once.
11.| ELLA NUNCA QUISO ESTO.
Cuando Damon la encontró, ella estaba atada a una silla, su remera empapada con sangre. Él se acercó a la pelirroja, tomando su rostro entre sus manos, haciendo que la chica lo mirara. Él observó su rostro pálido, murmurando para sí mismo antes de removerla de la silla. Damon presionó sus manos contra la herida sobre su pecho, antes de tomarla como a una novia y cargarla fuera del edificio y hacia su auto.
Llegando a su auto, Caroline estaba parada a su lado, sus ojos pegados al cuerpo de Laurel. Sus ojos se abrieron con temor mientras observaba la palidez de su mejor amiga antes de usar su velocidad vampírica para llegar a Damon. El vampiro mayor la había llamado cuando descubrió que ella no estaba y los dos comenzaron a buscarla hasta que Katherine lo llamó, explicándole que ya estaba aburrida de jugar con Laurel. Después de eso, los dos se dirigieron al edificio en el que Katherine dijo que estaba.
Caroline se sentó en el asiento trasero del Camaro de Damon, sosteniendo la cabeza de Laurel sobre sus piernas mientras aplicaba presión sobre su herida. Los ojos de la rubia se desviaban a Damon, cuyas manos manchadas con sangre se aferraban al volante y sus ojos azules miraban el espejo retrovisor. Caroline no pudo evitar pensar en los viejos tiempos en que Damon había encontrado a Laurel en exactamente la misma condición. Muriendo en el asiento trasero de su auto. Pero al final, Damon siempre encontraba la forma de salvarla.
Y Caroline sabía que era porque Damon amaba a Laurel más que a nadie. Ella sabía que Damon no arriesgaría todo para salvar a alguien. Sino que él debía preocuparse por la persona en cuestión, de lo contrario, él solo hubiera dejado que muera. Pero ese nunca era el caso con Laurel. Al comienzo, él probablemente la hubiera dejado morir, pero entonces la conoció y Laurel lo dejó entrar. Y Laurel nunca dejaba entrar a nadie.
Laurel y Damon eran iguales, y Caroline sabía que, tarde o temprano, ellos admitirían sus sentimientos por el otro. Solo deseó que Laurel sobreviviera lo que estaba pasando ahora.
Mirando por la ventana, Caroline vio el cartel de "Bienvenidos a Mystic Falls". Inhaló profundamente antes de volver a mirar a Laurel, colocando su mano libre sobre su rostro. Una mano manchando su rostro con sangre. Caroline podía escuchar que Laurel seguía respirando, pero no era suficiente para reconfortarla. La rubia le susurró a Laurel, rogándole que siguiera peleando como siempre lo había hecho antes.
Cuando el auto de Damon llegó a un repentino paro, Caroline miró por la ventana para ver que estaban en el hospital. Damon saltó fuera del auto y rápidamente quitó a Laurel del agarre de Caroline antes de llevarla dentro del edificio. Caroline corrió tras él antes de comenzar a llamar un par de números importantes. Stefan. Matt. Bonnie. Tyler. Y todos los demás.
Cuando terminó de llamar a todos, Caroline ingresó al edificio, sus ojos aterrizando sobre Damon mientras Laurel era arrancada de sus brazos y colocada en una camilla. Ella lo escuchó discutiendo con los médicos, intentando convencerlos para que lo dejaran ir con ellos. Pero no lo dejaron. Cuando la rubia vio que Damon estaba a punto de usar sus habilidades vampíricas, ella corrió hasta ellos y lo tomó por el brazo, alejándolo de ellos.
Los ojos de Damon se encontraron con los de Caroline antes de girarse y patear una silla. Caroline observó a Damon comenzar a caminar de un lado al otro antes de deslizarse por la pared. Sus manos manchadas con sangre se habían posado sobre sus rodillas mientras su cabeza descansaba contra la pared. Caroline se acercó a él, agachándose a su lado y tomando una de sus manos entre las de ella. Ella le dio un apretón reconfortante antes de que ambos miraran hacia la entrada, notando que todos estaban corriendo dentro del edificio. Todos ellos hablando al mismo tiempo.
Caroline fue la que se acercó a ellos, explicándoles lo que había sucedido. Todos tuvieron sus reacciones, las que Caroline esperaba y no. Matt y Tyler intentaron contener sus emociones, pero Caroline sabía que los dos llorarían. Laurel era la última persona normal que quedaba en su grupo de amigos. Una de los últimos humanos, además de Matt. Bonnie y Elena lloraron, las dos se sostuvieron la una a la otra. Stefan apretó su mandíbula y Caroline notó que, justo como Tyler y Matt, estaba intentando controlar sus sentimientos.
Todos se sentaron en la sala de espera, pero Damon se quedó sentado en el suelo. Las horas pasaron y una docena de doctores y enfermeras pasaron frente a ellos antes de darles información sobre la condición de Laurel. En algún punto durante la noche, Elizabeth Forbes ingresó al edificio y se acercó a su hija. Damon escuchó la conversación, escuchando cómo Elizabeth le decía a Caroline que ella intentaría entrar a la habitación donde la operación pasaba, o lo más cerca que pudiera, para ver cómo estaba Laurel.
Pero cuando Elizabeth volvió, ella no tenía nada más que malas noticias. Ni Damon ni Stefan querían escuchar las malas noticias respecto a la condición de Laurel. Caroline observó a los dos hermanos mirar a Elizabeth, unas expresiones en blanco sobre sus rostros. Elizabeth les explicó un par de cosas antes de irse. La vampira rubia miró por sobre su hombro a todos sus amigos antes de que sus ojos aterrizaran sobre Damon.
—No me mires así, rubia—, habló Damon.
—Damon, no actúes así—, le dijo Elena al levantarse de su lugar al lado de Donnie y se acercó a él y su hermano —. No sabíamos si lo que dijo Elizabeth era cierto y pasó. No subestimes a Laurel, Damon.
—No estoy subestimando a Laurel, Elena. Estoy subestimando a los estúpidos doctores—, replicó Damon antes de mirar a su hermano —. Estás horriblemente callado, hermano.
—Bueno, lamento no haber sido el que puso a Laurel en una situación peligrosa—, señaló Stefan y Damon apretó la mandíbula antes de mirarlo.
—Lamento que no todos podamos ser tan perfectos como tú, Stefan—, escupió Damon —. Quiero decir, tú eres el que dejó a Elena para que muriera y se convirtiera, pero igualmente te disculpamos por eso.
— ¡Damon!—, intervino Caroline y el vampiro la miró —. Cálmate. Solo piensa en Laurel.
— ¿Qué crees que estoy haciendo, rubia?—, habló Damon, amargo —. Eso es todo lo que he estado haciendo todo este tiempo. Pensar en Laurel. Pensar en cómo mantenerla con vida. Es difícil mantenerla fuera de situaciones peligrosas cuando ella se mete en ellas constantemente.
— ¿Señor Salvatore? ¿Señorita Forbes?—, llamó una de los doctoras. Tanto Caroline como Damon alzaron sus cabezas hacia la mujer. La mujer de cabello corto y oscuro les dio una sonrisa triste antes de mirar sus papeles —. Parece que las heridas de Laurel eran muy fuertes para cuando la trajeron. No solo tenía un sangrado excesivo en su abdomen, pero la señorita Craven también parecía tener una herida en la cabeza, que resultó en numerosas hemorragias cerebrales.
— ¿Qué más?—, cuestionó Caroline —. Hay algo que no nos está diciendo.
—A los doctores nunca nos gustó tener que ser los que llegan las malas noticias a la familia y amigos, pero lo lamento—, les dijo la médica. Caroline giró su cabeza hacia Damon, quién solo miraba a la doctora, una ligera tristeza logrando colarse en su expresión, pero entonces comenzó a marchar por el pasillo.
Caroline y los demás lo llamaron y comenzaron a seguirlo. Damon recorrió los diferentes pasillos hasta encontrarse fuera de la morgue. Observando por la ventana, sus ojos aterrizaron sobre el cuerpo que descansaba sobre la mesa de metal, su cabello rojo escapaba por debajo de la sábana. Él observó a través de la ventana por un par de segundos antes de ingresar con Caroline justo detrás de él.
Los dos miraron la mesa en silencio antes que Stefan también entrara con Elena detrás de él. Los demás permanecieron en el pasillo, y Damon quiso pedirle a Stefan y Elena que se vayan, pero Caroline no lo dejaría hacerlo. Elena se acercó al cadáver de Laurel antes de correr la sábana, revelando la remera gris favorita de Laurel. Habían manchas de sangre sobre ella, tanto por la operación como por el daño que había infligido Katherine.
Mientras los cuatro observaban el cuerpo de Laurel, los ojos de la pelirroja se abrieron y se sentó, inhalando con fuerza. Los ojos de Damon se abrieron de par en par mientras la miraba y Caroline saltó hacia delante, abrazando a Laurel. Laurel dudó antes de devolverle el abrazo y, cuando la abrazó, sus ojos se encontraron con los de Damon. Ella lo miró por un par de segundos antes de cerrar sus ojos mientras abrazaba a Caroline.
Stefan se acercó a su hermano mientras los dos observaban cómo Elena y Caroline ayudaban a Laurel a bajar de la mesa y escapar de la morgue. Los ojos de Damon permanecieron sobre la mesa de metal antes de desviarse a la puerta.
— ¿En qué piensas, Damon?—, preguntó Stefan.
—Ella nunca quiso esto—, contestó Damon —. Laurel nunca quiso esto.
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