4. El mensaje de Nermal. Parte 1
Bruno
Zapeo en la tele hasta llegar al canal zonal. La mujer pelirroja en pantalla, de unos cuarenta años, viste un traje violeta y lleva lentes de marco grueso que magnifican sus ojos. Sentada en un trono plateado, mira a cámara. Detrás hay paneles naranjas y cuelgan esferas blancas, algunas con anillos. Acompaña la escena una música misteriosa con silbidos agudos, truenos y aullidos. Patético.
—Mi nombre es Flavia Nermal. Soy la parapsicóloga más reconocida de Latinoamérica y este es un espacio para que tú, que siempre sigues mis investigaciones, descubras conmigo el otro lado de la realidad. —Entrecierra los ojos y se acomoda los lentes—. El misterio, lo paranormal, lo que está más allá de nuestros sentidos nos espera. Bienvenidos a Ingresando a la nueva era con Flavia Nermal.
Su estilo de película de terror sobreactuada me hace reír. Comienza la presentación: muestra casas abandonadas, restos de una iglesia, un templo pagano y varios campos con círculos en los sembradíos.
Flavia Nermal camina por esos lugares con péndulos, varas y aparatos medidores de campos electromagnéticos. Dibujos de extraterrestres, hombres lobo, mantis gigantes y fotos de ovnis y fantasmas vuelan por la pantalla. Cuando termina, aparece la conductora en una mesa con un grupo de investigadores.
—Hoy hablaremos de algo que nos ha sido velado por mucho tiempo para impedirnos despertar a nuestro ser cósmico —escucho y pongo los ojos en blanco. Nermal se acomoda un mechón de cabello largo enrulado y toma aire—. Las leyendas urbanas dicen que viven ocultos entre nosotros. Han sido perseguidos y los registros de su existencia, eliminados. Solo un grupo selecto de personas somos conscientes de que caminan entre nosotros. Hablo de... ¡los arcanos!
Flavia y el decorado se esfuman de la pantalla para ser reemplazados por un video fuera de foco, muy trucho, en el que se ve a una figura con múltiples brazos escabulléndose de un camping hacia el bosque. Otro video, también de mala calidad, muestra a un humanoide con ropas fosforescentes en la playa, saltando hacia el mar. En el último, filman desde la calle la terraza de un edificio, donde se asoma una silueta oscura. El camarógrafo y la gente que lo rodea gritan. La cámara se sacude cuando la figura salta y despliega sus alas.
—Los que saben la verdad nunca se atrevieron a hablar —dice Flavia, cuando vuelve a aparecer en pantalla—. Hasta ahora, que los avistamientos crecen en nuestra ciudad, Costa Santa. Pero antes de seguir, ¡un aviso! El programa de hoy está basado en mi libro Arcanos, que recoge mis últimas investigaciones sobre el tema. Pueden conseguirlo en todas las librerías del país.
Un rato después, salgo de casa camino al centro. Avanzo varias cuadras hasta que llego a la peatonal, donde hay bastante actividad, como todas las tardes. Escucho las campanillas de las puertas de los locales que se abren y se cierran para dar paso a algún cliente emocionado; también, el rumor agradable de las cafeterías, al que acompañan aromas a chocolate caliente, café y medialunas. Observo a los transeúntes que pasean relajados, más que nada para curiosear, aunque algunos salen de los negocios cargando bolsas. En las esquinas se aferran bien a lo que compraron, preparados por si los golpea el viento del mar, que suele meterse con impunidad por cualquier calle.
Paso por la feria de artesanos; todavía hay puesteros que buscan vender lo que les quedó de la temporada de verano: artesanías, gemas, sahumerios, pareos, velas.
Tanto movimiento crea un fuerte contraste con la tranquilidad de la zona residencial.
Por fin llego a mi destino: entre la casa de tatuajes y el bazar surge, casi luchando por su espacio, una pequeña librería. Más allá de la vidriera veo unos estantes repletos, mesas con ofertas apiladas y un mostrador. Entro y me recibe el aroma de unas varillas de incienso quemándose. En algunos estantes descansan estatuillas de animales mitológicos y cuelgan esas artesanías de hilo y madera: los cazadores de sueños.
—¿Hola?
Nada. Encuentro las secciones de libros escolares, novela histórica y fantasía. ¿Dónde estará el que quiero? Sigo buscando hasta detenerme frente a un cartel que dice «Ocultismo y Nueva Era». Debajo hay estantes con una extraña mezcla de libros viejos y otros más nuevos de colores saturados.
Enseguida veo la obra de Flavia Nermal: Arcanos. La tapa es violeta. Tiene el dibujo de un hombre con el símbolo del infinito sobre la cabeza y rayos de luz que salen de sus manos. En la contratapa está la foto de ella. Por Dios, voy a parecer un idiota si compro esto...
—Disculpá, ¿puedo ayudarte?
Giro y encuentro a un hombre un poco más alto que yo, de cabello castaño y despeinado. Parece de unos treinta y cinco años. Sus ojos son de un azul oscuro y la luz que se refleja en ellos me hace alucinar que están hechos de algún cristal o gema.
Me llevo una mano a la frente, donde acabo de sentir una puntada. ¿Quién es este tipo? Lo observo mejor: tiene bigote largo y rizado.
—¿Estás bien? —pregunta, con el ceño fruncido.
—Sí. Llevo esto —le digo, algo avergonzado, antes de pasarle el libro.
Mientras pago, me invade un dolor de cabeza. Luego, un calor intenso en todo el cuerpo que se concentra en mis manos. Por un instante, tengo miedo de volver a tener otro de esos episodios... Por suerte, me calmo enseguida. En cuanto el vendedor me alcanza la bolsa con el libro, lo saludo y emprendo la vuelta a casa.
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