Staring At It
Los papeles del abogado llevan tres días sobre la encimera de mi departamento. Los revisé con detenimiento varias veces antes de comprender que era real.
Christian quiere el divorcio. La misma mierda de siempre: Diferencias irreconciliables, o mejor dicho, cambié de opinión.
Luego de eso, me tiré a morir en mi cama mientras decido qué hacer. Y supongo que Kate y José piensan que de verdad voy a morir, porque no me han dejado sola.
— ¿Vas a levantarte algún día? – pregunta Kate desde la puerta.
— Si, por supuesto. Aún tengo un negocio que atender.
— ¿Y sobre lo otro?
Puedo ver qué José se detiene por detrás de Kate para escuchar, así que les hago una seña a ambos para que se acerquen mientras me siento en la cama.
— Por un lado quiero firmar los malditos papeles y enviárselos al estúpido abogado.
— ¡Pero Ana! – chilla ella – Christian te ama, ¿cómo es posible que esto pasara?
— No lo sé, y sigo sintiendo que algo está mal, pero no tengo ni idea de qué podría ser. Y si firmo los papeles, jamás lo sabré.
— Vamos a llamar a Luke, para ver qué sabe él – sugiere José.
Es tan extraño verlo tan serio y preocupado que entiendo que esta situación los desconcierta tanto como a mí.
— Espera, primero a Elliot. Es su hermano, él tiene que saberlo.
Kate presiona los labios muy fuerte. Supongo que pedirle ayuda a su ex no es algo que estaba considerando, pero mientras yo no firme, su idiota ex novio sigue siendo mi cuñado.
— Hola Elliot, ¿cómo estás hermano? – dice José cuando contesta la llamada.
Mi amigo le habla con tranquilidad, pero no tengo paciencia para ser amable con él. Necesito respuestas y las quiero ahora, así que tomo su teléfono.
— Elliot, soy Ana. ¿Qué carajos está pasando con Christian?
— ¿Ana? No lo sé, él no habla conmigo, ¿por qué? ¿Qué ocurre?
No puede ser cierto... o Elliot es muy estúpido o no quiere decirme qué pasa. De cualquiera forma sus respuestas me causan más frustración de la que estoy dispuesta a tolerar.
Cuelgo la llamada y le regreso a José el móvil. Me levanto de la cama para ir a mi clóset a buscar un par de cambios y una mochila.
— Llama a Luke – le pido a José – Quiero saber en dónde están y que no diga nada a nadie. Voy para allá.
— ¡Pero Ana! ¿Vas a ir a buscar a Christian?
— Si Kate, es la única forma de saber qué está pasando y que él mismo me diga que quiere el divorcio. Necesito escucharlo de él.
— ¿Pero irás tú sola? ¡Ni siquiera sabes en dónde están!
Chilla Kate mientras sigo guardando la ropa en una mochila, mi cartera y documentos, la tarjeta de crédito para emergencias y los dichosos papeles del abogado.
— Dice Luke que están en Tennessee, en Memphis para ser exacto.
— Bien.
— Le dije que vas y que no diga nada.
— ¿Qué más te dijo?
— Que no tardes.
Me detengo al escuchar sus palabras. Ciertamente Luke dijo que Christian no estaba bien, y eso solo hace que mi ansiedad crezca.
— Volveré pronto, les llamaré cuando esté en Memphis, necesito ir a tomar un avión ahora.
— Ana, ten cuidado – Kate me abraza – De verdad, no hagas locuras.
— ¿Yo? ¿Locuras? – me burlo – Cuida de José y vigila que no venda mi bar.
— ¡Oye! ¿No confías en mi?
— No, pero cuida a Kate. ¡Gracias por todo! ¡Los quiero!
Les grito mientras abro la puerta y salgo corriendo de mi departamento. Lo único en lo que puedo pensar ahora es en tomar un taxi hasta Sea-Tac y comprar un boleto hasta Tennessee.
Pero no hay vuelos directos y el que conseguí es un viaje de 6 horas con escala en Denver. 6 largas horas para pensar y escuchar mucha más música triste.
Les envío los detalles a Kate y a José, y luego él a Luke. Lo único que puedo hacer por el momento es dormir y pensar en lo que quiero decir. Aunque no estoy lista para firmar el divorcio.
Después de las 5 horas y 44 minutos que permanecí en el avión, éste finalmente aterriza en Memphis. Me apresuro a encender el móvil para avisarle a Kate, pero es un mensaje de José el que entra.
Un mensaje reenviado de Luke, diciendo que están en un hotel llamado Red Roof Inn y otro más de José con el número de teléfono de Luke.
*Hola, estoy en Memphis. Voy para el hotel, por favor no digas nada. Gracias Luke*
Le mando el texto mientras espero bajar del avión y como solo llevo mi mochila, no me detengo. Paso los controles de seguridad hasta la calle donde subo al primer taxi disponible.
Estoy ansiosa, muy ansiosa. Siento el corazón acelerado y me preocupa saber qué encontraré. ¿Será que Christian conoció a alguien más? ¿Se enamoró y quiere ser libre para estar con ella? ¿Se dió cuenta que no quería estar conmigo?
El taxi se detiene en el estacionamiento. Es un hotel bastante sencillo pero supongo que lo escogieron por la cercanía con lugar donde se llevan a cabo los conciertos. Pago al conductor y bajo.
— Ana.
Levanto mi vista hacia Luke, que me está esperando bajo una sombra del edificio cercano.
— Luke, gracias por esperarme.
— Es extraño verte aquí – se ríe – no te imagino en otro lugar que no sea tu bar.
— Lo sé, también es extraño para mí. Pero ya sabes a qué he venido.
— Y me alegra que lo hicieras. Ven conmigo, te llevaré a la habitación de Christian.
— ¿Cuando llegaron? – pregunto para hacerle algo de plática.
— El lunes, el equipo instaló todo hoy para comenzar con el ensayo mañana.
Caminamos por la recepción y luego por un pasillo hacia un patio muy amplio con habitaciones a ambos lados. No parece haber otros huéspedes.
— Esa es – señala la puerta roja con el número #345 en la puerta.
Levanto la mano para tocar a la puerta, pero Luke me detiene.
— Si tocas, él no abre. Tengo llave – dice y muestra una tarjeta.
Observo atenta cómo desliza la tarjeta en la cerradura electrónica y luego el destello verde indicando que es correcto.
Inhalo y exhalo dos veces antes de empujar la puerta, con miedo de saber qué voy a encontrar.
Canción en Multimedia:
Safetysuit - Staring At It.
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