7. ¿Un año?
CAPÍTULO 7
EIDER.
Las horas pasaban aunque la clase de filosofía no terminaba. Sentía que las horas se estaban haciendo eternas.
¿Por qué?
Tal vez aquella razón tenía un nombre y un apellido: Azael Agramon.
Me di cuenta que el compartir espacio con él era muy extraño, por ejemplo: sus ojos examinaban todo a su paso, el bolígrafo en su mano jamás se quedaba quieto.
Era como si el fuera de esas personas inquietas.
Enterré mis ojos en su perfil ya que estaba mirando hacia el frente. Su nariz recta era bastante fina y simétrica.
Gracias a la luz del sol que se colaba por la ventana a nuestro lado, pude ver los lunares en su pálida piel, por un instante me hicieron recordar a sus ojos, aquellas dos esferas grises y oscuras en la que una traía dos manchones extraños en sí, extraños como Azael, un muchacho que salió de la nada misma para hacerme sentir demasiado rara.
De pronto la curiosidad me llenó algún lugar de mi mente.
En parte me llamaba la atención saber de dónde él provenía, por qué cantaba, y por qué era tan desconocido y a la vez no. Pero una parte de mí, la otra parte sabía que eso estaba mal. Algo a su alrededor me daba mala espina. Podría decirse que Azael tenia un aura demandante y misteriosa.
Entonces, aquellos dos muchachos que estaban siempre a su lado, vinieron a mi cabeza. Tal vez... es eso lo que el comparte con sus hermanos; ser iguales de misteriosos los tres.
Ellos al estar juntos tenían eso... eso de hacerte preguntar quiénes eran, de dónde venían, porque a parte de todo esto, ellos tenían algo más en común; eran inusualmente atractivos. Un atractivo demasiado extraño.
Aparte la vista de el, sin creer haber dicho que era apuesto. Al observar al frente, sentí su mirada puesta en mi. Sabia que en sus labios adornaba una sonrisa de satisfacción. A veces creía que ese tipo podía leer la mente.
──¿Por que me mirabas tanto? ──Soltó de repente, luego de unos segundos. Fruncí el ceño y lo mire a los ojos.
Estos me observaban entrecerrados. Creo que esto era lo que le daba a su atractivo algo inusual. Sus ojos eran tan extraños.
──¿De qué hablas?
──De que me observas cuando no te estoy mirando, Eider.
Sentí mi corazón latir en mi pecho, se sentía cálido, como si me hubieran descubierto haciendo algo demasiado extraño. ──¿Y qué problema hay con eso?
──Que quiero que me mires cuando yo lo haga.
Aquello se escucho tan extraño al salir de sus labios agrietados y secos.
──¿Qué...──Las palabras quedaron atoradas en mi garganta al sentir su mano fría en mi cintura, esta subía ligeramente por mi piel desnuda, la cual tapaba la tela de mi playera. ¿Qué estaba haciendo? Su sonrisa volvió a aparecer, pero esta vez mucho más grande.
──Me gusta ponerte así de confusa. ──El aire volvió a mis pulmones cuando saco su mano de allí para sacudir su pelo ligeramente. ──Tus ojos se ponen como platos, y por un momento te olvidas como respirar...──Exhalo. ──es como si por un instante estuvieras muerta.──Soltó, más para sí mismo que para mi.──¿Eso no te hace sentir viva?──Sus ojos volvieron a encontrar los míos. Esa fue la primera vez que los vi tan normales, tan chispeantes que me parecieron lo opuesto a lo que yo acababa de pensar.──Digo... suena un tanto contradictorio, pero son sensaciones que te hacen sentir con vida.
Sus palabras eran tan repentinas, pero no eran irracionales, tenían verdad tras ellas. Es como si toda palabra que saliera de su boca, tuviera una razón para salir de esta.
Parece que te empieza a gustar su forma de pensar.
──Tal vez...
¿Cuánto tiempo pasó? ¿Un minuto? ¿Tres segundos? Es como si el momento se hubiera pausado solo para ver sus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué las palabras no salían de mí? algo empezó a abarcar mi interior. ¿Nervios? ¿Miedo? ¿Qué me sucedía?
Como si fuera todo un suceso extraño, sentí como mi asiento se iba hacia atrás poco a poco. Mi cabeza golpeo el pupitre de atrás y luego caí al suelo. Mis manos rápidamente se dirigieron a la parte trasera de mi nuca. Ahogue un quejido de dolor al sentir aquella zona palpitar.
¿Qué ocurrió?
Azael me observaba desde su asiento con el ceño fruncido. Me ofreció su mano y me puse de pie al tomarla. Los ojos de todos estaban posados en nuestro lugar.
──¿Eider?──Pude ver la melena rubia de Daiana acercarse a mi. Cerre los ojos suavemente por el dolor en mi nuca que no se iba. ──Acompáñala a la enfermería...──Oí decir.
Nuevamente abrí los ojos y vi todo nublado. Me di la vuelta para buscar algo de razón en lo que acababa de suceder, al ver el suelo no encontré nada, pero cuando levante la vista... Adriel me observaba con una sonrisa de oreja a oreja...¿Él me había hecho aquello? Parpadee repetidas veces. No, debe ser...
Una mano tomo mi brazo y comenzo a sacarme del lugar, haciéndome tambalear.
Rápidamente atravesamos la puerta del lugar y nos encontramos en el pasillo. Así estuvimos caminando hasta salir por la puerta de la gran escuela...
¿Qué..?
──¿Adónde me llevas?──Solté, aún sin saber quién me tenia del brazo.──Llévame...──Mis ojos se sentían pesados. ──a la enfermería. ──Complete con la voz en susurros al ver que habíamos salido de la escuela en sí.
Mi corazón golpeo mi pecho con fuerza. El agarre en mi mano era firme.
De repente sus brazos rodearon los míos, impulsando mi cuerpo a sentarse. Sentí mi trasero tocar la fría superficie de los banquitos de la escuela. Palpee mi nuca. Seguramente me saldría un chichón luego, podría decir que hasta comenzaba a formarse un bulto.
──¿Estás bien?
Aquella voz...
Trague en seco. La garganta de pronto estaba seca... mi pecho se sintió caliente.
¿Qué es lo que sientes realmente, Eider? Me pregunté.
¿Qué es lo que siento? Dicen que el miedo se puede representar de muchas formas, pero la que más se le aproxima, es la de sentir un caos por dentro, o tal vez... de la forma en la que me dijo Azael; los ojos abiertos de par en par y te olvidas de cómo respirar.
Es como si por un instante estuvieras muerta. Su voz ronca retumbó en mi mente.
Lentamente levante mis ojos del suelo, para observar a la persona enfrente de mí.
Aquel cabello rojo, aquellos ojos negros como esa noche. Era él.
Rápidamente me puse de pie, pero él fue más veloz y me tomo del brazo.
──¡Suéltame!──Grite. Mi corazón amenazo con salirse de mi pecho y correr, correr lejos de mí. ──¡Suelta mi brazo, ahora!──La desesperación comenzo a calar mis huesos. Él solo me observaba sin soltar mi brazo.
Su sonrisa aparecio, esta era terrorífica.
Por primera vez, luego de mucho tiempo, sentí miedo, miedo de verdad.
No, Azael, el miedo no solo se representa de esa forma, el miedo se ve de muchas formas; llantos, desesperación, gritos, o simplemente tu cuerpo se olvida de estar vivo.
¿Entonces por qué tu no sientes nada de aquello?
La curiosidad me abordó. ¿Aquel monstruo ha venido a buscarme? Aquella pregunta quedó en el aire cuando las escenas atroces comenzaron a presentarse en mi mente.
Sus ojos negros miraban los míos con diversión.
──¡No!──Senti mi garganta arder por aquel grito. Pude ver todo borroso gracias a las lágrimas que comenzaban a hacerse en mis ojos.
No importa que tan feliz quieras ser, Eider, siempre está ese recuerdo tormentoso, ese monstruo y ese placer. Tú no sientes miedo, tú sientes...
──¡No me harás lo que le has hecho a ella!──Mi corazón latió. Es como si aquellas palabras fueran irreales, incluso dejarlas salir de mi boca parecía una mentira.──¡Sueltame──¿Acaso estaba hiperventilando?──¡Suéltame, maldito monstruo!──Entonces, la desesperación gobernó mi ser.
La palma de mi mano ardió con el seco golpe hacia su mejilla. Las lagrimas salieron sin pudor de mis ojos.
──¡¿Qué te ocurre, Eider?!
¿Qué has hecho?
Parpadeé repetidas veces, sin creer lo que hice.
Frente a mí se encontraba aquel castaño de ojos grises. Me observaba confundido y con el ceño demasiado fruncido.
No era él, era simplemente──Azael...──Susurre.
Las palabras nuevamente se atoraron en mi garganta cuando vi su mejilla roja por mi golpe.
Baje mi vista al suelo. Estaba avergonzada. Ni siquiera conocía a Azael, ¿por qué he reaccionado así?
Porque los recuerdos han vuelto y alteras la realidad. Aún crees que ese monstruo vaga por aquí, buscándote...
Respire hondo, tratando de olvidar los sucesos, aunque sabía que Azael no se iba a quedar callado, él iba a querer la verdad.
Ese chico tenia algo, algo que te decía que no lo podías engañar fácilmente.
──Lo siento.──Él me observo cauteloso para luego asentir.
──Wow... en serio que ese golpe te afectó el cerebro.──Lo oí decir luego de unos segundos. Ignore aquello y me volvi a sentar en el banquito, él hizo lo mismo.
Un espeso silencio nos envolvió, pero no fue incómodo, es como si con él no quedara tan extraña aquella situación. ¿Por qué?
Porque simplemente Azael era demasiado extraño, tan extraño como para que aquellas cosas las veas normales a su alrededor.
Desvie la mirada para observarlo a mi lado. Observaba el cielo, mientras descargaba el aire por sus labios. Se veía fresco y relajado.
Una brisa suave y fría nos envolvió.
Bajo la mirada hacia mí y nuestros ojos se encontraron. ──Sé que no me dirás porque has actuado así.──Lo oí decir, con su típico tono demandante y frío.
Solía descifrar el carácter de las personas muy rápido, pero... Azael.
Podría decir que Azael era demandante, no tenia que dudar al hablar, no debía tomar una gran bocanada de aire cuando se ponía nervioso, no daba tantas vueltas para hacer las cosas... pero eso solo era la impresión que me daba, porque aparte de todo aquello, Azael tenia eso que te decía que había más, ese algo que te gritaba: "Descubreme porque eso no es todo" un grito fuerte y claro como él.
──Pero yo sólo lo descubriré, tarde o temprano. Tenlo por seguro, Eider.──¿Debía creerle? Porque su voz se oyó demasiado segura que hasta pude sentir un poco de temor.
Luego de aquello se acercó a mí rostro, dejando el suyo a milímetros del mío, tan escaso era el espacio, que hasta podía sentir su aliento cálido con aquel olor a menta. Sus ojos se veían mucho más claros y espectaculares desde ese lugar.
¿Quién eres, Azael? ¿Y por qué actúas así conmigo de la noche a la mañana?
──Eres muy extraña, Eider Zervas, pero yo lo descubriré.──Mi corazón latió más fuerte.──Descubrire lo que ocultas.
Y sin más, se levantó de allí, acomodando su chaqueta oscura. ──Debo irme.──Solto, como si nada de lo que acababa de ocurrir, pasó.──Esperame aquí.
──¿Adónde vas?──Pregunté, pero al ver una sonrisa socarrona de su parte, lo cubrí rápidamente.──¿Sabés que seguimos en clases, verdad?
──Iré a...──Penso unos segundos antes de decir.──fumar.──Aquello me pareció demasiado sospechoso, pero traté de no dudar.
Me guiñó el ojo y salió de allí, dirigiéndose a algún lugar del gran patio.
Y allí me dejo, con la cabeza dando vueltas.
¿Qué habrá querido decir con: "Yo lo descubriré"?
Aún no lograba entender aquellas palabras repentinas que salían de su boca. En realidad, sus palabras me recuerdan a él; repentino y desconocido.
Tampoco lograba entender porqué había reaccionado así con él. Por un momento vi a ese... monstruo, y luego volvi a la realidad.
Aún así, algo era más fuerte que las preguntas, y siempre lo supe, la curiosidad es algo que me podía desviar de las cosas. Y en ese instante la curiosidad me llevó a preguntarme algo nuevamente, ¿A dónde fue a fumar Azael?
¿Y por qué sonó tan pensativo al decírmelo? Sin dudarlo ni un segundo, me puse de pie.
Comencé a buscarlo por todo el patio, incluso por fuera de los muros, pero allí no habían más que árboles oscuros y empinados, no se encontraban rastros de ese castaño.
¿Dónde te has metido?
Y entonces, aquel lugar vino a mi mente, el solo pensar en él me trae recuerdos de ese día y lo que vi en el bosque.
Tome un poco de aire y me dirigí hacia la parte trasera del colegio. El paso allí estaba prohibido, porque tenia un claro atajo a los bosques oscuros. Muchas personas le temían al lugar por varios motivos. Habían personas que inventaban historias paranormales, mientras que a otras el lugar les parecía tenebroso, y a estos últimos no se les podía juzgar; el lugar se veía oscuro, lleno de árboles y hojas secas.
──¿Eres imbecil?
Rápidamente aquella voz llegó a mis oídos. Me pegué a la pared que le pertenecía al gran colegio, esta estaba fría y con un olor a humedad, pero eso no fue problema cuando los vi.
Azael sostenía a Adriel desde el cuello de su camisa. Ambos se veían demasiado exaltados, como si segundos antes hubieran discutido.
──¡Solo nos queda este año, maldito enfermo!──Aquella voz ronca y fresca ya no era presente en el tono de voz de aquel castaño.──¡Y aún no lo has localizado!
──No es fácil, Azael.──A diferencia de su hermano, Adriel tenia un tono de voz más relajado, más apagado.
──Nos han dado un año más...
¿Un año más? ¿De qué estaban hablando?
Cerré los ojos luego de ver como la espalda de Adriel chocaba fuertemente contra el tronco de un árbol.
──¡Nos matarán!
Mi corazón latió más fuerte en mi pecho con la simple mención de esa palabra.
──Él vino aquí por una cosa, y sabes muy bien cuál es. ──Ambos se miraron mutuamente como si sus miradas ya supieran de lo que estaban hablando.──La carnada ya está en este pueblo, tú sólo debes localizarlo. Debemos capturarlo, o los que serán capturados seremos nosotros.──Luego de aquello soltó el cuello de su sudadera y sacó algo de su chaqueta oscura. En sus manos un papel blanco se hizo visible.──Léelo.
Adriel, quien aún seguía con su espalda en aquel árbol, le arrebató el papel de la mano a su hermano. Bajo la vista y el silencio reinó. Sus ojos recorrían el pequeño pedazo de papel, leyéndolo, examinandolo.
──¿Cómo sabes que ha sido el mensajero y no él?
¿Mensajero?
──Esa letra no es compatible para ellos.
──¿Dónde lo encontraste, Azael?
──¡Eso no importa!──Me sobresalte al escuchar su voz más fuerte y desesperada de lo normal.──¡Maldición! Debes localizar a ese tipo.
Adriel lo observó con el ceño fruncido. Sus ojos se vieron demasiado fríos.
──Quémalo.──Exigió, hacia su hermano, estirandole el pequeño trozo de papel.
Este lo tomó y acto seguido, sacó un pequeño encendedor de metal de su bolsillo, y lo quemó, tirándolo en el húmedo pasto del lugar.
──Un año, Adriel. Sólo un año...y ese año ha comenzado.──Dicho aquello, se dio la vuelta para venir hacia mí dirección, y como si me hubieran tirado un balde de agua fría, reaccioné.
La desesperación comenzó a hacerse notoria dentro de mí. Busque con mis ojos algún lugar donde esconderme.
Nada.
Maldición.
¿Esta vez podrás escapar, Eider?
Las pisadas de sus zapatos contra el pasto del suelo, se hacían cada vez más fuertes. Él estaba cerca.
Piensa rápido. Piensa rápido, Eider, por favor.
Y como si hubiera visto mi salvación, a unos metros de mí, pude ver unos arbustos. Corrí hacia allí como si mi vida dependiera de ello. Al llegar, me escondí detrás de aquellos arbustos. Me acomode en el lugar, por miedo a hacer un ruido extraño que me delate, pero esta acción quedo a medias cuando escuche algunos pasos aproximarse.
Y entonces lo vi.
Azael...
Este se veía demasiado exaltado, pero a los segundos, tomó aire y siguió como si nada, optando por su pose fría de siempre. Fue en ese momento que me di cuenta que mis pensamientos hacia él eran verdad. Azael detrás de esa fachada demandante, confiada y fría, también se veía así: desesperado, furioso, exaltado. Eso me daba a entender que él solo mostraba una fachada.
¿Qué es lo que ocultas, Azael Agramon?
Luego le siguió Adriel, quien mantenía su expresión apagada. Ese chico se veía tan extraño que ciertamente daba miedo.
¿De qué estaban hablando allí? Entonces lo recordé, ellos habían quemado un papel.
¿Una carta quizás?
Me levanté del suelo húmedo y me dirigí hacia ese lugar que me comenzaba a generar escalofríos, pero no sin antes dar un vistazo por si alguien seguía allí.
Respire hondo. Mis ojos recorrieron el pasto verdoso, y pude ver el pequeño trozo de papel con varios detalles de un negro y un marrón intenso por el fuego que antes yacía en este.
Mis pies caminaron solos hasta el papel, allí me puse de cuclillas y tomé este con mi mano. El olor a quemado se hizo presente en mis fosas nasales.
Podía ver varios signos en este, muy pocos que no logré entender.
Esa letra no es compatible para ellos.
Recordé nuevamente las palabras de Azael.
Guarde el papel en el bolsillo de mis vaqueros, y me dispuse a salir de allí, no sin antes darle una última mirada a ese lugar oscuro y frío, que seguramente guardaba muchos secretos.
Esto me daba mala espina, y no estaba del todo segura de lo que estaba sucediendo.
Pero de algo podría estar segura y decirlo libremente... Los Agramon tenían un año para capturar algo o mejor dicho a alguien, o sino los matarán. ¿Y quién mejor que Eider Zervas para averiguarlo y descubrir un tal vez oscuro secreto?
De algo estaba segura, y era que yo iba a descubrir quienes eran los Agramon y que estaban ocultando.
Y debía empezar esta noche, yendo a ese bar en las calles abandonadas de Balcanes.
¿Quién eres Azael y por qué eres tan familiar ante mis ojos?
Pronto lo descubriré.
...
¡Te amo, Eider!
¿Y qué creen? ¿Qué es lo que están ocultando los Agramon?
Eider parece no ser tan tonta después de todo.
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