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Fotógrafo/Modelo [Parte II]

Necesitaba un segundo, ocupaba calmarse o su corazón escaparía por su boca. El aire en aquel sótano estaba cargado de humedad, del olor de las rosas y de fotografías antiguas. Todo en conjunto le revolvía el estómago. El fantasma de los labios de Bright sobre los suyos era como la fuerza de gravedad que le mantenía atraído a la superficie de un mundo onírico. Podría compararlo a que bruma se hubiese cernido a su cabeza, aturdiéndole y dejándole desarmado.

Le sintió alejarse, perdió en instantes el calor del fotógrafo y al enfocar la mirada lo encontró tomando la ropa con la que llegó ahí.

Aún fuera de sí intentó comprender lo que había pasado. Cómo fue que terminó desnudo, con Bright sobre él besándolo.

—Puedes irte, contactaré a tu manager para darle la fecha de publicación —habló mientras se agachaba frente a él para dejarle las prendas dobladas a sus pies.

Win parpadeó un par de veces antes de conseguir una respuesta de su cerebro.

Estaba asustado, avergonzado, y muy por el contrario, aquello solo empujaba más y más las emociones de excitación, deseo e impaciencia.

—¿Qué pasa si decido quedarme? —Se arriesgó. Quizá Bright solo lo había provocado, pero no tenía la intención de llegar más lejos.

La duda hizo su parte para ir disipando lentamente la bruma de su raciocinio. Su ritmo cardíaco perdiendo aceleración.

El fotógrafo percibió los cambios en la expresión de Win. Sabía que estaba dispuesto, pero no podría asegurar que después no se arrepentiría. Quería poner sus manos sobre él, sin embargo, si lo ensuciaba también lo lamentaría. Si iban a hacerlo, al menos prefería que fuese consciente que no había nada más allá de esto que ahora les tenía cautivados.

—Me gusta respetar la distancia entre la cámara y el modelo, el deseo lo capturo, no permito que salga de la fotografía. ¿Me entiendes? Canalizo hasta el mínimo sentimiento que una persona o un escenario provoca en mí y lo retengo. Me aseguro de no dejar nada —explicó con tranquilidad, como si no estuviese revelando uno de sus más grandes secretos—. Nunca me he relacionado con un modelo que posó para mí, el interés se desvanece una vez que obtuve todo de él por medio de fotografías...

Aquella confesión le obligó a parpadear un par de veces. Entonces no tenía una oportunidad. El rechazo le hizo perder la poca confianza que poseía y la decepción provocó que sus hombros cayeran.

—Me iré...

—Pero —lo detuvo al inclinarse quedando sus labios suspendidos a centímetros de los suyos—, es la primera vez que no tengo suficiente. Podría quedarme toda la noche retratándote hasta que quedes inconsciente, pero no lo soportaría, también es la primera vez que la cámara me molesta y deseo mirarte sin ella de por medio. Quiero tocarte... Necesito ver más de ti...

Win en algún momento había retenido su respiración, para cuando se dio cuenta, jadeó nervioso, ansioso. Cerró los ojos e impulsó su cuerpo hacia delante, pero en lugar de aterrizar en su boca, se topó con la palma del fotógrafo.

—Tienes que saber que el mes entrante me iré a Japón, después a algunos países de Europa y, si todo sale bien, a América. Estaré lejos de aquí por un largo tiempo... No debes ilusionarte conmigo —le advirtió a pesar de que deseaba que se quedara, pero necesitaba ser honesto.

Lo suyo estaba destinado a ser pasajero, aunque moría porque fuese especial, porque Win ya lo era para él.

El más joven asintió, incapaz de emitir un sonido, de hacerlo seguro descubriría que estaba mintiendo. Desde que estuvo bajo su mirada condescendiente, ya que Bright sabía que era el mejor haciendo su trabajo, cayó cautivo de su existencia.

—Win, ¿es tu primera vez con un hombre? —cuestionó deslizando su palma extendida de su boca hasta su cuello, con su pulgar acarició su labio inferior.

Pasó saliva antes de responder, ignorando el calor en su vientre bajo que quemaba por más.

—No —admitió entrecerrando los ojos y despegando sus labios para que el pulgar del fotógrafo se introdujera en su caliente y húmeda cavidad.

Ninguno de los dos esperaba tener una conversación más profunda de su pasado, bastaba con el presente nítido.

La luz de los reflectores estaba sobre ellos, iluminando la piel pálida de Win sin dejar ni un centímetro oculto, de ser otra persona Bright ya habría tirado del cable para desconectarlas, pero no quería perder ni un detalle de la figura del modelo.

Como fotógrafo, admiraba el cuerpo de las personas, le inspiraban las curvas suaves y las clavículas marcadas, los hombros firmes y las manos estilizadas, normalmente encontraba esas características en mujeres, pero Metawin, tenía todo aquello y más.

Lo empujó con suavidad hasta que terminó recostado sobre las sábanas blancas, rodeado de los pétalos que sirvieron para su sesión. Permaneció unos segundos observando cómo Win le lamía. Su tierna lengua rozando su pulgar ahora empapado de su saliva.

En ocasiones, cuando estaba en medio del sexo, sentía la poderosa necesidad de detenerse y capturar el momento, ahora, un nuevo sentimiento, tal vez egoísta, le ordenaba quedarse quieto y disfrutarlo. Hacer suyo ese instante.

Sobre ese mismo colchón habían modelado un montón de mujeres desnudas que a la mayoría de las personas les robaría el aliento, y todas, sin excepción, se habían marchado de ahí sin ninguna otra promesa que aparecer en un artículo de una revista. Ahora, estaba ahí, prometiéndole a Win sin necesidad de palabras, que lo haría sentir bien, que se encargaría de colarse en su piel para que no lo olvidara jamás. Para que al cerrar los ojos rememorara ese encuentro.

Y Bright no necesitaba que el chico le hiciera un juramento, ya había sobrepasado sus expectativas mucho antes de que se desnudara frente a él.

Guardando en su memoria esa imagen de Win, se acercó para volver a besarlo. Sus labios estaban mojados, y se aseguró de empaparlos más. Sorbió su lengua y la mordió. Recibió un gemido de respuesta y su mano abierta reptó de su muslo hasta posarse cómodamente en la cadera del modelo. Apretó la zona hasta que sus dedos quedaron marcados.

La tela de la ropa de Bright quemaba en su piel sensible, necesitaba sacársela de encima para que el contacto fuese más real. Con pesar dejó de torturar los carnosos labios de Win para quitarse la sudadera con todo y la playera de resaque.

Al ver su torso desnudo, la piel ligeramente bronceada y las líneas sutiles que surcaban su abdomen, provocaron un burbujeo en el vientre de Metawin. Se deshizo de sus converse descuidadamente. De un calculado movimiento, Bright liberó el botón de sus light wash jeans y con sus dedos diestros bajó el cierre. El espectáculo de quitarse la prenda y después los bóxers, ocasionó que Win curvara los dedos de sus pies.

Al aire pesado y el doloroso silencio, amplificando sus agitadas respiraciones, terminó por desesperarlo.

El modelo se puso de pie, con pasos vacilantes llegó hasta quedar frente al adverso. Hasta ese momento cada una de sus acciones habían sido rechazadas, esperaba que ahora fuese diferente. El sentimiento de inferioridad estaba bajo su lengua, Bright era un ser hermoso, no entendía cómo es que alguien como él se impresionó por su apariencia.

Su mano por cuenta propia descansó en el pecho del castaño, una mancha rojiza surcaba cerca de sus clavículas.

—¿Por qué no eres un modelo también? —cuestionó curioso por la respuesta mientras sus dedos se escurrían hasta su estómago.

—Nunca me ha gustado ser el centro de atención —emitió con voz profunda acercándose al oído del menor—. Prefiero ser el principal espectador... —Expulsó su cálido aliento en la oreja de Win que tembló y le incitó a tomar entre sus labios el lóbulo rojo y blando.

Llevando su diestra a su boca, Win lamió su palma y la bajó envolviendo ambas erecciones. El roce exquisito les robó el aliento y pronto se encontraron gimiendo como locos.

Bright recorrió la espalda del menor hasta terminar apretando su trasero con fuerza.

Deseaba tanto enterrarse en Win, hacer que llorara y suplicara por más. Ver su expresión antes del orgasmo, besar sus puntos sensibles y escucharle llamarlo, trayéndolo una y otra vez de vuelta a su piel.

Interrumpiendo el bombeo de la diestra del que en ese instante era su amante, lo cargó y lo empotró contra la pared más cercana. Su miembro erecto, como si hilos invisibles tiraran de él, se ajustó entre los glúteos del modelo, deslizándose sin poder penetrarlo por lo estrecho de su agujero.

Con las piernas alrededor de sus caderas, y los brazos colgando de sus hombros, Metawin arqueó la espalda para unirlos más, mientras a la par, se balanceaba sutilmente sintiendo aquel falo grueso acariciando cerca de su entrada.

La familiar sensación de necesidad por ser llenado hasta el fondo le desesperó y cuando bajó una de sus manos para comenzar a dilatarse, Bright le detuvo con una sonrisa perversa.

Depositándolo de vuelta a las sábanas, se apoderó de sus labios en un nuevo juego donde él iba ganando por mucho. El sabor de su boca se fue perdiendo hasta que llegó el punto en que no lograba identificar el suyo del ajeno. Saliva entremezclada y jadeos sin orden ni sentido le obligaron a retirarse e ir probando con la lengua cada pliegue que se atravesaba en su camino hasta llegar a uno de sus pezones. Primero fue suave y fue aumentando la rudeza del contacto hasta que los dedos de Win se aplastaron contra sus hombros. Fue entonces que siguió descendiendo hasta su ombligo, hasta morder donde su hueso pélvico se marcaba y finalizar rozando su aliento en su pene.

Deslizó su lengua por toda la extensión y dedicó especial atención a la cabeza de su miembro, el sabor salado y ligeramente dulce de Win le impregnó la boca. Metiéndose tres dedos para empaparlos y lubricarlos, decidió que haría que el modelo se corriera primero.

Win se estiró al percibir la ausencia de atención solo para encontrar a Bright mirándole con aquella condescendencia tan característica y cruel. Sin darle oportunidad de hacer un nuevo movimiento pasó su lengua por sus testículos y su dedo índice se adentró en él.

Jadeó de sorpresa y el dedo retorciéndose en su interior le regresó de vuelta al sitio donde Bright lo quería. Aún con la imagen tatuada en sus retinas del fotógrafo entre sus piernas, brindándole el placer más prohibido y exquisito del mundo, gimió con dos sentimientos contradictorios. Su orgasmo lo sentía cerca. Deseaba parar, pero moría por terminar.

Cuando tres dígitos torturaban su agujero y su pene estaba siendo envuelto por la boca de Bright, que ahuecaba sus mejillas para darle más placer. Su cuerpo ardió y se convulsionó. Explotando y drenándole hasta la última gota de energía.

Los dedos de sus pies, y sus párpados, perdieron fuerza y cada una de sus extremidades quedó laxa y floja contra aquellas sábanas húmedas por su sudor.

Win estaba entrando felizmente por las puertas del limbo abiertas de par en par para él, pero el tirón violento de su tobillo para que enredara sus piernas alrededor de Bright le regresó de golpe a la realidad.

—Estamos empezando, no puedes rendirte aún —susurró encima de él, distribuyendo su peso deliciosamente en el cuerpo caliente y rojizo.

Jadeó con fuerza el volver a sentir aquellos largos dedos de nudillos prominentes entrando y saliendo descaradamente de su interior.

—Dame un segundo... —Pidió agitado por el dolor y esfuerzo de ser arrastrado de vuelta.

El fotógrafo negó, tenía ante él la mejor vista, los ojos llorosos y los labios hinchados por el desastre que hizo de ellos antes, no podía detenerse ahora.

Las venas del modelo se calentaron ahí donde los dientes filosos de Bright rasgaron al acercarse a su cuello. La sangre volvió a acumularse bajo su vientre y cuando le sintió retirar sus dedos, y regresarle la mirada, tragó duro en anticipación. Le vio buscar en los bolsillos de sus jeans, que había dejado a un lado, un preservativo y colocárselo con maestría.

Tomándolo por la cara opuesta de sus rodillas, hizo que sus piernas se apoyaran en sus hombros. Besó sus rodillas y acarició sus muslos.

Sin pestañear, se escurrió dentro del modelo con lentitud, disfrutando del dolor y la vehemencia de la sensación caliente y húmeda que se concentraba en su pene.

Dejó de pensar, abandonó toda lógica y se concentró en desarmar al chico precioso que gemía bajo él. Bright quería separar pieza por pieza, para volver a construirlo a su manera, para que después de aquel encuentro dejara toda inseguridad, todo sentimiento de inferioridad y fuese capaz de verse tal cual. Win era perfecto, incluso con los pequeños defectos con los que había nacido. Era sensual y erótico, era dulce y tierno, era el narcótico que tanto estuvo buscando con ayuda de su cámara para poder cerrar los párpados con tranquilidad.

Tomándolo con su diestra lo bombeó hasta que el semen salpicó sus vientres. Win se retorció y un par de lágrimas rodaron por sus mejillas.

Estirándose limpió con su lengua aquellas pequeñas gotas saladas y dejó de moverse para apartar los finos cabellos que quedaron pegados a su frente perlada de sudor.

Todavía estaba dentro de Metawin y él pretendía resquebrajarlo por completo.

Le dejó recuperarse unos segundos y salió de su interior.

—Tú aún no... —Intentó formar una oración, pero no lo consiguió.

Vachirawit se recostó a su lado y lo abrazó. Creyó que no habría nada más, hasta que le empujó con suavidad de un hombro acomodándolo de tal forma que quedó con su espalda contra su pecho.

Acariciándole como si tocase las cuerdas de una guitarra, reptando hasta su pezón izquierdo lo retorció entre su pulgar e índice. Win jadeó confundido, agotado y cuando sintió su pene volver a arremeter en su agujero, un quejido escapó de sus labios.

—Bright... —Logró pronunciar con dificultad, nunca había experimentado dos orgasmos seguidos, mucho menos había soñado con tres.

Si continuaba así perdería la consciencia, pero cuando una de sus piernas fue elevada para que tuviese mejor acceso a su interior, perdió la oportunidad de retroceder y dejó que las sensaciones invadieran su cuerpo, subiendo y cayendo en espiral, una y otra vez, guiado por la cadencia impuesta por el fotógrafo.

Su miembro despertó y se endureció en la palma de Vachirawit que lo elogió con palabras dulces y con su aliento cálido contra su nuca. El adverso dejó besos húmedos en sus omoplatos y hombros. Aquello le dejó la mente en blanco y tembló, arqueándose y provocando que el fotógrafo golpeara con rudeza, y que en algún punto rozara su próstata llevándolo más allá de lo que nunca había alcanzado.

Lo último sucedió sin orden ni sentido, tan solo de pronto eyaculó y se desvaneció unos instantes.

Al abrir los párpados pesadamente, se encontró a Vachirawit quitándose el condón lleno de su semilla.

Volvió a cerrar los ojos y cayó rendido en un profundo sueño.

[...]

—El martes por la noche partimos a China y regresamos el sábado, tendrás un día para descansar y el lunes a primera hora debes estar listo para una entrevista de moda, después... —Su manager hablaba con rapidez sin percatarse de que Win estaba más interesado en mirar las nubes grises que se movían perezosamente por el cielo apagado.

—¿No te ha llamado? —Lo interrumpió, estaban a finales de mes y por lo que recordaba, Bright ya debería estar en Japón.

El mayor suspiró. Metawin no había sido nada discreto cada vez que preguntaba por el fotógrafo Vachirawit.

—No... Es una lástima porque la sesión tuvo mucho éxito y repetirla te habría hecho escalar un nuevo nivel —murmuró sin ganas, aquel fotógrafo era muy extraño, desde que le informó la fecha de lanzamiento no había vuelto a ponerse en contacto con él.

—¿Puedes pasarme su número? —Probó por milésima vez.

—Sabes que no puedo hacerlo, Vachirawit dejó claro desde el inicio que él sería quien se comunicaría, ya que nunca atendía llamadas.

El modelo se puso de pie y se despidió de su manager. Por ese día habían concluido.

De camino a su departamento, con mascarilla y lentes negros, se detuvo en un puesto de revistas y consiguió la nueva edición que había visto antes en el sótano de Bright.

Antes no lo había hecho por lo arriesgado que era que lo descubrieran comprando una. Pero ahora le daba igual, estaba desesperado por tener algo que le conectara al fotógrafo.

No la abrió hasta que estuvo en su habitación, rodeado del silencio y el frío que tanto le recordaban aquel encuentro.

Antes de hojear la revista se preparó mentalmente para no aparecer allí, era probable que Vachirawit se arrepintiera y terminara por fotografiar a una mujer como tan acostumbrado estaba. Era una fuerte posibilidad.

Apretó en puños las manos e inhaló y exhaló aire pesadamente. Sin conseguir tranquilizarse pasó las delgadas páginas hasta que contempló una figura desnuda.

Era él.

Solo que parecía alguien diferente, alguien más hermoso.

Junto a la firma del fotógrafo descubrió una pequeña nota.


«La verdadera belleza no ocupa atención, pero no podemos apartar la mirada de ella hasta hacerla nuestra».



Fin.

N/A: Tengo dos ideas:

1. Una historia postapocalíptica (zombies), con aparición especial del MewGulf.

2. Historia cliché, pero bonita maestro-alumno.

¿Cuál les gustaría leer primero?

¡Gracias por leerme y por los casi 500 votos! Sus comentarios me animan a seguir publicando mis ideas locas ;u; ♡

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