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The Big Bang

— ¿Qué se supone que haremos toda la tarde? ¿Beber?

— No – Kate empuja la puerta del bar y entra primero – ¡Beber y bailar!

Cuando entro, me detengo a observar la gran cantidad de globos blancos por todo el piso. Las sillas y las mesas están medio amontonadas en un extremo, dejando la parte central frente al escenario libre.

— ¿Solo nosotras? – me quejo – ¡qué locura!

— Bueno, no solo nosotras – Kate sonríe tanto que me pregunto si le duele – esa es la otra sorpresa.

Mía aparece por detrás de la barra,  señala la única mesa en el espacio libre y comienza a servir vasitos de tequila.

— Gracias – le digo cuando me acerco.

Sé que ella usa todo su tiempo libre para descansar y estar con su novio, así que agradezco el hecho de que esté aquí con nosotras.

— ¿Lista para la sorpresa? – sus cejas se elevan – ¡Ya podemos empezar, Kate!

Mía me empuja hasta sentarme en la silla junto a la mesa y una extraña música resuena a través de las bocinas del local.

Mi amiga me pide que cierre los ojos y luego siento unas manos sujetándome por los hombros para que no me levante. Las manos se mueven arriba y abajo por mi cuello al ritmo de la música.

Tengo la sensación de que Mía o Kate se colocan frente a mi, toman mis manos y las colocan sobre su vientre... Musculoso.

Abro los ojos de golpe para darme cuenta que no es ni mi hermana ni mi amiga a quién tengo enfrente. Mis manos están puestas sobre los abdominales del moreno en tanga que me sujeta por las muñecas.

— ¡No! – grito – ¡Déjame ir!

— ¡Ana, relájate! ¡Disfruta! – grita mi hermana.

Ambas chicas se encuentran recargadas en la barra, bebiendo y observando la escena.

— ¡Jackson! – le grito al chico – ¡Sueltame!

— Tranquila, nena, solo será un bailecito – dice y se sienta en mi regazo – ¿así que te vas a casar?

— ¡Si! ¡Y a mi novio no le gustará ésto! ¡Te lo aseguro!

— Es un baile inocente, ¿de verdad no quieres alocarte antes de ponerte sería con el chico ese?

— Estoy segura, bájate.

La música sigue sonando, pero Jackson se pone de pie y me mira confundido. Su diminuta ropa de trabajo me hace sonrojar, así que me levanto de la silla para mirar a otro lado.

— Pero tu hermana ya me pagó la hora completa.

— Baila para ella, esta libre y seguro aprecia que la distraigas un rato.

Estrecho su mano y me giro hacia mi hermana y mi amiga aún recargadas en la barra, pero ya no sonríen.

— Lo aprecio, de verdad, pero éste no es mi estilo. Mía, ve con tu novio, nos tomaremos ese tequila esta noche al cerrar el bar. Kate, seguro tú y Jackson encontrarán algo que hacer los próximos 55 minutos. Me voy a casa.

Las abrazo a ambas y salgo de ahí lo más rápido posible. En otro momento no tendría ningún problema en recibir ese maravilloso baile de un chico tan lindo como Jackson, pero hoy no. No cuando ya tengo un gran chico en casa.

Aunque espero que José no haya tenido la misma idea y los llevara a todos a algún club de desnudistas. En el camino a mi edificio, me detengo a comprar un bote de helado y recoger el vestido para mañana.

Guardo el vestido con cuidado en el clóset, lejos de los ojos curiosos de Christian y regreso a la sala para ver la televisión mientras me como mi helado.

La única película que encontré interesante era algo sobre policías y después de comer la mitad del helado, me quedo dormida.

— ¡Ana!

Escucho mi nombre y me enderezo de golpe sobre el sofá. Christian aún me llama, pero usa su llave del departamento para entrar.

— ¡Ana!

— ¿Qué pasa?

Cierra la puerta y viene hacia mi, agitado y sin habla del esfuerzo. Supongo que subió las escaleras corriendo.

— Estás aquí – dice entre jadeos.

— ¿Dónde más estaría?

— En el bar – dice y bajo la mirada – José me lo dijo, lo que Kate planeó.

— Oh, si, eso. No te preocupes.

— ¿Que no me preocupe? – suelta exasperado – ¡Estuve a punto de ponerle la paliza de su vida cuando los encontré en tu oficina!

— ¿En la oficina? ¿En MI oficina?

— ¡Si! ¿Y sabes qué? ¡No eras tú, era Kate!

— ¡Por supuesto que no era yo, idiota! ¿Creíste que me enredaría con el striper en la despedida de soltera? ¡Qué predecible!

— Pues lo siento, pero gracias al cielo que no eras tú, Ana.

Se detiene frente a mi y yo me levanto para abrazarlo. Chico tonto, ya lo tengo a él, ¿por qué querría a otro? Christian besa mi cabeza y vuelve a abrazarme con fuerza.

— Entonces, ¿ellos estaban...? – me interrumpe.

— Si.

— Bien. Hazme un favor y dícelo a Elliot.

Lo escucho soltar una carcajada y yo río con él. Supongo que ya sabe lo que ocurrió con ellos, y espero que haya llamado la atención de su hermano.

— ¿Dejaste tu fiesta y a los chicos solo para venir a comprobar?

— Algo así.

— No cabe duda que estás loco, amor.

— Lo sé – suspira aún junto a mi oreja – ¿Qué podríamos hacer ahora?

— Bueno, aún tengo algunos minutos antes de ir de nuevo al bar.

Vuelve a reír, pero esta vez sus labios besan mi oreja, luego mi mandíbula y sigue su recorrido hacia mi boca.

— Entonces vamos, tomemos una ducha rápida.

— ¿Juntos? – sonrío y muerdo mi labio.

Una de las comisuras de su boca se eleva y lo próximo que sé es que estamos entrando al baño. Es un espacio pequeño, pero nos las arreglamos perfecto para deshacernos de la ropa.

Él entra bajo el chorro de agua fría y me apresura a hacer lo mismo, pero el agua fría no es algo que me emocione demasiado. Entro poco a poco sujetando mi cabello en un moño alto para que no se moje.

— Date prisa, amor – estira mi mano y me hace entrar con él bajo el agua.

— ¡No me gusta el agua fría! – chillo.

— Eso tiene solución – dice y su sonrisa se hace más grande.

Me aprieta contra su cuerpo y es en este momento que siento el calor irradiar de ambos. Cuando vuelve a besarme, dejo de pensar en el frío.

Canción en Multimedia:
Rock Mafia – The Big Bang

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