Parte 2. Serenta Para Dos
— Entra. — la invitó en voz baja, con su brazo estirado en cortesía.
— ¿E-estas seguro? — su corazón dio un salto al notar que la invitaba, a ella, a pasar a su habitación, algo que no se imaginaba ni en sus más remotas ideas. — ¿No es algo malo?, digo, te meteras en problemas.
Simples excusas vinieron a su mente, disfrazando cada uno de sus nervios, tratando de salvarse a sí misma, tratando de no entrar ahí, porque ella sabía muy bien.... Que aunque no estén haciendo nada malo... Su corazón gritaba «peligro». No por la posibilidad de ser atrapados, sino porque... Tal vez, ya no pueda seguir deteniendo sus sentimientos.
— Es cierto, pero... Pensé que querías compañía y... — tocó delicadamente su hombro, por encima del suave suéter que la envolvía, ambos reaccionando a aquel suave tacto, él sintió su mano temblar y ella respondió tensado su piel, reprendido a sí misma reaccionar al tacto del chico. — Yo también, después de todo, somos los únicos a las tres de la mañana.
La chica no pudo evitar las ganas de sonreír al escuchar que él quería su compañía.
— C-claro que si no quieres, lo respeto, l-lo respeto de verdad y lo siento. — se apresuró a decir el chico al ver como los ojos de la chica eran puro asombro y se negaba a entrar, tal vez se había apresurado según su criterio.
— N-no es eso, lo que quiero decir es que... ¿De verdad quieres entre? ¿Por ti no hay problema? — ella también con un nervioso tono en su voz, quería asegurarse de que todo esté bien y que ella... No le cause problemas.
— Claro que no. — deslizó tímido su mano por el brazo de la chica, como si fuera la primera vez que tocara a una mujer, como si no la quisiera romper, nervioso y ansioso de sentirla, la piel tan deseada en sus sueños, y como en los mismos, poder entrelazar su mano con la suya, aquella que parecía intocable e inalcanzable. — Me encantaría que fueras mi compañera esta noche. — al fin sus yemas rozaron con la hermosa mano de su hermosa portadora, y ambos sintieron su rostro calentarse y contuvieron el aliento. — Además, tengo algo que quiero enseñarte.
Y como en los sueños de ambos, el único lugar en el que podían verse y disfrutarse sin que nadie les diga que hacer, él la guió de la mano desde el marco de la puerta hasta entrar, aún en silencio, a la habitación del chico.
Y aunque el escenario no es el mismo que ellos se imaginaban como un agradable paseo ante un bello atardecer o la suave arena de la playa acariciar sus pies, tenían la compañía de la luz de la luna y la sombra de una nevada de pequeños copos, que parecía más una lluvia de azúcar.
Es más que suficiente.
Cerraron cuidadosamente la puerta, esperando que nadie interrumpiera su momento, y que el mismo mundo abra aquella puerta sólo para recordarles que no deben estar, y jamás estarán juntos.
— Espera. — el chico japonés le indicó que se sentara en la cama ya más tranquilo, y esperara, pues tenía que ir por algo a su maleta.
La Zarina no se había dado cuenta que en tan poco tiempo había empezado a nevar, miraba por el cristal la danza de aquellos copos en libertad, bailando todos tan libres entre el manto de la noche, sin importarles que caerán, algunos bailaban solos y de vez en cuando, las amables ráfagas de viento les dejaban subir, lo más bello a sus ojos era la delicada manta blanca que hacían al caer y como tomaban prestada la luz de la luna aquellos copos y brillaban como pequeñas estrellas, parecía una lluvia de estrellas, como lágrimas de luna.
Una hermosa danza, y al igual que su compañero, miró celosamente como en un rápido vaivén las parejas de copos, danzaban en un sólo compás, ante el viento y hielo, hasta fundirse en uno sólo. Miró tristemente cuando una de ellas, una preciosa pareja, que saltaba entre los hilos de viento, antes de fundirse, antes de ser uno sólo, ahora un viento cruel sopló contra ellos y... Terminaron por caer, uno separado del otro.
"Las cosas así tienen que ser, y aunque nosotros estemos tan cerca, el mundo tiene que azotar nuestros sueños para hacernos despertar en nuestras realidades"
— Aquí está. — pero cuando ella escuchó su voz, abundando y tomando la habitación, despertó de sus pensamientos.
— Zhenya, no suelo hacer ésto con alguien más, pero algo dentro mí dijo que... Tal vez... — toda la seguridad que había construido en esos escasos minutos se habían desvanecido cuando los grandes ojos de ella se posaron en él, aquellos que encantan sus sueños, lo miraron, y aunque siempre los miraba cada vez que podía, parecía que el brillo en sus ojos, hizo que la misma luz de las estrellas se iluminarán aún más. — D-digo, quería que fueras la primera en usar esto.
Y aunque no lo parezca, Yuzuru sacó de lo que parecía un calcetín, su segunda medalla de oro olímpica, el reluciente metal reflejando el mismo brillo que la redonda luna, haciendo que en el rostro de Evgenia se tiñeran sus mejillas de un suave carmín y se llevara las manos a su rostro en sorpresa.
— P-pero, Yuzuru. — sus bellos ojos abiertos de par en par, asombrada por la petición del chico. — E-es.... N-no... No puedo, no... Digo, es tu medalla.
— Quiero que la uses, aunque sea un momento, de verdad sig-significaría mucho para mí que la uses. — le volvió a ofrecer la medalla, aunque con más insistencia ahora. — Por favor, también quiero que uses una.
— V-vaya, g-gracias. — y así ella accedió, adornando su cuello con la importante medalla de Yuzuru Hanyu, viendo en ella, la medalla que le había prometido ganar junto con él, un cosquilleo apareció en sus ojos y le empezaron a picar queriendo salir lágrimas de ellos. — L-lamento no haber cumplido con mi promesa.
— Para mí, siempre colgarás en tu cuello una medalla de oro. Siempre. — le sonrió dulcemente, feliz de ver que ella ya no se mortificaría con eso. — Se ve bien en ti, me gusta.
Se acercó a ella, haciendo que sus piernas se toquen aún más, y se inclinó hacia la fémina aún más, haciéndola temblar de nervios, mirando fijamente su rostro, iluminado por el brillo del metal, sus respiraciones se aceleraron al igual que parecía que sus corazones corrían una carrera, sus cuerpos tan juntos que sentían el calor del otro, ambos manteniendo la mirada, perdidos en ella.
— Baila conmigo. — susurró en su oído, su cálido aliento sobre su blanca piel. — Ahora no hay viento que nos separe y... Bailemos hasta dónde la noche nos permita, por favor Evgenia.
— ¿Bailar? — su corazón se agitó más con sólo pensarlo. Y pensó que sólo por esa noche, dejaría que él la llevase a dónde sueñe él.
"No importa dónde sea, llévame a dónde sueñes tú... Porque soy feliz sólo estando junto a ti, aunque sólo sea ésta noche."
— Aunque no haya música y sólo sea por un momento, quiero bailar contigo. — le tomó de la mano y la llevó al lado del ventanal, al ver ella no se negaba. — Porque cada vez que te escucho, mi serenata preferida empieza a sonar.
— ¿Cuál serenata? — preguntó curiosa ante tal palabra, mientras posaba sus pequeñas manos en los hombros del japonés y empezaba a balancearse, dispuesta a dejarse llevar.
— Nuestra serenata. — posó igualmente sus manos en la cintura de Zhenya y empezó a bailar con ella, esperando que igual que a los copos de nieve, se les permitiese bailar aunque sea esa noche. — Para dos.
Y pensar que siempre la miré, desde lejos, esperando por éste momento, ¿Cómo olvidarla si siempre que ella está, tengo éste sentimiento dentro de mí?
— ¿Sabes? Cada vez que miro tus ojos, veo reflejados en ellos el brillo de las estrellas. — dijo sin pensarlo, temiendo por la reacción de la chica.
Ella sólo pudo sonrojarse, y como decidió, se dejó llevar por sus palabras, aunque su corazón lloraba de felicidad por escuchar aquello, también lloraba porque eran mentiras.
¿Cuántas frases le habían dicho, expresando lo mismo?
— ¿Ah, sí? — lamentablemente ella no quería jugar al mismo juego, no podría.
" No importa cuantas veces lo haga, practico todos los días, pensando en una frase inteligente para que su significado sea real, y aunque sean sólo palabras para ti, para mí nunca habían sido tan acertadas" Hanyu ya sabía sobre esto.
Y se podía ver en sus ojos, despreciaba sus palabras, ¿Será eso?
— Estamos bailando bajo la luz de la luna, ¿podemos disfrutalo? — Medvedeva intentó de esa manera hacer callar el lugar y disfrutar así lo más que pudiera, sin que sus palabras la sigan amarrando sin querer.
Yuzu no comprendía, creía que ésto ya no era más que una amistad, y quería demostrarse lo, aunque el destino no lo quisiera, él lo habría de intentar.
— Puedo ser valiente como lo es un caballero, por tí. — la hizo mirarlo, con una vuelta astuta, dejándolos cada vez más juntos. — O sí quieres puedo ser una sombra de la noche. — las palabras que tenía preparadas para ella salían de él sin permiso, queriendo demostrarle a la mirada de la chica de sus sueños que, el significado de ellas es real, y también su amor. — Nadie te amará de la manera en que yo lo hago.— tomó el liderazgo del baile, impidiendo que Zhenya escapara. — ¡Volemos sobre la luna si así lo quieres! No me malentiendas, por favor. — tan juntos que su perfume le resultaba embriagante.
Y mientras ellos bailaban, los copos también junto con las estrellas del cielo de Pyeong Chang, la luna les miraba cómplice desde el cielo. Pues había escuchado sus plegarias, y les permitió estar juntos esa noche.
Bajo su luz y llanto, sellando su amor.
— Tal vez soy egoísta pero.... Quiero que tu también, me ames. — eso terminó por arrebatar lo último del corazón de Zhenya, pues había escuchado lo que sólo en sus sueños pasaba, te amo. — Aunque sólo sea por ésta noche, sé la única para mí.
Yuzuru no recibía respuesta de parte de la zarina así que pensó que no tenía caso. De nuevo lo arruinó todo diciendo algo estúpido como un te amo.
— Hasta que las nubes escondan y se lleven a la luna. — terminó por susurrarle, al fin aflojando su agarre sobre ella, soltandola, dejándola ir.
Pero ella no lo hizo, muy por el contrario, le tomó de las mejillas y con los ojos llenos de lágrimas de felicidad, le preguntó:
— ¿De verdad, quieres que corresponda? ¿No te has dado cuenta que te amo?
Y con aquel toque de su parte, la música en su ser pareció dejar de sonar, la serenata para dos se desvaneció con la permanencia del toque de Zhenya, nunca se había sentido así.
Ella le correspondía.
— ¿De verdad? — acercó levemente su rostro sujeto hacia ella, también queriendo llorar.
— Sí, te amo. Y no necesitas hacer todos esos juegos, todo lo que necesito es que me ames de igual modo — y sin más que decir y esperar, acortó la poca distancia entre sus labios, y le besó.
Como único, la luna vio complacida, como aquel hombre había hecho una sabia elección, mirando con ternura como sus meñiques estaban mutuamente atados por un hilo rojo.
Dando ya las 4:30 a.m.
— ¿Por qué tenemos que hacernos pasar por éste infierno? — se dijeron una vez que se separaron.
— No necesito que sea algo duradero como en 1954. — le dijo ella. — No tiene que ser para siempre, soy feliz sabiendo que estoy en tu corazón.
— Zhenya, no tienes que...
— Así son las cosas, y lo intentamos pero cada vez que la gente pregunta por nosotros, nos obligan a ignorarlo y tampoco puedo decirte que eres lo que quiero. Nos duele, y por eso, tenemos que fingir que nada pasó. — terminó con una sonrisa, pero no como con las que él soñaba, sino con una amarga, además de sus ojos tristes.
Se separó de él, y caminó a la puerta.
— Pero quiero que sepas que mi sentimiento es real, y no creo que se vaya tan fácil. — tomó el picaporte y miró hacia tras para verlo una vez más. — Lucharé contra la marea y viento que venga, ¿tú también lo harás?
El chico no respondió pues no estaba listo para responder, no aún.
— No te preocupes, yo esperaré.
«Y así es como los copos, se les permitió danzar una noche, aunque se encontraron... Se tuvieron que separar»
Con la mirada baja, Evgenia salió del lugar, confundida. Estaba satisfecha pues sabía que él le amaba pero, no sabía si él luchará por ello hasta el final.
"¿Por qué será que cada vez que vamos a bailar hay una posibilidad de que no salgas conmigo?"
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Muchas gracias por leer esta historia, me encantaría que votaras si te gustó ya que me ayuda mucho a seguir mis historias.
Éste es mi primer Two-Shot de Yuzuru y Evgenia. Noches de Pyeong Chang.
Me encantan los dos tanto su patinaje como las personas que son.
Un dato es que me inspiré en varias canciones para crearlo como es :
- Somethin' Stupid by Robbie Williams
- Why by Shawn Mendes
- Serenade for two.
Gracias por leer.
Danielle.
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