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8. Toc, toc

CAPÍTULO 8


Lunes 1 de enero de 2018 (Luego del primer día de escuela) 08:30 P.M

BRENDA.

El día había transcurrido demasiado rápido, y agradecí a los mil santos y demonios por ello.

Ya no quería trabajar más.

──¡Brenda!──La voz de Mike sonó por toda la cocina.

Gire los ojos. Me tenia harta.

──¿Qué quieres ahora?

──Tomale la orden al señor Willim.──Asomo su cara desde la puerta y me sonrió burlón, reluciendo sus dientes blancos. Le saqué el dedo de en medio.

Pase por su lado, golpeando su hombro, y tome la pequeña agenda del mostrador.

Imbécil.

Aún seguía odiando al gerente por ponernos juntos a trabajar.

Las mesas circulares llegaron a mis ojos, la mayoría de estas estaban vacías. Sabía que a esta hora no era mucha la clientela, ya que era un poco tarde y acostumbrabamos a cerrar a las diez de la noche. Además ¿Quién rondaría por aquí a estas horas de la noche? La gente de este pueblo solía comer la comida cálida y hogareña de casa por las noches.

──Hola, Brenda.──Oí la voz del anciano frente a mí. Le sonreí cálidamente al llegar a su mesa.

──Hola, señor William.──Salude cordialmente, acostumbrada a verlo aquí por las noches.──¿Le tomo la orden?

──Claro.──Dijo, asintiendo.──Quiero mi plato favorito.

Sentí mi corazón estrujarse.

El bar siempre cerraba a las diez por la falta de clientela, porque siempre todas las personas iban a sus hogares para comer comida cálida, familiar, con amor de hogar... del famoso "dulce hogar", pero había una excepción todas las noches, el señor William, un hombre anciano y cariñoso de unos tal vez 60 años o más. Este venía todas las noches a pedir su "plato favorito" ese que le hacía su esposa antes de morir. Desde que ella murió, él, todas las noches aparece para pedir un plato de sopa con queso.

──Ok...──Anote su pedido.──En unos minutos se lo traigo. Siéntase a gusto, señor William.

Luego de aquello, me giré para volver a la cocina.

──Toma, imbecil.──Pegue el trozo de papel en su torso con fuerza.──Ponte a cocinar, Mike. El señor William espera su plato.

──¿Por qué me tratas tan seco, bonita?──Apreté fuertemente mis dientes al oír aquel "bonita" salir de sus labios.

Ignóralo, Brenda. Solo ignóralo.

Lo aparte de un empujón.──Más te vale ponerte a cocinar, Mike.

Luego de aquello, la campana de la puerta de entrada sonó, aquello daba a entender que nuevos clientes habían entrado al bar.

Mike, quien me miraba burlón, acomodó su cabello dorado antes de decir:──Vete a tomar las ordenes, camarera.

Sentí mis uñas clavarse en las palmas de mis manos.

Este tipo me sacaba de quicio.

Le di una mirada asesina, y salí de aquel lugar con la libreta en mano.

Suspiré.

¿Quién vendría a esta hora de la noche si no era el señor William?

Observe las mesas desde el mostrador. En el medio pude observar al señor William sentado, esperando su sopa de queso, y luego a nadie más.

Fruncí el ceño confusa, pero entonces mis ojos lo captaron.

Algunas siluetas se encontraban en la mesa más alejada del lugar. No supe ver bien ya que allí no alumbraba ningún foco.

──¡Oye, Mike!──Lo llame.

Luego de unos segundos, este me respondió.

──¡¿Qué quieres?!

──¡Enciende la luz en la mesa ocho!

Aguarde unos segundos hasta que estas se encendieron.

Mis ojos se permitieron divisar algunas figuras de lo que parecieron ser chicos.

Acomode mi falda y mi delantal, y me aproxime hacia la mesa circular.

Pude escucharlos platicar desde lejos, por las voces pude confirmar que eran muchachos.

Saque la libreta de uno de los bolsillos de mi uniforme, y ya con la pluma en manos, le di un clic al botón de esta el cual resonó por todo el lugar.

──Hola...──Salude, aún sin levantar la mirada de la libreta en mi mano.──¿Ya saben qué ordenar o prefieren seguir viendo la carta?

──Hola, queremos ordenar unas pizzas de jamón y queso.──Una voz masculina y roncosa se hizo presente en mis oídos. Esta se escuchaba tan atractiva que me obligué a despegar mis ojos del papel.

El aire me falto al ver a aquellos chicos de esta mañana. Eran esos tres que habían empujado a Margarita...

De repente el aire se volvió denso.

──Oh, pero si es la chica de esta mañana.──Un chico de cabello oscuro y ojos negros, me observo divertido.──Es esa la que nos gritó imbéciles.

──Cállate, Adonis.──El chico que había tomado la orden, volvió a hablar.

──Pero si es verdad, Azael.

El nombrado giro sus ojos y volvió a parar su vista a mi.──Discúlpame. ──Frotó su cabello castaño.──Sólo ignóralo.

Que momento más incómodo. Sentí como todos los ojos de esa mesa se clavaron en mí. ¿Esperaban que respondiera aquello?

Las palabras no salieron, no cuando lo vi. Me di cuenta que a parte de esos tres chicos, también había un individuo más; cabello largo y obscuro, piel pálida, ojos negros y rostro definido. Era realmente...

Atractivo.

¿Me creerías si te digo que Balcanes es un pueblo pequeño, y que a parte de ello, los muchachos aquí no eran muy atractivos?

Pues, si me dices que no me crees, entonces, estás muy mal, amiga. Los muchachos aquí eran tan simples y básicos, tan normales. Si eras bonito aquí, eras uno en un millón.

Guarde la libreta en el bolsillo delantero de mi uniforme, y salí de allí a paso rápido.

Aquellos chicos eran muy guapos. Ahora entiendo a Margarita. Ella había quedado embelesada con aquel de ojos azules esta mañana, ese mismo que la empujó si no mal recuerdo. Pero algo podía decir, el aura, el ambiente que rodeaba esa mesa, era demasiado pesado.

No se en que momento dirigí mi mano hacia mi pecho, me extrañe al sentir mi corazón palpitar como un loco.

──Hey...──Al entrar a la cocina, observe a Mike, quien seguía en la sopa del señor William.──Tres pizzas de jamón y queso.

Al oír mi voz, se giro con el ceño fruncido. Sus ojos azules encontraron los míos.

──¿Ocurre algo?──Esta vez, yo fruncí el entrecejo. ¿A que iba esa pregunta?

──¿Por qué esa pregunta?

──No me has golpeado.

Gire los ojos, cruzándome de brazos.

──No todo es golpes y gritos, ──Dije, y pude ver una sonrisa asomarse en su boca que me hizo desviar los ojos de allí.──si es que no me haces enojar...──Agregué.

──Esta bien, Brenda.──Su voz se oyó extraña, pero trate de no darle importancia. Aun sigo sin entender porque Mike y yo seguíamos actuando así. Eso me hacia sentir estúpida.

Me di la vuelta. Estaba harta de esta situación de odio, de querer, y volver a odiar a una persona, ¿acaso esas emociones son normales para acumularlas solo en alguien?

Suspire, y sin mas preámbulos, me acerque a la puerta para salir de la cocina, pero el fue mas rápido y me acorralo contra la pared.

──Estoy harto de esto, Brenda.──Sentí mi corazón palpitar en mi pecho. De pronto el aire entre nosotros se volvió mas caliente. Su rostro estaba tan cerca al mio que me dejaba en duda aquel deseo de besar. ¿Lo haría?

Me pregunto, ¿lo haría nuevamente?

Yo...¿Lo besaría?

──¿Harto de qué, Mike?

Las palabras pesaban, y ardían en mi boca, dispuestas a salir y quemar, quemar como el café humeante, como el fuego llameante. Esa sensación... justo esa sensación de dolor, calor, ardor era la que se me presentaba al estar frente a Mike, un muchacho dulce pero a la vez horriblemente inexpresivo.

──De ya no poder tenerte nunca más.

Sus ojos azules recorrieron mi rostro, sabia tan bien el camino que estos estaban recorriendo; primero los ojos, luego la nariz, y terminaba en mi boca...

Oh, eso se oye muy mal en mi mente.

Sentí mis mejillas arder cuando su rostro comenzo a cortar tanto la distancia, que el solo mover mis labios por accidente, me llevaría a la mierda nuevamente. Cerre mis ojos al sentir nuestras respiraciones muy juntas.

Madre de dios, dame poder para sobrellevar esto.

──Toc, toc.

Mi cuerpo quedo estampado como una figurita en la fría pared al escuchar una tercera voz en el lugar. Mi corazón latía tan rápido y fuerte que creí que dejaría de funcionar. Mire a Mike a los ojos, quien también miraba los míos, extrañado. Ambos nos giramos y entonces lo vi, era aquel muchacho de cabello largo que acompañaba a esos tres sujetos.

Las cadenas de sus jeans negros resonaron por toda la cocina cuando se reacomodo en su lugar.

──Claro...──Dijo, bostezando.──Ahora entiendo porque las pizzas se demoran tanto. Por favor, solo pido que no haya bello púbico en estas o moriré de horror.

──Disculpa, este sector es solo para empleados.──La voz de Mike sonaba demasiado extraña, pero yo conocía aquel tono. ¿Estaba enojado?

──Te disculpo...──Una sonrisa se hizo presente en el rostro pálido de aquel muchacho extraño. ──Una pregunta, ¿dónde se encuentra el baño?

──En el pasillo a la izquierda.

──Oh, gracias Mike.──Soltó, gracioso.──Sigan en lo suyo, chicos.──Y luego de aquello, abandono el marco de la puerta, dándonos una vista perfecta de lo que había a sus espaldas; un señor William demasiado confuso, y unos tres muchachos que observaban nuestro lugar con unas sonrisas maliciosas.

...

Esa noche había despedido al señor William como de costumbre. Mike seguía limpiando la cocina. Se encontraba demasiado callado, pero eso no me molesto en lo absoluto.

──Puedes irte, Brenda.──Dijo, sacándose el delantal blanco.──Yo cerrare esta noche.

Esto era lo que odiaba de Mike; encendía cosas, y luego las dejaba allí, en el fuego vivo y se largaba, se largaba como si a el no le importase.

Por eso yo me aleje de el...

Masajee mis ojos cansados, y me saque el delantal. Tome mi mochila oscura que se encontraba en una estantería detrás del mostrador, y sin observar hacia mis espaldas, tome rumbo hacia la puerta de salida para abandonar el lugar, dejando a Mike atrás, y a esa escena de la cocina en el olvido.

Estaba cansada de la misma situación, de las mismas emociones. Mike era una persona difícil de llevar, y yo lo sabia. Eso era lo que me molestaba, saber y no poder hacer nada al respecto.

Odiaba a la clase de personas como el, pero la atracción siempre fue mas fuerte entre los dos. Pero yo lo sabia, sabia que Mike Fisther no sentía la misma atracción, el sentía caos, mucho caos, porque el era eso en realidad, un caos indefendible e incomprensible.

El frió envolvió mi cuerpo, y me obligue a sacar mi chaqueta de la mochila que llevaba en mano. Al ver el cuero negro de mi abrigo relucir, no dude en ponérmelo. Estaba colocando mi brazo en una de sus mangas, cuando mi acción quedo a medias.

Por el rabillo de mi ojo pude ver un movimiento extraño. Rápidamente dirigí mis ojos hacia ese sitio, pero entre los arbustos y los arboles de pino, no pude ver nada mas que oscuridad.

Algo no me estaba gustando.

El ambiente se sentía frió y pesado...

Justo como hoy, en la mesa ocho, donde se encontraban esos extraños sujetos.

Rápidamente me puse la chaqueta y comencé a caminar para irme a casa de una vez. Los escalofríos nunca me abandonaron. En realidad, estos estuvieron presentes desde el momento en que lo vi de pie en el marco de la puerta.

Mike jamas se dio cuenta, pero yo si. El no tenia puesto su nombre en el delantal. Entonces...¿Como fue posible que ese extraño sujeto de cabello largo lo sabia?

Eso resonó en mi mente, al igual que las cadenas de sus vaqueros negros.

Algo me daba mala espina en esos tipos, esos tipos que llegaron a Balcanes de un día para otro.

──Oh, gracias Mike.

Esa noche llegue a casa corriendo, y con el corazón ardiendo.

...

¿Qué les pareció el cap?
Todavía no me creo que Brenda lo protagonizó:(.

¿Y quién rayos es ese Mike?

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