
Capítulo 2
Hola! Les debo sus nombres, lo siento😥 ya no me dio tiempo ayer de preparar la lista; pero les agradezco muchísimo a quienes leyeron el primer capítulo y dejaron un comentario o un voto.
Muchas gracias por darle una oportunidad a esta historia llena de hurt, dónde Alec se las verá muy mal 😅
Lamento haberles hecho esperar así que aquí el segundo capítulo.
Resumen. Kaelie se divierte un poco con Alec antes de llevarlo al reino Seelie, donde se encuentra con alguien que puede destruir todo lo que siempre ha creído.
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-“¿No fue divertido?”- se rio Kaelie, mientras limpiaba un poco la sangre de su daga- “Podrías ser una cebra roja con poco esfuerzo”
Alec estaba agitado, su visión oscurecida por la pérdida de sangre que seguramente sufría. Debería ser más fuerte que esto, no debería doler tanto, pero la hoja de Kaelie no sólo había rasgado su piel, sino que había atravesado capas de epidermis y carne, dejando heridas abiertas en su cuerpo. Casi podía sentir la sangre rezumando con cada aliento, dejándolo mareado y aturdido.
-“Estás jodidamente loca”- dijo arrastrando las palabras, su lengua se sentía pesada en su boca y no puede transmitir lo que quiere decir sin lastimar su mandíbula con la lucha.
-“Tal vez exagere”- respondió la Seelie, sus manos trabajando rápidamente en un costado de Alec, cubriendo las laceraciones que acaba de causar con una gasa- “No quiero que te desangres cuando recién comenzamos”
-“¿Dónde está la otra mujer?”- preguntó Alec, deseaba cerrar los ojos, pero sabía que si se dormía ahora, quizás no despierte.
-“¿La otra mujer?”- Kaelie pareció confundida por un segundo, pero Alec pudo ver cuando recordó y la sonrisa maliciosa que se dibujó en su rostro le informó que no le iba a gustar la respuesta- “Ah, sí, la otra mujer”- Kaelie toma un ungüento verde y sospechoso que comenzó a frotar en la piel de Alec mientras hablaba- “Seguiste su voz para salvarla, ¿no? Siempre el caballero”- hizo una pausa, sus dedos trabajando en el corte justo debajo de su ombligo- “La maté”
Alec se sintió estremecerse, y no sólo porque la falta de culpa en Kaelie lo ponía enfermo, el bálsamo que ella estaba extendiendo en su torso estaba a punto de hacer que se desmaye. No podía concentrarse en nada, su cerebro se sentía disperso, como si toda la habitación estuviera girando a su alrededor. Pero al menos, el dolor proveniente de sus cortes ahora era soportable.
-“Ella era una Cazadora de Sombras, un poco más joven que tú, creo”- continuó la Seelie- “Iba a traerla aquí y hacer que pareciera un ataque de hombre lobo, pero perturbaste mi plan y, francamente, cuando vi que eras tú, pensé en la diversión que iba a tener contigo y me conformé con una respuesta rápida. Ataque Seelie”
Ella se movió a su alrededor, yendo de izquierda a derecha con su bálsamo en las manos y una expresión que Alec sólo podía explicar como locura.
-“Tus compañeros Nefilims ya deben haberla encontrado. No la oculté muy bien”
-“¿Por qué tomas nuestras runas?”- respiró, todo su cuerpo se sentía sin huesos, no podía moverse o luchar contra la aplicación de bálsamo aunque lo intentara- “¿Qué me estás haciendo?”- el pánico se apoderó de él mientras el furor llenaba su corazón, quería romper los nudillos de Kaelie uno por uno y hacer que se tragara su jodida loción gota a gota- “Yo... no puedo sentir mis piernas”
-“¿Por qué tu gente tomó las marcas de los brujos o los colmillos de vampiro?”- dijo ella, con los ojos brillantes de furia- “Porque es divertido. Y porque los Cazadores de Sombras merecían ser humillados igual que lo han sido los Subterráneos durante siglos”
Ella siguió dando vueltas a su alrededor, como un ave de presa atrapando a un roedor herido. Alec trató de levantar su mano derecha mientras ella ponía ungüento en su brazo, si pudiera agarrar una cuchilla, cualquiera, podría escapar, estaba seguro de eso. Pero su intento pasó desapercibido, ni siquiera pudo levantar un dedo.
