Omegaverse [Parte única]
Mismo origen, igual a destino entretejido, ¿no?
El clan Chivaaree, con más de tres siglos de antigüedad, se asentó en las provincias de Narathiwat, en un bosque cerca del río Nara Bang. Actualmente, poco más de diez mil lobos conformaban al clan.
Bright Vachirawit Chivaaree, hijo único del actual líder, y por la tanto, futuro heredero. Un alfa de veintidós años que junto a su mejor amigo, Win Metawin Opas-iamkajorn, se había mudado a Bangkok al terminar la secundaria para estudiar Negocios Internacionales.
Win, un beta de veintiún años, que conocía al heredero desde que tenía memoria, y que los últimos años se había estado quedando en los condominios de la universidad junto a Bright. No fue bendecido con la fortuna de ser su compañero de habitación, pero un par de metros lo separaban de su alfa favorito, siendo más exactos, por un pasillo siempre bien iluminado.
Y por cierto, Win se había enamorado de Bright desde que tuvo consciencia de lo que era el amor, más o menos, desde el día que despertó de un sueño húmedo donde su mejor amigo y él fueron los protagonistas.
Mi alma gemela no está de acuerdo con esa filosofía
Llevaban cuatro años sin regresar a la provincia que los vio nacer. Y ese año, Win sospechó que no sería la excepción.
—Tu padre me llamó anoche, dijo que no olvidaras que la semana que entra es la ceremonia de la luna roja y que te quiere ver allí —comentó mientras caminaban a su primera clase del día, si continuaban a ese ritmo, llegarían en menos de cinco minutos.
Tras expulsar aquello, en su cabeza se reforzó la idea de que el que se le hubiera permitido salir del clan a estudiar una carrera, se debía a que el líder deseaba un guardaespaldas para su heredero, no por la promesa que hizo con Bright a los siete años de explorar juntos el mundo.
—Inventa algo, cualquier cosa, eres muy creativo. —No terminó de hablar cuando ya estaba bostezando.
Vachirawit lucía descaradamente bolsas oscuras debajo de los ojos. «Seguro se había acostado por ahí con algún omega», pensó. ¡Cuánta razón! Su imaginación era poderosa, ya estaba creando una historia en su mente. Una donde Bright lamía la nuca de un lobo de mayor jerarquía que la suya.
—Tu padre ya no confía en mí, además es... —Las palabras restantes murieron cuando su mejor amigo entrecerró los ojos y aspiró con exageración.
—Pam está cerca, te veo después —se despidió con una sonrisa perezosa.
El lobo responsable de arrebatarle tan temprano ese día a Bright, era uno de su misma clase. Omegas o alfas, su amigo los adoraba por igual. «Feromonas, Win, Feromonas», escuchó en su cabeza, con la voz serena y profunda del culpable de que a sus más de veinte años fuese virgen. «Todo está en el olor, un beta como tú jamás podrá entenderlo», le había dicho cientos de veces. Una y otra vez, lo veía desfilar con omegas colgando de su brazo, o con alfas aferrados a su cuello.
No lo soportaba, su vida universitaria en lugar de fortalecer su relación y hacerle comprender a Bright que estaban hechos el uno para el otro, había vuelto a su amigo un jugador experto en el arte de la seducción.
Quizá necesito expandir mi perspectiva
Las vacaciones llegaron y tal como dedujo, continuaron en Bangkok. Con tanto tiempo libre, Win comenzó a ir al gimnasio. Fue ahí que apareció Luke en su vida.
—¿Tu novio? —El alfa que le vio llorar cuando sus hermanas mayores le pintaron el rostro de pequeño (porque creía firmemente que su alma que vagaba mientras dormía, estuvo a punto de no ser capaz de reconocerlo) le observó incrédulo.
—Él es Bright, el hijo del líder del clan al que pertenezco y mi —estuvo a nada de decir "destinado"—... mejor amigo. —Win sonrió estirando al máximo la comisura de sus labios y cruzando los dedos para que Luke no tomara en cuenta lo despectivo que antes había sonado el aludido.
Su reciente pareja sin darle mayor importancia pasó un brazo por encima de los hombros del beta.
—Sí, llevamos saliendo una semana, ¿no es increíble? Por un momento llegué a pensar que Win jamás me daría una oportunidad —pronunció con inocencia, ignorando que el motivo por el cual el chico que abrazaba parecía tan inalcanzable estaba justo frente a él.
—Es un alfa —evidenció con molestia—, ¿desde cuándo te gustan los alfas? —dijo dirigiéndose en todo momento a su amigo.
Estaba confundido, el menor nunca habló de que le atrajera alguien en particular, asumió que le gustaban los de su tipo, betas comunes.
