Mercy
— ¿Se puede saber qué haces? – gruñe cuando entra a mi oficina.
— Leyendo – digo sin verlo.
— Sabes a qué me refiero – se para frente a mi.
Levanto la vista hacia él, que me mira con el ceño fruncido y cruzado de brazos.
— No hice nada, no sé de qué hablas.
— José me lo dijo, ¿por qué lo hiciste?
— Maldito soplón – digo bajito – Es solo un trago, no es para tanto, cálmate.
— Tengo que volver al escenario pero no hemos terminado – sale azotando la puerta.
— ¡Idiota!
Ruedo los ojos. Estúpido José, ¿por qué lo defiende tanto? Además, por qué le molesta que le ayude con la chica esa, ¿qué no es eso lo que todos los chicos quieren? Ella prácticamente se lanza a sus brazos ¿y él se molesta?
Ahora que arruinó mi poco buen humor, salgo de mi oficina para regresar a supervisar todo. Me paro junto a la barra y por supuesto que José me evita.
— Traidor – le susurro cuando se acerca por unos tarros.
Pero no solo él, Kate no me ha mirado ni me dirige la palabra. También debe estar molesta y supongo que eso incluye al noviecito Elliot. Mía me observa y me da una mirada de "lo siento". ¿También ella?
Regreso a mi oficina por mis cosas, además de molesta me siento incómoda aquí con ellos. Por primera vez siento el impulso de huir sin estar sufriendo un ataque de pánico.
Salgo por la puerta de atrás para que no lo noten y me dirijo rápido a tomar un taxi. Mi rincón secreto queda algo lejos y no estoy de humor para caminar.
Cuando llego a The 5 Point Café pido unas papas fritas y una cerveza. No tengo ni la más mínima intención de volver temprano a casa, así que puedo beberme algunas cervezas tranquilamente.
Pongo mi teléfono en modo silencioso, pasan de la 2 am y estoy segura que pronto notarán mi ausencia. Busco el número de mi amigo Chase en mis contactos y le mando un texto.
*¡Hey! Hace mil años no te veo, ¿tienes turno esta noche?*
Pero su mensaje no llega. Supongo que tiene el turno de la mañana y ahora duerme plácidamente antes de otro exhaustivo turno de 12 horas.
Mi (otro) mejor amigo Chase es interno de medicina en el hospital infantil. Lo conocí durante mi breve estancia como mesera en el Starbucks cercano al hospital. Podemos pasar meses sin vernos, pero somos muy cercanos.
La pantalla de mi teléfono se enciende sobre la mesa. Puedo leer el nombre de Kate, luego el de José, Kate de nuevo y luego Christian. Lo observo en silencio pero no me animo a contestar.
La camarera trae mi comida y veo en la pantalla más cercana una repetición del juego del Real Madrid. No soy una gran aficionada al soccer, pero hay cosas que son tan populares que terminas por conocerlas.
Vuelvo a ver la hora: por fin las llamadas de Christian cesan y puedo ver 18 llamadas perdidas.
Pido otras dos cervezas esperando que el tiempo pase más rápido. Por fortuna para mí que este sea un bar de 24 horas, de otra forma no tendría a donde más ir, que regresar a mi departamento.
Después de la última cerveza dejo el dinero en la mesa y la propina para la mesera. Soy conciente que me demoro más de lo normal porque me preocupa tener que enfrentarme a Christian.
¿Con qué argumento? ¿Cómo me defiendo? Creí que hacia lo mejor, pero recordar sus palabras me hacen sentir culpable. Mierda, por favor que Christian esté dormido y pueda evitar todo esto un poco más.
Me paro en la acera y cierro mi chaqueta completamente. El aire frío y húmedo de Seattle me cala en los huesos, y tengo que esperar algunos minutos hasta que un taxi pasa y me lleva hasta mi edificio.
Subo las escaleras y saco mis llaves sin hacer ruido. Antes de que pueda ponerlas en la cerradura escucho su voz. Mierda, está despierto, ¿y por qué estoy tan nerviosa?
(...) Please have mercy on me
Take it easy on my heart
Even though you
don't mean to hurt me
You keep tearing me apart.
Would you please have mercy,
mercy on my heart
Would you please have mercy,
mercy on my heart (...)
Me planteo dar media vuelta y regresar al bar un rato, pero son casi las 5 y ya estoy a pocos pasos de mi habitación. Respiro hondo para darme valor mientras pongo la llave y abro la puerta.
— ¡¿En dónde rayos estabas?! – me grita dejando la guitarra a un lado.
Evito su mirada y camino rápido hasta mi habitación, tratando de cerrar la puerta, pero no puedo porque él entra detrás de mí.
— Ana, te estoy hablando, ¡¿en dónde mierdas estabas?! – me mira furioso.
— Por ahí – encojo mis hombros.
— ¡Estábamos preocupados! No puedes solo desaparecer, ¡contesta el maldito teléfono!
— ¡No tengo por qué darte explicaciones! lo hago cuando yo quiero y ahora quiero dormir, así que vete – le señalo la puerta.
Y para mí sorpresa, si sale de la habitación azotando la puerta. Suspiro agotada y me dejo caer en la cama. Vaya forma de enfrentar el problema, Ana.
Me levanto solo para ponerme la pijama e intento dormir pero no puedo, se supone que el cansancio me ganaría para poder dormir, pero la incomodidad en el pecho no me deja.
Escucho la voz de Christian en la sala, probablemente avisándole a mi hermana que llegué al departamento. ¡Oh genial! Ahora me siento culpable por preocuparlo y mantenerlo despierto todo este tiempo.
Mi mente sigue dando vueltas, de un pensamiento a otro y cuando vuelvo a mirar el despertador sobre el buró, son las 7 am. y no he dormido nada.
Muy en el fondo sé que debería levantarme e ir a ofrecerle disculpas a mi molesto intruso por todo el jodido lío. Pero ¿por qué no puede ver que quiero ayudar? Si ella se interesa en él, ¿cuál es el maldito problema?
Lanzo las cobijas sobre mi cabeza y me giro cuando escucho pasos acercarse a mi puerta. Trato de respirar con normalidad, fingiendo estar dormida. ¿Por qué? No lo sé.
Canción en Multimedia:
Shawn Mendes – Mercy
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