Uno, dos, tres ¿estruendos? ¿Golpes? ¿Palmadas?, ¿podía definir los ruidos oídos de esa manera? La chica parecía acercarse a una escena frente a ella, pero no se hallaba caminando, era como si flotara una vez más, había escuchado aquellos sonidos muy cerca. Luego de unos segundos llegó a un espacio donde el fondo era rojo, el suelo era blanco y en él yacía un cuerpo con tres orificios de los que brotaba sangre de un color rojo oscuro con toques negruzcos, la visión de aquello, muy pronto la hizo darse cuenta que los estruendos habían sido disparos y rápidamente además, miró alrededor, sus ojos cayeron en un objeto, divisó un revólver a dos metros del cadáver, dio unos pasos, acercó la mano al arma y la tomó para verla de cerca, era de color negro con acabado mate, su cilindro era gris, lo giró intentando ver si quedaba munición pero estaba vacío, en el mango estaban talladas las iniciales "JT" en dorado pero no veía nada más.
Se aproximó ahora a la persona fallecida y la detalló mejor, no era capaz de distinguir su rostro del todo, mas le parecía que estaba ante una mujer, el cabello de la cual estaba esparcido de manera desordenada alrededor de la cabeza y tenía un tinte plateado bastante bien logrado. Se agachó al lado quitando un mechón de la frente algo fría y aun así no podía distinguir correctamente su cara, solo podía saber perfectamente que en aquella faz estaba pintada una expresión de horror, su mandíbula se hallaba bien marcada y apretada y había caído en una posición medio incómoda en ese piso.
Un parpadeo y estaba parada en la nada, no tenía un revólver en las manos y no se hallaba frente a un cuerpo sin vida, sin embargo, se comenzó a sentir mareada y en lo profundo de su cabeza empezó a oír susurros, al principio inentendibles, pasando los segundos se entendían más y más cada vez, cerró sus ojos.
"...line".
"Ja... quine".
"Jacqueline..."
Su frente se arrugaba tratando de comprender hasta que la tercera había sido la vencida y entendió que esa voz la nombraba a ella misma y abrió los ojos de golpe, el violeta chocó con las mismas esferas amarillas luminosas, solo que esta vez parecía distinta la situación, ahora una figura encapuchada se había aparecido frente a ella, tenía una oz como la de su dibujo. Abrió la boca, pero no salió ni una exhalación de esta, estaba congelada en su sitio.
―¿...eres? ¿Qué eres...?
Se le hizo bastante complicado articular esas tres palabras, aunque lo hizo de manera entrecortada, la persona con la guadaña parecía contemplarla en una especie de silencio, era como si existiera un gesto burlón en la forma en que se mantenía frente a ella imponente. Finalmente, luego de la tensión que se podía cortar con el filo de una navaja de ser posible, la presencia subió una mano apuntando con su huesudo dedo hacia Jackie. Esta, sin entender nada de lo que esa figura insinuaba solo se quedó allí parada viéndola, el encapuchado no bajó la mano, permaneció señalándola hasta que la susodicha reaccionara y se apuntara a sí misma extrañada.
―¿Qué... sucede conmigo? ―Hablaba muy pausado, por si esa extraña entidad acababa molestándose o algo, sin esperar otra contestación, los pliegues de la túnica hicieron un serpenteante ruido al arrastrarse por el suelo y cuando menos se lo esperó, solo centímetros los separaban ―. N-No sé qué deseas... ni quién eres, pero este es un simple sueño y pronto despertaré ―trató inútilmente de amenazar.
Ese sencillo acto generó un suave sonido que simulaba ser una risa de parte del desconocido encapuchado con la oz. Blandiendo su cortante guadaña le acercó un trozo de papel algo maltrecho y amarillento, doblado en cuatro partes, al parecer esperaba a que la muchacha lo agarrara, pero le generaba mucho repelús y desconfianza toda esa situación.
―Escucha... no sé por qué me visitas a mí, pero hay más personas en el mundo.
Tercamente mantuvo su posición, pero la figura tampoco dio el brazo a torcer y acercó mucho más la oz, prácticamente obligándola a que agarrara el papel. Poniendo los ojos en blanco y pasando saliva de modo audible, la de ojos púrpuras acató su pedido y quitó el papel con creciente curiosidad. No obstante, se llevó internamente una pequeña decepción al desdoblarlo y no leer nada en esa amarillenta y manchada hoja maltratada por los años (al menos eso pensaría cualquiera que lo viera).
―Eres muy divertido, de verdad ―soltó con marcada ironía ―, si no tienes algo mejor que hacer con tu tiempo, despertaré.
Declaró, y lo habría hecho más tranquila de no ser por el siguiente susurró que retumbó en su cabeza.
"Muerte".
***
Aquella siesta les había sentado a los hermanos de maravilla, por lo menos en lo que a Tomás se refería. Hablando de su hermana, la misma se había disparado de la cama y pese a estar en la parte de adentro de la misma, terminó cayéndose al suelo transpirada y asustada por demás, respiraba errática y esta vez con Tomás mirándola preocupado no pudo negar u ocultar su estado y el mal sabor de boca que esa pesadilla (no podía definirla de otra manera, vaya) le había logrado dejar, se había sentido tan real, hasta la textura de esa hoja se había quedado grabada en la memoria táctil de sus huellas dactilares, que además parecían mandar a su cerebro choques extraños.
Frotó sus manos para sacarse la extraña sensación y entró al baño para echarse agua en la cara, pero apenas puso un pie en ese pequeño cuarto se dirigió al retrete y dejó salir lo que comió y no comió. Tomás tomó su cabello y se mantuvo a su costado a la espera de que botara todo y se sintiera mejor, a veces también acariciaba la espalda de ella de manera circular buscando reconfortarla.
Una vez todo estuvo afuera, ella se levantó, se apoyó del lavamanos y miró su algo demacrado reflejo en el espejo, por más base o corrector que utilizara no podía esconder la profundidad de esas ojeras que ahora mismo parecían decretar que existía una nueva líder para el clan de los mapaches.
―¿Me seguirás diciendo que nada te pasa? ¡Mírate cómo estás, es que casi no puedes recogerte a ti misma, Jaquelina, por Dios!
Él solía decirle así a propósito para dar énfasis, a veces enseñaba que estaba preocupado, otras veces lo hacía para joderla o bromear con ella y algunas más, lo hacía cuando se molestaba con ella, esta vez se diría que tenía una mezcla del primer y tercer motivo, ese apodo la hizo mirarlo con los ojos entornados.
―No... me... digas... así... Tomate ―gruñó por lo bajo sacando su propio apodo para él y apretando los dientes después ―, solo tuve una pesadilla, no fue nada del otro mundo.
―A otro con ese cuento, deja las evasiones, que te conozco tanto como a mi ojo tuerto ―no tendía a presionar, pero esta vez lo veía como algo necesario.
―¿Y qué quieres que te diga? ¿Que he soñado con peleas, muertos y encapuchados que me dan papeles raros? ¿Eso quieres? ―Se agarró los cabellos con manía.
Lo que sintió a continuación fue a su hermano rodearla sin decirle nada más por cortos segundos.
―Debes buscar ayuda, hermana, esos sueños no son normales.
―No estoy loca, Tomás, sé lo que vi ―respondió mirando a todos lados algo afectada.
―Es que no te pregunté si quieres ayuda, te dije que debes buscarla.
Habló en tonó ligeramente duro, pero ella no se inmutó, estaba adaptada a la terquedad e intensidad de su hermano.
―Y yo te dije que estoy bien, ya veré qué hago, ¿ok?
Lo miró cruzando los brazos, aquello no le gustó nada al chico, pero qué más hacía, los dos podían fácilmente competir en temperamento, no había duda de que ambos habían sido cortados por la misma tijera. Prefirieron dejar ese tema para otro momento porque ninguno tenía ganas de agarrarse a discutir.
Lo siguiente que hizo Jackie, fue encender la televisión, ahí estaba, su madre subida detrás de un podio dando un dinámico discurso, tras ella había sido instalada una pantalla gigante con imágenes de su próximo proyecto a llevar a cabo. Los presentes se mostraban muy entusiasmados, no se dudaba de que la gobernanta era muy querida entre la población, transmitía respeto, buenas vibras, fortaleza y presencia fuerte mientras iba explicando de qué se trataba el proyecto del que, ahora, sin siquiera estar ahí cerca, Jacqueline debía ocuparse.
―¿Ella te mencionó algo así? ―Preguntó el chico con sorpresa en su voz.
―No, me estoy enterando ahora mismo, sé lo mismo que tú.
Ella no se sabía si estaba roja, morada, azul o de qué color. Ahora su mente hacía click del por qué sus madres requerían su presencia de ser posible, deseaban presumir sus cualidades y, por ende, colocarle más presión con la cual lidiar, cuando llegaran a casa tendría que hablar con ellas muy seriamente.
―¿Te sientes bien? ―Puso su mano en su hombro.
―Sí... solo me gustaría estar sola, voy a tomarme un café cargado ―anunció.
―No sé si esa sería una buena idea, acabas de vomitar hace poco ―negó.
―No me siento mal, Tomás, siento que necesito aire... nos veremos después.
Besó su mejilla, tomó su bolso, sus llaves de la casa, se colocó una chaqueta y se retiró dejando que la puerta cerrara por si sola. Tomás no quedó satisfecho, pero poco podía hacer, no podía hacer nada para detenerla en cuanto decidía algo, era bastante cabeza dura.
