Best Day Of My Life
Después de algunas cervezas, seguimos en el bar celebrando el éxito de nuestro primer Karaoke Night.
— ¿Y qué haremos mañana? – pregunta Luke.
— ¿Beber otra vez? – dice Ness con las cejas arqueadas.
— Si, pero en otro lugar, como lo hacíamos antes.
— ¿En la casa de tu primo? – dice ahora Ethan.
Los escucho hablar mientras limpio la barra y recojo las botellas que acabamos de vaciar. Me alejo de la barra pero veo a José y Kate pararse junto a ellos para meterse en sus planes. Mi amigo me mira con una gran sonrisa y baja de nuevo la cabeza.
Hablan bajito, ríen fuerte y por fin se despiden para retirarse. Me sorprende la rapidez con la que se alejan los otros chicos, hasta que José camina hacia mí con una sonrisa estúpida.
— Nos vemos mañana jefesita – camina hacia atrás alejándose de mi – en tu casa...
— ¿Qué? – volteo rápido a verlo – ¿Qué dijiste, idiota?
— No te enojes, ¿si? Solo que queremos reunirnos y tú departamento es una buena opción – dice Christian.
Volteo a verlo furiosa, mientras escucho las pasos rápidos de José por la salida del local. ¡Cobarde!
— ¿Por qué no pueden hacerlo en otro lugar? Yo no quiero...
— Solo será un día, por favor no te enojes – me mira con ojos tristes.
— ¡Bien! Pero tú vas a ayudarme a limpiar y todo eso.
El intruso espera hasta que llegamos al departamento para volver a hablarme.
— ¿Has tenido visitas antes, no? – se ríe.
— Solo Kate y José. Y no tengo que hacer nada, José trae la cerveza y Kate viene al día siguiente a traernos comida o a revisar que no morimos ahogados en alcohol.
— Espera un momento. ¿José se queda a dormir aquí? – pregunta con la ceja arqueada.
— Si – encojo mis hombros – vive del otro lado de la ciudad y no quiero que maneje en su moto borracho.
Frunce el ceño y hace de nuevo ese gesto con la boca que indica que no está de acuerdo. Camina hasta la lavandería por algo de ropa y entra a la ducha.
Voy a la cocina por una taza de café y observo mi pequeño departamento. Nunca necesité más muebles ya que solo yo estoy aquí, y de vez en cuando José. Pero tener aquí a los amigos de Christian es diferente y me preocupa solo un poco que se sientan incomodos.
Con esa idea en mente toda la noche, me levanto de la cama decidida a solucionar el pequeño inconveniente. Volteo a mi lado, donde Christian duerme plácidamente entre mis cobijas. ¿Otra vez no puse seguro a la puerta?
Salgo de la habitación y se levanta detrás de mí para preparar el desayuno mientras me ducho. Tengo que admitir que es mi parte favorita del día, me siento mimada.
— Tengo que salir – le digo cuando recojo mi plato y lo llevo al fregadero.
— ¿A donde vas? Yo voy contigo – deja su taza en la encimera.
— Tengo algo que hacer, no es necesario que vayas – digo mientras me pongo los tenis.
— No importa, quiero ir – ruedo los ojos por su insistencia.
— ¡Bien!
Jodida sombra. Quisiera decir que no pero no tengo tiempo de discutir con él. Bajo por las escaleras y escucho sus pasos detrás de mí hasta que me alcanza en la calle.
— ¿A donde vamos?
— Al almacén – señalo el lado contrario de la calle.
— No estarás planeando echarme de nuevo, ¿cierto? – arquea la ceja.
— Lo estoy pensando – le sonrío – pero hoy no, necesito otro sofá.
Me mira confundido y asiente lentamente. No entiendo ni siquiera por qué me molesto por estos chicos.
Cuando llegamos al gran almacén, busco al vendedor de la ocasión anterior y elegimos los muebles. Christian solo observa en silencio y hace muecas mientras elijo dos sillones más para complementar el de tres plazas que tengo en casa.
Espero que sea suficiente, así que entrego mi tarjeta de crédito para emergencias y pago la comisión extra. De regreso al departamento, espero impaciente a los chicos del almacén.
— Cálmate – dice desde la sala – me estás mareando.
Voy a sentarme con él, pero antes de que lo haga el timbre suena. ¡Si! Abro la puerta para dejarlos entrar con los sillones y Christian me ayuda a acomodarlos en la sala.
Cuando los repartidores salen, observo a José en la puerta con los ojos muy abiertos. Si, si, lo sé idiota, se ve diferente. Christian se acerca para ayudarle a llevar las bolsas con cervezas al refrigerador.
Poco después llegan Luke y Ethan, se sientan en la sala con cervezas en mano y charlan mientras abro la puerta para mi hermana y Ness... Mierda, creo que estos dos van en serio.
Voy de nuevo a la cocina, sacando platos para servir las frituras que trajeron Luke y Ethan, pero volteo a la encimera cuando siento una mirada.
— ¿Te ayudo? – pregunta Luke con una sonrisa.
— Estoy bien.
— Disculpa por la molestia, creo que debimos preguntarte primero.
— Esta bien – niego despacio con la cabeza mientras veo sus ojos azules.
— ¿Solo son Kate y tú? – da la vuelta a la encimera.
— Si... – lo observo atenta – solo ella y yo... Y José.
— Se nota que son muy unidos.
Giro hacia la encimera para seguir sirviendo fritura. Luke está tan cerca que su codo roza con el mío.
— ¿Y ustedes? ¿Se conocen hace mucho? – digo para cambiar el tema.
— Desde la universidad, nos hicimos amigos a pesar de estudiar diferentes carreras – voltea a ver a sus amigos en la sala.
— ¿Tienen la misma edad? – pregunto con curiosidad. Quiero saber qué tan grande es Ness para Kate.
— Si, 26 años... Bueno, Ethan tiene 25. ¿Y tú?
— ¿Yo? – balbuceo – 24 y Kate tiene 21.
— Eres muy joven para tener tu propio bar – sonríe divertido.
— ¿Todo bien? – grita Christian desde la sala, viéndonos a ambos.
— Si – le sonrie Luke.
— ¿Te ayudo con algo, amor? – me dice pero está mirando a Luke.
— No. ¡Dios! – ruedo los ojos – ¿siempre ha sido así? Tan... Irritante... frustrante... Odioso.
Luke se ríe muy fuerte y niega con la cabeza y yo lo miro como si estuviera loco, ahora entiendo por qué son amigos.
— Algo. Siempre ha sido el más responsable, el que nos cuida, como si fuera nuestro papá – se ríe.
— ¿Y eso te divierte por? – arqueo una ceja.
— Jamás lo había visto así – lo señala – está celoso, ni con Savannah lo era.
¿Savannah? Volteo a ver a Christian, quien aún nos mira desde el sofá. Está serio y con el ceño fruncido mientras Ness golpea su brazo para que voltee.
De pronto todo miran en la misma dirección que Christian y Luke sonríe. Sus ojos azules brillan con diversión pero yo me pongo algo nerviosa. Mierda, odio ser el centro de atención.
— ¿Entonces? – Grita mi hermana – ¿Pizza o comida china?
— ¡Pizza! – gritan todos los chicos.
— Bien – dice mi Kate y toma su teléfono.
Luke saca las cervezas del refrigerador y las lleva a sus amigos mientras yo llevo los platos y la salsa. Ahora caigo en cuenta que además del comedor, me hace falta una mesita en la sala para poner los platos.
Después de cenar la pizza y seguir bebiendo, veo a mi hermana recargarse en el hombro de Ness y cerrar los ojos. Él le susurra algo y se levantan ambos del sillón.
— Nos vamos, es tarde – dice él.
— ¿Seguro? – dice mi intruso.
— Si, el departamento de Katie está cerca del bar, me quedaré con ella y los veo mañana.
Volteo a ver a mi hermana tratando de asegurarme que está bien, aunque no parece haber bebido mucho.
— Con cuidado – les digo a ambos antes de que salgan.
— Yo también me voy a dormir – les digo a los cuatro que quedan – quédense todo lo que gusten. José sabe dónde están las cobijas y almohadas.
Luke y Ethan miran a José, quien asiente hacia mi. Christian también se levanta y pasa su brazo por mi cintura.
— Descansen – les dice mientras me empuja hacia el pasillo.
— ¿A donde vas? – le gruño.
— A dormir, también tengo sueño amor.
Entramos a la habitación y cierra la puerta con pasador. Volteo hacia él para hablarle.
— Deberías quedarte con ellos.
— Ya están grandecitos, pueden cuidarse solos.
Christian se quita la camiseta con un movimiento rápido y lo observo con las mejillas rojas. Ha estado en mi departamento un par de semanas pero apenas ahora veo su torso desnudo.
Mis ojos escanean rápidamente de arriba a abajo, deteniéndome en sus abdominales perfectamente marcados. Cuando mi vista sigue subiendo hasta sus ojos, él sonríe divertido.
— Vete, tengo que cambiarme – digo cuando reacciono – ¡largo!
— Cámbiate aquí, no voy a mirar – se gira para darme la espalda mientras desabrocha su pantalón.
— Idiota – susurro pero sé que me oyó.
Me pongo rápido la pijama y me tapo con la cobija hasta el cuello. Veo que Christian se queda en boxers y se acuesta a mi lado.
— Pensé que no me dejarías dormir aquí contigo.
— No iba a dejarte – lo miro – ¿Habrías estado de acuerdo?
— No, igual estaría aquí – sonríe – No te preocupes por ellos, ya saben que dormimos juntos.
— Cállate – me sonrojo nuevamente – y duérmete ya o te vas a la sala con ellos.
Canción en Multimedia:
American Authors – Best Day Of My Life
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