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Capítulo 52.

Capítulo 52.

Me remuevo bajo las sábanas, envueltas alrededor de mi cintura. Un calor abrasador calienta mi piel, haciendo que despierte poco a poco. Mis ojos tardan en acostumbrarse a la luz natural que se cuela por los cristales de la ventana. Palpo a un costado del colchón, buscando un cuerpo a tientas. El lugar se encontraba vacío.

Parpadeo, mejorando mi enfoque. Pronto mi vista capta a una silueta que permanece entre la oscuridad, a un costado de la ventana.

Holder me contempla desde su posición, inhalando el humo del cigarrillo que sostiene entre los dedos. No puedo decir con claridad lo que refleja su rostro, pero aunque este se muestra sereno, el vacío en sus ojos me pone en alerta.

Me incorporo de la cama, sosteniendo la sábana contra mi pecho desnudo. Siento una molestia en mis partes al sentarme, haciendo que frunza los labios un poco.

-¿Qué sucede?

Suelta el aire que estaba conteniendo del cigarrillo, recargando la cabeza en la pared y casi parece meditar la respuesta, ceñudo. Un mal presentimiento se adueña de mi pecho.

-Nada - responde después de algunos segundos en silencio. Casi parecía preocupado.

Lo miro recelosa.

-¿Estamos bien? - me atrevo a preguntar nuevamente ante la frialdad del momento. Se supone que así no era como debería de despertarme y definitivamente algo estaba pasando.

De pronto me aterra la idea que lo de anoche no haya sido lo suficientemente satisfactorio para él.

Con el cigarrillo por la mitad y dando la última inhalada, bota el resto por la ventana y se acerca a la cama. Apoya las rodillas sobre el colchón, subiéndose y comenzando a gatear hacia mi. Trepa por mi cuerpo, acorralándome entre sus brazos y el espaldar de la cama.

Tras darme una mirada profunda, dirige sus labios hasta mi frente donde deja un beso plasmado a fuego.

Cierro los ojos al sentir ese tacto. Logra calmar por instantes las dudas de mi interior.

-Mírame - ordena en voz baja. Los abro. Una sonrisa aflora en las comisuras de sus labios - Has estado perfecta.

Es como si supiera cada uno de mis pensamientos. Ha leído la inseguridad reflejada hace cinco minutos.

Sonrío medio atontada. Pero pronto mi sonrisa se congela al ver una de sus cejas arqueadas y una mueca de disgusto dibujada en sus facciones. Tiene la vista clava en mis manos sosteniendo la sabana contra mi pecho.

-¿Por qué te cubres?

Siento como el calor sube hasta mi cara, sonrojándome. La indignación me puede.

-No porque las hayas visto anoche significa que andaré con mis cosas al aire.

Arruga el entrecejo. El humor brilla en sus ojos de pronto. Chasquea la lengua.

-Has arruinado mis fantasías por completo - se hace el ofendido. Entorno los ojos. - Y desde ahora, tus cosas, son mías. Sólo mías, para contemplarlas mientras voy devorando cada rincón de tu cuerpo.

No puedo evitar reírme. Parece un niño caprichoso y el hecho que este encaprichado con mis pechos demuestra que es un hombre al final de todo. Un hombre de calientes pensamientos y pervertidas intenciones.

Me muevo, recargando mi espalda en la cama. El movimiento vuelve a traer de vuelta el dolor en mi entrepierna.

-¿Te duele? - pregunta al ver mi gesto contraído.

-Un poco. Creo que me has roto algo. Literalmente.

Sonríe orgulloso.

-No oí quejas cuando te metí la po...

Le lanzo la almohada en la cara, muerta de la vergüenza por sus palabras. Me escabullo bajo su cuerpo, envolviendo las sábanas a mi alrededor y yendo al otro lado de la habitación, escuchando su risa a mis espaldas.

Algo tira de la tela que cubre mi desnudez, con fuerza. Pierdo el agarre y pronto el aire fresco abraza mi piel.

