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Pole dance [Parte II]

Al terminar su turno en la oficina, se iría al centro comercial a comprar sábanas nuevas porque no soportaba ver las anteriores. Por la noche pondría Brokeback Mountain y lloraría por el amor verdadero que nunca se pudo experimentar plenamente. Ya tenía todo planeado, nada podía tomarlo por sorpresa...


¿Tomarlo por sorpresa? [Pfff] Aquello era un nuevo nivel de "sorpresa". Debería existir una palabra especial para lo que le estaba ocurriendo.

En el pasillo de artículos del hogar, mientras buscaba unas sencillas sábanas grises (el color que se ajustaba a su lamentable condición), por el rabillo del ojo, un muchacho llamó su atención, al girar disimuladamente, distinguió a Win empujando un carrito medio vacío, observaba los aromatizantes con gesto serio (parecía que ninguno le convencía).

Por suerte el bailarín no lo había notado, y para evitar que lo hiciera, tomó una almohada enorme y esponjosa que le sirvió como un perfecto escondite. Mirando de soslayo espió a Win que se había detenido a tomar uno de aquellos productos que en su particular opinión, solo eran un desperdicio de dinero.

Las piernas largas del muchacho estaban ocultas por un pantalón holgado beige que se ceñía a su cintura con elegancia, pero que no permitía una buena apreciación a sus hermosos muslos, también traía una camisa blanca y tenis del mismo tono. Se veía casual y sofisticado, una combinación extraña, pero no podía definirlo de otra forma (desnudo como lo recordaba, parecía una persona completamente diferente).

Antes de que pudiera reaccionar, sus miradas se encontraron justo en el momento en que Heather de Conan Gray empezó a sonar en los altoparlantes del centro comercial. El rasgueo suave de las cuerdas que arrancaban notas tristes le impidieron forzar un movimiento inteligente, tan solo se quedó pasmado sin saber qué hacer. Fue afortunado de no olvidar respirar.

Una sonrisa tímida adornó el rostro del bailarín (le recordó al gesto de un niño que había hecho una travesura) y comenzó a empujar el carrito metálico hasta que quedó frente a él.

—Buena elección, seguro tu habitación lucirá genial —dijo refiriéndose a la almohada que Bright abrazaba como si se tratara de un pedazo de madera en medio del océano.

Conectando sus neuronas con el resto de su cuerpo, prestó atención al objeto entre sus brazos y descubrió que era una almohada en forma de conejo, muy tierna para un tipo como él que apenas tenía nada colorido en su piso.

—Es porque quiero cambiar de estilo —respondió intentando actuar con naturalidad, pero el calor que sentía concentrarse en su rostro quizá le estaba restando credibilidad a sus palabras.

—Entonces tienes que sacar esas aburridas sábanas y elegir estas en su lugar —comentó extendiéndole unas con estampado de conejos, zanahorias y lo que parecían hierbas con un par de flores.

Para que su mentira no cayera al igual que su compostura, asintió permitiendo que Win hiciera el intercambio en la canasta que había dejado olvidada en el suelo.

—Gracias, Win... —habló en medio de un carraspeo y estuvo a punto de despedirse, pero la voz del adverso le interrumpió.

—Vamos a la sección de lácteos, mis hermanas me encargaron un par de cosas —pidió como si fuesen viejos amigos, y Vachirawit no encontró ni una buena razón para negarse.

Anduvieron por los pasillos conversando sobre los artículos que el bailarín metía a su carrito, en ningún momento mencionaron el club.

Terminaron en la sección de libros, Win tomó uno apresuradamente, impidiéndole ver la portada y siguieron su camino hasta llegar a las cajas.

Juntos salieron al estacionamiento y antes de que Bright se alejara, fue retenido por el firme agarre del adverso a su sudadera verde.

—Tienes la expresión de un cachorrito herido que al apenas quitarle la correa irá a tirarse al sofá para ver películas que lo hagan llorar —susurró en un tono que no le decía si se estaba burlando o intentaba consolarlo—. Toma, quizá al inicio te haga derramar un par de lágrimas, pero el final te gustará —le aseguró entregándole el libro que antes había comprado.

