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17. Patrick

Patrick en multimedia 🖤

CAPÍTULO 17

EIDER.

La imagen de un hombre anciano con una cara inocente, estaba pegada en todas las calles del pueblo Balcanes. Si, asi es, en todas las calles, desde las mas pobres, hasta las mas adineradas.

"Se busca William Hokins, hombre de 78 años de edad. Por favor escriba a este numero si tiene algun tipo de informacion sobre su paradero."

Aquellas palabras me carcomian la cabeza.

Yo habia sido complice al guardarme aquel secreto que ahora me involucraba con los hermanos Agramon.

¿Lo peor? Yo ayudaba a pegar aquellas imagenes junto a todos mis compañeros de instituto, llenando asi todas las esquinas, todas las puertas, todo lugar de aquellas fotos.

Él no estaba desaparecido.

Él estaba muerto.

¡Y no solo era eso! El señor William fue asesinado brutalmente hasta tal punto de ver su estomago hecho pedazos y su sangre esparcida en algun lugar perdido de un bosque oscuro.

Cada vez que veía una de sus fotos en algún lugar del pueblo, podia sentir mi piel erizarse por completo.

Pero los días pasaban y pasaban, que ya estaba comenzando a entrar un nuevo mes.

Los Agramon no se mostraban al pueblo, ni mucho menos asistían al colegio.

No estaba segura de si estos habían dejado este, pero lo poco que oí de algunos profesores del instituto, era que los Agramon habían vuelto a su país por algunas complicaciones de algunos papeleos sobre su estudio.

"¿Estas asombrada por saber que soy un parisino?" La ultima vez que hable con Azael, fue esa noche en su auto.

¿Él volvió a Francia? Seguramente sí, era de allí después de todo.

Podría decir que desde la huida de los Agramon, las cosas se habían calmado de la noche a la mañana.

Y sí, en mis adentros sabia muy bien que ellos habían tomado esa excusa como una huida del pueblo.

¿Ellos se habían ido y no volverían? La pregunta siempre merodeaba por mi mente, pero estaba tranquila, sabía que ellos no estaban. Aún así, la curiosidad jamás me dejaba al cerrar mis ojos, arrastrando las dudas en mi cabeza todo el tiempo.

Pero eso ya no importaba tanto, ahora mi mente viajaba a mis estudios y a mis amigas, que cada vez estaban más extrañas. Brenda aún seguía como un fantasma merodeando la escuela y su trabajo, pero estaba un poco mejor, ahora ya no desviaba la vista cuando la hablaba, es más, creo que desde aquel día que vio aquella navaja en mi habitación, ha estado tratando de investigar un poco mas acerca de los Agramon junto a mí.

Mientras que Margarett... Bueno, ella ha estado distanciada un poco de nosotras. Ya no se sentaba en nuestra mesa de la cafeteria, ya no hablaba y se la pasaba sola leyendo un libro oscuro y viejo en los patios ahora deprimentes y frios de Garden.

Y ahora Adelaide, desde aquella noche que Azael me dejo unas casas antes de llegar a la mia, hemos estado cada vez mas unidas, lo cual me parecia extraño.

Ella no era del tipo de chicas que se juntaban conmigo.

Adelaide era popular, chismosa y muy bonita, en cambio Margarett, Brenda y yo, siempre fuimos lo opuesto a ella.

No podia negar que en todo mi ciclo dentro de Garden, Adelaide una que otras veces se sentaba en nuestra mesa y nos contaba sus chismes. Pero tampoco eramos tan unidas como yo solia ser con mis amigas.

De igual manera, no podia oponerme a su ayuda en busca del señor William, porque en su defensa, decia que debiamos estar mas juntas que nunca siendo mujeres, y más por lo peligroso que se habia vuelto Balcanes dentro de estos ultimos cuatro años.

Estire mis brazos, apretando con fuerza el boligrafo en mi mano. Me sentia exhausta y el relato que debia inventar me estaba matando. Sabia que era una tonteria, pero mi cabeza estaba tan atrapada en un limbo, que por mas que quisiera prestar atencion en las clases, se me dificultaba.

Volvi mis ojos en la hoja blanca con algunas que otras palabras sueltas. Verlas me estaba comenzando a marear.

Una fria brisa se colo entre las pequeñas cortinas de mi ventana. A paso lento y perezoso, me dirigi hasta esta y cerre el vidrio. Un poco de mi reflejo se hizo presente gracias a la oscuridad de la noche detrás del vidrio y a la luz de mi habitación.

Me veia fatal.

Unas ojeras que llegaban hasta el piso, labios resecos, cabello largo sin peinar y la piel opaca.

¿Hace cuanto no te mirabas en el espejo, Eider? Desde hace cuatro años ya no te observas en uno como lo hacías antes.

Baje la vista del vidrio y me cubrí el rostro, cansada.

Entonces, un sonido de una notificación llego a mis oídos. Me di la vuelta, y mi computador se encontraba encendido con una alerta llamativa a un costado de su pantalla. Me acerque y sin más, di un clic en esta, la cual me redirigió a una pestaña incógnita.

"Necesito que alguien me diga que significan estos signos."

Era la publicación en base a aquellos signos extraños.

Abrí los ojos en sorpresa al ver una respuesta para esta.

Usuario desconocido: "No son signos, es letra enoquiana. Puedes investigar sobre ella y puedo darte información de lo que dice ese papel, y es lo siguiente: El año acabará como el frío invierno, como las hojas secas en otoño, como las flores vivas en la primavera, como el sol ardiente en el verano, como la Redención de sus pecados. Y... es solo eso ya que el papel se encuentra quemado y no pude ver más allá de eso. Espero te haya servido. ¡Saludos!"

¿Letra enoquiana? ¿Qué era aquello? Estaba clarísimo que un tipo de tipografía era, pero una muy extraña que jamás había visto en mi vida y mucho menos escuchado.

-¡Eider! -Enfoque los ojos en la puerta de mi habitación al oir el grito de papá desde el piso de abajo.

Me puse de pie y sali de la habitación, dirigiéndome a la planta baja. Al bajar las escaleras, pude ver a una persona de pie adornando una gran coleta oscura y vistiendo unos jeans oscuros y ajustados que se marcaban a sus piernas delgadas y largas. Su piel morena relucio al igual que su chaqueta de cuero y aquella "A" perfecta en su cuello.

-¿Adelaide? -No evite preguntar, siendo perseguida por sus ojos oscuros y divertidos. ¿Qué hacía ella aquí un sábado por la noche?

Ella era una chica la cual los fines de semana desaparecía totalmente del pueblo yendo de fiesta en fiesta junto a sus amigas del grupo chismoso de Balcanes.

¿Adelaide en casa un fin de semana? Muy extraño.

-Hola Eider -Metio sus manos dentro de su chaqueta oscura para luego observar a mi padre-.Vengo a invitar formalmente a su hija a una de las galas de mis padres. Sera en honor a las próximas viviendas que se crearan en el pueblo.

¿Me olvide mencionar que Adelaide era hija de los fundadores de Balcanes? Una chica adinerada y mimada, pero buena chica a fin de cuentas.

La confusión llego a mí.

Jamás me había invitado a una de las prestigiosas galas de sus padres.

Mi padre paró sus ojos en mí, sin saber qué contestar. -¿Cuándo es?-no evite preguntar.

-Dentro de unas semanas. Alli tambien habran algunos agentes especializados para hablar del caso del señor William. Asi que es una gala para todo el pueblo.

Lo pense unos segundos.

¿Iria a esa gran mansión de los Faustinos?

En aquella casa -Si es que se le puede decir asi al gran castillo en lo alto de una colina- siempre se hacian fiestas refinadas y lujosas, a las cuales asistía gente de estatus, influencia y economía altas.

Era extraño que alguien de las calles "pobres" de Balcanes, se acercara a esa gran mansión y ser invitado, aún más.

-¿Vendrás? -Pregunto una Adelaide curiosa.

Ahora que lo pensaba, en ese tipo de lugares la gente se vestia con diamantes, vestidos de diseñador, trajes lujosos y una que otra cosa elegante. Si repasaba mi armario, lo unico que ahi dentro habia eran camisetas basicas, jeans desgastados y rotos, y una que otra chaqueta de cuero...

