Capítulo 1: Now Is The Start
El comienzo es ahora.
Dipper miró el imponente edificio frente a él, sintiendo cómo una oleada de temor recorría su cuerpo.
Las enormes paredes de cristal parecían extenderse hasta tocar el cielo, y por un momento, la altura del rascacielos lo abrumó. Se sintió pequeño e insignificante en comparación, así que tomó una gran bocanada de aire, y sopló sobre su pulgar varias veces, en espera de que ese viejo truco funcionará para calmar sus nervios.
La ansiedad no era ajena para él, pero ese día en particular se sentía como un nudo aún más apretado en su estómago. Después de todo, era su primer día en el trabajo de sus sueños, el comienzo de una nueva etapa que llevaba años esperando. Y realmente no quería hacer algo mal que pusiera en riesgo su más reciente puesto, por lo que el peso de esa expectativa lo aplastaba un poco más con cada segundo que pasaba frente a esas puertas de cristal.
Pero junto con los típicos nervios temerosos que lo acompañaba constantemente, había algo más, algo que burbujeaba bajo la superficie: emoción. Al fin había logrado conseguir un puesto en "L & V Enterprise", la empresa número uno en avances tecnológicos del país. Era la oportunidad que siempre había soñado, la puerta que podría llevarlo a cumplir metas que, hasta hace poco, le parecían inalcanzables. Eso sólo podía significar cosas buenas para él.
El edificio era elegante, casi intimidante en su perfección, con cristales por doquier que reflejaban el sol de la mañana y decenas de pisos que se elevaban hasta el cielo. Mirar hacia arriba le provocaba algo de vértigo, con la horrible sensación de que el mundo giraba a su alrededor mientras él permanecía clavado en el suelo. Sin embargo, el truco del dedo había funcionado, como siempre, y sintió cómo su ansiedad se disipaba lentamente, dando paso a que la emoción pura lo llenará por completo.
Con determinación y decisión, Dipper se encaminó hacia la puerta giratoria, cada paso más firme que el anterior y entró a lo que finalmente sería su nuevo comienzo.
Al cruzar las puertas, el interior del edificio lo envolvió con una mezcla de lujo y tecnología avanzada. Lo primero que vio fue una pequeña recepción, moderna y minimalista, que desprendía una sensación de eficiencia. Las superficies brillaban, y el sonido de las teclas mecánicas se mezclaba con el leve zumbido de las pantallas que mostraban anuncios y gráficos corporativos.
Más adelante, el castaño pudo distinguir las máquinas de seguridad. Sus sensores parecían activarse con un objeto en específico, y Dipper supuso que necesitaría una tarjeta de empleado para acceder al resto del edificio. Había guardias de seguridad en zonas clave, vigilantes pero relajados, como si nada en ese lugar pudiera salirse de control.
Con una mezcla de curiosidad y nerviosismo aún latente, el castaño se acercó a la recepción, dónde suponía que podía pedir información.
Aun así, a medida que se acercaba, la emoción dentro de él crecía, reemplazando al miedo.
-Buenos días, ¿en qué puedo ayudarle? -preguntó la recepcionista con una sonrisa amable, su voz suave pero profesional, rompiendo el silencio tenso del vestíbulo.
-Mm... hoy es mi primer día -logró decir al final, con un tono que intentaba proyectar más confianza de la que realmente sentía.
La chica asintió, sus dedos moviéndose rápidamente sobre el teclado mientras mantenía su atención en la pantalla.
-¿Nombre? -preguntó, sin apartar la vista del monitor.
-Mason Pines -respondió, intentando que su voz sonara firme y la recepcionista le dedicó una sonrisa rápida mientras anotaba algo en su computadora.
-En un momento -contestó, presionando un pequeño botón junto a su escritorio-, Devlin vendrá por ti. Si quieres esperar en-
Antes de que pudiera terminar la frase, una voz clara interrumpió desde el otro lado de la sala.
-Buenos días.
Dipper se giró y se encontró con una mujer que irradiaba seguridad y profesionalismo. Su cabello era largo y rojizo, el cual caía sobre sus hombros perfectamente planchado, sus ojos azules brillaban con una mezcla de calidez y autoridad, y su piel era tan pálida como la nieve. Llevaba un vestido blanco impecable, tacones y unos aros del mismo color que sus ojos. Sostenía una tableta en su mano derecha, y su sonrisa le daba la bienvenida.
-Tú debes ser Mason Pines -dijo, mirándolo con una expresión de propiedad, pero al mismo tiempo como si lo estuviera analizando.
