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PARTE 41 - SI TU NO VUELVES

Conrad, Lottie y Walter llamaron por enésima vez a la puerta del departamento donde vivía Terrence y por enésima vez no obtenían ningún tipo de respuesta. Lottie golpeó el piso con su pie, mientras que Walter tenía una reacción parecida al golpear la pared con la palma de su mano. ¡Ya tenían cinco días intentando hablar con él! Y no tenían éxito, durante un par de veces, Terrence había salido, sin embargo, inmediatamente los echaba de su casa sin esperar ningún tipo de explicación, ¡ni siquiera reparaba en la presencia de Conrad! Sólo se empeñaba en echarlos y, las otras veces, Terry ni se tomaba la molestia de abrirles.

-¿Qué vamos a hacer ahora? – Preguntó Conrad un poco preocupado – No quiere hablar con nosotros, ¡ni siquiera nos quiere escuchar!

-Va a escucharnos – Bufó Lottie frotando su rostro con ambas manos – Creo que tendré que tomar medidas drásticas – Gruñó.

-¿Cómo cuáles? – Preguntó Walter arqueando las cejas.

-Derribar la puerta – Comentó la mujer con los brazos en jarras – Llamar a la policía, ¡no lo sé! Pero tenemos que hablar con Terrence, ¡hoy mismo!

-Según me enteré por boca de un conocido – Murmuró Conrad – Wilma anda diciendo que se casará dentro de unos días...

-¡Una semana! – Bufó Lottie - ¡Y no estoy invitada a la boda! – Sonrió la mujer con amargura.

-¡Y pensar que yo sería el padrino si una vez se casaba! – Gimió Walter.

-Al menos ustedes lo están tomando con humor – Comentó Conrad – Pero Terrence y yo no – Suspiró – Cada día que pasa estoy más angustiado por mi hijo... - ¡Wilma no contesta mis llamadas! Desconozco su estado de salud y cómo ha ido evolucionando el embarazo.

-Tranquilo, amigo – Intervino Walter palmeando la espalda del hombre – Wilma está bien, tiene que mantener esa farsa hasta el final...

-El final es lo que me preocupa – Dijo Grayson y sonrió de medio lado – Presiento que si Wilma intenta deshacerse de mi hijo, no seré yo quien lo reciba y ¡vayan ustedes a saber en manos de quién terminará!

-Calma, calma – Suspiró Lottie tomándolo de la mano – Todo va a estar bien...

-¿Y qué haremos ahora? – Preguntó Walter – No quiere abrirnos.

-Forzaremos la puerta – Exclamó la mujer - ¿Recuerdas aquella vez que olvidamos la llave? – Preguntó mirando a su marido.

-¿Cómo olvidarlo? – Rió Walter – Fue algo muy cómico.

-¡Pues haremos lo mismo! – Respondió Lottie con convicción – No quería llegar a esos extremos, pero Terrence me está obligando a hacerlo.

Walter y Conrad asintieron. El primero puso manos a la obra y en un dos por tres la puerta del departamento fue abierta. Eran medidas extremas que debían ser tomadas, Terrence no les había dado otra opción, ante su negativa ellos optaron por entrar a la fuerza y lo consiguieron.

Lottie ahogó una exclamación al contemplar la sala del departamento de su hermano, ¡todo era un caos! Había muebles rotos, adornos, basura, ropa sucia, comida descompuesta olvidada en los rincones de la habitación, además que, una de las paredes de la casa estaba completamente rayada con el nombre de Noor. ¡Terrence estaba completamente loco! Pensó la mujer y se llevó las manos a la cara.

-Pero... ¿Qué caraj...? – Murmuró Walter pero su frase quedó a la mitad.

Terrence entró como rayo en la sala de su casa, llevando consigo una pistola y apuntándole a los intrusos que acababan de irrumpir en su casa.

-¿Qué es lo que quieren? – Preguntó con el ceño fruncido.

-¡Oye, Terry! – Murmuró Walter – Baja esa arma hermano.

-¡Baja esa pistola, Terrence Worsley! – Gritó Lottie mirando asustada a su hermano – Se supone que tú no debes... ¿dónde carajo la conseguiste?

-¿Qué es lo que quieren? – Terrence repitió la pregunta - ¿Cómo lograron entrar? ¿Por qué están en mi casa?

-¡Necesitamos hablar contigo, Terrence! – Gritó Walter negando con la cabeza y caminando directamente hacia el hombre – Baja esa cosa y déjate de dramas.

-Yo no tengo nada que hablar con ustedes – Bufó Terrence, pero bajó la pistola, mirándola fijamente – Así que lo mejor que pueden hacer es largarse de una puñetera vez...

-¡No, ni lo creas! – Exclamó Charlotte – Tú no estás bien, ¡tenemos que hablar! – Suspiró mientras se acercaba a su hermano – Es importante, Terry... por favor, ¡escúchanos!

-¿Quién es ese? – Exclamó Terrence señalando a Conrad con el cañón del arma e ignorando completamente las palabras de Lottie - ¿Por qué lo han traído a mi casa?

-Él es Conrad Grayson – Murmuró Walter – también quiere hablar contigo...

-¡Pero yo no tengo nada de qué hablar con él! – Gritó Terrence interrumpiéndolo – Ni siquiera lo conozco...

-Y sin embargo, yo sí que te conozco – Intervino Conrad, caminando con cuidado hacia Terrence - ¡Wilma no se cansaba de hablar de ti! Por lo general, nuestras charlas casi siempre se trataban de ti, de lo que hacías, lo que no hacías. Puedo asegurar que mi relación con Wilma giraba en torno tuyo.

Terrence lo miró con los ojos entrecerrados, mientras dejaba escapar un par de gruñidos.

-¿Relación, dijiste? – Preguntó rascándose la cabeza con el cañón del arma.

Con un rápido movimiento y aprovechando la confusión de su hermano, Lottie le arrebató la pistola de las manos y de inmediato la entregó a su marido, quién volvió a colocarle el seguro.

-¡Eh... mhhh! – Balbuceó Terry mirando a su hermana, cuyos ojos relampagueaban – De todas maneras no está cargada, ¿sabes?

-¿Para qué la querías? – Gimió Lottie extendiendo su mano para acariciar la descuidada barba de Terrence - ¿Qué pensabas hacer con esa cosa? – Murmuró la mujer y gruesas lágrimas resbalaron por sus mejillas.

-Ya, Lott – Suspiró Worsley – En realidad, ¡estoy desesperado! – Se quejó - ¡No sabía qué hacer! No puedo librarme de ella, ¡me tiene amenazado! – Suspiró – Estaba pensando... - Dijo y se quedó callado.

-¿En qué diablos estabas pensando? – Preguntó Walter después de varios minutos de silencio.

-Limpié la pistola y la preparé para... - Bufó Terrence – La verdad es que, ¡si estoy loco! No puedo deshacerme de Wilma y creí que... - Suspiró – llegué a pensar que si la mataba, todos estarían a salvo y...

-¿Qué, qué? – Gritó el resto de los presentes al unísono.

-Pero ¡eso que dices es una completa estupidez! – Murmuró Lottie.

-Definitivamente sí qué estás mal de la cabeza – Exclamó Walter aguantando las ganas de lanzarse sobre Terrence para golpearlo hasta hacerlo entrar en razón.

-¡Tú no puedes matar a Wilma! – Gritó Conrad – No sabes lo importante que es ella para mí en estos momentos...

-¡Ay por favor! – Comentó Terry - ¿No me digas que estás enamorado de Wilma?

-¡Por Dios Santo! – Dijo un horrorizado Conrad – Ya no, creo que Wilma logró que plantara los pies en la tierra y me diera cuenta de mi error. Creí estar enamorado, ¡pero no! – Suspiró – Sólo no puedes matarla... ¡ella está embarazada! – Gimió - ¡Está embarazada de mi hijo! – Exclamó el hombre.

¿Había escuchado bien? ¿Ese hombre dijo SU hijo? Se preguntó Terry. ¡Eso no era posible! ¿O sí? Bueno, antes de la interrupción de Lottie, Conrad habló de haber tenido una relación con Wilma, ¿acaso Wilma mantenía una relación con ambos? Podía ser muy cierto, ahora que lo analizaba y debido a los últimos acontecimientos, ¡esa mujer podía ser capaz de todo!

-¡Vamos a sentarnos! – Suspiró Terrence – Hablemos con calma y ¡cuéntamelo todo, Conrad! Por favor.

Todos asintieron y buscaron un sitio donde sentarse. Terrence se acomodó frente a Grayson, quien se aclaró la garganta, preparándose para hablar brevemente de cómo conoció a Wilma y la manera en la que comenzaron una relación.

Durante un tiempo, Conrad trabajó como modelo para diferentes casas de moda, al igual que Wilma. Además de modelar, Conrad también era fotógrafo y publicista, trabajando para algunas revistas reconocidas a nivel mundial. Conoció a Wilma en una sesión de fotos y el flechazo fue instantáneo. Ella comenzó a cortejarlo, haciendo todo lo posible para tener su atención hasta que el hombre cayó rendido a sus encantos. En un principio, todo parecía marchar sobre ruedas, hasta que captaron a Wilma del brazo de Terrence durante un evento de caridad. Conrad pidió una explicación y la mujer le dijo que se trataba de un amigo.

Con el paso del tiempo, la verdad salió a la luz. Conrad trató de terminar su relación con la señorita Fairchild, sin embargo, ella hizo todo lo que estuvo a su alcance para que él no la dejara. Le aseguró que ella misma se encargaría de terminar con Terrence, que la relación con Worsley no significaba nada, que no lo amaba y que el único hombre en su vida era Conrad.

-¡Fui un imbécil! – Suspiró Conrad – Como estúpido le creí, creí en sus palabras de amor y pensé que estaba enamorado – Bufó – Cuando me enteré que nos convertiríamos en padres, me ilusioné y le pedí que nos mudáramos juntos y comenzáramos una relación seria y estable - Exclamó y se frotó la barbilla – Pero ella inmediatamente se negó y me trató de la peor manera, despreciando el color de mi piel y diciendo que su padre no acepta negros en su familia...

-¡Pro qué mujer más cruel! – Murmuró Lottie aferrada al brazo de su marido.

-El general Fairchild es un viejo muy especial – Murmuró Terrence – Pero no en ese extremo – Suspiró – Sin embargo, Wilma es una mujer despreciable.

-¿Y qué piensas hacer ahora que sabes la verdad? – Preguntó Walter mirando fijamente a su amigo - ¡Exígele una prueba de ADN! Cancela la boda...

-¡No puedo hacer eso! – Gritó Terrence – Wilma me amenazó con matarlos a todos – Suspiró el hombre – Me exigió también terminar mi relación con Noor, de lo contrario ella también sufriría las consecuencias...

-¿Qué cosa? – Gritó Lottie – Wilma está loca, es definitivo, ha perdido la razón... ¡debemos detenerla! Hacer algo.

-Wilma no va a cumplir sus amenazas – Dijo Conrad – Ella me lo dijo – Añadió al ver la cara de sorpresa de Terrence.

-¡Pero no deja de enviarme fotografías! – Gritó Terrence y corrió a su alcoba para regresar con su portátil – Me envía imágenes de mis sobrinos, de mi hermana y su marido, del Loco Rogers y de Noor, ¡especialmente de Noor! – Exclamó mientras abría su bandeja de entrada y mostraba la cantidad de mensajes que recibió de parte de la mujer.

Terrence abrió uno de ellos y mostró las imágenes. En ella, su sobrino Louis salía del colegio, estaba junto a Lottie y sus hermanos menores. En otra de las fotos, Walter subía a su auto en la facultad de ciencias exactas de la universidad, en otra de las fotos, Noor caminaba junto a sus compañeros del Ballet y entraban en su salón de ensayo.

-Sé que es muy perturbador ver todo eso – Comentó Conrad – Y también comprendo tu miedo. Pensar que alguien, sólo por un estúpido capricho pueda terminar con la vida de un ser amado es algo escalofriante – Suspiró – Pero en realidad eso es lo que Wilma quiere, ataca tus puntos débiles para hacerte sentir vulnerable y aprovecharse de ello... es como su padre, lo sabes, ¿no?

Terrence escuchó las palabras de Conrad. ¡Tenía razón! Wilma y su padre eran bastante parecidos en cuestión de carácter, aunque el general Fairchild tenía más seso que su hija y... el hombre se puso de pie de un salto y se llevó las manos a la cabeza, ¡Conrad era un genio!

-¡Eres el puto amo! – Murmuró Worsley tocando el brazo de Conrad mientras todos lo miraban estupefactos.

-¿Yo qué hice? – Preguntó el hombre bastante sorprendido.

-Me acabas de abrir los ojos – Respondió Terrence – El velo de mis ojos se ha caído con esas palabras...

-¿Qué piensas hacer, Terry Boo? – Exclamó Lottie – Tu rostro cambió a una mueca de felicidad, ¿qué es lo que pasa por tu cabeza?

-Esperen un momento – murmuró Terrence – Ya lo sabrán, ¡fui un estúpido! ¿Por qué no lo pensé antes? Acabo de encontrar la solución a todos nuestros problemas – dijo mientras caminaba a paso veloz para encerrarse en su habitación ante la mirada atónita de su hermana, cuñado y Conrad.

Terrence se encerró en su habitación y tomó el teléfono. Llamaría al General Fairchild y le contaría sus problemas. Más de alguna vez, el general le había ofrecido ayuda, pero Terrence se había negado a aceptarla. Pero ahora el momento preciso para aprovecharse de esos ofrecimientos y de solicitar el apoyo del hombre. ¡Ese tipo era peor que Wilma! Aunque era más sensato y pensaba mejor las cosas. Worsley tomó su teléfono y marcó el número del padre de Wilma, esperaba que el hombre estuviera disponible para atenderlo.

Luego de unos minutos de espera, la llamada de Terrence fue atendida, el hombre escuchó un animado general Fairchild, mientras que Worsley, con su voz más preocupada y apesadumbrada narró la situación que él y Conrad estaban atravesando, con lujo de detalle y sin omitir nada. El tono de voz del general cambió drásticamente, tornándose sombrío.

-¡Vaya, muchacho! – Dijo el general – Lo que me dices es bastante alarmante y preocupante – Suspiró – No pensé que mi princesa fuera capaz de ocasionar tantos problemas y sólo por un capricho. Necesito hablar con ustedes y Wilma ahora mismo – Exclamó el hombre - ¿Podrán estar en mi casa dentro de aproximadamente una hora?

-Por supuesto, general – Murmuró Terrence – Ahí estaremos.

Terry terminó la llamada, no sin antes agradecer las atenciones del hombre y rápidamente entró en la ducha, se aseó y se cambió de ropa, arreglándose el cabello y la barba. Tenía que estar presentable para hablar con ese hombre. Luego de un rato, salió de su habitación para reunirse con su hermana, Walter y Conrad, quienes al verlo se pusieron inmediatamente de pie.

-¡Es hora de irnos! – Dijo Terry al verlos – El General Fairchild nos está esperando en su casa.

-¿El padre de Wilma? – Preguntaron los tres al unísono.

-¿De qué hablaremos con él? – Preguntó Conrad bastante sorprendido.

-Le llamé hace una hora y le conté todo al pobre hombre, quién por cierto está muy molesto con su hija y bastante sorprendido por su manera de actuar – Bufó Terry – Dijo que quiere hablar con ambos y con Wilma, por supuesto.

-¡Joder! – Gruñó Conrad - ¡Pero ese tipo detesta a los negros!

-Tiene unas ideas extrañas – Asintió Terry – Pero hablará contigo, de cualquier manera, ¡tú no tienes la culpa de nada! Así que vámonos.

-¡Vámonos! – Dijo Walter caminando del brazo de su mujer.

-¡Ustedes no! Lo siento – Intervino Terrence – Sólo nos recibirá a Conrad y a mí, ¡ustedes vayan a cuidar de sus hijos! – Sonrió el hombre – Pero los mantendré al tanto de todo, ¡ahora vayan a casa!

Lottie y Walter asintieron, despidiéndose de ambos hombres. Esperaban que el general les ayudara a encontrar una solución que fuera favorable para los tres y así poder librarse de la loca de Wilma y no tener que volver a verla jamás. Deseaban que Terrence saliera de ese estado depresivo y pudiera recuperar al amor de su vida.

= = = = =

El General Fairchild miró fijamente a Conrad y después a Terrence, quiénes se movieron algo incómodos en su asiento. El sujeto no había dicho ninguna palabra desde que llegaron y los saludó con fría amabilidad. ¿Por qué no hablaba de una vez? ¿O acaso estaría esperando a Wilma? La mujer no se encontraba en la sala y no se veía por ninguna parte. Terrence se aclaró la garganta, el silencio estaba resultando ser muy incómodo para él, además se estaba desesperando y necesitaba terminar con todo aquello de una buena vez.

Worsley abrió la boca para decir algo, pero fue interrumpido por Wilma, quién entró en la habitación. La mujer parecía un huracán, estaba furiosa y llamaba a gritos a su padre; sin embargo, su voz se apagó como por arte de magia cuando reparó en la presencia de Terrence y Conrad. Los miró con profundo odio y exclamó llena de ira, con el rostro lívido.

-¿Qué están haciendo este par de idiotas aquí? – Preguntó Wilma rechinando los dientes - Largo de esta casa, ¡no son bienvenidos!

-¡Silencio, Wilma! – Rugió el general – Yo los invité, por eso están aquí.

-¿Cómo qué los invitaste? – Preguntó Wilma comenzando a temblar - ¿Por qué? ¿Con qué motivo?

-Siéntate, hija – Suspiró el general – Primero que nada, estoy muy triste y decepcionado al enterarme de tu próxima boda con Terrence Worsley...

-¡Pero...! – Gimió la mujer con el rostro lívido.

-Por favor – Continuó el padre de Wilma – déjame terminar – Murmuró y frunció el ceño – Me duele mucho saber que mi única hija se casará y ¡no estoy invitado a la boda! – Bufó - ¿Por qué, Wilma? ¿Por qué manejar todo este asunto de una manera tan secreta y hermética?

-¡Porque estoy embarazada! – gritó Wilma despojándose de su abrigo para mostrar su vientre abultado – Y el padre de mi bebé es...

-Conrad Grayson – Añadió Fairchild señalando al moreno – Él es el verdadero padre de tu hijo, Wilma – Suspiró el general y miró con severidad a su hija - ¿Por qué le mentiste a Terrence? ¿Por qué quieres apartar a mi nieto de su verdadero padre?

-Yo... - Balbuceó la mujer – Yo... - Gimió - ¿Sabes? – Bufó – No podía decir que el padre de tu nieto es un negro – Gritó.

El general Fairchild miró a su hija, sus ojos relampaguearon y, la abofeteó. Wilma se llevó la mano al rostro y las lágrimas brotaron de sus ojos. Nunca en su vida su padre la había tocado, pero ahora...

-Señor – Intervino Terrence que miraba atónito la discusión – Lo único que pedimos es esclarecer este embrollo – Murmuró el hombre.

-¡Pero Wilma no debe expresarse de esa manera! – Bufó el General – Es penoso admitirlo, pero, es cierto lo que se dice. No me agradan las personas de color... sin embargo – Añadió de inmediato al ver la cara de Conrad – Independientemente del padre, ¡el hijo que espera Wilma es mi nieto! ¡Mi sangre! – Gritó el hombre – Y me parece una barbaridad todo lo que Wilma planea hacer – Exclamó muy molesto – Especialmente el hecho de mentir y amenazar a Terrence con ¿matar a su familia? – Estalló y miró a su hija que temblaba como una hoja.

El general Fairchild estaba rojo de ira. Las miradas que dedicaba a su hija eran de verdadera cólera, pero además, también había decepción y dolor al darse cuenta de la clase de mujer que era Wilma.

-¡Pero yo no hice nada! – Gimió Wilma - ¡Él miente!

-Por favor, ¡no miente! – Bufó el general.

-Tengo pruebas - Dijo Terrence y entregó su móvil al general, quién miró los correos electrónicos enviados por Wilma.

-¿Qué significa esto, Wilma? – Preguntó el general Fairchild cada vez más decepcionado - ¡Yo no te enseñé a ser así! No te enseñé a ser una estúpida, mentirosa, caprichosa y niña mimada – Gritó el hombre – Y después del nacimiento de mi nieto, ¿qué pensabas hacer con él, desgraciada? – Exclamó acercándose a su hija mientras la sujetaba del brazo - ¡Responde!

-Pensaba darlo en adopción – Dijo Wilm en voz apenas audible – Había una familia que...

-¡Wilma! – Gritó Conrad – Me dijiste que... - Suspiró – Dijiste que me lo entregarías... ¡estás loca! – Murmuró y negó con la cabeza – No lo comprendo, tu obsesión, tu maldad no tiene límites... ¡eses una...!

-Por favor – Murmuró el padre de Wilma – Comprendo su molestia, señor Grayson – Suspiró – Tampoco puedo entender y no quiero saber lo que estaba pasando por la cabeza de mi hija para actuar de esa forma. Ella no puede joderle la vida a tres seres inocentes, Wilma no es quién para hacerlo – Suspiró - ¡Y estoy muy decepcionado de ti, hija!

-Sabía que no querías al hijo de un negro – Murmuró Wilma llena de coraje – Estaba segura que me desheredarías y...

-¡ESO DEBISTE HABER PENSADO ANTES DE REVOLCARTE CON ESE POBRE HOMBRE! – Gritó su padre lleno de ira - ¿Por qué simplemente no lo dijiste? ¡Para eso tienes la puta boca, Dios! ¿Acaso no pensaste que me ilusionaría al enterarme que sería abuelo? – Preguntó casi a punto de llorar - ¡Eres una insensata! ¡Una insensible! No pensaste en tu padre anciano y enfermo...

Terrence y Contrad se miraban el uno al otro. El General también era un hombre manipulador y parecía que Wilma le temía ya que el rostro de la mujer estaba más blanco que el papel y balbuceaba, sin embargo, las palabras no brotaban de su garganta.

-¡Quiero que te disculpes! – Gruñó el general – Quiero que le pidas perdón a estos hombres y los dejes en paz – Suspiró - ¡Ellos no merecen lo que les estás haciendo! Actuaste de forma deliberada y con la intención de hacer daño, Wilma. Así que les debes una disculpa.

-¡Jamás! – Murmuró Wilma – Ni creas que voy a disculparme.

-Bien – Suspiró el general y se dirigió a ambos hombres – En nombre de Wilma, les pido una sincera disculpa, señores. Deben saber, a estas alturas, que mi hija no está bien de la cabeza y por tal motivo, he decidido tomar ciertas medidas - Bufó – Estoy realmente apenado por lo sucedido, especialmente con el señor Grayson, quién estaba a punto de perder a su hijo por causa de un capricho de esta mujer – Y miró a Terry – Y Terrence, en verdad lamento que por culpa de Wilma hayas tenido que abandonar a la mujer de tu vida y estuvieras a punto de renunciar al amor. Voy a remediar este daño – Dijo aclarándose la garganta – Mi hija será recluida en un asilo para que reciba terapia constante y esté vigilada las veinticuatro hora del día, no quiero que cometa más locuras – Y se frotó el rostro – Cuando nazca mi nieto, se lo entregaré a su padre biológico, como debe ser, pero le pido, señor Grayson que me permita tener contacto con él y otorgarle una pensión vitalicia.

