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03. Los sueños de las almas frustradas

Benditos eran los ojos que miraban el dulce atardecer en el campo de flores orquídeas. 

Y de verdad eran benditos, al menos para Seungmin. 

¿Cómo era posible que de nuevo aparecían ahí? ¿Acaso era un deja vu? Mi-Suk y Seungmin se encontraban perplejos ante el saber que sus esperanzas de soñar esto de nuevo habían sido cumplidas. 

Frente a frente, apreciando cada detalle del lugar se encontraban ambos, con sus vestimentas veraniegas, una vez sus miradas chocaron, ambos reprimieron su alegría y avanzaron con muchas preguntas preparadas para el otro, pero tropezaron cuando estaban a dos metros de distancia. Ninguno podía avanzar más, típico cliché pensaron. 

—¿Sabes qué esta pasando?— Seungmin se atrevió a hablar aun ambos en el piso sentados, aplastando las flores con sus cuerpos.

—Yo... justo te iba a preguntar lo mismo.— Mi-Suk se atrevió a responder escondiendo un mecho de cabello detrás de su oreja ¿acaso el chico pensaba lo mismo que ella?¿Acaso...?

—Bueno... eres parte de mi sueño así que... supuse que tenías una respuesta.— El joven se rasco la nunca con nerviosismo, pero disfrazado con una sonrisa, esa sonrisa.

—¿De que hablas? Tú eres parte de mi sueño.— la fémina sonreía con nerviosismo y confusión, pero aun así sus ojos brillaban soñadores. 

Ambos se quedaron callados. Procesando las palabras que escucharon el uno del otro. De seguro sus mentes les estaba jugando una broma pesada, porque era imposible que ambos fueran reales. 

—Me llamo Seungmin, Kim Seungmin.— El chico se levantó e hizo una reverencia después de un rato de silencio. Ella lo miró con un brillo indescriptible en sus ojos.

—Yo soy Mi-Suk.— Le respondió, con una sonrisa de oreja a oreja aun sentada en el suelo cual princesa. 

Seungmin no podía estar más feliz, sentía una enorme paz, sabiendo que en ese lugar, con esa chica podría estar simplemente sentado disfrutando del momento. Mi-Suk por su parte solo podía sentir como el peso de la vida se le iba de sus hombros. Los dos estaban tan relajados que daba miedo. 

—¿Alguna vez viste un lugar tan hermoso?— Preguntó Mi-Suk, anonadada ante el extenso y precioso paisaje que se reflejaba en sus ojos. Seungmin pensó.

—Ni siquiera en pinturas. Lo más cercano que he visto a este paisaje ha sido en una vacaciones a la isla Jeju— Cruzó los brazos pensando, y permitiéndose divagar. Mi-Suk lo volteó a ver emocionada, la palabra "vacaciones" tampoco formaba parte de su diccionario. 

—Siempre quise ir a Jeju, o tener vacaciones.— Susurró lo ultimo cabizbaja, de su cara salía una sonrisa melancólica. Seungmin frunció el ceño.

—¿Nunca has tenido vacaciones?— Le preguntó, la brisa sopló un poco más fuerte que antes. Mi.Suk negó un poco apenada. 

—Es difícil tener vacaciones cuando estas estudiando, y cuando no estas estudiando estas trabajando. — Le explicó mientras aún sentada acariciaba y olía las flores a su alrededor mientras tomaba las que ya estaban caídas para comenzar a hacer una corona de flores. Por alguna razón, Seungmin pudo encontrar en ella un aura melancólica, contrastando su aura angelical de antes, pero aun así no dejaba de sentir que el tiempo se detenía ahí.

El chico se sentó, imitando su acción de tocar las flores, pero lo que en realidad el estaba viendo era la presencia de la chica. Aquellos movimientos pacíficos, tranquilos, sin prisa o apuro. Por primera vez en la vida Seungmin se sentía lo suficientemente cómodo de ser quien era, sin filtros, sin obstáculos. 

Suspiró y se acostó, no sin antes dar un prolongado suspiro, y se estiro sobre el suelo. Cerró sus ojos y se permitió respirar el aire puro, sentir la brisa fresca y dejarse abrazar por las flores a su alrededor. Mi-Suk presencio esto, parecía que el chico cargaba un peso sobre su espalda. Con su genuina curiosidad la fémina logro romper la barrer invisible y acercarse un poco más al chico, hasta llegar a si lado gateando. 

—Y que hay de ti, Seungmin?— Le pregunta con una mirada brillando de genuina curiosidad y preocupación, Seungmina abre los ojos y nota esto pues la chica tiene su cara a centímetros de la de el, la observa, definitivamente esa chica era producto de su imaginación, solo era un sueño. 

—Yo... solo estoy un poco frustrado... si, esa es la palabra.— Colocó sus manos sobre su cara, tallándola levemente. Mi-Suk se aparto de su rostro y se sentó a su lado. 

Ambos se miraron, tenían que ser producto de su imaginación, tal vez era un grito desesperado de su corazón por descargar sus frustraciones, el producto de unas vidas cansadas y frustradas por la dura realidad de la vida, eso tenían que ser esos sueños. El refugio perfecto de la realidad. 

Se sonrieron, como si estuvieran pensando lo mismo, callaron y miraron a su alrededor, apreciando lo que tenían, lo que sentían. Se sentían tan bien, tan en paz, tan realizados. 

—No quiero despertar.— Confesó Seungmin para si mismo, Mi-Suk escucho eso y pensó erróneamente que el chico de su imaginación estaba diciendo lo que justo ella pensaba y anhelaba. Frunció el ceño con una sonrisa confusa. Se acostó al lado del chico.

Ambos se miraron, y aunque pensaran que el otro era producto de su sueño se vieron como iguales, dos personas con muchos problemas y poco tiempo para dar un suspiro, dos personas cansadas, confundidas y desesperadas. 

Se quedaron en silencio, apreciando el cielo y disfrutando de la compañía del otro, pues extrañamente esa enorme paz y tranquilidad que sentían nunca la habían sentido antes. No querían salir de ese sueño, solo querían seguir al lado del otro en ese enorme prado de flores blancas

Ambos cerraron los ojos, comenzando a creer que esa era su realidad, que no era un sueño y que de verdad estaban viviendo eso. Lo creían con mucha fuerza, deseaban que fuera así. 

Aún con los ojos cerrados ambos sintieron que la brisa había se detenía y era remplazada por temperaturas bruscas y el olor a primavera y al mar se desvanecía de su sentido del olfato, sus cuerpos sentían que el piso era más suave y sus mentes se iban oscureciendo. Abrieron los ojos lentamente y confundidos.

Mi-Suk estaba entre las cobijas de su colchón con una fina capa de sudor, confundida volteo a su lado, donde antes sentía la presencia del chico ahora estaba vacío. Y Seungmin estaba extendido en su cama con su cabello despeinado y las cobijas tiradas en el suelo, se levantó bruscamente y se sentó en su cama, no había rastro de la chica. Ambos habían regresado a sus respectivos hogares, a sus realidades, sintiendo el ruidoso vacío de no tenerse uno al lado del otro. 


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