My Wish
Epílogo. Parte 2.
— ¡Mía! ¿Falta algo en la cocina?
— No, Ana, todo parece estar en orden. Voy a revisar de nuevo.
— Bien. José, ¿Te ayudo con las botellas de la barra?
— Tengo todo listo, Travis me ayudó anoche.
— Claro. ¿Qué más falta? ¿Los manteles?
— No, los tengo – Kate aparece por la puerta de la cocina y los entrega a las nuevas camareras – Solo falta acomodar los arreglos de las mesas.
Exhalo. ¿Quién dijo que tener un restaurante sería fácil? Aún no comprendo cómo José y yo pasamos de planear abrir otro bar en el centro de Seattle a tener un restaurante.
Es el centro de la zona financiera, muchos empresarios podrán visitarnos y el lugar es tan elegante que siento que no encajo aquí.
El bar aún abre en su horario regular, pero ahora bajo el mando de José. No puedo, ni quiero, estar cerca de chicos ebrios y fumadores. No cuando tengo un bebé en casa.
— ¡Amor! – escucho la voz de Christian sacándome de mis pensamientos.
— Hey, ¿qué hacen aquí?
Sonrío solo de verlos. Mi esposo camina hacia mí con Teddy en su cangurera y la pañalera en su hombro.
— Dijiste que irías a comer – me besa cuando se acerca – Pero no llegaste.
— Lo sé, lo siento. Estamos a 40 minutos de abrir y tengo los nervios de punta. Ni siquiera me acordé de la comida.
— Así pensé, por eso les traje algo – levanta su otra mano para mostrarme la bolsa que lleva.
La apoya sobre la barra y saca muchos sandwiches de un contenedor grande. Llama a todos los empleados para que se acerquen a comer algo.
— Bien pensado, Christian – dice José – Hola Bebé.
— ¡No lo toques! – le grita Kate, que viene corriendo hacia nosotros – Es mío, mi sobrino bello.
Christian tiene que liberar las correas que sostienen a Teddy para que Kate lo cargue en sus brazos. Lo lleva de un lado a otro con Mia siguiéndola.
— Está muy emocionada – se ríe Christian.
— Eso es bueno para nosotros – me acerco a él para pasar mis brazos por su cuello – Podría cuidarlo un par de veces por semana para que tengamos tiempo para nosotros.
— Yo no estaría tan seguro – José interrumpe nuestro momento, aún masticando su sandwich – Ese bebé es lo único que impide que tengan más hijos, así que, cuídenlo.
— No vamos a tener más bebés, tonto.
— ¿No? – pregunta Christian.
— Pues no en este momento, Teddy es muy pequeño – Mi esposo frunce el ceño – ¿Podemos hablar de esto en casa? ¿Cuando no haya metiches?
— ¿Lo dices por mi, fiera? – José finge sentirse ofendido – ¡Bien! No le cuentes nada a tu mejor amigo, déjalo, sácame de tu vida.
— ¡Deja el drama! ¿Estás viendo de nuevo esas novelas mexicanas?
— No – dice pero no me mira. Idiota.
Christian toma mi mano para apartarnos un poco de todos. Se sienta en una de las sillas de la barra y pasa sus brazos por mi cintura.
— ¿Vas a dejar que te ayude con el bar?
— Aún no lo he decidido, ¿De verdad quieres hacerte cargo?
— Si, y tienes que aprender a delegar. Sé que quieres que todo sea perfecto pero te aseguro que puedo hacerlo.
— No es eso, lo que me preocupa son todas esas chicas universitarias lanzándose a tus pies mientras yo estoy en casa con el bebé.
— Nuestro bebé – sonríe – No tienes que preocuparte de nada, amor, yo te amo.
— Lo sé, cielo – mis manos suben hasta su suave cabello cobrizo para acariciarlo – Tal vez tú y José puedan hacerse cargo y Travis, Mía y yo del restaurante.
— Suena como un buen plan.
Me acerco para besarlo, olvidándome de todo lo demás. Sus suaves labios, su rasposa barba de un día, sus ojos grises brillantes y la mirada enamorada. Mi esposo.
De pronto me siento tan conmovida que quiero llorar. ¡Lo logramos! Todo ha resultado bien, incluso Christian está bien y fue dado de alta después de que Teddy naciera. Es un padre maravilloso.
Mierda. Ahora de verdad me arde la garganta por retener las lágrimas dentro de mis ojos. Lo único que puedo hacer es abrazar a mi esposo hasta que me tranquilizo.
— Será mejor que nos vayamos, casi es tu hora – dice y se levanta de la silla.
Me besa de nuevo antes de voltear hacia donde Kate sigue paseando con Teddy y les hace una seña para que se acerquen.
— Despídete de tus tías, Ted – le dice cuando lo toma en sus brazos – Otro día pasaremos a visitarlas.
Kate ayuda a sujetar a Teddy de nuevo en la cangurera y besa su cachetito. Mía lo besa en el otro cachetito pero se aleja rápido.
— Ana, ¿puedo hablar contigo?
— Si. Adiós bebé – Christian me besa de nuevo y ambos salen del restaurante – ¿Qué quieres decirme?
— Primero promete que no te volverás loca.
— ¿Por qué? ¿Qué hiciste?
— ¡Nada! – chilla – Pero estoy saliendo con José.
Seguro sufrí alguna clase de derrame cerebral o parálisis porque no soy capaz de articular palabra. ¿Escuché bien? ¿Kate y José?
— ¿Qué? – repito para comprobarlo.
— No lo planeamos, fue algo que pasó en el tiempo que estuviste recuperándote en casa. Decidimos salir formalmente hace poco.
— ¿Y ahora me lo dices? ¿10 minutos antes de inaugurar el restaurante?
— Bueno, tienes otras prioridades e interrogar a José no es una de ellas, créeme.
— Kate... – le gruño pero ella se aleja corriendo.
— ¡Tú! – le grito a José – Vamos a hablar de esto más tarde.
Mi ex mejor amigo levanta las manos y camina al extremo más alejado de la barra. Pero lo cierto es que, con el restaurante atendiendo clientes por primera vez, me olvidó completamente del asunto.
Esa noche cuando llego a casa, me detengo antes de abrir la puerta. Puedo escuchar perfectamente la voz de Christian y su guitarra. Abro con cuidado la puerta para observarlo.
Está sentado en el sofá, tocando la guitarra y cantando para Teddy, que lo mira con mucha atención. Mis chicos, los amo.
Canción en Multimedia:
Rascal Flatts - My Wish.
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Hola! Hola!
Avisos del día:
Ayer estrenamos nueva historia, si aún no la han visto la pueden encontrar en mi perfil.
💫 💫 💫 Además:
Esta historia tendrá dos capítulos extras.
Estoy actualizando todo, espero que hayan recibido notificaciones.
Es todo, gracias! Besitos 😘
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