Annie
Epílogo. Parte 1.
La noche más larga de mi vida. Lo juro. Apenas pude pegar un ojo, pero eran las 4:20 de la madrugada cuando por fin dejé de ver el reloj.
Me levanto de la cama y maldigo todo el camino hasta la cocina. No puedo tomar café, ni un mísero sorbo, así te saco el jugo de naranja y las vitaminas prenatales para no olvidarlas después.
Enciendo la televisión en un canal de música para que haga ruido y me doy cuenta de que, gracias a Christian, ya no tolero el silencio.
Traigo mi toalla para ir a tomar una ducha caliente y comenzar a alistarme. Siempre me ha gustado el clima lluvioso y frío de Seattle, pero hoy es un día especial y no puedo usar pantalones.
Busco el vestido que tengo en el clóset y me lo pongo, aunque me queda ligeramente ceñido del vientre. Mis tres meses de embarazo ya son visibles, sobre todo con una prenda tan ajustada.
Zapatos de tacón bajo, cabello suelto y el abrigo son suficientes por ahora, voy tarde y necesito darme prisa en encontrar un taxi que me lleve hasta McClellan St. y 15th avenue.
Tengo los nervios de punta y el chofer parace notarlo, porque comienza a hacerme plática mientras baja el volumen del radio.
— Disculpe que lo diga así, pero se ve usted muy guapa.
— Gracias.
— ¿Va a una fiesta?
— Si. Algo asi – contesto mientras jugueteo con la alianza en mi dedo.
— Ha llovido mucho, especialmente hoy. Espero que no arruine su fiesta.
— No se preocupe, es el día perfecto.
Pago la tarifa y bajo del taxi cuando estaciona en la calle. Lo primero que veo es a José, dando vueltas por la acera, ansioso.
— Hey.
— ¿Dónde estabas? ¡Llegas tarde! Pensé que habías huido.
— ¿Huir a dónde? Esto no me deja ir muy lejos – señalo mi vientre por encima del abrigo.
— Como sea, ven aquí. Kate no deja de gritar y ya me tiene harto.
Me sujeto del brazo de José para entrar, pero la gran puerta es empujada hacia afuera por mi hermana.
— ¡Ana! ¿Dónde rayos estabas? Llegas dos minutos tarde y creo que estoy sufriendo un infarto.
— Estoy aquí, deja el drama y vamos a hacer eso.
— ¿Estás lista? Ya no hay tiempo de maquillaje, peinado, ni nada.
— Así estoy bien, quiero hacerlo de esta forma.
— Dame el abrigo.
Me deshago de él, Kate vuelve a entrar con mi abrigo bajo el brazo y hace una seña hacia el frente, donde supongo que todos están reunidos.
Respiro hondo cuando vuelvo a colocar lo mano sobre el brazo de José. Hoy luce muy guapo con ese traje de color negro y la corbata roja.
Kate está delante de mí, y puedo ver a Mía y su novio al final de pasillo, con Travis y Frank. Del otro lado, Grace y Carrick nos saludan con una gran sonrisa.
Pero no son ellos quienes llaman mi atención, sino los otros tres chicos juntos a ellos. Solo dos me miran, Ethan y Luke. ¿Qué hacen aquí?
Mi vista entonces se fija sobre el chico de los ojos grises al final del pasillo. Su traje negro y su corbata de moño lo hacen lucir tan elegante y guapo. Su cabello está más corto, pero resalta esos preciosos ojos.
Cuando la música suena, José tiene que llevarme por el pasillo hasta el altar porque estoy tan nerviosa que tiemblo. Solo nuestros amigos más cercanos están aquí, en la iglesia de St. Peter.
— No intentes devolverla – dice José a Christian cuando pone mi mano sobre la suya – Estás en esto para siempre.
— Esa es la idea – Christian sonríe – Hola Amor.
— Hola cielo – luego añado muy bajito – Te extrañé.
— Una sola noche y no puedes vivir sin mi – susurra de vuelta. Un carraspeo nos hace voltear al frente.
— ¿Están listos? – nosotros asentimos con la cabeza, en silencio – Pues bien, puesto que ya están casados, esto será rápido. Queridos amigos, estamos aquí reunidos para unir en santo matrimonio a Anastasia Rose Steele y a Christian Travelyan Grey. ¿Van a leer sus votos?
— Si – le digo y saco el papel que llevo escondido en la manga del vestido – Christian, desde el momento en que te conocí mi vida cambió. Tenía una vida tranquila, pacífica, solitaria y aburrida. Tú y tú estup... – me detengo antes de terminar la palabra – tu guitarra trajeron alegría, música, color y vida. Yo prometo ser tu compañera fiel en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza, todos los días de mi vida hasta que la muerte nos separe.
Entrego el papel a Kate, que está al borde de las lágrimas y como aún llevamos nuestros anillos, tomo su mano y lo beso.
— Ana, desde el momento en que te vi supe que pasaría el resto de mi vida contigo. Te admiro por ser la mujer que eres, por cómo amas y proteges a los que consideras familia. Tengo la absoluta seguridad de que estaremos juntos a pesar de las adversidades, para ver crecer a nuestra familia.
Él también levanta mi mano y deposita un suave beso sobre mi alianza. Estoy tan conmovida que quiero llorar, aunque creo que el embarazo me hizo más sensible.
Sus ojos grises y brillantes de emoción es lo único en lo que puedo concentrarme, hasta que el padre nos declara Marido y mujer.
Antes de que pueda besarlo, Kate me abraza por la espalda y la escucho sollozar sobre mi hombro. José abraza a Christian y puedo ver a sus padres acercándose a nosotros.
— Felicidades, cariño – Grace me besa y me abraza – Mi hija.
— Gracias Grace, gracias Carrick – digo cuando lo abrazo – Me alegra tanto que pudieran venir.
Los siguientes en acercarse son los tres chicos que hace meses no veo, aunque solo estoy molesta con uno de ellos.
— Felicidades – Ethan es el primero – Me da gusto verlos tan bien.
— Gracias, ¡no sabía que venían!
— José nos llamó – dice Luke cuando se acerca a abrazarme – Queríamos estar aquí con ustedes.
— ¡Oye! Manos lejos de mi esposa – le gruñe Christian, luego sonríe.
— Solo la estoy felicitando – levanta las manos con gesto de inocencia – Pero si buscas un relevo...
Me guiña un ojo antes de alejarse con Ethan, para dar paso a Elliot. El rubio se para frente a mi con las manos en los bolsillos, así que lo miro atenta.
— Lo siento, no puedo justificar mis acciones así que solo diré que fui un idiota.
— No te disculpes conmigo, sino con tu hermano. Es a él a quien le fallaste, y a tus padres.
— Créeme, ya estoy pagando mis culpas. Pero voy a ser tío, así que quiero hacer las pases.
Elliot saca más manos de los bolsillos para abrazarme fuerte, tanto que Christian le gruñe algo sobre aplastar al bebé.
— Aún así no te dejaré cuidar a mi bebé.
— Bien, pero cuando sea adolescente voy a solaparle para que vea a su novia.
— ¿Y si es niña?
— Voy a hacer de chaperón en sus citas.
— Trato hecho.
— Ahora si, ¿Dónde es la fiesta?
Canción en Multimedia:
Safetysuit - Annie
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