Win rió como si hubiese soltado la broma del siglo, estaba tan nervioso que las palmas de sus manos comenzaron a humedecerse.
—Luke, Bright siempre intenta hacerse el gracioso, no le hagas mucho caso, ¿quieres que pida más bebidas? —lo último fue para cambiar de tema y tener un pretexto para huir de ahí.
—Lindo, yo me encargo —respondió su novio guiñándole un ojo y apretando con su pulgar e índice su mejilla.
La acción provocó que el calor tiñera su pálida piel, coloreando sus pómulos y orejas de un tenue escarlata. No estaba acostumbrado a ser tratado con tanta atención, más bien, siempre había sido el que cuidaba a Vachirawit. Las muestras de afecto eran una nueva experiencia en su vida.
Al girar se encontró con la mirada escéptica del que creyó sería el único capaz de lograr que su pulso se acelerara, sin embargo, debía comenzar a avanzar si no quería volver a llorar la siguiente vez, cuando Bright le cancelara porque había encontrado a alguien con quien "jugar".
—No es tu tipo, te ves mejor con esa beta... —murmuró el alfa con cierta molestia cuando Luke se alejó para pedir en la barra tres tarros de cerveza.
—Pear... Ella tiene un nombre —reprendió intentando alimentar al máximo su optimismo para no caer de nuevo en el hoyo del que apenas iba saliendo. Sabía que Bright no era al mayor fan de los betas, pero si él era uno, merecía que guardara para sí mismo su opinión de vez en cuando—. Y es imposible, somos amigos. —Se mordió el labio inferior al terminar de liberar aquella frase, porque dio justo en el blanco.
Los amigos eran, solo amigos.
Me estoy esforzando para funcionar sin ti
Al salir se encontró de frente a Bright, ambos parecían tener planes ese día.
—¿A dónde vas tan arreglado? —Se burló el alfa por su sencilla elección de ropa deportiva.
Incluso tenía el cabello alborotado y húmedo, gotas de agua resbalaban por su nuca.
—Luke me invitó a ver una película en su departamento, no es necesario que utilice el único traje que tengo guardado en el armario. — Rodó los ojos y se negó a devolver la pregunta.
Desde que llegaron a Bangkok dejó de hacerlo, la respuesta sería una sonrisa engreída y una corta explicación del por qué los alfas y omegas eran seres bendecidos para el sexo.
—¿De verdad? Realmente vas en serio... —musitó sin poder aceptarlo.
La imagen de Win saliendo con un alfa no tenía sentido en su cabeza, incluso aunque fuese una beta como Pear. Su amigo de infancia siempre balbuceaba con un brillo especial en la mirada que creía en "los destinados", y Bright nunca tuvo el valor de corregirlo, nunca pudo ser tan cruel para decirle que aquello era cosa de "alfas y omegas", que no incluía a lobos como él, jamás se atrevió por temor a herirlo, y ahora, parecía que lo había olvidado y oliendo cínicamente a champú, iba directo a los brazos de un tipo que jamás comprendería la mística y absurda idea que tenía del destino.
—Como sea, quizá no regrese hasta mañana, no hagas tonterías en mi ausencia —anunció por todas aquellas veces que Bright llamó a su puerta en la madrugada, demasiado borracho para llegar a la cama por su cuenta, e inconscientemente, seguro que en sus manos estaba a salvo.
—Espera —lo tomó del brazo a tiempo antes de que Win volara lejos de su alcance—, si es un alfa lo que deseas, ¿entonces por qué yo no?
Esto nos vuelve más cercanos ¿o sucederá lo contrario?
No podía creer que estaba siendo abrazado por Bright, que aquellos brazos por los que un montón de extraños se mantuvieron a flote ahora lo sostuvieran a él.
Había imaginado su primera vez, la había romantizado, y no podía sentirse decepcionado, porque Bright, el lobo que juraba había nacido para complementar al suyo y viceversa, era el mismo que estaba a punto de tomarlo.
Aunque sabía era por una razón completamente diferente a la que soñó toda su vida.
Win cerró los ojos y con la punta de sus dedos recorrió la piel bronceada del alfa, esta vez sin fingir que había sido accidentalmente, y sus labios se movieron contra los expertos que le derritieron por dentro.
Los betas no lubricaban como los omegas, ni emitían feromonas como los alfas que inducían al placer, Bright lo comprendió cuando tuvo a Win recostado en su cama, desnudo, contemplándole con tanto amor que temió defraudarlo. Toda aquella experiencia de la que se jactaba, le abandonó y le dejó como si fuese un virgen enamorado que no estaba seguro de poder hacer sentir bien a su pareja. Porque le había prometido a Win que con él lo disfrutaría mil veces más, casi le había rogado para que no corriera a los brazos de Luke, ese alfa que no sabía lo inocente que era su mejor amigo cuando se trataba del amor, y que podría lastimarlo con tanta facilidad.
Así que bajó a su estómago, exhalando aire caliente de su boca cerca de su ombligo, apretó los párpados y dejó que sus labios rozaran la piel sensible de Win. Fue trazando un camino de besos hasta sus muslos, donde se detuvo para observar si sus acciones tenían efecto en el menor. Jamás esperó encontrarlo aferrado a las sábanas, con la cara roja y respirando desordenadamente.
Aquello le alentó a continuar, siendo más consciente de sus movimientos como nunca antes lo fue. Con un omega perdía la razón, era como llegar al cielo de un solo impulso, con los alfas era como caer al vacío, sensaciones tan intensas, pero efímeras. Con un beta, con Win, era diferente. Estaba disfrutando el sabor de su intimidad, de los suaves gemidos que escapaban de los labios carnosos de su amigo, incluso, de los bruscos tirones con los que castigaba a sus cabellos, cada segundo, vivía cada fracción de segundo deseando que se alargara infinitamente.
Pronto la necesidad de poseer a Win fue tan abrumadora que el lubricante sabor melón que antes se había apresurado a comprar, se derramó descuidadamente entre sus dedos, buscando entre los blandos glúteos su interior, y controlando el impulso por penetrarlo sin previa preparación, se estiró hasta capturar los labios de Win que le correspondió con felicidad.
El que hasta ese día, se había mantenido fielmente a su lado, lo apartó con suavidad para besar su frente perlada de sudor. No entendió del todo su acción, mucho menos cuando sumergió los dedos en sus finas hebras y ladeando la cabeza atrapó en sus dientes el lóbulo de su oreja.
—Es suficiente, puedes hacerlo ahora —susurró con voz rota y fue en ese instante que se percató que tres de sus dedos entraban y salían con facilidad.
Era demasiado tarde para arrepentirse, por eso apartando todo pensamiento innecesario se concentró en el aroma de Win, uno muy sutil a acondicionador de avellanas, a jabón de dulce de leche y a colonia donde predominaba la fragancia de flores silvestres, y por debajo de esa extraña mezcla el que manaba naturalmente por sus poros, uno que llevaba acompañándole desde el día en que se volvieron inseparables. El olor de su hogar.
A veces, con el sentido del olfato tan desarrollado, llegaba un punto en que era superado, que era demasiado para seguir soportándolo. Los alfas liberaban con tanta agresividad feromonas que en ocasiones le provocaban dolor de cabeza, los omegas, que por cada estado de ánimo desprendían cierto olor, le dejaban noqueado, pero con Win, siempre encontraba un refugio, un respiro del mundo.
Cuando estuvo dentro de su mejor amigo, la sensación de estar profundamente enterrado en él le hizo apretar los puños para no derramar su semilla antes de tiempo. Fue poco a poco balanceándose, en un baile nuevo para él. Al ya no poder seguir conteniéndose, desencadenó un ritmo frenético, que interrumpía y después de unos segundos, volvía a retomar, en un juego donde no existía un ganador o un perdedor.
El dolor dejó de oscurecer la expresión de Win y se encontró dispuesto a probar todas las posiciones que sugería el alfa, a tal punto que se descubrió empujando, con movimientos recíprocos y certeros. Disfrutando de las caricias a sus muslos, a su pecho, a su cuello, a sus mejillas, atenciones que Bright le brindaba.
Al sentir su diestra cubrir su miembro para masturbarlo al ritmo, tuvo una lucha interna entre pedir que lo liberara, porque no quería terminar, y por otra parte, no podía negarse al inmenso placer que le regalaba con cada exhalación, y con cada mirada.
Es hora de despertar
Tras acostarse con él, el alfa desapareció.
Lo conocía tan bien que no hizo falta que se pusiera a investigar, sabía que se había ido con su madre y abuela. Omegas que desde que se marcharon del clan, vivían cerca de la ciudad. Win también comprendía que la razón principal del por qué Bright no creía en el destino, se debía a que la relación de sus padres no había funcionado.
Después de traspasar los límites de su relación, y ser abandonado. No se sentía con la fuerza suficiente para esperarlo. Por ello compró un boleto que lo llevaría de regreso a Narathiwat. Necesitaba liberar a su lobo en el vasto bosque de su clan.
Antes se despidió de Luke, con el remordimiento de haberlo engañado cuando ni siquiera llevaban quince días juntos, y cortando todo contacto con él.
El hilo que ata nuestras muñecas se puede volver tan delgado al punto de ser transparente ante tus ojos
Permaneció en su forma de lobo por el resto de las vacaciones, conectado a la naturaleza, y dejando sus pensamientos mundanos para después.
La historia que siempre le contaron, tenía de protagonistas a un alfa y a un omega. Win sabía que no era un omega, pero...
... Bright era su destino.
Aunque el alfa odiara esa palabra, porque parecía que no podían oponerse, que serían forzados, sin embargo, que fuesen destinados no significaba que debían unirse, podían seguir siendo amigos. Podían no hacer nada al respecto y eso no los mataría. Porque Win había nacido como beta.
Seguiré a tu lado, pase lo que pase
Se encontraron de frente al salir de sus habitaciones.
—¿Listo para el nuevo semestre? —dijo Win con naturalidad, como si por primera vez en su vida, no se hubiesen mantenido separados por más de un mes.
Bright observó con disgusto la sonrisa de su amigo.
—Quizá debamos hablar sobre... —No se sentía muy cómodo al respecto, pero lo sentía necesario.
—Hermano, tu padre me dijo que no te dejaría regresar a casa hasta que consigas una pareja, así que dime, ¿encontraste a alguien interesante durante mi ausencia? —Lo interrumpió utilizando un tono alegre, que ocultaba por completo el temblor de su corazón.
—La encontré, es una omega, es muy linda —respondió con frialdad.
Win tragó saliva, su expresión se contrajo en su rostro unos segundos y retrocedió un paso, sin embargo, se recordó que lo apoyaría hasta el final de sus días. Porque era su mejor amigo.
Una risa ligera y burbujeante brotó de sus labios.
—¡Eso es genial! Creo que por fin podré utilizar ese traje en tu boda. —Estiró una mano para darle unas palmaditas en la espalda al alfa y hacer más realista su actuación.
—¿De verdad piensas eso? —Cuestionó con una ceja en alto—. ¿No me dirás que tengo que asegurarme que sea mi destinada antes de pensar en unirme a ella?
—Pfff —resopló divertido—. Los destinados son un mito para hacer que los adolescentes se abstengan de tener relaciones sexuales a tan temprana edad, además, si te gusta, ve por ella —animó con un patético entusiasmo que no sentía.
—¿Desde cuando dejaste de creer en...? —Bright a pesar de que no compartía ese pensamiento, jamás le había dicho algo para que se retractara—. ¿Tiene que ver con que nosotros nos acostáramos?
Para ese punto Win ya no tenía ganas de seguir fingiendo. El día que se casara, ese sería su final.
—Yo no te diré cómo vivir, y si encuentras un omega o un alfa que ames, no tienes que preguntarme si estoy de acuerdo, porque mi opinión no es importante —sentenció retrocediendo para regresar a su habitación.
En ese momento creía más importante encontrar consuelo en su almohada que ir a clases.
—Como tu opinión no es importante para mí, entonces haré lo que yo desee —contestó tomándolo de la muñeca y tirando de Win hasta que logró arrinconarlo contra la pared.
No tuvo oportunidad de protestar, sus labios fueron presos por los del alfa del que tan acostumbrado estaba a ser su sombra.
—Cuando desperté me di cuenta que mi celo se adelantó, por eso me fui a casa de mi madre, temía hacerte daño... —Explicó separándose apenas lo suficiente—. ¿Sabes lo que significa, lobo tonto?
Win quedó unos instantes petrificado por la nueva información, después su vista se nubló, las lágrimas rodaron por sus mejillas y nunca tocaron el suelo porque Bright las limpió con sus pulgares.
Para un soñador como él, sabía mejor que nadie una de las señales principales cuando encontrabas a tu destinado.
En alfas y omegas, su celo despertaba inexplicablemente.
Y ahora estamos en la tierra que nos vio nacer
El clan Chivaaree se vistió de gala esa noche, a la luz plateada de la luna, con sus muñecas unidas por un fino hilo rojo, y con sus lobos aullando alegremente en su interior, el alfa Bright y el beta Win se miraron y lo supieron. Quizá los destinados eran un cuento de hadas, tal vez el destino cada lobo lo construía con las decisiones tomadas, sin embargo, ellos nacieron para estar juntos y de aquello no tenían más dudas.
N/A: Un agradecimiento especial a xcalvariox, ya que ella me dio la idea de la trama ♡ También espero que a las personas que deseaban un omegaverse les haya gustado la pequeña historia, todavía tengo pensado escribir un alfa x alfa, pero será más adelante. La siguiente historia también es una que ustedes me compartieron, si me tienen paciencia, verán la suya por aquí en algún momento. ¡Gracias por leerme y bueno, a seguir felices por los cinco especiales de 2gether!
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