-“Y para responder a tu otra pregunta”- agregó, su desquiciada alegría inquietando a Alec- “Te estoy salvando”
-“¡Por supuesto!”- le espetó el Nefilim, su visión se tornó roja de ira mientras trataba de moverse otra vez- “¿Me cortaste como a un trozo de carne y luego me salvas? Estás absolutamente loca”
Kaelie no parecía ofendida, colocó el tarro de bálsamo en la mesita que estaba al lado de la cabeza de Alec, y arrastró una silla desde el otro lado de la habitación para sentarse a su derecha. Ella lo miró por largo tiempo, sus ojos perdidos en un velo de recuerdos al que Alec no podía acceder. Después de un prolongado momento de silencio, sintió sus dedos en su frente, enredándose en su cabello, acariciando suavemente sus sienes.
La acción incomodó a Alec, no sabía qué pensar de esos movimientos tan delicados provenientes de la mujer que lo había herido hace apenas una hora. Se removió incómodo bajo las puntas de sus dedos mientras esperaba la violencia que seguro vendría.
-“Sabes, es extraño”- dijo Kaelie, su voz era tan baja, apenas un susurro- “Tienes los mismos ojos que mi hermano”
Alec sintió algo solidificarse en su abdomen, como si sus órganos se estuvieran fosilizando lentamente. No quería sentir pena por Kaelie, la mujer estaba enojada, era cruel y seguramente lo volvería a lastimar en las próximas horas; pero recordaba la mirada rota que tenía en el rostro cuando le dijo que su hermano no regresaría.
-“Casi tienes su mismo cabello también”- continuó- “El tuyo es un poco más oscuro, pero te ves extrañamente como él”- su pulgar rozó la cicatriz que tenía justo encima de su ceja, el dolor escrito en todo su rostro
-“Lamento tu pérdida”- dijo Alec, y hablaba en serio. No importaba cuán atroz Kaelie sea, o vaya ser, con él, no importaba a cuántos Cazadores de Sombras había matado, no podía imaginarse el dolor y la agonía que la Seelie debió tener en su corazón.
Él sabía que se haría añicos si perdiera a Izzy, Jace o Max. Sería un caparazón, demasiado dañado e indefenso como para vengarse, a diferencia de la mujer que tenía delante. Se ahogaría en un río de culpa y desgracia, sabiendo que había fallado a las personas significaban todo para él.
Como le había fallado a Magnus esa semana.
Trató de mantener esos pensamientos a raya, no era el momento, ni el lugar para pensar en la expresión abatida de Magnus cuando le pidió que abandonara su apartamento. No debería pensar en la expresión de traición en el rostro de su novio cuando le pidió un mechón de cabello, dejando que el Brujo creyera que dudaba de él después de todo lo que habían pasado.
¿Nunca puedes enfocarte en algo más que Magnus? Su mente preguntó, casi avergonzada por la falta de seriedad de Alec en la situación que se encontraba. ¿Por qué no se podía enfocar? Nunca antes se había sentido así, a merced de sus emociones y preocupaciones.
Kaelie levantó la mirada, sus dedos abandonaron la piel de Alec mientras se ponía de pie, su momento de debilidad olvidado mientras agarraba otra cuchilla.
-“No creas que te salvé de tus heridas sólo porque soy amable”- gruñó, la piedad había desaparecido de su expresión- “Simplemente no puedo dejarte morir ahora, especialmente aquí”
Alec apenas registró lo que estaba diciendo antes de ella agregara otra herida en su torso, haciéndole gruñir de dolor cuando la daga perfora profundamente dentro de la carne. El corte ardiendo contra su piel, la incomodidad proveniente de la lesión era más fuerte que antes, como si hubiera golpeado un nervio con la punta de su cuchillo.
-“Y”- agregó Kaelie, girando la hoja dentro de la nueva herida y sonriendo mientras Alec gritaba de dolor- “Este bálsamo tiene más usos que una simple poción de curación”
-“¿Qué se supone significa eso?”- se quejó Alec- “¿Qué me estás haciendo, Kaelie?”
