese algo normal.
—¿Ya tienes los dieciocho? —le preguntó mi padre.
—Sí, desde el miércoles y se sacó el carnet de moto y de coche el mismo día
—Si no tuviese los dieciocho no debería estar conduciendo un coche —le contestó Matt, como si fuese algo obvio y, en realidad, lo era.
—Pues voy a sacar la moto de Ellie. No tiene mucho motor ni muchos PS, es un escúter 125, aunque tan solo vamos a recorrer cinco kilómetros con ella.
Benditos cinco kilómetros. Desde el principio, me di cuenta de que a Matt le gustaban mucho las motos y mientras el camino no era muy inclinado íbamos a todo lo que podía detrás de mi padre, que se había picado con mi no-amigo como si fuese un niño pequeño.
En cuanto empezamos a subir, nuestra moto empezó a perder velocidad y mis padres nos indicaron que siguiésemos el camino, hasta que llegásemos a un portón y se fueron sin nosotros.
A Matt no le hizo mucha gracia eso de quedarse atrás, no obstante, lo peor fue cuando la pendiente se hizo tan inclinada que la moto no podía subir con los dos encima. Yo me tuve que bajar de la moto, aunque Matt, por alguna razón, no estaba muy conforme y tuve que subir una pendiente de unos doscientos metros corriendo y ni siquiera me quité el casco.
Matt tenía una mueca de molestia y culpa que hizo que no pudiese evitar echarme a reír a carcajadas, mientras subía corriendo lo más rápido posible, lo que hizo que llegase hasta donde él me esperaba sin aliento y llorando de la risa.
—¿Cómo puedes reírte en una situación así? —me preguntó, extrañado.
—¿Y por qué tú no te ríes? —le dije, cuando finalmente pude hablar.
—Si me hubiese pasado esto con cualquier chica de las que conozco, seguro que se hubiesen enfadado conmigo —se molestó.
—¿Quieres que me enfade? ¿Eso es lo que te preocupa? —no había quien entendiese a este chico.
—No, quería sumar puntos contigo y la he fastidiado.
—No te preocupes, ya has ganado puntos siendo mi nuevo no—amigo —le dije sonriendo y hasta él no pudo evitar sonreír.
En cuanto llegamos a la casa de los amigos de mi madre, me di cuenta de que conocía a la mayoría y ellos, por supuesto, a mí también. Todos quisieron conocer a Matt y le hicieron muchas preguntas a las cual él intentaba contestar lo más escuetamente posible. Al avisarnos de que la carne estaba lista, lo abandoné a su suerte y me fui en busca de mi preciado tesoro. No me había comido ni una cuarta parte de mi cena del restaurante y no había merendado. Tenía el hambre de un león.
A los dos o tres minutos tenía a Matt a mi lado con un plato también lleno hasta arriba y devorando la comida.
—¿Tenías hambre? —bromeé con él.
—Sí, mucha y si fuese por mi nueva no—amiga seguiría igual de hambriento. Menos mal que tu madre se ha apiadado de mí y me ha quitado a sus amigas divorciadas de encima.
—¿Cómo sabes que están divorciadas? —le pregunté, perpleja.
Era verdad que las amigas que estaban en la fiesta, sobre todo las que estaban incordiando todo el tiempo a Matt, eran divorciadas, pero no había forma humana que todas le hubiesen contado sus problemas a mi no-amigo en unos minutos.
—¿Te acuerdas de lo que me preguntaste cuando Marco envió el SMS? Hubo una época donde fui bastante activo sexualmente y muchas veces me cazaban a mí y no al revés. La experiencia hace que te des cuenta de ciertas cosas.
—Creo que no quiero saberlo. Además, sería asqueroso que con la edad que tienen esas mujeres, intenten propasarse contigo —le dije con cara de asco.
—Ellie, aquí todos los involucrados son adultos.
—¿Adultos? Tú lo eres desde hace dos días —me molesté.
—No vas a poder cambiar las relaciones humanas a estas alturas. Aunque si quieres, puedes ayudarme para que no me molesten.
—¿Ayudarte? —le pregunté, sin saber a qué se refería.
—Sí, iremos de la mano y así pensarán que somos pareja.
—¿Qué te dé la mano? —me sorprendí.
—Cuando fuimos a buscar el coche, me la diste y no te pasó nada. Piensa que estamos en un sitio llenísimo de gente y que no quiero perderte.
—Seguro que existe otra opción —le dije yo dudando.
—Sí, sin embargo, no creo que te guste tanto como esta. Me das un beso que me deje cachondo en medio de todos y no creo que me molesten más esta noche —me dijo sonriéndome como un angelito.
—¡Eres un guarro! —exclamé, dándole un manotazo en el hombro.
—¿Eso significa que eliges el beso? —dijo para fastidiarme.
—Sabes que nunca haría una cosa así y menos con un no—amigo —le contesté muy segura de mí misma.
—Entonces, vamos a dar una vuelta —dijo mientras me daba la mano y tiraba de ella al levantarse de la mesa.
—Matt, no he terminado de comer —le susurré al oído mientras todas las divorciadas, amigas de mi madre, no quitaban los ojos de nuestras manos entrelazadas.
—Solo vamos a buscar algo de beber y así de paso hacemos oficial nuestra relación —dijo con una sonrisa de pícaro que lo hacía parecerse a un niño pequeño.
—Vale, pero mis padres estarán preguntándose qué diablos está pasando.
—Seguro que sabrás explicárselo cuando volvamos a tu casa. Mamá siempre ha sido muy comprensiva.
—¿Tú también la vas a llamar mamá? —pregunté sin podérmelo creer.
—Es la costumbre, pequeña Ellie.
—Vamos a buscar tu bebida y volvamos a la mesa. Espero que no te aproveches de esta situación.
—No me des tan buenas ideas, Ellie —dijo mientras sus ojos brillaban todavía más de lo normal.
Y por supuesto que se aprovechó de la situación.
Matt encontró una botella de agua de un litro escondida en una nevera portátil, entre docenas de botellas de cervezas, y la llevamos a nuestra mesa junto con dos vasos. Al regresar a la mesa, en ningún momento de vuelta me soltó la mano, por lo que tuvo que llevar la botella y a mí me dio los vasos.
Nada más llegar a la mesa, me pasó un brazo por encima de los hombros. Posiblemente, fuese lo más normal del mundo, aunque a mí me dejó tan nerviosa que al principio no sabía cómo actuar, hasta que seguimos comiendo, él con una mano, y me olvidé de que tenía su brazo por encima de mí.
Cuando acabamos de comer, estuvimos un rato hablando y en cuanto le gasté una broma y él se rio, aprovechó para darme un beso en la mejilla. Lo que hizo que me quedará tan tensa que hasta él lo notó.
—Respira, Ellie. Solo te he dado un beso en la mejilla. Seguro que esta semana tus amigos te han dado bastantes —se burló de mí.
—Pero tú no eres mi amigo —le recordé.
—Tienes razón, no lo soy. No obstante, sigue siendo un inocente beso en la mejilla.
Después de este incidente, recogimos nuestros platos, cubiertos y vasos y nos fuimos a cantar y a bailar. La verdad es que se notaba el cambio. Ninguna de las divorciadas amigas de mi madre se le acercó más de lo necesario ni nadie siguió con el interrogatorio anterior.
Me lo pasé muy bien y de vez en cuando Matt hacía notar que éramos pareja. Me susurraba algo al oído, me cogía de la mano o simplemente me colocaba algún mechón rebelde detrás de la oreja.
Cuando llegó el momento de irse, nos despedimos y agradecimos que nos hubiesen invitado, cogimos nuestras motos y los idiotas que llevaban las motos condujeron a toda velocidad.
Al final llegamos medio minuto antes que mis padres y Matt no podía ocultar su alegría.
—¿Crees que he perdido puntos con mi futuro suegro por no dejarle ganar? —me preguntó, con esa sonrisa pícara de niño travieso que ponía a veces.
—Tú lo que eres es idiota. Casi nos matamos y hubieses perdido toda posibilidad de tener algún día un suegro —exageré un poco.
Él no pudo evitar reírse. Al final mis padres lo invitaron a quedarse en el cuarto de invitados, porque ya era muy tarde para volver a casa. Mi madre me dijo que no hacía falta que le diera explicaciones cuando intenté decirle la razón por la que parecíamos una pareja en la fiesta.
No lo sabía, pero en cuanto me fui en busca de la carne, las amigas de mi madre se lanzaron con más ahínco sobre mi no-amigo y mi madre tuvo que ir al rescate. Me dijo que le había dado vergüenza ajena.
En cuanto me puse el pijama y me acosté en mi cama, no pude evitar soñar con los angelitos. No había nada mejor para dormir que hacerlo en mi cama.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro