Profesor/Estudiante [Parte II]
Win se paró frente a las puertas dobles de madera blanca que le permitirían cumplir con su deber. Se acomodó los lentes con ayuda de su dedo índice y liberó un suspiro. No es que odiara el trabajo de profesor, es que nunca antes se visualizó como uno.
Gracias a que había desafiado a su padre al estudiar arquitectura, este le obstruyó toda ayuda. Entonces la pequeña empresa donde hizo sus prácticas, y que lo terminó contratado por su buen desempeño, cerró al poco tiempo de su graduación, y se vio en la necesidad de buscar un nuevo empleo.
Su sueño desde el inicio había sido abrir su propio negocio, pero requería una fuerte inversión que por su cuenta todavía no podía conseguir. Por ello aceptó cuando Drake le propuso que diera clases en la misma universidad en la que él trabajaba.
Había estado tan ansioso e inseguro por ser competente como catedrático, que antes de comenzar estuvo estudiando a fondo métodos de enseñanza y todo lo necesario para lograr transmitir sus conocimientos de manera efectiva. Aunque de algún modo, logró desviarse de su objetivo cuando por casualidad se detuvo en aquella cafetería donde conoció a Bright.
El menor tenía en la piel impregnada el olor del sol. De pestañas espesas y finos cabellos cobrizos, le atrajo en el instante en que cruzaron miradas.
Ni siquiera necesitó una sonrisa, o una palabra, solo con pararse frente a él con una diminuta libreta entre las manos y observarle con expresión somnolienta, se robó un par de sus latidos, y le arrebató todo el aliento.
Nunca creyó que Bright fuese uno de sus estudiantes, ni siquiera se le cruzó por la cabeza esa posibilidad.
Ahora debía mantener la distancia con el castaño, tratarlo como al resto y olvidar aquellas mañanas de viento fresco y tenues rayos de sol, dónde Bright aparecía con un intento de gesto amable para tomar su orden.
Cuando empujó las puertas dobles de madera, también se aseguró de dejar fuera los sentimientos innecesarios, caminó respondiendo los saludos de sus alumnos e ignoró la intensa mirada de Vachirawit puesta sobre su nuca.
No iba a cambiar su actitud responsable por un chico bonito.
—Espero hayan utilizado sabiamente el fin de semana para terminar los ejercicios que les dejé —dijo una vez que se instaló en el escritorio—. Pueden pasar por filas para dejarme sus libros, se los regresaré en la próxima sesión.
Poniéndose de pie los que estaban pegados a la entrada, depositaron frente a Win la tarea y cuando llegó el turno de Bright, el chico con las manos vacías se acercó y le dedicó una mirada arrogante.
—No tuve tiempo el fin de semana, así que no hice lo que pidió, y tampoco creo que pueda hacerlo después —informó con seriedad ganándose la atención de todos sus compañeros.
—Fui muy claro desde el inicio, cualquier actividad que asigne fuera del horario de clases vale el cincuenta por ciento de su calificación final, no importa si apruebas el examen o si tu asistencia es impecable, es obligatorio que cumplas con esta parte también —le explicó sosteniéndole la mirada, no haría una excepción con Bright ni permitiría que se burlara de su autoridad.
El castaño se encogió de hombros y dio media vuelta para regresar a su lugar.
El ambiente del salón se cargó de tensión y Metawin intentó fingir que su conducta insolente no le afectó.
Llevaba una semana como profesor y hasta ese momento creía que lo estaba haciendo bastante bien, no deseaba que el respeto que se había ganado de los estudiantes cayera a pedazos por culpa de Vachirawit.
• • •
Como tenía una hora libre se dirigió a su cubículo para organizar su próxima clase, al llegar se encontró ahí a Pear, sentada en una de las sillas luciendo ensimismada.
Pear era la coordinadora de la carrera de arquitectura y su presencia no le auguró nada bueno.
—Hola... —emitió logrando atraer su atención.
La coordinadora sonrió ampliamente y le saludó con amabilidad, preguntando primero cómo se sentía y felicitándolo después por su desempeño, todo esto antes de exponer el verdadero motivo de su presencia.
—Uno de mis chicos que toma tu asignatura, en la mañana se acercó a hablar conmigo. —Llevando las manos a su regazo, las acomodó en una postura que le hizo lucir afligida—. Esta persona en particular desde el primer semestre ha demostrado que le interesa la carrera y siempre se ha destacado...
Win se puso pálido, imaginando el peor escenario.
—¿Tiene algún problema con mi clase? —se adelantó empezando a perder la confianza y forzando a su memoria para dar con los errores que había cometido en esa primera semana.
—Lo tiene con la materia —explicó enseguida al notar la sobrerreacción del profesor de cálculo—, me comentó que ha tenido problemas de concentración y le gustaría ver la manera de que le des clases extras.
Metawin liberó el aire aliviado, aquello no tenía que ver directamente con su trabajo.
—Normalmente los estudiantes consiguen por su cuenta tutores de grados superiores, pero cálculo integral no es una materia que cualquiera se anime a enseñar, por ello te pido que lo consideres, quizá como un trato especial... Porque este chico es mi sobrino y es la primera vez que se acerca a mí a pedir ayuda —confesó mientras su voz descendía—. Por el pago no te preocupes, yo misma depositaré en tu cuenta...
—Está bien, Pear —la detuvo con una sonrisa amable—, no tengo ningún problema con darle clases particulares a tu sobrino. Creo que también me servirá para analizar qué tan efectivo es el método de enseñanza que empleo.
—En verdad te lo agradezco —respondió la coordinadora imitando el gesto alegre de Win—, puedes ponerte de acuerdo con Bright para los horarios que manejarán. Le avisaré que aceptaste y él te buscará. —Checando la hora en su reloj de pulsera se puso de pie apresuradamente—. Me tengo que ir ahora, tengo una junta en cinco minutos. En serio, me acabas de quitar un enorme peso de encima —dijo sin percatarse de la expresión desencajada del adverso.
[...]
Win enfocó su mirada en las hojas desperdigadas en la mesa.
Estaba en una cafetería a un par de kilómetros de la universidad, no era la más cercana, pero era la que mejor se ajustaba a sus necesidades.
—El de frambuesa para ti, el de chai para mí —habló Bright colocando frente a él la malteada prometida.
Se contuvo de estrellar su cabeza contra aquel mantel colorido que le daba personalidad al establecimiento. No podía creer que después de intentar evadir al menor, ahora estaba obligado a darle tutorías dos veces a la semana. Era patético.
—Te dije que no era necesario que pidieras algo para mí, que yo al terminar llevaría un café —contestó haciendo su mejor esfuerzo de mantener su expresión neutral.
Vachirawit formó una mueca con sus labios y enarcó una ceja escéptico.
—A ti no te gustan las cosas amargas, eres demasiado dulce para eso —replicó engreído, como si lo conociera de años.
Si fuese capaz de controlar la reacción de su cuerpo, habría frenado en seco el calor que subió a sus mejillas.
—Estudia las fórmulas que te di —ordenó empujando en su dirección la libreta que contenía lo mencionado para así lograr distraerle y que no se percatara que estaba por perder esa batalla.
El menor suspiró sin ganas y decidió parar de molestarlo. Inconscientemente llevó la pluma a sus labios y mordisqueó la punta.
Win dejó de respirar unos segundos ante aquella vista.
—Olvidé lavar mis manos, ya vuelvo —anunció poniéndose abruptamente de pie para salir huyendo.
No podía hacer eso. En verdad que era demasiado para él.
Bright en serio le gustaba, era su tipo ideal, y tenerle ahí era como tener su platillo favorito a milímetros de su boca y no poder darle un mordisco.
Era la peor tortura que había tenido que experimentar.
Al llegar al baño se empapó la cara y permaneció unos segundos con los ojos cerrados.
Debía poseer más carácter, más determinación y dejar de ser tan ingenuo.
Esperó a Bright por dos semanas en la cafetería donde trabajaba como mesero. Esperó por volverlo a ver y le dolió cada día descubrir que el chico no aparecía. Que había sido una cita casual fácil de olvidar para él.
Que lo dejó ahí como un idiota.
No podía volver a caer, por mucho que Bright fuese el ser más sensual del mundo y le fascinara con solo pestañear. Debía madurar. Era un adulto, y era su profesor. No debía involucrarse con él.
Una vez que logró calmarse, se secó la cara y regresó al lado del estudiante que había comenzado a hacer los ejercicios que tenía planeado completar para ese día.
Se sentó en silencio y observó cómo Bright se detenía y parecía que se quedaba en blanco.
—¿Qué parte no entiendes? —le cuestionó después de darle unos segundos para que por su cuenta lo resolviera, pero era obvio que se había bloqueado.
—Todo, puedes volver a explicarme —pidió con tranquilidad, como si en realidad no le importara.
Win comenzó a creer que había algo raro en su actitud.
—Bien, primero... —comenzó sin exasperarse, podía ser muy paciente cuando se lo proponía.
Todo marchaba bien hasta que sintió el peso de una mano sobre su cabeza.
—Es tan suave como parece —comentó con descaro mientras sumergía sus dedos en los finos cabellos adversos, sin importarle ponerlo incómodo.
—Deja de jugar —le advirtió mientras rechazaba su toque—, si estás de humor para bromear entonces significa que ya captaste todo lo que te estuve diciendo.
El castaño con una expresión más seria respondió.
—Yo no juego, ¿acaso alguna vez me viste coqueteando con alguien mientras trabajaba? —Su tono frío dejó claro que no le gustaba que tomara a broma sus acciones—. Pero está bien, veo que eso a ti te gusta. Así que te propongo esto. Si resuelvo todo correctamente, sin ni un solo error, entonces ten una segunda cita conmigo.
Win no estaba dispuesto a perder el tiempo en tonterías.
—No sucederá, si ya entendiste pasemos a otro tema... —Se estiró en la mesa para alcanzar el libro del que se estaban apoyando para esa sesión, pero Bright lo tomó primero impidiendo que se zafara de su propuesta.
—¿Tienes miedo? Es evidente que te sigo afectando, puedo notar cuando te sonrojas porque nuestras miradas se topan en medio de las clases —lo provocó con una sonrisa presumida.
—No me afectas en absoluto, eres un mocoso malcriado que... —se detuvo al percatarse que estaba elevando la voz y atrayendo la mirada de los que estaban a su alrededor.
—Entonces no pierdes nada, si contesto bien tendrás una cita con un mocoso que puedes tratar con indiferencia, no veo el problema en ello —argumentó saboreando la victoria, ya lo tenía en la palma de su mano.
Win tragó duro.
—No... No tiene sentido, no lo haré. Así que si no tomas en serio mis clases, deja de hacer que pierda el tiempo contigo. —Tomó su maletín que colgaba del perchero de piso a su lado.
No le importó dejar ahí el libro y las impresiones que antes hizo para Bright, total, solo se estaba burlando de él.
[...]
Estaba frente a la pizarra explicando un par de ecuaciones cuando llamaron a la puerta y apareció Bright en el umbral.
—Profesor, olvidó esto —alzó en su diestra el libro que llevó para la tutoría.
Win observó la reacción de sus alumnos, pero miraron indiferentes la escena, al menos no sospechaban que ocurría algo raro entre ellos.
Suprimiendo un gruñido se apresuró a recuperar el libro de las manos del castaño.
—Gracias —dijo a punto de tomarlo, pero Vachirawit lo movió de lugar.
—Te veo en la cafetería de la última vez, ¿de acuerdo? —susurró para que solo él fuese capaz de escuchar.
Deseó gritarle que lo dejara en paz, pero estaba en medio del trabajo y no sabía que tan persistente podía ser el castaño.
—Bien, hasta luego. —Tomó el libro y regresó sobre sus pasos para seguir con lo suyo.
Una de las razones por las que tampoco se negó se debía a Pear, que esa mañana lo interceptó para darle las gracias por milésima vez. En verdad que su situación era patética.
• • •
De camino a la cafetería pensó en dar vuelta e ir a su departamento. No quería ver a Bright más de lo profesionalmente necesario, y no le encontraba sentido a su insistencia por molestarlo.
¿Por qué disfrutaba tanto poniéndolo en aprietos?
Estacionó su automóvil en el mismo lugar de la vez anterior y al ingresar reconoció al instante al menor.
Sobre la mesa había dos malteadas de frambuesa.
—Llegas tarde —evidenció sin lucir realmente molesto.
Deseó responder que agradeciera que se animó a ir, en cambio dijo:
—Lo lamento, me entretuve con el profesor de dibujo.
No estaba mintiendo, al salir se lo encontró y mantuvieron una pequeña charla.
—Drake es un charlatán, no le hagas caso a nada de lo que te diga —replicó frunciendo el ceño.
—Es tu profesor, ten más respeto cuando te refieras a él —lo regañó perdiendo la paciencia.
Ya tenía los nervios de punta, no estaba seguro de poder ignorar cualquiera de sus provocaciones.
Bright le miró con frialdad y le permitió reanudar la clase donde la vez anterior la dejó.
Todo iba bastante bien hasta que el menor lo interrumpió.
—Si contesto todo bien, ten de nuevo una cita conmigo, y si fallo... Juro que te dejaré de molestar —expuso luciendo razonable.
El profesor suspiró y tras meditarlo un eterno minuto aceptó. Internamente estuvo armando un plan para hacer que se equivocara.
Escribió quince ecuaciones, la última se resolvía con una fórmula que no le enseñó.
Le pasó la libreta y esperó mientras sin poder resistirse daba un par de sorbos a la malteada.
Sabía que estaba haciendo trampa, sin embargo, era lo mejor para ambos.
Dio un bostezo y entrecerró los ojos, Bright frente a él parecía que realmente se esforzaba por hacerlo bien.
Sus cabellos lacios le caían sobre los ojos, impidiéndole apreciarlo con más detalle, sus finos labios siendo humectados de vez en cuando por su lengua, sus dedos largos y elegantes sosteniendo el sencillo lápiz, que entre sus dedos parecía un objeto más interesante.
Cuando terminó, Win se obligó a salir de su estupor.
Revisó la pequeña prueba que le hizo al adverso y para cuando llegó a la última ecuación su boca se abrió de sorpresa.
—¿Me equivoqué? —cuestionó inclinándose sobre él para observar el examen que sostenía.
—¿Cómo pudiste...? —balbuceó confundido.
Se suponía que Bright no entendía muy bien la materia, cómo había conseguido responder correctamente.
—Estudié el libro que olvidaste la última vez, salió bien ¿cierto? —pronunció con una sonrisa satisfecha—. ¿El fin de semana estás libre? ¿Qué día prefieres? ¿Sábado o domingo?
[...]
Empapado en sudor, con varios mechones de sus cabellos pegados a la frente, y respirando con dificultad, así estaba en medio de su "cita".
—¡Win, tu turno! —gritó el castaño pasándole el balón en un movimiento arriesgado.
Sin perder tiempo logró esquivar a dos chicos y lanzar el balón que giró en el aire y terminó por escapar de las manos que intentaron interceptarlo. El balón quedó atrapado en la red y gritó emocionado por anotar su tercer gol.
Bright lo alcanzó y agachándose frente a él, lo tomó por debajo del trasero para elevarlo en el aire.
—¡Para, para! —dijo sin aliento, comenzando a sentirse avergonzado y mareado.
El menor obedeció, pero antes de soltarlo le dio un fugaz beso en la mejilla.
—Hacemos un buen equipo —expulsó a la par que le guiñó un ojo.
Win permaneció unos segundos pasmado, como en una especie de parálisis donde podía ver a su estudiante robándole el corazón, pero siendo incapaz de evitarlo.
El partido se reanudó y durante los siguientes veinte minutos se mantuvo corriendo por la cancha jugando en perfecta sincronización con Bright.
Al terminar se tiró en el césped exhausto y con la cara roja por la actividad.
—Lo hiciste bien —tirándose a su lado le pasó una botella de agua—, incluso, creo que deberíamos regresar la próxima semana para darles la revancha, aunque seguro los volveremos a dejar en ridículo.
Negando con la cabeza, Win sintió su pulso contra sus oídos, y su cuerpo caliente entrando en una especie de Nirvana. Disfrutaba de los deportes, pero no regresaría a jugar con uno de sus alumnos. Estaba ahí solo para cumplir con su palabra.
—Me voy a casa, necesito tomar un buen baño...
—Oye, aún es temprano y además, la cita todavía no termina —le interrumpió incorporándose y extendiendo una mano en su dirección.
Quizá fue la forma en que le miró, sin una pizca de burla o alarde, que se encontró estirando un brazo para que le ayudara a ponerse de pie.
—Traje un par de playeras limpias, vamos a comer, muero de hambre —informó dando por hecho que no se negaría.
Comenzó a caminar sin soltar su mano y Win lo siguió. Ni una protesta salió de sus labios.
• • •
Resultó que el restaurante al que le llevó, fue totalmente de su estilo. Incluso llegó a pensar que antes lo investigó, pero descartó la idea al comprobar que fue una coincidencia. Y que nadie en la universidad lo conocía tan bien.
Simplemente, sus gustos culinarios eran muy similares.
—Sería bueno que la próxima vez te lleve a boxear, apuesto que también te verás lindo haciéndolo —soltó mientras esperaban el postre.
Win desvió la mirada. El castaño estaba siendo muy atento con él, soltando comentario tras comentario que le elevaba al cielo. ¿A quién no le gustaba ser tratado de forma especial por la persona que también querías tratar con cariño?
Sin embargo, era su profesor y debía comportarse como tal. Si no lo fuera, ya se habría rendido ante él, incluso olvidando que desapareció sin dejar rastro mientras él lo esperó.
—No habrá una próxima vez... —rebatió sin ganas, consciente que era el momento de dejar las cosas en claro—: Deberías olvidar que nos conocimos en la cafetería. Tienes razón en una cosa, me afectaste desde la primera vez que te vi, pero ese interés murió cuando te vi sentado como uno más de mis alumnos. Así que deja de hacer esto y sal con alguien de tu edad.
Aquellas palabras quedaron flotando en el aire, porque Bright parecía no aceptarlas. Sin responder, lució una expresión enfadada hasta que colocaron los ice cream rolls que antes ordenaron.
No tocó el postre y Win comió el suyo sin ganas.
Al salir del restaurante Bright le pidió que lo acompañara a un último lugar.
Subieron a un taxi y poco a poco Win fue reconociendo el camino. Se dirigían a la cafetería donde se conocieron. Aunque no entendía por qué lo quería llevar allí.
El auto se detuvo y tuvo el pensamiento de que no tenía porqué hacer eso, ya había accedido demasiado, podía decirle que había sido suficiente cumpliendo así su palabra de tener una cita.
Sin embargo cuando el menor le abrió la puerta y le observó con una expresión indescifrable, quizá por masoquismo, decidió quedarse. Quería averiguar hasta qué punto era tan real lo que Bright decía.
Tal vez ahora que había descubierto que era mayor, se había encaprichado con él, como un niño con un juguete; o quizá estaba mintiendo para conseguir algo a cambio, como una copia del examen final o para asegurarse una nota alta ese semestre en cálculo; incluso podría tratarse de puro morbo, el simple hecho de salir con un profesor podía ser suficiente para impulsarlo a seducirlo.
Necesitaba averiguar cuál de esas razones eran las que movían al castaño.
Pensó que lo llevaría a la terraza, dónde él siempre solía sentarse, en cambio, saludando a Luke, pasaron por su lado para subir unas escaleras que nunca antes notó.
—¿A dónde vamos? —cuestionó preocupado de meterse en problemas.
Aunque el barista pareció no tener problema con ellos subiendo, no sabía si él tenía permitido estar allí, cuando era obvio que no era un espacio abierto al público.
—Aquí vivía hasta hace un mes, mis padres son los dueños y acondicionaron el segundo piso como nuestro departamento. Aunque en este momento no deben estar, están arreglando lo de una nueva sucursal... —Informó mientras sacaba una llave para abrir la puerta frente a ellos.
Win se mordió el labio inferior, no tenía la menor idea de lo que pretendía mostrarle Bright al llevarlo a su hogar.
Invitándolo a ingresar, lo condujo hasta su antigua habitación que solo tenía una cama y el armario, el resto, parecía que había sido trasladado a otro sitio.
—No regresé a la cafetería porque me mudé con dos compañeros, y estaba ocupado con los arreglos del departamento que alquilamos... Además, creí que estabas de paso, dijiste que no conocías el lugar y asumí que en cuanto las vacaciones terminaran te irías. Entonces yo decidí dejarte primero.
Win sonrió con amargura recordando cómo se mantuvo hasta el último día esperándolo.
—Quizá no pensé así al instante, pero hiciste lo correcto. Es mejor que nos mantengamos distantes...
—Tengo algo tuyo —pronunció cortándole antes de que dijera algo más.
Abriendo su armario sacó de uno de los cajones una hoja doblada por la mitad.
El profesor tomó el papel y al extenderlo sus ojos se abrieron por la sorpresa. Su rostro entero se incendió.
—¿Cómo...? ¿Tú...? —farfulló aturdido, intentando recuperar la compostura sin éxito.
—Lo encontré junto a una maceta, supongo que el aire lo arrastró hasta ahí. Y el de la esquina, fue mi intento de dibujarte también, lo hice el mismo día —explicó tragando su vergüenza.
Cuando Win apareció por primera vez en la cafetería, no pudo evitar dibujar el perfil del lindo mesero, estaba por terminarlo cuando por el rabillo del ojo lo vio acercarse, entonces lo guardó entre sus cosas apresuradamente y al tenerlo enfrente le dijo que le trajera la cuenta. No se atrevió a volver a sacar el retrato de Bright por si alguien lo descubría, así que confió en que estaba bien resguardado entre sus otras notas.
La hoja contenía dos dibujos, uno de Bright con la cabeza inclinada mientras tomaba una orden, sus largas pestañas dándole un aspecto misterioso a su rostro. Y otro de Win, sentado entre flores concentrado en medio de lo que parecía un bosquejo.
—Solo iba a trabajar una semana en la cafetería, ya le había informado a mis padres, con la mudanza y la universidad, no tenía tiempo para todo. Pero entonces te volviste un cliente recurrente y quería seguir viéndote. No tenía planeado invitarte a salir a pesar de que me moría de ganas, el año pasado salí con una persona que estudiaba en otra facultad, sé lo que es una relación donde no hay mucho tiempo y pocas veces se coincide, por ello no iba a volver a arriesgarme, pero Luke dijo algo que me impulsó a hacerlo, y en nuestra primera cita, me di cuenta que siempre tuve razón. Me la pasé muy bien, pero de continuar contigo querría más y no podía ponerte primero que a mi carrera... Creí que no teníamos futuro —confesó tras organizar sus palabras—. Pero ahora veo que es diferente, nos vemos en la universidad, y ambos vivimos por la zona, podemos reunirnos con mayor facilidad.
—Espera, entiendo lo que dices, pero estás ignorando que no quiero volver a salir contigo —lo interrumpió mientras dejaba el papel sobre la cama—, puedes tirarlo, es basura...
Intentó esquivarlo para salir de allí, pero Bright lo interceptó.
—No lo voy a tirar, y no voy a salir con alguien más de mi edad, si en verdad te molesta el próximo semestre tomaré clase con otro profesor... Créeme, te dejaría tranquilo si supiera que realmente no te intereso.
Al terminar aquel discurso lo atrajo rodeándolo con sus brazos.
—Bright, deja de jugar, soy...
Lo calló con sus labios, sujetándolo con fuerza cuando le sintió rechazarlo.
—Puedes culparme a mí, sí, justo así... Piensa que es mi culpa, porque no me importan las consecuencias, y porque nunca te escucho cuando intentas ser razonable —pronunció contra su boca, apenas apartándose lo necesario para que su voz se escuchara inteligible—, que yo te orillé a esto, que te deseo tanto y que tú fuiste tan bueno al no permitir que perdiera la cabeza...
Sus bocas se volvieron a reunir, esta vez con un Win más resuelto.
No debería disfrutar tanto, pero cuando le empujó hasta que su espalda tocó la puerta y le sintió tan cerca, con parte de su peso distribuido en su cuerpo. Sus manos con consciencia propia serpentearon en el pecho del menor, sus dedos se aferraron a la playera holgada, y sus uñas rasgaron la fina tela.
Los sonidos a su alrededor se fundieron en uno solo que cada vez se escuchó más lejano, y su mente se puso en blanco, como un lienzo donde Bright comenzó a aparecer con trazos suaves.
Lo seguía deseando igual, o incluso peor de lo que lo hizo desde el instante en que lo conoció.
Separando sus labios permitió que la lengua adversa explorara su boca.
Aún no confiaba en Bright, pero toda inseguridad se fue escurriendo de Win, y bastaron unos segundos para encontrarse sosteniendo al menor con la misma intensidad.
Después, cuando su corazón dejara de temblar, le dejaría en claro que él era el profesor ahí y se encargaría de enseñarle como una relación funcionaba, aún con el tiempo y la distancia encima. Por el momento, no necesitaba más que las caricias y los besos de Bright para seguir existiendo.
Fin.
N/A: Los últimos días me han llegado más notificaciones de que leen mis historias cortas del BrightWin. ¡Mil gracias por darme una oportunidad!
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