-Sí -respondió Dipper, devolviéndole la sonrisa con algo más de confianza esta vez-. Mucho gusto.
-Perfecto, entonces sígueme -respondió ella, dándole la espalda para caminar hacia las máquinas de seguridad-. Soy la asistente de tu nueva jefa, te guiaré hasta su oficina.
Con rapidez, Devlin pasó su tarjeta por el lector de la máquina de seguridad, y la luz verde parpadeó, indicando que Dipper podía avanzar. La mujer le hizo una seña para que lo hiciera, y él, sin dudar mucho, cruzó al otro lado. La chica lo siguió, repitiendo el proceso con esta vez pasando ella.
Los dos avanzaron hacia uno de los múltiples ascensores, y después de subir hasta el último piso llegaron a su destino. Cuando las puertas se abrieron con un suave "ding", Devlin salió primero y señaló el lugar con una sonrisa emocionada.
-Aquí estamos -dijo, guiándolo hacia una amplia sala llena de cubículos ordenados.
Al fondo del lugar, varias oficinas privadas se alineaban, aunque una en particular destacaba por sus paredes de vidrio polarizado, como si de un espejo se tratará, que daban un aire misterioso al lugar.
-Este será tu nuevo espacio de trabajo -señaló Devlin, indicándole un cubículo cercano.
Era sencillo, con un escritorio moderno, tenía un par de cajones al lado y una silla de oficina. Para ser sencillo era amplio y elegante, todo a su alrededor se sentía extremadamente prístino.
-Podrás acomodarte en él después de recibir tu credencial -le dijo la pelirroja-. Puedes decorarlo como desees y también estaremos te entregando las llaves de los cajones para que puedas guardar lo que necesites ahí.
Dipper asintió, tomando nota mental de su entorno. Varios de los escritorios estaban llenos de decoraciones interesantes haciéndolo preguntarse sobre quiénes serían sus compañeros de trabajo.
-Este es mi escritorio -continuó la pelirroja señalando un espacio decorado con elegancia, lleno de detalles que reflejaban su personalidad: pequeñas figuras geométricas, plantas y una taza con el logotipo de L & V-. Por si en algún momento necesitas algo.
El castaño asintió de nuevo, esta vez más nervioso.
-Antes de empezar con el tour por la oficina -añadió Devlin-, iremos a ver a la jefa. Le gusta dar la bienvenida personalmente a todos los que se unen al Departamento de Nuevos Proyectos, que es al cual perteneces. Sígueme por aquí.
Dipper siguió a la asistente por el lugar hasta llegar a la oficina con paredes de espejo. La puerta polarizada se deslizó suavemente cuando Devlin la abrió, sosteniéndola para él con una sonrisa cortés. Al entrar, lo primero que notó fue un fuerte y agradable aroma a rosas.
Antes de entrar a la oficina había un pasillo que guiaba a una habitación amplia y luminosa. En una mirada rápida, notó como en las paredes colgaban cuadros de gatos en poses adorables y varios diplomas enmarcados, destacando los logros de su ocupante. Sin embargo, lo que realmente capturaba la atención era la vista desde la enorme ventana que dominaba la pared trasera. Desde allí se podía ver casi toda la ciudad, las calles y los edificios extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Y en la silla frente al escritorio dándole la espalda a la gran ventana estaba una chica rubia con un brillante traje rojo.
Tenía una sonrisa deslumbrante, sus codos apoyados relajadamente sobre el escritorio mientras sostenía su cabeza con ambas manos. La mirada que le dirigía era intensa, casi desafiante, y el labial rojo que llevaba hacía juego con el impecable traje que vestía, proyectando una imagen de poder y control.
-Mason Pines -dijo la rubia, y su voz era tan firme como cálida-. Bienvenido, toma asiento, por favor.
Dipper obedeció, ligeramente impresionado por la presencia de la mujer frente a él. Aunque parecía mucho más joven de lo que él hubiera imaginado para alguien en su posición, había en su actitud un aire autoritario, casi magnético, que le imponía respeto y lo intimidaba de una manera extraña.
-Es un placer finalmente verte en persona -continuó ella con una sonrisa segura-. Me encantó tu entrevista. Debo admitir que fuiste el primero en responder correctamente a una de mis preguntas trampa.
Dipper frunció el ceño, intrigado.
-¿Pregunta trampa?
-¿Qué opinas de la magia?
Dipper recordaba esa pregunta, especialmente porque lo había desconcertado en su momento, pero había decidido contestar citando a uno de sus autores de ciencia ficción favoritos.
-Lo recuerdo -dijo, acomodándose en la silla-. Respondí que "cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia".
La chica sonrió más ampliamente, y su mirada parecía brillar con una satisfacción particular.
-Exactamente... ¿lo sostienes?
-Sí, claro -respondió Dipper sin dudar-. Si pudiéramos inventar la teletransportación, por ejemplo, la mayoría de las personas pensaría que es algún tipo de magia. Pero, al final, todo tiene una base científica. Siento que la gente piensa que una cosa está peleada con la otra, pero para mi no lo están.
La rubia asintió, aparentemente complacida por su respuesta.
-Eso es exactamente lo que quería escuchar -respondió con felicidad-. Vas a estar trabajando en muchos proyectos de investigación, de la mano con nuestros ingenieros, y necesito esa creatividad, esa capacidad de ver más allá de lo evidente. Esa es la razón por la que te contraté, Mason.
-Muchas gracias -respondió él, intentando no dejar que los nervios lo traicionaran.
Sentía que estaba bajo una especie de lupa invisible, como si cada una de sus palabras estuviera siendo cuidadosamente evaluada por la chica, y muy dentro de él, sabía que eso era exactamente lo que estaba pasando.
La chica de ojos verdes se echó hacia atrás en su silla, relajándose un poco.
-¿Dónde están mis modales? -preguntó juguetonamente-. No me he presentado, ¿verdad? Mi nombre es Vanessa Palmer, soy la CEO de esta compañía. Y es un placer darte la bienvenida a bordo, Mason.
-Dipper -la corrigió suavemente, con una pequeña sonrisa nerviosa-. Preferiría que me llamara Dipper, si no es inapropiado para usted.
-Claro, Dipper -dijo Vanessa levantando una ceja, sonriendo con complicidad-. Y, por favor, háblame de tú. Después de todo, no creo ser mucho mayor que tú, si es que lo soy.
El mencionado soltó una pequeña risa nerviosa, sin estar del todo seguro de cómo procesar su comentario.
-Eso es probablemente cierto -dijo, sin estar muy seguro de por qué los nervios habían regresado a él-. La verdad es que si te ves muy joven para ser la CEO de una empresa tan grande.
El castaño se arrepintió rápidamente después de soltar ese último comentario, sintiendo que a lo mejor había sido muy grosero con su nueva jefa. Pero Vanessa rió suavemente, un sonido que resonó con confianza y calidez.
-Lo soy, de hecho -admitió con una sonrisa-. Pero ya entenderás cómo lo conseguí, poco a poco. En fin -se levantó de su asiento, caminando hacia él con pasos firmes-, es un placer tenerte en el equipo, Dipper. Aquí está tu credencial de empleado -soltó, entregándole una tarjeta con su fotografía tomada el día que firmó su contrato-. Con ella podrás acceder a todas las instalaciones. Además, puedes solicitar dos pases adicionales para que familiares, pareja, hijos o personas cercanas puedan ingresar a las oficinas, bajo el entendido de que están bajo tu responsabilidad.
Dipper asintió mientras tomaba la credencial, sintiendo una extraña mezcla de alivio y expectativa al tocar el pequeño pedazo de plástico que simbolizaba su nuevo estatus en la compañía.
-Te voy a asignar un mentor que te guiará en estos primeros meses. Alguien con experiencia que te ayudará a integrarte y comprender mejor la dinámica de nuestro equipo.
-¿Mentor? -preguntó el castaño, ligeramente confundido. No esperaba esa parte del proceso.
Vanessa sonrió de manera traviesa antes de girarse hacia el intercomunicador en su escritorio.
-¡Xoloitzcuintle! -llamó con firmeza y diversión por el altavoz-, a mi oficina. ¡Ahora!
Dipper parpadeó, sorprendido por el nombre inusual. Sintió el impulso de preguntar, pero se mordió la lengua justo a tiempo, ahorrandose cualquier comentario inapropiado.
-Tendrás un mentor los primeros meses mientras te adaptas. Xólotl no es precisamente el más fácil de tratar, pero es extremadamente inteligente y de nuestros mejores ingenieros, sino es el mejor. Estoy segura de que algo podrás aprender de él... Y si te hace algún comentario fuera de lugar, no dudes en acudir a Recursos Humanos. No te preocupes, ya lo tienen bien fichado -añadió con una pequeña sonrisa que, para sorpresa del castaño, parecía bastante seria.
Dipper rogaba internamente que aquello fuera una broma, pero la expresión de Vanessa no mostraba señales de humor. El silencio comenzaba a volverse incómodo cuando, de repente, un joven de cabello negro oscuro, alto, de complexion atlética, piel bronceada y ojos penetrantes de un azul intenso apareció por la puerta.
-¿Qué pasa, calabaza? -preguntó el chico, en un tono tan casual y altanero que Dipper se sorprendió de la familiaridad con la que le hablaba a la jefa.
-Él es Mason Pines, nuestro nuevo empleado -respondió Vanessa con profesionalidad, aunque una sonrisa traviesa asomaba en sus labios-. Mason, te presento a Xólotl Alfirk, tu supervisor y mentor temporal... lo siento mucho por eso -añadió con un tono de broma, lanzando una mirada cómplice hacia Xólotl.
El de cabello negro soltó una carcajada despreocupada.
-No le asustes -le pidió entre risas-. Luego por eso la mitad de la oficina me trata mal. Les haces creer que soy lo peor y ya nadie se ríe de mis chistes. Y son muy buenos, lo juro.
-Solo les advierto de la verdad, Xolotito -respondió Vanessa con una sonrisa indescifrable que parecía más relajada, como si el aire autoritario y dominante que había exhibido ante Dipper se hubiera esfumado por completo en presencia del joven de cabello oscuro-. Sin embargo, espero que te comportes con Dipper y no lo asustes. Creo que va a ser una excelente adición al equipo. Trátalo bien, por favor.
Xólotl le devolvió la sonrisa, esta vez más cálida, y extendió la mano hacia Dipper, que seguía algo confundido por el ambiente relajado pero profesional a la vez, sin estar muy seguro de lo que estaba pasando.
-Xólotl Alfirk, a tus órdenes -dijo con un tono amigable y un apretón firme de mano.
-Mason Pines -respondió el castaño, devolviendo el saludo, aunque rápidamente añadió-. Pero prefiero que me llamen Dipper. Un placer conocerte.
-Mucho gusto, Dipper -replicó el chico, con una sonrisa tan infantil como traviesa-. Te haré un recorrido por las oficinas y luego comenzaremos con nuestro proyecto, ¿te parece?
El de ojos marrones asintió.
Antes de salir, Xólotl le lanzó un guiño a Vanessa, quien respondió rodando los ojos con una sonrisa que, nuevamente, sorprendió al joven castaño. ¿Cómo era posible que esta misma mujer, tan seria y dominante minutos antes, se transformara en alguien tan relajada en presencia de Xólotl?
-Buena suerte -le deseó Vanessa mientras ambos chicos dejaban la oficina.
Ya afuera, ambos comenzaron a caminar por los pasillos de la empresa. El castaño se mantenía en silencio, observando su entorno y sintiendo cómo, poco a poco, la tensión inicial iba transformándose en curiosidad.
-Entonces, Dipper -empezó el chico con una sonrisa casual, pero algo en su tono o en la manera en que lo decía hizo que el castaño sintiera un leve escalofrío recorrerle la espalda-, te contaré un poco cómo trabajamos por aquí. Usualmente, tenemos proyectos por determinado tiempo, cada investigador tiene sus propios proyectos, pero como eres nuevo, estaremos colaborando juntos durante un tiempo -Xólotl se detuvo frente a dos puertas-. Ah, y estos son los baños.
-De acuerdo... -respondió Dipper algo confundido, pero al notar las puertas, comprendió rápidamente-, ¿cuándo empezamos con el proyecto?
-Mañana -contestó Xólotl sin detener su paso mientras continuaba caminando por los pasillos-. Hoy, sin embargo, tendrás un curso de inducción sobre la empresa con Devlin. Ya la conoces, es la asistente personal de Vanessa, su escritorio está justo enfrente de la oficina. -se detuvo de nuevo frente a un cubículo algo desordenado-. Después de la comida, Wirt te dará una capacitación sobre los procesos específicos del área.
-Hola -interrumpió una voz dueño del escritorio, y Dipper levantó la vista para encontrarse con un joven de mirada tranquila-. Soy Wirt, un placer.
-Soy Dipper -respondió, con una sonrisa tímida.
-Seré tu vecino de cubículo -continuó, señalando el escritorio vacío junto al suyo, el que Devlin le había mostrado con anterioridad-. En un rato, los de sistemas traerán tu equipo y todo lo que necesites. Mientras tanto, sigue el recorrido de Xólotl.
Dipper asintió, y el mencionado retomó su explicación.
-Ah, sí, ¿en qué estaba? -pareció pensarselo por un segundo-. ¡Ah, claro! Por allá está la cocina. Tenemos un microondas, un refrigerador y café ilimitado. Lo único que no es ilimitado es la crema, nunca dura más de una hora. Te recomiendo que traigas la tuya, porque Bill suele usarla toda -comentó, riendo levemente-. No soporta las cosas amargas.
Al escuchar ese nombre, Dipper sintió un pequeño vuelco en el estómago y un pequeño dolor en el pecho, pero se esforzó en no darle demasiada importancia y continuó prestando atención al recorrido.
-Como verás, el piso es relativamente pequeño. Todo lo que necesitas está aquí. Vanessa prefiere que estemos separados del resto de la empresa para agilizar los procesos... además somos sus consentidos, pero no le digas a los de finanzas -bromeó el chico-. Por eso somos los únicos con acceso a esta área y también los únicos que tienen contacto directo con ella -explicó y luego hizo una pequeña pausa-. ¿Alguna duda?
-No, todo claro -respondió el castaño, absorbiendo toda la información.
-Genial -dijo Xólotl, mientras abría una puerta cercana, era una de las oficinas privadas-. Finalmente, esta es mi oficina. Aquí trabajaremos mañana.
Dipper echó un vistazo al interior. La oficina estaba decorada con varias estatuas y calendarios aztecas, dándole un aire curioso y exuberante. Era un espacio que sin duda reflejaba la personalidad de su nuevo mentor.
-Sigamos.
A continuación, pasaron junto a una sala de juntas vacía y, finalmente, Xólotl se detuvo y le miró con una sonrisa satisfecha.
-Aquí es donde partimos por ahora, Devlin te dará el curso en esta sala de juntas.
-De acuerdo -contestó, asintiendo ligeramente.
Dipper estuvo un par de horas en la sala de juntas escuchando las politicas de la empresa, reglas, codigos de conductas y sobre los procesos, escucho y apunto atentamente sobre como pedir permisos y sobre algunos de los beneficios que tenían como empleados, al terminar, era la hora del almuerzo y Xólotl paso nuevamente por él.
Regresaron al cubiculo del castaño y el de cabello oscuro se detuvo.
-Ahora es la hora de la comida, puedes comer aquí o salir a donde quieras -explico el chico-. Antes de que te vayas, te presentaré al jefe del departamento de nuevos proyectos, él es el jefe de todos lo del piso... excepto de Vanessa y de Devlin, claro está.
Xólotl intentó abrir la puerta de al lado del cubículo de Dipper, pero estaba cerrada con llave.
-Extraño -murmuró para sí mismo, frunciendo el ceño-, seguramente ya salió a comer. Será cuando regresemos entonces, también me falta presentarte a Tom y Jack, pero parece que todos se fueron a su hora de comida.
Dipper asintió nuevamente, un poco más relajado al saber que el recorrido estaba casi completo.
-Bueno, mi maravilloso tour ha llegado a su fin -dijo Xólotl con una sonrisa, luego lo miró de reojo-. ¿Trajiste comida?
El castaño negó con la cabeza.
-Hay varios lugares de comida cerca -le comentó dispuesto a ayudarlo-. Si quieres, puedo llevarte a alguno para que los conozcas.
-No es necesario, iré a comer con alguien -respondió Dipper, con una sonrisa.
-Está bien -contestó devolviéndole la sonrisa-. Después de la comida tienes tu capacitación con Wirt. Cualquier cosa, ya sabes dónde está mi oficina. ¡Provecho!
El de ojos marrones le agradeció con una sonrisa y salió del edificio para reunirse con su pareja, sintiendo un alivio gradual a medida que dejaba atrás la intensa atmósfera del primer día.
[...]
Después de un almuerzo revitalizante, Dipper caminó de regreso a la oficina, intentando concentrarse en lo que le esperaba esa tarde. La comida había servido para calmar un poco los nervios del primer día, especialmente con la adorable compañía que había tenido, pero aún quedaba mucho por asimilar.
Pasó el resto de la tarde con Wirt, quien, con paciencia, lo fue guiando por los procedimientos de su área. Le mostró los softwares que utilizaban para gestionar proyectos, las hojas de cálculo donde registraban los avances y las guías de estilo y lineamientos que mantenían todo bajo control. Dipper intentaba seguir cada explicación, tomando notas mentales y observando cómo todo encajaba en la estructura de la empresa. El ambiente con Wirt era relajado, pero el castaño aún sentía el peso del día, la cantidad de información y el inevitable nerviosismo de ser el "chico nuevo".
Al final de la jornada, Xólotl volvió para darle una breve introducción sobre lo que trabajarían al día siguiente.
-¿Alguna duda? -preguntó, con la habitual confianza que ya empezaba a caracterizarlo.
-No, creo que todo está claro -respondió Dipper, aunque sabía que tendría que repasar lo aprendido en casa.
-Excelente. Entonces creo que eso sería todo por hoy, aunque aún tenemos pendiente presentarte al jefe del departamento -le explicó, y el castaño asintió mientras su compañero continuaba-. No creo que convivas mucho con él por ahora, pero igual te llevo a su oficina para que lo conozcas. Seguro te llevarás bien con él... creo que eres su tipo.
Algo en esas últimas palabras le provocó a Dipper una sensación extraña, un mal presentimiento que comenzó a asentarse en el fondo de su mente. Mientras seguían caminando por el pasillo, esa sensación se hizo más intensa. El aire se sentía pesado, su respiración se volvió más difícil y, sin entender exactamente por qué, su pulso se aceleró, como si su cuerpo intentara advertirle de algo. Fue un malestar familiar, uno que no había sentido en años, 5 años para ser exactos.
Cuando el de cabello negro abrió la puerta de la oficina, todo se hizo claro, demasiado claro. El ambiente en la habitación cambió drásticamente, como si una ráfaga de emociones reprimidas le golpeara de lleno. El castaño se quedó congelado al ver quién estaba sentado al otro lado del escritorio.
-Bill, este es el chico nuevo -anunció Xólotl con despreocupación.
El rubio alzó la mirada lentamente, y por un instante, sus ojos ambarinos se encontraron con los del castaño. Ese segundo se sintió eterno, como si el mundo entero se hubiera detenido solo para ellos. En ese breve instante, Dipper fue arrastrado por una oleada de recuerdos, imágenes que se acumulaban en su mente, queriendo resurgir desde las profundidades donde las había sepultado. Escenas que había intentado olvidar, emociones que había intentado sofocar durante años, lo envolvieron de golpe. Ver a Bill nuevamente era como ver a un fantasma, un espectro del pasado que nunca creyó volver a encontrar en la realidad.
El nombre Bill Cipher resonó en su mente, como el eco de un grito que había estado conteniendo. Allí estaba, tan real como el día en que desapareció de su vida, y sin embargo, algo en su ser se negaba a aceptar lo que sus ojos veían. El suelo bajo sus pies pareció tambalearse, una punzada de angustia atravesó su pecho al notar la frialdad en la mirada de del rubio. Los ojos que alguna vez brillaron con travesura y picardía ahora se veían apagados, oscuros, como si toda la calidez que alguna vez hubieran tenido se hubiera evaporado.
Dipper se preguntó, con el corazón acelerado, si acaso estaba soñando. ¿Era posible que realmente estuviera frente a él? ¿A la persona que había jurado que nunca volvería a cruzarse en su camino? El destino parecía burlarse de él. Y, aunque sentía que el aire se le escapaba, no pudo apartar la mirada de Bill, quien ahora parecía un completo desconocido, a pesar de lo mucho que sabía de él.
La persona que Dipper jamás creyó que volvería a ver en su vida estaba frente a él.
Por su parte, Bill deseó con todo su ser que ese hubiera sido el caso. Que esos ojos castaños, cargados de emociones que preferiría no enfrentar, jamás se hubieran cruzado con los suyos de nuevo. En ese instante, desearía estar en cualquier lugar menos en esa oficina, frente a Dipper, con todo el peso del pasado cayendo sobre sus hombros.
-Mucho gusto -dijo finalmente el rubio, con una seriedad que Dipper jamás había visto en él, su tono frío contrastaba con todo lo que el castaño recordaba haciéndolo sentir enfermo, haciéndole cuestionarse si la persona frente a él era realmente la misma-. Bill Cipher.
Y cuando lo escuchó presentarse, en serio lo consideró.
El nombre se deslizó entre los labios del rubio con una frialdad hiriente, como si todo lo que alguna vez conoció de él no hubiera sido más que un espejismo. Dipper sintió cómo el tiempo se detenía por completo. Su mente intentaba desesperadamente procesar lo que acababa de escuchar, pero la incredulidad lo invadía. ¿Él? ¿Realmente Bill iba a fingir que no lo conocía? ¿A él? ¿Después de todo lo que habían vivido?
La confusión amenazó con desbordarse, pero Dipper se obligó a mantener el control, negándose a que sus emociones lo traicionarán. Si Bill iba a fingir que no existía ningún pasado entre ellos, entonces él haría lo mismo. No mostraría vulnerabilidad, no caería en su juego. Con el mismo tono indiferente y calculado, Dipper le devolvió el saludo, luchando por ocultar el temblor en sus palabras.
-Igualmente -dijo, extendiendo su mano con firmeza-. Mason Pines.
[...]
《Un ruido afuera de su ventana llamó la atención de Dipper, quien trataba de leer su libro de misterio debajo de sus sábanas con una linterna de lectura a escondidas de sus padres, tratando de no molestar a su hermana que dormía a tan solo unos metros de él.
El día siguiente sería el primer día de tercer año de primaria y Mabel había querido dormir temprano, pero Dipper de verdad quería terminar el capítulo del libro que su tío Ford le había regalado el día anterior por su cumpleaños número 8.
El castaño trató de ignorar los sonidos en su jardín, pero cuando estos no se detuvieron decidió asomarse por su ventana, Dipper trató de esforzarse para describir la causa de los ruidos, tal vez un mapache alopécico se había colado en su patio trasero, ¿pero entonces por qué sonaban como risas? Tras mucho esfuerzo lo único que alcanzo a ver fueron un par de sombras en la casa de al lado... la casa que se encontraba a la venta. El chico trató de restregarse los ojos para asegurarse que estaba viendo bien, pero las sombras seguían pasando por el patio abandonado.
Sin dudarlo más, Dipper se acercó hasta su hermana para tratar de despertarla.
-Pss... Mabel -susurraba por lo bajo tratando de que abriera los ojos-, despierta.
La mencionada soltó un quejido.
-Déjame... dormir...
-Estoy escuchando ruidos en la casa de al lado, Mabel -insistió por lo bajo, encendiendo la lámpara de la mesita de noche de su hermana-. Y vi un par de sombras moverse en su patio.
Mabel intentó abrir un ojo adormilada para verlo, pero la luz la cegaba.
-¿De qué hablas? -cuestionó confundida, tratando de ajustarse a la luz.
-¿Crees que podría ser un fantasma? Llevan años intentando vender la casa y nunca han podido, ¿y de repente hay ruidos en medio de la noche? ¿No te parece raro?
Mabel frunció el ceño y se cubrió el rostro con la almohada.
-Tal vez si no estuvieras tan desvelado por estar leyendo tus libros de misterios tal vez no creerías que hay fantasmas en la casa de al lado -se quejó la castaña-, ve a dormir, Dipper, lo necesitas.
-Pero-
-Dipper... -interrumpió su hermana-, necesitamos dormir y no puedo si sigues hablando mientras lees o si crees que hay fantasmas afuera, mañana tenemos clases, así que regresa a la cama.
El mencionado intentó decir algo más pero su hermana apagó la lámpara, dándole la espalda para tratar de regresar a dormir, el castaño soltó un suspiro de mala gana intentando regresar a la cama.
Y por más que trató cerrar los ojos y dormir, no logró sacarse los ruidos de la cabeza, después de todo leía y leía todo el tiempo sobre misterios y ahora que tenía uno ¿no haría nada? Él no podía hacer eso, así que contra todos los reclamos de su hermana tomó la linterna que tenía en su cajón, tomó un abrigo y empezó a bajar los escalones de su casa, al llegar a la puerta de cristal que daba a su patio se quedó unos minutos viendo su reflejo, pensando en si realmente valía la pena salir a investigar...
Dipper se dio la vuelta, subiendo las escaleras de regreso y estuvo a punto de regresar a la cama cuando el ruido de cristales rotos lo alertó, sin dudarlo corrió hasta abajo de nuevo y esta vez cuando se encontró con su reflejo deslizó la puerta abrazando contra él su linterna.
Al salir se encontró con la maceta de las flores favoritas de su madre, rota, con la tierra y las hojas por el suelo, pero lo que llamó la atención de Dipper fue encontrarse con un par de pisadas que llevaban a la cerca que separaba la casa de él con la casa vacía de al lado.
Con la linterna alumbró el rastro hasta encontrarse a un niño de espaldas intentando con todas sus fuerzas escalar la cerca, quien al sentir la luz sobre él soltó:
-Demonios -murmuró girándose para ver al castaño y alzando las manos como criminal.
Dipper lo observó con precaución, frente a él estaba un niño de aparentemente su edad, con el cabello rubio completamente revuelto y los ojos ambarinos, llevaba puesto un sueter tejido de color amarillo con un ojo en el centro, el castaño se quedó sin palabras al verlo, ¿ese era el fantasma de la casa de al lado? El fantasma le extendió la mano a Dipper, la cual estaba llena de tierra haciéndole fruncir el ceño.
-¿Quién eres? -preguntó el castaño.
-Nombre es Bill Cipher -se presentó con una sonrisa que no fue correspondida, haciéndolo bajar el brazo-, no le digas a nadie que me viste o mi nave nodriza te secuestrará, ¿okay, niño?
-¿Qué?
-Soy un alíen, duh -dijo mientras brincaba-. Compra oro, adiós.
El rubio le guiñó un ojo y Dipper abrió la boca en sorpresa, sintiéndose bastante avergonzado de repente, un par de ruidos sonaron detrás del castaño.
-¡Espera! -intentó detenerlo, pero el chico ya había cruzado de regreso.
Dipper sintió la luz del patio encenderse detrás de él y un quejido salió de la garganta de su madre, el menor se dio la vuelta para encontrarla viendo la maceta rota, con su padre al lado negando con la cabeza.
-¡Mason Pines! -le regañó-. ¿Rompiste mi maceta? ¡Mis orquídeas! Oh jovencito, estás castigado.
-¡Pero-! ¡Yo no fui! ¡Fue-!
-¡Pero nada! ¿Vas a decir que fueron los aliens como cuando destruiste mi vestido? -replicó la mamá.
-Nunca dije que fueron los aliens, dije que fue por los aliens, quería hacer un globo que llevará un video de contacto, y no iba a decir eso, esta vez fue...
-No quiero escuchar tus excusas, Mason, a tu habitación.
El castaño entró a su casa cabizbajo, mientras su madre recogía la planta del piso.
-¿Tenías que escoger las 3:00 de la mañana para hacer travesuras? -le preguntó su padre.
-¡Yo no fui! -trató de explicarle-, había un niño y creo que aventó un balón o algo, pero no fui yo.
-¿Esperas que crea que haya un niño jugando a la pelota a esta hora? -cuestionó levantando la ceja-. ¿De todas las cosas que podrían ser, en serio tenías que destruir las orquídeas de tu madre? Sabes que cuida esas flores con su vida.
-¡Es la verdad! Yo nunca le hubiera hecho nada a sus flores -murmuró bastante frustrado-, tienes que creerme... ¡fue un...
-Sube a dormir, Mason -le advirtió-, trataré de calmar a tu madre, pero ve a dormir ahora.
El mencionado hizo un puchero, sintiéndose bastante decaído por las reprimendas de sus padres, con tristeza se dirigió hasta su habitación encontrándose a su hermana adormilada viéndolo preocupada desde arriba de las escaleras.
-Dipper... -soltó en un pequeño murmullo abrazando a su hermano-, te dije que te durmieras.
-Ugh... ya sé -susurró mientras ambos regresaban a su habitación-. ¿Qué crees que me quiten?
-Probablemente no te compren el libro que te prometieron.
-Maldito, Bill Cipher -se quejó.
Los dos gemelos habían regresado a la cama y mientras que Mabel había podido regresar a dormir tan fácilmente, Dipper se encontró viendo las estrellas falsas en el techo de su habitación con bastante frustración.
¿Qué había sido eso? ¡Estaba castigado por culpa de un niño que se había colado en su casa!
Estaba molesto, muy molesto con aquel niño, fantasma o no, Bill Cipher se iba a arrepentir del día que decidió matar las flores favoritas de su mamá.
Hoy se había ganado un enemigo.》
Canción: Now is the start de A fine frenzy
¡Hola!
Also, que sexy es Bill de jefe y Vanessa de jefa también.
Como nota para los nuevos en la cuenta, Vanessa y Xólotl son dos OC's recurrentes que usamos en nuestras historias, no son particularmente relevantes, pero ahí estarán.
Si se preguntan porque pusimos un mapache alopecico es porque nuestro gato (llamado Xolotl xd) que parece mapache y siempre decimos que es nuestro mapache, estaba quedando calvo por una deficiencia de vitaminas (que ya se resolvio) y un día nos aparecio un post de un mapache calvo y tania no lo deja ir.
No sé que más decir, sólo que espero que les guste esta nueva historia, tendremos mucho drama jijiji
¡Espero que disfruten!
-Karla y Tania
PS: Si leyeron el otro titulo fue un error, perdón por actualizar a las 3 de la mañana medio dormidas pero ya esta todo bien :D
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