The Only Exception
Termino de ponerme los tenis al pie de la escalera del segundo piso. Lo único que se me ocurre hacer a esta hora es tratar de recordar lo que hice anoche.
Camino hacia el campus de la universidad para buscar el dormitorio de Kate. Solo he venido una vez, el día que se mudó y fue porque José y yo cargamos sus cajas pesadas.
Pregunto por su habitación y rezo porque sea tan perezosa como para quedarse en cama un rato mas. Golpeo su puerta un par de veces, hasta que una chica pelirroja abre la puerta.
— ¿Si?
— ¿Eres Tania, cierto?
— ¿Quién pregunta?
— Soy Ana, la hermana de Kate. ¿Ella está aquí?
— Si – abre la puerta para que yo pase – ¡Kate! ¡Tu hermana!
La pelirroja camina en pijama de vuelta a su habitación y cierra la puerta. Unos segundos después mi hermanita aparece con el cabello alborotado y la baba seca en la cara.
— ¿Ana? ¿Qué haces aquí?
— ¡Kate! ¡Ven aquí, necesito tu ayuda!
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
Antes de hablar de más, hago una pausa buscando las preguntas adecuadas.
— ¿Tienes aspirinas?
— Si claro – camina hasta un cajón y lo abre – ¿Viniste por aspirinas?
— No – ella me entrega dos pastillas y una botella de agua – Tengo una gran resaca, ¿qué pasó anoche exactamente?
Hablo tratando de no sonar alarmada o extremadamente curiosa. Kate camina hasta una silla de su recibidor y se sienta, me hace una seña para que haga lo mismo.
— Déjame ver... Zack apareció, estuviste bebiendo con él, Christian se enojó, hiciste que Chris bebiera contigo, ambos se emborracharon – dice mientras cuenta con los dedos – Elliot y yo los llevamos a tu departamento... Creo que eso fue todo.
— ¿Ustedes nos llevaron?
— ¿No lo recuerdas? – me mira con los ojos entrecerrados.
— No, dame detalles.
— Te llevé hasta tu cama y solo alcancé a quitarte las botas antes de que comenzaras a roncar.
— Yo no ronco, tonta.
— Bueno – rueda los ojos – Elliot dejó a Christian en el sofá mientras yo te llevaba, y...
— Espera, ¿Christian se quedó en la sala?
— Si, prácticamente estaba inconsciente sobre el sofá cuando nosotros nos fuimos.
Entonces... ¡Christian despertó y fue a la cama donde yo dormía! Aunque eso no explica que estuviéramos desnudos o cómo es que mi ropa estaba en la sala.
— ¡Ay por Dios! ¿Qué pasó? ¡¿Por qué tienes esa cara?!
— Voy a decirte algo y espero que puedas controlar esa gran bocota que tienes – la señalo – Creo que él y yo dormimos juntos.
Espero una reacción exagerada de mi hermana, pero ella me mira como si estuviera viendo el estúpido reportaje del clima.
— Eso ya lo sabía, tonta. Todos lo sabemos.
— ¿Qué? No me refiero a dormir-dormir, me refiero a "dormir juntos" – enfatizo haciendo los ademanes de comillas.
— ¿Como en... Sexo?
Pregunta con mucha curiosidad y sorpresa en su rostro. Inhalo profundo antes de asentir una vez hacia ella.
— ¡Por Dios! – se levanta de la silla – ¿Es en serio? ¿Tú y él? ¡¿Por fin?!
— Estás muy emocionada con mi tragedia – le bufo.
— ¿Tragedia? ¿Estás loca? ¡Tú y Christian están juntos! – grita emocionada – Y no lo recuerdas...
Mi ceño fruncido la hace desistir de seguir brincando como idiota por la sala.
— ¡Tengo que llamar a Elliot!
— ¡No! ¡No puedes decir nada!
— ¿Por qué? ¿Qué dijo él? ¿tampoco se acuerda?
— No lo sé, no le pregunté – me levanto de la silla – desperté, lo ví ahí conmigo, me di cuenta que estábamos desnudos...
— ¿Y saliste corriendo? – yo asiento – ¡serás tonta! ¿Por qué hiciste eso?
— ¡No supe que hacer! Aún no sé qué hacer.
— ¡Regresa! Habla con él – me grita – ¡Por Dios, Ana! ¡Cómo puedes ser tan tonta!
— ¡Oye! Aún soy tu hermana mayor, idiota.
Camina de nuevo hacia el cajón de dónde saco las aspirinas y saca otra cajita. Toma el empaque con una sola pastilla y me señala la botella de agua en mis manos.
— Ten, tómate esto – la pone en mi mano – me imagino que no tienes método anticonceptivo.
— ¿Tienes el cajón lleno de estas?
— No, soy lo bastante responsable como para tener un método regular, ahora tómatela porque no estoy lista para ser tía.
— Nunca pensé que ésto me fuera a pasar a mi. ¿Qué debo hacer?
— Deja de hacerte la tonta y formaliza con Chris, estás loca por él.
— Pfff, claro que no – volteo a verla pero ella me mira sin reír.
— ¡Bien! Sigue perdiendo el tiempo, deja que Leila se acerque, que pierda el interés en tí y se enamore de alguien que si le corresponda.
La imagen de Christian y Leila juntos y sonrientes me molesta... Mucho. Un ardor en el pecho, que reconozco como celos, me hace sentir bastante incómoda.
— Tienes razón, necesito hablar con él.
Me pongo de pie y camino hacia la puerta pero me detengo antes de girar la perilla.
— Gracias Kate – ella sonríe – Y nada de abrir la boca.
— Como quieras – dice mientras cruza los brazos.
Salgo de su dormitorio más tranquila, con la cabeza relajada y despreocupada gracias a sus pastillas. Voy por el campus a paso lento, pensando ahora en qué decirle a Christian, el intruso... El arcoiris andante rebosante de felicidad.
Después de caminar unas cuadras, concluyo que tengo dos opciones: hacer como que nada pasó o... Aceptar que me gusta. La cabeza comienza a dolerme de nuevo, por lo que necesito un café con urgencia.
Abro la puerta de mi departamento dispuesta a enfrentar el elefante blanco en la habitación, pero en lugar de eso, Christian está como si nada detrás de la barra con una taza.
— ¿A dónde fuiste?
— A la farmacia – el solo pensamiento del anticonceptivo hace que me sonroje.
— ¿Quieres café?
— Si, por favor.
Cuando me acerco a la silla, lo veo ir a la cafetera con otra taza. Tiene el cabello revuelto, húmedo y solo lleva boxers.
— ¿Desayuno?
— Si, por favor - ¿Qué rayos me pasa?
— ¿Estás bien?
— Si – lo observo mientras saca cosas del refrigerador – ¿recuerdas algo de ayer?
Pone las cosas sobre la encimera y me mira divertido, no sé si es porque recuerda más que yo o por mi expresión.
— Algunas cosas, mi amor.
Canción en Multimedia:
Paramore – The Only Exception
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