
CAPÍTULO DIECISÉIS - Y PARECÍA UN SANTO
Sábado, 26 de agosto del 2023
La cena estuvo tan bien que sin darnos cuenta eran la diez, por lo que mi hermano se despidió de todos y se fue a dormir. Por supuesto que antes conversó un poco con mi no-amigo y quedaron en que Matt iría a verlo en su próximo entrenamiento.
Sí, en esta familia éramos unos locos por el fútbol y cuando podíamos organizábamos entrenamientos, aunque fuese verano y no hubiese empezado la temporada, incluso a veces jugábamos algunos partidos amistosos como el que jugó hoy Edu.
Yo solo había ido a uno o dos por semana porque con tantas horas de trabajo, el día no me daba.
Todavía no nos habíamos levantado de la mesa, donde seguíamos hablando de tonterías, cuando Marco empezó con la matraquilla, es decir, de forma insistente, que quería salir a tomarse algo con los chicos que iban a estar en el karaoke.
Yo no quise decir nada, porque no quería obligar a Matt a hacer nada que no le apeteciese ni ponerlo en un compromiso, por lo que después de echarme en cara que no había salido sino una noche en todo el verano y viese que lo ignoraba completamente, lo intentó con Matt.
Al final Matt accedió, a pesar de que mi madre le dijo a Marco que lo dejara tranquilo, por lo que ayudamos a recoger y llenar el lavavajillas y nos fuimos en el coche de Matt.
—¿Vas a salir así? —me preguntó Matt, cuando se dio cuenta de que me dirigía a su coche.
—¿Cómo así? —le dije, revisando que no me hubiese olvidado de nada y que tuviese los zapatos puestos y no unas zapatillas de levantar.
—¿No te cambiarás de ropa? —insistió Matt, dejándome otra vez con la sensación de que me olvidaba de algo.
—No, Matt. Ellie siempre sale como está. No se suele cambiar nunca de ropa por el día, solo cuando va a trabajar o vuelve de trabajar.
—Ayer estabas más arreglada. Hoy también estás guapa, pero ayer estabas más...
—¿Más qué? —preguntó Marco.
—Más femenina —contestó Matt con una sonrisa.
—Pues no me vas a ver nunca más tan femenina. Quizás el día de mi boda —le contesté, enseñándole mi dedo corazón.
—Tendré que esperar a nuestra boda —me dijo, mientras me abría la puerta trasera para que me sentase detrás de él y me estampaba un beso en la mejilla antes de que entrase y sin que Marco se diese cuenta.
Creo que no te había visto nunca tan nerviosa.
No estaba nerviosa, es que este chico me sacaba de quicio.
***
Como Matt no tenía ganas de bailar ni de música alta, no fuimos al karaoke. Nos sentamos en una terraza cerca de la zona de los bares y allí esperamos a que llegaran los demás sentados en una mesa.
Nada más llegar, unas chicas se acercaron primero a Marco y en cuanto se dieron cuenta de que Matt estaba con él, lo ignoraron y se fueron a por mi no-amigo.
—Me siento ignorado —se quejó Marco, sentándose a mi lado.
—Tranquilo, amigo. Yo siempre te preferiré a ti —le dije, pasándole un brazo por encima para abrazarlo.
—Ya los chicos llegaron —dijo Marco mientras se levantaba para saludar a nuestros amigos que, al vernos, se dirigieron a nuestra mesa.
Menos mal que habíamos unido dos mesas, puesto que no solo vieron el resto de los cinco rubios, también lo hicieron Alex y Hugo. Aunque si seguíamos así, iba a regalar la silla de Matt. Había saltado de chicas en chicas como una abeja que va de flor en flor.
—Y parecía un santo. ¿No dijiste que no salía desde hacía más de un año? —le pregunté a Marco en voz baja.
—No te pongas celosa, amiga. Antes salía muchísimo y como hacía tanto tiempo que no lo veían, todos quieren hablar con él.
—Dirás todas —le corregí.
—Tendrías que haberlo visto en acción. Nunca he visto algo igual, donde ponía el ojo, ponía la bala. Entiendes la metáfora, ¿verdad?
—Sí, amigo, entiendo la metáfora —me molesté todavía más.
—Tiene dieciocho años, es normal que no sea virgen.
—Gracias por esta información vital para poder sobrevivir —le dije en tono sarcástico.
—Lo que quiero decir es que Matt tiene mucha experiencia con las chicas y eso es bueno.
—¿Bueno? ¿Para qué? ¿Se va a presentar a un concurso de a ver quién es el más machote?
—No, Ellie. Es bueno si decide tener una relación con alguien que no tenga mucha experiencia. Puede enseñarle mucho.
—Sí, como hacer el idiota con veinte barbies alrededor.
—Vaya Ellie, realmente estás celosa. Me alegro.
—Yo no estoy celosa y si lo estuviese, no entiendo por qué te alegras —me defendí.
—Me alegro porque ahora existe una pequeña posibilidad de que no mueras virgen. Y no te lo digo para fastidiarte, pequeña Ellie. Matt es un gran chico y me alegro por vosotros —me dijo, utilizando uno de los apodos que usaba Matt.
—No hay ningún nosotros y no me llames pequeña Ellie —le contesté, enfadada.
—¿Bichito? —dijo, pinchándome con un dedo en la punta de mi nariz.
—Tampoco. Como sigas así te doy un puñetazo de gancho y acabarás en el suelo inconsciente —dije, furiosa.
—A Matt se lo permites —me echó en cara para fastidiarme aún más.
—Porque con él no tengo la suficiente confianza para pegarle un puñetazo. Espera dos días y ya hablaremos.
—Es decir, que lo quieres ver otra vez estos dos días.
De verdad que Marco era único para sacarte de tus casillas. Menos mal que en cuanto los chicos se dieron cuenta de que estábamos hablando entre nosotros, se nos unieron y empezamos a decir idioteces.
Era extraño ver a Matt interactuando con otras chicas. Siempre tenía el mismo modus operante. Primero se acercaban dos o tres chicas, les daba dos besos en las mejillas a cada una, les sonreía y luego charlaban un poco de no sé qué, miraba hacia nuestra mesa y se despedía, y luego llegaban las siguientes.
Tendrías que haberle puesto un micro y ahora sabrías de lo que hablan.
Prefería no saber lo que decían. La ignorancia, a veces, es un tesoro.
Mira que hoy, estás inspirada. Debería ser una frase para poner en una taza: "La ignorancia, a veces, es un tesoro".
Lo que más interesante me parecía, si lo comparaba con los otros chicos, era que Matt siempre miraba a las chicas a los ojos. No les echaba esas miradas de arriba abajo que tan incómoda me hacían sentir, por lo que no te daba a entender que eras solo un cuerpo.
Llegó un momento que me cansé tanto de verlo saludando a tantas chicas que no lo miré más. En realidad, me daba pena. Él no quería salir y si siempre se le tiraban las chicas encima, yo tampoco saldría.
—Marco, creo que tienes que ir a salvar a tu amigo.
—¿Otra vez esos celos?
—No seas idiota. Solo pienso que, si no tenía ganas de salir, en parte puede ser porque es un incordio eso de tener que saludar a todas las chicas que han salido esta noche en la ciudad.
—Buena observación, Rubia. Voy a ir al rescate.
—¿Puedo hacerte una pregunta antes?
—Claro, dispara.
—¿Por qué no me dijiste nada de lo que les había sucedido a los padres de Matt?
—Es algo que no me correspondía a mí.
—Es verdad, ahora eres tú el que tienes razón. Vete, no dejes que lo torturen más. Esa rubia teñida tiene pinta de quererle matar con esas uñas.
No sé el porqué se me ocurrió enviar a Marco al rescate. No solo no trajo a Matt a nuestra mesa, sino que se puso a hablar con todas las chicas que pudo. Era muy cómico ver a los amigos en acción.
Matt tenía esa aura de no importarle nada, de ser educado y amable, pero sin darte la mayor importancia. Marco era todo lo contrario, intentaba ser cariñoso y divertido, hacerte sentir única y especial, tocaba mucho a las chicas y les hablaba al oído, haciéndolas reír.
Si me hubiesen preguntado hace una hora, diría que el método de Marco era mucho más eficaz, no obstante, para mi sorpresa a quien intentaban atrapar las chicas era a Matt.
Cuando me di cuenta de que Marco y Matt no iban a volver a corto plazo, me puse a hablar con los chicos y no les presté más atención. A los dos segundos ya estábamos planeando una de nuestras bromas y Alex, que se había levantado hacía unos minutos, se sentó a mi lado cuando regresó.
Estábamos hablando de que los dos habíamos trabajado en las empresas de nuestra familia cuando sentí que me observaban. Levanté la mirada y vi a Marco y a Matt mirándome fijamente y sin prestar atención a las chicas que había a su alrededor.
¿Qué has hecho ahora?
Yo nohabía hecho nada, solo había pedido una botella de agua al camarero y nisiquiera me había movido de la mesa. ¿Se avergonzaría de nosotros Matt porquehacíamos mucho ruido? Pues Marco también lo hacía cuando estaba con nosotros.Al final Matt le dijo algo al oído a Marco, se despidieron de las chicas y sevinieron caminando hacia nuestra mesa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro