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Capítulo 51.

Capítulo 51.

En los siguientes días antes de nuevo año, nos la pasamos amueblando el resto de la casa. Haciendo de nuestro hogar, un lugar con comodidades básicas; nada lujosas porque habíamos decidido acoplarla a nuestros gustos.

Holder me ha demostrado mucho más de sí mismo en estos días, que desde que lo conozco. La conexión que tenemos, va tornándose fuerte conforme pasan los días.

Mi madre no ha parado de dejarme mensajes en el móvil de auto reflexión para mi vida, por lo que he tenido que bloquearla. Pero la sensación de gozo es eclipsada por el sonido del móvil.

Le echo una leve mirada. El nombre de mi padre refleja en la pantalla. Joder. De puta madre.

-¿Hola? - susurro, sintiéndome más culpable que nunca. Pongo el altavoz al oír el silencio al otro lado.

Espero unos segundos

-¿Me puedes explicar eso de que te has marchado de la casa de tu madre con un chico?

-Puedo explicarlo.

Se ríe.

-Oh, como el infierno que lo harás - su descontento es notario incluso desde el otro lado de la línea.

Comienzo con el relato. Informándole de todo lo que ha sucedido los últimos meses y aparto el hecho de que le he ocultado casi todo desde el principio. Y como era de esperarse, mi confesión no le hace ni pizca de gracia.

Definitivamente no era así como me imaginaba que se lo diría.

-Tienes que confiar en mi, papá.

-Eso lo decidiré yo y he decidido rechazar esa idea cuando cierto chico joven, misterioso y problemático hace que mi hija pierda la cabeza, dejando de actuar como una persona sensata para ir corriendo a un mundo lleno de sustancias ilícitas.

Mi mente queda en blanco. La respiración se me atasca en el pecho, con las últimas palabras de mi padre repitiéndose como disco rayado.

Todos mis sentidos se detienen.

-¿Qué?

-¿Creías que no lo sabía? Pues, parece que tenemos mucho de lo que hablar. No me quedaré sentado viendo como te arrastran a un mundo que no perteneces - afirma con rotundidad - Estás a punto de meterte a un mundo turbio. No lo permitiré.

Desconecto mi mente, con la sangre bombeando por todo mi cuerpo y la ira va en aumento a cada segundo. Anna se ha encargado de demostrarle a papá el noventa y nueve por ciento de las cualidades malas de Holder, omitiendo las buenas.

-No me meteré en ninguna parte. Sé lo que hago - susurro.

Sonríe a través del otro lado de manera hosca.

-¿A quién intentas convencer? ¡Ese niñato es adicto a las drogas, joder! - el grito que resuena me ha dejado helada.

Hay muchas cosas de mi vida que me enfurecen y escapan por completo de mi control. Me ofende que no me conceda el beneficio de la duda.

-Pues al menos yo no fui la ilusa que tuvo la leve esperanza de que vería a su esposa cruzar un día la puerta de la casa.

Sé que es un golpe bajo porque después de todo, mi padre no fue el responsable que nos rompiéramos como familia tras el abandono de Anna. No cuando él decidió dar la cara.

Ya no sé lo que digo.

-Te equivocas. No es lo mismo - afirma con resentimiento.

-Lo es - espeto apretando tan fuerte el móvil en la mano que la estructura sólida lastima la palma de mi mano - Mi vida no es más que una bola de falsedades, y tú lo sabes. ¡Me habéis ofrecido un mundo inexistente!

Es irónico, la verdad. Amaba tanto a la mujer que me dio la vida y que juró nunca abandonarme y ahora no representa nada en ella. Pero para Anna es más importante los regalos, lujos y buena imagen ante todos.

Se queda un largo rato en silencio, casi eterno.

-No quiero verte envuelta en ese mundo. Porque el mismo daño que recibirás, también lo sufriré yo. Él es una ruina de hombre.

-No sabes nada de él.

-Sé lo suficiente - asegura.

-Gracias por avisarme.

Cuelgo con el dolor atravesando mi cuerpo en dos. Las lágrimas se agrupan en mis ojos. La conversación no ha hecho más que remover las heridas presentes trayendo las del pasado.

-Seguro piensa que no sobrevivirás si sigo en tu vida.

Mis ojos se dirigen rápidamente hasta la puerta, donde está apoyado en el marco, observándome. Alejo la mirada. No me atrevo a mirarlo, no después de saber que ha oído todo.

Oigo como camina en mi dirección.

-Un hombre reconoce cuando una mujer está cautivada, y él lo sabe.

Sube mi barbilla agacha y nuestros ojos se encuentran.

-No me prives el poder verte.

Me besa la frente y suspira levemente sobre la piel donde ha dejado su delicada marca.

No encuentro que decir. Sólo me aferro a su camisa, tirando de él hasta que caemos en la cama y me fundo en el calor de su pecho. Permanecemos así por algunas horas mientras el sol va ocultándose, cada uno encerrado en sus pensamientos.

-Mañana es la cena de año nuevo.

Volteo a mirarlo. Tiene la mirada fija en mi.

-¿Qué quieres hacer?

Frunce el ceño.

-Nada. Tenerte lo compensa todo.

Sus palabras me dejan sin habla mientras cierra los ojos, como si no pasara nada.

Es cierto. Es nuestra primera navidad juntos. Juntos oficialmente.

El saberlo, que un cúmulo de fuertes sensaciones exploten por todo mi cuerpo.

-¿Dónde pasabas la entrada del año nuevo? - la duda surge en mi cabeza.

-No tenía nada que celebrar en estas fechas. No recuerdo haberme mantenido sobrio para recibir el año.

Hay un toque de amargura en cada una de las palabras que dice, como si recordar fueran brazas quemando una parte de su cuerpo.

Sólo espero que estás navidades sean diferentes para ambos.

...

A la mañana siguiente, me encuentro llamando a las chicas, informándoles lo que ha pasado. Por supuesto, que el descontento por Alice no pasa por alto. La escucho murmurar al otro lado, pero se detiene cuando le doy la dirección de la discoteca para celebrar año nuevo.

