Capítulo 5
¡Hola! Muchísimas gracias por todos sus comentarios RebeFernandez5, Marialuli66, Charo_Charito, vancitylightwood, crisalecbloom, montirroch, Maryplaza8, EugeniaJimenez, ElizabethHernande381, MagnusNoizLightwood, Jennyta00, DianitaHD0, MaraGilMartnez, Crazy_Ghost_Girl_14, pandita2, Paulistephanny, 097231508jki, BiancaCarrillo1, Mkijud, Nealie, RhimmerSantos, Flor-otaku 💜💙💜
.
Gracias también por sus votos y a quienes están leyendo💜💛💜
Las cosas no mejoran para Alec 😢 pero quizás ahora que los demas conocen el plan de la Reina puedan hacer algo, cierto?
.
.
Resumen. Alec prueba una vez más la ira de Kaelie. Magnus obtiene respuestas.
.
.
.
.
**************************************************************************************************
.
.
.
.
Alec no recuerda que le dijo a Kaelie para enfurecerla tanto esa mañana.
Por lo general, era más suave al amanecer y se volvía más dura conforme el sol se ocultaba en el cielo, pero hoy sus palabras eran tan agudas como sus dagas y Alec no podía hacer otra cosa que gritar en respuesta.
-“Todos ustedes piensan que son seres poderosos, que están por encima de nosotros”- ladró Kaelie, su cabello castaño ya pegado a su frente con sudor- “Dicen que su trabajo es protegernos, pero no les importa si vivimos o morimos”
-“No es verdad”- gimió Alec mientras escupía sangre, manchando sus dientes y lastimándose la garganta en el proceso- “Tratamos de ayudar, lo juro, intento ayudar”
-“¡Mentiroso!”- rugió la Seelie, su cuchillo cortando un trozo de carne justo encima del hueso de la cadera de Alec.
-“Lo juro, Kaelie, te juro que lo intenté”- gritó
No podía soportarlo, la mitad de las veces el dolor lo hacía delirar, tenía alucinaciones en las que una ensangrentada Isabelle de 6 años lloraba en un rincón; o donde Jace se marchaba con Valentine una y otra vez. Las peores eran aquellas en las que Magnus le decía que sólo había sido un juego, un cuerpo para calentar su cama, un mortal aburrido que ni siquiera fue capaz de entretenerlo durante más de un mes. Siempre terminaban con Magnus abrazando a Dot cerca de su corazón antes de besarla y abandonar a Alec en su celda y a las crueles manos de Kaelie.
Cuando no estaba teniendo visiones agonizantes, se encontraba demasiado despierto. Sintiendo todo el doble, podía ver colores, escuchar hasta los sabores. Él podía detectar el sonido del aleteo de las alas de una mosca desde millas y casi podía tocar el sonido con la punta de sus dedos.
Alec pensaba que estaba muriendo lentamente.
Había estado ahí durante seis días y el tiempo parecía ir cada vez más lento. Como si realmente estuviera atrapado en un reloj de arena, aplastado por la arena y ahogándose en ella a medida que pasaban los minutos.
No podía creer que había comido con la Reina. La experiencia era confusa en sus recuerdos, como una fotografía borrosa tomada en un día lluvioso. Pero recordaba el dulce sabor de un pastel de granada, las amables palabras de la Reina y la calidez que llenó su vientre a medida que la fatiga se apoderaba de él. Recordaba haberse quedado dormido en sábanas suaves, el familiar olor a sándalo arrullándolo.
Recordaba haber despertado y solicitar irse cortésmente justo antes de ser arrastrado medio desnudo a la misma habitación de tortura de la que había escapado. También haber visto a la Reina con Kaelie y sentirse completamente perdido, tan asustado que no se habría sorprendido si realmente se hubiera transformado en un niño durante la noche.
Cuando la Reina le había explicado lentamente, a su perplejo y aterrorizado ser, que ya no era un invitado sino un prisionero, que Kaelie iba destruir su mente y cuerpo hasta que alguien decidiera salvarlo, sólo tenía una pregunta en su cabeza…
¿Qué pasaría si nadie venía por él?
La Reina sonrió y Kaelie se rio.
Si nadie venía, si no era considerado lo bastante digno como para ser salvado, si no era amado lo suficiente como para ser rescatado, entonces sería torturado hasta que su cuerpo mortal se rindiera.
Desde entonces, sus noches y días se habían fundido en un solo e infinito período de dolor en el que Kaelie gobernaba y él obedecía, como un perro. Con tal de sobrevivir, tenía que soportarlo.
Vendrán por mí, vendrán por mí, vendrán por mí, vendrá por mí. Él lo hará, lo hará, lo hará…
A veces sus pensamientos no podían permanecer en silencio, sus gritos de agonía se mezclaban con sus esperanzas fugaces y Kaelie se burlaba de él hasta que no podía evitar que las lágrimas se derramaran y sus gemidos se volvieran histéricos.
-“Hice mi mejor esfuerzo”- repitió, con el rostro húmedo de sangre, mocos y lágrimas.
-“Tal vez tu mejor esfuerzo no es lo suficientemente bueno”- se burló Kaelie.
Jace le había dicho algo como eso; para él, Jace tenía razón, era débil, indefenso, inútil, inexperto, feo, aburrido, trivial, no querido, estaba solo, solo, solo, solo.
-“Por favor”- imploró y no tenía idea si rogaba porque el Ángel lo sacara de allí o porque Kaelie le diera la muerte que merecía.
La muerte de un fracaso.
.
.
.
.
.
.
.
.
Magnus se había ocupado de Meliorn una hora antes.
Lo había enviado de vuelta al Reino con la cola entre las patas y un mensaje para la Reina. Una amenaza, un augurio, la advertencia de que, si Alec Lightwood era herido o torturado antes de que se decidiera un acuerdo o pago, Magnus Bane – Gran Brujo de Brooklyn e hijo del Príncipe del Infierno – liberaría el abismo y la miseria del Infierno en el Reino Seelie.
¿Estaba asustado? Sí.
Pelear contra alguien tan poderoso como la Reina de las hadas tendría consecuencias, podría perder su papel como Gran Brujo si su gente decidía que los estaba poniendo en peligro, podría perder su reputación, su vida tal como la conocía.
Pero lo peor de todo es que podría perder a su Alexander.
Si la Reina lo escuchaba, Alec dejaría de sufrir, los esperaría en una celda oscura y húmeda, pero estaría sano y salvo. Estaría lo más cercano que podía a seguro. Pero si la Reina tomaba su mensaje como un desafío, como un espectáculo de dominio, entonces todo se arruinaría. Él habría sido incapaz de proteger al hombre que amaba.
Quería marchar por el reino y quemar la tierra sobre la que caminaba antes de verter sal sobre la tierra carbonizada. Quería evitar que todo creciera, quería destruir su mundo al igual que estaban destruyendo el suyo.
Sin embargo, debía esperar.
Jace había informado al Clave sobre Alec y la Reina, había hablado con su abuela, había puesto su orgullo a un lado y le había suplicado que ayudara a su Parabatai. Imogen Herondale estaba en una conversación profunda con el cónsul Malachi sobre qué hacer, qué ofrecer para el regreso del joven Cazador de Sombras.
Por ahora, la Clave quería que todos se mantuvieran alejados del Reino, Cazadores de Sombras y Subterráneos por igual, no podían sobrevivir a una guerra con la gente Seelie apenas después del ataque con la Espada-Alma, no cuando el Círculo era lo suficientemente fuerte como para aprovechar la oportunidad y liberar a Valentine Morgenstern de sus cadenas.
Maryse y Robert Lightwood también habían sido informados, Izzy había llamado a su madre con lágrimas en los ojos y la voz, la noticia pesada en su lengua y corazón. Poco después de la llamada, Maryse Lightwood había aparecido, su largo cabello oscuro en una desordenada cola de caballo, su maquillaje perfecto ausente y su habitual cuidadoso atuendo olvidado detrás.
Magnus finalmente había visto a Maryse como una madre preocupada e inquieta, lista para llevar fuego y agonía a los que lastimaron a su hijo, a su primogénito, a su primer bebé.
Magnus se preguntó si Alec realmente creía que su madre lo odiaba, que lo preferiría muerto a ser gay, porque ahora, con sus pantalones de chándal negros y sus tenis, los ojos marrones llenos de angustia, Maryse Lightwood daría el mundo por su hijo.
Y que estuviera saliendo con un Subterráneo no cambiaba eso, nada podría haber cambiado eso.
-“Hey”
Magnus se giró para encontrarse con los ojos de Clary.
-“¿Cómo te sientes?”- le preguntó la joven Cazadora- “¿Quieres un poco de café, preparé un poco para Izzy y Jace, pero ambos parecen ocupados”
Magnus estaba acostumbrado a la bondad de Clarissa Fairchild, estaba acostumbrado a su amor y afecto, su empatía eterna y su alma gentil.
Aunque no estaba acostumbrado a las acciones caritativas y compasivas provenientes de los Nefilims.
Todavía estaba sorprendido de lo diferentes que eran los Cazadores de Sombras, que ahora llamaba sus amigos. Sabía que Clary había sido criada como mundana, su mente pura de cualquier odio que su padre pudiera haber plantado en su cabeza, como una mala semilla en el jardín del Cielo. Pero los Lightwoods, esos tres fueron la verdadera sorpresa.
Jace Herondale-Lightwood, el soldado listo para morir por lo que creía que era lo correcto. El chico que renunció al amor antes de conocer a sus hermanos adoptivos, el guerrero con un corazón de oro y una naturaleza valiente.
Isabelle Lightwood, la belleza con un látigo. La chica inteligente detrás de la máscara de una guapa-tonta, la hermana cariñosa y benevolente, la hija rebelde que estaba lista para cambiar por proteger a su hermano.
Y Alexander Lightwood, su querido Alexander. El hermano cariñoso y el hijo obediente; el chico tímido con un secreto demasiado grande para su cuerpo, el devoto amante que hizo que Magnus se sintiera una vez más como un adolescente.
Lo que realmente se trataba de una maravilla cuando eras un brujo con siglos de antigüedad.
No estaba listo para perder a Alexander, no estaba listo para perder lo que tenía cuando habían luchado tanto para conseguirlo. Cuando acababa de comenzar.
-“Sí, gracias, Bizcochito”- respondió mientras tomaba la cálida taza de café. Tomó un sorbo de la bebida, café negro con dos de azúcar, así lo tomaba Izzy, igual que Alec.
Sintió que las lágrimas comenzaban a inundar sus ojos, el miedo de las últimas horas finalmente cayendo sobre él.
Sus manos comenzaron a temblar, casi dejando que el líquido caliente goteara fuera de la taza.
-“Magnus, ¿estás bien?”- inquirió Clary, preocupada.
El Brujo se estaba sofocando, el peso de lo que le estaba sucediendo a Alec aplastando sus hombros y su caja torácica.
-“Le dije que se largara de mi apartamento”- susurró- “Vino por una muestra de ADN y tuvimos una pelea”
-“Oh, Magnus”- murmuró la pelirroja- “No es tu culpa”
-“Sabía que sólo estaba haciendo su trabajo, que sólo quería demostrarle a la Clave que podían confiar en mí, pero estaba tan enojado”- las lágrimas ahora corrían por sus mejillas y él no podía detenerlas, no quería detenerlas.
-“Te entiendo”- dijo Clary mientras tomaba la taza de café de sus manos antes de colocarla en la superficie más cercana- “ estoy segura de que él también lo entendió”
-“No puedo perderlo, Clary”- Magnus se atragantó con las palabras- “He perdido a tanta gente, tantos amigos, tantos amantes. Los he visto morir o dejarme, cientos de hombres y mujeres, brujos, vampiros, hombres lobo, mundanos, Seelies, todos al final se fueron. Y después de un tiempo, te acostumbras al dolor, a la pena, continúas viviendo. Pero si lo pierdo a él, no podré dormir, ni comer, no seguiré adelante, no lo haré”
Clary lo abrazó, colocando su cabeza sobre su corazón palpitante y sus pequeñas manos sobre sus hombros, como si tratara de quitarle el dolor, drenarlo de todo.
-“No lo perderás. No lo perderemos. No voy a perder a nadie más”
Casi había olvidado que Clary había vivido la angustia de perder a un padre, de haber visto la muerte de su madre en una fría pantalla de computadora como si fuera cualquier otro caso.
Él abrazó a la chica con más fuerza, tirando de ella hacia adelante hasta que sus cuerpos formaron una imagen de consuelo y desesperación compartida.
Ambos levantaron la mirada cuando Imogen Herondale entró en la habitación, Jace detrás de ella. Parecía segura de sí misma, segura de su decisión y Magnus no pudo evitar tener esperanza.
-“La Clave ha tomado una decisión sobre el asunto de Alec Lightwood”- afirmó la mujer, acercando a los Cazadores de Sombras al escenario donde ella y su nieto estaban de pie.
Maryse Lightwood estaba frente a la audiencia, sosteniendo la mano de su hija sin soltarla. Las dos más pálidas que de costumbre, los ojos enrojecidos por el llanto y rostros cansados.
-“La Reina Seelie ha hecho demandas que la Clave no puede aceptar, pero no podemos dejar a un compañero Cazador de Sombras en el Reino para siempre. La Clave ha llegado a un acuerdo con la Reina, un acuerdo que debería hacer que ambas partes estén, si no felices, satisfechas”
Magnus vio a Jace voltearse para ver a su abuela, sorprendido por la frialdad en su voz y su discurso sin emociones.
-“La Reina hará un ejemplo de Alec Lightwood y lo mantendrá durante dos semanas mundanas. Su destino puede parecer injusto para todos ustedes, pero el señor Lightwood es un Cazador de Sombras entrenado que juró proteger a su pueblo, así como también al Submundo. Su sacrificio es necesario para nuestra paz”
Alguien gritó, Magnus no estaba seguro si se trató de Isabelle, Maryse, Clary, Jace o incluso él mismo.
Otros aplaudieron, dos semanas parecían nada, no eran un verdadero castigo, ni una pérdida real.
Pero Magnus sabía lo que significaba, lo que la Clave había hecho.
Dos semanas mundanas significaban alrededor de 360 horas, casi un año entero en el Reino Seelie.
La Clave le había entregado la vida de Alec Lightwood.
.
.
.
.
********************************************************************************************************
.
.
.
Notas finales por Evanaissante:
Aaaaah, la Clave. Gente encantadora, Magnus los adora.
Espero les haya gustado. Por fin viernes, que tengan un excelente fin de semana y nos leemos en la siguiente actualización😘🤗
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro