De nuevo, la blancura de la habitación.

Aunque esta vez las cortinas dejaban entrar más luz.

—¡Buenos días, sensei! —saludó Jimin con su usual buen humor. Jeon Jungkook al saludo tan solo con un asentimiento. Nunca fue un hombre de muchas palabras. El veinteañero estaba recostado en la cama de su habitación, pues habían sido días delicados para su salud. Tanto que no había podido hacer más que sentarse a hacer tulipanes de papel. Él se las mostró a su doctor con gran entusiasmo—. Es una flor que jamás se marchitará. Así, aunque ya no esté aquí, será como si estuviera a su lado —El viento hacía revolotear sus largos cabellos marrones, y la luz del alba parecía darles color a sus mejillas pálidas—. Lo amo, sensei —dijo de nuevo.

La sinceridad en su voz hizo soltar un suspiro cansado en el doctor, quien no pudo hacer más que extender su mano para recibir el tulipán de papel que Jimin le entregaba.

FIN.

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