-¿Estás loco, padre? – gritó Wilma, pero el general la detuvo en seco mirándola de manera amenazante – No puedes hacerme esto, ¡soy tu hija! ¡Tienes que apoyarme! ¡Yo no he hecho nada malo! – Gimió.

-Aquí la única loca eres tú, Wilma – Murmuró su padre – Yo no apoyo tus locuras, de hecho, ¡las detesto! Y vas a hacer lo que yo diga, ¡te guste o no! – Gritó sujetando a Wilma del brazo y haciéndole daño.

-¡No, no! – gritó la mujer con los ojos llorosos.

-¡A callar! – Rugió el general apretando con más fuerza para después dirigirse a Conrad – Lo siento, señor Grayson, le decía que espero estar en contacto con usted y por supuesto, con mi nieto una vez que nazca.

-No se preocupe, señor Fairchild. – exclamó Conrad – Deseo que mi hijo tenga contacto con usted, incluso deseo que tenga contacto con su madre.

-¡Usted sí que es un hombre sensato! Y le prometo que así será – exclamó el General – Ahora debo dejarlos, supongo que tienen mucho de qué hablar. – dijo el hombre – Tengo muchos deberes que cumplir, pero les prometo que Wilma no volverá a molestarlos. – finalizó soltando a su hija para estrechar las manos de Terrence y Conrad.

El general abandonó la habitación y los tres quedaron solos en silencio. Wilma les dedicó una mirada de odio, ¡no sabía qué hacer! Su padre era un hombre de armas tomar y él ya había decidido lo que iba a hacer. No podía contradecirlo, pues desataría más su ira. La mujer prefirió huir, caminó hacia la puerta y también salió de ahí, ¡todos sus planes se habían venido abajo! Fue muy tonta al no tomar en cuenta todos esos pequeños detalles, sobretodo, no tomar en cuenta a su padre. ¡Ahora todo estaba perdido!

Terrence y Conrad abandonaron la casa Fairchild, ¡ya no tenían nada que hacer ahí! Todo estaba arreglado, sabían que el general cumpliría su palabra y Wilma no los molestaría nunca más. Terrence se despidió de Grayson con un fuerte abrazo, intercambiaron números telefónicos y correos electrónicos, prometiendo estar en contacto.

Terry subió a su auto, recargándose en el asiento, lanzó un hondo suspiro y miró su teléfono, desbloqueándolo. Sonrió al ver el hermoso rostro de Noor, la chica posaba para él, levantando la cabeza, con los ojos cerrados y una encantadora sonrisa se dibujaba en los labios. ¡Era momento de actuar! El peligro había pasado, Wilma ya no se interpondría entre ellos. Él tenía que volver con ella, de lo contrario no habría vida para Terrence, estaba desesperado y sin saber qué hacer.

Tenía que hablar con Noor, decirle lo sucedido, pedirle disculpas, ¡arrastrarse a sus pies de ser necesario! ¡Quería recuperarla! Había sido un idiota al dejarse manipular de esa manera por Wilma, pero Conrad tenía razón al decir que esa mujer atacaba los puntos débiles de las personas; los de él eran su familia, sus amigos... ¡y Noor! Aunque ahora se había librado de ella, pero sabía que tenía una prueba muy dura que enfrentar a la hora de recuperar a Noor.

= = = = =

Parece que la situación con Wilma se ha solucionado, su padre intervino y ella tuvo que cambiar de parecer. Ahora Terrence tendrá que superar otra prueba y esa es enfrentarse a Noor.
Estamos cada vez más cerca del final de la historia. ¿Qué les pareció este capítulo? No olviden dejar sus comentarios, muchas gracias por leer y muchas gracias por el apoyo a esta historia.
Maria Decapitated

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