Estudiantes [Parte III]
Con la yema del dedo índice acarició suavemente su labio inferior. En ese momento su piel estaba reseca, pero lo último que le preocupaba era su textura marchita. No podía parar de pensar que sus labios tocaron los de Bright.
Era como un sueño, uno del que despertó abruptamente y con dolor de cabeza.
Se mantuvo unos segundos más palpando sus labios, sin terminar de creerlo y al enfocar la vista más allá de las gradas, donde se encontraba esperando, distinguió a Bright atravesando el circuito de velocidad que el entrenador había preparado previamente para que ejercitaran.
Desde aquel incidente, donde terminó por regresar a casa en la madrugada, ninguno de los dos había hecho el intento de comunicarse con el adverso, por su parte, Win tenía mucho en qué pensar antes de confrontar al castaño.
Sería absurdo negar que Bright le gustaba, como persona, como amigo, y no le importaría descubrir cómo se comportaba de amante. No tenía miedo, confiaba en él, sabía que no le haría daño, pero dudaba de sí mismo. Quizá se aburriría de él, sus personalidades eran opuestas, y como amigos no había problema, pero como pareja podrían tener un montón de diferencias, además, no era el tipo de Bright. Le había visto coquetear con chicas hermosas, pequeñas, dulces y encantadoras. Él era un sujeto grande, sus ademanes no eran delicados, le gustaba jugar rudo, cuando se reía era escandaloso y a veces perdía el control de sus emociones, era ruidoso, inquieto y se olvidaba continuamente de cuidar su imagen de "chico genial". No creía ser el mejor candidato, incluso como hombre, un sujeto más pequeño y lindo como el actor Gun Atthaphan parecía más adecuado.
La nula seguridad de ser atractivo para Vachirawit le había impedido buscarlo antes.
Sin embargo, recordaba la forma en que encajó en su regazo, como las manos de ambos se deslizaron por sí mismas acoplándose en el adverso con facilidad, le confundía que en aquel beso pudo sentirse deseado y amado. Ese tipo de sensaciones no se podían disfrazar, ni actuar, ni disimular. Tal vez tenía una pequeña oportunidad.
Win se mantuvo observando el entrenamiento, sin prestar verdadera atención, ya que en su cabeza estaba planeando cómo lo abordaría y muriendo, un poco, de nervios.
Cuando notó que los jugadores se dispersaban se puso de pie para encontrar a Bright fuera de los casilleros.
Esperó recargado contra una de las paredes, pretendiendo que revisaba una conversación de Line. De reojo vio pasar a los compañeros de Bright, uno tras otro. Cuando llevaba más de veinte minutos, pensó en entrar a buscarlo, pero mientras se decidía fue interrumpido por la voz de Gulf.
—¿Win? ¿Qué haces aquí? —le preguntó como si hubiese visto a un fantasma.
—Hola, Gulf. ¿Cómo estás? —contestó con un saludo, sin entender del todo su actitud, no era la primera vez que estaba allí—. Espero a Bright... —Pensó que era extraño explicarle, cuando era demasiado obvio.
—Oh —dijo apenado, cayendo en cuenta de lo que ocurría—, Bright se fue directo a su cita, ¿no te avisó?
Win procesó la nueva información con lentitud.
—¿Cita? —repitió desorientado—. ¿Se ha sentido mal? No me dijo que iría a una consulta...
Gulf se pasó incómodo las manos por el cabello y la nuca.
—Me refería a que invitó a salir a Air. —De alguna forma su voz le recordó a una disculpa—. Debió olvidar avisarte o... No te vio en las gradas.
Fue el único que estuvo allí todo ese tiempo, pero no se pondría a reclamarle a Gulf.
—Tienes razón. —Retrocedió con una sonrisa que disfrazó muy bien su decepción y tristeza—. ¡Nos vemos luego, Gulf!
Dio media vuelta y caminó tan rápido para que no fuera capaz de alcanzarlo. No podía sostener por más tiempo la expresión alegre con los ojos nublados.
¿En serio creyó que tenía una oportunidad?
[...]
—¿No te gusta la comida? —cuestionó preocupada, ya que Bright no había tocado su plato y de vez en cuando giraba la cabeza para mirar detrás de él, tenso, como esperando que alguien apareciera. Recibió una negación de cabeza y Air decidió arriesgarse—: ¿No te gusta el restaurante?