-“Es un bálsamo Seelie”- respondió Kaelie- “Lo usamos con prisioneros, cuando queremos que nuestra tortura sea un poco más efectiva”
Alec gritó cuando la Seelie le apuñaló en el hombro viciosamente. Sabía que ella probablemente eligió un área donde no lo mataría, pero el dolor era insoportable. Estaba quemándole y el dolor lo mantenía en alerta, aclarando su mente durante unos segundos. Necesitaba escapar, necesitaba que alguien lo encuentre, quien sea.
-“Te vuelve la sangre un poco más densa, lo que significa que no morirás desangrado”- dijo ella con una sonrisa, mientras le mostraba a Alec la cuchilla casi limpia que acaba de usar en él- “Y te hace mucho–”- dibujó una línea en su torso- “Más–”- Ella clavó la punta de la cuchilla en su antebrazo- “Sensible”-terminó dejando el cuchillo y sentándose a su lado.
Alec respiró pesadamente, lágrimas traicioneras casi brotaron de sus ojos mientras intentaba apaciguar su corazón palpitante. Dolía tanto y se sentía tan débil por ello. Se suponía que era un guerrero, un soldado listo para morir por su causa y su gente, intrépido y valiente. Pero aquí se sentía indefenso y paralizado por un estúpido bálsamo Seelie, con el dolor cada vez más caliente en sus venas.
-“Me pregunto por qué nadie está aquí todavía”- dijo Kaelie y Alec necesitó unos minutos para escuchar lo que ella declaró, más allá del ruido sordo que se desarrollaba en sus oídos- “Hubiera pensado que, con una runa como la tuya”- pasó los dedos sobre la runa Parabatai, las uñas raspando la piel y haciendo temblar a Alec- “Te habrían rescatado en cuestión de minutos, después de la primera línea que tracé en tu piel, Nefilim”
Jace seguramente estaba en camino, Izzy vendría por él, Magnus le iba a salvar, Magnus siempre le salvaba, Magnus, MagnusMagnusMagnusMagnus. La mente de Alec estaba dando vueltas girando, el bálsamo lo ponía agitado.
-“O tal vez, simplemente no les importas”- dijo Kaelie y Alec dejó escapar un gemido.
Ahora la Seelie sabía que dio en el blanco, puso su dedo en la peor inseguridad de Alec y le mostró lo frágil que podía ser si susurraba una buena elección de palabras.
-“Ah”- se rio Kaelie, su voz resonando en los oídos de Alec como un gruñido feroz- “¿Eso es lo que está pasando? ¿Capturé al único Cazador de Sombras que no le importa a nadie?”
Jace estaba en camino, Jace es mi parabatai, le importo, le importo, le importo. Izzy vendrá por mí, ella es mi hermana, le importo, le importo, a ella le importo. Magnus me salvará. Magnus me ama, le importo, le importo, le importo…
-“¿Funciona el bálsamo, pequeño Cazador? Te hace pensar con más claridad, ¿verdad?”- murmuró Kaelie justo dentro de su oreja izquierda, como la serpiente tentando a Eva en el Edén- “Sabes que estoy en lo cierto, si les importaras, estarían pateando mi puerta ahora mismo para sacarte, pero no”
Jace estaba en camino, ¿tal vez? Isabelle vendrá por él, lo espera. ¿Magnus lo salvará? No lo sabe, no sabe, no sabe…
-“Salgamos de aquí, Nefilim. Voy a mostrarte mi casa”- dijo y el mundo de Alec se volvió negro.
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Cuando se despertó de nuevo estaba tan mareado como en un principio, pero no se encontraba acostado. Podía ver que sus pies estaban separados y encadenados a dos pedazos de madera, sus manos se encontraban sujetas por esposas de metal sobre su cabeza, sin dejar espacio para el movimiento.
Estaba en una cruz de tortura – sin camisa y llevando unos pantalones ajustados que está seguro no le pertenecían – a mitad de una habitación débilmente iluminada donde el olor de las flores era tan dulce y abrumador que Alec estornudó dos veces. Hay algo en el aire que se sentía peligroso, como si estuviera en el estómago de una bestia gigante y a punto de ser digerido lentamente.
Él sabía dónde se encontraba incluso sin haber puesto un pie en el reino Seelie antes. Había demasiadas vides y plantas para sólo que sea una coincidencia.
-“Maldición”- gimió, su voz ronca después de horas de gritar.
Si estaba en el reino Seelie, sólo significaba una cosa. La Reina sabía sobre las acciones de Kaelie, incluso podría ser ella quien las ordenó. La Clave había estado tan ocupada con Valentine y el Círculo que todos se habían olvidado de los Seelies y su Reina, dejando una grieta en su seguridad donde Kaelie se había deslizado fácilmente.
Se sintió increíblemente estúpido. Debería haber enviado Cazadores de Sombras exploradores al reino después del ataque, para presentar su respeto a la Reina y pedirle perdón por su pérdida durante el ataque con la Espada Alma. Pero se le olvidó, había estado tan obsesionado con Magnus después del incidente con Valentine que había descuidado sus deberes a favor de cuidar a su novio.
‘Es por eso que Jace es el Jefe del Instituto y tú no’, pensó amargamente.
Miró a su alrededor, tratando de encontrar una puerta o una salida, pero estaba rodeado de plantas rastreras que formaban paredes irrompibles, encarcelándolo aún más. Si tuviera una espada seráfica, podría arrancar las plantas e irse, ahora sólo estaba soñando. Las esposas alrededor de sus muñecas ya no eran de cuero, no podía hacer trizas los aros de metal y si trataba de sacar sus manos, lo más probable es que se rompa los huesos.
Que podría ser exactamente lo que necesitaba.
Vino a su mente un movimiento que su madre le había enseñado cuando tenía 12 años, y era demasiado curioso para su propio bien. Había probado unas brillantes esposas mágicas que habían sido confiscadas a un brujo rebelde dos días antes. Las esposas habían estado sobre el escritorio de su padre y Alec las había encontrado tan bonitas, con sus reflejos holográficos y brillantes piedras encantadas, habían sido desactivadas, como un interruptor de luz en una pared, dejando sólo el aspecto estético y no el peligro de la magia.
Recuerda sus manos sujetando las bandas plateadas alrededor de sus muñecas mientras admiraba el baile de destellos azules y morados. Recuerda haber escuchado los fuertes pasos de los tacones de su madre y el temor que llenó su corazón mientras trataba de quitarse las esposas para únicamente fallar en el intento.
-“Alec, ¿qué estás haciendo aquí?”- había preguntado su madre, la voz resonando con autoridad- “¿Qué es eso alrededor de tus muñecas?”
Había quedado paralizado por el miedo, incapaz de alejarse de la mirada inquisitiva de su madre. Casi había llorado cuando ella tomó sus manos entre las suyas, descubriendo su error infantil. Pero Alec ya no era un niño; no, era el hermano mayor que necesitaba proteger a sus hermanos y aprender a ser un buen Cazador de Sombras, alguien al que no se le permitía cometer errores.
Eso fue lo que su madre le dijo, la decepción ardió en sus ojos antes de que lo sentara en uno de los sofás de la oficina.
-“Puedo entender este tipo de comportamiento de Isabelle y Jace”- había dicho, con sus ojos marrones clavados en los de Alec- “Pero esperaba más de ti, Alexander”
No es de extrañar que odiara su nombre mientras crecía, había estado asociado con el descontento, el fracaso y el terrible recuerdo de su primer hueso roto.
-“Mami, lo siento”- había sollozado, ahora que es mayor y recuerda esta escena, se preguntaba cómo su madre fue capaz de pronunciar las siguientes palabras.
-“No soy tu mami, Alexander. Soy tu madre”- su voz había enviado escalofríos por su espalda, y evitado que sus lágrimas siguieran cayendo por sus mejillas- “Ahora, debes aprender a tomar las consecuencias de tus acciones”
Ese día, cuando sólo tenía doce años, ella le mostró cómo hundir sus dientes en su propia carne antes de romperse el pulgar para quitarse las esposas. Entonces lo había dejado solo, sangrando y sufriendo, con sólo su estela de consuelo y una iratze dibujada en su piel.
Diez años después, recuerda el sabor metálico de su sangre y el dolor que le siguió. Pero en este momento, esa experiencia podría ser útil.
Intentó pararse de puntillas, con los talones clavados en la madera de la cruz mientras acercaba su boca al pulgar de su mano derecha. Necesitaba ser rápido, no sabía cuándo volvería Kaelie y no deseaba encontrarse con otro guardia Seelie.
Con poca o ninguna preparación mental, mordió el pulgar, lo suficientemente fuerte como para extraer sangre y cortar la carne. Dolió del mismo modo que lo recordaba, y con su barbilla, empujó violentamente su dedo en la dirección opuesta, donde su pulgar no debía doblarse.
Se tragó su grito, sacando lentamente su mano ahora más pequeña del brazalete de metal, trabajando inmediatamente en el otro. Una vez que sus dos manos estuvieron liberadas, pudo abrir las cerraduras en sus pies con sus dedos temblorosos. No podía evitar lastimarse en cada movimiento.
Cuando finalmente se puso de pie, se tomó un segundo para estirar sus doloridos músculos. Se sentía como si hubiera estado dormido por mucho más tiempo de lo que creía. Era extraño.
Miró a su alrededor para encontrar una espada, una daga, algo que Kaelie hubiera usado con él y que ahora pudiera servirle para escapar… o usar contra ella si tenía la desafortunada idea de regresar antes de que se marchara.
Encontró una pequeña espada que se parecía más a un sable, pero que era lo suficientemente afilada como para cortar a través de las plantas trepadoras, y Alec no tenía tiempo para analizar el arma Seelie. Cortó las enredaderas que lo mantenían encerrado con un estallido de ira, el enojo que causaron las últimas horas lo volvía más fuerte de lo esperado.
Alec rasgó el último grupo de enredaderas con sus manos antes de salir precipitadamente de la habitación, casi siendo devorado por la maleza y los arbustos que todavía estaban en el suelo. Sostuvo la espada Seelie en su mano izquierda, la que no estaba sangrando por todo el piso, dejando un rastro de sangre Nefilim fresca para quien quisiera seguir sus pasos.
-“Carajo, maldición”- insultó mientras rasgaba una parte de sus pantalones, justo arriba de su tobillo, para envolverlo alrededor de su pulgar roto.
En su camino a través del corredor de vides, su mente está llena con una sola pregunta. ¿Cuánto tiempo había estado aquí? Había pensado que fueron tan sólo horas, pero le dolía la espalda como si hubiera estado apretujado en la misma posición durante días y sus piernas se sentían débiles cuando trató de huir.
Pudo ver la luz al final del pasillo y esperaba que al menos estuviera fuera de la habitación de Kaelie, que, sospechaba, podría estar en el palacio de la Reina. Lo que significaba que podría tener que luchar para salir de allí, tratando de no matar a los Seelies que pudiera encontrar. No porque Kaelie rompió los Acuerdos, él debería hacer lo mismo. Pero cuando llegó al final del corredor, todos sus planes se derrumbaron en pedazos porque no estaba solo en esta habitación, y no podía luchar contra esta Seelie.
La Reina Seelie estaba sentada en un trono de espinas y rosas, con una apariencia como de 12 años, con su cuerpo frágil y su piel pálida, pero Alec no se dejaba engañar. Sus ojos brillaban con un conocimiento más antiguo que él. Trató de esconderse en las sombras del corredor, listo para regresar a la cámara de tortura de Kaelie y abrirse paso hacia otra salida, pero lo detuvieron en seco.
-“Señor Lightwood, qué placer verlo despierto”- dijo la Reina suavemente, levantando la vista para encontrarse con los ojos de Alec- “Pensé que necesitaríamos a un brujo para sacarte de tu sueño”
Alec sólo en ese momento vio a los guardias Seelie detrás de la Reina, en la oscuridad y listos para atacar si movía tan siquiera un dedo hacia su líder. Necesitaba tragarse su orgullo, olvidar el dolor en sus extremidades y actuar como representante de la Clave.
-“Su Alteza”- respondió, con la cabeza baja en una posición que, esperaba, pareciera respetuosa- “Lamento si la interrumpí en su lectura”- agregó mientras miraba el libro abierto en el regazo de la Reina- “Pero no estoy seguro de lo que me trae aquí”
-“Fuiste traído a mí por Kaelie Whitewillow”- respondió la Reina- “Le pedí que te tratara como uno de nuestros invitados, pero puedo ver por tu condición que mis órdenes no fueron seguidas”- se volvió hacia uno de los guardias a su derecha- “¿Podrías por favor encontrar algo de ropa para el señor Lightwood?”- ella le dio un vistazo al Cazador de Sombras antes de agregar- “Y algunas vendas también”
El guardia salió por una trampilla que Alec no había notado antes, pero que podría usar si necesitaba salir corriendo. La Reina sonrió y él no pudo evitar estremecerse, no había nada dulce en la muestra de dientes que acaba de presenciar, era una demostración de su dominio.
-“Siéntese conmigo, señor Lightwood... o, ¿te importaría si te llamo Alec?”
Alec se obligó a moverse y tomar asiento cerca del trono de la Reina, se estaba sometiendo de nuevo y quería patearse a sí mismo. Acuerdos o no, estaba seguro de que, si Jace estuviera en su posición, le habría escupido en la cara a la Reina y huido.
-“Puede llamarme como desee, alteza”
La Reina tomó su mano en la suya y él se preguntó si había tomado conscientemente la decisión de coger su puño herido o si simplemente tomó la mano más cercana a ella. Alec apostaría su otro pulgar a que no era una coincidencia.
-“Qué caballeroso, Alec”- se rio ella, pero el Cazador de Sombras no quería bajar sus defensas- “Lamento que Kaelie te haya lastimado de esta manera, tendré que hablar sobre sus modales la próxima vez que la vea”
-“Estoy listo para olvidarme de este accidente”- dijo Alec, las palabras le dolían al salir de su boca. No quería hacerlo, él deseaba justicia para su gente, para los Cazadores de Sombras muertos que debieron recoger de las calles y también quería justicia para él; pero sabía que resultaría algo peor si dañaba aún más el vínculo entre Seelies y Nefilims- “Olvidar y perdonar las acciones de Kaelie Whitewillow si me deja salir de su corte, mi Reina”
-“Oh”- dice la Reina, con una expresión de sorpresa escrita en todo su rostro, haciendo que Alec dudara ligeramente- “Pero tú no eres mi prisionero, Alec”
-“Disculpe”- susurró Alec, sin confiar en su voz- “¿Qué?”
-“Eres libre de abandonar mi reino cuando quieras”- continuó la Reina- “Pero no pensé que quisieras hacerlo después de la traición que sufriste”
La mente de Alec dio vueltas en espiral como nunca antes, casi sentía que estaba cubierto de ese horrible bálsamo nuevamente cuando preguntó- “¿Qué quiere decir?”
La reina acarició su mano con ternura, parecía dolida por él. Alec se sintió como un pequeño pájaro en las manos de un felino.
-“Has estado desaparecido durante dos días y nadie vino a buscarte”- respondió la Reina- “Y lo que es peor, todos se olvidaron que ni siquiera estabas allí”
Alec no estaba seguro de qué es lo que se sintió peor en este momento. El dolor sordo de los cortes de Kaelie, la furiosa punzada de su pulgar roto o el conocimiento de que, en el fondo, los Seelies no podían mentir.
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Notas de la autora:
La Reina es la peor y Alec no ha terminado con ella. Y recuerden que, los Seelies no pueden mentir... pero pueden jugar con la verdad.
Aquí hay un adelanto del próximo capítulo:
-“Has estado en mi reino durante dos días, querido”- repite la Reina mientras acaricia la cabeza de Alec como si fuera una especie de animal confundido- “Y ningún Cazador de Sombras, o brujo”- agrega, y Alec siente que su corazón se rompe aún más- “Ha venido a mi reino para encontrarte”
Ya que les hice esperar por la continuación de este fichero, también les dejare dos capítulos 😉
Continúa en el siguiente…
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