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Omegaverse [Parte única]

Había, probablemente, doscientas personas en aquella exposición de arte al aire libre, entre ellas, la mitad betas, un tercio omegas, y solo una sexta parte de los presentes, alfas. Como Win.

Para ser pintor, no era un requisito pertenecer a cierta jerarquía, ni dependía de cuánto dinero tuvieses en el banco (o en la cartera), mucho menos, tenía que ver con lo que creías; el arte podía ser creada por cualquiera que tuviese un corazón dispuesto a expresarse.

Aunque la mayoría de pintores reconocidos en Tailandia, eran omegas.

Muchos argumentaban que se debía a su sensibilidad innata, que ellos tenían un don especial, una capacidad que los dotaba de un sexto sentido que les hacía perfectos para plasmar en un lienzo emociones y situaciones.

Tal vez por ello Win Metawin destacaba, por ser un alfa con un enorme talento para el arte, sus cuadros desde que estudiaba en la universidad, habían despertado interés y asombro. Sus obras transmitían complejos sentimientos que ni un escritor experto sería capaz de interpretar en palabras. Uno no podía pasar de largo ante un cuadro de Win, había una fuerza poderosa que te hacía girar la cabeza y detenerte para contemplar su creación.

Aunque debía aclararse, todavía era un novato, no tenía ni cinco años en aquel mundo enigmático del arte. Por ello, que le invitaran a participar en una prestigiosa exposición, donde sus cuadros estarían junto a otros de artistas de gran renombre, le despertaba una satisfacción incomparable. Las ganancias de ese día serían donadas a varias fundaciones, y Win no podía estar más feliz de contribuir a una buena causa.

Ese día en especial se había esmerado en su atuendo, llevaba una camisa blanca de cuello americano, un elegante chaleco de cuadros de lana, una americana de tweed gris azulado a juego con un pantalón de un tono azul más fuerte, y por supuesto, unos zapatos de ante marrón.

Se sentía bien consigo mismo, lucía estupendo, nada podía salir mal.

La tarde transcurrió con él hablando con varios colegas y paseándose por el bonito parque en el que el evento se estaba llevando a cabo; admiró las pinturas, hizo un par de comentarios elogiándolos y disfrutó, en general, del ambiente en el que tenía la oportunidad de desenvolverse, no todo el tiempo podía dialogar de arte con música clásica de fondo. Era como el paraíso para Win.

Podría decirse que todo iba perfecto hasta que detectó un aroma peculiar. Arrugando la nariz y, sin ser consciente, deformando su expresión alegre a sombría, escuchó pasos tras su espalda e intentó relajarse sin éxito.

Como había mencionado antes, una sexta parte de los presentes eran alfas, una minoría a comparación de omegas y betas, y con la altura de Metawin, un metro con ochenta y cinco centímetros, era imposible esconderse para pasar desapercibido en ese instante en que más lo deseaba.

No tuvo más remedio que forzar las comisuras de sus labios a estirarse y girar con un gesto amable que no alcanzaba sus ojos cuando uno de sus mentores se acercó para que saludara al recién llegado.

—Win, hijo —lo llamó a la distancia con una alegría que jamás compartiría—, enséñale a Bright donde colocamos sus cuadros.

—No es necesario, Phi —dijo respetuosamente el joven que estaba siendo empujado al lado de Metawin—, observaré a mi ritmo la exposición, en algún momento me toparé con ellos.

—Oh vamos, no seas tímido, desde que los presenté hace un año, una conexión especial se formó entre ambos. Seguro tienen mucho por ponerse al tanto, como por ejemplo, Bright, deberías contarle a Win tu reciente experiencia en Italia —comentó con entusiasmo el que había sido maestro de ambos.

Antes de que alguno encontrara una buena excusa, el maestro giró para saludar a una vieja amiga que había asistido para comprar una pintura, olvidándose por completo de los jóvenes artistas.

Bright Vachirawit dejó de sonreír, en un parpadeo toda expresión de su atractivo rostro desapareció. Como si el viento que soplaba en su dirección, hubiese arrastrado consigo la vitalidad y el calor del pintor. Un alfa que al igual que Win, destacaba en aquel pequeño y selecto mundo.

Sus estilos eran opuestos en todos los sentidos, uno se dedicaba a plasmar paisajes, mientras el otro se especializaba en retratos artísticos, no del tipo que colgarías en un despacho, más bien, del tipo que retrataba el alma de los modelos.

—No es necesario que me acompañes —dijo por cortesía, bien podría pasar de largo sin dirigirle la palabra, ganas no le faltaban.

Win se encogió de hombros y cuando un camarero pasó cerca con una bandeja en el hombro, tomó una copa de vino sin despegar la mirada del adverso.

—Nunca pretendí ser tu guía turístico —respondió con frialdad—, llegas casi al final del evento. ¿Qué eres? ¿Una celebridad de Hollywood? —añadió con sarcasmo.

Bright entornó los ojos sin ser capaz de ocultar el odio en estos.

—No perderé mi tiempo en explicarle a un artista, del que no colgaría ni un cuadro suyo en el baño de mi departamento, el motivo de mi retraso.

El alfa que llevaba ahí desde el inicio rió con amargura.

—Pues al menos a mí me pueden llamar artista, tú no eres más que un aficionado que no es capaz de plasmar algo decente —atacó despertando así la rivalidad entre ambos, que ya en sí, moría por salir a flote.

—¿Decente? —Pronunció con burla—. Yo no soy el que va retratando ancianos y vagabundos por las calles de Bangkok.

Una vena en su sien sobresalió de su piel, su autocontrol se evaporó de un segundo a otro.

—Esos ancianos y vagabundos de los que hablas son personas mucho más interesantes que tú. Debería darte vergüenza hablar así de mí, cuando los escenarios que pintas no son más que una imagen superficial, no hay profundidad ni...

—Que no seas capaz de verlo no es mi problema —lo interrumpió con furia.

—Vete a la mierda, Bright —dijo en un hilo de voz apenas audible.

Después de todo, seguían en una exposición que pretendía demostrar lo bueno de la humanidad; no estaban en un bar donde podían agarrarse a golpes en cualquier momento.

—¿Dónde estás tú? —Le miró despectivamente—. No, gracias —concluyó con una sonrisa prepotente y se alejó recuperando así el color de su rostro.

Win observó su espalda mientras sentía que la sangre le hervía. Aquel alfa que vestía una chaqueta de punto color verde menta, sobre una camisa de un beige cremoso y un pantalón gris de lana, luciendo una pulcritud y elegancia de la que pocos podían presumir, le hizo rechinar los dientes al apretarlos con fuerza.

Dos alfas destacando al mismo tiempo, y en el mismo escenario, era una pésima combinación. Su rivalidad nació incluso antes de conocerse en persona. Al menos, por parte de Win, que ya ubicaba los cuadros de Bright desde su época de estudiante.

No sabía si se trató de coincidencia o muy mala suerte, pero el día que publicó su primer cuadro, también fue cuando Bright se dio conocer con una pintura enigmática de un pozo ubicado en medio de la aparente nada. Era habitual encontrar elementos místicos en las obras del alfa, uno podía pasarse horas frente a sus pinturas y siempre había algo nuevo por descubrir, daba la sensación de que lo plasmado tomaría vida y comenzaría a moverse. Lo sabía porque en su estudio tenía tres cuadros de Vachirawit. No era algo que le llenara de orgullo, pero sentía cierta fascinación por las creaciones de su rival.

Era una desgracia que los dos fuesen alfas, de ser de otra forma seguro habrían encontrado un modo de ser cercanos. Sin embargo, se detestaban, no congeniaban, eran pólvora y dinamita, y a la menor chispa, ambos explotaban y ninguno cedía para dar paso a la calma.

Mayor prueba, su primer encuentro. Al inicio se comportaron, demostrando así sus buenos modales, pero en cuanto tuvieron que dar una opinión concreta, terminaron discutiendo y sacando las garras (no literalmente, desde hace siglos que se había perdido la capacidad de cambiar de forma, la evolución solo les dejó una pequeña esencia de los lobos), y desde ese instante comprendieron que lo mejor era mantenerse alejados, y si alguna vez, por casualidad, como en esta ocasión, se llegaban a topar, no perdían la oportunidad para atacarse.