Aunque él había elegido donde comer, cabía la posibilidad de que se arrepintiera de ir allí.
—Estoy bien, solo que el estómago empezó a dolerme —no estaba mintiendo.
Quería estar con ella, lo deseaba, pero no podía. Su cabeza estaba con Win.
—Podemos irnos ahora, para que puedas tomar alguna pastilla en tu casa y descansar. ¿Quieres que pasemos a comprar medicina a la farmacia?
Bright le agradeció y le dijo que no era necesario que se preocupara. Esperó a que terminara de comer y se marcharon de allí. La llevó a su condominio y antes de que se bajara del auto le pidió que lo disculpara.
Su intención era ir directo a su departamento, pero a mitad de camino sacó su celular y le pidió a Win que se encontraran. Sin embargo sus mensajes no llegaron, y cuando intentó marcarle las llamadas siempre fueron transferidas a buzón.
[...]
Cuando despertó, enseguida sintió sus párpados pesados. Antes siquiera de mirarse en el espejo supo que la piel alrededor de sus ojos debía estar hinchada y se levantó a prepararse unas compresas de café para bajar la inflamación.
Se dio un baño y al salir de la regadera se sentía como otra persona.
Lo primero que hizo fue quitar el modo avión de su celular, las notificaciones de mensajes y llamadas de Bright hicieron que el aparato vibrara sin control.
No entendió por qué lo buscó tan desesperadamente, pero asumió que no debió ser gran cosa y terminó contestando sus mensajes con un simple «te veo después de clases».
Ese día no permitió que su mente se enfocara en más que en lo que tenía enfrente. Hizo apuntes en todas sus clases, desayunó con sus amigos e incluso, asistió a una conferencia en su hora libre. Al finalizar iba a conducir a la facultad de Bright, pero el mayor ya lo esperaba en el estacionamiento.
—¡Hey! —Llamó su atención con una radiante sonrisa—. Lamento no haber respondido ayer, mi celular se quedó sin batería y se me olvidó cargarlo hasta que desperté —mintió cuando lo tuvo cerca y enseguida notó que Bright lucía una expresión sombría—. ¿Quieres que te lleve a algún lugar? —dijo más serio cuando los segundos transcurrieron y el adverso no parecía reaccionar a su voz.
—Win... —murmuró su nombre y le observó con los ojos entrecerrados con una intensa y profunda mirada que le hizo tragar duro—. Tenemos que hablar sobre lo que sucedió ese día.
Con una mueca pretendió forzarse a hacer memoria. Aunque al instante supo a qué se refería.
—¿Quieres hablar de aquel beso...? —Desvió la mirada y soltó una risilla nerviosa—. Oh, por favor, olvida eso, creo que ya era muy tarde y nuestras mentes estaban medio dormidas —agitó las manos compulsivamente frente a Bright para distraerlo y que no descubriera como las comisuras de sus labios temblaban al no soportar seguir estirándose en una sonrisa forzada.
—Yo estaba consciente cuando...
—En serio pretende que nunca sucedió, creo que estaba soñando que eras una sexy chica e hiciste muy bien en empujarme, porque ya estaba por intentar quitarte el sostén y me habría llevado una terrible decepción al descubrir que eras tú —lo interrumpió y pasó por su lado golpeándole el hombro en el proceso—. Tengo que ir a casa a terminar un proyecto, ¿quieres acompañarme? —dijo cambiando de tema mientras quitaba el seguro de su auto con la mano temblorosa. Fue un milagro que su voz saliera normal. Después de todo estaba listo para ser un actor profesional.
Por varios y eternos segundos se mantuvieron en silencio, de espaldas y sin hacer ningún movimiento innecesario, solo se percibía el de sus pechos, al bajar y subir por su respiración, delatando que no habían quedado congelados en el tiempo.
—No... Yo tengo que estudiar para un examen, nos vemos después —se despidió Bright con un nudo enorme en la garganta.
[...]
A principios de diciembre la noticia de que Win estaría interpretando el papel principal de una serie BL sacudió su mundo.
Llevaba dos meses completos sin saber nada de él, y los otros tres anteriores apenas intercambiando un par de mensajes. Desde aquel día que intentó hablar con él sobre el beso que compartieron no volvió a pisar su departamento, ni a animarlo en las prácticas de su club. Bright tampoco hizo gran cosa por buscarlo, ya que se había convencido de que sentía por Win más que amistad. Y él le dejó claro que exceder los límites no era más que una equivocación.
Su relación se fue marchitando, el tiempo que pasaban juntos gradualmente se redujo hasta terminar en ceros.
Bright no tenía ganas de hacer algo al respecto, porque estaba seguro que volvería a intentar besarlo.
Pensaba constantemente en aquella noche, en cómo habían conectado al instante, en cómo había sido tener a Win entre sus brazos. A aquel chico que transmitía alegría con su sola presencia y que le hacía la persona más estúpidamente feliz del planeta. Y recordaba lo asustado que estuvo por desearlo tanto, porque un beso no era suficiente, porque quería arrastrarlo consigo debajo de las sábanas y llegar más lejos. Si Win pudiera leer sus pensamientos lo detestaría tanto.
Aunque ahora aquel sueño se había disuelto.
Cada uno andaba por su cuenta.
Bright contempló la pantalla de su celular con una sensación opresiva en el pecho. Le daba gusto que por fin pudiera demostrarle al mundo el talento nato que poseía, pero... Definitivamente esa era la señal de que sus mundos no estaban destinados a mezclarse, ni sus caminos a cruzarse.
Ese día no tenía que ir a clases, pero debía salir a hacer la despensa, ya que su refrigerador estaba vacío.
Se quitó el pijama con el ánimo en el suelo, se puso una playera holgada y un pantalón negro de mezclilla mientras pensaba que regresaría enseguida a prepararse el desayuno.
Tomó las llaves de su auto y al abrir la puerta se encontró de frente a Win.
El menor dio un pequeño salto del susto, tenía el brazo estirado, seguramente estaba a punto de tocar cuando él jaló de la puerta.
—Bright, hola, yo... —el chico comenzó a saludarlo con la misma energía de siempre y con su eterna sonrisa—, pasaba por aquí y creí que sería buena idea ver cómo estabas.
—¿Quieres pasar? —le preguntó con el pulso acelerado, sorprendido por su repentina visita y más feliz de lo que estaba dispuesto a admitir.
—No, yo en realidad no tengo mucho tiempo —poco a poco presenció cómo su expresión fue cediendo—, solo quería verte y...
Win se llevó las manos al rostro, sintiendo como su cara ardía y sus ojos picaban.
Vio sus hombros sacudirse con suavidad y entendió que estaba llorando. Acercándose con lentitud lo rodeó con sus brazos y con una mano le ayudó a apoyarse en su hombro. El actor dejó de contenerse y correspondió el abrazo de Bright sin poder evitar que las lágrimas fluyeran empapando la playera del chico que adoraba.
Los dedos de Bright se deslizaron por su nuca y comenzó a hacerle delicadas caricias, intentando consolarlo, intentando que sintiera cuanto le importaba y cuanto le destrozaba verlo así.
Era la segunda vez que lo hacía, Win siempre estaba riendo o bromeando a su alrededor.
Cuando logró tranquilizarse se despegaron apenas lo suficiente para que Bright tomara su muñeca y tirara de él para que ambos se metieran al pequeño departamento.
Le preparó café, ya que era lo único que podía ofrecerle, no había podido ir de compras, y se sentó junto a él en el enorme sofá donde solía acostarse por horas mientras jugaba en línea.
—Yo... Lamento si te asusté —se disculpó con la mirada fija en la taza caliente que tenía entre las manos.
Bright quitó un mechón de su frente y lo colocó detrás de su oreja correctamente, rozando en el proceso con sus yemas la pálida y sensible piel de Win, que desencadenó un escalofrío que bajó por la espina dorsal del menor.
—¿Estás bien, bebé? —cuestionó con auténtica preocupación, utilizando aquel mote cariñoso con el que antes solía llamarlo en ocasiones especiales.
—Estoy asustado —respondió alzando la mirada y posándola en la profunda de Bright—, no sé si sea suficientemente bueno, apenas salió la noticia y ya muchos creen que soy demasiado grande y tosco para interpretar al personaje principal. No soy tan tierno... ni tan...
—Lo eres, para cualquier personaje que te pongan enfrente, estoy seguro que puedes hacerlo —lo interrumpió antes de que continuara menospreciándose.
—Ni siquiera sabes a quien interpretaré —replicó sin la intención de que fuera un reclamo, sabía desde el inicio que Bright le diría algo así, solo quería que entendiera cómo se sentía.
Un silencio incómodo les envolvió y Win se arrepintió por las palabras que antes salieron de su boca, estaba por explicarle que en realidad no importaba, pero enseguida notó que algo en la mirada del músico cambió.
—Lo sé —le informó quitándole la taza de cerámica para poder atrapar sus manos entre las suyas—. Sé cuál será tu rol en la serie. Y puedes hacerlo, porque no creo que exista otro chico más tierno que tú. El mundo verá el tipo de persona que eres, que vales demasiado, y se descubrirán amándote... Exactamente igual como me ocurrió a mí... —expulsó deshaciéndose del miedo de perderlo, porque de alguna forma ya lo había hecho. Ahora no era más que una sombra en su vida, un espectador.
Las facciones de Win se ensombrecieron dolorosamente. No creía justo que utilizara esa palabra tan deliberadamente cuando él podía volver a ilusionarse, cuando su corazón era débil y podía volver a caer a sus pies en cualquier momento.
—Quizá les pueda llegar a gustar, pero amar es...
De un movimiento rápido Bright lo tomó por el cuello y estampó su boca en la de Win logrando ahogar su voz antes de que terminara su oración.
Movió con brusquedad sus labios y en algún punto no pudo resistirse a introducir su lengua en la cálida y húmeda cavidad del menor, sintiendo como un grito surgía desde el fondo de su garganta que se liberó como un gemido.
Win pensó que podía cerrar los ojos, podía disfrutarlo y podía sentir que llegaba al cielo, pero sabía que la caída posterior era cruel e insoportable, por eso decidió que sus manos, que ya se habían amoldado en el sólido pecho de Bright, en lugar de alentarlo, con fuerza tiraran de él para apartarlo. Cuando lo consiguió se cubrió la boca y buscó desesperadamente la forma de tranquilizarse. Su corazón golpeaba frenético contra su pecho y el mundo se tambaleaba a su alrededor.
Vio de reojo como Bright se puso de pie frente a él.
—Será mejor que te vayas —le escuchó decir y deseó llorar por lo irónico que era que ocurriera exactamente lo mismo por segunda ocasión, debía ser todo una broma, una de nuevo demasiado cruel—. Si te quedas no podré asegurarte que no vuelva a intentarlo.
—¿Qué? —expulsó con los labios temblorosos, alzando la vista apenas lo suficiente para descubrir la expresión del mayor.
—Te amo... Me vuelves loco, me haces desear no soltarte jamás, pero sobre todo... No sería capaz de hacerte daño. Así que deberías irte porque no te puedo tratar solo como un amigo —confesó llevándose toda su fuerza, su seguridad y su determinación en ello.
Solo quedó un cascarón vacío. El mismo que había andado todos esos meses por el mundo sin Win.
El actor se puso de pie con lentitud, como temiendo que un movimiento en falso terminara por destruir aquel dulce sueño en el que había entrado.
Se colocó delante de Bright para mirarlo fijamente, mas el mayor le rehuyó haciéndose a un lado para dejarlo pasar.
—No me voy a ir, Bright... —pronunció asustado, había sentido su confesión real, pero ¿y si al final no funcionaba? Entonces era hora de apostarlo todo—. Nunca quise irme...
Se estiró hasta atrapar la mejilla de Bright. Nunca se había sentido tan fuerte como en ese instante. Recorrió los pocos centímetros que lo separaban del chico que amaba y se adueñó de sus labios con los ojos cerrados.
Le sintió temblar, y entendió que sería difícil explicar en palabras por qué, tal vez de emoción, de angustia, de anhelo, quizá por todo, pero sabía estaba igual que él, así que apretó con más fuerza sus párpados y permitió que su cuerpo se desconectara de su mente.
[...]
Ambos salieron del gimnasio empapados de sudor, ya que no les gustaban las regaderas del sitio, habían acordado tomar una ducha en el departamento de Bright.
El estudiante de marketing acompañaba eventualmente a Win a hacer ejercicio, ya que el menor se había propuesto bajar de peso para adaptarse mejor a su personaje, lo que también incluía una dieta que llevaba estrictamente. Hasta ese día había perdido diez kilos, logrando ahora ser más delgado que él. En realidad, antes solo le ganaba por dos kilos, pero también estaba el hecho de que era un par de centímetros más alto, entonces para Bright, Win siempre fue un chico con envidiable físico.
El menor se recostó en el asiento del copiloto permitiendo que su novio condujera su BMW a su piso. Se sentía agotado, pero a la vez fresco y con la mente despejada. Bright puso una canción de Scrubb y aquello fue lo que terminó por hacer el viaje perfecto. Tanto que no se dio cuenta cuando llegaron hasta que unos golpecitos en su mejilla le sacaron dulcemente de su sopor.
—Andando, cariño —le dijo provocando que sus mejillas se tiñeran de rojo.
Siempre sabía cómo ponerlo tímido.
Subieron en una carrera improvisada que Bright ganó, y de castigo Win tuvo que permitir que lo cargara del umbral de la puerta hasta llegar a la habitación.
—Si sigues adelgazando vas a desaparecer —bromeó en su oído, provocando un escalofrío que le hizo tensarse.
—Aún queda mucho de mí, todavía puedo bajar más —respondió saltando de sus brazos al suelo.
Bright no permitió que se alejara y lo atrajo rodeándolo con sus brazos, gracias a que lo había estado acompañando, su fuerza y resistencia física había mejorado considerablemente.
—Ya eras perfecto, aunque ahora... Solo haces que mi lado protector sea más intenso —murmuró mordiendo el lóbulo de la oreja del actor.
En un instante el calor subió a su rostro y sintió sus piernas temblorosas. Bright besó su cuello, raspando con los dientes su pálida piel que enseguida enrojeció.
El rostro de Win siempre fue delgado, pero ahora que había perdido peso, se había vuelto más fino y delicado, el menor estaba haciendo que la poca cordura que Bright poseía, cuando se trataba de él, desapareciera por completo.
Colando sus manos por el borde la playera de resaque de Win, sus dedos reptaron por cada centímetro de piel a su alcance, hasta que llegó a su pecho y pellizcó sus pezones.
—¡Mierda! —Exclamó sofocado, si continuaba tocándolo no podría continuar de pie—. Es mejor que...
Bright le impidió terminar tumbándolo a la cama y cayendo encima de él.
—Es mejor que te prepares porque muero por hacerte completamente mío —comentó con voz más grave de lo normal—. ¿Por qué me pides que te acompañe al gimnasio? Siempre termino por ir al baño para no tener una erección...
Aquella confesión hizo que la sangre comenzara a acumulársele en el lugar correcto.
—No... Bright... —intentó empujarlo, estaba avergonzado y pegajoso, ambos estaban ensuciando las sábanas con su sudor—. Tómenos un baño y...
Fue callado por la boca de su amante y poco a poco su cerebro se fue desconectando, olvidando su vergüenza y las sábanas, lo único que percibió fue el fuerte aroma de la colonia de Bright, que estaba en todas partes, desde el aire hasta la almohada bajo su cabeza.
Lo apresó por el cuello con sus brazos y sus piernas se acomodaron a sus costados, Bright aprovechó para colarse entre sus muslos hasta lo imposible, sus miembros duros friccionando por encima de la ropa de deporte que deseaban hacer desaparecer.
De sus labios escaparon toda clase de sonidos primitivos y salvajes que ni siquiera se preocuparon por contener, aunque las paredes fuesen delgadas y podían ser escuchados por los vecinos.
—Debería tomar un baño primero —logró conectar un pensamiento razonable con su boca, aprovechando que Bright había bajado a su estómago y con su lengua hacía círculos muy cerca de su ombligo. Ahora sabía que no solo adoraba los labios de Bright, ¡Amaba su boca entera!
—A la mierda, no puedo esperar más —respondió tirando de sus shorts y ropa interior.
Enseguida la erección de Win saltó ante su cara y sin pensarlo dos veces, se lamió los labios y se metió aquel glorioso falo en la boca.
—Espera... —dijo sin desear realmente que lo hiciera—, yo... no... Muévete más rápido —ordenó cediendo ante el fuego que le consumía las entrañas y tomó en sus puños los cabellos cafés cobrizo que al tacto eran demasiado suaves.
Bright jugó con su pene tanto como quiso, separando sus piernas y contemplando la preciosa vista que era Win retorciéndose de placer. Besó sensualmente sus muslos pálidos y le dedicó una sonrisa que solo significaba una cosa.
El actor suspiró y después contuvo la respiración, mientras Bright se apresuraba a ir por lo necesario para hacerle el amor.
Regresó un menos de un minuto y vertió lubricante en sus dedos.
—¿Confías en mí, bebé? —habló para relajarlo, ya que seguían siendo principiantes a la hora del sexo entre hombres.
—¿Después de que dos días enteros me dejaste sin caminar correctamente? —Replicó con sarcasmo—. Sí, creo que sí... —Sonrió ampliamente consiguiendo que el mayor pensara posesivamente que no deseaba que nadie más contemplara esa sonrisa. Él solo quería absorberla, beberla por completo.
—Te amo —susurró estirándose para alcanzar sus labios.
Le besó hambriento, saboreándolo, un tanto desesperado por estar dentro de él, y cuando lo sintió completamente relajado, uno de sus dedos se coló en su interior. Win jadeó y casi rompe el beso, pero consiguió enredar ambas lenguas a tiempo para que se distrajera en aquel húmedo contacto.
Poco a poco la cantidad de dígitos aumentó hasta que logró que cuatro entraran y salieran fácilmente.
—Voy a follarte tan duro que esta vez serán tres días —bromeó mientras separaba los muslos de Win que le observaba con las pupilas dilatadas.
Se deslizó lentamente, sintiendo como sus paredes internas le succionaban. No pudo evitar liberar un gruñido. Estaba tan caliente que por poco se corre sin siquiera moverse.
Tomó por la cadera al actor y tiró de él hasta que su miembro lo penetró por completo, se inclinó sobre él para lamer sus labios y su mejilla.
Win mantuvo sus piernas en el aire, a los costados de Bright, mientras tal como le advirtió, lo follaba como un loco, golpeando frenéticamente su pelvis en sus glúteos.
Tuvo que cerrar los ojos, disfrutando de cada roce, de sentirse inundado por Bright, de su amor y su boca que no paraba de dejar marcas en su piel.
Le encantaba tanto eso, tenerlo tan dentro, que le resultaba imposible quejarse, encontrar una excusa, un pretexto para no entregarle cada parte de sí mismo. Por ello no le importaba estar en esa posición, porque sabía Bright lo cuidaba y lo adoraba.
Su amante, demostrando que sus dedos no solo eran buenos con las cuerdas, bombeó su miembro hasta que alcanzó el orgasmo.
Lo siguiente fue borroso para Win, cuando estuvo completamente consciente, el sol se había ocultado y la luna brillaba en el firmamento. Bright lo abrazaba permitiendo que su cabeza descansara en su brazo.
El chico dormía con una expresión preciosa en el rostro, las pestañas largas formando sombras en sus mejillas y su respiración tranquila provocaba que su pecho bajara y subiera dulcemente.
—Te amo más —musitó con una suave sonrisa sin parar de mirarlo con devoción.
♡♡♡
[...]
♡♡♡
¿Por qué nunca dejaba de sonreír?
Desearía que se mantuviera así por siempre.
Fin.
N/A: Disfruté mucho escribiendo, espero también ustedes lo hayan hecho leyendo ♡
Por cierto, esta historia sería como lo que pasó antes de la que muestro en la imagen que pondré abajo (solo la que está encerrada en el cuadro). Me faltó escribir la pelea posterior, pero quizá lo haga más adelante, claro, si les interesa leerla xD
La siguiente historia será de un Bright fotógrafo excéntrico y un Win modelo muy encantador, aunque advierto que tardaré un poco en publicarla.
Gracias por sus votos y comentarios, me dan años de vida ♡
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