Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

29. Beso ahorcado

CAPÍTULO 29

EIDER.

¿A cuántas personas habían invitado los Agramon a su fiesta?

Aquella fue la primera pregunta que resonó  en la noche al estar en su cabaña llena de gente joven y luces rojas por doquier, bañando a todos como en  un antro espectacular.

Los gritos y los empujones eran insoportables. La música movediza era pegadiza y todos bailaban sin parar con algún que otro vaso transparente en sus manos.

Pude ver a Brenda a mi lado, tintada de aquella luz rojiza como su cabello. Reacomodo su chaqueta oscura y se acercó a mi oído.

──¡No permitiremos que esos malnacidos se queden con la satisfacción de matar a alguien!──aquello fue más que una orden. Fue más allá de todo.

Mi corazon dolia y aún ardían mis mejillas por las lágrimas y el frío que las  secaba.

La noche anterior no nos importó aquello extraño que sucedió en mi casa, solo amanecimos allí llorando la muerte de Margarita.

Una y otra vez su rostro sonriente inundaba mi mente. Quería verla descansar en paz, pero por alguna razón sentía que ella no iba a estar serena en su muerte hasta no acabar con ellos.

¿Por qué la mató? Me preguntaba una vez más.

Podía oír los gritos y la música, también la orden de Brenda a mi lado, pero en realidad no los escuchaba, mi mente navegaba por aquella risa dulce, por aquellos ojos azules.

Hoy más que nunca, estábamos decididas a hundir a esos hermanos asesinos que habían irrumpido silenciosamente al pueblo. Pero especialmente a él.

Aquellos ojos grises tan extraños hacían eco en mi mente. Y odiaba recordarlo y sentir mi pecho hacer presión sin sentido.

Una presión extraña y cálida que se formaba inconscientemente.

Parpadee varias veces cuando Brenda me tomó la mano y empezamos a adentrarnos en la casa entre todas las personas bailando y bebiendo.

Cuando llegamos a un lugar en específico que pude reconocer como aquella cocina gris, pudimos divisar tres figuras.

Paymon.

Adriel.

Adelaide.

Qué combinación tan extraña. Sonreían y hablaban sin cesar, pero al vernos, se detuvieron abruptamente, como si fuéramos dos seres inusuales.

Como ellos.

Paymon se acercó a Brenda saludando a esta con un corto beso en la mejilla. Logré ver como esta tensaba sus músculos y su pecho se detenía por unos segundos.

¿Estaba fingiendo?

Despegue mi mano de la suya y acomode mi remera blanca.

Cuando levante la vista hacia el frente, me encontré con una Adelaide sonriendo de forma burlona mientras caminaba hacia nuestro lugar

──Hola, Eider. ──sus ojos negros encontraron los míos. Llevo una de sus manos al escote en v de su vestido rojo.

No evite ver como sobresalían sus pechos morenos. Aparte rápidamente la vista de allí.

¿Acaso no podía parar de ser tan promiscua?

──Hola ──conteste, cortante y seca.

La amistad con Adelaide ya no era la misma. La incomodidad a su lado era latente, era algo que instintivamente se creaba al verla.

──Deberias dejar el orgullo, Eider...

Mi ceño se frunció al cabo de los segundos. ¿A qué vino eso?

De repente sus ojos bajaron a mi ropa, escaneandola con un claro gesto de desagrado.
Ahora lo entendía, Adelaide hablaba sobre mi ropa... una vez más.

Tratando de ignorar a la morena frente a mí, nuevamente, divisé el panorama, fue ahí donde me encontré a lo lejos,
observando a Adriel quien tenía su mirada perdida en algún lugar, dejando en vista su perfil pálido y perfecto.

Su cabello negro estaba disperso en su frente, a los costados estaba bien cortado, dándole un aire fresco y atractivo. Su ropa oscura y básica le quedaba estupenda haciendo contraste con su piel blanca.

Mi mirada logró pesarle, este se giró y encontró mis ojos, de manera sorpresiva y... casi siniestra.

Sus ojos me decian gelidamente: Te atrapé, Eider.

Su rostro cada vez más palido que dias anteriores no tenía expresiones algunas pasando por este, fue incomodo y raro, de hecho, él era así: extraño, frio, inusualmente misterioso, rodeado de... tal vez melancolía y tristeza.

Trague en seco y desvié la mirada de allí. Me sentía incomoda bajo sus ojos azules.

──¿Dónde está Azael? ──La voz de Adelaide hizo estruendo en la cocina. Mi piel se erizó sin sentido al oír la mención de aquel nombre.

──Se encuentra acomodando algunas cosas para la batería. Adonis está con él en el garaje. Ve a buscarlos y diles que las chicas han llegado. ──observé a Paymon, quien respondió sin sacar los ojos de Brenda.

Pude oir los pasos de la morena alejarse de nosotros.

Brenda me observó fijamente y al cabo de unos minutos, salí de la cocina con la excusa de ir al baño.

Saque de mi bolsillo trasero el pequeño y viejo teléfono de repuesto que Brenda me había prestado para sacar evidencia y comencé a caminar entre todas las personas.

Sentí todo lo que una persona dentro de una fiesta sentiria: gente sudada, olores extraños, gritos, empujones, pero lo que acabó con mi paciencia inexistente, fue aquel muchacho que arrojó una bebida en mi pecho. El líquido frío traspasó mi sudadera, acabando totalmente con esta.

──Discúlpame...──sus palabras arrastrantes fueron acompañadas del olor a cerveza que yacía en su garganta. Su mano libre tomó mi hombro y luego me sonrió──¿Por qué no te diviertes? La fiesta está repleta de cerveza...

Me zafe de su agarre, dando unos pasos hacia atrás. Sin responder, me di la vuelta, viendo relucir las escaleras para ir a la segunda planta.

Mis pies no se detuvieron ni un segundo cuando comencé a subirlas. Por alguna razon sentia un peso en mi espalda. Era aquel extraño de peso de una presencia, de algo... como... una mirada.

Rápidamente me alerte cuando alguien intento jalarme el brazo, llegando a conseguirlo, tomando mi ante brazo con tal fiereza que logró arañar mi piel.

Hice una mueca de dolor y sin pensarlo dos veces, me di la vuelta, observando despavorida a quién me había hecho eso. Era el muchacho de hace unos segundos.

──Ven, tomemos algo.

──Creo que dejé muy en claro que no es lo que quiero. ──volví a zafarme, pero este tomó nuevamente mi ante brazo sin rendirse. No me importó empujarle. Estaba tan borracho que se tambaleó y cayó.

Pero mierda, yo era la tipa con menos suerte. Volvió a ponerse de pie y salí corriendo de allí cuando comenzó a perseguirme.

Subimos las escaleras, corrimos por los pasillos, pero yo no lograba perderle.

Fue entonces que me tope en un pasillo en el que habían dos que conectaban. Se veían oscuros y desolados. Pensé rápido y tome el primero que vi: el izquierdo.

Respiré hondo, creyendo que todo había sucedido, pero en ese instante, unos pasos detrás de mí me alertaron y comencé a correr de prisa. Me topé con una puerta de madera y no dude en abrirla para adentrarme en esta.

La cerré detrás de mí, presionandola hasta sentirme segura de que ya no estaba ese muchacho por ahí.

Una vez que todo el pasillo quedo en total silencio, me aparte de la puerta, dando algunos pasos  hacia atras chocando mi espalda repentinamente  con lo que identifique como un armario. Parpadee varias veces, y me despegue de este.

Mis ojos no tardaron mucho en observarlo todo.

Una cama con un cobertor gris era visible en el medio de la habitación, dos armarios de roble negro estaban a los lados de esta. Las paredes eran de un gris oscuro como las paredes de la cocina y las cortinas detrás de la cama eran de seda negra.

Me di la vuelta y pude encontrarme con un escritorio oscuro y varias cosas encima de este. Pero lo que llamo mi atención, fue la tinta negra desparramada en una hoja blanca. Un collar que como atractivo tenia a un diente de jabalí negro. Me quedé pasmada cuando al acercarme, pude ver más cosas: una daga que en su mango estaba detallada una víbora y en su hoja permanecía sangre seca, pero también, al lado de esta, unos mechones rubios llenos de aquel líquido con olor a hierro de color carmesí se hacían presentes.

Una pequeña imagen se posaba cerca de una pluma gris. En la foto se encontraban tres niños y una mujer de cabello castaño con unos ojos oscuros y dulces. Pero al lado de esta, se encontraba un hombre medio abrazándola con uno de sus brazos. No pude verle el rostro ya que el vidrio que cuidaba la imagen, estaba notoriamente partido en ese lugar en específico.

Tome el cuadro con mis manos y pude detallar a los niños sonrientes. Uno tenía el cabello castaño, unos ojos marrones y una sonrisa adorable pero de esas traviesas. El segundo también tenía aquel cabello castaño, pero más desordenado, sus ojos grises se veían grandes y despiertos y aquella media sonrisa en sus labios que lo pintaba muy travieso, le daba un toque perfecto que encajaba en su rostro como una obra bien realizada. Y luego, el tercero. Este tenía un rostro muy pálido y serio. Sus ojos azules miraban vacíos a la cámara y en sus labios reposaba una línea fina y recta de seriedad pura, mientras que los otros niños tenían cabello castaño, este lo llevaba oscuro como la noche.

Pero algo llamó más mi atención y fueron aquellos colgantes de jabalí en cada uno de sus cuellos. Azul, naranja, negro. Esos colores llevaban cada colmillo.

Era una foto familiar y esos niños de tal vez unos cinco años eran los hermanos Agramon.

Oí un extraño sonido en el pasillo, pensé rápido y le tome foto a todo lo que vi. Pude ver una puerta blanca dentro de la habitación.

Me acerqué a esta a toda prisa y entre. El olor a limpio y a baño llegó a mí nariz.

Observe un extraño mueble y al abrirlo, pude ver puras toallas y no dude en entrar cuando la puerta principal de la habitación se abrió y se azotó fuertemente.

Cerré temblorosa la puerta de aquel mueble y cubrí mí boca, asustada.

Escuche unos pasos y luego de unos largos segundos, alguien abrió la puerta del baño.

La puerta del mueble en el que me encontraba, estaba medio abierta, dandome un poco de vista de lo que estaba por presenciar.

Abrí mis ojos sin creer que quien estaba ahí era nada más ni nada menos que Azael.

Se observó en el pequeño espejo cerca del lavamanos y luego comenzó a quitarse la ropa lentamente.

Parpadee repetidas veces y mordi mi labio sin pensarlo cuando lo vi solo en boxers negros que se amoldaban a su definida y perfecta figura alta de atleta de natación.

Entonces abrió la perilla de la ducha y el agua comenzó a caer y aquellos boxers oscuros le siguieron.

¡Madre de todos los dioses del infierno!

Azael Agramon tenia un pito, sí, pero un pito gigante. Se dio la vuelta y entonces pude verle...

El culo.

¡Tenía más que yo!

Increíble.

Se metió a la ducha la cual lo único que cubría su cuerpo, era un vidrio. Su rostro quedaba expuesto y podía ver como cerraba sus ojos y el agua caía en su rostro mientras entreabria su boca rojiza.

Se veía sexy.

Llevo sus manos hasta su cuello, luego bajo hasta su nuca, masajeando esta con delicadeza.

Jooooder.

Abrió sus ojos y llevó sus pelos hacia atrás. Luego de terminar con aquella sesión de baño sexy y seductor para mis ojos, apagó la llave del agua y salió goteando con su piel blanca y cremosa reluciendo bajo la luz del foco.

Paso sus manos en su torso y...

Y entonces se acercó hasta el mueble donde yo... ¡Donde yo me encontraba! Verle su miembro tan cerca, casi me da un paro cardíaco.

