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32 | Viajes y melodías 💘

El aeropuerto estaba lleno de vida. Entre el sonido de las maletas rodando, los anuncios constantes y las risas de los demás, me sentía extrañamente tranquilo. Estábamos a punto de abordar el avión que nos llevaría a Brasil, y aunque el cansancio del ajetreo todavía rondaba en el aire, no podía evitar sonreír. 

Nain estaba frente a mí, organizando los boletos con la misma eficiencia con la que había organizado todo el viaje. A su lado, Taehyung y Tzuyu discutían sobre quién debía cargar la bolsa con los snacks, mientras Sehyeon y Sunoh, fieles a su dinámica, peleaban por algo tan trivial como el lugar en la fila. 

—¿Por qué siempre tienes que estar adelante? —reclamó Sehyeon, cruzando los brazos. 

—Porque soy más rápido, obviamente. —Sunoh le lanzó una mirada burlona, lo que solo logró que ella bufara. 

Hyundok y Jimin observaban la escena con diversión desde atrás, mientras yo intentaba no reírme demasiado fuerte. Era un caos, pero uno que, de alguna manera, encajaba perfectamente con nosotros. 

Mientras avanzábamos hacia la puerta de embarque, no pude evitar recordar cómo habíamos llegado hasta aquí. 

***

Todo comenzó hace un par de semanas, una noche cualquiera en casa de Nain. Estábamos todos en la sala, comiendo pizza y discutiendo sobre qué hacer durante las vacaciones. Fue entonces cuando ella, con esa manera despreocupada que había adquirido para soltar ideas locas, dijo: 

—¿Y si vamos a Copacabana para Año Nuevo? 

Al principio, todos nos quedamos en silencio. Fue Taehyung quien rompió el hielo. 

—¿Brasil? ¿Estás hablando en serio? 

—Completamente. —Nain sonrió, esa sonrisa que siempre parece tener una chispa de desafío—. Piensen en lo increíble que sería. Allá es verano... Y yo no quiero estar en mi casa un mes.

Convencer a los demás no fue tan difícil como pensé. Lo complicado vino después: convencer a nuestros padres. Entre los permisos, las llamadas interminables y los argumentos sobre responsabilidad, hubo momentos en los que pensé que no lo lograríamos. 

—¿A otro país? —recordé la voz de mi madre resonando en mi cabeza—. ¿Sin supervisión? 

Por suerte, Taehyung, siendo el más responsable de todos, tuvo que cargar con el peso de ser "el protector de todos". Él fue quien calmó a los padres más preocupados, asegurándoles que todo estaría bajo control. Aunque, para ser sincero, ni siquiera estoy seguro de que él se creyera eso.

Aun así, los padres de Namjoon y Dahyun no accedieron al viaje para ellos. Fue una completa lástima que, según Nain, Namjoon no fuera al viaje debido a que él sí era la figura responsable de todos. Yo opino lo mismo de Dahyun, además de ser responsable, ella estudia economía y nos podía ayudar con las cuentas.

***

Finalmente, después de muchas negociaciones y promesas de llamadas diarias, lo logramos. Ahora estábamos aquí, listos para un viaje que prometía ser inolvidable. 

—Jungkook, ¿estás soñando despierto? —La voz de Nain me sacó de mis pensamientos. Me miró con una ceja levantada y una sonrisa en los labios. 

—Solo pensando en lo mucho que nos costó llegar aquí. 

—Sí, tienes razón. Al menos yo me gasté toda mi mesada de navidad y estoy en números negativos —dice con un tono burlón la rubia.

—¿Números negativos? —pregunté, alzando una ceja mientras le seguía el paso—. No sabía que eras tan mala con las finanzas, Nain. 

—No soy mala, solo que no me pude resistir a comprar ese vestido para la fiesta de Año Nuevo —respondió, encogiéndose de hombros como si fuera la cosa más obvia del mundo. 

—Ah, claro. Prioridades —intervine, soltando una risa ligera. 

—No te burles. Si no fuera por mí, ninguno estaría aquí —me recordó, dándome un suave codazo. 

—Tiene un punto, Jungkook. —La voz de Hyundok se unió a la conversación mientras se acomodaba la mochila—. Si no fuera por Nain, estarías tocando tu guitarra en tu habitación mientras nosotros hacemos videollamadas para desearnos feliz Año Nuevo. 

—Oye, eso suena más deprimente de lo que realmente sería —respondí, pero no pude evitar reír. 

Nain sonrió satisfecha, como si acabara de ganar una pequeña batalla. Nos detuvimos un momento mientras el resto del grupo alcanzaba nuestra posición en la fila. 

—Por cierto, ¿dónde están Sehyeon y Sunoh? —preguntó Hyundok, mirando alrededor. 

—Seguramente discutiendo sobre quién se quedó con el último chicle o algo igual de tonto —respondió Tzuyu, que se acercó junto a Taehyung. 

—A este paso, vamos a tener que separarlos en el avión —añadió Jimin, rodando los ojos. 

Justo en ese momento, Sehyeon apareció, con el ceño fruncido y una expresión que no dejaba lugar a dudas: estaba molesta. Sunoh venía detrás de ella, luciendo completamente ajeno a su enojo. 

—¿Qué pasó ahora? —preguntó Taehyung, con tono de hermano mayor cansado. 

—Este idiota me quitó mi asiento de la ventana —espetó Sehyeon, señalando a Sunoh con un dedo acusador. 

—No es mi culpa que no fueras lo suficientemente rápida para reservarlo —respondió Sunoh con una sonrisa triunfante. 

—¿Rápida? ¡Lo tenía reservado desde que compramos los boletos! 

—Chicos, chicos, tranquilos —intervino Tzuyu, levantando las manos—. Si seguimos así, no vamos a llegar ni al despegue. 

—Podemos cambiar los asientos más tarde —sugerí, tratando de calmar las aguas—. Por ahora, solo asegúrense de subir al avión. 

El anuncio final para abordar interrumpió cualquier réplica. Con un último bufido, Sehyeon tomó su mochila y avanzó hacia la puerta de embarque, mientras Sunoh la seguía con una sonrisa que parecía decir "esto no ha terminado". 

—Esto va a ser un viaje largo —murmuró Hyundok a mi lado, sacudiendo la cabeza. 

—Sí, pero al menos será entretenido —respondí, sin poder evitar sonreír mientras miraba a mi grupo de amigos. 

Abordamos el avión uno por uno, encontrando nuestros asientos entre risas y comentarios. Cuando finalmente me senté junto a Nain, miré por la ventana y dejé escapar un suspiro. 

—¿Listo para Brasil? —preguntó ella, mirándome con esos ojos brillantes que parecían siempre llenos de ideas nuevas. 

—Listo —respondí, sonriendo. 

Mientras el avión comenzaba a moverse, sentí esa mezcla de emoción y nervios que solo los grandes momentos traen consigo. Agarré la mano de mi acompañante justo antes de cerrar los ojos y esperar a que lleguemos a nuestro destino.

***

Luego de un extenso vuelo, finalmente habíamos llegado a tierras sudamericanas. No hace falta decir que todos estuvimos con pesadez al momento de salir del avión. Los asientos no eran muy cómodos para descansar, y para la desgracia de algunos, terminamos con tortícolis.

Recogimos nuestras maletas en la cinta y verificamos que todo estuviera en órden. Después, Sunoh nos dijo que una van del hotel en donde hicimos nuestra reservación se iba a encargar de recogernos. Todos estábamos muy a la expectativa de cómo sería dicho lugar, ya que el mismo tío de Sunoh fue el que nos lo recomendó e incluso nos ayudó a pagar un tercio de los que nos iba a costar todo el paquete turístico.

La van llegó puntual, y el conductor, un hombre de mediana edad con una amplia sonrisa y un marcado acento brasileño, nos saludó con entusiasmo mientras cargaba nuestras maletas en la parte trasera. 

Bem-vindos ao Brasil! 

Obrigado —respondió Nain, devolviéndole la sonrisa mientras subíamos al vehículo.

—¿Sabes portugués? —No puedo evitar preguntarle. No me sorprendería que la rubia haya tomado clases intensivas de portugués para este viaje, así es ella.

—No, pero sí sé decir lo básico... Muy básico —aclara.

Dentro, el espacio era justo para todos, lo que significaba que íbamos a estar apretados. Sehyeon, como siempre, no tardó en quejarse. 

—¿Por qué siempre me toca el peor asiento? —dijo, frunciendo el ceño mientras intentaba acomodarse en el medio de la fila trasera. 

—Tal vez porque siempre llegas tarde —respondió Sunoh, encogiéndose de hombros mientras se acomodaba junto a la ventana con una expresión despreocupada. 

—¡Claro! Porque tú siempre tienes que ser el primero en todo, ¿no? —replicó ella, cruzando los brazos. 

—No es mi culpa que seas lenta. 

Rodé los ojos desde mi asiento. Era como si cada conversación entre ellos tuviera que convertirse en una discusión, pero había algo extraño en su tono, algo menos agresivo de lo habitual. 

—¿Pueden relajarse, por favor? —intervino Tzuyu desde la fila delantera, girándose para mirarlos con una mezcla de exasperación y diversión. 

—Es su dinámica. Déjalos —añadió Nain, riendo suavemente. 

Sehyeon bufó y le lanzó una mirada de advertencia a Sunoh, pero cuando pensó que nadie más estaba prestando atención, sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, casi imperceptible. Él, por su parte, le dio un leve empujón con el hombro, como si estuviera provocándola, pero de una manera que parecía cómplice. Ellos son raros.

Mientras tanto, Tzuyu revisaba el itinerario en su teléfono. 

—Bueno, según esto, el hotel está a unos treinta minutos de aquí. 

—Perfecto. Suficiente tiempo para una siesta —murmuró Jimin, ya apoyando la cabeza contra la ventana. 

El paisaje comenzaba a cambiar a través del cristal. Las calles estaban llenas de vida, con colores vibrantes y un aire cálido que nos envolvía incluso dentro de la van. 

—Mira eso —susurró Nain, señalando una pequeña plaza llena de colores y gente tocando música con tambores. 

Asentí, fascinado. 

—Deberíamos venir por aquí luego. 

Ella sonrió. 

—Te dije que sería una buena idea Brasil.

Cuando finalmente llegamos al hotel, todos bajamos apresurados, ansiosos por ver cómo sería nuestro hogar temporal. El edificio era impresionante, moderno, con una fachada de vidrio que reflejaba la luz del sol. 

—Definitivamente el tío de Sunoh sabe lo que hace —comentó Tzuyu, mirando al mencionado con una sonrisa. 

Sunoh, por primera vez, parecía algo tímido ante los elogios.

—Bueno, es un tipo exigente. No iba a dejarnos en ningún lugar.

Sehyeon ingresa por detrás del pelinegro y le mete una palmada en la nuca de manera imprevista.

—Hasta que por fin haces algo bueno. —Dice ella.

Entramos al lobby, donde el aire acondicionado nos recibió como una bendición. Mientras esperábamos para hacer el check-in, no pude evitar notar cómo Sehyeon y Sunoh se mantenían cerca el uno del otro, discutiendo en voz baja sobre lo que pasó hace instantes. 

—Chicos, ya dejen de discutir, por favor —pide Nain ya cansada de ellos dos.

Media hora después, ya teníamos las tarjetas de nuestras habitaciones y las recepcionistas nos habían colocado las pulseras de huéspedes que nos daban acceso a todas las instalaciones del hotel.

Antes de ir a ver las habitaciones, hicimos una pequeña junta para saber quiénes compartirían habitación. En total éramos 8 personas y Sunoh hizo reservación de dos habitaciones matrimoniales y una habitación twin, que tenía dos camas.

—Yo voy con Taehyung, obviamente —dice Tzuyu rápidamente, abrazándose al brazo de su novio con una sonrisa. 

—Eso deja una matrimonial libre —comentó Hyundok, llevándose una mano al pecho con expresión dramática—. Y creo que es momento de confesar algo que he estado ocultando por mucho tiempo. 

Todos lo miramos con curiosidad, y él se volvió hacia Jimin, tomándole las manos con una solemnidad exagerada. 

—Jimin, creo que ha llegado la hora de que los demás sepan que estamos en una relación. 

El mencionado, sin perder el ritmo, abrió los ojos con fingida emoción y se llevó una mano al corazón. 

—¡Oh, Hyundok! Sabía que este día llegaría. 

Ambos se abrazaron como si fueran los protagonistas de un drama romántico, mientras nosotros los mirábamos entre risas y exclamaciones de burla. 

—Por favor, dejen su novela para después —replica Nain, rodando los ojos con una sonrisa. 

—¡No, Nain! —contesta Hyundok, separándose de Jimin para mirarla con teatralidad—. Nuestro amor es real, y necesitamos esa habitación matrimonial para celebrarlo. 

—Claro, claro, como digan —tercio, intentando no reírme demasiado. 

—Está decidido, Hyundok y yo tomaremos la otra matrimonial —dice Jimin, llevándose una mano a la frente como si fuera el héroe trágico de una película. 

—Entonces, Nain y yo podemos tomar la twin —intervino Sehyeon, con un tono decidido. 

—¿Y nosotros? —Sunoh frunce el ceño, interrumpiéndola, y señalándonos.

—Sehyeon y yo podemos dormir en una cama y ustedes en la otra —propone Nain, esperando que así todos estemos contentos.

Aceptamos la propuesta de Nain, aunque no pude evitar sentir una punzada de decepción. No es que tuviera intenciones ocultas, pero pasar más tiempo a solas con ella habría sido agradable. Sunoh, por otro lado, parecía satisfecho con la solución, aunque no dejó de lanzar miradas de reproche a Sehyeon. 

—Perfecto, entonces todos estamos de acuerdo —concluye Tzuyu, tomando la iniciativa—. Vamos a dejar las maletas y luego exploramos el lugar. 

Subimos en el ascensor, que, aunque amplio, se sentía abarrotado con nosotros y nuestras maletas. El viaje hasta el piso de nuestras habitaciones estuvo lleno de bromas y comentarios sarcásticos, en su mayoría de Hyundok, que seguía con su actuación de pareja con Jimin. 

—¿Qué opinas, amor? ¿Cenamos a la luz de las velas esta noche? —preguntó Hyundok, abrazando a Jimin por los hombros. 

—Solo si me prometes serenata en la playa —respondió Jimin, levantando una ceja con aire coqueto. 

Las risas estallaron de nuevo, y por un momento olvidé mi pequeño descontento. 

Al llegar a nuestras habitaciones, nos dividimos rápidamente. Tzuyu y Taehyung desaparecieron en la suya sin perder tiempo, mientras Hyundok y Jimin seguían con su farsa, insistiendo en que necesitaban privacidad. 

—Vayan, vayan, que nadie los moleste —juega Sehyeon con sarcasmo, empujándolos hacia la puerta. 

Cuando finalmente entramos a la twin, Nain y Sehyeon dejaron sus maletas junto a la cama que compartirían. Mientras tanto, Sunoh y yo ya estábamos en nuestro lado de la habitación, dejando suavemente nuestras mochilas en el piso.

La habitación era sencilla pero acogedora, con una gran ventana que dejaba entrar la luz cálida del atardecer. Aunque no era la privacidad que esperaba, el ambiente se sentía cómodo, y eso era suficiente por ahora.

Las chicas empezaron a desempacar sus cosas y a meterlas en el armario mientras que Sunoh ocupaba el baño para darse una ducha rápida. La verdad es que yo también necesitaba un baño urgente luego de un largo viaje. Pero por el momento, me fui al pequeño balcón que había en la habitación para mirar mejor el hotel.

La vista era espectacular. La playa se podía ver claramente: arena casi blanquecina, el mar con agua clara y el cielo estaba despejado. El sonido de las olas llegaba hasta el balcón, mezclándose con las risas lejanas de otros huéspedes.

—¿Qué tal está la vista? —preguntó Nain, apareciendo detrás de mí. Su voz suave me sacó de mis pensamientos. 

—Increíble. Este lugar parece sacado de una postal —respondí, girándome para mirarla. 

Ella se apoyó en la barandilla junto a mí, con una sonrisa tranquila en el rostro. 

—Creo que este viaje va a ser mejor de lo que pensaba —suspira, mirando hacia el horizonte. 

—¿Lo dices por la vista o porque estamos todos juntos? —bromeé, aunque realmente quería saber su respuesta. 

—Por ambas cosas —responde, dándome un pequeño empujón con el hombro. 

Antes de que pudiera responder, el sonido de la puerta del baño abriéndose nos interrumpió. Sunoh salió con el cabello mojado, secándose con una toalla y otra amarrada en su cintura.

—El baño está libre. Aunque si quieren agua caliente, no se tarden —dijo, lanzándome una mirada divertida antes de dirigirse a su lado de la habitación. 

—Voy yo primero —anunció Sehyeon, apresurándose hacia el baño antes de que alguien pudiera objetar. 

Nain y yo intercambiamos una mirada cómplice mientras volvíamos al interior de la habitación. El ambiente se sentía ligero, como si la tensión del viaje hubiera quedado atrás. 

—¿Qué hacemos mientras tanto? —pregunté, sentándome en mi cama. 

—Podríamos explorar el hotel o bajar a la playa —sugirió Nain, mirando su teléfono. 

—Vayamos a la playa —finalmente decido. Nain acepta con entusiasmo y agarra sus lentes de sol junto con un sombrero de Sehyeon.

Hago lo mismo que ella y saco de mi mochila una gorra y mis lentes de sol. Sin embargo, Nain me retiene un momento para alcanzarme un frasco de bloqueador solar. Ambos nos ponemos aquel líquido por las piernas, brazos y cara antes de salir de la habitación.

En el pasillo nos encontramos a Taehyung y a Tzuyu, quienes al parecer también tuvieron la misma idea que nosotros y traían consigo un estuche de cámara fotográfica. Los cuatro tomamos el ascensor y bajamos hasta el lobby para salir directo a la playa.

La playa estaba en plena actividad. El sonido de las olas rompiendo suavemente en la orilla se mezclaba con las risas de los niños jugando en la arena y el murmullo de las conversaciones de los turistas. Sombrillas de colores vibrantes salpicaban la costa, mientras algunos descansaban en tumbonas con libros en mano o simplemente disfrutaban del sol. Vendedores locales recorrían la playa con bandejas de cocos frescos y collares de conchas, ofreciendo un toque auténtico al ambiente. 

El aire salado acariciaba mi rostro mientras caminábamos por la arena tibia. Nain, unos pasos delante de mí, se detuvo para quitarse las sandalias y hundir los pies en la arena, dejando que el agua espumosa de la orilla los bañara. Se echó hacia atrás el sombrero con un gesto despreocupado, riendo cuando una ola más fuerte le salpicó las piernas. 

A nuestra izquierda, Taehyung y Tzuyu habían encontrado un lugar estratégico bajo una palmera. Mientras él extendía las toallas, ella ajustaba el enfoque de su cámara, buscando capturar la esencia del paisaje. Los dos parecían inmersos en su propio mundo, compartiendo pequeñas sonrisas y comentarios mientras revisaban las fotos. 

Nain, en cambio, no podía quedarse quieta. Corrió hacia el agua, dejando que las olas le alcanzaran los tobillos. Se inclinó para recoger un poco de espuma entre sus manos, solo para reír cuando esta se deshacía antes de que pudiera atraparla. Sus movimientos eran ligeros y espontáneos, como si la playa le hubiera devuelto un entusiasmo casi infantil. 

Me quedé observándola desde la distancia, sintiendo cómo una sonrisa se formaba en mi rostro. Había algo en su forma de interactuar con el entorno, tan auténtico, que me hizo querer inmortalizar ese momento de alguna manera. Sin pensarlo, comencé a silbar una melodía suave, una que parecía surgir del ritmo de las olas y de la risa de Nain. 

Ella se giró hacia mí, sus ojos brillando con curiosidad detrás de sus lentes de sol. Levantó una ceja, como preguntando qué estaba haciendo, y yo simplemente seguí silbando, encogiéndome de hombros. Tras un segundo, me dedicó una sonrisa traviesa y volvió a correr por la orilla, persiguiendo el vaivén del agua.

Creo que estoy listo para escribirle otra canción a Nain. La anterior le gustó mucho, ¿por qué no darle otra?

Finalmente, decido ir hacia donde están Tzuyu y Taehyung para encargarles mis zapatos e ir directo a Nain para jugar con ella. La atrapo por detrás y empiezo a darle vueltas hasta que ella empieza a darme manotazos en mis brazos. Cuando la bajo, se gira para verme y empieza a reírse al igual que yo.

—Eres un estúpido —dice ella sin dejar de reírse.

—Quise asustarte un poco —mis manos toman posesión de su cintura y la acerco más a mí—. Me gusta que te estés divirtiendo.

—Creo que es por el hecho de estar en otro lugar, lejos de mi casa... —Nain desvía su mirada hacia las olas y al resto de gente que están en el mar—. Me siento despreocupada.

—Así veo. —Contesto. Aprovecho que Nain aún está mirando de perfil para darle un beso en la mejilla.

El beso fue rápido, casi imperceptible, pero suficiente para que Nain girara la cabeza hacia mí con una expresión entre sorpresa y diversión. 

—¿Qué fue eso? —preguntó, fingiendo indignación, aunque sus ojos brillaban con una mezcla de diversión y algo más que no pude descifrar del todo. 

—Un beso. —Le respondí con una media sonrisa, soltando su cintura y retrocediendo un paso antes de que pudiera replicar. 

Nain negó con la cabeza, pero no pudo ocultar la pequeña sonrisa que se dibujó en sus labios. Sin decir nada más, se inclinó para recoger un puñado de arena húmeda y, antes de que pudiera reaccionar, lo lanzó hacia mí. 

—¡Hey! —exclamé, sacudiéndome la arena del pecho mientras ella reía a carcajadas. 

—Eso es por ser un descarado. —Su risa era contagiosa, y no pude evitar unirme a ella mientras intentaba atraparla de nuevo. 

Nain corrió hacia el agua, chapoteando en las olas poco profundas, esquivándome con agilidad. Sus movimientos eran tan libres, tan llenos de energía, que por un momento me olvidé de todo lo demás. Solo existíamos nosotros dos, jugando como si no hubiera preocupaciones en el mundo. 

Finalmente, logré alcanzarla y la levanté de nuevo, esta vez asegurándome de mojarme los pies en el proceso. Ella gritó, riendo, mientras la giraba una vez más antes de soltarla suavemente en el agua. 

—Te odio tanto, Jeon Jungkook. —Me dice entre risas, chapoteando agua hacia mí mientras retrocedía. 

—Me quieres, lo sabes. —Le respondí. 

A lo lejos, pude escuchar la risa de Taehyung y Tzuyu, quienes nos observaban desde la arena, probablemente disfrutando del espectáculo que estábamos dando. Pero no me importaba. En ese momento, lo único que me llamaba la atención es ver a la rubia divertirse conmigo. 

Nain, con su cabello alborotado y sus mejillas enrojecidas por el sol y la risa, me miró con una expresión que no supe interpretar del todo. Y por un instante, el tiempo pareció detenerse. No dije nada, pero en mi mente, sabía que tenía que hacer una cosa.

Me acerqué a ella, sin poder apartar la mirada de sus ojos brillantes, de su sonrisa que comenzaba a desvanecerse en algo más suave, más íntimo. Su respiración se volvió más profunda, más pausada, como si esperara algo que ya no podía evitar. Yo tampoco. 

Ambos lo queríamos.

Con una mano temblorosa, toqué su rostro, acariciando su mejilla con la yema de los dedos. El contacto me hizo sentir una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo. Nain no se apartó, no retrocedió. Estaba allí, tan cerca, tan real, tan ella. 

Primero, fue un roce tímido, un beso que apenas rozó sus labios, como si ambos estuviéramos probando el terreno, dudando de lo que estábamos a punto de hacer. Un beso suave, casi inocente, pero con una intensidad que nos desbordaba por dentro.

Al momento de separarnos, estaba listo para el bombardeo de preguntas de Nain con respecto a cómo ella debe de interpretar este beso. Pero muy lejos de lo que pensé, ella sólo se quedó mirándome, sus pestañas rozando ligeramente por mis mejillas. Sus labios se apretaron un poco mientras los relamía.

Yo me quedé embelesado por el color de sus ojos, los cuales sobresalían por la parte superior de sus lentes de sol. Ahora que los tenía más cerca de lo que alguna vez estuvieron, puedo notar mucho mejor el brillo único que tiene la mirada de Nain.

Pero algo cambió. Sentí su mano en mi nuca, firme, decidida, y en un segundo, su cuerpo se acercó más al mío, tirando de mí hacia ella. El beso se profundizó, se volvió más urgente, más apasionado. Ya no había espacio para dudas. La necesidad se apoderó de nosotros, como si el mundo entero se hubiera desvanecido a nuestro alrededor. 

Su lengua rozó la mía, y el calor entre nosotros se disparó. La sensación era embriagadora, como si todo lo que había en mi vida hasta ese momento se redujera a ese instante, a esa chispa que encendía algo en mí que no sabía que existía. La tomé de la cintura, atrayéndola aún más hacia mí, deseando que nunca se terminara. 

Pero, al final, tuvimos que separarnos, aunque solo fuera por un momento. Nos miramos, ambos respirando agitadamente, con las caras rojas, pero con una sensación de satisfacción y de conexión que nos envolvía. 

—No te odio tanto, Jeon Jungkook. —Dijo, con una sonrisa traviesa, pero sus ojos delataban todo lo contrario. 

Y, aunque no lo dijimos en voz alta, ambos sabíamos que ese beso había cambiado todo.

Incluso los gritos de celebración de Taehyung lo confirmaban.

*****
Ooohhh no samba do Brasil, é tropical samba do Brasil... Ya no me sé más de la canción :D

Una preguntita, jajsjsjs, ¿este es el primer beso que se dan o ya hubo otro? 😃
En fin, cheers por el 2025 y por ese besito

Btw, imaginen que lo que silba Jungkook es la canción de arribita :3
(y si Wattpad elimina el video, es la canción Ararinha)

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