¿Pero algo elegante? Ni en mil sueños.

-Lo pensare, aunque no creo poder ir. -Respondi, dudosa, llevandome las miradas confusas de la chica frente a mi junto a la de mi padre.

-¿Por que crees no poder ir? -La voz de Henrry se hizo presente al cabo de unos segundos.

Sin dar rodeos, observe fijamente a Adelaide.-Lo siento, no podre ir. Tengo... -¡Piensa algo rapido!-Tengo trabajos de la escuela pendientes y ademas, ni siquiera tengo ropa para llevar.

Ella alivió su rostro, y me regaló una sonrisa.

-Si lo que te tiene así es el no tener alguna prenda para lucir, tranquila, te mandare un vestido mío para la ocasión. Te aseguro, quedarás espectacular. -Aquello último lo dijo acompañado de un guiño.

Y sin más, se despidió de mi padre y de mí con su sonrisa intacta en todo momento, sin ni siquiera esperar a escuchar una queja de mi parte.

-Nos vemos en la escuela, Eider.

Dicho aquello, se dio la vuelta y se retiró de casa.

Papá me observó con una cara de: "¿Qué fue eso?" Y sin dudar me encogí de hombros antes de dirigirme a mi cuarto.

Seguramente era demasiado tarde y mañana debía hacer muchas cosas, porque aunque no lo crean, mi vida era aburrida pero nunca se quedaba sin tener algún tipo de actividad.

Me tiré en mi cama, cerré los ojos y pude sentir el cansancio invadirme.

...

-Ultimamente están ocurriendo cosas extrañas en el pueblo. ¿Sabes? El señor William está muerto y lo dieron de extraviado. Tengo miedo. No puedo negarte que sus fotos están pegadas como una estampilla en todas las calles -mordi la manzana roja en mi mano. Su gusto dulce inundó mi boca-. Aparecieron tres chicos de la noche a la mañana. Son rockeros, bonitos y asesinos. Dicen ser hermanos pero no tienen tantos parecidos ni rasgos físicos.

Observe el cielo gris y luego la lápida frente a mí. Su nombre relucía con letras oscuras en ella.

-Mamá, tengo miedo, y creo que cada vez puedo ocultarlo menos. Desde que te has ido, papá ha estado muy mal pero Merry pudo sacarlo adelante. Aún así, siento que no soy la mejor hija, no desde que ya no estás. -me puse de pie y acaricié su lápida.

El nombre Aldana Hollman sobresalía sobre el gris del panorama.

¿Me olvidé comentar que mi madre estaba muerta?

Sí, ella había muerto en un trágico accidente hace cuatro años cuando yo apenas cumplía mis trece años.

Papá solía decir que yo era la viva imagen de mamá. Que había sacado su cabello largo y castaño, sus labios rosados ni tan gruesos ni tan finos y alguna que otra facción. Lo único que tenia de parecido a mi padre era su forma de ser frente al mundo exterior; curiosos, reservados, y un poco obstinados.

Pero había algo que me destacaba gracias a mi madre; unos ojos oscuros y hambrientos a sed de indagar y fisgonear.

Y eso era lo que unía a los Zervas: la curiosidad, claro, aparte de la sangre y genéticas.

Observe el bosque detrás de la lápida que comenzaba a tomar parte del cementerio abandonado.

¿Y si te digo que parte de la población abandonó uno de los cementerios del pueblo?

Este cementerio estaba casi tomado por el bosque Asmodeo que rodeaba el pueblo.

Las lápidas estaban llenas de hojas otoñales y pastos altos.

Cada tanto venía a darle una visita a mi madre, pero algo siempre me abrumaba a la hora de hacerlo.

Un bosque oscuro y lleno de secretos era el culpable.

La piel de mi cuerpo se erizó al ver un chico pelirrojo de ojos oscuros y piel pálida. Sus labios rojos y gruesos estaban en una sonrisa socarrona. Su cuerpo bien formado estaba con aquellas sudaderas negras y sus piernas vestían unos jeans negros ajustados.

Aquel pelirrojo.

Aquel viernes.

El cuerpo devorado en el suelo.

-¡Patrick! Deja de correr...-una voz familiar resonó en el gran descampado llamado cementerio. -¿Eider? -Pregunto Adelaide, con la confusión en su voz suave.

Baje la vista a su torso, allí llevaba una de sus manos sosteniendo una camisa blanca mientras cubría su torso el cual llevaba un notable brasier negro.

¿Qué hacían aquí? Quiero decir, ¿Qué hacía Adelaide allí con aquel tipo? Estaba más que claro que jugando al escondite, jamás.

O mi mente estaba muy podrida, o era lo que yo estaba pensando.

¿Qué adolescente a las tres de la tarde anda en un lugar abandonado junto a otro adolescente y de sexos totalmente opuestos?

Hm, preguntaré mejor...

¿Qué hacia la hija de los fundadores en un lugar repleto de lápidas junto a un tipo que come brazos humanos cerca de la famosa calle Anston?

Lleve mis manos detrás de mí espalda y allí las uni con fuerza al verlos acercarse a mí.

La morena se ocultó detrás del pelirrojo y logré comprender que esta se estaba colocando aquella camisa blanca.

El olor a sexo y recién follados se podía percibir a kilómetros.

Feromonas y hormonas volaban encima de las tumbas donde los muertos podían hasta revivir por sentirlas.

Aquel pelirrojo llamado Patrick me observó con una esquina de sus labios rojizos elevada. Estaba sonriendo, pero de una manera rara.

¿Es qué acaso nadie puede sonreír bien en este pueblo?

-¿Qué haces aquí sola, Eider? -Adelaide llevo una de sus manos y masajeo su cuello rojo, en aquella área específica de la "A".

Abri los ojos en obvia sorpresa al ver marcas de mano en este.

¿Le habían dado tan duro?

-Sí, le dimos muy fuerte. -Su voz ronca y varonil se escuchó.

Adelaide se sonrojó y cubrió su rostro.

Yo, en mi parte, sentí como el aire me falto por un segundo.

¿Otra vez había pensado en voz alta?

-¡Patrick! Qué pesar contigo...

-Mentir está mal, Adelaide. -Encogio sus hombros, y luego comenzó a caminar entre las lápidas, con sus ojos negros fijos en nuestro lugar.

Al llegar a una lápida en específico, la acarició y se apoyó en esta.

Era la tumba de mi madre.

¿Dejaras que se apoye ahí como si fuera un asiento?

Las manos me temblaron detrás de mí espalda y pude sentir el aire caliente salir de mi boca.

-No le tomes importancia a lo que diga Patrick, es un tanto chistosito cuando se le da la gana. -Una nube densa de incomodad nos envolvió.

Pero eso no era un problema, no ahora mientras que aquellos ojos escalofriantes estaban puestos sobre mí.

-¿Puedes dejar de apoyar tu trasero en la lápida de mi madre? -No evite escupir aquello con un tono agrio.

Adelaide pareció no entender al principio, pero luego se dio la vuelta y pudo ver al pelirrojo sentado detrás suyo.

Sí, sobre la mismísima losa de mi madre.

-¡Patrick! Por Dios -la obvia sorpresa en su tono era evidente. -. Discúlpame, Eider. -tomo al pelirrojo del brazo, sacándolo de aquel lugar como si de este se tratara de un niño.

Negué con la cabeza, sintiéndome cada vez más el malestar dentro de mí. -Mientras no se vuelva a repetir, esta bien. -respondi, con la voz seca.

El pelirrojo levantó una de sus oscuras y rojas cejas, mirándome con la boca abierta, para luego abandonar una carcajada de esta. Una carcajada muy extraña.

-¿Y qué si lo repito? -Frunci el entrecejo.

¿Qué?

-Nada... solo... solo -despegue las manos detrás de mí espalda. De repente algo cálido invadió mi pecho.

Nerviosismo.

Sus ojos retadores y burlones me observaron con fijeza.

-¿Solo qué? -pregunto, al borde de las risas.

-Solo no debes hacerlo. Alguien descansa en paz ahí dentro. -Puntualice con obviedad.

Este volvió a reír pero esta vez con más fuerza.

¿Qué era tan divertido?

-Nadie descansa en paz, niña.

-Eso no es excusa para hacer eso. ¿A ti te gustaría que apoyaran traseros ajenos en tu losa de memoria?

-No, porque aparte de estar muerto, estaré ardiendo en el infierno. -cubrio su boca en la cual se ahogaban varias risas- ¿En serio está niña me está dando ordenes? ¿Una tontita que piensa que alguien descansa en paz?

-¡Patrick!

Aquella calidez en mi pecho volvió a hacerse presente, aquel nerviosismo, aquel malestar y aquella impotencia.

-¿Cuál es tu maldito problema? -Pregunte, con la ira picando en mi lengua.

-No me darás ordenes. -Soltó, luego observó la lápida nuevamente y...

No.

No.

Y no.

A paso rápido me acerqué hasta él y le propine una bofetada que resonó entre todas las tumbas.

-¡¿Por qué lo hiciste?! ¡¿Ah?!

¿Cuál era su problema?

Volvi a observar la tumba de mi madre. La saliva de aquel sujeto estaba esparcida en esta.

Este trago saliva y su manzana de Adán subió y bajó notoriamente. Su sonrisa se ensanchó. Su altura demandante era escalofriante. Y su olor... su olor dulce y extraño entró por mi nariz.

Llevo su mano pálida a su mejilla ahora roja y froto aquel lugar.

-Me estaba preguntando cuando ibas a revelarte. No faltaron ni dos segundos para verte un poco la verdadera cara. Perra hipócrita.

Abri los ojos en sorpresa.

¿Qué le ocurría a aquel tipo?

-¡Patrick!, es suficiente. ¿Por qué hiciste eso?¿qué te ha hecho? -Adelaide nos observaba exaltada y confusa. -¡Discúlpate!

-No. Y no eres nadie para darme ordenes. -Se zafó del agarre de la morena sorprendida por sus palabras. -Nos vemos, mentirosa.

Sus palabras frías me recorrieron el cuerpo cuando este me observó solo a mí.

Y sin más se fue de allí, dándonos la espalda mientras caminaba hasta la entrada del cementerio.

-Lo lamento, Eider. No entiendo porqué ha reaccionado asi -Solto Adelaide apenas vio desaparecer al pelirrojo. Su pecho subía y bajaba notoriamente- En serio, qué vergüenza...

Alce una mano hacia ella, un gesto para que parase de hablar.

-Tranquila... fue extraño.

Solamente logré decir aquello porque en realidad todo había sido tan extraño que las palabras correctas y concretas no podían encontrarse en mi mente.

Es como si todo estuviera en blanco y solo existiera aquella calidez de nerviosismo e impotencia en mi pecho.

Me ardía.

Me quemaba.

-Lo sé. Fue muy raro y por eso lo siento. ¿Cuál es su maldito problema?

Me encogí de hombros, sin saber que responder a sus palabras que ahora me parecían lejanas.

-Dejame a mí. Hablare con él y haré que te pida disculpas. Maldito imbécil -Dijo. Me abrazo y se despidió de mí, pero me quedé silenciosa en todo momento.

Observe la lápida frente a mí. El nombre de mi madre se encontraba con varias salpicadas de algo transparente.

Me acerqué y la limpié con una de las mangas de mi abrigo.

-¿Lo ves, mamá? Las cosas están muy extrañas en el pueblo y la gente que lo rodea está de igual manera. -senti un nudo de impotencia en mi pecho.

Mi pesadilla estaba rondando el pueblo.

Y esto...

Apenas comenzaba.

...

¡Hola! Espero te haya gustado el cap.
Lamento haberme demorado tanto para actualizar :(, pero las cosas de la escuela son un calvario.

Ahora vayamos a lo importante...

¡¿SE FUERON LOS AGRAMON?! ¡¿QUIÉN ES PATRICK?! Y... ¿La madre de Eider se encuentra muerta?

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