Abrió la puerta a mi lado y me moví lentamente hasta el otro extremo. Pude ver su mano tomar una toalla y cerrar la puerta.

No se había percatado de mí y agradeci con todo el corazón que ahora tenía en la garganta por ello.

Rodeo la toalla en su cintura y salió de allí con pasos arrastrados y pesados.

Luego de unos largos 30 minutos en los que ya no lo oi más, salí del mueble y cuando me sentí preparada, abrí silenciosamente la puerta.

Esta no rechino como las pobres puertas de mi casa que necesitaban mucha aceite para dejar de sonar. Suspiré entrecortada cuando lo vi acostado boca abajo con los brazos extendidos y los pies igual en la gran cama oscura.

Aun la toalla blanca se encontraba rodeada en su cintura.

Camine lentamente sin sacarle los ojos de encima.

¿Estaba dormido? La pregunta se respondió por si sola cuando pude ver un poco de su rostro sereno y limpio dormir plácidamente.

Se veía atractivo hasta durmiendo.

¿Cómo un monstruo como él podía tener tal belleza?

Respiré hondo, volviendo al mundo y salí de la habitación casi que rezando para que no se despertara.

Corrí nuevamente hasta la planta baja y la gente aún seguía gritando y bebiendo.

Me adentré entre la gente hasta llegar a la cocina nuevamente. Adelaide hablaba con Adonis y Adriel se encontraba sentado en una butaca fumando y mirando a todos con desprecio.

Brenda charlaba con Paymon y sonreían sin cesar. Ella pareció darse cuenta de mi presencia y frunció su ceño. Mostré el pequeño teléfono y agite este disimuladamente y ella solo se dispuso a asentir.

La vi susurrarle algo al oído a Paymon y este solo asintió, para luego observarme cuando Brenda se acercó hasta mí.

──¡Iremos al baño! ¡Eider tiene problemas estomacales! ──gritó en dirección a los otros tres quienes nos miraban curiosos.

Yo solo fingí una mueca y toque mi panza como si esta me doliera de los mil demonios.

Sin que nos quitasen los ojos de encima, nos fuimos de prisa al "baño". En realidad, terminamos en un pasillo oscuro en el cual solo se escuchaban gemidos y algún que otro ruido de besos.

──¿Y? ¿Qué fue lo que viste? ──preguntó en un susurro apresurado.

No conteste, pero me dedique a encender el teléfono en mi mano y a abrir la galería. Ella lo tomó y observó muy expectante.

Sus ojos oscuros se movían en todas direcciones para inspeccionar la foto, podía lograr ver como la pantalla del teléfono se reflejaba en sus iris.

──¿Ya lo has visto? ──desvió la mirada del teléfono para encontrar la mía, confusa e interesada por lo que iba a decir.

──¿Si ya he visto qué? ──no entendía lo que trataba de decirme.

Giró sus ojos.──La pluma..., la tinta, aquella hoja blanca──frunci más el ceño, como si todo fuera una adivinanza──. ¿Dónde encontraste esto?──preguntó luego de suspirar pesadamente.

Cuando me preguntó aquello, de forma automática mis mejillas se sintieron calientes. La imagen de Azael sin ropa llegó a mi mente y debí obligarme a olvidarla por unos segundos si quería contestar con claridad.

──En el baño...──negué con la cabeza por haberme equivocado──Digo, la habitación de Azael. Todo estaba en su escritorio.

──No preguntaré como llegaste a ese lugar. Solo te diré que es sospechoso que él tenga esas cosas en su escritorio.

──¿Por qué?

──Reacciona, Eider. ¿Una tinta? ¿una pluma? ¿una hoja? ¡¿No se te hace demasiado familiar y sospechoso?! ──entredientes me dijo aquello, observándome como una estúpida.

──No, yo no lo entien...

──¡Despierta, Eider! Azael Agramon puede ser aquella supuesta "A" que te envía las cartas.

Justo ahí, fue donde algo hizo clic en mi cabeza.

──No puede ser...──susurré sin pensar, dejando mi vista perdida.

¿Él puede ser el posible "A"?

Aquello era una simple evidencia. No podíamos estar tan seguras del todo.

──Pero solo es una simple evidencia. ──conteste luego de unos largos segundos.

──¿Y quién dijo que era la única? ──sus ojos volvieron a encontrar los míos──Mejor dicho: no es solo esa prueba, ¿y quién mejor que Eider Zervas para descubrir algo más?

Aquellas palabras sonaban en mi mente como una sonata difícil de ignorar. Como un poema pegadizo. Como una rima espléndida.

──Solo piénsalo, Eider──sus ojos oscuros me insistían, me rogaban, me incitaban a aceptar su propuesta.

Curiosear era lo mio, no temía en aceptar y menos si era por sacar evidencia de aquellos hermanos enigmáticos.

Sonrei y ella tomó mi mano, devolviendo una sonrisa torcida y confidencial.

Ambas salimos de allí sin pensarlo, dejando en aquel pasillo lleno de gemidos y ruidos extraños, el plan definitivo.

Nuevamente nos encontramos en la cocina, y la imagen que tuve frente a mis ojos fue nueva e inusual, como la primera impresión de un Agramon entrando a tu vida.

Adelaide, Adriel, Adonis, Paymon y... Azael, estaban sentados tipo chinitos en una notable ronda.

La morena sentada al lado del castaño que me obligué a no mirar a los ojos, -ya que, este no quitaba los suyos de mí- nos hizo una seña para que nos unieramos. Brenda sin oponerse, tomó asiento de la misma forma que ellos, quedando frente a frente con Paymon.

La ronda entonces se vio un poco más llena y el único lugar vacío era aquel entre Adriel y Adonis.

Todos posaron los ojos en mí, esperando una respuesta de mi parte.

──Sólo siéntate, Eider.──aquella voz grave y suave con aquel acento parisino sonó. Mis ojos lo buscaron por sí solos. Su mirada gris me encontró. Estaba serio, inexpresivo.

En ese instante volví a sentir mis mejillas en el infierno, como si él supiera con solo mirarme que aún tenía la imagen de su cuerpo desnudo en mi mente.

Desvié los ojos de los suyos y tome asiento entre los dos hermanos. Las colonias varoniles de estos dos llegaron a mi nariz.

Y solo pude pensar...

Qué bien huelen.

──¡Bien! Ya que todos estamos aquí, llegó la hora de divertirnos, además, no podemos olvidarnos del cumpleañero ──soltó, una Adelaide muy alegre para mi gusto.

¿Cumpleañero?

──¿Cumpleañero? ──no evite preguntar al oír lo último que dijo la morena.

──¿No sabías que hoy es el cumpleaños número 19 de Adriel?

──¡Así es! El pisciano más frío cumple años hoy ──interrumpió Paymon, sonriente y alegre ──. Luego el 21 de marzo el ariano más ardiente, Adonis. Y para el final, el libriano más extrovertido, Azael...

──Empecemos de una vez esta mierda. ──seco y frío, interrumpió Adriel.

Un silencio envolvió a todos, pero quien rompió el silencio fue Adelaide.

──Bien, el juego solo tiene un dado, es el centro de toda la atención en este momento──un dado rojo se posaba en el medio de toda la ronda, y en su interior, un círculo rojo era visible──. Debemos arrojarlo, quien saque el uno, gana, su mini victoria la cantara con un "Larme rouje" y escogerá su próxima persona para besar. Quien saque dos circulo y en su contraria señale a otra persona, ustedes deben besarse. Los demás números no son importantes, solo deben tratar de que su dado caiga en aquellos círculos nombrados para poder jugar y disfrutar el juego.

Todos observamos el dado como si fuera una especie de bicho raro. Luego nos miramos entre todos.

──Empezaré yo.──Adelaide tomó el dado con una media sonrisa y entonces, lo arrojó.

No evite ver los círculos. Eran seis.

¿Por qué de repente sentí un alivio en mi pecho?

──Te toca. ──le pasó el dado a Azael y este lo cogio sin expresiones algunas mostrando en su rostro.

Lo arrojó, el dado hizo un golpe seco y cayó en un...

Tres.

El dado siguió en Paymon.

──Cinco. ──dijo luego de haberlo tirado con una sonrisa.

Luego fue Brenda.

──Cuatro.

Y luego Adriel...

──Dos.──dijo y todos observamos el dado. Su contraparte estaba muy cerca de Adelaide, pero no la señalaba. En realidad no apuntaba a nadie.

Al ver aquello, no fue válido y el dado entonces pasó a mí. Este estaba frío cuando lo tomé.

¿Por qué conté hasta tres para arrojarlo? No lo sé, solo estaba inexplicablemente nerviosa.

El dado entonces cayó, mostrando un tres.

Adonis lo agarró del suelo y lo tiró con su rostro picaron y divertido.

Cinco.

La ronda volvió a iniciar con Adelaide.

──Larme rouje. ──pronunció, todos miramos el dado y yo solo pude sentir una patada en el pecho.

Su cabello largo y negro danzo unos segundos por el aire cuando esta rápidamente se abalanzó a Azael y lo beso apasionadamente.

Me sentía extraña cuando los veía. Una necesidad de desviar la mirada me sumia cada vez más. Era atractiva la idea de sacar los ojos de allí.

¿Por qué?

Paymon sonrió y tomó el dado, arrojó este y cayeron los dos círculos. Fue una casualidad muy bonita ya que el círculo contrario apuntaba a Brenda.

Ambos se miraron mutuamente, varias emociones pasando en sus miradas. Paymon llevo su mano pálida a una de las mejillas de la pelirroja y entonces, la besó.

De repente el juego ya no era solo arrojar el dado.

──Creo que Azael no jugará ya que esta muy ocupado──comentó Adonis con su vista en Adelaide y Azael──. Quedamos nosotros tres, supongo.

Adriel arrojó el dado, dejando este caer en un seis.

Se levantó y se perdió entre la oscuridad de la gran cocina.

Observe de reojo a Adonis quien miraba el dado en el suelo. ──Quedamos nosotros dos.

Tragué en seco cuando su mano se extendió hasta mí con aquel dado rojo reluciendo en su palma.

Lo tomé y lo observe cómo si fuera un arma letal. Mi corazón bombeaba. La música fuera de la gran cocina, se colaba por esta. Brenda y Paymon se besaban con efusión. Azael y Adelaide se miraban mutuamente, muy agitados.

Quise que aquello parara, quería ver otras expresiones en sus rostros.

Arroje el dado antes de sacar la mirada de Azael.

Tres.

Ese fue el número de círculos que indico el dado.

──Mejor suerte la próxima.──Adonis arrojó el dado y fue ahí cuando cantó un ──Larme rouje.

"Lagme rougje" fue así como lo pronunció con un transparente y fluido francés.

Tomó de mi sudadera y me acerco a él. Nuestros rostros muy cerca. Mi respiración cálida chocando con la suya. Sus ojos en los míos.

Observe de reojo buscando a alguien en específico. ¿Por qué mis ojos buscaron a Azael?

Charlaba con Adelaide, le sonreía, la miraba diferente.

Y eso...

Me molestó.

Cerré los ojos y sin esperar ni un segundo más, acerqué mi rostro al de Adonis, cortando la distancia. Sus labios cálidos y carnosos encontraron los míos. Su aliento a menta inundó mi boca. Su mano fría se coló por el espacio entre mi oreja y mi nuca, llevando así, ciertas descargas eléctricas a mi cuerpo, como si estuviera descubriendo un lugar nuevo en mi piel.

Abrí mi boca aún más cuando su lengua encontró la mía. Era dulce, la menta de su aliento comenzó a gustarme cuando rozó su lengua con la mía repetidas veces.

Sus labios eran ágiles, cálidos, suaves.

¿Pero por qué aquellos labios fríos y secos venían a mi mente?

¿Por qué no podía sacarlo de mi cabeza?

Porque Azael Agramon es difícil de olvidar cuando se cuela en tu mente como el temor.

Una voz sonó en mi mente, como si estuviera arrojando un balde de agua fría sobre mi cabeza.

¿Qué estaba haciendo?

Adonis ni siquiera me gustaba. Tal vez era atractivo, casi idéntico a Azael en belleza, porque vamos, son los Agramon, pero no podía seguir engañandome.

Quería que aquel castaño se pusiera de pie y me dijera: "Vamonos, Eider, no quiero verte con él" o tal vez yo leía muchas novelas en Wattpad porque aquello solo sucedió en mi imaginación.

¿Qué fue lo que ocurrió en mi pecho que ya no sentía los labios de Adonis tan cálidos? No lo sé, pero solo lo empujé y me puse de pie.

──Me──pude sentir las miradas de todos en nosotros, y pude comprobarlo cuando gire mi cabeza y vi a Brenda, a Azael y a todos los demás, mirándonos fijamente──... lo siento. Me quiero ir.

Y así sin más, salí de la cocina encontrándome muchas personas y la música movediza a tope. Mi pecho era un tambor, mi corazón no dejaba de latir fuertemente.

Su mirada gris atravesaba mi mente como la daga a Margarita aquella noche en el cementerio.

Azael Agramon no dejaba mi mente ni un segundo.

¿Qué estaba sucediendo conmigo?

Pasaron largos minutos. Mi sistema exigía aire puro y limpio. El lugar estaba lleno de gente que comenzaba a sofocar.

Fue entonces que el sonido de un micrófono probándose resonó y la música se detuvo.

Me gire hacia un lugar en específico. En la cima de las escaleras se encontraban cuatro muchachos con instrumentos.

Los Agramon.

Todos dejaron de moverse a mi alrededor, miraron al lugar que yo, curiosos y expectantes.

──¡No iba a ser una fiesta si nosotros no tocábamos esta noche! ──la voz fria y sensual de Azael se oyó en todo el lugar haciendo eco.

Todos comenzaron a silbar, gritar y aplaudir aludiendo a las palabras de aquel castaño.

Las luces rojas ya no se vieron, dejando toda la fiesta a oscuras.

──Love... love and little...

──¡Nooooo! ──un grito femenino y desesperado interrumpió a Azael.

Los aplausos, gritos, chillidos y demás, dejaron de oírse y entraron paso a murmurar.

Pero todo quedó pausado cuando aquella voz femenina volvió a sonar.

──¡Ella... ──su voz se oía agitada y horrorizada──ella está muerta en el árbol del patio!

Fruncí el ceño, y todos comenzaron a murmurar. Poco a poco la gente se movia hacia la salida y no evite hacer lo mismo.

Luego de unos segundos en los que creí que nos habían engañado a todos, una imagen horrible y tétrica llegó a mi campo de visión.

Su cabello negro y largo danzaba suavemente mientras la soga que se aferraba al árbol y a su cuello, se movía de aquí y allá junto a su cuerpo curvilíneo. Su vestido que relucio toda la noche, ahora se veía sucio y roto.

La "A" en su cuello estaba roja al igual que sus ojos oscuros.

──Adelaide...──susurré.

La imagen se veía escalofriante, tétrica, difícil hasta de digerir.

Su cuerpo se movía junto a la soga y detrás de ella no había más que árboles oscuros.

Mis ojos se perdieron un segundo en el tono pálido de su piel ahora muerta. Desvié la mirada de allí y fue ahí cuando me encontré a los Agramon mirando aquella imagen. Sus rostros serios e inexpresivos en todo momento. ¿Acaso ellos no iban a entrar en pánico como las demás personas?

No, porque ellos eran unos asesinos. Unos monstruos que se esconden entre la gente.

Algo me dijo que aquellos rostros que llevaban en ese momento donde veían a la muerte frente a ellos, eran los verdaderos. Nada de máscaras, nada de fachadas. Esos eran los verdaderos Agramon.

...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro