Capítulo 6
¡Hola! Como siempre muchísimas gracias por todos sus comentarios RebeFernandez5, Marialuli66, Charo_Charito, vancitylightwood, crisalecbloom, montirroch, Maryplaza8, EugeniaJimenez, ElizabethHernande381, MagnusNoizLightwood, Jennyta00, DianitaHD0, MaraGilMartnez, Crazy_Ghost_Girl_14, pandita2, Paulistephanny, 097231508jki, BiancaCarrillo1, Mkijud, Nealie, RhimerSantos, Flor-otaku, sadelicas, GladysElizabethGrego💙💜💙
.
Gracias también por sus votos y a quienes continúan leyendo.💙💛💙
.
.
Todos odiamos a la Clave, el pobre Alec la pasara muy mal esas dos largas semanas😢
Resumen. Alec y Kaelie tienen algo de tiempo para conocerse. Jace y Magnus sufren juntos.
.
.
.
.
**************************************************************************************************
.
.
.
.
Alec perdió toda esperanza después del tercer mes.
Siempre había sido bastante resistente cuando se trataba del dolor, así debía ser cuando eras un Cazador de Sombras. Podría haber sobrevivido meses entre las garras de Kaelie si ella únicamente cortara su carne.
Pero la Seelie no le daría un destino tan suave.
Kaelie se metía en su cabeza, perforando su cerebro con sus palabras al igual que lo hacía la daga en su cuerpo. Ella le recordaba todos los días que nadie había ido a buscarle, que se quedaría con ella hasta que lo acabara, que no era amado, que nadie le lloraría.
Alec gritaba hasta que su garganta estaba en carne viva y sangrando, se revolvía y se estrellaba contra sus cadenas, listo para romper sus huesos y cortar su piel para irse, dejar este lugar, abandonar su cuerpo, abandonar la vida.
Algunos días, cuando el sol era de un suave tono anaranjado y Kaelie se cansaba de sus llantos, lo sacaba de las murallas del castillo. Sentados uno al lado del otro, las cadenas de Alec en manos de la Seelie, contemplaban la luz del sol.
A la luz del sol, Alec veía a Magnus.
Su piel caramelo y ojos marrones, su tierna sonrisa y sedosas manos. Su risa, siempre tan pegajosa, o su cabello esponjoso y suave bajo las yemas de sus dedos.
No pensaba en la última vez que lo vio, en el resonante ‘Largo’, tampoco en Dot. Él necesitaba consuelo, no el dolor.
Kaelie le consiguió una foto antigua de su novio, de uno de los diarios de la Reina, Magnus vestía ropas victorianas y le sonreía a alguien fuera del marco.
Se veía hermoso.
Alec se preguntó qué le iba a costar, qué extremidad tendría que dar para mantener tal cosa, pero Kaelie le dijo que era gratis. Él sabía que era otra forma de torturarlo, le estaba dando un poco de normalidad antes de llevársela, pero Alec aceptó la imagen y la sostuvo en su palma, días y noches.
Un día, cuando miraba la fotografía bajo la luz el sol, lo comprendió.
Las hojas de los árboles eran de un exquisito color albaricoque y las del suelo tenían un color oscuro y bruñido. En el aire, podía oler la decadencia del verano, podía oler el paso del tiempo.
Había sido su cumpleaños.
Kaelie le había dado la fotografía el 12 de septiembre y ni siquiera se dio cuenta. Ella celebró el día de su nacimiento con él, dejándolo dormir en una cama y comer una apetitosa manzana roja sin escupirla primero.
Ahora tenía veintitrés años.
Después de comprender eso, se acercó cada vez más a la Seelie con quien compartía su vida. Ella le hablaba de su hermano y él sonreía, a veces le hablaba de Izzy con lágrimas en los ojos y ella acariciaba sus mejillas.
Nunca hablaba de Jace.
En el fondo de su mente, una voz le decía que se estaba volviendo loco. Sólo era el síndrome de Estocolmo bombeando con fuerza en su cerebro, pero encontraba alivio en ello y no podía evitar caer en la trampa.
Kaelie cayó en ésta también, de cierto modo.
Ella seguía lastimándolo todos los días, pero había dejado de disfrutarlo. Disculpándose cuando era particularmente horrible, cuando sus manos terminaban empapadas en su sangre, los dos corazones latiendo demasiado rápido.
Una fresca noche, Kaelie lo tomó de la mano e intentó ayudarlo a escapar. La culpa de herir a alguien inocente fue más fuerte que la ira y el dolor que aún sentía por la muerte de su hermano.
La Reina no estuvo contenta.
Alec escuchó los gritos de Kaelie durante días después de que los atraparon. Paralizado en su cuarto de tortura, solo y con frío; cuando ella regresó, supo que ya no iría a ver la luz del sol, ni recibirá regalos por su cumpleaños.
