Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO CINCUENTA Y CINCO - SEÑORITA "ESPACIO VITAL"

NOTA: Este capítulo tiene escenas un poco subidas de tono (no es +21, pero sí contiene un poco más de lenguaje sexual de lo normal).

    Viernes, 26 de julio del 2024

Matt, que parecía haberse divertido bastante cuando le pegué al desgraciado que intentó tocarme, se puso serio en cuanto nos quedamos los tres solos en la habitación.

—He cumplido nuestra parte del trato y hemos detectado que vosotros no. Una sola estupidez más y considera nuestro trato concluido.

—¡Tus trabajadores denunciaron a nuestros chicos a la policía! Además, le dieron información y los tienen retenidos. El abogado ha dicho que les caerán como mínimo algunos meses de cárcel que tendrán que cumplir —se quejó Dónovan.

—Denunciaron cuando tus chicos rompieron nuestro trato. Tenemos mucha más información y no te estoy amenazando, te estoy avisando. La utilizaré en tu contra —le dijo Matt muy serio, nunca lo había visto así.

—Pensé que confiabas en nosotros, hemos tenido un buen entendimiento desde hace décadas —le echó en cara Dónovan a Matt.

—Sí, confianza está bien, pero mejor es tener el control. Además, ¿de qué me ha servido la confianza? A la primera oportunidad abusas de ella —le contesta Matt con un refrán que también se empleaba mucho en casa.

—Tu padre era una persona más comprensiva —le echó Dónovan en cara.

—Mi padre ya no está. Igualmente, sabes que mi padre los hubiese metido a todos en la cárcel. Yo he dejado pasar este pequeño desliz porque no nos conocíamos tan bien, sin embargo, la próxima vez me olvidaré de todos estos años de entendimiento. Imagina que tu novia se besa con un tipo en un bar, la primera vez puede que la perdones porque no sabía lo que hacía. ¿Le perdonarías un segundo beso con el mismo tipo? —le preguntó Matt sin perder la calma en ningún momento.

—No, yo la... —empezó a decir Dónovan.

—Entonces, entiendes lo que te quiero decir —le interrumpió mi novio.

—Tienes razón, no volverá a pasar —le dijo Dónovan a Matt, tendiéndole la mano.

—Eso espero —dijo Matt aceptando su mano para luego tomar la mía y salir de ahí.

Cuando salimos de la oficina, Dónovan nos acompañó hasta la salida del edificio.

—Ya veo que aún sigues conservando la moto —bromeó Dónovan, como si la conversación anterior no hubiese tenido lugar.

—Ya sabes, Samuel me la cuida siempre que vengo —le dijo Matt encogiéndose de hombros.

—El pobre chico te tiene pánico, aunque creo que debería de tenerle más miedo a la señorita "espacio vital" —dijo Dónovan, riéndose.

—Tu hermano se llevó lo que se merecía —dije yo, que no había abierto la boca desde que empezaron a discutir en la oficina.

—Sí, tienes razón. A veces se comporta como un idiota, sobre todo, cuando hay chicas delante. Espero que haya aprendido la lección, aunque la experiencia me dice que no, no obstante, es la primera vez que le pega una chica.

—Nosotros nos vamos, dile a tu padre que todo sigue igual, pero que avise a los chicos de que no la caguen otra vez —se despidió Matt.

—Tranquilo, eso lo han aprendido ellos solos. No hay nada como un buen escarmiento. En el fondo mi padre está muy orgulloso de ti. ¿Nos tomamos unas cervezas? Hace tiempo que no nos vemos, ¿cómo te fue en el viaje? —dijo Dónovan, como si él y Matt fuesen amigos.

—Bien, sin tiempo para nada, como siempre, pero no puedo quedar. Hace tres semanas que no veo a mi novia y acaba de venir de sorpresa, por eso adelanté la reunión —dijo mirándome con una sonrisa traviesa.

—Así que ella es la del club, la que le dio una lección al imbécil de Lucas. Es todo un placer conocerte. No sabes la de veces que masturbándome, he pensado en... —empezó a decir Dónovan, hasta que Matt lo asesinó con la mirada y él dejó la frase a mitad.

—Dónovan, Ellie es menor de edad. Cuida ese vocabulario —le regañó Matt.

—Tú eres peor que yo —se quejó Dónovan.

—¿Te gustaría que le hablase así a tu novia?

—No, la verdad es que no. Aunque llevamos unos meses un poco malos, ya no es lo que era. Está empeñada en que quiere ser madre y que ya tiene casi treinta años.

—¿A qué estás esperando? No creo que haya alguien que te aguante como lo hace ella. Si no sabes cómo hacerlo, me llamas y yo te puedo dar un par de lecciones —le dijo Matt metiéndose con él.

—¡Cómo te acerques a ella! —amenazó Dónovan a Matt, lo que hizo que Matt se riera a carcajadas.

—Antes de que llegases tú, mi novia ya me habría dejado tirado en el piso. Ponle un anillo en el dedo y déjate de tonterías —dijo Matt sin parar de reír.

—Su padre me mata antes. Considera que mi familia no es suficiente para su hija. No te olvides de que no tiene hermanos.

—Eso sería hace tres años, cuando empezaron. Ahora lo que querrá son nietos, además, ya sois mayorcitos los dos y no tenéis que estar pidiéndole permiso a nadie —le aconsejó Matt, mientras me ofrecía un casco después de darle un billete a Samuel.

—Nos vemos, Dónovan —me despedí.

—Sí, nos vemos y cuida de este idiota —dijo Dónovan, refiriéndose a mi novio.

Salimos a toda velocidad del puerto y, como ya era costumbre en Matt, paramos con la moto donde la vista era impresionante, se veían todos los barcos entrando y saliendo y el muelle entero, no solo el de mercancías, también los de cruceros y a un lado un pequeño muelle con veleros.

—¿Qué te apetece almorzar? ¿Quieres que te lleve a un sitio turístico, un sitio bonito o uno que sirvan algo en particular? —me preguntó Matt, sin ni siquiera quitarme el casco.

—Me da igual, quiero ir al que prefieras tú, pero que podamos hablar tranquilamente sin que nos interrumpan todo el rato —le contesté.

Él no se lo pensó dos veces y arrancó la moto como un loco. Nos fuimos al centro de la ciudad, estábamos cerca de su empresa y al lado de una zona peatonal. Mientras Matt conducía a la velocidad que el tráfico nos permitía, fuimos pasando tiendas y restaurantes.

Esperaba que no me llevase a un restaurante muy elegante, porque se notaba que esta zona era bastante pija. De repente, paró y con un mando abrió la puerta de un garaje de un edificio de unas diez plantas. Era muy moderno y en los locales había un restaurante italiano, una pequeña tienda de ropa y una cafetería. No me dio tiempo de preguntarle a dónde íbamos porque en cuanto se abrió el garaje, entró como una exhalación.

—¿A dónde vamos? —le pregunté al devolverle el casco.

—A mi apartamento. Así conoces el lugar donde vivirás los próximos años —me dijo, como si fuese lo más normal del mundo.

—Aún no sé si voy a vivir aquí —le contesté, evitando hablar de la universidad.

Hacía una semana que me habían aceptado en la universidad alemana y no quería arruinar la sorpresa.

—¿Qué vas a hacer? —me dijo, cuando terminó de aparcar la moto.

—Tengo otras opciones, no obstante, aún no me he decidido. Las tenía mucho antes de conocerte y no quiero que puedas influenciarme —mentí, descaradamente.

—Si vas a estudiar en esta ciudad, espero que te quedes aquí con los chicos —dijo al entrar al ascensor.

—Casi seguro que no lo haré, aunque los chicos no lo saben. No les digas nada aún, ya sabes que se preocupan demasiado por mí, más que mi madre.

—Tu madre te conoce bien y sabe que puedes con todo —me dijo antes de besarme.

El ascensor se detuvo y Matt no dejó de besarme, salimos besándonos, pasó una tarjeta por un lector y la puerta de piso se abrió. No pude ver mucho, porque estaba concentrada en sus besos, hasta que tuvimos que tomar aire los dos.

—¡Las vistas son geniales! —exclamé, en cuanto pude mirar a través de los grandes ventanales de un salón moderno.

—¿Crees que a los chicos les gustarán? —dudó Matt.

—¿Estás de broma? Les va a encantar, aunque es enorme. ¿Para qué quieres este piso tan grande tú solo? —le pregunté, mientras tiraba de su mano para que me enseñara el piso.

No exageraba, el piso era enorme. El cuarto de Matt tenía de todo, una cama de dos metros por dos metros, un vestidor enorme del cual no usaba ni una cuarta parte del espacio, un baño con ducha y con bañera y un pequeño despacho, donde tenía un ordenador, documentos de la empresa y apuntes de la facultad. Incluso tenía dos guitarras en una esquina, una eléctrica y otra española. Estaba todo ordenado y había hecho espacio para que pusiese mis cosas y ocupara su habitación.

Es un encanto.

Sí, cuando quería, era un encanto. Además, ya había preparado dos habitaciones para que en una se quedaran Marco y Yjo y en la otra los gemelos. Cada habitación tenía dos camas, dos mesas de estudio, dos armarios y un baño. La habitación que quedaba libre siguió siendo para invitados, por si los chicos tenían visita.

La cocina era muy moderna y estaba preparada para un bombardeo, se notaba que la usaba a diario. Tenía una barra en medio para poder desayunar, donde podían sentarse siete u ocho personas. La mesa para comer estaba a un lado y también era para ocho personas, aunque eran de las que se podían ampliar.

El salón les iba a encantar a los chicos. Tenía un sofá enorme y tres sillones y, sobre todo, muchísimo espacio.

A mí me enamoró la biblioteca, no tenía muchos libros, no obstante, en medio tenía una gran mesa donde podrían estudiar los pesados de mis amigos. Tenían mucha suerte, tenían una sala de estudio para ellos solos.

Pero lo que realmente les iba a gustar a los chicos era el gimnasio con toda clase de máquinas. La verdad que parecía que no les iba a faltar de nada. Marco ya había estado aquí y no nos había dicho nada, posiblemente, querría darles una sorpresa a todos.

—Una señora vendrá tres veces en semana para limpiar y preparar la comida. Normalmente, viene solo los lunes, porque yo suelo cocinar y, estando solo, no ensucio mucho. Sin embargo, no puedo confiar en que los chicos sean así y es mejor prevenir que curar.

—Sabes que los estás malcriando, ¿verdad? —le dije, mientras lo empujaba para que se sentase en un sofá y yo me senté a horcajadas encima para empezar a besarlo.

—¿No quieres que te prepare algo de comer primero? —me preguntó Matt, después del beso.

—Tengo ganas de otra cosa —le dije volviéndolo a besar.

Yo no sé quién tenía más ganas de besar a quién, pero el beso se volvió tan demandante que lo único que se oía en la habitación eran nuestras respiraciones entrecortadas.

—Voy a cambiarme de ropa, bichito. La tengo tan dura que con estos pantalones duele —me dijo, tan descarado como siempre.

—¿Y si te quitas los pantalones? —le susurré al oído, sin levantarme.

—¿Estás segura de esto? —me dijo con voz ronca y los ojos brillantes, Matt quería esto tanto como yo.

—Sí —le dije casi en un gemido entre sus labios.

—Y tú te quitas los tuyos —más que una pregunta fue una orden.

Así que me levanté rápidamente para quedarme en camiseta y ropa interior, al igual que Matt hizo lo mismo. Él se volvió a sentar y tiró de mí para que volviese a estar encima de él como estaba antes.

Ahora que la única barrera que teníamos entre nosotros, eran solo dos finas telas, se sentía extraño y a la vez me gustaba. Me pidió permiso con la mirada y me quitó la camiseta, dejándome en bragas y sujetador. Yo, por mi parte, le quité también su camisa y así poder tocar sin obstáculos ese pecho esculpido por los dioses.

—Mierda, Ellie. Si seguimos así, voy a correrme en el bóxer —consiguió decir, mientras el mismo, con sus manos en mis caderas, me animaba a que me moviese encima de él.

—¿Qué quieres que haga? —le pregunté, porque realmente no sabía si tenía que hacer algo y qué hacer.

—¿Te tocas solo por fuera cuando te masturbas? —me preguntó, a lo que yo no supe qué responder, ya que nunca me había tocado y mucho menos llegado al orgasmo.

Cuando pasaron los segundos y Matt se dio cuenta de que no le contestaba. Me sujetó con las manos para que parase, a lo que yo le contesté con un gruñido.

—¿Ellie? Cuando nosotros tenemos sexo por teléfono, tú te masturbas, ¿verdad? —me preguntó, serio.

—Nosotros no hemos tenido sexo por teléfono —le dije, un poco molesta, sobre todo, porque había hecho que parase y no quería.

—Da igual cómo lo quieras llamar. Cuando hablamos por teléfono y a veces nos ponemos más cariñosos de lo normal y me masturbo, ¿tú te tocas? —me interrogó mi novio.

—Me he tocado los pechos cuando me lo has pedido —le doy como respuesta.

—¡Mierda, Ellie! ¿Me estás diciendo que en todo este tiempo en el que nos hemos estado besando y tonteando, yo, en cuanto puedo, me meto en el baño y me masturbo incluso dos veces seguidas y tú no has liberado nada de esa tensión? —exclamó, un poco enfadado.

—Tan poco es para tanto, hay chicas a las que les cuesta muchísimo llegar al orgasmo —me defendí, como pude.

—Después de, por lo menos, intentar alcanzarlo. No estoy enfadado contigo, bichito. Estoy furioso conmigo. ¿Cómo he podido dejar que esto pasara?

—Tampoco es culpa tuya, nunca hemos hablado del tema —intenté restarle importancia.

—Pues teníamos que haberlo hecho. ¿Cómo he podido ser tan idiota? —dijo realmente cabreado, tanto que me apartó, se levantó y se puso a dar vueltas por el salón con las manos en el pelo.

—¿Por qué no intentamos remediarlo? No me ha pasado nada, tampoco es el fin del mundo.

—Mierda, Ellie. Vamos a la habitación y no vamos a salir de allí hasta que me pidas por piedad que pare de masturbarte —dijo, lo que no sé si fue una amenaza o una promesa.

Una promesa, tonta.

Sí, definitivamente fue una promesa.

Yo estaba un poco avergonzada cuando me acostó en la cama y empezó a tocarme y besarme los pechos, pero cuando realmente no supe qué hacer, fue cuando retiró mi ropa interior. Después de regalarme sus atenciones durante más de diez minutos me dejó completamente desnuda y me sentí tímida y cohibida, hasta que sus dedos trabajaron sin piedad en mis partes íntimas y perdí todo ápice de cordura.

Tenía razón, después de llegar al clímax cuatro veces y haberlo masturbado yo a él una vez, le pedí que me dejara descansar un poco.

Nunca pensé, cuando me levanté por la mañana, que iba a sentir todas estas sensaciones que había sentido ni que haría que mi novio se corriera en mis manos. Por supuesto que él me dijo en todo momento cómo tocarlo y qué hacer, aun así, era increíble el hacerle sentir de esa forma.

—Matt, no puedo más. Lo prometo. ¿Te has propuesto que aborrezca el sexo? —le supliqué para que me dejara ir.

—Para ser el primer día, creo que ya ha sido suficiente.

—Además, me muero de hambre. Esto que hacemos, hace que tenga un apetito de una pantera —le dije, apoyada en su pecho desnudo.

—De verdad que aún no me puedo creer que no te hubieses corrido antes. No sé qué fue, pero seguro que hice algo muy bueno en otra vida y me merezco todo esto —dijo, haciéndome pensar.

—¿Algo bueno?

—Sí, soy el primero que te ha hecho sentir así, el primero y el único. ¿Te ha gustado? —me preguntó el muy engreído.

—¿Tú qué crees? —le dije, porque me negaba a decir en voz alta que había sido increíble.

—Por cómo te has dejado llevar, no has sentido algo así en tu vida y no veas lo que hace eso al ego de un hombre. Soy el único que ha conseguido hacerte sentir así —dijo antes de darme un beso corto en los labios y levantarse de la cama para darme una camiseta y un bóxer de él.

—¿Me pongo tu ropa? —le pregunté incrédula.

—Si no te importa, sería otro sueño hecho realidad. No llevo la cuenta de todos los que se han cumplido hoy. Además, tú has tenido bastante, pero yo estoy seguro de que no podría resistirme si fueses desnuda por el apartamento —dijo con voz ronca.

Yo recogí todo el desastre que habíamos causado en el salón y el dormitorio, mientras Matt se fue a la cocina, prometiendo hacer algo comestible.

En cuanto llegué a la cocina, me di cuenta de que sabía lo que hacía. Había puesto a guisar dos batatas y sacado dos entrecots de la nevera para que se atemperaran y ahora estaba haciendo una ensalada templada con setas, ajos y cebollas asadas.

—He llamado a tu madre y le he preguntado si habría algún inconveniente de que te quedaras aquí esta noche. Yo podría llevarte a casa mañana o el domingo —me dijo mientras seguía concentrado en la ensalada.

—¿No te ha preguntado por mí? —dije un poco dudosa, seguro que mi madre se preguntaría por qué no llamé yo.

—Sí, y le dije que estabas en el baño y que no sabías nada de que iba a llamar. Me ha dicho que no hay problema —me dijo y se acercó a darme un beso en los labios.

—¿Siempre haces lo que te da la gana? —le pregunté, curiosa.

—¿Tú no? —dijo incrédulo.

—No, Matt. El resto de los mortales tenemos en cuenta los deseos de los demás —intenté explicarle.

—Por eso lo he hecho, sé que tú deseabas quedarte aquí esta noche —contestó, como si fuese lo más lógico del mundo.

—¡Eres exasperante!

—¿Por qué? —preguntó sin entenderme.

—Porque siempre tienes razón —le dije, a lo que él contestó levantándome y sentándome en la barra.

Ahora que habíamos llegado a ese nivel de intimidad, Matt no se lo pensaba dos veces y me tocaba y hacía conmigo lo primero que se le pasaba por la cabeza. Así acabamos con él encima de mí, besándome y restregándose sobre la barra de la cocina sin que yo pudiese poner resistencia.

Es que sabe lo que hace y encima besa demasiado bien.

Menos mal que tuvo que hacerse cargo de las batatas que sacó y escurrió mientras se asaba la carne. Nada más terminar con la carne, puso las batatas cortadas en rodajas gordas en la misma sartén donde había asado los entrecots y las sofrió un minuto. En definitiva, la comida estaba buenísima.

***

Después de comer, decidimos dar una vuelta por la ciudad. Todavía era temprano, así que me fui primero a dar una ducha, aunque Matt no esperó a que terminase y entró a ducharse conmigo.

Normalmente, me hubiese enfadado, pero con él no podría. No solo me había visto desnuda, había tocado y chupado casi todo mi cuerpo. Y creo que por eso entró a la ducha, quería tener en su boca la parte de mi cuerpo que aún no había mordido o chupado.

Llegué al clímax tan fuerte que no pude evitar gritar. Mierda, seguro que algo así debería estar prohibido.

Quise devolverle el favor, pero él no estaba muy convencido. Aunque, en cuanto lo tuve en mi boca, se abandonó a mi merced.

Ni siquiera hizo falta que esta vez me dijese lo que hacer, seguí las instrucciones que me había dado anteriormente cuando lo masturbé con la mano y añadí la boca a la ecuación.

Resultado final, después de la ducha nos fuimos a la cama. Ninguno de los dos tenía energía para salir a dar una vuelta. Así que nos dejamos dormir un par de horas desnudos y con nuestros cuerpos entrelazados.

—¿Qué hora es? —le pregunté a Matt cuando me desperté y me di cuenta de que él me miraba.

—Las once, bichito. Creo que te dejé agotada —dijo, sonriendo orgulloso.

—No te lo creas tanto, no he dormido bien esta semana y, además, he ido a entrenar todos los días —me excusé, aunque la verdad era que me había dejado exhausta.

—Ahora que sé lo que es dormir contigo, no voy a permitir que te vayas.

—Matt, no empieces con tus locuras.

—No son locuras. Debo hablar con Samanta porque tengo que encontrar la forma de poder ir hasta donde tú estés todos los fines de semana.

—Primero iré yo el último fin de semana de septiembre a visitarte y me quedaré hasta el lunes —me comprometí.

—No quiero que estés viajando todo el tiempo por mi culpa —me dijo, mientras me abrazaba por detrás.

—Primero voy a verte, me mudo a mi universidad y luego planificamos como vernos todas las semanas. Yo también quiero verte siempre que pueda —admití, un poco mimosa.

—Además, ahora que sabes lo que te estabas perdiendo, no quiero que lo eches mucho en falta. Podrías tener ganas de que te toquen y yo no estar cerca —dijo mientras se pegaba tanto a mí que pude sentir su erección en mi espalda.

—¡Matt! ¿No has tenido suficiente?

—De ti, nunca. ¡Lo que daría por enterrarme dentro de ti, bichito! ¿Qué me estás haciendo? La mamada que me hiciste fue lo mejor que me han hecho en la vida. ¿Cómo voy a dejarte ir de este apartamento, si sé que puedes hacer esas cosas con la boca? —me dijo el muy desvergonzado.

—¡Matt! —le reñí, aunque a él le importó poco.

—¿Quieres cenar y luego vemos un poco la tele y a ver qué pasa? ¿O prefieres quedarte aquí, nos ahorramos la cena y a ver qué pasa? —me dijo mientras empezaba a tocarme de esa forma que me hacía sentir tan bien.

Al final no cenamos o, por lo menos, nada de lo que estaba en la cocina.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro