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i. Un sueño atrapado


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parte uno — un sueño atrapado

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De un pacto entre la Noche y el Tiempo, Sueño de los Eternos nació.

La esperanza depositada en la personificación corpórea de los sueños lo convirtió en el rey de un mundo donde las reglas se tuercen, lo fantástico se vuelve posible y el tiempo es irrelevante. El deber impuesto sobre sus hombros era tan pesado como el Casco de los Sueños y, aunque distaba de ser un castigo, le había impedido poseer deseos de reinar más allá de sus capacidades. El mundo de la Vigilia no era suyo para dominar y Morfeo simplemente era un sirviente de todo ser que pudiese soñar.

En la Ensoñación, un mundo intrínseco a él, alcanzable al pasar la luz de las estrellas, incluso Dioses doblaban su rodilla.

¿Qué tan irónico es, entonces, que nada de eso importe?

Morfeo tragó saliva mientras su piel desnuda, pálida y flaca parecía muerta. Ojeras oscuras decoraban por debajo sus ojos en los cuales las estrellas que tenía por irises titilaban con la fuerza de una luz moribunda. Morfeo no moriría encerrado pero el tiempo eran tan cruel como injusto en el mundo de la Vigilia. No se mueve más rápido para él y su prisión de vidrio se arrastraba al paso de un caracol.

¿Era él el Señor de los Sueños y Pesadillas?

De sus ojos salían lágrimas silenciosas cuando sentía dentro de su pecho como un ser dormía y no volvía a despertar. Conocía de antemano las posibles consecuencias de su ausencia: sueños eternos, sueños despiertos e imposibilidad para dormir. Su cabeza punzaba cuando cerraba los ojos: veía a Lucianne, y a Muerte también. Oía la voz distante de Destino y la risa burlesca de Deseo en el fondo de su mente. Preferiría mantenerlos abiertos, pero entonces recordaba que el aislamiento y la soledad son las hijas de Desesperación.

Su único consuelo: saber que los humanos que lo mantenían cautivo no tendrían nada de él y si él despreciaba el descontrol y aborrecía los cambios, su captor parecía odiar más aún su renuencia a la única petición que le hacía.

—¡Quiero a mi hijo de regreso! —exclamó el anciano haciendo vibrar las paredes gruesas y el vidrio que Morfeo no podía romper.

Morfeo no parpadeó en su dirección.

Roderick Burgess deseaba algo que ningún ser en el universo o fuera de el podía darle. Toda vida estaba escrita para morir. Morfeo mismo entendía el concepto básico que, incluso él mismo, estaba destinado a perecer. ¿Era la humanidad tan desastrosa e incapaz de ver más allá del egoísmo?

Podía ser.

Para el año cuarto de su cautiverio, Morfeo se encontró con una respuesta inesperada: miedo a la soledad. Burgess se rodeaba así mismo de seres con los que compartía una superficialidad imposible de mantener a largo plazo. El anciano no quería morir solo, pese a que tenía un segundo hijo que nada le importaba. Le compadeció en su protesta silenciosa y el anciano salió le prometió que jamás volvería a ver la luz del sol.

Morfeo no olvidó.

Y se encontró con su verdad: había sido ciego y un tonto el pensar que él había dominado el arte del saber que la soledad era su vieja amiga. Entrando el quinto año, oyó una celebración de risas y fuegos artificiales haciendo eco en sus oídos y entendió que él jamás había estado completamente solo.

La Ensoñación se llenaba de vida en cada rincón. Y extrañaba tanto a su mundo que sentía morir. Descansó su cabeza sobre su brazo izquierdo, incómodo en una posición donde su desnudez lo volvía más vulnerable no se permitió cerrar los ojos. La miseria amaba su compañía. ¿Destino tenía conocimiento de su confinamiento? ¿Estaba Deseo riéndose de su incompetencia? ¿Muerte se había olvidado de él?

Su familia distaba de ser perfecta, aun así ¿por qué nadie venía a su rescate? Sintió el nudo en la garganta, tragó saliva y las lágrimas brotaron solas.

Morfeo gozaba de más nombres que amigos, pero con frecuencia pensaba en Lucianne y aquellos consejos que él no escuchaba. Especialmente, en la simple advertencia que le dio antes de él irse en busca del Corintio. Oh, el Corintio, ya no llevaba la cuenta de tanto que había maldecido a su creación. Apretó los manos para olvidarse de la pesadilla y logró llevar su atención a Mervin Calabazas y sus comentarios que no entendía. Caín y Abel y sus disputas, a veces infantiles, otras veces mortales que mantenían. ¿Sabría Matthew, su fiel cuervo, donde él estaría?

Morfeo dudaba y su mente flaqueaba.

La jaula de vidrio era su prisión, los símbolos de magia a su alrededor lo que lo mantenían ahí pero el sótano de paredes oscuras mataba su alma.

Morfeo lo único que pudo hacer fue contar: las horas, los días, los años.

Fue en el día doce de la octava luna, veinte años en cautiverio, que Morfeo se volvió un soñador más.







La noche en la que Sueño de los Eternos fue capturado, Rhiannon nació.

En las Altas Tierras de la montaña en un rincón perdido del mundo, se alzaba en contraste al cielo oscuro, un castillo abrazado por árboles frondosos, plantas de tallos gruesos y flores de diversos colores. Abajo en la montaña un pueblo inquieto ante la noticia de una nueva princesa. «¿Sería tan ignorante como sus hermanos?» murmuraron en tabernas y chozas por igual.

Los aldeanos recordaban esa noche y para sorpresa general, el cuento cambiaba poco o nada dependiendo de quién lo contará: El rey estaba preocupado, aunque todos escupían ante tal oración porque el oro resplandecía más en él que en su pueblo. La tierra no tembló, ni agradeció por el nacimiento de Rhiannon. Al unísono dijeron: «Los Dioses nos han castigado».

Un individuo es inteligente, las masas son bobas e irracionales.

Seguían el relato con voz baja y grave: El clima era frío esa noche, de esa temperatura que no es agradable y que entumece los dedos. La quinta hija de los reyes élficos estremeció las paredes del castillo con el llanto que confirmaba que vivía. Olía a lluvia, pero el rey demandó que los aposentos de la reina estuviesen cálidos. «Un parto es lo suficientemente traumático para pensar en morir por hipotermia. ¡Al menos una buena idea tuvo tan llamado rey!» agregó una anciana y la historia siguió: la bebé era pálida, su piel suave la hacía lucir muerta, tal vez nació enferma. Se desconocía. Tenía cara larga, nariz pequeña y orejas puntiagudas y quizás lo único que la distinguía de su familia: ojos rosado claro, la reina cansada, sudada y ensangrentada, sintió calma cuando su bebé pareció sonreírle. Las sirvientas dijeron que pudo haberle imaginado.

Tal vez, sí.

La reina no volvió a dormir desde ese día. Los sirvientes del castillo decían que se trataba de pesadillas. «Al menos sabe lo que se siente» musitó un hombre mordaz mientras bebía un líquido amarillo amargo que le quemó la garganta.

Confusión floreció: ¿Por qué han de creer que Rhiannon es una maldición? La consciencia atrae problemas de conciliación de sueño. Desestimaron la genuina pregunta con abucheos. Nadie puede dormir y los que duermen, despiertan con pesadillas. Y sí logran no tenerlas, mueren en el lecho. El primer hijo del rey murió así un año después del nacimiento de Rhiannon la Soñadora.

¿La Soñadora?

La princesa es tan bonita como inútil e inconsciente. Es una Soñadora porque su cabeza está en las nubes. Resplandece mientras el mundo es incapaz de encontrar descanso. Quizás su nacimiento mató al Hombre de Arena. Ella es una Soñadora es todo lo que es y todos asintieron expresando repulsión.





Rhiannon pintó formas en el aire mientras veía el techo de sus aposentos. Las flores rosadas se expandían hasta cubrir el candelabro dorado que yacía en la mitad de su habitación. Resplandecía junto con la pequeña fuente pegada a la pared frente a su cama. La luz de luna rebotaba sobre su lado derecha y Rhiannon sintió el sueño venir a ella con una facilidad abrumante. Las actividades del día no habían sido extenuantes más Rhiannon encontraba felicidad en saber que dormir implicaba volver a soñar.

El soñar era suyo, lo único que realmente le pertenecía.

Cerró los ojos y se permitió ir hasta donde fuese que su mente la llevase.

La arena bajó de sus pies se le hizo cómoda, observó el agua que replicaba el cielo gris deprimente. Caminó hasta la orilla y metió la mano, el agua estaba fría y aunque quiso retroceder, un reflejo borroso cuya única luz eran dos puntos moribundos le agarró la mano con fuerza y la hundió en lo profundo.

Sentía el agua gélida como agujas contra su piel. Movió su cuerpo lejos de lo que sea que le tenía sus manos aprisionadas. Falló. La presión le apretaba las costillas y se había quedado sin aire mucho más rápido de lo que presumió. Burbujas salieron de sus labios y nariz.

Rhiannon abrió los ojos.

Se encontró a sí misma en su habitación. Las palpitaciones de su corazón retumbaban en sus oídos, la respiración agitada le obligó a pegarse al espaldar de su lecho. ¿Había sido una pesadilla? Rhiannon desconcertada negó, ella no tenía pesadillas. Una sensación de miedo la abrumó y sintió ganas de llorar.

Contó números y tarareó una canción, le pidió a sus Dioses protección y se acomodó en su cama una vez más.

Con la mano pegada a su pecho, su cuerpo hizo un hueco en el lecho, soltó un suspiro para relajar sus músculos y subió su mirada para ver la única luz que no le molestaba para dormir. Preferiría dormir sabiendo que la luz de la luna alumbraría sus pasos.

Una entonación suave parecía un cántico que Rhiannon no lograba reconocer descendía a su alrededor y la guiaba en un camino oscuro. El sentido de alarma le provocó que su piel reaccionará más rápido se dio cuenta que era incapaz de correr en dirección contraria. La sensación de agua en sus pies le provocó un escalofrío en su espalda, estaba segura que volvería a despertar, pero más allá del miedo a lo desconocido, tomó la iniciativa de seguir.

Sus pies tocaron arena.

Frente a ella, una entrada ovalada que simulaba a un espejo pese lo que veía a través del mismo no era su reflejo. Rhiannon se acercó: captó los rubís alrededor de la forma en conjunto con mini cascos ovalados y de trompas largas que enmarcaban una efigie de tristeza: un hombre humano —tal vez— sentado en lo que parecía una jaula de vidrio. El retrato le trajo a su memoria a los pájaros de su hermana. La elfa elevó una ceja, no podía describirlo desde tan lejana posición en comparación al sujeto, pero el negro cabello del desconocido era tan similar al suyo que la curiosidad le hizo levantar su mano y tocar su reflejo: éste se movió, como si fuese agua.

La curiosidad le embargó. Jamás había visto un humano, ¿sería peligroso? La razón le puntualizó lo obvio. Estaba encerrado. Más, su corazón dolía ante la depravación de la libertad ajena. ¿Obró tan mal que esperaban que no tuviese dignidad siquiera?

Rhiannon entró sin pensarlo más.

El universo es extenso e infinito. Morfeo sabía que su muerte solo llegaría cuando la última vida que pudiese soñar estuviese muerta. El Señor de los Sueños y Pesadillas no rememoró la última vez que le preguntó a Muerte: ¿Qué veían los mortales al morir? Entendía que su hermana era impecable en su trabajo, tanto como él, así que seguramente Muerte solo le sonrió y evadió el tema. Sin embargo, Morfeo, concluyó por sí solo: ¿Sería una luz tan cegadora la que se presenta? De esa de la que todo que tiene vida nace.

Morfeo desconocía si la mujer que se le presentó era algún emisario de su hermana. De serlo, su gratitud sería eterna para con ella. Las estrellas en sus ojos brillaron con fuerza, con la misma fortaleza de la que la mujer frente a él emanó.

La mujer desconocida colocó su mano en el vidrio. Ojos rosados se encontraron con las estrellas de Morfeo, un ligero suspiro inconsciente brotó de él.

—No eres humano.

La mujer tenía una voz aterciopelada, confusa y amable.

Morfeo arrugó los ojos. Si no venía de parte de su hermana, entonces: ¿de quién?

Rhiannon notó el momento exacto donde el par de estrellas menguaron su luz. Los ojos del desconocido eran tan oscuros como un vacío, solo pobremente iluminados por la estrella que poseía. El rostro de él se oscureció, Rhiannon percibió la desconfianza cuando él se hecho hacía atrás. No tenía mucho espacio en esa jaula y su historia debía ser tan triste como la cámara tan espaciosa y solitaria en la que lo tenían.

—¿Quién eres? —Rhiannon se pegó más al vidrio. Era pequeña e impotente frente al ser que sentía tenía que salvar, las lágrimas se quedaron atascadas en su garganta. La crueldad ajena le era un concepto complicado y bestial.

El ser no respondió, no obstante, una voz gruesa y profunda llenó el espacio en una oración que ella no logró distinguir las palabras.

Rhiannon no podía dejar de mirarlo, era hipnótico y familiar pese a que su rostro no le parecía conocido de ningún lugar. No de su vida fuera de los sueños, ni dentro de ellos.

Rhiannon entreabrió los labios.

—Permíteme ayudarte —Rhiannon no era desesperada y la oración le sorprendió lo suficiente para darse cuenta de lo que peligroso que podría ser. «Pero es un sueño» se dijo a sí misma.

El silencio y el miedo desaparecieron.

Morfeo no le respondió con palabras, sin despegar sus ojos de ella, tocó el vidrio.

La mujer rompió el contacto visual y Morfeo siguió mirándole: la mujer arrugó el entrecejo y se mordió el labio mientras, Morfeo supuso, ideaba una manera de «ayudarle». Una decisión altruista que no terminaba de convencer al rey de la Ensoñación. La mujer no era humana puesto su había logrado entrar en el círculo, algún tipo de magia debía poseer. Su cabello largo se movía con inquietud mientras le dio vueltas a la jaula. Junto a las olas de su cabello, el vestido ligero y con aberturas en los brazos se movía como si fuese parte de ella también. Morfeo obtuvo dos cosas: la prueba de su especie al ver sus orejas puntiagudas y una necesidad que nacía desde su pecho de volver a ver sus ojos.

¿Se perdería él en su mirada?

Tal vez, ella lo escuchó. Morfeo inhaló y aguantó la respiración cuando le permitió verla otra vez. El rosado era entre una combinación clara e intensa que le recordaba a la vida de la Ensoñación, de su mundo que parecía tan distante, casi imposible de regresar cuando la elfa arrugó su boca apenada. Morfeo ignoró la decepción a la que estaba acostumbrado, el anhelo creció.

Morfeo no se dio cuenta cuando su mano tocó el vidrio frente a ella, un deseo, él tenía más allá de su libertad, era tocar su piel. Rhiannon no se movió ni un ápice. Cuando Morfeo creyó que tendría que conjeturar lo suave que podría ser, algún Dios lo escuchó y el vidrio desapareció.

Rhiannon contuvo el aliento y Morfeo ladeó su cabeza cuando sus dedos rozaron la piel de la mejilla de ella: tibia y tan suave que no parece real. Morfeo sabía que lo que no es real, es porque es un sueño.

¿Puede el rey de los Sueños y Pesadillas soñar?

—¿Es esto tortura? —Morfeo preguntó en un susurro. Su voz profunda no abandonó los oídos de Rhiannon.

Él era tan alto como ella, Rhiannon notó.

—No soy tortura —Rhiannon le contestó sin vacilación, se dio cuenta que le importaba que él confiará en ella. Pese a que ella es ignorante a quién tiene frente, pese a que no se busca preguntar porque su sueño se siente tan real y fantástico.

—¿Por qué estás aquí? —no hay rudeza en las palabras del hombre de mirada, ya no le tocaba la mejilla y Rhiannon se encontró a sí misma deseando que no la dejará de tocar. ¿Sería el desconocido un tipo de Dios? Sabía que existían muchos—. Responde —Morfeo nunca ha sido conocido por suplicar, pero la petición salió desde su pecho, desde el genuino desconcierto de poder probar la libertad.

—No lo sé —Rhiannon acarició la mejilla blanquecina y fría de él. Un movimiento audaz, Morfeo se estremeció ante el contacto imprevisto—. Pero me puedo quedar si lo deseas.


















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n/a: morfeo si no se está autocompadeciendo en su miseria no es morfeo pero igual lo amamos mucho igual 🫂 jsjsj rhiannon literalmente es un sol, pero me emociona hacer un personaje que si bien no es malo, es ignorante a los problemas exteriores. especialmente cuando, en el caso de rhiannon, es princesa de un pueblo. ahora bien, como es una historia corta, eso se verá un tanto superficial pero tendrá sus consecuencias en la tercera parte

cuenteme uds, ¿qué les pareció rhiannon? ¿el inicio de su relación con morfeo hasta ahora? en la siguiente parte veremos mucho más de ellos

en multimedia les dejo la canción que me ayudó a terminar de escribir el capítulo: mr. sandman de syml, siento que a pesar que en la canción le hablan a morfeo, para el mood del capítulo, como es morfeo el que sueña y está pidiendo su libertad, le va perfecto 🤍

muchas gracias por leer si llegaste hasta aquí 🩷

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