Holder y yo hemos decidido esperar el último minuto en alguna discoteca, le he informado que invitaría a las chicas y su silencio fue como un: Haz lo que quieras.

Una vez que fijamos la hora, cuelgo. Veo dos mensajes de papá. Sin leerlos, los borro.

Holder ha salido hace algunas horasrom para atender algunos asuntos. Mientras yo decido que ponerme para esta noche.

Sin darme cuenta, vacío todo el armario en busca de algo que me haga destacar. Opto por un vestido negro con escote en la espalda y el canal de mis pechos, ajustado hasta los muslos.

-¿Pensando cómo me tendrás de duro con ese vestido?

Sorprendida me giro a verlo. Su mirada dura me indica que no está de broma.

-¿Te excitará verme con el?

Niega con la cabeza, sonriendo de medio lado de manera lujuriosa.

-Ese pedazo de tela no es lo que me pone así de duro. Verte sin el hace que me duela.

Enrojezco hasta las puntas de las orejas.

-¡Cállate!

Suelta una risa ronca al ver mi vergüenza.

-¿Te da vergüenza admitir que te mojas con mis caricias? ¿Con mi boca? ¿Mis dedos en tu...?

No lo dejo terminar porque empujo su cuerpo contra la pared, tapando su boca con mi mano. Excitada por recordar donde ha estado su boca antes.

Su sonrisa se ensancha en la palma de mi mano.

-No la digas.

Eleva las cejas. Cuando creo que no va a decir nada, lo libero.

-Decir, ¿qué? ¿Coño?

Jadeo sin caber en la incredulidad.

-¡No digas eso!

-¿Por qué? Si es el coño que me pone a fantasear por las noches al recordar su sabor.

-¡Para con tus obscenidades!

-Antes no recuerdo que te haya importado tanto caer en el pecado cuando estaba metido entre tus piernas con tu vagina en mi cara.

Las palabras mueren en mi boca. El muy cretino sabe que me tenía jadeando por la destreza de su lengua en mi canal, moviéndose de manera tan experta y sin contemplaciones.

Los ojos le brillan.

-Tu boca y mente pueden decir que no. Pero tu cuerpo - un dedo largo recorre mi clavícula hasta el centro de mi pecho. Respiro hondo al sentir la familiar energía eléctrizante recorrerme entera - siempre me dice que sí.

Tiene toda la maldita razón. Mi cuerpo parece no conectar con mi cerebro.

Trago grueso.

-Venga, es hora que hagas toda esa mierda que soléis hacer antes de salir - se encamina a la cama, dejándose caer en ella y se tapa los ojos.

Como si no hubiera pasado nada. Como si sus palabras no me hubieran encendido hasta convertirme en un volcán a punto de explotar.

Modiéndome el labio inferior, camino por la habitación recogiendo mis cosas para encerrarme en el baño.

No espero para irme a la ducha al desnudarme. El agua fría me empapa, apaciguando el ardor en mis muslos. Joder. ¿Desde cuando me prende el que me hablen tan sucio? Al parecer, me pone muchísimo.

Minutos después, salgo envuelta en la toalla. Trago grueso.

Holder está apoyado en la pared. Sin camisa y nada más sus pantalones deportivos.

Su mirada me recorre las piernas desnudas, deteniéndose en mi pecho cubierto por la toalla. Puedo notar como sus ojos se oscurecen.

Lo veo pasar saliva.

-Joder - deja salir casi en una súplica antes de rodearme e internarse en el baño.

Me pongo en marcha, alterada. El corazón me late sin control mientras me apoyo contra la puerta.

Busco rápidamente las bragas. De encaje negro. Aplico crema por mi cuerpo para después enfundarme en el vestido negro. La tela se abraza a mi cuerpo como una segunda piel, resaltando mi cintura diminuta y la curva de mis senos sin sujetador.

El aire sexy que me ofrece es hipnotizante. Hace contraste que mi piel pálida.

Me siento en el borde de la cama, calzándome las sandalias. La puerta del cuarto se abre y entra Holder con la toalla amarrada en las caderas. Mis ojos detallan la V marcada y los abdominales trabajados, haciéndome tragar grueso.

Aparto la vista concentrándome en atar la tira de las sandalias en mis tobillos cuando se quita la toalla. Aunque desde mi posición cabizbaja me permito detallarle el culo cincelado que tiene. ¡Mierda! Está para comérselo.

Termino la tarea, poniéndome en pie. Holder termina de ponerse el vaquero junto a unas converse corte alto. Completando el atuendo con una camiseta blanca y una cazadora de cuero.

Me maquillo rápidamente, casi a lo natural excepto por el labial rojo que aplico en mis labios. Cepillo mi cabello y cojo mi bolso de mano una vez que estoy lista.

-Esto será una tortura - aparece en el reflejo del espejo, apoyando la barbilla en el hombro. Hace contacto con mis ojos a través del espejo.

Su mano asciende poco a poco por una de mis piernas desnudas, sus dedos transmitiendo calor mientras va a explorando. Respiro por la boca, sin despegar la mirada de sus dedos que se cuelan por debajo de la tela del vestido.

-Sé una buena chica y no te muevas tanto, o de lo contrario - la tela se va alzando cuando introduce su mano en el medio de mis piernas, paseando perezosamente los dedos por las bragas de encaje.

Hago lo posible para no jadear en voz alta, sintiendo mi entrepierna humedecerse con los fluidos que provocan sus caricias. Hace a un lado la tela, encontrándose con la humedad.

Su respiración se descontrola. Me muerdo el labio inferior ante la vista que me ofrece el espejo. Dios mío, es excitante.

-Cualquiera podrá ver esto - da un apretón a mi vagina. Jadeo de la sorpresa y abro los ojos - Y es mío. No suelo compartir con nadie lo que me pertenece. ¿Lo entiendes?

-No soy un objeto el cual puedes poseer cuando te plazca - le provoco.

-No, no lo eres. De lo contrario no podría hacer esto - un dedo roza mi clíctoris, moviéndolos en círculos, pellizcando ese punto donde me hace arquearme en busca de más. Dejo caer mi cabeza hacia, mirándonos fijamente y jadeando cuando su dedo invasor bordea mi entrada.

El movimiento me hace removerme, sin poder contener la excitación de su toque. No llega a profundizar como yo lo deseo. Su dedo se burla en el lugar donde quiero tenerlo, estoy segura que si tocara ahí, tendría un orgasmo demoledor.

Que morbosa es la vista que contemplo frente a nosotros. De esta manera tan arrolladora.

-Holder..

-Espero que te haya quedado claro... -y se aparta, dejándome con la humedad en mis bragas. Inundada como el océano.

Aprieto los dientes y lo fulmino con la mirada. Pero el muy cabrón se pasa los dedos que habían rozado mis pliegues por la nariz; oliéndome. Mi entrepierna da una punzada cuando lo veo lamerse los dedos como si nada. Suspira, cerrando los ojos antes de abrirlos y posar sus orbes oscuros en mi.

Me tiende una mano para que le siga. Recomponiendome como puedo, camino hasta él. Coloca su mano en mi espalda descubierta mientras nos dirigimos a la salida.

Una vez afuera, mi boca queda colgando de par en par al ver la maravilla de coche que nos espera. Un audi R8 negro. Jesús, María y José.

-¿Vas a subir o tengo que cargarte? - el orgullo gotea en sus palabras.

Rodea el coche por el lado del conductor. Abre la puerta y sube.

Espabilo, saliendo de mi estado de trance y subiendo al interior de un salto.

Mis ojos inquietos se desplazan por la tapicería de cuero del coche, tan bien cuidada y brillante. El coche ronronea suave al encender mientras me pongo el cinturón. Holder lo ignora, dando marcha atrás para salir en dirección contraria.

Este jodido auto es potente y majestuoso.

-Tienes que dejarme conducirlo - recalco las dos últimas palabras, con el júbilo por el cielo al ver los controles de este coche.

Frunce el ceño un poco, como si lo pensara de verdad.

-Quizás. Algún día.

Me cubro la boca con un jadeo de felicidad. Joder, lo ha pensado. Será una pasada.

Mi fascinación por estos autos siempre será una parte de mi.

El trayecto es veloz a la discoteca, o al menos así lo veo yo. En un abrir y cerrar de ojos ya estamos frente a la discoteca.

Bajamos, dejando el coche aparcado en el estacionamiento del local.

Holder vuelve a colocar su mano en la parte baja de mi espalda, caminando conmigo hasta la entrada, donde los guardias de seguridad piden nuestras identificaciones. Al verlas y comprobar nuestra edad, se hacen a un lado para dejarnos ingresar.

Dentro, el ambiente en la discoteca era de puro éxtasis. Las luces parpadeando en un tono azul mientras la música suena por los grandes altavoces, se adueña del lugar.

Holder camina conmigo con la mano en la parte baja de la espalda. Diminutos puntos de todos los colores nos envuelven a medida que serpenteamos por el mar de gente que no para de moverse.

La mayoría de mujeres se nos quedan mirando al pasar. Se comen a Holder con los ojos, sin disimular y sin importarles que él esté conmigo recorriéndolo sin un gramo de pudor en sus ojos lascivos. Y no las culpo, no en toda tu vida ves a un hombre de un metro noventa enfundado en chaqueta de cuero y ojos diabolicamente hermosos.

Holder pasa por alto las miles de miradas que le lanzan, sin dirigirles un corto vistazo.

A lo lejos divizo a las chicas junto a algunos amigos de Holder. Alice y Dean están retándose con la mirada y con sus copas en los labios, ajenos a todo.

Letty al vernos alza los brazos a modo de saludo. Alice aparta la mirada de Dean para barrer el lugar con los ojos, encontrándonos.

Se aleja del grupo junto a su hermana mientras apartan a las personas a empujones para llegar a nosotros.

Las abrazo con fuerza una vez que están cerca.

-Como te hemos echado de menos - susurra Alice cerca de mi oído.

Nos separamos unos segundos después. Las miro a ambas de arriba abajo.

-Estáis guapísimas.

Alice sonríe perversamente.

-Lo sé - da una vuelta para que vea como el vestido rojo brillante resalta su trasero.

Ella me inspecciona a profundidad con sus ojos azules.

-Joder, a más de uno vas a poner cachondo esta noche.

Ruedo los ojos.

-¿Dónde te habías metido? Te he dejado como mil mensajes.

-Es algo largo de contar - suspiro.

Letty arquea una ceja.

-¿Se trata de tu madre?

Asiento, observando que Holder no se encuentre cerca. Esta con sus amigos. Le cuento a las chicas lo que pasado los últimos días. La pelea con mi madre, la ida de mi casa, mi nueva vida con Holder hasta la pelea con mi padre.

-Sólo ten cuidado, Tessa - Letty es la primera en hablar. Mira más allá sobre su hombro - La cara tiene dos monedas. La primera puede mostrarse benevolente y dulce. La segunda es más peligrosa, porque no tiene piedad y te destroza desde adentro. Holder es ambas. A veces entregamos tanto que no saben que hacer con lo que tienen.

Miro en la misma dirección que ella.

-No puedo mentirte al decir que tu vida no se verá rodeada de conflictos porque nada bueno arrastra ese hombre a sus espaldas. Pero se esfuerza en ser el hombre que necesitas.

Holder hunde el entrecejo al encontrarse con mi mirada. La duda surca su rostro.

-Ahora, disfrutaremos de esta noche hasta que no podamos siquiera respirar - Alice entrelaza nuestros brazos y caminamos hasta el grupo.

Los amigos de Holder se callan al vernos llegar.

-Anda, pero si barbie llegó con compañía - se burla uno de ellos. Alice alza la barbilla con altanería.

-Lástima que tu no serás el Ken que acompañe a barbie a casita, dado que tus dos últimas neuronas no captan la palabra: vete a la mierda.

Dean es el primero en reírse. Seguido de los demás, excepto Holder.

Se acerca hasta el pobre, le susurra algo al oído cuando se inclina. Le palmea el hombro de manera amistosa pero no hay nada amable en ese gesto. Lo puedo notar por la frialdad que desprenden sus ojos al retirarse.

Alice me ofrece un trago. Bebo un poco de él, sintiendo el sabor dulce.

Las luces parpadean sobre nuestras cabezas y a través de lo altavoces suena la música de Rihanna, SM.

-¡Joder, amo ésta canción! - Alice me hace dejar el trago a la mitad, arrastrándome a la pista junto a Letty.

Nos dejamos guiar por el ritmo, balanceando nuestras caderas de acuerdo a la melodía. A través de la multitud puedo ver a Holder observándome sentado y con una bebida en sus labios.

Sintiéndome atrevida como la letra de la canción, paseo mis manos por mi cuerpo de manera seductora, imaginando que son sus manos recorriéndome. Ambos no despegamos la mirada del otro mientras me junto con las chicas. Me muevo lentamente, restregando mi trasero junto a Alice y Leticia en medio de la pista, pasando la mano por mi escote, sintiendo la abrazadora mirada seguir cada uno de mis movimientos.

El sudor empieza a cubrir ligeramente mi piel. Volteo a ver al hombre que parece que va a hacer que entremos en llamas, ya que sus ojos están oscurecidos y se remueve en la silla, pasándose la lengua por los labios. Sonrío al saber que mi baile no le es indiferente. Él también sonríe cómplice, al saber que lo estoy provocando.

Estoy excitada por las miraditas que nos lanzamos. Adorando la sensación que me hace sentir, entendiéndome.

Retrocedo balanceando las caderas con la manos de Leticia entrelazadas a las mías. Sonrío en medio de nuestro baile con las manos alzadas y una sonrisa plasmada en nuestras caras.

La canción finaliza y estoy sedienta. Nos dirigimos a la barra, esperando nuestros tragos.

Bebo de un sólo trago el cóctel de frutas. Unos brazos me rodean desde atrás, revelando al reloj de oro en la muñeca al levantarse las mangas de la chaqueta de cuero. No volteo para ver quien es, lo sé. Mi piel herizada bajo sus ojos es la prueba y el olor de su loción me lo confirma.

-No sabía si seguir adorandote o desnudarte en medio de la pista por tu descaro - hace a un lado mi cabello, besando mi piel húmeda y soplando ligeramente esa zona, enviando aire fresco.

De reojo veo a las chicas voltear hacia otro lado, pícaras y cómplices.

-Habrías sabido de las dos opciones cual era la mejor - susurro cuando sus labios se detienen en el lóbulo de mi oreja.

-Y te aseguro que no sabría que hacer con ellas - pasea la punto de su lengua húmeda por mi cuello, haciendo que tenga que morderme los labios ante la excitante sensación que me recorre.

Me giro para quedar cara a cara con él. Ambos nos contemplamos desde nuestras diferencias de alturas.

-Te veías de todo menos angelical y empiezo a dudar que aún conserves algo.

-Deberías de comprobarlo - le provoco.

Me da la mejor sonrisa auténtica.

-Lo haré, pero cuando no hayan tantos espectadores - deja un beso casto contra mis labios y frunzo el ceño cuando se retira rápidamente con la ceja arqueada de falso desconcierto.

El muy cínico sólo lo hace para provocarme. Muy bien, podemos jugar los dos.

Le pide al camarero un vaso de tequila y se lo sirven, acompañado de sal y limón. Lo observo pasar el dedo por la sal, antes de llevárselo a la boca y luego beberse de un trago el tequila. Cuando termina de beberla, muerde la rueda de limón. Todo lo hace sin hacer una mueca.

Como si no fuera la primera vez.

-¿No has probado el tequila?

-No me gusta.

-Quizás no lo has probado con la persona correcta.

-Ya te dijo que no - canturrea Dean, llegando a nuestro lado - Vamos a fingir que no he escuchado eso.

-No haber cotillado en conversaciones ajenas.

-Imposible no hacerlo cuando es obvio que a ambos se les cae la baba por el otro - se encoge de hombros.

Holder lo fulmina con la mirada. Un claro: estás tentando a la muerte.

El resto de la noche la pasamos tomando diferentes tragos, bailando todo tipo de músicas y escuchando las estupideces que no paran de salir por la boca de Dean. Imposible no reírme con algunas de ellas, pero como dije, el alcohol y los pensamientos siempre van de la mano.

En medio de tantos balbuceos, a Dean se le escapa el nombre de Holder y el de una mujer. Me tenso. Mi cerebro parece despertar y presto atención a lo que dice. A mis oídos llegan algunas palabras que me dejan pasmada en donde estoy.

Para provocar a un chico cuyo nombre no me suena, se folló a la novia durante dos años mientras ésta le prometía amor. Escuchar que fue capaz de hacer un acto tan vil como ese, hace que centre la mirada en el líquido de mi vaso.

-Mira que ya has soltado mucha cuerda por esta noche - la voz de Alice se eleva por encima de la música.

-¡Es el puto hombre! - suelta una risita de borracho.

Todos intentan aligerar el pesado ambiente que se ha creado. ¿O sólo me parece pesado a mi?

Sin verlo, acerca más su asiento al mío.

-Que sepas que eso fue...

-Lo sé - lo corto sin levantar la vista del vaso - Eso fue mucho antes que nos conociéramos. Pero eso no evita que me saque de la cabeza, que, si fuiste capaz de hacer ese sucio acto con esa chica, ¿qué quedará de mí?

Volteo a verlo.

La rabia perturba sus orbes.

-A ti jamás te haría eso.

Eso espero. De lo contrario, me dejarías hecha pedazos. Prefiero callar lo que mi mente piensa.

En eso, la música se corta y a través de los comunicadores la voz del Dj anunciando la cuenta regresiva para la entrada del nuevo año. Todos dejan de moverse y fijan la mirada hacia la dirección donde aparece los segundos, uniéndose al coro de contar a gritos los números.

Me levanto, mirando como de micro segundo cambia el marcador.

Diez segundos...

Aquello que me fue entregado sin buscarlo, donde hizo que mi camino se torciera al presentar a un hombre que arrastra un largo pasado, me conceda un tiempo más a su lado.

Seis segundos...

Sus cálidos dedos rozan los míos.

-Le rezo a quien jodidamente sea para que, cada mañana me permita verte despertar a mi lado.

Tres segundos...

Un nudo se hace en mi estómago a la vez que una sensación de alegría y tristeza me invade, y hace humedecer mis ojos.

Las luces se quedan parpadeando cuando el pitido anuncia el final del año. Un montón de papeles nos envuelven cuando nuestros cuerpos se funden en el otro. Mis manos rodean su espalda, escondiendo el rostro en su pecho.

-Feliz año, nena - susurra en mi hombro, estrechándome contra las costillas. Enredo una mano en su pelo, acercándolo más. Grabándome su olor y esta felicidad que me hace sonreír como tonta.

-Feliz año, cariño.

Mi alma parece quedarse tranquila, olvidando por completo lo que está a nuestro alrededor. Simplemente me refugio entre sus brazos, en el latir de su corazón desbocado; frenético.

-¡Feliz año, Tessie!

Somos rodeados en un abrazo grupal, haciendo que me separe de Holder para devolver el afecto. Las abrazo convertida en un mar de sensaciones.

Una leve punzada de dolor me abarca al recordar que este es el único año que no paso estás fechas junto a mi padre. Sin sentir su abrazo cálido y los deseos que pedíamos juntos.

Pero ahora le he sumado un nuevo recuerdo. Y de todas formas, cada segundo cuenta. Éste, es uno de ellos.

Ver la sonrisa de mis amigas plasmadas en sus rostros mientras nos movemos al ritmo de la música, la intensidad de la mirada de Holder al moverme libre en la pista y el brillo que sus orbes desprendían, hacía que toda mi piel cosquilleara; y el saber que sólo a mi me mira así, me hace sentir la dueña del mundo entero.

El resto de la noche pasa entre tragos, pero que pronto me veo en la necesidad de rechazar ya que empezaba a marearme. Alice restregándole el culo a Dean, mientras que Leticia hablaba con un chico majo.

-Vamos a casa - habla mientras le da una calada al cigarrillo.

Asiento, empezando a recoger mis cosas. Intento despedirme de las chicas, pero ni señales de Alice y Leticia es toda sonrisas.

Salimos fuera de la discoteca, montando en el coche en dirección a nuestra casa.

Su mano busca la mía en medio del silencio. Le dedico una mirada, observando su perfil mientras conduce. Una sonrisa ladeada surge en sus labios carnosos, pero no voltea a verme.

En pocos minutos llegamos a casa. Bajamos del coche, entrando al interior. Me saco los tacones, sintiendo las plantas de mis pies respirar al salir de la presión de las sandalias.

Sus pasos vienen siguiéndome y de pronto, me rodea desde atrás, acercándome a su pecho, repartiendo besos castos por mi cuello y hombro.

-¿La has pasado bien? - le pregunto con nuestras manos entrelazadas.

Hace un sonidito desde lo más profundo de su garganta, desplazando su boca hasta la parte interna de mi oreja, dejando un beso ahí.

Suspiro de placer, apretando con fuerza nuestras manos unidas. Una sonrisa se extiende en su boca, puedo sentirla. No sé de dónde saco la valentía para girarme y encararlo, y atraer su boca a la mía, sellándolas en un beso que nos hace caer.

Supiré de alivio, abriendo mi boca para él, dejando profundizar el beso cuando el toque de su lengua encuentra la mía; enredándola con posesión mientras que mis manos cobran vida y ascienden por su pecho, buscando tirar de los mechones de cabello. Un gruñido se escapa de la parte posterior de la garganta de Holder y el sonido hace que me pegue más a él, moviendo mis labios con los suyos.

Joder, sabe a tequila, a nicotina del cigarrillo y a él. Su sabor me embriaga hasta el punto en donde no sé dónde estoy. Sólo soy consciente de sus manos bajar y apretar mi trasero, acercándome a él, para que lo sienta. Gimo en medio del beso posesivo que me pone cardíaca.

Ambos sabemos lo que buscamos, lo que queremos y es arder en el fuego abrasador que nos consume cada vez que estamos juntos.

Delinea mis labios con la punta de su lengua antes de dejar un mordisquito en mi labio inferior, arrancándome un suspiro.

Abre unos ojos turbios y una boca roja, y el sonrojo en las mejillas a causa de la excitación.

-No quiero forzarte a nada. Si me dices que no te toque, no lo haré, pero necesito que lo digas ahora para ser capaz de parar.

Coloco mis dedos en los labios hinchados. Son hermosos. Se sienten suaves y húmedos.

Besa cada uno de mis dedos con adoración, observándome a la espera de mi rechazo. Llegados a este punto no sé si quiero detenerme.

Dicen que sabes cuando es el momento correcto y este lo es. No hay dudas, ni miedo. Sólo el sentimiento de querer fundirme con él.

-Te quiero de todas las maneras posibles - verbalizo en un hilo, mirándolo.

Cierra los ojos, desesperado y se pasa una mano por el pelo, dejando la otra reposando en mi trasero.

-Sei la mia condanna all' inferno - oírlo hablar en su idioma lo hace ver tan varonil.

《Eres mi condena al infierno》

Arrebatada por el deseo que ha despertado de mi, le mordisqueo el labio, repitiendo la misma acción que él hizo conmigo. Delineo sus labios con mi lengua, para finalizar con un beso en la comisura de sus labios. Las chispas vuelan a nuestro alrededor al unirse nuestras bocas nuevamente.

Tiro el bolso de mano cuando me alza en el aire, haciendo que abrace sus caderas con mis muslos mientras me devora la boca. Le ayudo a sacarse la cazadora de cuero sin despegarme de sus labios avariciosos, que no dejan de probarme con la lengua diestra que recorre mi boca entera, prendiéndome e intentando dominar a la mía.

Mis pezones se ponen sensibles ante su toque. Estos duelen y se sienten pesados.

Lo siento caminar conmigo entre sus brazos a lo que creo es nuestra habitación, en tanto logro de terminar de sacarle la camiseta por la cabeza, interrumpiendo nuestro beso. Lanzo la prenda en algún lugar, sin importarme mucho. Queda desnudo de la cintura para arriba.

No pierdo la oportunidad de recorrer su cuerpo con la mirada. Sus pectorales musculosos y el trabajado abdomen. Deslizo mis manos por la piel descubierta, sintiendo la temperatura tibia y lo fascinante que se siente tocarla.

Me deja de pie frente a él, inclinándose hasta quedar arrodillado. La tibia caricia de sus manos recorrer mis tobillos y desatar las tiras de las sandalias envían olas de calor propagándose por todo mi cuerpo.

Luego de ayudar a salir de los calzados, sus labios empiezan a explorar la piel de mis piernas expuestas, logrando que me remueva al saber cual es la dirección a la que quiere ir. Sigue ascendiendo, oliendo la piel de mis muslos y dejando un beso, antes de coger el dobladillo del vestido y subirlo hasta arriba, encontrándose directamente con las bragas que traigo esta noche.

Me mira desde su posición, con esa mirada pícara y juguetona. Gimo en voz alta cuando hunde la cara entre mis piernas, colocando la nariz por encima de las braguitas e inhalando el olor. El sonrojo explota en mis mejillas, siendo incapaz de contenerlo. El encaje se vuelve nada al ser desgarrado por las costuras laterales.

Cae vuelto un manojo de tela destrozada en el suelo. El contacto directo con su boca me pone la cabeza a dar vueltas. El calor de su boca abriendo mis pliegues mojados y da la primera lamida, probándome. Grito extasiada, sintiendo su lengua pasearse de arriba abajo, introduciendo más profundo su cara contra mi parte íntima.

-Oh, por favor... - ruego con los ojos cerrados a causa del placer que me está proporcionando. Coloca una de mis pierna por encima de su hombro, para tener profundidad en esa parte de mi cuerpo, que sé, que lo vuelve loco.

Enredo los dedos en los mechones de cabello que logro alcanzar en busca de estabilidad, mientras no para de mover la lengua y succionar el botón de nervios, arrancándome gemidos entrecortados y palabras incoherentes.

Introduce la lengua en mi entrada, penetrándome y haciéndome temblar. Mi cuerpo entero se estremece, poniéndome a vibrar y a acercarlo más a mí, buscando llegar al orgasmo que hace tensar los músculos de mi vientre.

Los movimientos expertos de su lengua hace que ruegue, jadee y arquee la cabeza hacia atrás, disfrutando de las caricias que me ofrece. No le importa que lo moje con mis fluidos, no le importa recorrer con la nariz y soplar aire fresco a la carne sensible entre mis piernas. Expuesta y tan vulnerable ante él.

Así es como me siento. Aunque también como la mujer más deseada del mundo, al tenerlo dedicándome cada una de sus atenciones, buscando solamente mi placer para él. Sometiéndome.

Se aleja un poco, dedicándome una mirada oscura y maliciosa.

Detiene el orgasmo que se avecina, haciendo que lo mire con el ceño fruncido.

-Puedo ver lo mojada que estás desde aquí. Joder, todo esto por mi - un dedo atraviesa mis pliegues, curvando los dedos dentro de mi, penetrándome, retomando otra vez el ritmo voraz de sus caricias. Los mueve con maestría, sacándolos de mi cuerpo y volviendo a introducirlos en mi.

Los músculos internos de mi vagina se aprietan a su alrededor, introduciéndolo hasta adentro, que creo que toca mi pared interna.

Mueren en mi boca toda palabra mordaz que quería decirle. De mi boca lo único que se escapan son pequeños gemidos mientras mueve los dedos, pellizcando mi clíctoris antes de volver a colocar su boca ahí. Su lengua abriéndose pasó y llevándose la humedad alojada.

Las caricias que me proporciona me llevan a un espiral de emociones, tanto de placer como de dolor. Necesito correrme.

El orgasmo llega a mi antes que pueda darme cuenta, como un cohete siendo lanzado al espacio. Me corro en lo que parece ser una cantidad vergonzosa y gimiendo en voz alta.

A Holder no le importa que mis fluidos den en su barbilla o en la comisuras de sus labios; eso sólo lo vuelve más salvaje. No para de succionar, tragándose todo y retirándose lentamente.

Elimina los pocos restos de mi de su boca con la lengua en un movimiento hipnótico.

-Deliciosa.

Va subiendo su castigadora boca por mi vientre, dejando besos suaves. Tuerzo los dedos de los pies en cuanto su lengua se introduce en mi ombligo, moviéndola en círculos, estimulándome.

Sube por completo la tela del vestido, sacándolo fuera. Quedo expuesta a él. Sin prendas que cubran mi desnudez. Holder suspira, abriendo la boca. Sus pupilas se dilatan al ver mis pechos libres del sujetador ante él. La vergüenza de pronto me abarca queriendo cruzar los brazos y cubrir mis senos de sus ojos curiosos, y lascivos.

Me contengo de hacerlo, lo dejo saciarse de la visión que le brindo. No vocaliza nada, sólo deja que sus manos se deslicen por la piel desnuda de mis hombros y brazos, produciendo que chispas salten al contacto de las palmas de sus manos en la piel sensible a su toque. Un dedo índice se desliza por la redondez de uno de mis pechos, acariciando la piel suave y dibujando círculos alrededor de la punta erecta.

La intensidad en que me recorre entera, es cómplice de picardía y adoración.

Continúa el recorrido, inclinándose para inhalar el olor en el canal de mis pechos. Besa mis costillas en el proceso, adueñándose de mi boca otra vez. Me alza, caminando conmigo trepada en su cuerpo y caemos en la mullida cama.

Separo nuestras bocas, besando el tatuaje que tiene en el cuello, deslizando mi lengua por este, hipnotizada. Huele a jabón, colonia y a él.

Los latidos de su corazón palpitan en mi pecho. El bulto en sus pantalones chocan con mi entrepierna sensible. Me tenso.

-Debes relajarte, aún no estoy dentro de ti - su respiración frenética se encuentra con la mía en el momento en que nuestros ojos se encuentran. Me observa como si fuera el cristal más fino, algo que debe ser contemplado desde lejos con auténtica devoción porque un simple toque puede hacerlo frágil.

Por un breve instante, hay miedo en el océano de su mirada, pero este desaparece en un parpadear.

La temperatura en nuestros cuerpos empiezan a aumentar y el deseo se alza, creciendo como el fuego siendo alimentado por la madera.

Contempla mis pechos con concentración, bordeando la redondez de uno.

-Son preciosos - los ahueca entre sus manos, y yo me sujeto a su cuello para no caer - Llenan mi mano perfectamente. Fuiste hecha para mí, nena.

Mis pezones reaccionan a sus palabras y él lo nota. Sin dejar de mirarme, baja hasta ellos.

Gimo su nombre cuando captura uno de los pezones entre los dientes. Lo mete al interior de la boca, pasando la lengua alrededor y chapando mientras humedece mi seno con su saliva. Lo devora, mordiendo suavemente para jugar con la lengua alrededor del pico erecto que toma más rigidez al baila la lengua alrededor.

Un dolor punzante en mi feminidad me hace despegar la espalda del colchón, con la imagen más sexy y erótica que han visto mis ojos. Holder lleva el cabello en distintas direcciones, mis manos en sus mechones no paran de tirar de ellos al volverme loca con esa boca exótica y llena de experiencia.

Grito sin contenerme. Siento un montón de fuegos artificiales cerca de estallar.

El azul oscurecido en sus orbes me miran divertidos y maliciosos; ardiendo en lujuria. Su boca es posesiva, apasionada y despiadada, no le da tregua a mi cuerpo a relajarse ante el cúmulo de sensaciones que me golpean una tras otra. Se desplaza para brindarle la misma atención al otro, introduciéndolo en la calidez de su boca.

Me remuevo bajo él, alzando las caderas para busca un poco de fricción entre nosotros.

Separa nuestras caderas, apoyándose en sus brazos para no dejar caer todo el peso sobre mí. Deja un beso sobre el pezón antes de separarse y fijar la mirada en mí.

-Nunca tendré suficiente. Te quiero - coge una de mis manos y la apoya sobre su corazón desbocado.

Muestra los dientes en una sonrisa perfecta que me llega dentro del corazón.

Sonrío, atrayéndolo a mis labios, besándolo despacio, saboreando nuestros labios unidos de una forma única y fuera de este mundo. Deja caer todo el peso de su cuerpo en el mío, juntándonos perfectamente. Mi cuerpo se moldea a la perfección del suyo; encajando piel con piel. El suspiro que se le escapa es el sonido más sexy, permitiéndome juguetear con su lengua.

Guía mis manos hasta sus pantalones, animándome a continuar. Juntos nos deshacemos del primer botón del vaquero, a la vez que bajo el cierre de la bragueta. Se saca la incómoda prenda, pateándolos fuera de su cuerpo. Me separo para verlo. ¡Oh, Dios! Es enorme.

Más osada de lo que soy en nuestros momentos sexuales, dejo que mi mano se cuele en el interior del bóxer; acariciándolo. Cierra los ojos, disfrutando del toque atrevido de mi palma contra su carne dura y suave.

Se siente potente y grande, con las venas hinchadas sobre saliendo en su tamaño. La humedad en su punta facilita el movimiento arriba abajo de mi mano, subiendo el ritmo. Gime roncamente balanceando las caderas contra mi palma. En ninguno momento desvío la mirada. La frente se le perla de sudor, con algunas hebras pegas a la frente y se pasa la lengua por los labios entreabiertos.

El sonrojo en las mejillas crece junto a mi ritmo, amando la sensación de tenerlo vulnerable en estos momentos. Está tenso, puedo sentirlo. Quiere venirse en mi mano.

De pronto, me detiene sacando mi mano del interior de su bóxer. Cambia de dirección, colocándose en pie y deshaciéndose de la ropa interior sin preámbulos. La órgano viril se alza, cruzando la parte baja del ombligo cuando es libre del encierro, mostrando el glande rosa y brillante. El sonrojo llega a mi cara en una escandalosa rapidez.

Registra en los bolsillos del vaquero tirado en el suelo, sacando un envoltorio plateado.

Cierro los ojos, consciente de lo que va a suceder a continuación. Intento relajar los músculos de mi cuerpo que están rígidos, tratando de colocar los pensamientos en blanco.

El sonido del papel al desgarrarse corta el silencio. Mi estómago se hunde en respiraciones profundas al sentirlo trepar por encima de mi cuerpo inerte. Me mantengo inmóvil.

-Siempre puedes decir que no.

-Sólo estoy nerviosa. Ya se me pasará - contesto retándole importancia al asunto. Omito decir que el corazón me va a explotar en el pecho y las infinitas sensaciones me abarcan de pies a cabeza.

Deja un casto beso en cada uno de mis párpados, desviando la boca por mis mejillas, nariz, frente y boca, besándola suavemente; seduciéndola.

Nos separamos y abro los ojos. Lo veo elevarse por encima de mi, ubicando mi piernas a ambos lados de su cintura y encagándose en medio de ellas. La punto de su miembro endurecido tantea la entrada, deslizándose entre los fluidos de mi entrepierna.

Comprueba la humedad con los dedos, guiándose a si mismo dentro de mi, poco a poco llenándome con su grande miembro. El dolor me paraliza, haciendo que me aferre a su ancha espalda con las uñas mientras va penetrando mi cavidad; el dolor me rasga por la mitad desde lo más profundo de las entrañas y sé que no ha entrado por completo. Eso nunca va a entrar.

Se queda quieto por segundos. Nuestras respiraciones agudas, jadeantes. Lo siento empujar contra mi, introduciéndose en mi en una brusca embestida, entrando por completo. Me tomó, me reclamó como suya.

Holder permaneció quieto, dejando que me adapte a su longitud. Los segundos avanzan y con ellos, va desapareciendo el dolor de tenerlo dentro de mi, dándole paso a la necesidad. Serpenteo mi pie por su muslos, en una silenciosa invitación para que comience a moverse.

Sus ojos me estudian por unos segundos, meditando en silencio si puede moverse. Como repuesta, alzo las caderas. Jadea.

Se retira lentamente para volver a hundirse.

-Adoro i tuoi abiti

《Me encanta tu estreches》

No sé qué dice. Pero me excita el sólo oírlo. Retrocede de nuevo pero no llega a salir del todo. Vuelve a la carga, empujando, deslizándose lentamente. Moviendo las caderas en un vaivén sensual, quitando el oxígeno de mis pulmones ante las corrientes eléctricas que recorren mi entrepierna. Traza círculos en mi centro, haciendo que tenga que morderme los labios.

-¿Te gusta así?

Asiento, incapaz de decir nada.

Niega.

-Habla.

Levanto las caderas del colchón, encontrándome con las suyas. Urgiéndolo para que vaya más rápido, más profundo, pero se niega a hacerlo. Continúa con las penetraciones lentas. Los balanceos suaves son deliciosos y eso me vuelve loca. Gimo y él me recompensa con un gemido similar.

-Vamos, nena. Estamos compartiendo el acto más íntimo entre los seres humanos.

Se apoya en los codos, trazando círculos en mi entrepierna. Joder, es jodidamente delicioso.

-Me... me gusta - susurro mientras sale de mi y vuelve a entrar, con cuidado, despacio y disfrutando de mis músculos que se aferran a su miembro. Tiene el ceño fruncido.

Es un acto demasiado íntimo, como se me mueve, como se mece y en como sonríe socorronamente. Provoca a mi boca con un leve mordisquito en el labio y se aparta cuando intento buscar sus labios.

-Despacio. Necesito saborear esto - murmura también para si mismo, entrando y saliendo de mí con movimientos perfectos a la vez que me mira.

Sólo nuestros jadeos irregulares y el sonido de nuestras pieles deslizándose interrumpen el silencio que nos rodea. Ahora mismo tengo la certeza que ya nada volverá a ser igual. Siempre llevaré en mi corazón la sensación de sentirme plena estando a su lado. Llevaré este recuerdo conmigo hasta que muera. Él de su mirada brillos contemplándome en como me deshago en besos, suaves mordiscos y embestidas.

Mis músculos internos se aferran a la carne que no para de entrar y salir de mi, mojándolo con los fluidos que desprendo. Sus penetraciones se vuelven cada vez más provocadoras, acercándome a pasos gigantescos hacia la liberación. Lamo el tatuaje, excitándolo.

Todo mi cuerpo se tensa.

-Te estas tensando por dentro. ¿Vas a correrte?

-¡Sí!.

-¡Joder!

No contesto. La delicia que entra y sale de entre mis piernas me tiene demasiado distraída, y no hago otra cosa que no sea gemir su nombre. Empuja las caderas hacia delante en un ritmo descontrolado.

-Se siente tan bien estar dentro de ti. Toda estrecha y caliente.

-¡Holder! - me agarro a sus hombros, clavando mis uñas en la carne de los hombros y agito la cabeza con desesperación.

El dolor ya no está. Lo ha sustituido por algo mejor. Mis manos resbalan de la piel humedecida de sus hombros mientras oleadas de chispas bombardean mi sexo.

Me cuesta fijar la vista y mis manos cogen un puñado de pelo, buscando algo que tirar con el fuego consumiéndome. Una fuerte necesidad me abarca con cada golpe de las caderas.

-¿Te gusta? Dímelo.

-Sí... - farfullo, ahogada entre respiraciones.

-¿Qué tanto? - me regala unas embestidas bruscas antes de volver a embestirme lento.

Baja la cabeza hasta mis pechos que están apuntando hacia el techo, con la espalda arqueada y la boca abierta en un grito silencioso al sentirlo morder mi pezón.

-¿Qué tanto? - insiste, besando y lamiendo donde mordió, sin dejar de moverse.

-¡Mucho, joder!

Gime contra mi seno, clavándome en la cama cuando sus embestidas se vuelven descontrolados. La cosa se está poniendo frenética: las respiraciones aceleradas, los gritos, la tensión y la manera en la que nos agarramos. Todo comienza a dar vueltas. Algo estalla entre mis muslos y grito. Voy hasta su boca, besándolo y abrazándolo de manera asfixiante, entregándome a las olas del placer.

Holder se deja caer encima de mi, gruñendo contra mi pelo mientras se corre. Bramando su clímax en mi oído. Mi palpitar alrededor de él, el suyo dentro de mí: es agradable.

Aparta los labios de los míos, escondiéndose en el hueco de mi cuello y puedo sentir su sonrisa. Necesito verla, de modo que tuerzo el cuello y me encuentro con una sonrisa completa, inocente y de ojos cerrados.

Beso la punta de su nariz.

Abre unos ojos somnolientos.

-Eres la única razón que hace que mis ojos sonrían una y otra vez.

Lo beso suavemente, separándonos segundos después.

-Te quiero.

Me regala una sonrisa de oreja a oreja, engrandeciéndose con mis palabras.

Y me gusta verlo sonreír.

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Nota: Mis amores hermosos. ¿Están todavía por aquí? Espero que sí 🥺. He terminado este capítulo dedicado a todos ustedes por leerme.

Dirán: ¡Ya era hora! Pero la verdad es que se me hizo complicado escribir esta parte. No quería que solo fuera sexo. Quería algo único.

Díganme, ¿qué tal les pareció? ¿Les gustó?

Espero que sí.

No se olviden de comentar y votar ⭐ en la parte de abajo 👇🏼👇🏼👇🏼. Nos leemos pronto.

A Kiss, D.S😘👑.

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