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Word Up

Las tardes de los lunes son tan tranquilas que me aburren, pero la idea de abrir el bar y transmitir los juegos está dejando buenas ganancias, así que no me quejo.

Es martes en la mañana y gruño fuerte antes de sacar la cabeza de la cobija. Ese sonido infernal que en ningún momento he extrañado resuena por todo el departamento, a pesar de tener la puerta cerrada.

(...) See the world,
find an old fashioned girl
And when all's been said and done
It's the things that are given, not won
Are the things that you earned.

You've got a chance to put things right
So how's it going to be? ... (...)

Salgo a la sala envuelta en la cobija para enfrentar al chico de ojos grises que está tocando la guitarra. El idiota sonríe ante mi mirada de furia.

- Un día de estos esa jodida guitarra va a desaparecer - le gruño.

- Bien - se ríe - más espacio para el piano nuevo.

- ¡Oh No! ¡Olvídalo! No piano, no guitarra, nada que pueda perturbar mi precioso sueño.

Lo escucho reír mientras doy la vuelta para entrar a mi habitación a buscar ropa limpia. Tomo una ducha rápida con mi estómago protestando por alimento.

Luego voy a la cocina y me siento en la encimera a esperar que me sirva mi plato de huevos fritos con salsa de tomate y tostadas, parece salido de una revista de cocina.

- ¿Vas a ir al bar? - me da una taza de café.

- Si - digo tomando una tostada - La señora de la limpieza inicia hoy.

- Cierto - se sienta junto a mí con su plato.

- ¿Quieres ir? - pregunto con los ojos entrecerrados.

- No, voy a quedarme aquí, tengo algunas cosas que hacer.

Lo miro un poco asombrada, pero no lo cuestiono. ¿Será que por fin se cansó de ser mi sombra?

Abro el bar para que la señora Connie entre y le digo que estaré en mi oficina. Me mantengo ocupada mientras hace la limpieza a su ritmo y cuando me dice que terminó, me apresuro a cerrar de nuevo.

Cuando regreso a mi edificio subo corriendo las escaleras hasta el tercer piso pero el aroma delicioso a comida me detiene. El aroma se intensifica a medida que avanzo por el pasillo hacia mi puerta y cuando abro la puerta.

Christian me observa desde la cocina, se agacha para abrir la puerta del horno y una humeante charola es puesta sobre la encimera.

- ¿Que haces? - me acerco a él.

- La comida, llegas justo a tiempo - me guiña un ojo.

Toma con cuidado el papel aluminio que lo cubre y lo sube con cuidado de no quemarse con el vapor. Delicioso olor a pollo, pimientos y papas me obligan a acercarme más.

Ojos grises me mira y sonríe, trae dos platos y los sirve para dejarlos en la encimera. Me siento en el banco y espero a que él haga lo mismo antes de empezar a comer.

- Está delicioso - digo después de un bocado.

- Lo sé - sonríe arrogante.

- ¿Celebramos alguna ocasión especial? - lo miro con los ojos entrecerrados.

- No.

- ¿Algún motivo en especial por el que hayas preparado una comida tan rica?

- Ninguno amor - sonríe.

Terminamos de comer y me llevo los platos para lavarlos. Ya que él cocinó, lo justo es que yo limpie la cocina.

- Tengo que volver al bar, José ya está ahí pero quiero revisar lo del reservado para la despedida de soltera.

- Bien, voy contigo.

No le contesto pero lo siento seguir mis pasos. Salimos del edificio y camina a mi lado como todos los días, hasta llegar al bar.

- ¿Qué te parece? - dice José cuando entro.

- Bien, ¿está delimitada el área? - él asiente.

- Aquella sección es el reservado y el resto para las demás chicas - me mira y sonríe - la chica llamó para confirmar que trae un Stripper.

- Mierda - ruedo los ojos - ¿Y tú por qué sonríes imbécil?

- ¿No te lo imaginas? Todas esas chicas necesitando amor y yo ahí dispuesto a dárselos - sonríe con emoción.

- ¿Como premio de consolación? idiota, después de ver al stripper no van a querer verte a ti - me burlo.

- ¡Oye! Aunque no lo creas, soy objeto de deseo para muchas mujeres - levanta los brazos para mostrar sus músculos.

- Claro, de todas las que quieren tragos gratis - me mira con el ceño fruncido.

Camino hasta mi oficina mientras José y Christian van detrás de la barra para platicar. Después de un rato miro la hora en mi móvil, las chicas del festejo deberían estar llegando ya.

Cuando regreso a la barra, me encuentro de frente a Ethan, Luke y Elliot. José está detrás de la barra y Christian en el extremo junto a sus amigos.

- ¿Qué hacen aquí? Es una noche de solo chicas, ¡no pueden estar aquí! - me quejo.

- José dijo que habría chicas alocadas - se ríe Ethan.

- Según recuerdo tienes novia, tú - señalo a Elliot - ¿mi hermana sabe que estás aquí?

- Le dije que la veía aquí, por favor no nos corras, solo queremos curiosear un ratito - hace puchero.

- ¡Bien! Pero vayan mientras a la oficina, no quiero que espanten a las clientas... Y sean discretos por favor.

Los veo perderse en el pasillo hacia la oficina. José sigue detrás de la barra y mi hermana llega después de unos minutos directo a tomar pedidos.

El área reservada es la más concurrida, 20 chicas ruidosas gritan y brindan haciendo que los demás volteen a verlas.

Un chico alto, moreno y musculoso entra al bar y se dirige a la barra. Ruedo los ojos cuando se acerca y distingo su falso uniforme de policía.

- Hola - sonríe - me contrataron para... - lo interrumpo.

- Si, lo sé, ¿qué necesitas? - José se para a mi lado.

- Tengo algunas canciones, ¿puedes ponerlas para mí? - me entrega una usb.

- Si, lo haré, no te preocupes - Kate aparece de pronto detrás de él.

Le doy la usb a José para que la instale y mi hermana extremadamente amable lo acompaña hasta las chicas. Escucho sus gritos de emoción y la música suena.

Canción en multimedia:
Korn - Word Up

Los gritos y la música hacen salir a los chicos de mi oficina y se paran junto a mí detrás de la barra. El moreno baila sobre una silla y luego camina entre las chicas al ritmo de la música.

Los gritos aumentan cuando se desprende del uniforme y lo lanza al piso.

- ¡Kate! ¡Ven aquí! - le grita Elliot a mi hermana, que permanece inmóvil junto a una mesa.

- Ni parpadea hermano - Se burla Luke señalando a mi hermana.

- ¡Kate! ¡Mierda, Kate! - levanta la voz - Ana, ve por ella.

- Claro que no, yo no quiero acercarme - me río.

Christian se para detrás de mí y pasa sus brazos por mi cintura, aferrándome fuerte.

A Elliot no le queda más que escabullirse entre las mesas hasta Kate, toma su mano y la arrastra de vuelta hacia la barra. Todas las chicas en el bar siguen atentas a los movimientos del moreno.

Incluso yo, aunque dejo de ver cuando Christian tapa mis ojos con su mano.

- ¿Qué haces? - intento quitar su mano.

- No quiero que veas eso - dice serio.

- ¿Por qué no? Como responsable del bar debo estar atenta a todo - me río.

- No te preocupes, José está al pendiente también.

- Esto no es necesario, de verdad - ruedo los ojos aunque él no me vea.

Intento de nuevo quitar su mano, pero me libera solo lo suficiente para sujetar mi brazo y girarme hacia él. Ahora estoy de espaldas al festejo, con un Christian sonriente frente a mi.

- Recuérdame por favor esa parte sobre que no eras celoso - me río.

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