Empujo la puerta con cuidado de no hacer ruido y lo primero que noto es que la habitación está desordenada. Hay ropa y cosas tiradas en el piso por todos lados.

Mi atención se fija en la silla puesta hacia la ventana que da a la avenida principal y al chico sentado en ella. No pasa desapercibida la botella de whisky a su lado, casi vacía.

Volteo hacia Luke y asiento para indicarle que voy a entrar, deslizo mi mochila junto a la puerta para ir hacia Christian, que aún no me ha escuchado.

Camino despacio hasta situarme a su izquierda y es entonces que mi corazón se detiene. Está dormido, desparramado en la silla y tan delgado como en la foto que envió Luke.

Su piel pálida, ojeras bajo sus ojos y la sombra oscura de su barba crecida. Todo él apesta a alcohol y podría jurar que ha bebido durante días sin parar.

Lleva una camiseta gris como la que llevaba el día que nos conocimos, los jeans azules desgastados y el cabello ligeramente más largo que hace dos meses.

— ¿Christian?

Lo llamo pero no reacciona, así que apoyo mi mano en su hombro para moverlo. Cuando abre los ojos, el brillo divertido y chispeante ha desaparecido. Este chico es solo la sombra del Christian con el que me casé.

— ¿Ana?

— Si, soy yo Christian. Estoy aquí.

Él se endereza en la silla pero frunce el ceño antes de apartar mi mano de su hombro.

— ¿Y qué haces aquí? No te pedí que vinieras.

— ¡Vine porque estaba preocupada por ti! Christian, ¿que demonios te paso? ¿Por qué no me dijiste nada de esto?

Le grito por la desesperación, lanzando todo mi diálogo ensayado por la borda. Él parece enojado, pero sobre todo, triste.

— Vete.

— No.

— Que te vayas, te digo. No quiero saber nada de ti, ¿no lo entendiste?

— Si, recibí los papeles, ¡pero no los voy a firmar hasta que me expliques qué mierda pasó! ¿Qué hice mal?

Lo veo cerrar los ojos con fuerza. Intenta levantarse de la silla pero se tambalea antes de poder siquiera encontrar su equilibrio.

— Dímelo Christian, ¿dime qué hice mal?

Mierda. No quiero llorar pero no sé que me duele más. Si lo que dice o la forma en la que luce.

— Dímelo, por favor.

Se para frente a mi y por poco patea la botella de whisky a sus pies. Ni siquiera voy a preguntar por eso ahora, lo que quiero son respuestas.

— Estás aquí – susurra.

— Si, amor, estoy aquí. Vine por ti – le digo con la voz entrecortada.

No dice nada, no responde, solo me mira con sus profundos ojos grises. Quisiera sacudirle la cabeza para saber qué rayos estaba pensando cuando decidió que quería el divorcio, pero si aún está bajo el efecto del alcohol no voy a obtener nada.

— Ven aquí, quítate la ropa. Ve a darte una ducha.

— ¿Ahora me das órdenes? – se queja.

— Si, hazlo.

— No quiero.

— Christian Grey, entra de una vez a la jodida ducha antes de que llame a Luke y a Ethan y ellos te bañen.

— Así que ellos son los que fueron con el chisme...

— No. ¿Qué creíste? ¿Qué podías mandarme los papeles y los firmaría a ciegas? Me merezco más que eso Christian.

De nuevo no dice nada, pero se quita la camisa y lanza los tenis a algún lado de la habitación. Antes de entrar al baño, se deshace del pantalón y cierra la puerta.

Aprovecho el momento para regresar a la puerta, pero en lugar de solo encontrarme con Luke, Ethan y Elliot también están ahí.

No puedo evitarlo, el coraje me invade y golpeo la cara de Elliot con una muy fuerte cachetada. La mano me escuece, pero se lo tiene merecido.

— ¡¿No lo sabias?! – le grito – ¿Tu hermano está deprimido hace tiempo y no lo sabías? ¿No lo has visto? ¿No te das cuenta de todo lo que ha cambiado?

— ¿Yo? – finge sorpresa – ¡Tú eres su esposa! ¿Dónde mierdas estabas?

— Elliot – le gruñe Ethan – sabes qué pasó. Sabes que jamás debimos obligar a Christian a venir con nosotros.

— ¿Entonces está deprimido y se ahoga en alcohol? Creo que debimos haberte llamado antes – Dice Luke.

— Pienso lo mismo – los señalo – son sus amigos, y se preocupan, lo sé. Pero eso no basta. Honestamente me sorprende que Luke se preocupe más que su propio hermano.

— Esta mierda no es mi culpa – se queja Elliot – Yo lo apoyé, le ayude a conseguir el abogado y voy a llevarlo a Detroit cuando acabe la gira.

— ¿Cuando acabe? ¿Estás loco? ¡No quedará nada de él para entonces!

— Tú no eres nadie para decidir sobre él – me señala.

— Aún soy su esposa y es mi derecho decidir lo que es mejor para Christian. Lo llevaré de vuelta a Seattle conmigo.

— Como quieras, ahora es tu problema.

Elliot se aleja por el pasillo hacia el jardín, Ethan y Luke permanecen en silencio. ¡Por supuesto que conozco sobre depresión! Vi su cara fea cuando Carla nos abandonó y Ray se deprimió. Aún era muy pequeña pero lo recuerdo.

— Esto es lo que voy a hacer, casados o no, me llevo a Christian para que reciba ayuda. Busquen a alguien que termine la gira con ustedes.

— Bien – Asiente Ethan – También creo que es lo mejor. Iré a hacer unas llamadas.

— Yo también me voy – señala Luke – pero avísame si necesitas algo, cualquier cosa.

— Solo necesito saber un par de cosas. ¿Hace cuando no duerme bien?

— Puf – Luke sacude la cabeza – Bueno, Elliot es quien comparte habitación con él, pero diría que hace unos tres meses, las ojeras lo delataban.

— ¿Y alimento? No ha comido bien, está más delgado.

— Solamente alcohol, Ana. Lo siento, creo que debimos hacer algo cuando nos dimos cuenta.

— Eso ya no importa, lo que necesito ahora es sacarlo de aquí y ayudarlo a recuperarse. Tan pronto como esté en condiciones regresamos a Seattle.

— Bien, entiendo. Avísame si necesitas algo más.

— Claro, gracias.

Cuando su amigo desaparece por el pasillo, es que vuelvo a la habitación de Christian. Sigue en la ducha, por lo que aprovecho para acomodar un poco sus cosas y prepararme para lo que viene.

Canción en Multimedia:
Safetysuit - Get Around This.

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Hola!

Bueno, bueno! Ya les hice maratón 😅😅😅

Ahora esperenme a que actualice las otras para seguir.

Ya pueden dormir tranquilas? 🤔🤔

No se coman las uñas!!! 😂😂😂