Sugar, We're Going Down
Regresamos a la mesa donde poco a poco sus amigos regresan, solo Sean sigue bailando. Vuelvo a servirme tequila en mi vaso pero Phoebe me lo quita para beberlo de golpe.
Esperamos a que Sean termine de ligar a alguna pobre chica para poder irnos del club mientras aún podemos. Tomamos dos taxis para volver al departamento pero Phoebe dice que ellos regresarán al suyo.
Igual que el jueves pasado, los chicos se quedan a dormir así que saco las cobijas y almohadas del closet para ponerlas en el sofá. Matt se da una ducha mientras ellos miran televisión un rato más y se me ocurre una idea.
Tomo el estuche de la jodida guitarra y lo llevo hasta la lavandería. La lanzo en la parte más alta del closet, detrás de unas bolsas y salgo pasando el seguro de la puerta. Tomo la llave de la puerta y le meto en la bolsa de mi pantalón.
Cuando Matt entra a mi cuarto, ya me he cambiado y finjo dormir plácidamente. No puedo evitar sonreír como alguna villana de película por mi pequeña travesura.
Desde temprano se escucha el alboroto en la sala pero no me muevo de la cama. Matt se levanta y sale de la habitación cerrando la puerta tras él.
Me río y espero por el grito del rubio cuando no encuentre su amada guitarra.
— ¡Samantha! — gruñe y yo me tapo la cabeza con la cobija — ¡Samantha, ¡¿dónde está?! — se escucha en la sala.
Mi puerta se abre de golpe y la cierra con un portazo. Siento el colchón hundirse a ambos lados y se deja caer a horcajadas sobre mi vientre.
— Bájate idiota — le gruño aún debajo de las cobijas.
— ¿Dónde está? ¡¿Qué le hiciste?!
— No sé de qué hablas — intento decir sería pero la risa me delata.
— Mi guitarra, Sam, ¿dónde está? — me jalonea la cobija.
— ¡Déjame! ¡Me lastimas! — finjo un gesto de dolor.
— No hasta que me devuelvas la guitarra.
Quito la cobija de mi rostro y saco los brazos para empujarlo. Él toma mis manos y las apoya a ambos lados de mi cabeza, aún montado sobre mí.
— Mi—gui—ta—rra — repite lentamente.
— ¡La tiré! ¡La arrojé al contenedor de basura!
Me mira con los ojos muy abiertos mientras aprovecho para removerme de su agarre. Luego él sonríe... Mierda, sonríe.
— Vas a compensarme por ella.
— ¿Qué? ¡Claro que no! ¡Yo te lo advertí! — pataleo tratando de quitármelo de encima.
— Si, vas a compensarme, eso harás — hace gesto de pensar — ¿Qué quiero?
— ¡Ayuda! ¡Sean! ¡Me quiere violar!
Grito y pataleo hasta que la puerta se abre lentamente y tres cabezas se asoman con los ojos muy abiertos.
— Emm... ¿Chicos? — pregunta Erik.
— ¡Quítamelo de encima! — Grito pero solo nos miran — ¡Sean ayúdame!
Matt los observa con los ojos entrecerrados pero sin moverse, luego mi amigo se busca entre la ropa y arroja un paquetito metálico sobre la cama.
— ¡Jodido idiota! — Le gruño — ¡así no, imbécil!
— ¡Bien! ¡Sin condón pues! — Se acerca y toma el paquetito — ¡llénense de bebés! Par de locos...
Y sale cerrando la puerta. Suspiro con frustración... ¿Por qué lo elegí como mejor amigo?
— Quiero el piano — dice sacándome de mis pensamientos.
— ¡Claro que no! Van a correrme del edificio por tu escándalo.
— Entonces no te suelto, ¿o de qué otra forma vas a compensarme? — arquea la ceja.
— No quiero interrumpir lo que sea que hayan decidido hacer — dice Mark detrás de la puerta — pero es hora de desayunar para ir a la casa de Sean.
— Esto no queda aquí amor — me mira con los ojos entrecerrados y se aparta.
Lo miro con el ceño fruncido hasta que se incorpora y sale de mi habitación. Me levanto a buscar ropa limpia y la toalla para darme un delicioso baño con agua caliente.
Aún estoy molesta cuando entro a mi cuarto a secar mi cabello. Escucho la voz de mi hermana y el alboroto antes de que ella abra mi puerta.
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué esa cara? — me dice.
— Nada, así despierto cada día, odiando a Matt — ella me mira como si no me creyera.
— Vamos, termina de arreglarte. Los chicos están cocinando y debemos ir a comprar el regalo para Stella.
— ¿Flores?
— Le regalamos flores el año pasado — dice mi hermana.
— ¿Un pastel?
— Creo que ya tendrá uno en la fiesta.
— Entonces no se me ocurre nada — encojo mis hombros — pregúntale a Sean.
Mi hermana abre la puerta y le grita que se acerque.
— ¿Qué? — nos dice.
— ¿Qué podemos regalarle a tu mamá por su cumpleaños? — pregunta mi hermana.
— No lo sé, yo le doy dinero para que ella se compre lo que quiera.
— Podríamos llevarla a comer otro día — dice Phoebs.
— Deberíamos llevar el pastel, las flores y los chocolates.
Ambos asienten y salimos hasta el comedor, donde los chicos ya están sentados desayunando. Erik suelta una risita y Mark pone los ojos en blanco, y por el leve sonrojo en Matt puedo darme una idea de qué están pensando.
Wilson y Phoebe nos observan confundidos pero no preguntan, y lo agradezco. Terminamos de desayunar y salimos del departamento para ir a comprar los regalos para Stella.
Nos detenemos varias veces antes de subir otra vez al taxi hasta la casa de Stella. Caminamos detrás de Sean hasta la puerta que inmediatamente abre su madre.
— ¡Mis niñas! — abre sus brazos hacia nosotras.
— Feliz cumpleaños Stella — la abrazo fuerte y me alejo.
— Mamá Stella — la abraza Phoebe — ¡trajimos regalos!
Volteamos hacia los chicos, que aún cargan las cosas y Stella los abraza a cada uno. Nos señala la sala para que tomemos asiento, pero mi hermana camina hasta la cocina con el pastel.
— ¡Rubia burbuja! — Escucho la voz de Brian — ¿dónde está tu hermana?
— Hola tonto, en la sala — se ríe.
Escucho los pasos del hermano menor de Sean y me giro para verlo. Me pongo de pie antes de que se lance sobre mí.
— ¡Cielito! — Me abraza — hueles delicioso.
Me aprieta fuerte y luego se separa un poco para verme. Yo me río porque tiene la misma mirada perversa de su hermano.
— ¡Hey bebé! deja de verme el pecho — lo regaño.
— No puedo evitarlo, ahí hay mucho que ver — lo empujo para que me suelte.
— ¿Dónde está Hank?
—Mamá lo mandó a comprar alguna cosa — se gira hacia los chicos que nos miran ensilencio — ¿quiénes son éstos?
Canción en Multimedia:
Fall Out Boy - Sugar, We're Going Down
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