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Capítulo 11.

Capítulo 11.

Al día siguiente estamos todos sentados en el comedor. Apenas si he tocado los huevos con tocino en mi plato, pues el ambiente que se percibe tenso es hasta para quitarte el apetito. Anna nos trata como si fuéramos unos delincuentes.

Stephan era él único que habla en la mesa, intentando cortar el mal rollito. Me da pena el pobrecillo. Tener que cargar con la mala hostia de los demás se estaba convirtiendo en un hábito común para él.

Lo que faltaba para completar el silencio tenso era la melodía de los grillos al formarse silencios sepulcrales entre familias.

A diferencia de mí, Holder y Logan no se cortaban ni un pelo en disimular su mal disgusto. Mientras que el menor apartaba el desayuno como si este tuviera la culpa... El otro devoraba el contenido del plato a lo bruto; ganándose comentarios desaprobatorios por parte de Stephan. 

Podía jurar que lo hacía apropósito.

El claxon del coche de las chicas me libera de esta tortura. Arrastro la silla hacia atrás, bajo la mirada de todos los del comedor. Me despido no sin antes coger del cesto de fruta una manzana, y un plátano.

Entro y las chicas me reciben con un: Yupiiii... Yupiiii... Hey. Omito contarles la bronca que se me armó ayer por la mañana. Ahora sólo disfruto del ambiente relajado, y sereno. No quiero cargármelo con los rollitos de Anna, y las gilipolleces de esos dos bestias.

Leticia aparca el coche en la acera. Frunzo el ceño. Miro a través del parabrisas varias furgonetas del FBI aparcadas en la entrada al aparcamiento de la universidad.

-¿Qué demonios... ? - me corto a mi misma, cerrando la puerta del coche y acercándome a la masa de estudiantes amontonados en la entrada. Hay cintas amarillas en la entrada, impidiendo el paso. Murmullos se oían a nuestro alrededor, y no podía distinguir entre las miles de voces que me rodeaban.

Una de ellas capta mi atención. Cojo a Ammy por el codo, y tiro de ella. Esta me mira con cara de pocos amigos.

-¿Qué quieres? - pregunta, seca.

-¿Qué ocurre?

Entorna los ojos.

-Cuanto llegué ya estaban los gorilas en las verjas, y un profesor nos dijo que otro de sus colegas había sido asesinado; y no solo eso. El enfermo que lo ha hecho se robó algunos registros estudiantiles.

Oh. Mi. Dios.

Mi corazón comienza a latirme con fuerza, y está que me da el patatús.

¿Por qué coño alguien querría robarse los registros personales de los estudiantes? No es nada inteligente para una persona que ha asesinado. Existía la oportunidad que se metiera a hurtadillas en la universidad, y se llevara los archivos sin la necesidad de armar todo este rollo, y bla bla bla bla.

De pronto... Malos recuerdos emergen hacia afuera. Todos comienzan a pasarme una mala jugada por la cabeza. Vislumbro mis manos llenas de sangre aunque sé que eso es imposible. Llenas de líquido rojo como ese día.

Empiezo a hiperventilar. No. No. No. No.

Todo mi cuerpo se sacude en espasmos. Escucho a lo lejos mi nombre pero no sé quién me llama. Siento mis pupilas dilatarse con terror, y el corazón golpear a ritmos descontrolados en mi pecho; imitando a mi respiración descontrolada.

Tiran de mí, haciendo que mis piernas se muevan con pesadez, y rigidez. Como una tonta... Me dejo guíar, y levanto la vista del asfalto.

Sudo frío.

Los temblores en mi cuerpo son mas notorios, y bruscos.

Una especie de sonido muerto sale de mis labios, y la visión clara que tenía segundos atrás se torna borrosa.

¡Es él! ¡Está aquí, en Seattle!

No soy consciente de las lágrimas por mis mejillas, el dolor que quema mi pecho ni en las incoherencias que salen de mi boca. La fuerza de mi cuerpo se desvanece, y poco a poco mis piernas van cediendo hasta que mis rodillas tocan el suelo. Abrazo a quién quiera que sea que me esté sosteniendo.

Miedo.

El miedo cala cada uno de mis huesos, y me olvido en la capacidad para pensar, razonar. Me desmonoro en décimas de segundos sin importarme que otros me miren mal. Lloro, sintiendo la agonía consumirme.

Tomo el valor suficiente para mirar de nuevo. Él ya no está ahí.

La desesperación me envuelve, recordándome que por más que quiera olvidar; los recuerdos siempre estarán ahí.

Soy arrancada de los brazos de la persona que antes me tenía abrazada. El movimiento hizo que puntos negros se acentuaran en mi visión, eclipsándola. Unas manos grandes, y fuertes me envuelven ambas mejillas y me susurran algo, algo que no entiendo. Me aferro a unas muñecas como soporte para mantener el equilibrio en mi cuerpo a la vez que intento apagar todas las alarmas en mi cabeza.

-Todo está bien, princesa... Todo irá bien, ¿vale? - reconozco esa voz grave cuando esta penetra en mi mente. Mi visión comienza a aclararse, y choco con la cara de Holder a pocos centímetros de la mía.

Esos ojos azules me miran con desconcierto. Son de un color increíble; casi puedo apreciar el gris intenso bajo las pupilas negras.

Mi cara se contrae. ¿Por qué me mira así? Debo estar fatal.

-No me mires - cuchicheo apenada, escondiendo mi cara de su visión. No quiero que me vea en este momento tan bochornoso de mi vida.

De pronto una crecida ola de rabia aumenta dentro mi. Mierda. ¡Estoy siendo débil! He dejado que el pasado nuevamente haga contacto con mi presente, y todos los muros que construí a mi alrededor... Se desmonoren en micro-segundos.

Él sin decir nada más, toma una de mis manos, y me arrastra hasta su moto. Me niego a subir en esa cosa monstruosa. Freno en seco. Holder me lanza una miradita por encima de su hombro.

-¿Qué pasa? ¿Te dan miedo?

Ignoro el comentario malicioso.

-Nunca he subido a una de esas.

Se ríe.

-Como no. Seguro montabas en carrozas reales, ¿verdad? - se burla - Pues mira, esta no muerde, ¿Lo ves? - da unas cuantas palmaditas al manubrio - Es totalmente inofensiva, aunque no puedo asegurar lo mismo de el cabrón que la maneja.

Lo miro con horror a través de mis ojos hinchados. Está loco. Me veo tentada a dar media vuelta y salir huyendo de ahí pero al parecer, él se da cuenta de mis intenciones ya que dice:

-No me obligues a ir a por tí, ya sabes cómo terminará todo - me amenaza​, entrecerrando los ojos.

Con un aire salvaje, y totalmente arrogante pasa una pierna por encima de la moto, y se sienta. La enciende, y esta cobra vida con un ronquido espeluznante. Suspiro en derrotada mientras me acerco hasta quedar a solo centímetros de esa cosa infernal. Holder se da cuenta de mi vacilación al tener que subir, ya que no se molesta en ocultar un comentario nada amable, y me toma de la muñeca; tirando de mi.

Casi le pego la cara al asiento de cuero, y como puedo, subo en ella; abrazando a Holder con casi demasiada fuerza. Este sólo se ríe.

Tiemblo ligeramente cuando la moto empieza a moverse. Holder mete primera, segunda... Tercera y cuarta, y nos incorporamos al tráfico de Seattle. El viento golpea con violencia como nunca antes mi cara, azotando cada rincón de mi cuerpo y alborota nuestros cabellos. Aprieto los dientes, conteniendo el aire en mis pulmones al movernos como una serpiente, serpenteando entre coches que, milagrosamente, no acabamos por estrellarnos contra uno.

La desesperación que sentía minutos atrás se disipó como humo en el aire, permitiéndome saborear el alivio de una vida sin preocupación. Y no sé si era gracias a la velocidad o, gracias a esta cosa.

No sé cuánto tiempo llevábamos paseando por las calles ajetreadas de Seattle, sin rumbo alguno pero ahora me sentía de mejor ánimo. Holder aparca en una estación de gasolina, y no soy consciente que aún lo sigo abrazando sino hasta que habla.

-¿Vas a seguir aferrada a mi? Porque si es así, dejá que me dé yo también la vuelta para abrazarte, ¿eh?

Me aparto rápidamente, con las mejillas hirviendo en vergüenza.

-Perdona, nunca antes había subido a una y es...

Me corta.

-¿Excitante? - pulla con una ceja arqueada.

-Iba a decir abrumadora - lo corrijo, rodando los ojos dramáticamente.

-Lo dejaremos como intigrante.

Reprimo una media sonrisa que quiere formarse en mi cara. Salto de la moto con ganas de ir a hacer pis.

Siento la mirada intensa de Holder escoltarme todo el camino hasta que llegó frente a la puerta del sanitario de mujeres. Toco para cerciorarme que no haya nadie dentro, y llevarme un recuerdito de esos traumantes para toda la vida.

-¿Quién coño es? - chilla una chica al otro lado de la puerta.

-Perdona, ¿tardará mucho?

-Joder, que si. Anoche una caja de rollitos de canela y...

Salgo a pasos apresurados antes de seguir escuchando los desagradables ruidos que se producen una y otra vez, ahí dentro. Miro hacia dónde está Holder, y este me devuelve la mirada, cruzado de brazos.

Me encojo. ¡Diablos, la vejiga me va a estallar!

Holder imita mi gesto pero con más chulería, señalando la puerta a mi izquierda. Lo miro mal, para después ver el letrero de los baños masculinos. Los abro de platos.

Me giro para decirle si está loco o que cuando mi nariz golpea su pectoral. Mierda. Me hago hacia atrás.

-¿Y bien? - dice, divertido.

-Y bien nada. No pienso hacer pis ahí.

-Venga, no quiero que te mees en los pantalones, y luego que me eches la bronca a mi por ser el culpable de semejante desparpajo - replica, metiéndo sus manos en los bolsillos de sus vaqueros ajustados.

Tienes razón. Suelo ser borde al cometer un error. Y tarde o temprano acabaré desquitándomelas con él.

-¿Podrías vigilar que nadie pase? - pregunto en un susurro por lo bajo.

Holder hace una mueca de molestia, y se da la vuelta.

-Apúrate, yo también quiero mear.

Como no. El príncipe Encantador ya a dado una orden.

Mis extremidades tiemblan al posar mi mano sobre la manilla, y abrirla. Asomó la cabeza por el hueco para asegurarme de que todo está solo.

Ugh. Nunca he sido amante a los baños públicos, ¡pero esta es una emergencia!

Hago piss aquí porque sí o sí.

Segundos después saboreo el alivio, relajando la tensión en lo bajo de mi vientre. Saco papel de la mochila, y me limpio. Al salir, veo una espalda familiar de espaldas, y de pie, luego se oye algo cayendo.

-¡¿Pero que estás haciendo?! - pregunto alzando la voz hasta el punto de estar gritando. De un momento a otro ya estoy de espaldas a él, muriéndome de la vergüenza.

-¿Tú qué crees? Mear, ¿qué otra cosa si no? - contesta sarcástico. Yo no puedo hacer otra cosa más que taparme los ojos con las manos a pesar que no lo estoy viendo.

-¡Pero te dije que esperarás!

-Ya. Y yo te dije que movieras el culo - habla a mis espaldas.

-Dijiste que me apresurara.

-¿Qué más da como lo diga? Es igual.  

No protesto. Sólo callo, y espero a que termine. El sonido de una bragueta ser subida corta el silencio; y yo quito las manos de mis ojos.

-¿Ya estás presentable? 

-No seas engreída. No hace falta que te hagas la difícil conmigo, ¿sabes? - se echa a reír con ganas.

Sé que me está tomando el pelo, por lo que no le presto atención. Voy hacia el grifo para asearme las manos cuando... Un chorro de agua helada impacta contra, haciendo que gritara y tragara agua por la sorpresa. El agua me moja toda la parte de arriba de la ropa, calandome. Me aparto del chorro de agua con la mayor parte de mi cabello pegado a los costados de mi cara, y el flequillo se pagaba a mi frente.

Esta es la peor humillación de todas las humillaciones.

De reojo, pillo a Holder doblarse sobre sus rodillas, y descojonarse de la risa. Y mi reacción me sorprende esta vez; en vez de estar echando humo, y llamarle gilipollas sólo miro como se ríe con tanta naturalidad y soltura, que me daba tanta pesar cortarle el buen rollito con una de mis chulerias bordes. El chico que hace minutos atrás se estaba riendo como un demente, se acerca para parar el chorro de agua que está haciendo todo un río de agua en el suelo.

Por si fuera poco, como si el destino estuviera caprichoso con nosotros... El chorro de agua lo empapa a él también, y juntos volvemos a descojonarse de la risa. Al abrirlos, Holder ya está frente a mí.

Sus ojos son dos esferas de fuego, quemándome, grabándose en lo más profundo de mi retina. Nuestros alientos estaban agitados por las carcajadas y pequeñas gotas de agua del cabello empapado de Holder caían por mis mejillas, y nariz. Quizás fue el momento que nos llevó a que nuestros cuerpos se rozarán, y que ambas narices se tocarán de un modo íntimo. Casi como si fuera una caricia.

El aliento mentolado de él me da en los labios, y mi cuerpo se sacude por una invisible corriente eléctrica que me recorre al apoyar mis manos en su fibroso pecho. Las respiraciones de ambos se alteran al sentir nuestros labios rozarse suavemente. Holder deja escapar un pequeño quejido doloroso.

Oh. Dios.

Sus labios son suaves, cálidos y tiernos. Holder roza solo nuestros labios superiores de arriba abajo sin llegar a conectar con los míos pero produce un escalofrío por mi espalda, poniendo los vellos de mi cuerpo en punta, y es algo que me asusta, y atrae al mismo tiempo.

Y por fin sé, lo que es ser deseada por un chico.

De pronto, la burbuja a nuestro alrededor explota cuando la puerta se abre. Nos separamos unos muy notarios centímetros para ver a la mujer de limpieza. Esta entorna los ojos con fastidio por la pillada.

-Largo - suspira, cansada. Ambos nos movemos hacia la salida sonrojándonos hasta los pelos. Recojo la mochila empapada, y una vez afuera... Ninguno de los dos habla sobre lo ocurrido en el baño, lo cual, me alivia, y me pone incómoda.

Subimos a la moto empapados sin decir ni pío. Adiós al buen rollito de ahí adentro y bienvenida seas, incomodidad.

El recorrido en moto hizo que nuestras ropas se secaran. Holder aparca frente a la cafetería de Starbucks, dejándome a mi montada. Tiene aire de depredador al caminar hacia el interior; aparte de poseer muchos grados de confianza.

Minutos después, sale con dos vasos de café, y me tiende uno. Lo agradezco mientras le doy un sorbo. ¡Delicioso!

-¿Siempre te dan esas crisis nerviosa? - pregunta recargándose sobre ella.

-¿A qué te refieres?

-Dímelo tú - bebe del latte, y mis ojos se pegan a la nuez de su garganta bajar y subir ante cada trago.

-No te importa.

-Ya. Mira, para mi es bastante obvio lo que ha pasado, Tessa.

Intento mantener mis labios pegados, pero siempre cuando estoy con este gamberro mi cuerpo parece desobedecer todo lo que pienso... Separo los labios y digo: - No es un asunto que te incumba, Holder, por lo tanto... ¡Haz el tinto y déjalo estar!

-¿Pero tú de que vas? - protesta.

-Veámoslo de otra forma; ¿acaso yo te pregunto por tú vida privada? - él con la mandíbula tensa niega - Bien. ¿Entonces por qué tú quieres mirar en la mía? Es mi puta vida privada, Scott. Es mucho mejor no saber los problemas de los demás.

Mientras le oculte la verdad... Todo estará bien.

-¿Por qué?

-Porque no.

-¿Y por qué no?

-Venga, serás tonto. ¡No puedes y punto! - se ríe con una risa ronca. Me arrebata el latte de las manos, y junto a el de él, lo tira a un cesto de basura.

Bufo. - ¡Ehhh! Pero si ni siquiera me lo he acabado.

-Te chinchas. Nos vamos.

-¿Te chinchas? ¿Ahora qué? ¿Eres mi abuela? - me regala una sonrisa pícara.

-Gracias a Dios que no lo soy. De lo contrario tendría que aguantarme a una niña pija - se estremece como si el simple hecho de imaginárselo fuera una pesadilla.

¡Creído!

-Y yo gracias a Dios que no tengo a un engreído, pretencioso y vulgar como abuelo - se ríe como solo él sabe hacerlo. Pasando por alto lo que he dicho.

Sube, y la enciende.

Esta vez me niego a sujetarme a este hombre. ¡Va bien si piensa que lo haré!

-Cogeme de la cazadora.

Me cruzo de brazos, terca hasta no más decir. Holder me observa por encima de su hombro, frunciendo el ceño.

-Como quieras.

Él muy capullo, como si leyera mis pensamientos mete gas, y en un instante levanta la rueda delantera. Chillo, y termino por enredar mis brazos con una fuerza aplastante entorno a su cintura, pegando mi cuerpo a su espalda. Con el viento silbando en mis oídos me aferro más a él mientras escucho los gritos de felicidad de Holder.

-¡Para, para! - le grito cuando siento que mis manos comienzan a deslizarse. La moto cae bruscamente contra el asfalto, y mete gas como loco. Grito de miedo, apretándome más. A través de la neblina noto algo duro, y pequeño bajo mis manos. Joder. ¡Estoy tocando sus abdominales! Me pellizco por ser tan atrevida, y dejar que mis manos se deslicen hacia el sur.

El cielo de Seattle se torna gris, y gotitas de agua comienzan a salpicarme las mejillas, y otras en mi frente. El aire cálido cambia por uno helado casi al segundo, y yo no puedo estar más feliz. Extiendo mis brazos al aire, sintiéndome ser balanceada por el brusco aire, y la lluvia me empapa de nuevo.

Me dejo acariciar por el aire, y las gotas de agua. Relájandome.

Hay momentos en la vida, que sólo se disfrutan con los ojos cerrados. No importa en qué situación difícil estés, o en qué problemas puedas estar; nunca olvides tú esencia, y eso es lo que ahora mismo haré. Viviré.

Viviré como si este fuera el último día, permitiéndome sentir todas aquellas emociones de las cuáles, quise dejar de formar parte. Yo, viviré al cien por ciento.

🍁🍁🍁🍁

Nos refugiamos en una casa con un amplio techo. Por minutos me quedo mirando la fuerte lluvia caer.

El tiempo pasa, y la tormenta parece no tener fin. El frío ambiente, y la humedad de mis ropas hace que mis dientes comiencen a castañar en una forma tan... Poco femenina. Abrazo mis piernas intentando proporcionarme ese calor que mi cuerpo pide a gritos silenciosos.

Contengo el aliento en mi garganta al ver que unos fuertes brazos me rodean los hombros, tirando de mi hacia atrás, topándome con un musculoso pecho. Mi corazón se detiene al percibir el caliente aliento de Holder en mi cuello.

-¿Qué haces? - murmuro con la vista clavada en el suelo frente a nosotros. Holder rodea mi cuerpo con los suyos; por encima de los míos.

-¿Estás ciega? Te estoy abrazando.

E incluso, en un momento como este sus comentarios sarcásticos no se hacen de esperar.

Bufo.

-Eso lo sé. ¿Pero por qué lo haces?

-¿No es obvio? Te estás congelando, Tessa. No soy tan cabrón cómo crees, ¿vale?

Opto por callar. Sólo dejo que me abrace. Su cuerpo me produce el calor necesario para entrar en calor.

Me siento menuda, y frágil en sus brazos. Después de todo, mi 1.67cm no es que me haga una chica de largas piernas y de altura excelente. Extrañamente, me doy cuenta que encajamos a la perfección.

Como si, nuestros cuerpos encontraron la alineación perfecta.

Disfruto del momento de paz que tenemos en este instante; ya que parece que no es imposible que tengamos un momento parecido a este debido a que siempre acabamos por insultarnos. Los ojos me pesan como plomo, y poco a poco los voy cerrando terminando de apoyar la cabeza en el hueco de su hombro.

Su respiración acaricia los pocos mechones húmedos de mi  flequillo, llevándome a una especie de relajación total.

-¿Qué clase de shampoo te echas?  - su voz ronca penetra en mis pensamientos semiconscientes. Los abro, mirándolo con suspicacia.

-Vainilla.

Sonríe de lado.

-Me gusta.

Bufeo cuando me sonrojo, apartando la mirada de la suya, rogando para que no pille lo rojizo de mis mejillas. Aunque lo haga un poco tarde, se ha dado cuenta.

Pellizca una de mis mejillas.

-¡Ay! - me quejo.

Holder no pierde el tiempo para comenzar a molestar. Típico de él.

-¿Por qué te has puesto tan roja como un tómate, niña? ¿Es por lo que he dicho o por mi?

Es todo un pretencioso, y vanidoso.

Acerco mi rostro al suyo, con nuestras frentes y narices rozándose. Nuestras miradas se encuentran, y chispas saltan a nuestro alrededor al hacer contacto. Tal y como sucedió en el baño.

De pronto, el ser malo de mi interior comienza a aconsejarme que saque la lengua, pasándola por su labio inferior carnoso, y le dé un mordisquito mientras que el ángel se cuela en mis pensamientos, y me ordena que aleje esa descabellada idea de mi cabeza antes que termine por lamentarlo de verdad.

Obligo a mis labios a separarse.

-Nunca en la vida - le saco la lengua. Una de sus cejas se arquea al mismo tiempo que tapa su boca con una mano, y suelta ruidosas carcajadas.

Su cuerpo se sacude en pequeños espasmos mientras se ríe.

-¡¿Nunca?! - chilla sin dejar de reír.

Vale, al menos me alegra divertirlo.

-Nunca - afirmo.

-Ah, ahí está el error. ¿Tus padres no te han advertido que nunca digas nunca? Mira que trae mala suerte decir eso - su sonrisa cada vez se ensancha al igual que la sonrisa del tiburón de Nemo.

-Eres un idiota.

Pone cara de haberlo ofendido pero podría jurar que él no conoce el significado de esa palabra.

-Vale, tienes razón. Soy un idiota, ¿y qué? - parece divertido con la situación. Yo también, aunque eso nunca lo admitiré.

Después de eso nos callamos. No llevamos ni tres minutos en silencio cuando vuelve a hablar.

Pero buenooooooo, ni bajo el agua se calla.

-¿Quieres jugar?

-No.

-Joder, ¡Que borde! - su cara es la mar de seria; y yo intento de que la mía sea igual de neutra que la de él.

Para nadie es un secreto saber que los juegos de Holder sean los más inocentes en cuanto se refiere a no proponer una propuesta indecorosa. Empiezo a dudar enserio que una de las reglas sea mantener las ropas en su lugar.

-Mira, te juro que no es nada de lo que estás pensando, ¿vale?

-¿Y qué sabes tú que estoy pensando? - le desafío, frunciendo el ceño.

Entorna los ojos, hastiado.

-Tú expresión de horror da mucho que pensar, ¿sabes, princesa?

Mierda. Tiene razón.

Aún tengo la oportunidad de soltarle un guantazo si intenta pasarse de listillo.

-Está bien. ¿A qué jugaremos?

Sonríe con sorna al creerse el ganador. Achino los ojos. No fastidies, Scott.

-Preguntas y repuestas, ¿qué tal?

-Que nombre tan poco original - me rio.

-Si, bueno, tampoco ibas a jugar si escogía otro juego con título más atrevido, ¿verdad? - no digo nada - Ya, eso pensé. Venga, pregúntame algo.

Me doy toquecitos con el dedo en la barbilla, fingiendo pensar.

-¿Has tenido una relación seria alguna vez?

Holder me mira como si estuviera loca para después suspirar con pesadez.

-Eres tan ingenua... Sí, a los nueve.

Suelto una risilla: - ¿Nueve? ¿Es en serio?

-Absolutamente enserio - dice pasándose la mano por el cabello que es un desastre loco. Me mira malicioso - Es mi turno. ¿Has tenido sexo con la regla?

Exploto en rojo.

-¡Eres un pervertido!

-¡Dijiste que jugarías! - se defiende.

No sé en dónde meter la cabeza ahora, y a diferencia de otras chicas no sé qué responder a eso. ¿Debería mandarlo a la mierda?

Me alejo de él hasta quedar cara a cara los dos.

-No... Es que - trago saliva al sentirme bajo el foco de la atenta mirada de el único chico que está frente a mí -Nunca lo he hecho con nadie - susurro.

Holder ladea la cabeza, y entrecierra los ojos. Su mirada dice que no me cree ni un pelo. Pero parece pensarlo un poco, y estos se abren como platos.

-Pues vale, ahora que estamos confesándonos y todo eso... Yo tampoco lo he hecho.

Me tapo la boca con una mano, y los abro tanto que comienzan a dolerme. Me parto de la risa en cuestión de segundos, y me tiro sobre el suelo con mi cuerpo dando pequeños espasmos, y con un nudo en mi vientre.

-¡Eres un hipócrita! - contesto como puedo, intentando levantar la cabeza.

Él se encoge de hombros, despreocupado, y a la vez risueño. No me levanto del suelo, me quedo tendida. Holder me imita, y por lo que parecen ser minutos nos quedamos viendo el techo que nos cubre del llovisnazo.

Otra pregunta ronda por mi cabeza, y la formulo bien antes de hablar - Cuando besas a una chica, ¿Qué sientes?

-¿Quieres que sea sincero? - pregunta él.

-Completamente.

Se calla por unos segundos, quizá pensando en responder con una de sus trampas.

-Me pongo cachondo.

Sin poder creerme lo que a dicho, giro la cabeza como la niña del exorcista, y veo que permanece con los ojos cerrados, y una sonrisa tonta en los labios.

¡Dios! No sé corta ni un poco, ¿eh?

-¿No sientes nada más?

-¿Qué otras cosas puedo sentir aparte de ponerme cachondo?

-Y yo que sé. No sé, por ejemplo: sentir mariposas en el estómago. La aceleración de tú corazón, sudoración de tus manos, ¿quizás?

Chasquea la lengua.

-Que antigualla eres - se burla - Con la mayoría de las chicas con las que he estado no he sentido nada de lo que dices, pero... - sé corta y se muerde el labio inferior - Hay otras partes de mi cuerpo que saben responder muuuy bien.

Ahogo un jadeo de sorpresa.

-Eres un cerdo - le suelto un golpe en el hombro.

-Me han dicho cosas peores - ¡Como no! Estoy segura que si - ¿Estoy bueno?

Sé a lo que se refiere. Lo pillo. Así que me hago la tonta, y cierro los ojos.

Escucho como se arrastra, y luego me tenso de pies a cabeza. Abro los ojos y lo encuentro cara a cara, con ambos brazos a cada lado de mi rostro. Trato de normalizar mi respiración pero esta parece no hacerme caso.

Holder tiene las pupilas dilatadas, y su mirada es abrazadora.

Intensa...

-¿Estoy bueno? - repite, despacio.

-De eso nada. No pienso responder eso.

-Pero si te has puesto roja, ¿eh? Mírate como estás - sonríe lobunamente.

Me maldito por ser como soy, y también lo maldigo a él por tener ese efecto en mi.

Intento girar la cabeza pero la sujeta con fuerza, enredando sus dedos en los mechones.

-Jesús, sí que eres pesado - suspiro en derrota - Estás bueno, ¿ya?

Sus ojos se ilumina igual que un crío al cual le han dado en juguete que quería.

-Estoy flipando. No me puedo creer que me hayas dicho que estoy bueno.

-Me obligarse a decirlo.

-Hahahaha... No te puse una pistola en la sien, ¿o sí?

-¡Pero lo hiciste!

-Pero no te obligué. Lo has hecho tú solita, cariño.

Ya estamos con nuestra cabezonería de nuevo.

-Ahora que has admitido que estoy bueno... Fingirás chocarte conmigo cada vez que me veas.

-Cierra el pico.

-Probablemente entrarás a mi cuarto a media noche a hurtadillas, y me obligarás a tocarte.

-Calla.

-Probablemente me querrás ver desnudo cuando esté en los vestidores.

-¡Cállate!

-Incluso, quizá...

Rápidamente, saco la mano debajo de nuestros cuerpos, y le tapo la boca.

-Tenlo por seguro que no haré nada de lo que has dicho. Tengo respeto por mi misma, y si vuelves a soltar otra de tus perlitas... ¡Te castraré! - lo siento sonreír sobre mi mano.

Asiente, y la aparto. Volvemos a pasar un rato callados pero me da un calambre en el cuello, de esos que provocan morirse.

-¿Quieres soltarme? Porque cuando no me sueltes... El cuello me quedará tan rígido que no podré moverlo.

Saca sus manos de mi cabello, diciendo algo por lo bajo que no logro oír, y rueda fuera de mi.

Dejando... Una sensación extraña en mi.

🍁🍁🍁🍁

Las horas pasan, y la llovizna llega a si fin. Nos toma menos de lo pensado llegar a casa. Holder guarda la moto en su lugar. Bajo, y cuando estamos a punto de entrar, por el rabillo de mi ojo capto un movimiento más allá de las verjas. Giro la cabeza.

-¿Qué? - pregunta Holder, siguiendo la misma dirección.

Niego, restándole hierro al asunto.

No hemos llegado bien cuando Anna, nos da un coscorrón.

Soltamos un quejido por lo bajo. Acaricio el lugar donde duele mogollón.

-¿Dónde habéis estado? ¡¿Cómo se os ocurre hacerme pasar este mal ratito después de lo de vuestro universidad?! ¡¿Os habéis aliado para volverme loca?!

Anna nos fulmina a ambos con la mirada, y se queda mirando a Holder por mucho más tiempo; como si el tuviera la culpa. Este chasquea con chulería la lengua, y se mueve. Pasando por el costado de Anna, ignorándola.

Desaparece al subir por las escaleras, y después, se oye un portazo.

Cansada, y sin ganas de protestar porque se que la voy a liar más... Comienzo a recorrer el mismo camino que Holder, sin rechistar. A mis espaldas Anna me llama por mi nombre completo, pero hago lo mismo que mi hermanastro vulgar; la ignoro. Entro en mi guarida, y es ahí cuando siento mi cabeza como un bombo que está a punto de estallar.

Nota: Holaaaaa... ¿Cómo están? Espero que todos bien. ¿Qué os a parecido este capítulo? A mí me pareció emocionante, y divertido. ¿A alguien le gustó el juego inventado por Holder? ¿Por qué Tessa entró en una crisis al recordar su pasado? Si queréis saber que ocurre... No se les olvide comentar, y votar si les gustó este capítulo.

Estad pendiente a la siguiente actualización. Un beso 😘😘😘.

Nos leeremos pronto.

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