Zombies [BrightWin-MewGulf] [Parte II]
El peso del revólver cargado le reafirmó que tan arriesgado y peligrosamente mortal era lo que estaba a punto de hacer. Sosteniéndolo sobre su rostro, con ambas palmas de las manos empapadas de sudor, apuntó con torpeza a una botella de vidrio.
No quería hacerlo, jamás imaginó que estaría en aquella posición. Detrás de un arma de fuego aprendiendo cómo asesinar sin titubear.
—Así no lo lograrás, ¿qué pasa contigo? ¿Crees que estamos jugando? —La voz que denotaba fastidio a su espalda no le ayudó en absoluto—. Imagina que es un zombie, él no dudará en atacarte, tienes que derribarlo antes de que se acerque a ti —comentó haciendo el intento por forzarlo a actuar con frialdad.
Win negó con la cabeza, en verdad no podía. Aquellos muertos vivientes alguna vez fueron como él, con sueños que se vieron frustrados, sentimientos nobles y quizá, hasta tenían familia que había conseguido sobrevivir.
El adverso notó que perdía seguridad y chasqueando la lengua le arrebató el arma con una expresión feroz, muy contraria a la angustiada de Metawin.
—Si no te atreves a tirar del gatillo, entonces déjame contarte lo que pasará contigo —Bright colocó la boca del cañón en su sien—: te convertirás en uno de ellos y yo seré quien acabe contigo.
Cerró los ojos antes de que las lágrimas fuesen imposibles de frenar.
Gulf había quedado tan lastimado que necesitaría meses para recuperarse, y no quedaría bien del todo. Según le había contado Tawan, Mew era el líder y solo él, Bright y Gulf se encargaban de salir en busca de provisiones. Ya que eran los que mejor condición física y manejo de armas poseían.
Antes hubo más personas, pero algunos como Luke, habían sufrido un accidente que les imposibilitó volver a arriesgarse, tal como está vez le sucedió a Gulf.
Ahora Win estaba siendo orillado a tomar su lugar, y tras ser consciente de la forma abrupta en que llegó metiéndolos en problemas, sentía que se los debía.
Sin embargo, todo era demasiado nuevo para él. Para el resto que llevaba años en esa situación, no se comparaba a las dos semanas que Win apenas experimentaba.
Entendía que estaban hasta el cuello, que el hambre y la enfermedad era todo lo que quedaba. Existía el odio y la resignación, todos habían perdido algo importante, todos se despertaban preguntándose si sería su último día. Y aun así persistían.
Era como un milagro, y Win necesitaba ser fuerte para dejar de ser una carga.
—Lo volveré a intentar —musitó sin ser capaz de conectar la mirada con la del castaño.
Bright representaba todo lo que él nunca lograría ser.
Todos en el refugio lo admiraban, por su fortaleza y valentía, aunque de igual forma, inspiraba un tipo extraño de miedo, ya que Bright parecía no tener sentimientos.
Tan contrario al líder, que infundía confianza por su forma cálida de actuar, por ello es que tenía el cargo a pesar de que Bright también lo podía desempeñar.
—Entonces abre bien los ojos, porque ahora te ayudaré, pero cuando estemos en la ciudad tendrás que arreglártelas por tu cuenta. —Al terminar de hablar, con un movimiento perfectamente calculado, cambió de dirección y disparó.
Una persona infectada cayó a un par de metros.
[...]
—¿No olvidan nada? —cuestionó Mew tomando la pastilla que como efecto secundario causaba un poco de mareo.
—Tenemos suficientes municiones y el mapa —respondió Win nervioso por lo que estaban a punto de enfrentar—. Luke me ayudó a llenar el tanque de las camionetas.
Bright tan solo entrecerró los ojos y observó el rostro del líder.
—Bien, cuida de él, Vachirawit —ordenó al aire subiendo al vehículo que le correspondía.
El menor tragó duro, había guardado la esperanza de permanecer al lado de Mew.
La gran mayoría de las personas en el refugio lo trataba con respeto, en parte, gracias al líder que nunca guardó rencor por lo que ocurrió con su pareja tras su encuentro.
Y Gulf, con él muy pocas veces había coincidido.
Asintió a pesar de que Suppasit ya no le veía y siguió al que ante sus ojos, continuaba siendo aquel ángel que le rescató.
Win no le temía, incluso después de todas aquellas veces que le aseguró que lo dejaría morir si no actuaba con la cabeza fría, porque después de cinco días de severas prácticas, ni una sola vez le dejó rendirse y le aconsejó para que fuese capaz de defenderse, y lo más importante, le enseñó a proteger a alguien más.
• • •
El camino fue sombríamente silencioso. Esta vez requerían más cosas; ropa, combustible, alimentos y medicamentos.
Ya que la última vez Mew y Gulf no tuvieron suerte consiguiendo lo que necesitaban.
El plan era buscar en una fábrica donde antes habían identificado un fuerte con víveres, después pasar a un almacén y al final, y más peligroso, ir al hospital del centro de Bangkok.
Con su aroma oculto, y siendo sigilosos, podían pasar inadvertidos y solo derribar a aquellos muertos vivientes que se cruzaran por su camino.
Tuvieron la fortuna de que ese día la ruta que eligieron estuvo despejada, a excepción de dos infectados que deambulaban sin rumbo, pero al comprobar que no eran capaces de percibirlos, no ocuparon dispararles.
Cuando llegaron a su último destino ya iban demasiado cargados, sus mochilas estaban repletas de comida enlatada y prendas de vestir. Win además sostenía en una mano un galón de combustible.
Antes de entrar al hospital, escondieron las pertenencias que hicieron en aquel peligroso viaje, para ir ligeros por los pasillos del enorme centro médico. Mew todo el tiempo tomó la delantera, Win en el centro y Bright al final de la línea.
—Tenemos compañía —anunció repentinamente el castaño ya en posición de ataque.
—Espera —logró frenarlo el líder—, aún con el silenciador del arma, cuando sus cuerpos azoten en el suelo, el ruido llegará a cada rincón del edificio y nos veremos rodeados de más de ellos. Será mejor que nos apresuremos y... ¿Y Win? —interrumpió su discurso al notar la ausencia del chico.
Habían estado tan atentos a los tres infectados que deambulaban cerca que ni siquiera advirtieron cuando su compañero desapareció.
—Mierda —murmuró Bright observando cómo aparecían más zombies, atraídos por el sonido de las puertas que iban abriendo.
—Ve a buscarlo y...
—No, terminemos con esto y si él no nos encuentra será su problema —rebatió retrocediendo lo más silencioso posible.
—No lo dejaré —respondió Mew mientras lo imitaba y a la vez ideaba una forma de ayudarlo.
—Si quieres regresar al lado de Gulf, será mejor que dejes de actuar como si fueras el mesías —en susurros sugirió a su amigo—, si ese día lo hubiéramos...
—No lo habrías dejado, Bright —lo interrumpió con una sonrisa melancólica—, como tampoco lo harás ahora.
La expresión del menor se transformó, sus facciones relajadas en duras.
—Solo mira —concluyó sin detenerse hasta que su espalda chocó con una puerta doble.
Del otro lado estaba lo que buscaban, y estaba despejado, solo debían tomar lo necesario y salir de ahí sin hacer tanto escándalo.
[...]
El emblema que había visto todo el tiempo en la fortaleza en la que estuvo con sus padres, estaba impreso en la placa de una puerta que conducía a lo que parecía una oficina. Ni siquiera lo pensó al dirigirse allí.
¿Qué significaba?
Una vez dentro buscó en los gabinetes alguna pista. Algo que le respondiera aquella pregunta que se formaba en su cabeza y que no lo dejaría en paz hasta obtener una respuesta.
Tenía una ligera sospecha de lo que se trataba, y no lo soportaba, era demasiado para él, necesitaba equivocarse. Porque después no podría seguir adelante, no con el peso de aquella información sobre sus hombros.
Arrancó los cajones tirando al suelo un montón de documentos y se abalanzó sobre ellos ansioso. Su pulso compitiendo con su respiración frenética.
Estuvo descartando aquellos irrelevantes y estaba por darse por vencido cuando una carpeta que estaba debajo del escritorio llamó su atención. No recordaba que antes al volcar la pila de hojas una haya salido volando hasta ahí, pero no perdió tiempo en aquello y alcanzó el archivo que tenía estampado aquel emblema tan familiar.
Lo abrió con manos temblorosas y leyó hasta el final.
El tiempo transcurrió con Win metido en aquella oficina polvorienta y calurosa.
Dejando las hojas de nuevo en el suelo se recargó en la pared sin ganas de más.
Todo ese tiempo, su familia y las personas con las que estuvo viviendo, fueron los creadores de esa cruel enfermedad incurable. Ellos crearon el virus, ellos lo planearon.
Y Win había sido parte de ellos.
[...]
Despertó sintiendo que se sofocaba. No podía seguir ahí.
Se puso de pie y salió de la oficina.
Fuera todo estaba muy silencioso y oscuro.
Ni rastro de los dos chicos con los que llegó y pensó que era lo mejor.
Caminó temblando del miedo, aunque merecía morir, no estaba listo para hacerlo. Iba a la mitad cuando escuchó una respiración más irregular que la suya. La pastilla había perdido su efecto, el revólver que aferraba con pánico, solo tenía seis proyectiles, si más infectados aparecían no tenía oportunidad de cargarla lo suficientemente rápido para deshacerse de ellos.
Corrió sin dirección hasta que se topó de frente con una puerta donde un zombie salió a su encuentro, a su espalda sabía que tenía a un par persiguiéndolo y sin pensarlo dos veces le disparó.
Aquel infectado retrocedió, el impacto destruyó parte de su hombro, mas no lo derribó.
En un segundo intento disparó obteniendo el mismo resultado, en el tercero consiguió abatirlo, y al pasar por el umbral se encontró con el reflejo de tres pares de ojos observándolo con perversión.
Escuchó cómo arrastraban los pies a su espalda y supo que había llegado a su fin.
Llevó su diestra temblorosa a su sien. Prefería terminar así que convirtiéndose en uno de aquellos monstruos.
Una furtiva lágrima escapó y apretó los párpados. Pensó en Bright y su forma de vivir. Nunca llegó a entenderlo, pero lo envidiaba. Siempre miraba hacia el frente, y si estuviera en su situación, estaba seguro, encontraría la manera de sobrevivir. Pero Win no era tan valioso.
Apretó los dientes y...
El estruendo de varios disparos le hizo congelarse en su lugar.
[...]
Bright escuchó tres disparos y dirigió sus pasos en aquella dirección sin pensarlo.
Al encontrarlo quitó el seguro de su arma y la descargó hasta que cada maldito zombie estuvo en el suelo.
Tomó a Win de un brazo para encontrar juntos un lugar seguro, pero el menor no fue de ayuda ya que estaba en estado de shock. Lo condujo a una sala desierta y aseguró todas las entradas para que no los tomaran por sorpresa.
Una vez que terminó se paró frente a Win y se contuvo de golpearlo. Estuvo tan preocupado por él, por poco llega demasiado tarde.
—¡Rompiste la primera regla, debiste permanecer a nuestro lado! —Sabía que no debían hacer ruido, pero todo su autocontrol se estaba desbordando.
Win le miró tras sus pestañas cargadas de lágrimas.
—Lo lamento... En serio... —contestó agotado.
Se daba por vencido. No quería seguir luchando.
Bright bufó molesto y le dio la espalda. Se sentía responsable de él, si algo le hubiese pasado...
—¿Por qué lo hiciste? ¿Quieres morir? ¿Por qué una y otra vez, estás frente a esos jodidos zombies y te quedas paralizado?
El reclamo reverberó en su cabeza, haciendo eco en su conciencia manchada.
—Bright... ¿Por qué regresaste? —Su voz carente de emoción salió con esfuerzo.
Todo en ese momento era confuso.
No quería hablar. Solo con que Bright le hiciera compañía era suficiente para ahogar las voces que le atacaban.
—¿No debí hacerlo? —respondió con otra pregunta. Desafiándolo.
Win se encogió de hombros y dejó que su peso lo arrastrara al suelo.
Se quitó la chaqueta y la camisa, estaba empapado en sudor, como pasarían allí la noche, no tenía caso seguir sufriendo de calor cuando el sol estaba oculto.
Transcurrieron unos minutos para que Bright lo imitara, solo que el mayor no soltó el arma ni permitió que su cuerpo se relajara.
Win lo contempló en silencio.
Sintiéndose seguro a su lado, como si fuera no hubiese cientos de infectados. Y como si no fuese, también, el culpable de aquel infierno.
[...]
Cuando regresaron al refugio, pudo observar en primera fila, como todos apreciaban al castaño. Ggigie en especial, se colgó a su cuello en cuanto puso un pie dentro de las instalaciones. Por un momento pensó que podrían ser pareja, pero la forma en que correspondió al gesto le reveló lo contrario.
Para Win, el amor era sagrado. Por ello, dos días después, mientras Luke le enseñaba las piezas de una camioneta averiada que tenían que conseguir en su próxima visita a la ciudad, al sentir los dígitos cálidos del chico acariciar sugestivamente debajo de su nuca, reaccionó poniendo distancia entre sus cuerpos y dedicándole una expresión incómoda. Luke no volvió a intentar ningún movimiento con él.
Había notado que a pesar de la situación, las personas seguían teniendo encuentros sexuales, algunos con un amante específico, otros con cualquiera que estuviese dispuesto. Y no es que criticara la forma de llevar la vida amorosa ajena; era el primero en comprender la necesidad de un roce íntimo, de liberarse unos segundos en lo que duraba un orgasmo, del calor especial que solo otro ser humano podía transferir. Sin embargo, Win desde que tenía memoria, creía en esa clase mágica de amor que surgía con la persona destinada. Y al menos, no se sentía decepcionado, porque Bright había aparecido en su vida y todos esos sentimientos que creyó, por culpa del virus, no le profesaría a nadie, ahora le pertenecían al que sostenía con maestría cualquier arma, con el brazo ligeramente doblado, casi recto.
A pesar de que reconocía que estaba enamorado, no aspiraba a ser correspondido, se conformaba con pasar tiempo a su lado, aunque de poseer el poder, preferiría no tener que ir a la ciudad que estaba infestada de zombies, pero era lo que más les unía.
Así que cuando le vio aparecer para prepararse, contuvo un suspiro y le esperó hasta que estuvo a su lado para dedicarle una sutil sonrisa.
—Mew no podrá acompañarnos —le avisó sin ocultar en su voz el disgusto que sentía. Rompiendo así el encanto de aquel encuentro.
—¿Sucedió algo? —cuestionó con auténtica preocupación. No había visto al líder en el comedor esa mañana.
Bright se concentró en cargar sus armas y repentinamente, cuando estaba seguro que lo ignoraría por el resto del día, se giró para responder:
—Gulf no se está sintiendo bien, así que decidió quedarse a cuidarlo... ¿No crees que es ridículo? —Aquella pregunta salió impregnada de desprecio—. Es estúpido que se preocupe por él, cuando cada día estamos más cerca del final, y si quiere retrasar nuestra destrucción, entonces no debería perder el tiempo en tonterías... —Liberó impotente y al cruzar la mirada con Win chasqueó la lengua—. Te vi rechazar a Luke, creo que pensamos lo mismo.
Las últimas palabras del adverso le pusieron en aprietos. No sabía si debía asentir para no tener que inventar una mentira, o simplemente, permanecer callado.
Quizá lo mejor era...
—Lo rechacé porque no estoy interesado en algo pasajero —comentó antes de perder el valor de hablar con la verdad.
Bright rió creyendo que estaba bromeando, mas al comprobar por su expresión que no lo hacía, palideció.
—¿No me digas que esperas encontrar a alguien aquí con quien jugar a los amantes? —Sonó severo y lo siguiente le terminó por convencer que mejor debió guardar silencio—: Win, sé realista, las personas como Mew y Gulf, están destinadas a sufrir demás. En cualquier momento todo puede acabar para ellos.
—¿Entonces por qué deberíamos continuar si amar es peligroso? ¿No es lo único que vale la pena? —No fue capaz de frenar su lengua, no quería discutir, pero tampoco podía soportar que Bright tuviera esa idea tan deprimente.
—No digo que no puedas preocuparte por los demás, lo que estoy tratando de decir es que no debes aferrarte a ellos, ni exceder el...
—Demasiado tarde, si sigo aquí es porque precisamente encontré a alguien a quien amar —le cortó por primera vez usando un tono que manifestaba convicción.
—¿Acabas de llegar? ¿A quién podrías amar? —Pronunció con burla, asumiendo que Win era un inmaduro.
—A la persona que me salvó... Dos veces —contestó con los puños apretados, sin esperar que se retractara, sin esperar que cambiara la forma en que lo veía. Solo deseando que no despreciara el sentimiento que para él, era lo único que valía la pena.
La expresión de Bright regresó a la habitual. Una de total indiferencia.
El trayecto a la ciudad fue tan silencioso que hasta hizo creer a Win que se fundieron con el viento.
[...]
Esta vez su objetivo era una fábrica, a un par de kilómetros de la que fue la brillante metrópolis, el riesgo de toparse con un infectado era menor, pero no debían bajar la guardia. Necesitaban un par de piezas para arreglar los vehículos y para las bobinas del generador eléctrico.
Caminaron codo a codo por la construcción en ruinas, y al ver las hileras de anaqueles de tamaño industrial donde tenían que buscar, liberaron el aire con pesadez y coordinándose, iniciaron la tediosa labor.
Estaban por terminar cuando por accidente, Win dejó caer una pesada caja de objetos metálicos que se regaron por el suelo.
El mayor hizo una mueca con los labios y su ceño se frunció. Si pudiera asesinarlo con la mirada, lo habría hecho. Sin pronunciar palabra tomó por el brazo a Win para que se colocara detrás de él, con su espalda contra la suya.
—Si ves un infectado, avísame antes de hacer algo —susurró quitándole el seguro a su arma.
El menor asintió sintiendo su garganta demasiado seca para gruñir en respuesta.
Estuvieron así por minutos, esperando, pero ni el sonido peculiar de pasos arrastrándose, ni cualquier otro ruido que les anunciara que tenían compañía, se hizo presente.
—Sigue buscando, date prisa para largarnos de aquí —ordenó Bright comenzando a moverse para no tener ni un punto ciego.
Obedeciendo se agachó para comprobar si entre las piezas que estaban en el suelo había una que les servía. Confiaba en el castaño, por eso dejó de prestar atención a su entorno y cuando se tiró bocabajo para alcanzar un fusible, que recordaba era el que Luke le dijo que necesitaban, al estirar la mano debajo del anaquel sintió que tocaba algo blando.
Entornando la mirada, la iluminación era escasa, distinguió a un hombre que respiraba con dificultad.
Aquel sujeto intentó atraparlo, pero debido a que no tenía piernas ni un brazo, Metawin logró reaccionar más rápido y rodando en dirección contraria se alejó.
Bright escuchó el alboroto, y al acercarse el zombie con su único brazo ya se impulsaba hacia adelante saliendo de su escondite.
Vachirawit apuntó a su cabeza y disparó.
Win estaba pálido, había estado tan cerca.
—¿Conseguiste todo? —Cuestionó sin perder la compostura.
Señalando el fusible con el dedo, le dio a entender que era lo último que necesitaban.
El castaño sin pensarlo se dirigió al sitio indicado y al agacharse para tomarlo, el zombie abrió los ojos y profiriendo un alarido agresivo, se convulsionó en el suelo, asustado, Bright descargó las balas en su cabeza hasta que quedó desfigurado.
Nunca había presenciado algo similar.
Win dio media vuelta para vomitar. Aquel hombre había estado en el fuerte con él. Reconoció la ropa, ya que solían vestir de blanco, con el emblema estampado muy cerca del corazón.
• • •
—Hablaremos con Mew, no sirves para esto —dijo mientras manejaba de regreso, aprovechando los últimos rayos del sol que iluminaban la carretera desierta—. Te matarán en cualquier momento, eres débil. Tenías tu arma atada a tu pierna y en ningún momento pensaste en utilizarla para defenderte.
Win sabía que tenía razón, que no solo se ponía a sí mismo en peligro, que una y otra vez, también lo había hecho con Bright.
—No volverá a pasar... —Empezó a excusarse cuando la voz molesta del adverso se alzó para callarlo.
—¡Por supuesto que no volverá a pasar! ¡No volverás a salir del refugio y encontraremos otra cosa que puedas hacer bien!
Era consciente que el humor de Vachirawit no era el adecuado para dialogar, mas no le importó.
—Mew y tú encargándose de todo, es imposible, necesitan más manos y...
De un brusco movimiento Bright pisó el freno provocando que Win casi se estampara contra el tablero.
—Si tu idea es morir, no me involucres. ¡Mientras esté cerca, no te dejaré hacerlo, entonces deja de ser tan testarudo!
—Te agradezco que me hayas salvado, y no quiero que te sientas obligado a hacerlo de nuevo —dijo como si no hubiese escuchado nada de lo anterior—, quiero seguir con esto. Necesito hacerlo, si me quedo mientras ustedes están fuera, no podré soportarlo.
Bright bufó exasperado. Parecía que el adverso no entendería de razones por más que se esforzara.
Apretando el volante cerró los ojos para intentar calmarse, no era bueno cuando perdía el control, de esa forma, bruma envolvía su mente y le impedía actuar con inteligencia.
Estaba asustado por aquel zombie que se detuvo hasta que casi le arrancó la cabeza a balazos. Estaba asustado porque la idea de perder a Win le volvía medio loco, aunque apenas sabía nada del chico; temía por aquel sentimiento que había nacido en su interior. Si comenzaba a preocuparse así por una persona que recién entraba a su vida, ¿qué sería de él cuando no fuese capaz de impedir que los que conocía de años se perdieran?
Se suponía que tenía ese sentimiento bajo control, porque el aprecio en la jodida actualidad era signo de debilidad, no era más que un estorbo, innecesario.
—Tenía catorce años cuando el virus llegó a mi pueblo. Mi madre enfermó y nunca creí que llegase... Mi padre la mató y después se suicidó —confesó llevando las manos a sus muslos, como intentando inconscientemente consolarse—. Estaba tan aterrorizado que lo único que pude hacer fue observar. Me prometí a los diecisiete que viera lo que viera, no volvería a quedar paralizado. Y cuando estoy contigo siento que mi autocontrol fluctúa, entre la duda y la seguridad. No creo ser capaz de protegerte en este estado...
Win estiró su diestra y tomó una de las manos de Bright, que al instante intentó apartarlo, pero le sujetó con firmeza.
—Entonces deja que sea yo quien te proteja —propuso convencido que lo lograría, que conseguiría dejar de lado la cobardía y la culpa por él.
Necesitaba darle sentido a su vida después de saber que perteneció a un grupo de personas que se las arrebató a otras.
[...]
—Hey, ¿cómo te sientes? —Acunando su rostro entre sus palmas, acarició con sus pulgares las mejillas pálidas de su chico.
—Tengo frío... Pensé que no volvería a sentirlo —respondió buscando sonar gracioso, pero solo preocupó más a Mew.
—Estarás bien, si sigues tomando el medicamento y descansando, te prometo que mejorarás —pronunció con suavidad, como si con su voz pretendiera arrullarlo.
Gulf pensó que era la mentira más hermosa. Sabía que estaba muriendo, y no era ambicioso. Por Dios que solo pedía que los ojos profundos de Mew, fueran lo último que contemplara.
Incluso postrado en un colchón incómodo, pensaba que tuvo suerte, porque no se había convertido en un muerto viviente. Porque antes habían hecho el juramento de que si alguno se infectaba, entonces tendrían que matarlo con sus propias manos. Y sabía que le había evitado la pena a Mew de tirar del gatillo, y él, no había tenido que ser quien dispara a la persona que amaba.
—Cuando regrese con ustedes, llevemos al chico nuevo a la azotea de aquel edificio, el que tiene una buena vista a la carretera y al cielo, estoy seguro que le va a gustar —expulsó cada palabra con esfuerzo, ocultando en su voz la tristeza que sentía, y el dolor en todo su cuerpo que las pastillas ya no podían aliviar.
—Sí... —Tomó la mano helada de Gulf entre las suyas para compartir su calor—. Ojalá y pronto Bright pueda darle una oportunidad a Win. Ellos me recuerdan a nosotros... Al inicio, cuando no sabía por qué me sentía así por ti.
El de cabellos oscuros asintió con una sonrisa, rememorando el día en que lo conoció. Deambulaba con Bright y otro grupo pequeño de personas, en busca de un refugio que habían escuchado era seguro. Al llegar al lugar que ahora llamaba hogar, ahí ya estaba Mew, tan cálido y joven. Y aun así, dando esperanza con su preciosa existencia.
Y había sido afortunado, en medio del abismo, había encontrado la luz.
No se arrepentía de nada, ni siquiera de saltar aquel día que ahora lo condenaba a la muerte, porque así consiguió que un buen número de infectados lo siguiera, y como recompensa, aumentar las probabilidades de que Mew se salvara.
[...]
Una semana después, anunciaron la muerte de Gulf.
Bright tomó una camioneta y salió del refugio sin darle antes una explicación a alguien.
Gulf Kanawut había sido su amigo antes de que el mundo se volviera un infierno. Su presencia le recordaba que no todo estaba perdido. Era lo único que tenía de su antigua vida, de la vida feliz que deseaba hubiese sido la única.
Y se había ido.
Por ello escapó con el corazón roto, sin mirar atrás y permitiendo que su dolor saliera en gruesas lágrimas. Se detuvo a mitad de carretera, a varios kilómetros de la ciudad, donde los zombies no se atrevían a aparecer, donde tampoco las personas sanas se arriesgaban a permanecer.
Estuvo ahí por varios minutos, angustiado porque no parecía que iba a mejorar, porque la pena no disminuía, porque no era tan fuerte como había creído.
Estaba tan sumido en su pena que nunca miró por el espejo retrovisor, y tampoco se percató cuando una camioneta familiar se detuvo al lado de la suya; el chico que bajó era aquel que tenía parte de la culpa de su actual situación, porque desde su llegada, le había recordado lo que era ser humano. Y había despertado todos esos sentimientos de los que no podía prescindir.
Win abrió la puerta del vehículo, y aprovechando el desconcierto de Bright, lo envolvió en un abrazo.
[...]
Cuatro meses pasaron desde la llegada de Metawin.
Había mejorado su puntería, y tras un montón de regaños, dejó atrás el miedo y pronto se encontró siguiendo los pasos de Bright. Su maestro y ahora, amigo.
Aprovechaban las salidas para explorar los límites de la ciudad, fantaseando con un futuro mejor. Donde encontraban la cura y el mundo volvía a funcionar.
Un día en especial, Mew no pudo acompañarlos y ya que solo requerían alimentos, saquearon un nuevo fuerte de víveres y después se dirigieron a un centro comercial, metiéndose a la sala de cine más grande de Bangkok.
Limpiaron el lugar con sus armas y se encerraron para que no fuesen interrumpidos. Se sentaron en el centro y hablaron de las películas que vieron cuando eran pequeños, y cuando el mundo era correcto.
Win sintió en cierto momento que debía decirle la verdad, lo que había pasado con su familia y lo que ellos representaban. Sin embargo, al girarse en el asiento para enfrentarlo, lo descubrió con los ojos cerrados, relajado, como a punto de quedar dormido.
¿Valía la pena arriesgar lo que tenían por ser honesto?
Realmente, él no había estado involucrado, pero eso no quitaba el hecho de que gozó del privilegio que a muchos le robaron.
—Mi familia se infectó —dijo mientras pensaba la forma adecuada de iniciar aquella conversación.
—Los dejaste atrás —más que una pregunta, fue una afirmación.
—¿Cómo lo sabes? —No recordaba haberle contado antes algo relacionado con su antigua vida.
—Tienes el espíritu de un sobreviviente, lo supe en cuanto te vi tirado en medio de aquella calle, entre los cadáveres de infectados. Das esa sensación, que aunque sea el fin, tú estarás ahí para seguir —comentó con serenidad, como si lo que acabara de decir no fuese la gran cosa.
Win rió con amargura.
Quizá más que una bendición, era su maldición.
—Seguiré si estás conmigo —afirmó con la vista al frente. En la pantalla de proyección teñida en algunas partes de sangre.
No, decidió que no valía la pena el riesgo. Pero podía tomar otro.
Aquel no era el escenario adecuado para una confesión de amor.
Seguro ya no existía uno que cumpliera con los requisitos, pero tenía ese persistente presentimiento atorado en el pecho de que empezara a hablar o después sería demasiado tarde.
—Bright —pronunció deseando que la tierra volviera a ser fértil y que el agua volviera a manar de ella, que el sol dejara de escupir fuego y el cielo les arrojara unas gotas de lluvia—: Si algo sale mal... Si es el final... No mentí cuando dije que el amor me hacía continuar, es por lo que siento por ti, que me seguiré moviendo.
El castaño sonrió, y buscando sin esfuerzo la mano del adverso, gracias a luz que se filtraba en los huecos del techo, la sujetó y respondió:
—Bien.
Dejó que su cuerpo se debilitara y su cabeza descansara en el hombro de Win.
[...]
Tres días después, el alboroto de sus pesadillas no se calló cuando despertó.
Una persona había escondido una herida infectada y se convirtió en zombie desencadenando la tragedia en el refugio.
La misma imagen se repitió, personas luchando entre sí, el fuego consumiendo las instalaciones y los gritos que antes le habrían aturdido, pero ahora tan acostumbrado que estaba a disparar, que aquel ruido era soportable.
Poniéndose de pie buscó a Bright.
Lo encontró luchando con Mew que intentaba morderlo. Reaccionó abalanzándose sobre el que había sido su líder. Logró retenerlo con sus piernas y brazos, Bright con dificultad se incorporó y fue por su arma.
Con aquella frialdad a la que estaba tan acostumbrado, disparó.
• • •
Ambos ayudaron a unas cuantas personas a salir de allí (la mayoría se había infectado). Subieron a una camioneta y cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Bright detuvo el vehículo, jalando de Win lo llevó a un par de metros de distancia del resto, que les miraban sin entender nada.
Le puso su arma en las manos y después le enseñó su pierna.
Tenía una mordida en la pantorrilla, la piel en la zona tornándose de un color anormal.
—No... —Articuló con dificultad, sin poder asimilar lo que veía.
—Win —le llamó buscando que sus miradas se encontraran, cuando lo consiguió suspiró aliviado—. Confío en ti, ayuda a los demás... Y termina conmigo antes de que pierda la razón.
Había imaginado ese día, en que todo terminaba para él, y se había sentido aterrado. Pero ahora, solo lamentaba no poder seguir caminando al lado de Win.
Habría sido bueno, ellos dos juntos en lo caótico, dos seres rotos intentando reparar el mundo. Irónico.
Y no podía pedir más para su final.
Win le había dado vida en una época donde no se podía existir, sus últimos días los había hecho menos dolorosos, menos ensordecedores, menos vergonzosos y más reconfortantes.
Inclinándose se alimentó de sus labios en un beso que esperaba le alcanzara para la eternidad. Forzándose cerró los ojos con las lágrimas ya empapando sus mejillas.
Bright deseó que en otra dimensión, en otro universo, pudiera volver a encontrarlo en un mundo que no estaba muriendo. Y amarlo como correspondía.
El que prometió que lo protegería, apuntó a su cabeza y disparó.
Fin.
https://youtu.be/kvdq4wj4Rhc
N/A: Insultos, reclamos, tomatazos, favor de enviarlos por privado :'c
Ya en serio, espero hayan disfrutado (del dolor), yo me mal viajé con esta historia en particular. Acepto la responsabilidad, los compensaré con tramas más bonitas en el futuro, que por cierto, en verdad les estoy súper agradecida. Nunca imaginé que se animarían a compartir conmigo sus ideas, todas son geniales y desearía tener un par de clones para apurarme a escribir todo lo que propusieron, en serio, les agradezco un montón ♡
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