La Reina le había quitado a ella el ojo izquierdo.
Kaelie lo golpeó hasta que él tampoco podía ver, hasta que la sangre empañó su visión y su voz se apagó. Ella cortó y desgarró, marcó y seccionó, él se estremeció hasta desmayarse.
Lo despertó la luz brillante de un tizón, luego el olor nauseabundo de la carne quemada. No podía gritar, pero lloró, y escuchó a Kaelie llorar también.
-“Ella dijo que debías ser castigado”- susurró- “Que ambos merecemos que nos recuerden nuestro lugar”
Se convulsionó de dolor, sacudiéndose como nunca antes. La piel y la carne en el costado de su cuello, el lado sin runas, habían sido marcadas con palabras en latín que no alcanzaba a leer
-“Nolite me, Ego fugax**”- Kaelie las interpretó para él- “Los esclavos romanos que intentaban escapar eran tatuados con esto, pero como a los Nefilims no les preocupa la tinta, pensó en algo más permanente”
Alec había sido un idiota al creer que la Reina no era una perra psicótica. Una mujer demente, resentida, dispuesta a lastimar a su propia clase para obtener lo que deseaba.
Ahora él era su esclavo y ella nunca le permitiría olvidarlo.
.
.
.
.
.
.
.
.
Jace había estado despierto por cuatro días.
Comía, bebía y entrenaba hasta que su cuerpo se sentía a punto de desfallecer, pero nunca lo dejaba descansar, nunca calmaba su respiración.
Cuatro días despierto.
Cuatro días sin Alec, cuatro días con su runa parabatai en llamas, cuatro días con un dolor que no era suyo quemándole los huesos.
Isabelle trató de cuidarlo. Le preparaba té de manzanilla y pan tostado comestible que él tragaba rápidamente antes de apartarse de ella y su madre. Ella lo abrazaba incluso cuando él no lo deseaba y jugaba con su cabello cuando el dolor era demasiado fuerte.
Clary nunca se apartaba de su lado tampoco. Hablaba con él hasta que sus párpados se sentían pesados de sueño, llenando el silencio contaminado por la ausencia de Alec. Dibujaba flores verdes y azules en sus brazos, verdes como se tornaban algunas veces los ojos de Alec y azules como las suyos, incluso había hecho pequeñas manchas marrones en las hojas para su Heterocromía.
Los dibujos eran hermosos, los colores lo hacían sentir tranquilo y los movimientos de Clary en su piel le hacían cosquillas suavemente. Casi se permitía dormir, acunado por el afecto tranquilizador de la chica que amaba.
Pero una ola de dolor más intensa que nunca lo puso en alerta, necesitaba salir del Instituto, necesitaba respirar un poco de aire fresco y la lluvia sobre su rostro, algo real y normal.
Sólo porque Alec no tendría nada de eso durante dos semanas.
Caminó sin propósito, perdido y temeroso de lo que tenía en la cabeza, dejando que sus piernas lo guiaran, dejando que la parte de él que es Alec decidiera su camino.
Terminó en el apartamento de Magnus.
Tocó el timbre sin pensarlo, todavía en un trance de posterior dolor que no podía sacudirse de los hombros. Magnus abrió la puerta un minuto después, ni siquiera lucía sorprendido de ver a Jace en la puerta de su casa, agotado y listo para romperse.
-“No puedo hacerlo”- dijo el Cazador de Sombras, sin entrar en el apartamento- “Puedo sentir su dolor. Es confuso debido a la debilidad de nuestro vínculo, pero puedo sentir su sufrimiento y ya no puedo soportarlo, tenemos que ir a salvarlo”
Magnus lo miró y dirigiéndose a su colección de bebidas, mezcló a mano una bebida de color morado oscuro para él y el afectado rubio frente suyo.
-“Tú y yo sabemos que no podemos hacerlo”- respondió el Brujo responde mientras le entregaba a Jace su bebida- “Si lo hacemos, la Reina nos matará, o la Clave nos matará y Alec sufrirá”
-“¡Está sufriendo ahora!”- gritó Jace, asentando la bebida con fuerza- “¡Está siendo torturado y no estamos haciendo nada!”
-“No podemos hacer nada más que esperar. La Clave quiere…”- comenzó a decir Magnus.
-“¡Al diablo con lo que quiere la Clave!”- Jace estaba casi sin aliento, la furia vertiéndose en sus palabras- “¡Eres el Gran Brujo de Brooklyn, deberías ser el primero en decirle a la Clave que se vaya a la mierda! Es como... parece que ni siquiera te importara lo que le está sucediendo a Alec”
Detrás del Cazador de Sombras, una bombilla explotó, las ventanas se abrieron de golpe cuando un fuerte viento entró en el piso. La magia emanando de Magnus.
