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Sueños (Prólogo)


La noche caía poco a poco inundando de oscuridad, silencio y tranquilidad la ciudad una vez más, el día había sido bastante cansador y abrumante para el joven pelirrojo que recién llegaba a su hogar el cual estaba, como cada día, en la paz completa debido a la soledad que permanece en ella cuando dicho joven no la habita.

Una vez dentro de su morada esté dejo sus cosas a un lado para luego dirigirse directamente a su habitación para descansar como cada día de su monótona rutina que estaba asignada, así como tal desde que él se había independizado; cosa que, si bien no se arrepentía de hacer, eso no le terminaba de convencer debido a que siempre fue alguien muy sociable y que siempre solía hacer bromas, pero estando solo, no tenía a quien molestar con ellas.

Dentro de sus vagas ideas de como seguir a futuro solamente había una que era seguir con su rutina de trabajar y dormir, y así consecutivamente. 


Una vez más, quedaba recostado en su cómoda cama de dos plazas con almohadas y mantas suaves que solamente colaboraban para darle sueño, mientras que esté intentaba mantener sus ojos color cielo abiertos. No demoro mucho en dormirse, aunque él se negaba a hundirse en el mundo de los sueños, donde todo puede ser real por algunos momentos y tal vez puede traer algo de felicidad, miedo o tranquilidad dependiendo de cómo sea esa proyección mental mientras que uno permanece dormido.

Duilio siempre detesto dormir ya que para él era como morir o dejar de existir durante un tiempo, actualmente adora dormir e intenta hacerlo cada que puede ya que significa escapar de la realidad y tener algo de alegría, diversión en su vida que cada vez se volvía más monótona y abrumadora para él. Este cambio repentino en su forma de ver la acción de dormir no solo cambio a causa de su rutina, si no, también a causa de una similitud que tenían sus sueños que le alegraban cada noche, y esa similitud se llamaba Moixa.


Y ahí estaba el joven, corriendo de varios guardias reales mientras que se llevaba cantidades enormes de dulces en una bolsa y la joven de tez morena corría junto a él explicando a gritos que, Duilio, no estaba robando ya que ella se lo permitió. A pesar de esos intentos de explicar los guardias seguían persiguiéndolos y fue así hasta que el pelirrojo subió a Moixa al árbol para luego subir él. Permanecieron en dicho escondite durante varios minutos mientras que Duilio le contaba múltiples bromas a la ojinegra, la cual reía con sinceridad y de manera totalmente dulce que él amaba con todo el corazón. 

Ella siempre reía así y de por si su personalidad era dulce a pesar de lo enojona que era. Él, por otro lado, era más bruto en personalidad, pero siempre lograba sacarle una sonrisa a alguien de una u otra forma. Y esto hacía que se complementaran a la perfección

La tarde transcurrió con esa misma dulzura y tranquilidad que se mantenía en el entorno en que ambos estaban; pero como todo, tenía un final.

Era la hora en la que Duilio tenía que despertar, pero no pensaba irse por cuenta propia, iba a esperar a que su cuerpo lo hiciera volver a la realidad monótona, donde el pertenece realmente a pesar de que él estaba totalmente seguro de que ese no era el lugar donde realmente pertenecía. Moixa parecía notar que esta era la hora en la que su compañero de aventuras abandonara dicho lugar de maravillas a pesar del hermoso momento que estaban viviendo:

Corriendo uno junto al otro en un campo verde con muchísimas flores bellísimas mientras que ambos reían como si fueran dos niños pequeños disfrutando de perseguir el sol que poco a poco desaparecía más en el horizonte como si huyera de estos dos, todo era alegría hasta que ambos pasaron por un montón de flores cubiertas de mariposas que, al pasar por ellas, en un instante esos cortos rizos rojizos, ojos cielo y risa brillante se desvanecieron entre esas alas naranjas de dicho insecto volador ante los ojos de Moixa; en ese mismísimo instante ella quedo quieta unos segundo mirando el lugar solía estar él para luego sonreír dulcemente y decir con su tono de voz tranquilizante:

- Te esperare aquí Duilio...

Y así despertó él, con esa última frase cruzando su mente junto a la hermosa imagen de la risa dulce acompañada por los rizos negros de Moixa siendo movidos por la brisa.

- Ahg...porque siempre en los mejores momentos.

Dijo suspirando levemente para luego levantarse con velocidad e ir directo a prepararse para comenzar su rutina de trabajo una vez más y esperar a volver a soñar con esa preciosa chica llamada Moixa, que solamente le traía más y más alegría a su vida.

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