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Capítulo 1.

Capítulo 1.

¿Qué tan difícil es que tú padre quiera mandarte a paseo a Seattle?

Nada... Supongo.

-Tessa, cariño, ¿Estás con nosotros? - parpadeo ante la voz de la directora de la universidad. ¿En dónde me encontraba?... Oh, si. ¡Claro!... Me encontraba sentada en el sofá de mi casa, frente a la amante de mi papá, quien me quería mandar de paseo con mi madre a Seattle.

Guay, ¿A que si?

Papá se aclara la garganta y me mira con sus pálidos y fríos ojos ámbar. Por desgracia... Teníamos los mismos ojos. Otra cosa que me recordaba que era su hija...

-Nena, sé que no es de tú agrado mudarte a Seattle con tu madre... Pero tengo que viajar y...

Dejo de escucharlo cuándo va a la mitad de su discurso de siempre. "Tengo que viajar y sabes que no me va eso de dejarte sola"... Y blablabla...

¿Es que es tan difícil decir que te vas de vacaciones con tu amante?... Joder. No sé que me va en estos momentos. Eso, a darme una patada en el trasero para irse con la directora de la universidad dónde estudio, ¿O verme la cara de gilipollas?... No me malentiendan; no es que no quiera la felicidad del hombre más importante en mi vida. Le quiero. Pero mi sexto sentido me dice que esa mujer no es la indicada para él.

-Vale, ya está bien. ¿Por qué no me mandas a volar de una vez? - papá me mira como si hubiese soltado maldiciones a todos los santos.

-Tessa... Sabes que no me gusta estar lejos de ti. Pero ve el lado bueno... Estarás con tú madre unos meses - me muestra una sonrisa de hiena que es habitual en él cuándo está con los nervios de punta.

Disimulo eso último. Venga... Tiene razón. Prefiero ir a vivir con mi madre antes que tener a la bruja de la sirenita rondando la casa con el pretexto de mis notas sobresalientes.

-Bien, papá. Iré a Seattle... - decido eso último sin pensarlo mucho tiempo. La última palabra se siente como un papel de lija siendo acariciado por mi lengua.

Papá me sonríe cálidamente y abre sus brazos para darme un abrazo de oso. Suspiro, devolviéndole el abrazo; sintiendo que le echaría mucho de menos a él y a sus abrazos tan cálidos y reconfortantes.

-Esa es mi pequeña. Te llevaré al aeropuerto en quince minutos - dice mientras me da un beso en la sien. Doy un leve asentimiento y me separo de su cómodo abrazo.

-Bueno, iré a... Arreglar mis maletas.

Me disculpo torpemente y me piro a mi cuarto. Subiendo las escaleras de dos en dos, queriendo escapar de ese ambiente tan tenso. Doy gracias al cielo de no tropezarme con mis patosos pies y de ir a dar al suelo y pegarle mis dientes delanteros a la dura superficie de las escaleras, terminando con un diente dislocado y el labio superior magullado.

Puedo respirar aire puro cuándo por fin entro en mi cueva de refugio, sintiendo como todo el aire químico que respiré en la sala salía por mis poros y el alivio me inundada. Sin perder el poco tiempo que me queda comienzo a sacar toda la ropa del armario y las dejo en la cama. Cojo la maleta más grande y tiro toda mi ropa dentro. Sin ordenarlas.

Tiro dentro las cremas y shampoo junto con mi cepillo de dientes. Cierro la cremallera y la dejo a un lado de la cama. Abro la otra maleta y meto en todos mis zapatos, haciéndome dificultosa la tarea de cerrarla.

Unos golpes en la puerta interrumpen mi tarea de empacar y giro la cabeza como la niña del exorcista. La cabeza de papá aparece por la puerta.

-¿Estás lista? - pregunta desde la puerta, sin entrar. Me muerdo la lengua para evitar que se me escape un comentario sarcástico.
Asiento y agarro mi IPhone y la cazadora. Papá entra y se lleva las maletas escaleras abajo... Dejándome sola por unos segundos.

Doy una última mirada al lugar donde pasé mi última noche. La melancolía comienza a apoderarse de mí y sé que sino doy media vuelta me echaré a llorar como una niña pequeña. Antes que eso ocurra, cierro la puerta y voy hasta la cochera, donde papá me espera.

Gracias a Dios y a todos los santos que la señora Bennson no vendrá con nosotros esta vez.

Cierro la puerta del coche y me abrocho el cinturón y planto en mi cara la mejor sonrisa falsa.

Bueno, Tessa... Bienvenida a tú nueva vida. Sí señor.

🍁🍁🍁🍁

-Nena, ya sabes... Si te duele algo o no te sientes cómoda con tú madre me llamas, ¿vale? - repite por quinta vez desde que comunicaron mi vuelo por los parlantes.

-Vale... - Charles me abraza con una fuerza atroz que termina por sacarme el aire de golpe de los pulmones. Sentía, que por primera vez, esto no era un adiós. Sino un hasta pronto.

Le devuelvo el abrazo y me trago el sollozo que quiere brotar de lo más profundo de mi garganta. No llores. No llores.

-Te quiero.

-Te quiero, papá.

-Oigaaaann. ¿Quieren moverse? Hay personas que quieren abordar el avión - ambos volteamos para ver a una señora no muuuuy contenta esperando atrás de nosotros. Me sonrojo. Oh. Dios. Mío. ¿Estuvo oyendo todo?

Frunzo el ceño. ¿Es que no sabe respetar este momento? ¡Será borde!.. estoy a punto de soltarle unas cuantas verdades pero Charles se adelanta.

-Discúlpenos - le dice a la señora entrometida. Se voltea y me mira con sus ojos enrojecidos. - Cuídate, preciosa.

Asiento y siento como mi corazón de arruga al saber que tengo que dejar aquí a mi padre. Nos damos el último abrazo y avanzo hacia las paredes cristalinas y salgo hacia la zona de despegue donde se encontraba el avión para subir la escalerilla.

No volteo hacia atrás porque sé que mi herido corazón se romperá en millones de pedacitos al dejar atrás a mi hombre preferido en todo el mundo.

Entro al avión y una azafata me conduce a los asientos de primera clase. Por fortuna, mi acompañante era una adorable abuelita de grandes gafas gruesas y un bastón. Me siento a su lado y espero a que el avión despegue.

Durante los próximos quince minutos, estuve a punto de saltar por la ventana que se encuentra a mi lado. Pues, la abuela que era mi acompañante -¡durante siete horas! - no paraba de quejarse por la tardanza del avión en despegar.

«Jesús... No me odies tanto, ¿sí? Apiádate de mi... Y por lo que más quieras... No permitas que el avión caiga en el agua»

Mis ruegos se ven interrumpidos cuando "la abuelita" intenta desabrocharse el cinturón. Frunzo el ceño, pero me quedo como una estatua en el asiento.

Una voz metálica de mujer por los parlantes nos avisa que el avión está a punto de despegar y que nos abrochemos los cinturones. El alivio viene a mí.

-Por fin escucho algo descente desde que estoy aquí - gruñe la abuelita. Con cara de pocos amigos y dándose por vencida en desatar el bendito cinturón.

Le sonrío para tranquilizarla pero al parecer, eso fue lo peor que puede hacer - ¿Y tú porqué sonríes?

Uuuuyyy. Sólo fue una sonrisa. Tampoco es para que se pusiera a echar espuma por la boca. Volteo la cabeza y me acomodo en mi asiento; conecto los cascos al iPhone y presiono reproducir la canción de Ariana Grande, No tears left to cry, preparándome para mis duras horas con la anciana.

¿Y esto podría ser peor? No lo creo...

Aunque, presentía que mi vida iba a cambiar a partir de ahora...

Y eso es algo bueno... Creo.

🍁🍁🍁🍁

En las siguientes siete horas, me volví loca y comencé a tirar levemente de las puntas de mi cabello, disimulando mi nerviosismo ante los gustos exigentes de la abuela. Me había hecho cambiar el puñetero café seis veces. Había criticado los gustos por mis canciones, diciendo: "en mis tiempos no oíamos esas músicas tan vulgares de ustedes los jóvenes"

Os lo juro. Que si las ventanas no hubieran estado selladas me tiraría sin pensarlo dos veces. Pero gracias a Jesús, María y José y a todos los santos; mi castigo llegó a su fin.

Cojo mis maletas y me despido de la agradable - nótese el sarcasmo - anciana.

Ella arquea una de las cejas; y yo me maldigo.

-No puedo decir lo mismo - dice, mirándome con el ceño fruncido y agarrando sus maletas, sin aceptar la ayuda de los encargados.

¡Será cabezota!

Ja!... Estamos a mano - ¡Mierda! Yo y mi gran bocaza.

-¿Qué has dicho?

Trago el nudo de mi garganta ante mi gran metidota de pata. - Que... Adiós - me marcho antes que explotar como un volcán, pues su cara comenzaba a tornarse de un color morado y no quería ser yo la culpable si le daba un paro cardíaco.

Salgo de la sala de equipaje y busco con la mirada un rostro familiar entre tantos, era como si buscara una aguja en un pajar. Mis ojos estaban a punto de salirse de mis cuencas hasta que veo un cartel con mi nombre en coloridos marcadores.

Unos familiares ojos grises chocan con los míos. Mamá me recibe con los brazos abiertos y una felicidad rebosante. Casi, casi... Podía sentir que estaba en casa otra vez. Sólo que en realidad está dejó de serlo hace cinco años.

-Oh, cariño... ¡Mírate! Estas preciosa - le abrazo y suspiro profundamente el aroma familiar de su perfume. Ya había olvidado cómo era estar en los brazos de Anna, mi madre.

A sus treinta y cinco, mamá no aparentaba menos de treinta. Seguía siendo elegante y conservadora. Para algunas, eso era una dicha. Pues no necesita cirugía reconstructiva por todo el cuerpo... Y en el especial, la cara. Hasta ahora, Anna sigue optando por lo natural.

Caminamos hasta su coche, un Honda último modelo.

-¿Y cómo estuvo tú viaje, preciosa?

Arrugo la nariz - No me lo recuerdes. Fue fatal... - respondo, terminando de abrochemos el cinturón. Salimos del aparcamiento del aeropuerto y nos incorporamos al tráfico.

Pasamos media hora en absoluto silencio cómodo. Hasta que Anna decidió hablar.

-Te ha crecido el cabello desde la última vez que te vi - dice, mientras cruza a la izquierda.

-Sip... No lo he cortado desde la última vez - murmuro, orgullosa de mi cabello. Había logrado que me creciera hasta más debajo de mis hombros y no podía estar más satisfecha conmigo misma.

Había sacado el color de cabello de Anna. Era de un color dorado oscuro, con reflejos castaños y había heredado los mismos ojos de papá. Ámbar... Y un tono de piel blanca rosácea. Típica piel de americanas.

-Tessa, espero que te lleves bien con Logan - su voz se cuela en mi cabeza, sacándome de mis más profundos pensamientos. Despego la mirada de la ventanilla del coche.

Parpadeo - ¿Eh?

Miro a través del parabrisas del coche y me veo frente a una hermosa casa de dos pisos color blanco y una hermosa reja negra.

-Ya lo verás, es increíble - me ahogo con mi propia saliva y la veo como si le hubiese salido otra nariz.

¿No piensa decírmelo?

¡Madre del amor hermoso! Si me hubiera enterado de esto, hubiese venido antes. No veía a Logan desde que tenía diez - casi once años-

Bajamos del coche y mamá me ayuda a cargar el equipaje. Estudio todo cuidadosamente. Como si estuviera en un museo y esta preciosa casa fuera una de las piezas más valiosas.

Mi mandíbula toca el suelo cuando se abren las puertas dobles y revela el interior de la casa. Algunas decoraciones son de cristales y finas y delicadas figuras en las paredes. Habían cuadros delicados colgando de las blancas paredes. Sofás negros en la sala, jarrones, mesillas. Televisor de pantalla plana. Estantes llenos de música.

¡Esto era una pasada!

-Espera aquí.

Recobro el conocimiento cuando mamá de hace oír ante mi loca fiebre compulsiva. La veo subir las escaleras con prisa y correr a través de unas paredes de madera y cristales.

Como toda chica curiosa - y que me curiosidad no tiene filtro - comienzo a fisgonear. Curioseo el estante lleno de música y pillo que son los CD'S que deje hace años. No sabía que mamá aún los tuviera.

Entre ellos encuentro mis dos bandas preferidas de metal sinfónico, Within Temptation y Nightwish. También encuentro mi banda de la rock alternativo, Placebo.

Mi corazón está a punto de explotar al ver mis cantantes favoritos. Mierda. Pensé que los había perdido y...

-Nena. Aquí está Logan - todo pasa en cámara lenta. Me giro casi demasiado lento y ante mí aparece un chico de grandes ojos marrones y cabellos iguales a los míos, sólo que estos, tenían mechones cobrizos y dorados. A pesar de su corta edad de los diesiceis, era unos cuantos centímetros más alto que yo y mis converse no ayudaban en para nada. Por su fría mirada, sé que soy la intrusa en la familia.

Y ahora mismo yo también me siento así.

Bueno, empecemos como se debe.

-Holaaaa... Logui. Que...

-No me llames "Logui" y deja de hablar balleno. No soy un bebé - su voz era como estacas de hielo que se hundían en mi piel sin compasión, congelándome. ¿De verdad había hablado balleno? Trago y sonrío forzosamente.

-Anda ya... No seas chulito. ¿Qué te parece si me enseñas la ciudad? - pregunto.

Inceman me mira, me mira y me mira. Hasta que separa sus labios y dice la palabra que deseo escuchar: - No.

-¡Ja! Lo sabía... ¡Sabía que ibas a decir que s...! Espera... Dijiste, ¿no? - ¡Joder! Esa no era la palabra que estaba buscando.

-Eso he dicho. ¿O es que estás sorda? - pregunta con malicia. Mostrando su sínica sonrisa de hiena.

Vale. Este crío y yo no nos llevaremos muy bien. Creo que tratará de matarme a muerte cada vez que pueda.

Separo los labios para hablar, pero antes que pudiera decir nada... Él enano me corta: - Tengo tres reglas para que llevemos la fiesta en paz. Primera regla... No metas tus narices en mis cosas. Segunda regla; no quiero que te acerques a mí en tú patética y apestosa vida y por último... Bajo ningún pretexto te vayas a acercar a mí, ¿Estamos? - dice, apuñalándome con sus fríos ojos. Creo que en un futuro, este chaval intimidará a más de una persona.

-La segunda y tercera son iguales. ¿Es qué acaso un listillo como tú no tiene otra regla que no sea la misma? - me río de su metidura de pata. Mi sonrisa muere cuando la sonrisa de Logan se ensancha, como la sonrisa del tiburón de Nemo y sé que la que metió la pata hasta el fondo... Fui yo.

Bien hecho, chica.

-Oh, ¿Tienes cerebro? Pensé que las chicas no tenían.

Ya está, Tessa. Ya está.
Respira y tranquiliza los instintos asesinos de arrancarle la cabeza al pequeño demonio.

-¿Sabes lo que pienso?

-Vosotras las mujeres no pensáis, hermanita. La ciencia lo demuestra. Es un hecho que sus cerebros son mucho más pequeños y no tienen la capacidad para pensar.

-¿Qué demonios...? - ¡Oh, a la mierda! Estrangularé a este cretino.

Sin perder tiempo me lanzo hacia él. Pero como era de esperarse, fallo cuando se hace a un lado con maestría y estrello mi cara contra el duro suelo. La risa de hiena de Logan hace que mis tímpanos piten hasta el punto de hacer que exploten.

Me levanto del suelo y lo veo descojonándose de la risa, ahuecando su estómago.

-¡Eres una idiota! - achino los ojos y tenso mi mandíbula. Los instintos de loca hace que nuevamente vuelva a lanzarme hacia él. Logan me enseña su dedo corazón y sale corriendo escaleras arriba.

Le digo como un posesa compulsiva por las escaleras, creo que en estos momentos me parecía a la hija del exorcista subiendo las escaleras en manos y pies.

A pesar que Logan es menor que yo, tiene una velocidad increíble y me lleva unos cuantos pasos adelante.

Nuestro juego al gato y la ratón me lleva por un largo pasillo con millones de puertas cerradas. Él abre una puerta - que supongo que es su cuarto - y la cierra justo cuando estoy a punto de entrar. Dándome de lleno en las narices.

Chillo del dolor y suelto miles de maldiciones.

-¡Por la mismísima mierda! - grito y me encojo ante el inmenso dolor que atraviesa mi nariz y mi cabeza. Sostengo la parte lesionada de mi cara y superviso que no esté desviada ni herida... ¡Juro que cuando coja a ese capullo me las va a pagar! Picaré su cuerpo en trocitos y ocultaré su cuerpo hecho puré en lo profundo de una caja de seguridad para que nadie lo encuentre... O lo hornearé para hacerlo en una tarta.

¡Lo mismo da!

-¡¿Nena, que te pasó?! - la voz preocupada de Anna hace que desvíe mis psicópatas pensamientos de como vengarme de Logan. Se pone de cuclillas y retira mis manos de la nariz punzante por el portazo que recibí y supervisa la lesión - Oh, Dios. Cariño, estás sangrando. ¿Lo ha hecho Logan, a que si? - se para y aporrea la puerta que hasta ahora es la prueba del delito y tras ella se esconde el culpable.

La aporrea con tanta fuerza que creo... Que despertó a los vecinos.

-¡Logan, abre la puerta, ya! - Anna sigue botando espuma por la boca y llamando al causante de mi desgracia. Dándose por vencida, juega su mejor carta - Te espero dentro de cinco minutos abajo. Y por tú bien, jovencito... Espero verte - da su última amenaza y me lleva hasta abajo. Sentándome en el sillón.

Busca el botiquín de primeros auxilios y corre a curarme la nariz. Olvidé mencionar que mi madre se graduó de doctora y es una experta en casos como este.

-Cuanto lo siento. Logan es... A veces muy violento, pero es un buen chico si lo conoces bien - dice, colocando gasa y cinta adhesiva en mi nariz.

Gruño.

-No me hables de ese idiota. Por su culpa estuve así - hago una seña con mis dedos pulgar e índice, señalando lo poco que faltaba porque mi nariz ya no se llamara nariz - De perderla - me quejo. Lo último que quiero ahora es escuchar el nombre de ese bribón.

Anna se ríe y niega con la cabeza, guardando los implementos. Al escuchar pasos acercándose, ambas giramos la cabeza hacia los escalones; donde el perro arrepentido hace su aparición con la cola entre las piernas. Lo fulmino con la mirada.

Lo veo sentarse en el sillón frente a nosotras y clava sus ojos en la punta de sus converse negras.

-¿Por qué lo hiciste, Logan? - le pregunta Anna, cruzándose de brazos.

-Lo siento - se disculpa. Pero no noto arrepentimiento ni culpa.

-Mira a Tessa y pídele una disculpa y daos un abrazo. Ambos - Logan alza la cabeza y sus ojos marrones se concentran en mi cara. Nuestro choque es eléctrico y se crea una tensión entre nosotros que está para cortarse con un cuchillo.

-Lo siento - se disculpa, aunque doy por hecho que este es el principio de nuestra guerra a muerte. Nos levantamos al mismo tiempo y nos damos un incómodo abrazo. Sólamente abrazarlo me produce arcadas y escalofríos - No te descuides, hermanita - susurra para que solo yo pueda oírlo.

Con que esas tenemos, ¿eh?

-Lo mismo va para ti - le susurro y palmeo el hombro con fuerza; cerrando nuestro reto. Rompemos el abrazo y nos apuñalamos y retamos con los ojos. Hasta que sonríe. ¡Caray! El chico si sabe como atemorizar a sus víctimas. Haría una perfecta peli del niño diabólico.

-Cuídate... Y en especial, cuídate esa nariz, hermana.

-Gracias por el consejo - cuando se marcha escaleras arriba, el aire vuela nuevamente por mis pulmones; permitiéndome respirar de nuevo.

-Bueno, ya Logan agitó su bandera de la paz, ¿estás mejor? - volteo a ver a Anna sonriendo de oreja a oreja. Si supieras el significado de esas palabras... Nos arrancarías la cabeza a los dos.

-Si, claro - hago una mueca con mis labios al pensar que tendré que dormir con un ojo abierto y el otro cerrado.

-Cariño, está mañana te he inscrito en la University of Washington. Las carreras son Economía/Negocios. Artes y humanidades. Ingeniería y tecnología. Ciencias de la vida. Física, Ciencias sociales y Medicina. Como más o menos sabía lo que te gustaba... Ingresé tú carrera a Medicina, ¿espero haber acertado?

No. La verdad es que no. Hace más de un año que deseché la medicina y comencé a interesarme por la lectura. Pero eso tú no lo sabías, ¿verdad?

Me niego a herir sus sentimientos y pongo mi mejor sonrisa.

-De hecho... Lo hiciste - Anna sonríe y coje mi equipaje.

-Anda, vamos a tu habitación para que descanses - la sigo por las escaleras y cruzamos la pared de madera cristalina. No recuerdo haberla visto cuando estaba persiguiendo a Logan. En fin... ¿Qué más da?

Anna abre una de las tantas puertas y doy un paso dentro. Mi mandíbula queda colgando de par en par al ver mi nueva habitación.

-No sabía cómo decorarla, así que la decoré a mi gusto.

Mis ojos recorren la habitación centímetro a centímetro. Las paredes eran blancas con franjas negras de arriba abajo. El suelo era de un marrón oscuro, cuadros de paisajes hermosos colgaban en las paredes. Fotografías mías, de Anna, Stephan y Logan adornaban las mesillas... Un enorme armario blanco estaba arrinconado a la pared. Una estantería negra llena de libros estaba en la pared opuesta. Pósters de mis bandas favoritas pegadas a la pared y un enorme piano negro brillante. La cómoda y un espejo. Sillones negros de cuero con una mesilla en el centro y un televisor de pantalla plana colgando de la pared.

Giro la cabeza y veo una enorme cama con sabanas suaves, brillantes y de color morado. Almohadas del mismo color que toda la habitación y dos mesillas a ambos lados de la cama con lámparas y un reloj.

Le doy las gracias, cojo mi equipaje y comienzo a desempacar.

-Tessa... Stephan llegará a eso de las ocho. Baja para que cenemos todos juntos - asiento y espero a que se vaya. La puerta se cierra al irse y yo me dejo caer sentada en el suelo.

Una de las cosas buenas de Anna... Es que no te agobia.

Desempaco toda la ropa y las guindo en la percha, dentro del armario. Saco mi ropa interior y las guardo dentro de los gabinetes. Dejo los zapatos dentro del armario y me regreso a supervisar las maletas de nuevo para ver si no hay nada dentro cuando me choco con una fotografía de papá.

Estábamos los dos juntos en un día de picnic. Mis ojos traidores comienzan a picar por la ausencia de Charles. Busco en los bolsillos de la cazadora el móvil y tecleo sobre la pantalla un mensaje para él.

Llegué sana y salva. Suerte en el viaje, papá.
Tessa x.

Dejo el móvil en la mesilla y coloco a un lado la foto - que no se como se coló en mi maleta -.

Me acerco hasta donde está el plano y paso mis dedos por la suave y sedosa pintura negra. Tomo asiento y quito la tapa que cubre las teclas. Suspiro hondo antes de tocar los primeros acordes de Manel Santisteban, Rooomin Score. Me dejo guiar por las teclas tan familiares... Por el sonido de cada tecla al sonar y me siento como en casa.

Toco una tecla errónea, deteniéndome abruptamente. Llaman a la puerta.

Levantándome voy hacia ella y la abro. Entorno los ojos al ver a Logan con las manos en los bolsillos.

-Papá ya llegó, baja. La cena ya está lista.

Lo miro con desconfianza, y volteo a ver el reloj de la mesa. 7:01pm.

-¿No dijo que venía a las ocho?

Se encoge de hombros.

-Yo que sé. Baja... No pienso esperar por ti.

Vuelvo a rodar los ojos aunque ya no me vea. ¡Ah, pero como será borde! A regañadientes lo sigo, unos pasos más alejada.

Al entrar al comedor, Stephan me recibe con un fuerte abrazo - característico de él -.

-Vaya. ¡Mírate nada más como te has estirado! - sonrío y le devuelvo el cariñoso abrazo. Pero sin esa alegría que tanto desbordaba Stephan. Nos separamos y tomamos asiento. Anna trae un plato lleno de carne y le sirve uno a cada uno, después, sirve la ensalada.

Corto la carne y mi boca se hace agua ante el primer bocado. Ligeramente, balanceo mi pie derecho bajo la mesa mientras mastico.

Al quinto bocado algo llama mi atención. Hay un plato extra en la mesa.

Frunzo el ceño y abro los labios para preguntar, pero me arrepiento casi al segundo. Me callo.

Ya tendré tiempo para averiguarlo.

🍁🍁🍁🍁

Lavo bien mis dientes, mirándome en el espejo de la ducha. La cena fue agradable. Stephan no dejó de preguntarme cosas al azar y con evidente curiosidad.

Escupo en el lavamanos y me enjuago los dientes, colocando el cepillo en el vaso.

Salgo del cuarto de baño con mi pijama de nubecitas puesta.

Veo la cama y como toda una cría, corro y aterrizo encima del colchón, rebotando varias veces hasta quedarme inerte. Me cubro con la colcha e intento dormirme.

Doy vueltas en la cama, sin pegar un ojo. A pesar que la cama era gigantesca y suave no podía encontrarme en ella. No sabía si era por el dolor latente de mi nariz o porque no era mi cama anterior.

A las doce, salgo de la cama a por un vaso de agua.

Estoy a punto de irme a mi cuarto cuando el ruido de la puerta de entrada me detiene. Curiosa, coloco el vaso en una mesilla y me acerco sigilosamente a la puerta con mi corazón latiendo locamente dentro de mi pecho y el estómago dándome vuelcos de los nervios.

Mierda. Mierda. MIERDA. ¿Qué hago? ¿Si es un ladrón o un asesino? O peor aún... ¿Si es una amante de Stephan? ¡Ay, que me da!

Tessa, por tú salud mental, es mejor que guardes la calma.

Respiro unas cuantas veces y trato de concentrarme en como derribar a la persona detrás de la puerta. Papá me había inscrito en una académia de Taekwondo a los cinco años, algo así como una defensa personal para cuando él no estuviera en casa.

Podía usar una de mis llaves y luego llamaría a Stephan.

Me sobresalto al abrirse la puerta con mucho cuidado y una figura oscura y alta se revela como una sombra. Sin duda... Es un hombre.

En el momento en que se cierra la puerta, todo queda a oscuras y es donde aprovecho. Me trago el manojo de nervios y salto encima de su espalda. Enrollo mis piernas en su cintura, cruzo uno de mis brazos tras su cuello y no sé cómo, pero cogí uno de sus brazos y los inmovilizo tras su espalda. Escucho una serie de maldiciones por parte del hombre y nos tambaleamos hacia atrás, cayendo sobre uno de los sillones de la sala.

-¡¿Quién eres?! - le pregunto con mi respiración a mil por los movimientos bruscos y por la fuerza que ejerzo en inmovilizarlo con mi cuerpo.

-¡¿Qué coño...?! - suelta un gemido al tirar de su brazo más arriba.

-¡Responde!

Estaba convencida que no iba a decir ni pío cuando las luces se encendieron y aparecen en la sala Anna, Logan y Stephan, quienes me miran como si estuviera loca, pero Logan sólo sonríe con malicia y se cruza de brazos.

Stephan y Anna me miran a mí y luego al chico que no para de gemir del dolor.

Arrugo la nariz. ¿Qué hacen mirándome? ¡¿No van a ayudarme o qué?!

-Tessa, ¿Qué haces? - murmura Anna, observando la escena con fascinación.

La pregunta me parece idiota y me trago un comentario sarcástico y grosero.

-¡¿Es que acaso no véis?! ¡Este imbécil se ha metido a hurtadillas a la casa con quién sabe qué intenciones! - Chillo como loca mientras tiro del brazo de él. Creo que a este paso terminaré por dislocarle el hombro.

-¡Joder!... ¡¿Quieres soltarme de una puta vez?!

Dirijo mis ojos por primera vez a él y una maraña de pelo castaño con reflejos rubios ocupan mi visión.

-¿Qué es lo que me garantiza que no eres un ladrón que se ha metido a coger lo que no le pertenece? - susurro en su oído, aprisionando su cintura e inmovilizando sus piernas con las mías - ¡Dime! - grito, enloquecida por no saber quién demonios era y porqué Anna y Stephan no hacían nada para ayudarme.

-¡Vivo aquí, coño!

Esas tres palabras bastaron para que mi cuerpo y brazos cedieran y le soltaran como si me quemara. Él se levanta viniendo y soltando maldiciones a todo pulmón. Oh, mierda. Creo que he metido la pata de nuevo con este chico. A lo lejos puedo oír la risotada de Logan y enrojezco cuando unos alocados ojos azules me miran.

-¡¿Se te ha ido la olla?! - ladra furioso con las mejillas coloradas por la ira - ¡Casi me rompes el brazo, joder! - se levanta del sillón, frotandose el brazo.

Lo único que podía pensar era: tierra trágame. No, mejor: trágame y no me devuelvas.

Avergonzada, me levanto del sillón con las mejillas ardiendo y la cola entre las piernas - literalmente - y me fijo en el chico que está a unos cuantos centímetros de distancia de mi cuerpo y puedo decir que es extremadamente hermoso. Su cabello era sedoso y brillante y despeinado. Sus cejas oscuras y más o menos gruesas, ojos de un azúl impresionante. Nariz perfecta, labios carnosos, finos y rosados, mandíbula cuadrada - sin exagerar - y masculina y de piel pálida. Bajo mis ojos por su cuerpo y veo que trae unos vaqueros ajustados a sus muslos color negro, una cazadora negra y una camiseta ceñida por dentro. El color blanco de la camiseta hacía resaltar sus alocados ojos azules y lo trabajado de su cuerpo.

Podía decir que mi baba estaba colgando de mi boca... Pero no. La realidad me chocó de frente. Me encontraba frente a un chico enfadado, a eso de degollarme, con Stephan, Anna y Logan sin hacer nada y yo con mi cabeza echa un lío y metida en una bronca hasta las trancas.

-Tessa, él es Holder, el hijo mayor de Stephan - hace una pausa y me siento morir por su respuesta - Te lo habría presentado antes... Pero, ya ves. Siempre llega a estas horas de la noche - espeta, con el ceño fruncido y mirando mal al chico que me apuñala con los ojos.

Esta vez deseo unas grandes ganas que el suelo se abra y me trague de una jodida vez.

-Yo...

-¡¿Quién mierda es ella?! ¡¿Y qué coño hace aquí?!

Bueno, bueno. Pero que humorcito se gasta este hombre, ¿eh?

Estoy a punto de responder, pero Logan lo hace más rápido que yo.

-Ella es nuestra hermanastra. La chica que pasará una temporada con nosotros y la misma que casi te disloca el hombro hace unos segundos atrás, hombre - la diversión es evidente en su voz y me veo tentada a tirarle el jarrón de la mesilla de cristal. Y como ya me conocéis bien, no lo hago... Sólo porque me parecía bonito para que se rompa en mil pedazos y más en alguien como ese capullo.

-¿Qué coño...? ¡¿Querías romperme el brazo?! ¡¿Es eso?! - brama rabioso y fuera de sus casillas.

Con que esas tenemos, ¿eh?.

-Alto ahí, chulito. Uno, no sabía quién diablos eras. Dos, no pretendía romperte el brazo. Tres, no soy ni tú colega ni tú perro faldero para que me hables en ese tonito chulesco, ¿vale? - Holder me mira, frunciendo los labios y se prepara para replicar cuando Stephan lo interrumpe.

-Ya, ya... Chicos, tranquilos - dice, interponiéndose entre nosotros como si fuéramos a saltar uno arriba del otro. Me cruzo de brazos.

-Él ha empezado con su tonito de niño mimado - apunto con mi dedo índice al mayor de los hermanos, quien alza las oscuras y perfectas cejas en señal de sorpresa.

-Oh, vamos... ¿Es en serio? Yo no fui quien casi hace que nos abramos las cabezas en la oscuridad con el filo de alguna mesa.

Me sonrojo y miro hacia otro lado. Anna nos mira con diversión en sus ojos y una sonrisa mal disimulada en sus labios. ¿Acaso esto es divertido? Volteo a ver a Holder y lo pesco recorriendo mi cuerpo con sus brillantes ojos sin tratar de disimular, hasta que se detiene en mi cara y clava la mirada en mis labios y segundos después, sube hasta mi nariz, quedándose ahí, mirando con casi demasiada diversión rebosante en su cara.

Caigo en cuenta que mi pijama daba mucho de lo qué hablar. Pues, para mi comodidad, había usado el pijama más cómoda y fresca que tenía. El short era sumamente corto, - dejando mucho a la imaginación - y llegaba hasta debajo del ombligo y la camiseta negra era hasta la mitad de mi cintura, amarrandose al cuello. Además... Las nubes no ayudaban en nada, ya que tenían pintas de parecer más bien un pijama de una niña de seis años.

Me giro como un robot y alcanzo rápidamente el vaso con agua de la mesilla, que ya estaba medio frío y avanzo con intenciones de pararme a mi cuarto y esconder conmigo toda la vergüenza que siento ahora.

-Bien hecho - mumura Logan una vez que paso por su costado.

Bufo.

Puedo sentir los ojos de todos pegados a mi espalda y creo... Que este no podría ser el momento más incómodo de toda mi vida.

En el camino por el largo pasillo a la habitación, me bebo el agua de un trago... Como si el simple hecho de tomarme el agua fuera a desaparecer la incómoda situación de hace minutos atrás.

Me meto a la cama con mis mejillas encendidas de la vergüenza. Entierro la cabeza debajo de la almohada, como las avestruz, - cuidando no tropezarme la nariz - con ganas de dormirme y sacar de mi mente por unas cuantas horas la escenita que monté en la sala.

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Nota: Holaaaa.... Yo de nuevo. Este es el primer capítulo de mi historia. Espero que les haya gustado, y no se olviden de comentar y votar. Gracias 😍❤️.

El hermoso, Moodboard, lo realizó mi querida @EvelynCampos488

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