-“Escúchame, Nefilim”- estaba tranquilo, tan tranquilo que daba miedo- “Si supiera que podría salvar a tu hermano sin empeorar las cosas, destruiría a la Clave y a la Reina Seelie, pero si me rebelo, si nos rebelamos, tu hermano podría quedar atrapado en el fuego cruzado y no estoy dispuesto a arriesgarme”
Jace retrocedió unos pasos, la ira en los ojos de gato de Magnus le hacía sentir incómodo, casi en peligro.
-“Pero no te atrevas a decir que no me importa Alexander”- continuó Magnus- “Por todos los Dioses, mataría sólo por un minuto con él, aplastaría la Tierra y consumiría el Tiempo para mantenerlo a salvo. Lo amo”
No fue una declaración tierna o amorosa. Nada en las palabras de Magnus resonaba con amor, sin embargo, Jace sabía que estaba presente para su hermano. Sabía que, si bien sonaba como una amenaza para él, para Alec era una promesa.
Jace trató de calmar su respiración y se cruzó de brazos- “Lo siento, no debería haber dicho eso”- cogió la bebida lila de la mesa para darse semblante- “Sé que te preocupas por mi hermano, simplemente no puedo…”
Jace de repente se detuvo, una ola de ansiedad y dolor que no le pertenecía se apodero de su cuerpo. Trastabilló, arrastrando la alfombra persa debajo de él en su caída, su cabeza casi golpeando la mesita de cristal de Magnus.
Oyó al Brujo llamándolo, pero no podía responder, no podía moverse, ni respirar correctamente. Sabía que estaba gritando, rompiendo su voz y lastimándose la garganta, pero si se detenía, su cabeza podría explotar bajo la presión.
Se estaban arrastrando, arrastrando, arrastrando debajo de su piel, sobre él, estaban en su cabello, debajo de sus uñas, estaban en todas partes, si gritaba se meterían en su boca; oh, como deseaba poder gritar, era su peor miedo, su único miedo, quítenselas, quítenselas, quítenselas.
Este miedo no era suyo, esos pensamientos no le pertenecían. Estaba compartiendo la mente de su Parabatai, viviendo su tortura a través del vínculo.
Sintió una mano suave en su rostro, lenta, pero firme, quitándole el dolor y el pánico que sentía.
-“Jace, ¿estás bien? He adormecido tu runa Parabatai por ahora, ¿cómo te sientes?”- la voz de Magnus era apenas un susurro, como si temiera destrozar al Nefilim aún más.
Tomó la mano que el Brujo le ofrecía para levantarse del suelo, se sentó en el sofá y trató de calmar su corazón palpitante.
-“Está asustado”- pudo ver la absoluta desesperación en los ojos de Magnus cuando entendió a quién se refería- “Lo están lastimando físicamente, pero también mentalmente”
Los ojos de Magnus se volvieron más oscuros, el color marrón evolucionando gradualmente en ónix negro, sus puños temblaron de ira- “¿Qué sentiste exactamente?”- exigió saber.
Jace se preparó, poniendo enterrando el rostro en sus manos y presionando los dedos contra sus párpados cerrados, masajeando suavemente para desterrar el miedo restante de su cabeza.
-“Creo que le pusieron algún tipo de insecto, algo lo suficientemente pequeño como para moverse”- miró al Brujo- “Está muy asustado, pero no sé lo que es…”
-“Arañas”- le interrumpió Magnus- “Les tiene pánico”
-“Nunca me lo dijo”- susurró Jace, sintiéndose culpable. Hay tantas cosas que no sabe sobre su Parabatai, tantos secretos entre ellos cuando se supone que son una sola alma en dos cuerpos separados.
-“Estaba avergonzado”- explicó Magnus, frotando el brazo de Jace como consuelo- “Él piensa que no tiene derecho a sentir miedo de nada”- el Brujo tomó una temblorosa respiración- “No lidia bien con tener miedo o estar herido”
Ninguno reconoció el hecho de que Alec estaba lidiando con aquello mismo mientras hablaban. No necesitaban hacerlo.
El espacio vacío en sus corazones hablaba por ellos.
.
.
.
.
********************************************************************************************************
.
.
.
Notas finales de Evanaissante:
** Nolite me, Ego fugax: ‘Detenme, soy un fugitivo’ (No estoy segura si el latín es correcto, avísenme si no).
Sin adelanto por ahora, pero puedo decirles que en el Capítulo 7 Magnus ve a Alec por primera vez en dos semanas. Sin embargo, nadie se siente demasiado feliz.
.
.
.
Espero les haya gustado, tal vez les pueda parecer un poco difícil de creer que Magnus haya aceptado la decisión de la Clave, pero créanme no hay nada que desee más que ir por Alec, sólo no quiere ponerlo en más peligro empeorando la situación.
En el siguiente capítulo el reencuentro, nos leemos en la siguiente actualización…😘🤗
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro