Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

You Make It Easy

Capítulo Extra.

Lo primero que siento es el molesto dolor de espalda, pero aun no quiero levantarme así que solo giro sobre mi costado. Estoy quedándome dormida de nuevo cuando siento unos toques leves en mi cara.

Se mueven por mi frente, mis mejillas, mi nariz y continua por mis labios. Mi hora de sueño se terminó.

— Teddy – digo abriendo los ojos.

Solo que no es mi hijo sino mi esposo quién está frente a mi, ahuyentando mi precioso sueño.

— Buen día, amor.

— Hola cielo.

— ¿Desayuno?

— Si, por favor.

Me enderezo en la cama con cuidado, pero algo no está bien. El departamento está muy silencioso y eso nunca, nunca es bueno.

— ¿Teddy sigue dormido?

— ¿Eh? No. Kate se lo llevó, creo que iban a visitar a la mamá de José.

— Oh.

Voy con él hasta el comedor, dónde ya tiene preparados los platos de fruta, yogurt, miel y cereal. Jugo de naranja en lugar de mi delicioso y muy extrañado café.

— ¡Nutritivo! ¡Yei! – digo con sarcasmo.

— Ya sabes que no puedes tomar café, así que toma el jugo y las vitaminas.

— ¿Qué vamos a hacer? ¿Por qué se llevaron a Teddy?

— Les pedí que lo hicieran, hace mucho no salimos solos, pensé que te gustaría ir a algún lugar.

— ¿A dónde? ¿Al cine?

— A donde quieras, tu eliges.

Christian besa mi cabeza cuando se levanta para servirse otro vaso de jugo. Amo que sea solidario y no beba café en mi presencia.

— Tengo ganas de escuchar música en vivo, ya sabes, en donde no me prohíban entrar a pesar de ser la dueña.

— Sabes que no puedes ir al bar, pero seguro encuentro un lugar para ir a comer. Termina y ponte el abrigo.

— No tengo frío.

— ¡Ponte el abrigo!

— ¡Bien! – ruedo los ojos y me levanto para ir a la habitación.

Me pongo un suéter grueso tejido, las botas planas y recojo mi cabello. Ha estado lloviendo últimamente y el aire está más fresco que de costumbre.

— ¿Lista, amor?

— Si.

Lo único que necesito es mi móvil y la mano de mi esposo para salir del departamento. Andamos un par de calles antes de encontrar un taxi para ir al centro de Seattle.

— ¿Cuando fue la última vez que salimos solos? – Christian arquea las cejas.

— Hace dos meses, que mis padres vinieron de visita.

— Eso es mucho tiempo – me quejo recargándome en su hombro – Pudimos quedarnos en casa a dormir.

— No, amor, dormirás cuando regresemos. Ven, baja conmigo.

El taxi estaciona en la acera y Christian sale del auto para venir a abrir mi puerta. Toma mi mano para ayudarme a salir, pero no puedo dejar de mirar la fachada.

— Este lugar me parece conocido.

— ¿Si? Aquí fue la recepción de nuestra boda.

— ¿La recepción a la que nunca llegamos? – me río.

— Esa. Anda, ven. Vamos a festejar nuestro aniversario.

— ¿Otra vez? Fue hace cuatro meses, ¿Tengo que darte otro regalo?

— Ese día no pudimos festejar nosotros solos – se ríe – No te preocupes, ya me diste un hermoso regalo.

Su mano acaricia mi vientre cuando nos sentamos en una mesa junto a la ventana para ver la lluvia. El lugar es bastante bonito, con estilo country y música en vivo.

— ¿Quieres ordenar algo ahora? – Sus ojos grises recorren el menú, seguramente buscando algo nutritivo para darme.

— Quiero bailar contigo.

— ¿Qué? – balbucea confundido.

— No pudimos bailar en la recepción de nuestra primera boda, me debe un baile señor Grey.

— ¿Ahora? – se ríe.

— Si.

— Bien.

Se levanta de nuestra mesa con una gran sonrisa para ir hasta el grupo en el escenario. Le dice algo a uno de ellos, y viene de regreso hacia mi.

— ¿Baila conmigo, señora Grey?

— Por supuesto.

Tomo su mano para ir con él hasta la pequeña pista de baile frente al grupo, quienes empiezan a tocar la canción de elegí para nosotros el día de nuestra boda en la iglesia.

— Nuestra canción.

— Una de muchas, si – Christian sonríe.

Paso mis brazos por su cintura para recargarme en su pecho mientras bailamos, y él me aferra por los hombros muy fuerte. Sé que quiere apretarme fuerte contra él, pero la panza lo impide.

— Te amo – digo buscando su mirada.

— Yo te amo más, amor.

Vuelvo a recargarme en su cálido pecho y cierro los ojos para disfrutar nuestra canción. Una sensación cálida en mis piernas me hace apartarme de pronto.

— ¡No!

— ¿Qué?

— Rompí la fuente.

— ¿Ahora? – arquea las cejas, sorprendido.

— ¡Christian!

— Lo siento amor, es que... ¡Mierda! ¡Tenemos que irnos ahora!

El alboroto hace que la dueña del local se acerque, así que tenemos que cancelar nuestras órdenes y disculparnos por el desorden en su piso.

— No se preocupen, ¡Vayan! – nos dice.

— Gracias. Conseguiré un taxi, espera aquí.

— ¿Pero...? ¿Llamo a Kate? ¿Vamos al departamento?

Pregunto, pero él ya está en la acera buscando un taxi. Lo veo agitar sus brazos por encima de su cabeza y un auto amarillo se detiene junto a él.

— ¡Ana!

— Ya voy, Dios...

— Sube – abre la puerta trasera para mí – Llevenos al hospital, de prisa. ¿Estás bien, amor? Me parece extraño que no hayas tenido...

— ¡Ahh! ¿Qué? ¿Qué no haya tenido...? ¡Ahh¡ ¿Contracciones?

— Si.

Mierda – susurra el taxista y acelera esquivando el tráfico.

— ¡Tenías que mencionarlo Christian! ¡Gracias! – chillo.

— ¡Pero amor! ¡No es mi culpa! Yo solo...

— ¡Olvídalo! – gruño con otra contracción – Solo llévame al hospital.

Christian me mira confundido y presiona sus labios hasta formar una línea.

— Cielo, lo siento, estoy asustada ¡Muy asustada!

— Lo sé, amor, pero no hay nada que yo pueda hacer ahora, más que sostener tu mano y asegurarte que todo estará bien. Pronto estaremos en casa con Teddy.

— ¡Teddy! ¡Por Dios! ¿Quién va a cuidar de él? ¡José es un idiota!

— ¡Ana! Un paso a la vez.

— ¿Ya no me llamas amor? – chillo al borde de la histeria – ¿Ya te fastidié?

— No amor, claro que no. Pero no sé que decirte que pueda... Tranquilizarte.

— ¿Porque estoy sensible? ¿Por eso?

De nuevo presiona sus labios en una línea firme. Mierda. Ese gesto siempre me hace sentir culpable, sobre todo porque sé lo mucho que se presiona para ser el chico de antes.

— Amor – sostengo su rostro con mis manos para que me mire – Te amo, perdóname por ser tan difícil.

Él sonríe.

El taxi estaciona en la entrada de urgencias y bajamos rápido. Apenas puedo caminar por la incomodidad y el dolor. ¿Quién dijo que los ejercicios de respiración disminuyen el dolor? ¡No funciona!

— Mi esposa – escucho a Christian hablar con la enfermera – Se supone que tendría una cesárea, pero acaba de romper fuente.

La enfermera palidece. Mierda, no era esa la reacción que esperaba. Le pide que llamen al ginecólogo, que traigan una silla y me preparen para poner una vía.

— ¿Señora Grey? – dice ella.

— Si, soy yo. Soy yo – balbuceo adolorida.

— Vamos a prepararla mientras llega el doctor, ¿Su esposo va a entrar al parto?

— ¡Si! Lo necesito, por favor.

La enfermera asiente mientras empuja mi silla por el pasillo hasta el vestidor. Me ayuda a quitarme la ropa y colocar una bata, caminamos los últimos metros hasta el quirófano.

— ¿Amor?

— Christian, aquí.

Estiro mi mano hacia él para que se acerque mientras la enfermera inyecta un poco de anestesia en la vía.

— ¿Qué tenemos? – un hombre vestido de azul de pies a cabeza entra al quirófano, poniéndose guantes de látex.

— No, no, nuestra doctora es Greene – dice Christian.

— Pues ella no está, soy el médico de turno – él se agacha para revisarme – Y esto será parto, cariño, no alcanzas la cesárea.

— ¡Pero no estoy lista! ¡La doctora Greene dijo que...! ¡Me prometió una epidural!

— Este bebé está saliendo, no hay tiempo, ¿Enfermera? Que el pediatra esté listo.

— ¿Christian? – jaloneo su brazo porque no deja de mirar al doctor – ¡Christian!

— Lo siento amor, ¿Qué decías?

Gruño de nuevo de dolor, cada vez duele más y más, la anestesia no me hace ni cosquillas.

— Tienes que pujar, cariño – el doctor se sienta en un banquillo entre mis piernas – Es la única forma de terminar con esto.

— ¡Ahhh! ¡No más sexo para ti! ¡No más! – aprieto con fuerza la mano de mi esposo.

— Eso dicen todas – se ríe el doctor – Ahí viene la cabecita. Rayos, ese bebé tiene prisa por salir.

— ¡Gracias a Dios!

El dolor de las contracciones es tan fuerte que por momentos siento que me quedé sorda. Sigo pujando cuando el doctor me dice, hasta que siento un alivio.

— ¡Salió! ¡Lo tengo! Es una hermosa nena.

Le enfermera se acerca con una manta para envolver a Grace y llevarla hasta otra mesita, dónde la limpia.

— ¿Esta llorando? Christian, ¿Esta llorando?

— Si amor – voltea a verme con los ojos llorosos – Está gritando.

— Bien, entonces ahora la placenta... – el doctor se inclina para revisarme de nuevo – ¿Pero qué...?

— Falta otra – dice Christian – Son dos nenas.

— ¿Dos? Rayos, ahí viene, veo su cabecita. ¿Y el pediatra?

— Aquí – un hombre vestido de verde pasa por las puertas – Ana, Christian.

— ¡Ahh! – vuelvo a chillar – ¿Ya salió?

— Ya casi, recuerda pujar con cada contracción, uno más.

Me concentro en pujar como el doctor dice, pero de nuevo no escucho nada. Christian me habla, veo sus labios moverse, pero no entiendo qué quiere decir.

Y luego nada.

Cuando vuelvo a abrir los ojos ya estoy en una habitación silenciosa. Volteo hacia mi izquierda, para ver a Christian en una silla, sus manos cubren su rostro.

— ¿Y Phoebe? ¿Dónde están las bebés?

— ¡Amor!

— Hola cielo, ¿Qué pasó? ¿Dónde están las niñas?

— Las llevaron a hacer las evaluaciones de rutina, están con Chase.

— Oh.

Me recuesto en la cama de nuevo, más tranquila. Si en alguien puedo confiar es en Chase, mi mejor amigo pediatra.

— ¿Qué me pasó?

— Comenzaste a perder mucha sangre y te desmayaste. Te dieron medicamento para controlar la hemorragia, pero supongo que el cansancio no ayudó mucho.

— ¿Hablaste con Kate? ¿Teddy está bien?

— Están aquí, les llamé cuando salimos del quirófano, hace dos horas.

Asiento hacia él y estiro mi mano para que se acerque. Quiero que me abrace, que me bese para sentirme mejor.

— Aún me debes esa salida, solo nosotros.

— ¿Bromeas? ¿Tres niños en casa y crees que volveremos a salir solos?

Mierda. ¡Te lo dije! No más bebés, se acabaron los bebés para ti.

— ¿Segura? – arquea las cejas divertido.

Cuando la puerta se abre de nuevo, José entra con Teddy en brazos. Detrás de él, Kate viene con una de las bebés, con Grace. La pequeña Phoebe viene en los brazos de Chase y todos platican muy animados.

— Ya puedo iniciar mi propia banda.

Frunzo el ceño hacia mi marido, que sonríe muy emocionado. ¡Oh no! ¡Lo único peor que un chico ruidoso, son un chico ruidoso y tres niños! Mierda.

Canción en Multimedia:
Jason Aldean – You Make It Easy

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro