PARTE 24 - WALK WITH ME
Conrad entró en el edificio donde Wilma colaboraba, preguntó por la mujer y le hicieron saber que ella se encontraba en la biblioteca junto a un grupo de niños y jóvenes. Conrad suspiró y agradeció por la información, dirigiéndose directamente al sitio que le indicaron. El hombre entró en la biblioteca y pudo ver a Wilma, mostrándole a su pequeño grupo el nuevo equipo de cómputo que acababan de instalar, así como algunas mejoras que implementaron dentro de la biblioteca. Los chicos sonrieron y aplaudieron al enterarse que por fin contarían con acceso a internet de banda ancha.
Wilma también sonrió a los niños al acariciar el rostro de los que estaban más cerca de ella, sin embargo, al levantar la mirada y darse cuenta de la presencia de Conrad, su sonrisa se cambió por una mueca de disgusto y lanzó un suspiro.
-¡Vayan al comedor! – Murmuró la mujer – Después del almuerzo habrá más sorpresas – Comentó e hizo una seña con sus manos para que los chicos abandonaran la estancia.
Conrad se acercó mientras los niños se dirigían a la salida y caminaban en grupo hasta el comedor. Wilma se cruzó de brazos y se dio la vuelta para salir por la puerta posterior.
-¡Espera Wilma! – Exclamó el hombre - ¿Podemos hablar?
-¡Estoy trabajando! – Bufó – No puedo atenderte – Dijo y avanzó un par de pasos.
-Entonces, ¿podemos hablar cuando termines? – Preguntó – Seré breve, ¡te lo prometo!
-De acuerdo – Respondió la mujer - ¡Pero déjame trabajar! Saldré en un par de horas.
-Te esperaré – Dijo Conrad – Estaré con los chicos del taller, pero me reuniré contigo en el jardín frontal del edificio, ¿te parece bien?
-Muy bien – Finalizó dando la vuelta y abandonando la estancia.
Conrad se entretuvo un rato con los jóvenes que trabajaban en el taller de máquinas de combustión interna, los estuvo asesorando durante el par de horas que le había dicho Wilma y cuando vio que era la hora, se despidió de los chicos prometiéndoles regresar dentro de un par de días y salió del lugar para esperar a Wilma. La mujer apareció quince minutos después, llevando en sus manos una bolsa con algunos dulces y un par de flores apachurradas.
-Se nota que te quieren – Comentó Conrad al verla – A mí sólo me dieron un chicle – Sonrió.
-¿De qué quieres hablar? – Preguntó ignorando el comentario del hombre.
-Me gustaría que me acompañaras a mi departamento, te invito a comer y así podemos charlar con más calma – Sugirió el hombre – De lo que quiero hablarte es un asunto delicado que debe tratarse en privado.
-¡Está bien! – Dijo Wilma tendiéndole la mano - ¡Vamos!
Conrad tomó la mano de la mujer y camino con ella hasta su auto. Abrió la puerta para que subiera y después él abordó el vehículo, conduciendo en silencio hasta su apartamento. Al entrar, le pidió que tomara asiento, ofreciéndole un vaso de zumo de naranja.
-También te aceptaré la comida – Murmuró – No tuve tiempo de comer bien durante el almuerzo con los niños, son muy inquietos y hay algunos a los que debemos ayudarles a comer.
-Lo entiendo, voy a preparar algo rápido y comeremos en breve – Sonrió – Pero dime, ¿cómo van las cosas con tu embarazo?
-¡Me duelen los pies! – Exclamó Wilma – Últimamente m canso demasiado y no puedo hacer todo lo que yo deseo hacer – suspiró – Pero todo lo demás, a excepción de las náuseas, está bastante bien diría yo.
-Supongo que todo eso es normal, ¿no? – Respondió Conrad y ella asintió, bebiendo un poco de su jugo – Quería saber cómo van las cosas, he estado preocupado, ¡realmente no quería irme así como así! Sólo que no supe cómo reaccionar.
-Me iré al finalizar esta semana – Exclamó Wilma – El médico me ha dicho que puedo viajar aún y quiero viajar antes de que el embarazo esté más avanzado.
-¿Volverás a Inglaterra? – Preguntó Conrad sirviendo una opulenta porción de arroz al cilantro en un plato y entregándolo a Wilma.
-¡Por supuesto! – Dijo la mujer y comenzó a comer con gran apetito – Ya es justo que regrese.
-Pensé que te quedarías un poco más...
-No – suspiró – Debo volver antes de que el embarazo esté más avanzado, ¡mi hijo tiene que conocer a su padre!
-¡Yo soy el padre de tu hijo, Wilma! – Gritó Conrad - ¡Tú misma lo dijiste! ¿A qué estás jugando?
-Sí, lo sé – Respondió ella con tranquilidad – Sé muy bien lo que te dije – Exclamó – Pero de sobra conoces mis razones...
-¿Crees que Worsley es estúpido? – Preguntó el hombre – Se va a dar cuenta tarde o temprano, como por ejemplo, el día del nacimiento del niño, cuando vea que no es rubio cómo él.
-¡Ay, ya cállate! – Bufó con molestia.
-Wilma – Dijo Conrad tomándola de las manos - ¡Yo te amo! ¿Acaso no te basta? – Preguntó y la miró con ojos suplicantes - ¿Por qué te empeñas en hacerme sufrir y engañarte a ti misma? ¡Quédate conmigo! ¡Casémonos! – Gimió – Y criemos juntos a nuestro hijo, si lo prefieres, no en este sitio, no en Inglaterra... ¡Podemos comenzar de nuevo en otro lugar! En otro continente.
-¡No quiero! – Gritó la mujer - ¡Ya te lo dije! No eres digno de mi familia y por mucho que te quiera, ellos no van a aceptarte – Suspiró – Y ellos son mi familia... ¡lo siento, Conrad! – Murmuró poniéndose de pie - ¡Lo nuestro se acabo! Por favor, ya no me busques más.
Wilma se alejó de Conrad quién también se había puesto de pie intentando detenerla. La mujer caminó rumbo a la salida y abrió la puerta del apartamento. Conrad se quedó estático, mirando cómo Wilma abandonaba su departamento. Un nudo se formó en la garganta del hombre lo que le impidió hablar y gritarle que se detuviera. No la comprendía, creyó conocerla, pero ahora se daba cuenta que estaba equivocado, posiblemente Wilma también estuviera afectada por la locura como su padre.
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Noor abrió la aplicación de Skype en su tableta e inmediatamente envió una invitación de vídeollamada a su madre. Acababa de llegar a casa después de una larga jornada de ensayo con el Ballet de Nueva York, miró su reloj y sonrió. Allá en Japón serían apenas las diez de la mañana del día siguiente, era una hora perfecta para poder hablar con su madre y sí tenía suerte, también con su padre.
De inmediato, su llamada fue atendida por su madre, quién la saludó con una enorme sonrisa y, detrás de ella apareció el rostro de su padre, que también sonrió.
-¡Hola! – Gritó Noor – Perdón por no llamar ayer, pero llegué tarde a casa y no los alcancé antes de que se fueran al trabajo.
-¡No te preocupes, cielo! – Dijo su padre - ¿Cómo está mi niña consentida?
-Bien papi, gracias – Murmuró Noor – Estoy cansadísima, ¡me duele todo!
-¡Ya deberías estar en la cama si estás tan cansada! – Exclamó su madre – Tómate un vaso de leche tibia y te acuestas a descansar.
-¡Pero quiero hablar con ustedes! – Dijo Noor e hizo un puchero.
-¡Es broma, cariño! – Rió su madre – Nosotros también queremos hablar contigo, ¿qué tal tu día?
-¡Muy pesado! – Murmuró la joven – Ya saben, por la mañana el trabajo en la academia, después salí de ahí y me fui a comer con unas compañeras del ballet y de ahí a los ensayos. ¡Ni tiempo he tenido de llamar a mi Terry! – Gimió – Odio la diferencia de horario, porque cuando yo tengo tiempo de hablar con él, Terry ya está dormido.
-Terry, Terry, Terry – Exclamó su padre – Me voy a poner celoso de ese tal Terry – Rió el hombre – Pero a la vez tengo muchas ganas de conocerlo.
-¡Pero por supuesto! – Intervino su madre – Queremos conocer al chico que salvó la vida de nuestra pequeña.
Noor sonrió y se mordió el labio. Su madre hablaba de Terrence como si se tratara de un jovencito de su edad, ¡si supiera que tenía cuarenta años! Seguramente se iban a sorprender, pero lo aceptarían de cualquier manera.
-Bueno, ya les dije que a Terrence lo conocí en mis vacaciones en Inglaterra – Murmuró la chica – Y que salvó mi vida, pero no les he dicho que él y yo somos novios – Sonrió.
-¿Qué pasó con Gavin? – Preguntó su madre muy sorprendida.
-¿Por fin terminaste con el tarado ese? – Intervino su padre - ¡Bendito sea Dios! – Exclamó al ver que Noor asentía.
-Lo terminé hace unos días – Dijo la chica – Durante mi estancia en Londres comprendí que mi relación con Gavin no tenía ningún futuro y que yo realmente nunca signifiqué nada para él – Suspiró – Además me di cuenta que amo a Terrence y que él también me ama... ¡Lo nuestro fue tan especial y espontáneo!
-¡Eso es maravilloso, amor! – Dijo su madre – Me da mucho gusto escuchar eso – Murmuró la mujer – Se nota que es un jovencito muy especial.
Noor soltó la carcajada sin poder evitarlo. Terrence no era ningún jovencito, ¡para fortuna de ella!
-¡Tiene cuarenta años, mamá! – Exclamó la joven al ver la expresión de sorpresa en el rostro de su madre.
-¿Qué? – Gritó la madre de Noor - ¿Tan viejo es? ¡Tú no puedes andar con un viejo, hija! Eres una jovencita adorable y...
-¡Mamá! – Protestó Noor – No le veo nada de malo, ¡mira lo qué me pasó con Gavin que casi somos de la misma edad! – Suspiró – Creo que a mí me van los hombres más maduros.
-Noor tiene razón, mujer – Dijo su padre – Yo no le veo nada de malo, ¡ya sé qué no es un jovencito, pero tampoco es un anciano! – sonrió.
-¡Pero son diecisiete años! – Exclamó su madre.
-Mientras se lleven bien, haya armonía, respeto y amor – Murmuró el padre de la chica – No me parece que sea malo.
-¡Papá tiene razón! – Suspiró Noor – Terry me ama, me respeta, me adora – Sonrió - ¡Dice que soy la luz que le trajo brillo a su vida! ¿No es eso hermoso?
-Por supuesto que sí – Dijo su mamá – Son unas palabras muy bellas... ¡Pero!
-Cuando lo conozcas – La interrumpió Noor – Vas a opinar lo contrario, ¡te va a encantar mamá! Es un hombre culto, de hecho... ¡produce una de las series favoritas de papá!
-¡No me digas! – Gritó el señor Kavanagh - ¿Taboo? – Y Noor asintió - ¿Terrence Worsley? ¡Quién lo diría! Es un hombre muy talentoso – Y sonrió – También me gusta su serie bélica, Walk in Darkness.
-¡Nunca la he visto! – Exclamó Noor haciendo una mueca graciosa.
-¡Deberías! – Recomendó su padre – Tiene sólo diez capítulos y desde que comienza es muy desgarradora.
-¡Tú padre la ha visto como diez veces y todavía llora!
-Al parecer está inspirada en la vida de Terrence durante su etapa como militar – Comentó Noor - ¡Él ha sufrido mucho por eso!
-¿Estuvo en la guerra? – Preguntó su mamá.
-Sí, estuvo en Siria, era Coronel – Respondió Noor – Y esa experiencia dejó algunas secuelas en él.
-¡Vaya, pobre hombre! – Comentó el señor Kavanagh – Pero supongo que los ha superado.
-De a poco – Murmuró Noor y suspiró - Dice que gracias a mí es que ha decidido continuar sus terapias e intentará superar algunos más – Sonrió - ¡Pero es un encanto!
-¡Eso es maravilloso, hija! – murmuró su madre – Me alegra que seas la motivación de ese hombre y lo que lo ha impulsado a superar sus traumas. – exclamó la señora Kavanagh – Sólo espero que no te decepcione.
-¡No lo hará! – exclamó Noor, ella confiaba plenamente en Terry y estaba segura de que él jamás la decepcionaría. La chica sonrió y dio un giro en la conversación - ¿Pasarán las fiestas decembrinas con nosotros? – dijo para cambiar de tema y dejar a un lado a Terrence.
-¡Por supuesto! – respondieron sus padres – Estamos ansiosos por ver a nuestras hijas.
Noor y sus padres continuaron con su conversación, hablando de lo que harían cuando estos regresaran a Nueva York . La chica estaba muy emocionada por ver de nuevo a sus padres, ya que los echaba mucho de menos. Sabía que iba a pasarlo muy bien ahora que la familia volviera a reunirse para Navidad.
= = = = =
Terrence hizo una señal al mesero para que se acercara de nuevo a su mesa. El hombre llegó en un instante y Terry y sus amigos pidieron otra ronda de cerveza. En el pub, la música de gaitas sonaba con fuerza, era un ambiente agradable y acogedor. La quinta clase de vuelo había sido todo un éxito. Poco a poco Terrence estaba perdiendo el miedo y ese día, el hombre pasó todo el vuelo de modo sereno y sin entrar en crisis.
-¡Hoy es un día para celebrar! – exclamó el Loco Rogers levando la pinta de cerveza que le mesero acababa de dejar sobre la mesa – Terrence ha superado la prueba y el día que él lo quiera puede subirse a un puto avión comercial y viajar a dónde quiera.
-¡Eso no me lo esperaba! – murmuró Walter – Después de todo el "Ave María Purísima" y el "Padre Nuestro que estás en los cielos", yo pensé que jamás volvería a subirse a un avión.
-En mi defensa, debo decir que sólo pronuncié esas palabras en la primera lección. – murmuró Terrence riendo a carcajadas – En las siguientes lecciones, ¡jamás volví a pronunciarlas! ¿No es así, sargento?
-Efectivamente, Coronel – respondió Rogers – La primera lección fue una experiencia chusca, me divertí mucho ese día a expensas de Terrence.
-¡Yo también! – rió Walter – Pero admiro la valentía y la tenacidad de Terry, pensé que se iba a acobardar.
-¡Qué poca fe tenías en mí! – bufó Terrence y bebió un gran trago de su cerveza – Pero créanme, no pensé que fuera a superar estas pruebas de vuelo.
-¡Lo hiciste bien, Worsley! – Comentó Dominic - ¡Estoy orgulloso de ti! – Sonrió – Y ahora, ¿cuál es el siguiente paso en tu plan?
-¡Comprar los boletos para irme a Nueva York! – Gritó eufórico – Necesito estar ahí a más tardar a principios de la segunda semana de diciembre – Murmuró el hombre y levantó su pinta de cerveza.
-Tienes aproximadamente una semana para adquirirlos – Dijo Walter consultando el calendario de su celular – Sólo tengo una pregunta.
-¿Cuál pregunta? – Exclamó Terrence.
-¿Le dirás a Lottie?
-¡Por supuesto! ¿Quién cuidará de mis hijos? – Sonrió Terrence – Se quedarán con sus tíos y primos, porque sé que muy amablemente, Lottie accederá a hacerlo.
-¡Ya no queda de otra! – Bufó Walter fingiendo molestia para después echarse a reír.
-Yo digo que después de este viajecito a Nueva York, Terrence va a regresar a Londres ya casado y con todo y mujer – Se rió Rogers – Veo que está muy enamorado y le hace mucha ilusión volver a reencontrarse con su amada. ¿Le pedirás matrimonio?
-¡No! – Suspiró Terrence – Aún no, vamos comenzando y si se trata de pedirle algo, le pediré que sea mi novia, ya en un plan más formal – Sonrió – De hecho, compré este collar en una tienda y me llegará a principios de la semana entrante – Comentó el hombre mostrando las fotos de un coqueto collar de corazones, cuyo colgante se trataba de un corazón de un rojo encendido.
Walter le echó un ojo a las fotos y sonrió, se trataba de un regalo muy propio de Noor, pequeño, delicado, femenino. Al ver la joya, inmediatamente la imagen de la chica había llegado a su mente.
-Buena elección – dijo su amigo esbozando una sonrisa.
-A las chicas les gustan las joyas – Sonrió Dominic – A mi mujer le encantan, ¡tiene cientos de esas cosas! – Dijo y comenzó a reír.
-También estaba pensando en estos soles – Dijo Terrence mostrando la imagen de un juego de aretes y collar de oro y centro de ópalo azul – Noor para mí es como el sol, que representa el amanecer de un nuevo día, además, el sol es un símbolo de vitalidad, energía y poder cósmico.
-¡Llévale todo lo que quieras! – Murmuró Walter – Creo que a Noor lo que en verdad le va a interesar será tu presencia, no importa si llegas con las manos vacías.
-¡Eso es cierto! – Comentó Dominic – Si la chica te ama, le bastará con tu presencia.
Terrence permaneció pensativo durante un rato, sin embargo, aunque ellos tenían razón, él no planeaba llegar junto a Noor con las manos vacías, haría otra compra y seguramente otras más para llevarle varios presentes a la chica. De hecho, estaba muy emocionado por verla de nuevo, por estar a su lado y celebrar juntos las fiestas decembrinas ya que después de varios años, Terrence volvería a celebrar una Navidad.
Después de tratar otros temas en su charla, Terrence y Walter se despidieron de Dominic. Walt debía regresar temprano a casa y Terrence no tenía intención de embriagarse de nuevo. Dominic les dio la razón, pero se burló diciendo que los tres eran una tercia de viejos sosos y aburridos. Sus compañeros celebraron la broma con grandes carcajadas antes de abordar sus vehículos y partir cada uno rumbo a sus respectivas viviendas.
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El tiempo había transcurrido más lento de lo habitual para Terrence Worsley, sin embargo, una parte de él lo agradecía de sobremanera ya que no tenía ningún tipo de compromiso o algún trabajo pendiente que le impidiera partir en tiempo y forma. El hombre sonrió y miró sus manos, estas temblaban a causa de la emoción que lo recorría, dejó escapar un suspiro y cerró la segunda maleta para bajarla de su cama y llevarla hasta un rincón de su habitación. ¡Ya todo estaba listo para su partida rumbo a Nueva York! Ese era uno de los motivos por los cuales estaba emocionado, pero el más importante de todos era, desde luego, reencontrarse con Noor.
-¡Su tía va a matarme! – Murmuró Terrence sentándose sobre la cama y colocando en su regazo a Odín, mientras que su mano libre acariciaba el morro de Woodstock – En primer lugar, porque no le mencioné nada respecto a este viaje y, en segundo lugar porque no le avisé anticipadamente que los dejaría con ella – Sonrió mientras que ambos animalitos lo miraban atentamente - Ya sé que les he estado hablando sobre este viajes desde la segunda mitad de noviembre, ¡pero a Lottie no le dije nada! – Suspiró – Sé qué me va a perdonar porque es una buena causa y... - Volvió a reír - ¡Igual va a matarme y me jalará las orejas!
Terrence dejó a Odin sobre la cama antes de ponerse de pie y mirar su reloj. Tenía tiempo de sobra, apenas eran las nueve de la mañana del lunes nueve de diciembre y su vuelo estaba programado para dejar Londres alrededor de las cuatro de la tarde con cuarenta y cinco minutos. El hombre cogió sus maletas y salió de su casa para acomodarlas en el automóvil.
Worsley sonreía, durante esas dos semanas, nada, ni siquiera un par de pesadillas habían logrado borrarle la sonrisa de su rostro, era más grande su ilusión de reencontrarse con Noor que cualquier otra cosa, hasta que escuchó esa voz fastidiosa que le gritaba.
-¡Terrence! ¿A dónde crees que vas? – Gimió Wilma al verlo acomodar sus maletas en el auto - ¡Necesitamos hablar!
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¡Ay, pobre de Terrence! ¡Le cayó el chahuistle! Les dije que Wilma no lo iba a dejar en paz y que posiblemente le altere sus planes. ¡Méndiga vieja!
¿Qué les pareció el capítulo? Déjenme sus comentarios e impresiones al respecto.
¡Mil gracias! Se les quiere.
Maria Decapitated
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