Bright y Win [Parte única]
El constante e inquietante golpeteo contra su pecho —del que llevaba siendo consciente desde hace días— le hizo bajar la mirada. Sus espesas pestañas descendieron perezosamente en un gesto que le confirió un aura de misterio. En las últimas dos semanas, las personas que le rodeaban, decían en son de burla que nunca sabían lo que estaba pensando, Vachirawit sonreía pretendiendo que no entendía por qué tenían esa idea, cuando en realidad, él tampoco lo hacía. A pesar de que la respuesta estaba en su cabeza, cada vez que intentaba descifrar lo que le ocurría era como adentrarse en la profundidad de un océano y siendo honesto, prefería quedarse en la orilla —recostado en la playa— que sumergido en la amenazadora oscuridad, donde cualquier cosa podía tomarle por sorpresa.
Aquella tarde de inicios de junio tenía previsto una sesión de fotos junto a Win. Si echaran un vistazo rápido a su agenda notarían de inmediato que no tenía espacios en blanco, todo estaba hasta el tope de compromisos. Para un chico como él que siempre quería regresar a casa, era asombroso que no se sintiera agobiado. Vachirawit nunca imaginó alcanzar tal nivel de éxito, aunque sí estuvo esperando por una buena etapa en su carrera artística durante mucho tiempo, por todo ello jamás se quejaría.
Por la misma razón de su ajetreada rutina, no contaba con la libertad suficiente para ponerse a analizar a conciencia lo que había detrás de aquella extraña sensación que le invadía de vez en cuando. Al su cabeza apenas rozar una almohada, su mente ya mandaba la orden al resto de su cuerpo para que se relajara y cayera en un estado de inconsciencia. En general, respecto a su agitado presente; se sentía satisfecho, feliz y agradecido, aunque no todo fuese miel sobre hojuelas, le gustaba enfocarse en lo bueno, que siempre sabía era mayor.
Los ensayos de esa mañana para el fanmeeting le habían exprimido casi en su totalidad la energía, en el momento en que le maquillaban y le arreglaban el cabello para comenzar con las tomas, Vachirawit cerró los ojos permitiéndose unos segundos de desahogo, aunque no consiguió demasiado ya que debía evitar lucir cansado, estaba seguro que ese día no lo lograría cuando escuchó muy cerca la risa burbujeante de Win.
Una sonrisa que nunca planeó se dibujó en su rostro y poniéndose alerta lo buscó. Su Nong estaba a unos metros de distancia charlando con su manager mientras esperaba a que lo llamaran para iniciar con sus tomas individuales. Quizá sintió que lo observaba porque de un segundo a otro, Win cruzó su mirada con la suya y encogiéndose de hombros en un gesto tímido, las comisuras de sus labios se elevaron para arrojarle una expresión que le pareció muy dulce. Estaba agotado, pero verle —al que se había convertido en más que un compañero de trabajo— junto a él, le dio las fuerzas restantes para terminar de buena gana ese día. No estaba solo, y nunca creyó que para ese punto sería tan importante. Tenía el apoyo de su madre y tíos, de amigos cercanos que lo apreciaban, el de miles de personas que lo admiraban, el de superiores que le aconsejaban con la mejor de las intenciones; solo que al no ser algo físico y tangible, podía volverse brumoso en su corazón, sin embargo, Win estaba ahí realmente. Compartiendo la experiencia completa a su lado, viviendo aquel abrumador ascenso como celebridades y sobre todo, Metawin era quien mejor lo comprendía. Era consciente de que un lazo especial se había formado entre ellos.
Le motivaba verle avanzar, verle dar pasos largos —o hasta pequeños, lo importante es que avanzaba— hacia un camino prometedor, y sabía que Win sentía lo mismo. Tal vez en algún momento debían tomar direcciones opuestas, pero estaba seguro jamás dejaría de observar los pasos de su Nong.
Mientras posaban para una de las muchas marcas en las que se habían convertido en presentadores, sentía en su costado izquierdo el reconfortante calor que emanaba Win y no sintió que su sonrisa fuera forzada. Últimamente se había descubierto sonriendo con mayor frecuencia, y es que pasar tanto tiempo junto a un chico alegre y risueño le había hecho bajar la guardia. Vachirawit deseaba ser tratado como un adulto, porque desde que inició en aquel mundo había anhelado ser uno, tenía sus motivos para acelerar el proceso y así comenzar a ganarse la vida y un poco más. Había parado ahí con el pensamiento y la madurez de dar lo mejor de sí mismo. Y sí, también se había divertido, pero nunca permitió que aquello lo alejara de su meta.
Ahora, que lo había conseguido, y vislumbraba que debía seguir puliendo su mejor versión, la presión no lo estaba matando como a muchos les podía ocurrir, ya que Metawin con su codo le picaba las costillas para hacerlo reír, y al girar para observarlo con reproche por su falta de seriedad, su gesto severo murió y empujando con sus manos las contrarias, terminó respondiendo a su juego. Ambos lucieron auténticas expresiones animadas.
Fueron felicitados por el resultado de la sesión fotográfica y Vachirawit estuvo a punto de no aceptar esas palabras, porque en ocasiones como aquella sentía que más que trabajar, se divertía al lado de su Nong, pero entonces fue comprendiendo que era muy afortunado. Hacía algo que le gustaba y al lado de una persona con la que disfrutaba cada reto que le arrojaba la vida.
Antes de dar por concluido el día grabaron un vídeo para sus seguidores donde les mandaban buenas vibras en sus estudios y les deseaban salud, agradeciéndoles siempre su apoyo. Cuando les avisaron que podían marcharse ya había oscurecido, el sol se había ocultado hace un par de horas y ellos ni siquiera notaron el momento en que aquello sucedió.
Metawin lo llevó a su piso, en el camino aprovechó para actualizar sus redes sociales y hablar con su madre.
—¿Quieres algo de cenar? Creo que tengo algo decente que puedo meter al horno para invitarte —ofreció a cuadras de llegar a su departamento.
Su Nong aceptó y terminaron mirando televisión hasta que quedó dormido en su sofá.
Entendía que despertarlo para que se marchara no era una opción, de hecho desde el principio le había querido decir que se quedara a descansar con él. Estirando su diestra con el mando apagó la T.V. y se hizo el silencio. La respiración errática de Win y los suaves ronquidos que escapaban de su boca fueron llenando poco a poco la soledad encerrada en esas cuatro paredes, ya que el dueño apenas pasaba tiempo allí.
El golpeteo anormal en su pecho apareció mientras contemplaba el perfil sereno del adverso. Se hizo más difícil de ignorar cuando posó su mirada en los labios rosa pálido de Metawin. Entonces de un solo salto que le llevó al fondo del océano que habitaba su cabeza —del agua surgieron partículas de luz que le permitieron ver con claridad la razón del extraño comportamiento de su corazón— encontró la respuesta.
«Ah, estoy enamorado de Win», pensó con un peso menos de encima. Aceptándolo con tanta facilidad como si admitiera que le gustaba un platillo que nunca antes había probado, porque de cierta forma, ya lo sabía desde el inicio.
[...]
Durmió tan poco que fue capaz de presenciar el amanecer desde su balcón, el anaranjado tiñendo el azul claro del cielo y las nubes adquiriendo un tono amarillo fosforescente. Le pareció una hermosa vista.
Tanto como el de Metawin acurrucado en su sofá con una ligera manta encima.
Creyó que el motivo por el que se había vuelto tan protector con su Nong —a pesar de que la diferencia de edad era muy poca— se debía a que le inspiraba ternura.
Win era tan dulce como lo demostraba a los medios, quizá su inocencia se debía a que su familia siempre le había procurado todas las armas necesarias para enfrentar la vida, a comparación de él que aprendió mucho por su cuenta. Para ese punto no quería justificar su personalidad, antes lo había intentado, y solo consiguió pensar que fingía para ganarse de forma fácil la empatía del resto, pero el tiempo que pasó a su lado le demostró lo contrario. Win Metawin era auténtico, de esencia honesta y transparente, para cualquiera sería fácil amarlo.
—Aquí estás —escuchó la voz aliviada de su Nong—, pensé que te habías marchado sin tu celular. No sabía de qué forma te contactaría para avisarte que estaba despierto... —dijo colocándose a su lado, imitándolo al recargarse sobre el pequeño muro de concreto que les llegaba arriba de la cintura.
Mirándolo de reojo se encontró con un Win de rostro rojizo, era lindo incluso después de despertar con la cara hinchada.
—Está fresco y todavía es temprano, ¿por qué no regresas y descansas un poco más? Te despertaré dentro de una hora —pronunció con una sonrisa al verle bostezar.
—Phi, no creo que esté bien mientras tú no puedes dormir —respondió con sutileza, consciente que a Bright no le gustaba que se preocuparan por él.
—¿Entonces quieres que llamemos a algún lugar para que nos traigan el desayuno? —propuso estirándose cuan largo era. Le dolía la espalda y el cuello por permanecer en esa postura por tanto tiempo.
—Aún no tengo hambre... —contestó rehuyéndole la mirada—. ¿Podemos quedaros así unos minutos más?
Sus deberes comenzarían al mediodía, solo que ambos tenían planes diferentes. Hasta tarde se reunirían en el estudio de la GMMTV para continuar con los ensayos.
Vachirawit volvió a apoyar sus codos en la superficie de concreto mientras entrecerraba los ojos perezosamente.
—¿Qué estás pensando? —Se atrevió a cuestionar al identificar un suspiro de su Phi.
—¿Qué crees que estoy pensando? —Devolvió la pregunta desviando así un poco la atención inicial.
El que le había robado el sueño sonrió sin que la alegría alcanzara el resto de su expresión.
—No estoy seguro, nunca sé lo que piensas y cuando creo estar seguro, pues resulta que estoy equivocado —rió con cierta amargura—, pero luego es tu turno de descifrar lo que pasa por mi mente y lo haces como si me conocieras de años, como si para ti fuera de cristal y pudieras ver a través de mí, ¿y sabes?, no creo que sea justo, porque estoy continuamente intentando adivinar lo que ocurre contigo y siempre me topo de frente con tu gesto indiferente, y no digo que sea algo malo, siempre luces genial, pero es... frustrante —declaró quedando al final sin aire. Cada palabra salió una pegada a la otra, si logró darse a entender se debía a que Bright estaba muy bien familiarizado con su voz—. Cuando nuestras miradas conectan, en verdad desearía saber qué es lo que piensas.
Los segundos transcurrieron con lentitud, y entre más pasaba el tiempo, parecía que Vachirawit no iba a hablar.
—No es tan difícil, Metawin —su nombre escapó de sus labios con delicadeza—, lo que estaba en mi cabeza cuando preguntaste, y lo que siempre está cuando te miro —hizo una pausa para decidir si valía la pena ser sincero, quizá su Nong no tomaría bien su respuesta, pero aquello solo era una excusa sin fundamento, sabía que dijera lo que dijera, jamás lo odiaría—: Eres tú.
Subiendo la mirada por primera vez, la arrastró sobre la piel expuesta del pijama de Vachirawit, pasando de largo por su pecho, y deteniéndose una fracción de segundo por su manzana de adán, desde sus labios con el fantasma de una sonrisa, hasta posarla sobre los orbes oscuros y demasiado profundos. Bright no bromeaba jamás con ese tipo de cosas.
—Te diste cuenta ¿cierto? —expulsó omitiendo el resto.
No hacía falta que lo dijera. Win llevaba tiempo mirándolo furtivamente, con admiración y adoración. Porque Bright se desenvolvía en aquel mundo con un resplandor especial, manteniéndose fiel a sí mismo, sin pretender ser alguien que no era y aun así, logrando conquistar con su encanto natural. Con sus gestos que en ocasiones delataban recelo y sus muecas graciosas, porque siempre era muy expresivo, pero no al punto de conseguir ser leído.
Le gustaba su actitud, aunque a veces le hiciera muy consciente de sus errores, le encantaba verlo reír, si lo hacía entonces su felicidad se multiplicaba, amaba que hubiese aceptado actuar junto a él —como una pareja— y que aquellas escenas fluyeran como un río. Estaba agradecido con el destino que le puso a Vachirawit de compañero y desde hace poco, también lo estaba con sus sentimientos, por pertenecerle a una persona tan maravillosa.
No planeaba confesarse, no quería incomodarlo, podía arruinar la relación tan bonita que actualmente llevaban. Por eso se odió, porque al final Bright incluso pudo leer aquello en él.
—Creo que me di cuenta cuando también comencé a mirarte igual —habló atrayendo la atención del adverso que ahora parecía haberse disuelto en el horizonte—, solo está vez fui más lento, apenas pude nombrarlo...
—No quiero que las cosas cambien entre nosotros —aunque instantes antes había cumplido uno de sus sueños, no estaba seguro, y salir con alguien del que no sabía si era correspondido, era peor que seguir siendo amigos como ya lo eran—, el ambiente en el trabajo es lo más importante y además, seguro estás confundido, pasamos mucho tiempo juntos y...
—Paso mucho tiempo con otras personas y no por ello me siento atraído de esta forma —replicó con un tono de voz lento y grave—, pero tienes razón, si hacemos algo al respecto podría verse reflejado, y es demasiado arriesgado.
Toda la madrugada estuvo dando vueltas a ese pensamiento, al menos, le aliviaba parar ahora. Win había sido claro y él no tenía forma de hacerle cambiar de opinión.
—Regresaré a casa para cambiarme —anunció retrocediendo un par de pasos.
—Espera —pidió girándose para alcanzar la muñeca de su Nong. Antes lo había besado, pero con personas y un par de cámaras encima de ellos, quería hacerlo una vez más, sin la excusa del trabajo, solo guiado por aquel golpeteo contra su pecho—. ¿Puedo...? Para estar seguro que es lo mejor.
Metawin captó su intención y sin añadir más mentiras a esa charla, recortó la distancia que él mismo impuso. Rodeándolo por el cuello, estampó sus labios en los de Bright.
Aquel suave roce provocó una colisión de emociones en su interior, tanto que cerró los ojos sin quejarse cuando las manos adversas subieron por su espalda hasta su nuca, acrecentando, se convirtió en una auténtica supernova, le mordió el labio inferior sin importarle las consecuencias y el gemido que obtuvo directamente en su boca desembocó en un destello luminoso, de un movimiento abrupto Win terminó apoyando su espalda baja en la barda y rodeado por piernas y brazos de su Phi, aquello le llevó a un viaje interestelar sin retorno. Donde lo que les rodeaba se desdibujó e incluso el tiempo se volvió insignificante.
Aquel era su primer beso con sentimientos verdaderos implicados, y si había sido tan vehemente, ni siquiera se podía imaginar lo que pasaría cuando aprendieran a alimentarlos.
Contagiándolo de aquel golpeteo que ahora oprimía su pecho, se separó de Win para dejarlo marchar. Solo que el puño cerrado en su camisa le impidió alejarse demasiado.
—¿Podemos hacerlo de nuevo? —susurró con temor, había aprendido a no pedir nada, pero ahora sería capaz de rogar por un segundo beso.
Vachirawit acarició sus mejillas, suaves y rojas bajo su tacto.
—Las veces que quieras —respondió contra sus labios, tomándolo con las palmas abiertas por el rostro—. Todas las veces que desees, Metawin...
N/A: Dudé mucho de escribir esta historia, porque bueno, implica a los actores directamente... Mucho fue tomado de entrevistas, no todo es real al 100%, evidentemente, así que una disculpa si torcí algo. ¡Gracias por leerme y me gustaría mucho saber su opinión!
¿Creen que faltó agregar algún detalle? ¿El BrightWin les da otra impresión? Los leeré con gusto ♡
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