—No es necesario, yo...

—¡Te veo el viernes! —Le cortó despidiéndose con un movimiento suave de su diestra.

Tal vez por una parte había tenido razón Win, no más películas deprimentes para él, y bienvenido al mundo de la lectura. Red String de LazySheep parecía el nombre justo de una novela que le podía ayudar a volver a creer en el amor.

Quizá no todo era tan malo...


... que habría jurado que sacarle el corazón con una daga, seguro era más humano que la carta que llegó a su buzón.

Si era un error, deberían despedir a las personas involucradas en la correspondencia de la zona. Sin embargo, al final de la invitación de la boda de First, estaba su nombre.

¿Y cómo no estaría invitado? Su amigo de infancia y su primer amor contraerían matrimonio en Taiwán, pero harían una celebración representativa en Bangkok en la que le pedían por mera formalidad y compromiso que asistiera.

Tiró el sobre que contenía el motivo por el cuál esa noche no dormiría (hasta podrían ser más días), lo botó en el cesto de basura que estaba en la entrada del edificio. No metería esa cosa a su departamento.

Antes de tumbarse a la cama a llorar tuvo que poner las sábanas nuevas, tenía demasiadas ganas de sollozar, pero ver los conejitos blancos le hizo reír con amargura...


... enterarse que sus dos amigos irían a la ceremonia.

—No te enojes, ponte en nuestro lugar, conocimos a Joss el mismo día que a ti, y los dos estuvieron tonteando con First hasta que bueno, sucedió aquello —explicó Tawan siendo tan poco convincente ante los ojos del chico que había sido burlado por su ex amante y ex mejor amigo (demasiados "ex" en una oración).

—Hagan lo que quieran —les dio la espalda concentrándose en la publicidad en la que trabajaba—, solo espero que nunca tengan que atravesar una situación similar a la mía para que puedan entender que no estoy siendo dramático.

Mike compartió una mirada de mortificación con el otro diseñador, mas no se atrevieron a seguir con el tema.

Sabían que Bright había depositado sus sueños en aquella relación...


... que se había formado entre el vodka y él, estaba convencido era mucho más fuerte que todas las que tuvo con otras personas a lo largo de su vida. Es que mientras estaba en el club, en una mesa solitaria del fondo, esperando a que Win apareciera, había bebido tanto que sentía que flotaba.

Era un pez suspendido en la superficie del océano, o algo así.

Las luces neón le cegaron unos segundos, como el preludio antes de que sus problemas y pensamientos innecesarios le abandonaran. Para cuando la música cambió de tonalidad, ya estaba preparado para que sus ojos solo siguieran los movimientos sensuales de Win, que vestía un pantalón corto de color azul eléctrico con una figura de dragón dorado a un costado de la prenda; tan flexible como siempre, giró en el aire, sosteniéndose del poste vertical, transmitiéndole un sentimiento que solo podía experimentar al estar observándolo danzar lenta y elegantemente, arrancándole suspiros y a la vez, Win le otorgaba fantasías que nadie ni nada podían corromper.

Amaba observarlo.

La realidad comenzó a desdibujarse desde los bordes, con los brazos cruzados y apoyados sobre la mesa, dejó que el peso de su cabeza cediera a la gravedad y lo demás se perdió...


... en la mirada del bailarín al despertar.

—No te asustes —le advirtió ajustando los últimos botones de su camisa—, si te hubiera dejado allí, estoy seguro que una de mis hermanas te habría arrastrado a su camerino, y quien sabe, igual terminabas dentro de un traje de los que a ellas les gusta usar —dijo divertido al imaginarse a Bright metido entre plumas y una peluca.

—Lo lamento... ¿Qué tan tarde es? —habló incorporándose del sofá en el que estuvo descansando por quién sabe cuánto tiempo.

—¿Llegaste manejando? —Le cuestionó como si no hubiera escuchado lo anterior, y al verle asentir confundido, añadió—: Entonces dame las llaves de tu auto que yo te llevaré a casa. —Estiró su diestra con cierta autoridad.

Bright retrocedió hasta que la cara interna de sus rodillas topó con el sofá.

—Puedo tomar un taxi y ya mañana regreso por mi automóvil.

—Tonto —le regañó poniendo los ojos en blanco—, para qué tomar tantas molestias si puedo ayudarte.

Quizá los restos de alcohol en su sistema seguían haciendo efecto en él que terminó aceptando.

Pero no permitiría bajo ninguna circunstancia que Win se colara en su departamento...


... reinaba el silencio cuando los dos ingresaron.

—¿No tienes mascotas? —Fue lo primero que salieron de los labios del bailarín al apenas dar un paso dentro de su piso.

—No, con el trabajo y las visitas al club, apenas tengo tiempo para mantener con vida las plantas que mi madre insiste en regalarme cada año —comentó quitándose el abrigo y tomando el de Win para dejarlo sobre una silla (no tenía un perchero, pero conseguiría uno en su próxima vuelta al supermercado).

Puso agua en la cafetera y sacó dos tazas de la alacena. Una de ellas era la que solía usar First, por lo que la regresó a su sitio y tomó otra más pequeña. Le ofrecería la suya a Win y él se quedaría con la otra.

—Perfecto, le tengo miedo a los perros grandes y si hubieras tenido uno, sería esta la última vez que me verías aquí —contestó acomodándose en la barra, desde donde podía observar a Bright en la cocina.

Había hecho una enorme excepción al traerlo a su departamento, no planeaba que volviera a ocurrir, pero no lo mencionó.

—¿Vives lejos de aquí? —preguntó en cambio.

—Oh, ¿estás interesado en mí? —Pronunció en tono coqueto y Bright resopló divertido, solo quería saber si tardaría en marcharse, tenía bastante sueño y en cualquier momento escaparía a su habitación para dormir—. Pues te informo que vivo del otro lado de la ciudad, el taxi me cobrará todo lo que gané esta noche —al terminar de hablar hizo un puchero con sus labios.

Vachirawit se sintió culpable. No debió embriagarse si sabía que debía regresar manejando.

—Si no te incomoda el sofá que está en el salón, puedes quedarte a dormir ahí —ofreció a la par que le acercaba la taza humeante y el azúcar para que endulzara su café al gusto.

Sin contestar Win alzó la mirada para entrelazarla con la suya, tras las espesas pestañas, sus orbes oscuros brillaban curiosamente.

No era idiota para no apreciar lo atractivo que era el bailarín, pero por la misma razón, no se involucraría con él. Suficiente tenía con su actual corazón roto, que cicatrizaba lentamente, como para volver a arriesgarse a sufrir con un muchacho que claramente andaba libre por la vida.

—Eres muy amable, pero no quiero molestarte, tomaré el café y me iré —le aseguró en medio de una sonrisa, acercando la taza a sus labios y antes de darle un sorbo, sopló como acto reflejo para no quemarse la boca.

Bright se forzó para descubrir si Win realmente le molestaba, pero más que eso, le asustaba comenzar a sentir más de lo que ya lo hacía.

—¿Estudias o solo trabajas en el club? —preguntó recargándose en la barra, quedando frente a Win. Sus ojos a la misma altura.

—Al terminar la secundaria me metí en una escuela de baile, algún día viajaré por el mundo compitiendo —respondió con cierto orgullo, sabía que era bueno, por algo había abandonado sus pequeños sueños para perseguir al más grande y ambicioso, todos sus sacrificios comenzaban a dar frutos.

—¿Cuántos años tienes? —Continuó con el interrogatorio.

Win rió por la forma en que lo dijo.

—Veintidós, pronto veintitrés —pronunció desviando la mirada, como si hubiese sido pillado en una travesura, al menos, esa impresión le dio a Bright.

Conversaron un poco más y cuando el líquido caliente desapareció de la taza, Win se puso de pie y se despidió.

Observándolo meterse al elevador, el dueño del departamento sintió su ausencia en cuanto las puertas metálicas se cerraron. La celebración del matrimonio de First seguro ya había terminado, y hasta ese momento fue que pensó en él.

Win arriba del escenario, en el supermercado o sentado en su barra, de cualquier forma, se adueñaba por completo de su atención, ni siquiera le daba un diminuto espacio para su miseria, para su realidad...


... le golpeó el lunes por la mañana, cuando todos sus contactos actualizaron sus redes sociales y las fotos le recordaron su patético presente.

Se levantó de la cama enfadado y mientras planchaba la camisa que utilizaría ese día, notó por el rabillo del ojo el libro que le obsequió el bailarín, terminó por ablandarle el corazón. Lo echó en su maletín para comenzar a leerlo en el descanso.

Mike y Tawan le recibieron con una mirada avergonzada en el trabajo.

Liberando un suspiro palmeó sus hombros y, aprovechándose de las circunstancias, les pidió que le invitaran el almuerzo.

Ambos chicos aceptaron sin emitir ninguna protesta.

Terminaron en un restaurante que de música de fondo en algún momento emitió Somewhere Only We Know de Keane, y curiosamente, en lugar de pensar en First mientras la escuchaba, a su mente acudió el rostro de Win...


... tuvo que salir apresuradamente del escenario, cuando un hombre entre el público comenzó a discutir con el manager porque exigía un show privado, aunque ya le había repetido mil veces que el bailarín no daba ese tipo de servicio especial.

Bright vio como aquel sujeto dirigió sus pasos al camerino en el que él antes estuvo un par de veces. Ni siquiera tuvo que pensar lo que iba a hacer cuando ya estaba corriendo detrás de él.

Empujó a las personas que se atravesaron en su camino y que le impidieron alcanzarlo antes de que el otro llegara a Win.

Sin embargo, tardó demasiado. Al estar cerca, el ruido le asustó y al pisar el umbral de la puerta, el corazón casi se le escapaba por la boca.

De un rodillazo el bailarín despachó al intruso, que maldiciendo pasó golpeándole el hombro al salir.

—¡Bright! ¡¿Venías a rescatarme?! —Expulsó emocionado, como si segundos antes no hubiese sufrido un acto de acoso—. Mierda, alguien debió avisarme, habría dejado que ese tipo se acercara a mí con tal de verte patearle el trasero —bromeó, mas no consiguió un efecto positivo en el adverso.

—No vuelvas a decir algo así... —pronunció llevándose una mano al pecho.

Su ritmo cardiaco era un desastre.

Win le dedicó una sonrisa simpática.

—No deberías preocuparte por mí, sé cuidarme solo —le dijo regresando al espejo para sacarse el largo pendiente que colgaba de su lóbulo izquierdo.

Uno que esa noche le despertó unas ganas terribles de acercarse a Win, para tocarlo, probarlo y marcarlo. ¿Por qué era tan jodidamente hermoso?

—Entonces... Nos vemos la próxima semana.

Estuvo a punto de salir, pero la voz del menor lo detuvo.

—He llegado a la conclusión de que deliro. Creí que me deseabas por la forma en que me miras todo el tiempo, no recuerdo que alguien más me haya hecho sentir tan atractivo, pero por más que te lanzó el anzuelo, siempre consigues escapar. Quizá son todas alucinaciones mías y solo soy yo el que piensa en ti de esa forma —habló con las palmas abiertas sobre el tocador, apoyando todo su peso en la madera blanca, en una postura que reflejaba resignación.

—No estoy listo para estar en una relación, de ningún tipo —confesó encogiéndose de hombros—, no puedo confiar en ti. Y si me propones que sea solo una vez, me sentiré el pedazo de basura que merece todo lo que le ha ocurrido.

Win entornó los ojos, estudiando al que un día repentinamente apareció en el club, y le contempló con genuina adoración y admiración. Y que no dejaba de hacerlo, incluso en ese momento.

—Entonces no confíes. Las mejores cosas suceden cuando dejas de pensar —respondió y a Bright no le sorprendió, sonaba a algo que diría Win.

—Si antes hubiera usado la cabeza, me habría dado cuenta desde el principio de que mi ex pareja no me amaba y el anillo que pesa en mi bolsillo no existiría.

Recibió una mirada aguda al terminar de hablar y lo siguiente, lo siguiente es que se acercó al bailarín y depositó en su palma la joya que valía más por todos los sentimientos que le había depositado, que por ser de un metal precioso.

Ante la pregunta muda que se formó en la expresión de Win, lo tomó por las mejillas y le besó.

—Baila conmigo —le pidió contra sus labios.

El más joven, que había encontrado sentido a su vida mientras lo hacía, asintió y rodeándolo con sus brazos...


... por la espalda hasta descansar sus manos en los hombros adversos, en aquella habitación de un motel de paso (que era mucho mejor que cualquier lugar que les recordara algo relacionado a su imperturbable y eterna realidad), se balanceó con suavidad consiguiendo que Bright se relajara y lo siguiera, obedientemente sin cuestionar sus intenciones, mientras que de las bocinas de la televisión escapaba una melodía dulce, perfecta para dos amantes.

Bailaron pegados, la cabeza de Vachirawit apoyada en su hombro. Win pensaba que nunca había tenido una experiencia similar. Siempre iba al límite, y saltaba sin miedo del otro lado, pero ahora, detenerse en el tiempo con Bright era igual de placentero.

Le sintió encenderse.

Sonrió cuando lo empujó a la cama, y reaccionó a sus caricias. La ropa fue desapareciendo hasta que quedaron desnudos, piel contra piel.

Bright contempló esa figura esbelta que desde la primera vez, le atrajo poderosamente. No estaba seguro si era lo mejor, pero mandó al diablo todo pensamiento, igual, nunca tuvo el control.

Colándose entre las piernas del bailarín, le sintió colgarse a su cuerpo, con aquella flexibilidad innata, friccionando de esa forma sus duros penes, atrapados en sus vientres. Quería hacerlo gritar de placer, necesitaba enterrarse profundamente en él.

Besó los carnosos labios pálidos y descendió de su mentón, a su cuello, hasta su estómago, donde se quedó un rato degustando la piel cerca de su ombligo, sus manos aferradas a sus muslos, como temiendo que Win escapara y lo dejara con su dulce miel en los labios como única prueba de que estuvo cerca de poseerlo.

Bajó aún más y comenzó una increíble felación que arrancó jadeos y gemidos en el bailarín, llenando de esa forma el aire con la música erótica que escapaba de sus labios (y que por mucho tiempo imaginó provocar). Uno de sus dedos se coló en la estrecha entrada, para luego ir aumentando el número de dígitos, cuando le sintió a punto de correrse, se detuvo.

Se colocó el preservativo que desde hace rato aguardaba encima de un pequeño mueble, y vertió lubricante en su miembro y un poco más en Win.

El más joven le miraba con el rostro rojo y el cabello hecho un desastre, se veía tan sensual, con las piernas abiertas para recibirlo.

Se inclinó sobre él y lo penetró con lentitud, liberando un gruñido cuando las paredes internas, calientes y húmedas, envolvieron su pene. Tomándolo por la cara interna de las rodillas, sostuvo sus piernas en el aire mientras arremetía contra él. Win jaló de la almohada en la que descansaba su cabeza, y sin interrumpir su unión, la colocó debajo de su cadera, de esa forma, Bright tenía mejor acceso y cada embestida sentía tocaba su punto débil, que le derretía y le volvía un caso perdido.

Pronto sus rodillas quedaron a sus costados, Vachirawit se apoyó hasta alcanzar su rostro y enredar sus lenguas, en un beso ruidoso en el que sus dientes participaron para clavarse a la primera oportunidad.

El orgasmo alcanzó primero a Win, y después le siguió Bright con unas últimas duras embestidas.

Terminaron sin aliento y con el cuerpo laxo, uno al lado del otro.

—Dijiste que si solo era una vez te sentirías mal, entonces tenemos que ir por el segundo round —comentó con los ojos cerrados y con la respiración ya regulada.

—Dame dos minutos más y...

Win lo calló con un beso, recargándose en su pecho, para que al apartarse le viera directamente a los ojos.

—Quiero ser yo quien lleve el control, quiero meter mi pene en... —Esta vez, fue la mano de Bright la que impidió que terminara.

—La primera vez que lo intenté, no salió bien —dijo con seriedad, aunque de eso ya habían pasado ocho años, no había quedado una buena impresión en él.

—Te cuidaré bien... Pero si tienes miedo, no te obligaré —respondió descansando su cabeza en su cuello.

—Si quieres hacerlo, está bien —pronunció a la par que sus dedos se sumergían en las finas hebras oscuras del bailarín, desprendiendo el aroma de su colonia y sintiendo sus dedos...


...acariciar su espalda. Se mantenía con los párpados cerrados, bocabajo, con Win arriba de él.

El que trabajaba en un club con especialidad en pole dance, con la yema de los dedos rozaba las huesos de la espina dorsal que se marcaban en la piel bronceada, los músculos que delataban el par de horas que dedicaba a trabajar su cuerpo entre semana, y los lunares que formaban una bonita constelación.

Con delicadeza, estampó los labios en su nuca y dejó caer todo su peso en Bright, respiró contra su oído antes de alcanzar su lóbulo y succionarlo. Su erección entre los glúteos del mayor.

—Eres muy guapo —ronroneó consciente que su voz le provocó una placentera descarga eléctrica—, con esa expresión fría y alejando a todos los que se acercaban a ti, supe que debía dar lo mejor de mí en el escenario para que no fueras capaz de olvidarme, ¿lo logré?

Controló sus ganas de girarse y besarlo de verdad para que entendiera lo que le provocaba, en cambio, se quedó muy quieto para permitir que continuara.

—No puedo olvidarte, ni siquiera en mis sueños —admitió apretando los puños cuando sintió sus manos aferrarse a su cintura.

Win empapó sus dedos con saliva y comenzó a besar los hombros tensos de Vachirawit, sin que lo esperara su índice se coló en su interior, retorciéndolo, hasta que uno más lo acompañó, y moviéndolos como si se trataran de tijeras, le fue aflojando. Su mano libre viajó a su garganta y acarició su manzana de adán, con tanta delicadeza como si temiera lastimarlo, después la arrastró por su costado hasta alcanzar su miembro. La apartó solo para lamer su palma y así la fricción resultara más placentera.

Bright solía moverse como un gato, uno herido que te miraba como diciendo que si te acercabas no dudaría en sacar las garras.

Era una criatura hermosa ante sus ojos, desprendía sensualidad cada que dejaba caer sus párpados, y tenerlo así ante él, expuesto, vulnerable, tan sensual, con aquel tono de piel que le recordaba el color de la miel matizado por el calor que le consumía las entrañas, le hizo perder el control y sus dedos impacientes se aplastaron en su interior.

Ayudándolo a elevar la cadera, en una posición más cómoda, ya preparado, lo penetró cuidadosamente. Acariciando sus muslos, comenzó a moverse dentro de Bright y el resto, el resto jamás podría olvidarlo.

Por primera vez en su vida, sintió que había encontrado su lugar.

Su lugar al lado de una persona a la que le habían roto el corazón, pero que de no ser así, quizá sus caminos no se hubiesen cruzado. 


Fin.

N/A: De nuevo, un agradecimiento especial a hyuckass por proponer la idea

Mil gracias por comentar su opinión sobre el rol que les habría gustado leer, pero los que argumentaron sobre la versatilidad, me convencieron totalmente. Y luego, Win diciendo que le gustaría intentar el WinBright, pues terminó por darme el empujón final xD

Por cierto, el chico de la imagen que apareció al principio es Wang Wenbin, había otra fotografía de él que quería poner, pero me da miedo que Wattpad me baje la historia, así que no quise arriesgarme. Nos seguimos leyendo 

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