Win no le dio más vueltas al asunto, e intentó regresar a su buen humor, sobre todo al recordar que Jennie Kim estaba ahí.

Jennie era mayor que él por tres años, y ambos tenían un don para los retratos que sabían explotar, de hecho, la omega había sido una importante fuente de inspiración cuando decidió perfeccionar su técnica en los retratos, le gustaba su estilo, era una pintora excelente además de ser súper guapa. Ese día se sentía listo para invitarla a salir, llevaba tiempo ideando una forma de acercarse a ella, y esta había supuesto la ocasión perfecta.

Dejando la copa vacía, se acercó a la barra improvisada cerca de una fuente para pedir whisky y más vino. Le llevaría una bebida, como no sabía cuál prefería, tomaría la que ella no quisiera.

Con la espalda recta y una radiante sonrisa, se acercó hasta el grupo donde la omega escuchaba a otro pintor hablar de lo importante de la meditación para que el cuerpo y alma estuviesen en armonía, y así atraer a las musas de la inspiración.

—Interesante —susurró cerca de su oído, inclinándose por los más de veinte centímetros de diferencia de altura—, ¿alguna vez lo has intentado? —cuestionó utilizando el mismo tono de voz para no llamar la atención del resto e interrumpir el discurso.

Jennie le miró de reojo y sonrió, la omega desprendía un dulce olor a manzanas. Uno que le atraía con fuerza.

—Sí, pero no consigo concentrarme, pensar que no debo pensar hace que siga un círculo vicioso en el que siempre termino pensando —confesó encogiéndose de hombros.

Lanzó un suspiro y se giró lo suficiente para quedar frente a Win.

—Te entiendo, por más que sigo las...

—Es porque no lo estás haciendo bien —irrumpió una voz que le resultó desagradablemente familiar.

Bright apareció tras la omega y esta adquirió una expresión inusual. Su rostro entero se iluminó y cuando lo tuvo a su lado, se abrazó al alfa.

No necesitó ver más para comprender que Jennie estaba interesada en el que consideraba su rival. Antes de que lo descubrieran, guardó tras de sí una de las copas, pero la mirada despectiva y burlona que le lanzó Vachirawit le hizo entender que había sido demasiado lento.

—Llegaste tarde —se quejó la joven separándose escasos centímetros del cuerpo de Bright—, espero no hayas olvidado tu promesa de llevarme a cenar cuando esto termine.

Bastante incómodo ante la situación, retrocedió un par de pasos esperando que su huida pasara desapercibida para la omega.

—Jamás lo olvidaría, pero sabes, creo que estabas hablando con Metawin —le dijo provocando que recordara abruptamente al alfa.

La omega se pegó a un costado de Vachirawit para poder observar al que había dejado olvidado. Aunque le dedicó una sonrisa de disculpa, no parecía realmente importarle.

—¿Me estabas diciendo algo? —preguntó enarcando una ceja.

Win pensó que el intenso aroma de la chica le había impedido detectar a tiempo el del alfa.

—Nada importante —respondió nervioso.

De un trago se tomó el whisky, y oportunamente pasó un camarero, le entregó las dos copas, aunque solo una de ellas vacía.

Divertido por las circunstancias, Bright probó a molestarlo aún más.

—Alcancé a escuchar que hablaban de la meditación, y al parecer, a ninguno de los dos les iba bien —comentó aparentando inocencia.

—Cierto, justo estabas...

—No es que no me vaya bien, es que no le encuentro sentido —rebatió sin importarle robarle la palabra a Jennie.

—Es comprensible, se nota que tu cabeza está llena de ruido y que no eres capaz de controlar tu mente ni por un par de segundos. —El tacto no existía entre ellos.

—Lo que pasa es que no tengo tiempo que perder, siempre estoy ocupado en ejercitar mi mente, en lugar de dormirla —se defendió a la par que sus mejillas se tornaban rojas.

Win no era muy tolerante al alcohol.

—Pues tienes la idea equivocada, ahora entiendo por qué tus pinturas son tan pobres. —Separándose de la omega se acercó al otro alfa con los puños apretados.

Jennie carraspeó para que le prestaran atención, pero fue brutalmente ignorada.

—¿No te mordiste la lengua? Eres tú el que debería enriquecer sus obras, ¿crees que un poco de misterio mantendrá por siempre interesados a los que observan tus cuadros? Ya te lo he dicho, no eres más que un aficionado. —En lugar de amedrentarse ante la cercanía de Vachirawit, dio un paso al frente para cerrar aún más la distancia entre ellos.

—Pues este aficionado ha vendido esta noche el doble de cuadros que tú, ¿qué pasa, Metawin? ¿Tus vagabundos perdieron su encanto? —Escupió con desprecio.

—¡Basta! —Alzó la voz la chica que había estado observando el espectáculo que daban—. Deberían parar su absurda discusión, quizá no se dan cuenta, pero están al pendiente del otro al punto que da miedo. Supuestamente se odian, aunque yo solo puedo notar el enorme interés que sienten por el trabajo del contrario.

Bright fue el primero en reaccionar.

—¿Estás loca? Metawin pinta horrible, no tiene talento y...

—Por favor, no seas idiota, Win es considerado entre los más prometedores pintores de retratos —le cortó sin ánimo de seguir presenciando su intercambio infantil.

—Agradezco que me defiendas, pero eso no omite el hecho de que Bright es un aficionado...

—Por Dios, se graduó con honores, y fue a Italia y a Francia a aprender ciertas técnicas de pintura, no es ningún aficionado —respondió poniendo los ojos en blanco y cruzando los brazos frente a su pecho—. Consigan una cama para arreglar esas terribles ganas que se traen —concluyó y dio media vuelta para alejarse de aquel par de estúpidos alfas.

Palidecieron ante las palabras de Jennie.

—La que me gusta es ella —dijo enseguida Win para que no se quedara con la idea equivocada.

—Eso es obvio, también a mí me interesa y por tu culpa, acabo de perder la única oportunidad que tenía con Kim. —Su voz salió molesta y con cierto tono que delataba su frustración.

—Esa debería ser mi línea, yo me acerqué primero a ella.

—Yo ya tenía una cita previa, así que técnicamente, llegué primero.

De continuar hablando, podrían pasar el resto de la tarde discutiendo, y Win consideró que tenía cosas más importantes que hacer.

—Como sea, mejor no hubieras venido —sentenció con la intención de marcharse.

—¿Y perderme tu intento de conquista? —Bufó divertido—. Jamás. Nunca había visto tanta mierda junta. Un tipo patético, siendo patético, y obteniendo un resultado patético. Es que cada día te superas —rió al recordar cómo Win hizo amago de ofrecerle una bebida a Jennie, pero él llegó a arruinar sus planes—. ¿Creíste que caería en tu red? Kim tiene buen gusto, por eso aceptó salir conmigo.

—Creo que por la temática del evento, pensó que debía todo el día hacer caridad. Porque de otra forma no habría dudado entre estar conmigo o con...

—¡Aquí están! —El maestro de antes pareció aliviado de encontrarlos—. Bright, al final sí pude conseguir el cuadro que querías, tuve que persuadir a mi amiga para que se decidiera por otro, pero como Win tiene excelentes pinturas, no fue difícil que eligiera otra de sus obras.

La cara de Vachirawit palideció.

—¿Un cuadro mío? —interrogó sin poder creer lo que había escuchado. Quizá su mentor se había confundido, o se trataba de otro Win.

Aunque honestamente, no recordaba que algún otro pintor utilizara el mismo seudónimo que él.

—Bright admira tu trabajo desde siempre, y el que pintaste recientemente, el de la niña en el campo de girasoles, dijo que le hizo sentir nostalgia y me encargó que se lo apartara —respondió sin percatarse de la atmósfera que comenzaba a tornarse extraña—. Por cierto, deberías aprovechar para preguntarle todo referente al cuadro —dijo dirigiéndose a Vachirawit.

Con una sonrisa se despidió cuando alguien le saludó.

Los dos alfas se quedaron de piedra, sin saber qué decir después de lo que había soltado el mentor. Por parte de Bright, no pudo hacer más que dejar que la vergüenza le consumiera.

—Entonces... ¿Te gustó una de mis pinturas? —probó con sutileza.

Debería aprovechar para burlarse y echarle en cara todos sus insultos, pero enterarse que Bright disfrutaba de sus obras, le dejó una sensación que le hizo ponerse tímido.

El alfa que minutos antes se reía de él, se acomodó un mechón de cabello detrás de la oreja, intentando disimular el sonrojo que coloreaba sus mejillas.

—Pues... Es que cuando la vi... Y luego estaba... Solo pensé... —Se calló al percatarse que ni una frase completa y coherente salía de su boca.

—Tengo tres cuadros tuyos en mi estudio —confesó Win repentinamente, ni quiera había pensado antes de hablar, tan solo, las palabras escaparon de sus labios sin permiso.

Vachirawit le miró fijamente, con un brillo especial surgiendo de sus orbes.

Se tomó unos segundos para responder, procesando la nueva información que nunca creyó posible.

—Con este, tendré cuatro tuyos —pronunció con suavidad, sin forzar su voz.

No hacía falta mencionar que antes estuvieron hablando pestes del trabajo del contrario, tal como había dicho Kim, ambos sentían interés y ya no era necesario ocultarlo.

—¿Tienes algo que hacer después de la exposición? —cuestionó cambiando abruptamente de tema.

Bright estuvo a punto de rodar los ojos y recordarle que gracias a él, no, pero optó por guardar silencio y dejar que las cosas fluyeran entre ambos. Quizá no llegarían lejos, pero al menos, creía valía la pena intentarlo.

Metiendo las manos a los bolsillos negó con aire indiferente.

—Tengo una pintura en mi estudio que quizá te pueda interesar —comentó dejando la propuesta implícita.

Tras considerarlo unos segundos, aceptó ir con Win.

[...]

No les tomó ni quince minutos llegar al piso de Metawin.

Pasaron por el vestíbulo elegante del edificio en el que llevaba viviendo Win desde que se graduó y se metieron en el elevador que se detuvo directamente en su departamento.

Sin mediar palabra lo dirigió al lugar prometido, una habitación con tres paredes sólidas y la restante, conformada por cristal que permitía una buena vista a la ciudad. En el estudio había un armario donde Bright supuso se encontraría el material de pintura, encontró un taburete de tres patas frente a un caballete del que se recargaba un lienzo en blanco. Tal como le había dicho Win, tres cuadros creados por él se encontraban colgados en una de las paredes, junto a otros dos de los que no reconoció la firma del autor.

Y en otra de las paredes, había un cuadro cubierto por una sábana blanca, Win al notar que su mirada se posaba en aquella dirección comenzó a explicarse.

—Lo hice la semana pasada, al terminarlo no estaba seguro qué hacer con él. No podía ponerlo en venta, y tampoco podía colgarlo con libertad en alguna parte del departamento.

—¿Por qué no? —preguntó curioso por descubrir la razón de tanto misterio.

—Tengo buena memoria fotográfica, en ocasiones, con un solo vistazo me basta para hacer un retrato sencillo.

Win pareció dudar.

—Entonces hiciste este retrato sin el consentimiento de la persona —indagó a la par que se acercó para mirar de más cerca.

Aunque la sábana cubría a la perfección el cuadro.

—Tenía un bloqueo enorme, llevaba un mes sin ser capaz de pintar algo, y entonces, de repente me llegó la imagen nítida de un rostro. Fue muy extraño, sentí el fuerte impulso de pintar, como si el lienzo que estuvo varios días en blanco por fin me dijera qué es lo que quería que plasmara en él. ¿Alguna vez te ha ocurrido? —Nervioso, se pasó la lengua por los labios.

—Creo que sí, aunque no exactamente como lo dices —respondió impaciente porque de una vez por todas le mostrara lo que había detrás de aquella sábana.

No quiso seguir dándole más vueltas, después de todo, Bright estaba ahí esperando. Se acercó y con cuidado retiró la tela blanca exponiendo así el retrato.

—La pintura todavía está fresca, no debí cubrirlo, pero...

Vachirawit abrió inconscientemente la boca del asombro.

En aquel cuadro, estaba él.

Por mucho tiempo había creído que los retratos no eran más que una forma de saber cómo te veían otros ojos, pero al estar frente al suyo hecho por Win, tuvo la impresión que había desvelado su alma. ¿Cómo lo había logrado? Apenas y se habían visto un par de veces. ¿Cómo fue capaz de plasmar en aquel lienzo a la perfección su personalidad, su esencia, sus miedos?

No pudo apartar la mirada de su retrato por varios minutos.

—Nunca fue mi intención pintarte furtivamente, ni pretendía hacer algo malo con el resultado... —Comentó tras un largo silencio en el que no percibía reacción del alfa.

—Dámelo —pidió sin moverse de lugar.

—No puedo.

—Lo compraré.

—No es el dinero —respondió apenado, él también lo quería.

—¿Qué harás con él? —cuestionó por fin despegando la mirada de la pintura.

—Es mío —dijo sin más.

Bright llevó su diestra a su barbilla, como valorando los hechos, como buscando la forma de convencerlo.

Dámelo —repitió, solo que esta vez usó su voz de alfa.

Aunque no estaba prohibido hacerlo, en la actualidad, estaba mal visto que se aprovecharan de esa capacidad.

Para un omega habría sido imposible resistirse a sus deseos, pero para otro alfa, dependía de que tan fuerte fuese su lobo.

—No funcionará conmigo, vengo de un linaje en el que por seis generaciones consecutivas, los primogénitos son alfas —le aclaró con una sonrisa, orgulloso de sus raíces.

—¿Estás seguro? —Lo provocó con una ceja en alto—. A pesar de que vengo de una familia sin ascendencia de alfas, hasta el momento no me he topado con uno al que mi lobo considere superior. Dámelo, Win.

Sintió un cosquilleo en su vientre, pero además de eso, nada que le hiciera ceder.

—Lo lamento, no quería hacer esto, pero parece que lo estás rogando —dijo dedicándole una mirada fría—. Bright, retrocede.

La orden provocó que los músculos del invitado se tensaran en su totalidad. Vachirawit cerró los ojos para impedir que su cuerpo reaccionara, pero por más que lo intentó, dio dos pasos atrás.

—Debe ser una broma, no puedo creer que tú...

—¿Que mi lobo sea más fuerte que el tuyo? Lo sé, a simple vista no luzco muy amenazante, mi padre estaría de acuerdo contigo. —Con tranquilidad se cruzó de brazos.

—¿Qué piensas hacer con el cuadro? —Insistió, no se rendiría tan fácilmente, aunque a simple vista pareciera que no podía vencer a Win.

—No te preocupes, no haré nada extraño con él —pronunció en tono conciliador.

Aunque sabía ese no era el problema.

—¿Por qué querrías tener contigo una pintura donde aparezco yo? —Interrogó sin entenderlo, a menos que estuviera obsesionado con él (que no creía fuera el caso).

Sin dar más explicaciones, Win le ofreció cenar juntos. Como no tenía nada en la nevera, llamaron a un restaurante cercano que sabía tenía comida deliciosa.

Mientras esperaban en el salón, Bright le dio vueltas a la idea de que su lobo había sido superado. No le gustaba la sensación, estaba acostumbrado a ser el mejor, sin embargo, haciendo memoria, Win desde el inicio, apareció para opacar su talento. Lo que debió ser una entrada triunfal individual, se convirtió en un dúo que recibió atención por igual.

Pon un poco de música —ordenó esperando que esta vez su voz hiciera efecto.

Solo consiguió que Win se riera de él.

—Está bien, ¿algún artista en especial? O pongo directamente una de mis listas de reproducción de Spotify —respondió poniéndose de pie para encender su equipo de sonido que lucía muy caro.

Bright liberó un largo suspiro.

—¿En verdad no sentiste nada? ¿Ni un ligero impulso que te obligara a obedecerme? —Seguía sin admitir la derrota.

El alfa anfitrión se lo pensó seriamente.

—Pues cada vez que utilizas aquella voz, como que algo en mi estómago se retuerce —admitió cuando regresó al sillón que quedaba frente al de Bright.

Como no había dicho lo que prefería escuchar, comenzó a sonar la versión acústica de Spit it out de The maccabees.

—¿No tendrás una infección? —Aquella pregunta ocasionó que Win le mirara mal, y al ver su expresión enfadada soltó la carcajada—. Bien, entonces algo se retuerce en tu estómago.

—¿Crees que si lo sigues intentando tu voz tenga efecto en mí?

—Tal vez...

—Entonces, inténtalo —propuso confiado, mientras estiraba los brazos en el respaldo del sillón.

No ocupó pensarlo dos veces.

Maúlla como si fueras un gato en celo —soltó consiguiendo que Win resoplara divertido.

—¿Es en serio?

Túmbate al suelo —la expresión del alfa que quería que cediera se volvió neutral—, quítate los zapatos —logró percibir que su labio inferior comenzó a temblar, así que lo siguió intentando con más fuerza—, acércate a mí, tira de tu cabello, repite mi nombre tres veces, inclina la...

¡Suficiente! —ordenó alterado, con la respiración agitada.

Bright sonrió complacido.

—Significa que mi voz te afecta —dijo sintiendo que había ganado una batalla por fin.

—No es eso... —Atrajo la atención del alfa que celebraba con los puños al aire—. Las feromonas que liberas hacen que me sienta extraño.

Win se apretó el estómago, ocultando así su regazo.

—¿Feromonas? —cuestionó poniéndose de pie para sentarse a su lado y así poder inspeccionarlo más de cerca. Al no escuchar respuesta se inclinó sobre él y descubrió que su cara estaba roja, sus labios entreabiertos y su vista desenfocada. Al cabo de unos segundos pudo percibir las feromonas de Win—. ¡¿Estás excitado?! —gritó sin terminar de creerlo.

Era la primera vez que un alfa reaccionaba así por su voz. Ni siquiera lo creía posible. Los alfas no solían ser compatibles.

Para un alfa, normalmente, el aroma de otro alfa le resultaba repugnante, desagradable, aunque claro, existían excepciones, había casos en que sucedía lo contrario. Aunque Bright nunca pudo entender a los alfas que salían con otros alfas.

—¡No me grites en la oreja! —Se quejó Win bastante avergonzado por la reacción de su cuerpo.

—¿Cómo puede excitarte mi voz? Estás loco, deberías sentir asco —se burló y al ver que Win comenzó a retorcerse algo muy dentro de él le impulsó a continuar—, ahora, muéstrame tu cara excitada.

No supo si funcionó, pero Win se incorporó y se subió a su regazo. De esa forma, pudo apreciar cómo el pintor lucía descompuesto, como si una fuerza lo hubiera sacudido de dentro hacia afuera, dejándolo completamente expuesto y vulnerable.

—Bésame, Bright. —Ante aquella clara orden no fue capaz de hacer más que complacerlo.

De un impulso violento sus manos atraparon las mejillas carmín de Win y sus labios buscaron los adversos para probarlos.

Metawin tenía el olor de un día nublado, a tierra a espera de la lluvia, y en su boca encontró el sabor del rocío. La orden se evaporó en su cabeza, dejó de tener voluntad en sus acciones, pero no se detuvo, sus labios se amoldaron a la perfección, como dos piezas de rompecabezas que encajan a pesar de ser de juegos distintos. Las feromonas intensas que emanaba de los poros adversos no le hicieron sentir más que fascinación. No sabía cómo era posible, que dos alfas jóvenes y vigorosos tocaran fondo al estar conectados. Entre caricias y besos.

Win aspiró con deleite el aroma de Bright, que era el sol mismo, el sol quemando las flores, las hierbas, los árboles y sus hojas. Quemándole a él la lengua y los labios.

Destrózame, Vachirawit, y no te detengas hasta conseguirlo —le ordenó sintiendo que perdía la cabeza, que estaba flotando en lava, pero que no dolía porque seguía anclado al regazo de Bright.

—No necesitabas utilizar tu voz, lo haré incluso si no me lo pides —replicó dedicándole una feroz mirada.

Una que contenía la esencia misma de su lobo, de sus orígenes que iban más allá del plano físico. Quizá de un plano espiritual, pero no estaban de humor para ponerse averiguarlo en ese momento.

Tumbándolo en el sillón, que era de tres piezas y tan amplio que no extrañarían una cama, le quitó la americana de tweed, el chaleco y le arrancó la camisa. Sus dedos expertos cuando tomaban un pincel pasearon por la piel de Win quemando ahí donde quedaba el rastro. Si fuera un lienzo seguro estaría pintando en él sus huellas, sus marcas, sus dientes. La chaqueta y la camisa beige desaparecieron cuando el alfa se desesperó por la fricción de la tela en su torso desnudo, y ya que estaban en ello, aprovecharon para sacarse los zapatos, los pantalones, los calcetines y la ropa interior.

Las prendas quedaron regadas alrededor del sillón, sin que nadie se tomara la molestia en doblarlas, de colgarlas en un perchero para que no se arrugaran.

El lobo de Bright no se intimidó, a pesar de que sabía que si el adverso hablaba su voluntad se reduciría a sus deseos, sin embargo, sabía que Win no le iba a pedir nada que él mismo no anhelara. Después de todo, Metawin era el mismo reflejo de su alma. Por ello había logrado pintarlo tan bien. Y su lobo, estaba complacido de lograr ese efecto en él, de impactarlo al punto de que sintió la necesidad de hacerle un retrato, de tenerle dentro y eyaculando en su interior.

Acomodándose entre los muslos pálidos del que le había invitado esa noche a su departamento, pensó que necesitarían preservativos y lubricante, más los brazos que se enredaron en su cuello le hicieron perder el hilo de los pensamientos coherentes y se dejó arrastrar por las manos que eran milímetros más pequeñas que las suyas, aquellas que tiraban de sus cabellos sin importarle si le lastimaba, sin ni una pizca de consideración. Y después de todo, ¿por qué habría de hacerlo? Nunca existió entre ellos el tacto.

Sus dedos encontraron el hueco entre los glúteos de Win y sin previo aviso, se fueron colando uno a uno.

Le escuchó gritar y maldecir, gemir y jadear, su espalda recibió las quejas cuando las uñas del pintor de retratos se clavaron en su piel. No sabía si estaba sangrando, pero aquello le impulsó a penetrarlo.

El dolor y el placer se mezclaron de tal forma que parecía que uno no podía prescindir del otro, que sin dolor no habría placer, y sin placer no habría dolor, que sin Win no habría Bright, ni Bright sin Win, y sentirle vibrando debajo de él, su piel perlada de sudor, roja por las múltiples marcas que le dejó sin ser totalmente consciente, tan solo guiado por su instinto y los sensuales gemidos que escapaban de los labios de Metawin, le hizo comprender que había encontrado la inspiración que buscaba por todos lados sin éxito, que había hallado al lobo al que pertenecía. Porque el sol seguía iluminando aún en un día nublado.

Tal vez llamaron al departamento de Win para anunciarles que la cena había llegado, pero no les importó, el mundo entero podía esperarlos, y el tiempo detenerse en ese instante.



Fin.

N/A: La idea surgió porque sabía que muchos de ustedes querían un alfaxalfa, y porque no había tocado el tema de la rivalidad (estoy leyendo un libro de pintores, de ahí también me inspiré). 

Tengo un anuncio importante por dar... Esta será la última historia que publicaré por el momento. Recién inicié en el fandom, solo había un par de historias en español, entonces me sentí muy motivada a escribir, y no es que ahora esa motivación se haya ido, pero me siento satisfecha con lo que he publicado, y sé que historias BrightWin no les faltarán, por ello no creo que mi ausencia sea muy notoria xD

Quizá un día regrese, no sabría decir cuándo exactamente, pero espero que así sea, sobretodo cuando los especiales de la serie salgan al aire.

Un agradecimiento especial, a todos ustedes que me leen 

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