Me cubro rápidamente mis partes íntimas con mis manos, soltando un chillido. ¿Qué coño hace?

Lanza el revoltijo de tela a un lado, contemplándome de pie y ojos perspicaces ante mi timidez.

-No hubo nada inocente en lo que hicimos hace algunas horas. Tampoco nada tabú. Sólo éramos dos personas conociendo un cuerpo desconocido - dice con el sarcasmo resbalando de sus labios mientras se acerca.

Cuando está frente a mi desliza las manos hasta donde las mías cubren mis partes. Me mira un momento en busca de rechazo, pero no muevo un músculo en negación. Dejo que poco a poco retire mis manos de mi cuerpo hacia ambos costados; dejándolos inertes.

Me quedo estática, siendo escudriñada bajo su atenta mirada. El par de esferas azuladas recorren cada rincón de mi cuerpo expuesto. Lo mira con devoción, amor y algo más que no logro entender, pero es tan fuerte, tan real como cualquier otra cosa en este mundo.

Mis pezones se endurecen cuando las puntas de sus dedos dibujan círculos sobre ellos, trazando su forma. Trago saliva ante las corrientes eléctricas que me provoca su tacto sobre mi piel caliente y sensible a su toque. Joder.

La sonrisa que poco a poco se extiende por sus labios es cínica.

-Aunque desee abrirte de piernas y tenerte debajo de mi, gimiendo mi nombre, tengo que controlarme para no lastimarte. Estás sensible - coloca algunas mechones de mi cabello detrás de mis orejas en una tierna caricia.

Parece como si se estuviera recordando a sí mismo que tiene que tomar las cosas con calma. Me sonrojo por el descaro de sus palabras, haciéndolas lucir como una promesa cargada de decisión.

Quiero sentirme envuelta de nuevo entre sus brazos, rodeada de ese fuego que desprenden sus besos y cada toque sobre mi cuerpo; envuelta en esa pasión que desprende al hacer el amor.

-¿Y por qué no lo haces? - le tiento, sintiéndome la Diosa de la sensualidad.

Detiene sus caricias de pronto sobre mi cuello.

Ladea el rostro, penetrando mi piel con la profunda mirada que me lanza. Ya no sonríe, ahora está serio.

-Porque cuando eso pase, te tomaré como y cuando me plazca. Cada pedacito de ti, me pertenecerá - me estremezco por el erotismo de su voz mientras vas descendiendo las palmas de las manos por la piel de mi espalda, bajando hasta la redondez de mis nalgas.

Doy un respingo cuando las aprieta con fuerza y tira de mi hacia el.

-No habrá un sólo lugar de ti que no me haya tenido dentro o encima - me quedo sin habla, contemplándolo con la boca entreabierta; sin inmutar palabra alguna.

Me fijo en sus carnosos labios que están cerca de mi rostro y soy tentada a probarlos en un beso profundo. Suspira en mi boca, abriendo la suya para corresponder a mi beso, moviendo la boca al par de la mía, implantando su propio ritmo, capturando entre sus labios mi labio inferior, chupándolo.

Rompe el beso, lamiéndose los labios y ese gesto tan simple provoca un cosquilleo en lo bajo de mi vientre.

-Pero ahora, vamos a ducharnos.

Suelto un grito al volar por los aires y ser tomada entre sus brazos, acomodando mis piernas a ambos lados de su cintura y caminando conmigo trepada alrededor de su cuerpo a la ducha.

Una vez dentro, abre el grifo del agua y esta nos empapa, haciendo que fortalezca mi abrazo alrededor de su cuello ahogando un chillido en el hueco de su garganta.

Me deslizo hasta que mis pies tocan en el suelo. Sus ojos me encuentran y la sonrisa que adornaba sus carnosos labios, desaparece. Recorre con la mirada cada centímetro de mi rostro, una mirada que nunca antes me había dedicado, provocando que mi corazón lata acelerado.

Levanta las manos, apoyándolas en mis mejillas y acariciándolas con suma delicadeza, tanto como si temiera romperme.

Estoy a punto de preguntarle que piensa, cuando me atrae hacia sus labios, presionándolos por encima de los míos, convirtiéndo el roce en una tierna caricia antes de apartarse. Matengo los ojos cerrados sintiendo como recarga su frente en la mía y no sé porqué, pero unas enormes ganas de llorar me invaden.

El toque en mis mejillas es melancólico, como la mirada que me dedico hace unos minutos atrás. La punta de sus dedos alza mi mentón hacia esa boca deseosa. Nuestros labios se abren en un beso profundo, donde los sentimientos, comienzan a sentirse, moviéndose lentamente, sin prisas. Como si buscaremos algo perdido.

Nos separamos luego de algunos segundos y cuando abro los ojos, sus magníficos orbes me observan con una profunda mirada.

Me siento perdida en el azul que decora sus ojos.

-No importa que tanto intentemos correr, de alguna u otra forma, terminamos volviendo al mismo inicio - susurró en voz grave, el sonido ronco de su voz retumbó en mis oídos.

La profundidad de sus palabras se acentuó en cada sílaba, notándose el magnetismo y determinación.

-Entonces significa que siempre volveremos a encontrarnos.

Asiente, deslizando su brazo hacia donde está el frasco de shampoo. Vierte una cantidad exacta entre sus manos, frotándolas hasta que hace espuma. Cojo el frasco imitando la misma acción de él. El shampoo queda olvidado en alguna parte de la ducha mientras procedemos a aplicarlo en la cabeza de el otro, serpenteando entre los mechones húmedos, a la vez que quedamos atrapados en una mirada abrasadora. Chispas saltan a nuestro alrededor.

¿Lo sientes?

Mis ojos y cuerpo gritan aquellos sentimientos que no somos capaces de describir. El brillos en los orbes azulados de Holder es una clara confirmación que él también lo siente.

Nos aclaramos el pelo bajo la abundante agua. Holder continúa tomándose muy en serio lo de ducharnos. Pasa por mi cuerpo el jabón, frotando delicadamente mis pechos; enjabonándolo. Sus pulgares se paralizan por el arco de mis pechos y la punta de sus dedos trazan la redondez, mirándolos como una obra de arte que merece ser contemplada.

Mis pezones se endurecen al tener esos endemoniados ojos grabando su marca a fuego en mi piel. Una corriente eléctrica viaja hasta recorrer mi entrepierna húmeda y deseosa de sentir sus dedos acariciando mis pliegues. Trago saliva ante el recuerdo. Siento mis pupilas dilatarse.

Las suyas se dilatan, con un oscurecimiento lujurioso brillante. Pero continúa con su papel, limpiando mi cuerpo centímetro a centímetro. Es un pequeño instante tan íntimo el que compartimos, como una pareja que tiene años conociéndose a través de sus pieles, que no me siento cohibida ante sus depredadores ojos.

Mis manos cobran vida propia y empiezan a recorrer su cuerpo, tocando sus músculos definidos y duros bajo mis palmas. Froto sobre los abdominales marcados, mirándole contener el aliento por mi toque.

Ninguno de los dos llega a explorar más allá de los límites de adoración. Solamente somos él y yo, ahora, más expuestos de lo que quizás alguna vez nos dejamos ver.

El roce de nuestras pieles, el aroma de el jabón flotando en el aire y el sonido del agua al caer, es tan reconfortante que cierro los ojos, dejándome embargar ante el montón de sensaciones.

Estoy segura, que nada volverá a ser igual después de él. Aún si pasasen miles de años...












🍁🍁🍁🍁🍁🍁

Estábamos sentados con nuestras piernas enredadas sobre las sábanas, viendo una serie de suspenso en mi móvil. El sol estaba poco a poco desvaneciéndose para dar entrada a la noche.

En eso, una melodía corta el silencio relajado que hemos creado. Coloco pausa al vídeo y es cuando mi mente procesa que el sonido proviene del móvil de Holder, que está a un lado de la mesilla de noche.

La pantalla se enciende al recibir la llamada. Es un número privado. Holder coge el móvil, descolgando la llamada desconocida.

Frunzo el ceño cuando comienza a hablar en italiano. Se levanta de la cama y camina hasta el lado opuesto de la habitación, dándome la espalda. El tono de su voz es bajo y salvaje, como si fuera de advertencia a la persona del otro lado de la línea.

Una sensación de amargo crecer en el centro de mi estómago. La duda de la incertidumbre comienza a carcomer mi cerebro. ¿Por qué toma esa actitud rebelde?

Me levanto para preguntarle si todo está bien cuando el toqueo urgente de la puerta principal llama mi atención, desviándome del principal objetivo.

Salgo hasta la puerta y abro. Anna.

La miro sin poder creerlo. Al instante de abrir, me lanza a mis pies un montón de papeles.

-Mira lo que toda esa gente anda hablando de ti.

Miro con los ojos entrecerrados la portada de una revista. En ella aparecemos Holder y yo, caminando por la playa, y un título como medio de referencia a dicha foto.

Hija del famoso magnate de Londres, es captada bajo el foco de nuestras cámaras, gritando a los cuatro vientos el amor prohibido con su hermanastro.

La forma tan asquerosa en la que postean nuestra vida privada en una revista, hace que el calor se acentúe en mis mejillas.

-¿Para esto has venido? ¿A mostrarme lo que ese montón de gente cotilla, chismosea de nosotros?

Ignora mi pregunta, mirándome bajo sus orbes de acero.

-He hablado con tú padre. Lo mejor será que te marches y regreses a Londres, y puedas olvidarte de este capricho - casi me echo a reír.

¿Qué ha dicho?

De un momento a otra, intenta atrapar mis muñecas pero las retiro. He entrado en cólera.

-No lo hagas - le advierto en un tono serio. Le hago saber que el tema se tiene que acabar ahora mismo - No puedes volver aquí como si nada y soltarme toda esta palabrería barata. No puedes controlar mi vida, ¡detente! ¿Es que acaso no lo ves?

Su mirada es feroz.

-Lo único que estoy viendo es como vas corriendo a tu autodestrucción. Ese chico sólo trae problemas, Tessa. ¡Reacciona! - espeta, como si fuera obvio.

Niego con la cabeza, sintiendo dolor y rabia mezclándose a través de mi cuerpo.

-Entonces deseame suerte - me doy la vuelta para regresar adentro donde me siento segura y no juzgada por la persona que debería apoyarme.

Ni siquiera debería estar aquí. Estoy harta de este circo y es por eso que planeo detenerlo. Eso hace que mi malhumor empeore. Lo he intentando. He intentado llevar la fiesta en paz, pero se acabó.

La decepción se catapulta en una bola llena de amargo odio.

Sus uñas se clavan en mi codo, haciéndolo doler al tirar con fuerza. Los escasos escalones que subí de la entrada me hace bajarlos a tropezones, halando mi brazo hasta que el dolor recorre la articulación.

-¡Te estoy salvando! - me grita a la cara, fuera de control.

-¡De quién deberías salvarme en realidad es de ti!.

De un instante a otro, en un parpadeo, mi cara está siendo girada bruscamente hacia un costado con su mano cruzándome la mejilla de una sonora bofetada. Tanto la ira como el dolor hace mecha en mí, haciendo que las lágrimas se desborden de mis ojos a lo largo de mis mejillas.

El impacto de su mano al estrellarse contra un costado de mi cara, hace que los dientes se encajen en la piel frágil de mis labios; lastimándola. Saboreo la sangre.

Giro la cara para mirar la sombra disfrazada de un ser humano.

Ella parpadea, liberándome del agarre como si este le quemara. Sus orbes recorren varios segundos el labio lastimado. ¿Se supone que una madre infla dolor en el ser que vino de ella? ¿Hasta dónde es capaz de llegar un ser de apariencia humana, pero carente de calidez?

La comisura de mis labios tiembla al intentar reprimir una mueca, lejos de ser divertida. Mi mundo es una puta ironía.

Mueven mi cuerpo hacia atrás, pero parece que sólo mis piernas son las que tienen vida propia porque la persona que habita en mi, se ha aislado. Sólo soy una marioneta que mueven de un lado a otro.

La espalda desnuda de Holder aparece frente a mi. La tensión es visible en los músculos sobresalientes y en el subir, y bajar de esta.

-Que sea la última vez que la vea pisando mi casa y colocándole una mano encima a mi mujer. - le ladra furioso, con un toque de advertencia.

Los ojos de mi madre se convierten en dagas, traspasando a Holder sin un ápice de arrepiento.

-Todo lo que tocas... Lo pudres.

Holder tiembla. Su cuerpo grita lleno de ira controlada.

-Es una perra egoísta, ¿lo sabía?. - Anna ahoga un jadeo de indignación. - Comportándose como una porquería de madre que claramente no le importa una mierda. ¡Largo de casa!

-Sólo eres un mocoso que juega al papel de chico rudo. A ti no te importa nada. Ni ella, ni tus amigos, ¡ni tu enferma madre!. - chilla como loca, roja de la ira que la envuelve.

El silencio cae después de su grito, pero sólo por un corto período de tiempo.

Los puños de Holder se levantan con rigidez y golpean la madera del marco. Un golpe sordo y rápido; cargado de una furia que está a punto de desbordarse si no acaba con esto.

Anna retrocede ante el violento movimiento, cautelosa.

-Pronuncie el nombre de mi madre con esa sucia boca otra vez, ¡y le juro que me olvido que es una maldita mujer! ¡Largo de aquí!.

Se gira con violencia dando pocas zancadas hasta que toma mi muñeca, tirándome de mi al interior de nuestra fortaleza, azotando la puerta frente a las narices de Anna.

Clava sus ojos oscurecidos en mi cara. Alarmados. Estos recorren el costado lastimado de mi cara hasta el labio.

-Joder. - susurra pasando el pulgar bajo la herida. Escuece. Pero es como una sutil caricia para aliviar tanto dolor. Gira mi brazo a un lado, inspeccionado las marcas de media luna. - Lo siento tanto, nena.

Da un ligero beso a un costado de mi sien, girándose en dirección al baño. Niego con la cabeza, abrazándome a él.

-Te necesito. - me pongo en puntillas y capturo sus labios. Lo tomo desprevenido, ya que tarda segundos en reaccionar y devolverme el beso. Me besa, lo hace con fuerza enredando los dedos en la nuca, y tirando de mi hacia él. Envuelvo sus hombros con mis manos mientras ambos descendemos al suelo.

El dolor punzante de mi labio es olvidado. No me importa.

Me monto sobre su regazo e introduzco la lengua en su boca, buscando un soplo de aire. Saboreándolo y chupándole la lengua. Gime, aferrado a mis caderas, volviendo el beso más exigentes; devorándome con hambre.

Sé que ambos necesitamos esto.

Está endurecido bajo mis nalgas.

Rompe el beso, mirándome los labios hinchados y con las respiración entrecortada.

-¿Quieres esto aquí?. - dice, jadeando.

Asiento.

-Sí, te deseo.

El deseo de tenerlo dentro de mi surge desde lo más profundo de mis entrañas. Gruñe con el ceño fruncido. Me saca la sudadera por la cabeza, arrojándola en alguna parte de la habitación. Quedo únicamente en bragas. Mis pechos quedan expuestos con las puntas osdurecidas bajo su mirada.

Se lleva uno de los pezones a la boca, mordisqueándolo y jugando con el. Me arqueo ante las cosquillas que hace su lengua alrededor de mi pezón, chapando y mordiendo con lujuria. Como si no estuviera satisfecho. La calidez de su boca envolviendo mi pecho hace que mi vagina se humedezca hasta el punto en el que siento la bragas empapadas. Me vuelve loca cuando gira la lengua alrededor del pezón, manchándolo de abundante saliva.

Sin poder soportar otro segundo más la sensación de ardor en la zona íntima de mi cuerpo, me muevo sobre su pene en busca de fricción. Algo que alivie mi ardor por él. Le paseo la lengua por el lóbulo de la oreja, mordiendo y tirando levemente hasta que le arranco un grito eufórico.

Su palma se estrella en mi nalga, pero lejos de doler me excita a altos grados. Grito. Soy fuego cuando estoy en sus brazos; una llama que se aviva cuando sus manos recorren mi cuerpo como el único conocedor. Libera mi pecho arrastrando los labios por mi piel bañada en una ligera capa de sudor hasta lamer el pezón y ascender hasta la clavícula. Gimo, tirándole del pelo con fuerza. Se queja, enviando olas de placer a través de todo mi cuerpo.

-No me tortures, por favor, te necesito. - me ignora, soltándome el pecho.

Reparte besos desde donde se une el cuello y el hombro; inclino sin rechistar la cabeza a un lado para darle acceso por completo a esa zona de mi cuello. Se ensaña con ella; paseando los labios húmedos por la piel caliente en una sensual caricia. Sus labios me provocan un hormigueo en todo mi cuerpo.

Una mano se cuela dentro de la tela de las bragas mojadas; gimo su nombre mientras se abre paso entre mis labios resbaladizos. Se empapa de mi excitación y deja escapar un gruñido enloquecido.

-Estas goteando, nena.

Introduzco una mano en el interior de su pantalón agarrándole la ereccion de acero. La sensación aterciopelada y caliente al envolver su pene hace que me estremezca. La humedad se agrupa en la punta de su miembro y la esparzo por todo su alrededor, facilitándome el movimiento por toda la longitud gruesa.

-Y no soy la única.

Ambos jadeamos en voz alta cuando empiezo a masturbarlo, esparciendo el líquido preseminal de la punta por toda su dura grandeza. Gruñe al acelerar el ritmo de mi mano contra su falo endurecido. El sonido, el saber que mis caricias le dan placer a pesar de que no soy una experta en el tema sexual hace que me sienta más osada y entusiasmada por hacer que se corra.

Le muerdo el labio inferior al sentir como sus dedos recorren mis pliegues sensibles e hinchados, resbalando en mi humedad. Estoy ardiendo bajo su toque, necesitada de él. Me muerde la garganta e introduce un dedo dentro de mi. Mis músculos se contraen alrededor del invasor y por un breve momento casi pierdo el enfoque de masturbarlo cuando una ola de placer me recorre entera. Curva el dedo, jadeo una bocanada de aire al leve dolor que recorre mi centro, pero más allá de eso, el placer empieza a alzarse.

El dolor es fugaz al penetrarme con gran delicadeza. Una chispa salta entre nosotros al mirarnos fijamente. Holder entrecierra los ojos, mirando mi cara desencajada por el placer. Ninguno aparte la mirada mientras nos marturbamos.

Los músculos de su abdomen de contraen. No quiere acabar aún. Quiere que yo lo haga primero.

Mi espalda se arquea ante la sensación del orgasmo acercándose. Su lengua recorre mi garganta antes de regresar a mi cara.

-¿Vas a correrte?

-Si - lo miro a través de mis pestañas.

-No hasta que esté dentro de ti.

-Oh, por favor - suplico. Pero en realidad no sé qué estoy suplicando. Roza mi clíctoris con malicia antes de retirarse, dejándome a medias con el orgasmo.

El sonido de mis bragas al desintegrarse en sus manos llena la estancia. Me alzo sobre mis rodillas, sacando la mano de dentro del pantalón y se libera a sí mismo. No desvío la mirada de nuestros cuerpos a punto de unirse. Se guía a sí mismo dentro de mi. La visión es tan erótica que hace que mi respiración se torne pesada. Puedo sentirlo observándome.

Me hace descender sobre él. Va entrando con un siseo: - Joder, a pesar que anoche estuve dentro de ti... Tu cuerpo aún no me acepta. - Lleva el ceño fruncido. El sudor pronto se agrupa en la frente. Esta conteniéndose de no entrar en mi como desea hacerlo. Espera a que mi cuerpo lo acepte.

Mis paredes al principio están rígidas a la vez que va entrando. Hay una leve incomodidad pero cuando mi interior se acopla entorno a él, no siento nada de dolor. La excitación va elevándose como pólvora mientras guía el movimiento de mi su pelvis.

Gime ronco, sujetando mis caderas con fuerza.

-Me encanta sentirte por dentro... Tan estrecho y húmedo, nena... - golpea contra mi alzando las caderas y me arranca un grito, desestabilizándome. Me aferro a sus hombros tensos. Comienza a marcar un patrón, agarrando mis muslos y subiéndome, y bajando sobre su elección.

Posa la boca sobre la mía, continuando penetrandome con un giro delicioso de caderas. Me pierdo en los salvajes lametones de su lengua. Nuestras bocas se mueven como si ya nos hubiéramos basado miles de años atrás. Algo natural.

Pero esta vez no quiero ser la sumisa. La chica que se deja manipular. Quiero ser la mujer que le otorga placer, así como él lo demostró anoche.

-Déjame a mí.

Parpadea, mirándome a través de la lujuria. Por un momento parece desorientada por mis palabras, pero una vez que su cerebro se aleja de la atmósfera de sexo, entiende el significado de mis palabras.

Escudriñándome bajo sus párpados, apoya las manos hacia atrás, recargando el peso en el suelo. Los músculos de sus bíceps saltan, haciendo que beba de la sumisión que me ha otorgado ahora mismo. Sé que Holder durante el acto sexual no se deja arrebatar el control.

Mis manos lo recorren, apoyándolas en el pecho, sintiendo bajo las palmas el martilleo constante de su corazón. Desciendo lentamente sobre él, meneando mi pelvis de adelante hacia atrás, balanceándome suavemente encima de él. Le hago el amor con los movimientos oscilantes de mis caderas, pero también le hago el amor con la mirada.

Sus labios carnosos se entreabren, enrojecidos y brillosos por nuestros besos. El pecho le sube y le baje mientras sus orbes recorren los movimientos circulares de mis caderas sobre él. Deseo, tan carnal y profundo se reflejaba en la mirada. Algo más se mezclaba. Amor. Admiración. Así como también un instinto posesivo se adueñaba de Holder a medida que deslizaba una mano sobre mi vientre bajo hasta el lugar donde mi corazón latía como loco.

Nuestras pieles brillaban por el sudor. No puedo evitar jadear y gemir el nombre de Holder cuando mis movimientos comienzan a ser más rápidos. Suelta una maldición al verme saltar sobre él, mis pechos saltando bajo su visión y su pene entrando, y saliendo con rapidez, deslizándose fácilmente por mis fluidos. El sonido de nuestros cuerpos al chocar me enciende a niveles que no imaginaba.

Lo toco, mis uñas trazan un camino por la espalda, terminando en el pelo.

Gruñe, lanzándose sobre mi y tirándome en el suelo. Las manos en mi cabeza me protegen del golpe. Me siento desorientada por el brusco cambio de posiciones.

Holder bombea sobre mi, sus caderas chocando con mi centro en llamas. La intensidad con la que arremete contra mi es tan profunda que me obliga a gemir su nombre como una posesa y a clavarle los dientes en el hombro, tirando del pelo bruscamente. Gime completamente ido; perdido ante la bola de emociones que nos recorren.

Mi sexo se contrae repetidas veces pidiendo el orgasmo. Lo atraigo hacia mi en una clara protesta que lo quiero más profundo. Maldice, chocando las caderas con las mías con furia. Levanto la cabeza hacia el techo dejando escapar la intensidad del clímax por la boca con un grito que seguro, si tuviéramos vecinos lo hubieran oído.

Me levanta y vuelve a penetrarme bruscamente, metiéndose hasta el fondo, lanzando un sonoro gruñido, temblando contra mi. Sale rápidamente de mi interior, provocando que un vacío se instale dentro.

Se corre sobre mi estómago y pronto caigo en cuenta que no hemos usado preservativos. La eyaculación es tibia en mi piel.

-Estoy limpio. Nunca he olvidado el puto condón... Hasta ahora. - murmura, lamiéndose los labios y abriendo los ojos.

Le acaricio la mejilla sudorosa y sonrojada.

Asiento con la respiración entrecortada. Aliviada porque al menos uno de los dos haya conservado la sensatez. Holder intenta recobrar el oxígeno perdido de sus pulmones.

Deja caer la cabeza en mis pechos, sin importarle que acabemos hechos un desastre. A mi tampoco me importa. Me gusta sentir su cuerpo contra el mío.

Minutos después, se mueve.

-Hora de ducharse.

Se levanta conmigo enredada sobre su cuerpo. Chillo, escondiendo la cara en el hueco del cuello mientras nos conduce a la ducha. Es fuerte y tiene músculos definidos, que me parece una obra de arte admirable.

Ninguno de los dos menciona el incidente ocurrido con Anna y yo no soy la persona que lo hará. Por un momento, trato de olvidarlo y relajarme ante la misión de mi hombre: Consentirme bajo la ducha.

Una vez duchados y listos, nos encontramos mirando los ingredientes que hemos recogido sobre la encimera. Está claro que a ninguno de los dos se le da bien cocinar.

-¿Sabes cortar las verduras?

Holder mira el montón de verduras a un lado de la tabla con el ceño fruncido en desconcierto. Reacio, asiente. Le hago un gesto para que empiece mientras yo me encargo de batir los huevos para el omelette.

No tengo idea de lo que hago, pero mi cuerpo se mueve por si solo. Echo los huevos en un bol, agregando una pisca de sal para empezar a batir.

Me acerco a la estufa, la enciendo y coloco el sartén a calentar. Una vez que esta caliente, vierto un poco de aceite.

Miro a Holder terminar de cortar las verduras en cuadros de diferentes tamaños y casi me echo a reír. Cojo los huevos vistiéndolos en el sartén.

¡Mierda! Corro a echar las verduras sobre la mezcla, pero ya es tarde. No me queda más de otra que mezclar todo.

Holder sonríe con sorna, apoyándose a un lado con los brazos cruzados, observando la cena poco apetitosa cocinándose.

Cuando creo que ya esta lista, apago la estufa y busco dos platos. Nos sirvo por igual y pongo el plato en la encimera, frente a él.

Sin expresión, pincha con el tenedor un trozo para llevarlo a la boca. Mastica, sin hacer una mueca, tragando y volviendo por más.

Vale,pues, tan mal no ha quedado.

Repito su misma acción y hago una mueca ante el sabor. Los huevos quedaron secos, casi con un sabor a quemado y salados. Me cubro la boca al querer escupirlo.

Una risa ahogada se escucha a mi lado y volteo a verlo. Holder sonríe divertido por mi reacción.

¿Cómo pudo comer una segunda vez como si nada?

-Ambos nos mantendremos alejados de la cocina por un tiempo.

Y no puedo estar más de acuerdo con él.

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Nota: Mis amores bellos y hermosos ❤. Estoy nuevamente de vuelta.

¿Cómo habéis estado? ¿Me extrañaron? Espero que .

¿Qué tal les pareció este capítulo? No pude evitar subirlo para que ustedes los leyeran.

A mi me ha encantado.

Nos leemos pronto ❤.

No olvideis comentar y dejar su voto ⭐ en la parte de abajo.

Los quiero un montón 💕.

A kiss💋.

D.S👑❤.

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