Obsesión [Parte I]
Por instinto se llevó una mano a la nuca, como protegiendo la vulnerable zona. Llevaba desde que ingresó al edificio sintiendo que alguien le observaba. Sabía que estaba en las instalaciones de la GMM, que los ojos de cientos de fanáticos y hasta reporteros estaban sobre él; pero esta mirada era diferente, inusual, inquietante. Le provocaba escalofríos y una sensación agobiante de fragilidad, como si no fuese capaz de hacer nada ante el inminente peligro.
Saludando a las personas que pasaban por su lado, las examinó esperando encontrar en sus semblantes algún signo de que no era el único en percibir tal malestar, sin embargo le sonreían con naturalidad, ignorando lo que a él le incomodaba.
Quizá todo estaba en su cabeza.
Aquel pensamiento le tranquilizó y continuó avanzando hasta la oficina en la que tendría una reunión informal con un productor. Su manager estaba optimista respecto al futuro de su carrera, desde que debutó en una serie con un papel secundario, Win atrajo la atención internacional de miles de fanáticos. Aún no daba crédito al éxito que estaba teniendo, ya que durante años estuvo en la plataforma de YouTube como creador de contenido, y sus vistas no pasaban de mil. Le gustaba la música y eventualmente subía vídeos bailando. Desde que entró al mundo del espectáculo, su pasado no tan llamativo quedó enterrado entre polvo cibernético, hasta eliminó su canal y sabía no había forma de que alguien lo recordara por ello, ya que en sí, nunca tuvo fieles suscriptores.
A excepción de aquel tipo que...
—Tardaste demasiado en el baño, ya te esperan dentro —le informó la mujer que le ayudaba a que su carga laboral no fuese tan extenuante, pero que sí le mantenía ocupado la mayor parte del tiempo.
Le acomodó el cuello de la camisa y echando un rápido vistazo a su peinado, se aseguró que luciera impecable. Metawin siempre se veía bien, era alto y de una complexión física envidiable —aunque de figura muy menuda para el gusto de algunos—, definitivamente lo más atractivo del joven actor era su rostro. Había luz en su mirada y calidez genuina en su sonrisa. Era un chico hermoso de buenos modales, gentil, amable y un tanto ingenuo. Perfecto para un protagónico. Por ello confiaba que esa reunión le traería buenas noticias.
Al cruzar la puerta su atención recayó en un chico de edad similar a la suya. Bright Vachirawit Chivaaree, con veintidós años ya había sacado dos álbumes, formaba parte de un grupo talentoso que en Tailandia, se mantenía constantemente en los primeros puestos de popularidad. Para no reconocerlo tenía que vivir debajo de una piedra. Pero el que se quedara pasmado no se debía solo al hecho de que estaba frente a una persona que admiraba, había algo en el cantante que le hizo dejar de respirar.
—Win, este de aquí es Bright, estarán trabajando juntos en una serie —habló el productor sin permitirle recuperar la compostura, y provocando que aterrizara con fuerza sobre el suelo, como si le hubiesen arrojado desde un acantilado.
Confundido pasó saliva y asintió.
[...]
Las cortinas de su departamento estaban cerradas, él se encontraba sobre el sofá, con la laptop sobre las piernas y dando un par de caladas al cigarrillo que ya se había consumido hasta la mitad. El humo se mezclaba con la poca luz que ofrecía la pantalla encendida. El ruido era conformado en su totalidad por la música y los pasos de un joven, que eventualmente cerraba los ojos y reía, cuando el vídeo terminó, en automático un segundo inició.
Sabía que fumar no era bueno para sus cuerdas vocales, que si su manager se enteraba que lo estaba haciendo se ganaría un buen sermón, pero le daba igual su conducta inapropiada, su salud y su futuro. Lo único que le interesaba en esa fracción de segundo era el chico que de vez en cuando tropezaba, pero que para él, lucía como un ángel.
No necesitaba que Win —así se llamaba— sacara un vídeo explicando su vida, con solo prestar atención a su apariencia se daba cuenta qué tipo de persona era. Bien vestido, sin perforaciones y tatuajes a la vista («probablemente tenía padres estrictos»), ademanes suaves y delicados («seguro sus progenitores eran duros, pero también amorosos»); siempre finalizaba ofreciendo una sonrisa inocente, cosa que a Bright le ponía los nervios de punta. Deseaba tanto que sus manos atravesaran el monitor para apretar su cuello, estrujar con sus dedos la nívea piel hasta estropearla con marcas.
Suspiró aplastando el cigarrillo contra un cenicero que descansaba a su lado. Había guardado todos los vídeos de Win, tanto en su celular como en su laptop, y por azar del destino, a su colección se habían añadido fotos del chico, desde que entró a la misma compañía en la que trabajaba, también se encontró a su alcance, y no tuvo reparo en capturar sin su consentimiento a Metawin.
Odiaba profundamente las fotografías que se encontraban en Internet, aquellas que fanáticos y reporteros hacían del actor, no quería que lo miraran. Bright lo había descubierto primero, le pertenecía de alguna forma.
Aunque moría de ganas por acercarse a él y convertirlo en una clase de amigo, nunca tuvo el pretexto adecuado. Hasta ese día. Su manager le propuso participar en una serie BL, estuvo a punto de burlarse de él y dejarle claro que no estaba interesado, pero cuando agregó que su coprotagonista sería Win, su semblante cambió y accedió sin emitir ninguna protesta.
Además de la forma en que se movía, ¿qué le atraía tanto a Bright al punto de convertirlo en un acosador?
Quizá se debía a que Metawin representaba todo lo que él no era. Venía de una familia funcional, con padres cariñosos que no le dejaban hacer su voluntad («por temor a que cometiera los mismos errores que ellos, venga, que se preocupaban un montón»), con varios hermanos que seguro hicieron sus días más coloridos, desde pequeño se notaba que gozó de una economía estable y nunca se vio en la precariedad. Sin que se lo dijera podía deducir que no sabía lo que era limitarse, contenerse al desear una golosina o un juguete, o en la adolescencia, quedarse en casa por no contar con las finanzas para emprender un viaje con amigos. Era obvio que no tenía idea de lo que era: no poseer el celular último modelo de la clase, tener que repetir el mismo pantalón en la semana, andar en transporte público y tener dos trabajos de medio tiempo a la par de estar estudiando. Ese tipo de personas le hacían arrugar la nariz en disgusto, aquellas que lo tenían todo y que triunfar no les costaba nada. La meritocracia no existía, lo sabía mejor que nadie.
Tal vez por eso se había obsesionado con él, porque lo tenía todo, era precioso, dulce y se deslizaba por el mundo con gracia, sublime.
[...]
¿Cómo le veía tras esas tupidas pestañas? ¿Por qué le sentía tan intensamente? Como si lograra filtrarse por su piel.
La sensación extraña al estar ante la presencia de Bright no mejoró cuando empezaron con las grabaciones, incluso mientras actuaban, cuando el personaje del adverso fingía indiferencia y proyectaba un aura difícil de leer, incluso en esos momentos seguía percibiendo una vibra que le aconsejaba mantenerse lejos.
Sin embargo no podía, y no solo por el trabajo, aunque no lograba tranquilizarse a su lado, había comenzado a tomarle el gusto. El estar con los sentidos alerta al máximo, y solo recibir una media sonrisa poca amistosa le descolocaba. Tal vez insana curiosidad.
Win por su personalidad relajada lograba congeniar rápido con las personas, que lo amaban al instante, con Bright, aunque en la serie cada vez iban progresando, en la vida real no lo conseguía. Las bromas que lanzaba no causaban más efecto que hacerle rodar los ojos, su actitud infantil que a todos le parecía tierna, a Vachirawit le hacía suspirar con cansancio, como si le transmitiera pena ajena. Mas no dejaba de mirarlo, ocasionando que sus expectativas aumentaran e impidiéndole darse por vencido.
Quizá se trataba de capricho, de lograr conquistar el duro corazón del cantante, que auguraba que detrás de esa fachada fría, existía una persona increíble.
—Deja que te lleve a casa —propuso de forma respetuosa cuando el director anunció que habían terminado por ese día—, me queda de paso —pronunció cruzando los dedos detrás de su espalda para que no se percatara de aquella mentira piadosa.
Ocultando cualquier emoción accedió siguiéndolo hasta su vehículo.
En cuanto cayó en el asiento del copiloto propuso:
—¿Te parece bien pasar a un Seven Eleven? Tengo ganas de una cerveza fría, si quieres, puedes quedarte en mi departamento —su voz salió serena, como si no fuera este el primer avance que hacían en meses, como si fuesen viejos amigos.
Win no lo pensó dos veces, deseaba tanto empezar a romper las barreras con el adverso que condujo entusiasmado, ignorando totalmente las advertencias que le mandaba su lado racional.
Pronto se encontraron tirados en la alfombra del cantante, en la sala pequeña del departamento que alquilaba. El piso carecía de una decoración marcada, pero echando un vistazo rápido a su alrededor, Win podía descifrar cierta personalidad.
—¿Qué haces con tus ganancias? —Cuestionó sin pensar, su intención no era juzgar, tan solo lo soltó antes de meditarlo.
Bright entrecerró los ojos e hizo una mueca con sus labios.
—Ayudo a mi madre y abuela con sus gastos —respondió sin entrar en detalles.
—No quise decirlo de esa forma, lo siento... —Se disculpó arrepentido por lo que había hecho.
—No te preocupes —dijo omitiendo el «un niño rico como tú jamás lo entendería»—. Por cierto, ¿fumas?
Sin molestarse en mirarlo sacó una cajetilla de la chaqueta que dejó sobre la mesa de centro cuando entraron.
—No, no, no —replicó un tanto escandalizado mientras observaba cómo Bright se llevaba el filtro a la boca con un movimiento que delataba su experiencia.
—¿Por qué no? —interrogó con una sonrisa, disfrutando del sonrojo del joven actor.
Con la excusa de beber de su cerveza ganó un minuto para pensar su respuesta.
—No me gusta —expulsó por fin.
—¿No te gusta o nunca te dejaron? —insistió con actitud confiada.
—Es que no es bueno para la salud, y el olor, no es muy agradable. —Tenía tiempo desde la última vez que se sintió tan cohibido.
Bright rió divertido, como si hubiese dicho el mejor chiste del mundo.
—Sé identificar cuando a las personas no les gusta el olor, y a ti no parece molestarte. ¿Por qué no lo pruebas por ti mismo? —Ofreció estirándole un cigarrillo.
Win negó con la cabeza.
—Gracias, pero...
—Nadie te juzgará por hacerlo, aparte de mí, no hay nadie más observando —interrumpió consiguiendo que el menor aceptara.
Cuando lo puso entre sus labios, no le dio tiempo de procesarlo, lo tomó de la nuca encendiendo su cigarrillo con el suyo.
Metawin le sintió invadir su espacio, sujetarlo con firmeza, como si no le diera más opción que hacer lo que le pedía.
—Aspira con lentitud y retén el humo en tu boca unos segundos —observó obedecerlo con una sensación inigualable de placer—, ahora, Win, expúlsalo con suavidad, sin prisa, disfruta el humo salir de entre tus labios.
Cerrando los ojos lo hizo tal como indicó. Siguió sus instrucciones hasta que el cigarrillo se consumió por completo.
—Ahora que lo probaste puedes decir con honestidad si te gustó o no.
El cantante se acomodó de nuevo del otro extremo de la alfombra, estirando las piernas en una posición en que quedó recostado sobre su costado, apoyado en un codo, con la palma abierta sobre su mejilla.
—Yo... —Pasó saliva intimidado por la mirada profunda de Vachirawit—. Me gusta —admitió con la cara roja.
No sabía si se debía a todo el alcohol que había metido en su sistema, o simplemente, a Bright que se lamía los labios frente a él.
[...]
—¡¿Qué mierda?! —Exclamó asustado.
Escuchó enseguida que su hermano menor se movía en la habitación contigua y se tapó la boca para no alarmarlo.
Al correo que utilizó para su canal de YouTube, y que aún tenía vinculado a su celular, había recibido un mensaje. En él estaba anexado un Link que no dudó en acceder y le llevó a un canal privado. Lo espeluznante se debía a que en el canal estaban todos sus vídeos que eliminó, junto a otros recientes, donde bailaba despreocupadamente y ajeno a su entorno mientras se arreglaba para iniciar con el rodaje.
La idea de que alguien del staff estaba tras aquello le erizó la piel. Paranoico se levantó de un salto de la cama y revisó hasta el último rincón de su habitación. La sensación de que alguien le estaba observando ya le era imposible de arrancársela de la cabeza.
No era muy tolerante a ese tipo de cosas, jamás en su vida se encontró en una situación similar y de ser posible, prefería que fuera una pesadilla.
[...]
—¿Todo está bien? —preguntó Vachirawit en un descanso.
—¿Por qué lo dices? —rebatió desconfiado.
El adverso se encogió de hombros.
—Te ves más pálido de lo usual, pero si no quieres decírmelo...
—Lo siento —lo retuvo antes de que se alejara—, es solo que no he podido descansar bien.
Llevaba una semana recibiendo correos, en unos aparecía un sencillo texto con la letra de las canciones que antes bailó, con ciertas palabras resaltadas en otro color, como lo eran: amor, deseo, atracción, caricias, anhelo y demás similares. Y lo último, que le dejó afectado, era un nuevo vídeo editado donde él aparecía, con el título de «mío».
No había querido alertar a su manager, ya que de alguna forma sentía que solo conseguiría herir su orgullo masculino. Un chico quejándose de acoso, y más aún, un actor, era sinónimo de querer llamar la atención. Era lo último que deseaba, además solo eran vídeos y mensajes, en sí, no había recibido una amenaza directa y concisa. No sabía qué hacer.
—Si quieres puedes quedarte de nuevo en mi departamento, bebemos, charlamos un rato y me aseguro que duermas como un bebé —planteó con una amabilidad anormal, pero que en ese momento, a Win le resultó reconfortante.
Las grabaciones se extendieron hasta la madrugada, por ello tendrían el resto del día libre.
Bright condujo el automóvil del menor mientras este dormitaba. Sin maquillaje, las bolsas de ojeras eran evidentes.
[...]
El peso sobre su pecho le dificultó respirar, por lo que despertó abruptamente. Al abrir los ojos no fue capaz de distinguir nada, no solo estaba oscuro, alguien estaba muy cerca de su rostro, al punto que la escasa luz le era bloqueada.
Sintió la respiración pesada y caliente impactar sobre su mejilla, sus extremidades temblaron, paralizándolo. De nuevo, aquella sensación que le acosaba desde hace meses se hizo presente.
—Eres muy descuidado, Win —escuchó, las palabras golpeando sus labios—, siempre sonriendo con descaro.
Esa era definitivamente la voz de Bright, del cantante reservado que poco a poco se estaba abriendo a él. Aunque en un tono más profundo, más oscuro. Entonces recordó súbitamente que estaba en su departamento. Quiso responderle, pero no logró expulsar más que un gemido bajito.
—Siempre sonriendo sin temor a que te atrape —enunció rozando sus labios.
Deslizó su palma abierta sobre el cuello de Win y apretó su garganta. Había soñado tanto con hacer aquello que cuando le sintió retorcerse y le escuchó respirar con dificultad, una sonrisa deformó su expresión neutral.
Con su lengua húmeda y caliente trazó pequeños círculos en los labios de Metawin que reaccionó tensándose.
—Eres tan descuidado, acercándote a la persona incorrecta. Nunca fue mi intención ser bueno, no creo en la bondad, no luchamos para que el mal no nos corrompa, ya estamos jodidos, solo que algunos se empeñan en ser mejores que eso... Y que estés aquí es un claro ejemplo de lo que hablo, no te interesa mi amistad, ¿o sí, Win?
Continuará...
N/A: Un agradecimiento especial a TargaryenBastard, ella propuso esta trama que desde que la leí me dejó ansiosa por ponerme a escribir, tenía tiempo queriendo hacer algo así, retorcido, tóxico, disfuncional... En fin, le agradezco que confiara su propuesta en mí, y espero no decepcionarla.
Estoy muy feliz por Still 2gether, y los sentimientos positivos que provocan en mí los transformé en energía oscura para escribir esto xD
Por cierto, si notaron que ya votaron o comentaron, es porque reciclé, quería borrar el anuncio, pero había comentarios bonitos y decidí mejor reciclar, el reciclaje es bueno. Mil gracias por leerme, será un placer leerlos también ♡
Abajo el anuncio (reciclado).
En realidad, aprovecho para comentarles que publiqué una nueva historia, aquí la publicidad:
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