Por su lado, la chica tomó su bicicleta y empezó a pedalear sin un rumbo fijo, tenía claro qué quería, pero no la manera de conseguirlo o el lugar donde hacerlo todavía; quiso dejarse llevar y fue donde sus pies y las ciclas la iban encaminando. Cuando se dio cuenta, había parado frente a un local de comida rápida no muy concurrido, el lugar perfecto para camuflarse (o refugiarse) de las miradas y habladurías de las personas en su mayoría, dejó su vehículo a un lado y se bajó de él. Cuando atravesó la puerta corrediza el par de miradas de las pocas personas que había se pusieron en ella un tanto sorprendidas, ella se encogió en su sitio, bajó la cabeza y se apresuró a dirigirse a una mesa en la esquina menos vista y de espaldas a aquellas miradas, agarró el menú dispuesto en forma circular y se puso a ojearlo mientras llegaba alguien a tomar su orden.
A la vez que leía las especialidades de la casa, movía su pierna con nerviosismo marcado. Un pequeño movimiento de su muñeca generó que del librillo se deslizara un pedazo de papel, ella arrugó el entrecejo agachándose para recogerlo, en cuanto sus yemas hicieron contacto con él, sintió un sudor frío bajarle por la espalda, sentía la boca seca y se vio tragando fuerte, era el mismo pedazo de papel, solamente que esta vez no era como en su sueño, dentro tenía escrito un sencillo texto con caligrafía cuidada y con una tinta roja, le pasó el dedo, notando que en algunas partes manchaba, era como si hubiera sido recién escrito.
Levantó el papiro a la altura de sus ojos, veía a su mano sumida en un constante tembleque mientras paseaba los ojos por aquellas palabras, la nota rezaba:
Se informa a la señorita Jacqueline Toussaint que ha sido seleccionada entre toda la población para servir como el reemplazo de la Muerte. Será informada de las tareas pertinentes a llevar a cabo.
Att: Anónimo
Una vez leyó muchas veces más de qué se trataba todo ese teatro, quiso meterse en la cabeza la idea de que alguien le estaba haciendo una broma muy pesada y de mal gusto <<pero tus pesadillas no dicen lo mismo>>, pensaba otra parte de su cabeza, a la que quería frenar, porque si se ponía a divagar no la paraba nadie; así que se centró en continuar ojeando el menú minuciosamente.
―¿Me estás vigilando o siguiendo, acaso?
Una voz la hizo sobresaltarse y llevarse la mano al pecho, escuchó una suave risa ante su reacción. Miró bien a su emisora, en este caso y abrió sorprendida los ojos al reconocerla.
―Tú... No esperaba... que nos volveríamos a ver... ―admitió con voz casi inaudible.
―El mundo da muchas vueltas y es muy pequeño, heredera gubernamental ―soltó inventando un apodo para ella.
―N-No es para tanto ―se aclaró la garganta.
―¿Que no es para tanto, dices? Te fuiste de boca por evitar atropellarme y no es por nada, pero me pegaste un buen susto ―rio esta, tenía una risa algo ronca y suave ―, ¿qué pedirás, por cierto? ―agitó su cabeza y sacó una libretita con un bolígrafo.
―¿Trabajas aquí? ―Atinó a preguntar de forma medio torpe.
―Mi uniforme me delata.
Le guiñó un ojo, en señal de que no haría comentarios burlescos al respecto, cosa que la oji-violeta agradeció y relajó sus hombros solo un poco.
―Todavía no sé ni tu nombre.
―Paciencia, heredera, tiempo al tiempo.
Habló con misticismo esbozando una sonrisa y esperando a que la chica dijera su pedido.
―No es justo, tú me conoces a mí ―entrecerró sus ojos en su dirección, pero al no verla ceder, al final pidió a lo rápido ―. La hamburguesa con mac & cheese y una gaseosa de uva.
―No era tan complicado, ¿o sí?
La observó con un brillo divertido en la mirada y teniendo la orden, dio unos pasos hacia atrás para encaminarse hasta las cocinas y dejar el papel con el número de la mesa al que pertenecía. Tendrían un chance para conocerse mejor, una oportunidad como esa no se tenía todos los días...
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¡Hola de nuevo mis buitrecitos del señor!
Lo prometido es deuda, habemus nuevo capítulo!, qué opinamos del vínculo de hermandad de Tomás y Jackie?, y de sus sueños y propuestas raras? la chica misteriosa logrará progreso con Jackie?
Bueno, dejando de lado estas preguntas, no diré mucho más, esto aún no termina, nos leemos en el siguiente, como siempre espero estén bien y se cuiden del Coco y los monstruos.
Esta que está aquí se larga a su cueva tinieblosa, adioooooooh
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Se les quiere y se les aprecia 💘
Con parte de mi amor 💜
Tiniebla.
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