11. Navaja plateada
CAPÍTULO 11
OMNISCIENTE.
Había una vez una chica llamada Eider Zervas, una chica pálida con cara de culo y el humor más tonto de todos. Consigo llevaba siempre un rostro cansado, y en sus ojos una profundidad de secretos impecables.
Pero no estamos aquí para hablar de Eider y de su cara malhumorada. Estamos aquí para hablar de como esta huía entre los árboles del frío bosque Asmodeo.
¿De qué huía?
¿De los Agramon? No... no, nada de eso.
¿Del pelirrojo aterrador súper misterioso? Hm, tal vez. Ella se lo buscó después de todo.
Quizás...¿De algo más?
Si me preguntas quién es Eider en realidad, no dudaría en responder que es un desastre, un desastre que huye de sus propios vaivenes de curiosidades. Eider igual a esconderse siempre para espiar lo que no debía.
Eider huye de todo en verdad y eso incluye: Secretos, pensamientos, y de todo lo que no te imaginas.
Ahora volvamos a reproducir todo desde cero, dando hacia atrás para ver cuando Eider era vista por Paymon y Adriel luego de espiar un buen rato y meter las narices donde nadie la llamaba.
Mientras Adriel observaba el cielo, cansado de sus hermanos, Paymon lo observaba con cierta complicidad, con cierto aire de que lo entendía, que sabía lo que era sentirse así. Verlo como un tonto no ayudará a que él se sienta mejor, Paymon.
El silencio reinó unos pocos segundos hasta que Adriel bajó la mirada del cielo y la enfocó en su colega de toda la vida, Paymon.
Los ojos azules y tempestuosos de Adriel observaron a Paymon con cierta tristeza, con cierto cansancio. ¿Cansancio de qué, Adriel?
¿Cansancio de tus hermanos impulsivos y poco comprensivos?
¿Cansado de ser una persona fría? O... ¿Cansado de que aún no encuentran a la persona que están buscando?
Ay, querido Adriel, tú no eres nada víctima en este juego de salvate o pierdes.
Eider no quitaba los ojos de encima de aquellos dos extraños muchachos, tan curiosa como siempre, que eso la estaba metiendo en otro problema que ella ni idea tenia.
Pero mejor vayamos al núcleo de sus acciones, el porqué de que Eider estuviera allí espiando como una acosadora rara.
¿Alguna vez has sentido esa sensación de conocer algo y no saber por qué?
Bueno, pues Eider tenia ese tipo de sensación con los Agramon, o mejor dicho, con uno de los Agramon.
¿Quién? Más claro que el aire y el agua, imposible.
Azael Agramon, el castaño ojeroso con una sonrisa encantadora y poco normal. ¿Sabés, Azael? Eider te colorea como a un tipo demasiado sexy y extraño, pero detonas esa área con mucha más fuerza; alto, cabello un poco largo y revuelto en varias direcciones, una sonrisa espectacular como de esos modelos de revista, una piel de porcelana, unos ojos grises con dos manchones extraños en uno de estos y un cuerpo que... joder, te mueres de un infarto.
Y hablando de Azael Agramon, ¿Dónde estaba este?
Vengan, acompáñenme a unos cuantos metros cerca de Eider y los coleguitas.
Sus ojos grises y transparentes como el aire lo veían todo, y su hermano quien se encontraba a su lado, también. Los dos expectantes, rígidos y con las mentes en frío.
Porque eso eran los Agramon: Un trío de tipos sumamente extraños con un aura de misterio más grande que Roma y la mente más fría que un refrigerador.
──Se ha escapado. ──Solto el castaño de ojos claros.
Su hermano, quien lo observaba con una cara de: "¿Es en serio, estúpido?" pensaba en cómo iba a romperle la nariz perfecta a su hermano, si de un golpe con su propia mano o con algún objeto. Aún así, controló su impulso y penso en frío.
Aunque eso se te dificulta mucho, ¿No es así, Adonis? Porque tengo entendido que eres un castaño malhumorado con un temperamento del culo y una horrible e intensa impulsividad. En pocas palabras, si Adonis fuera un elemento, este sería el fuego. Y no sería una pequeña flamita, no, eso jamás, Adonis sería un arrasador fuego, uno que podía quemarte vivo.
Sus ojos recorrieron el cuerpo en el suelo, este se encontraba bañado de sangre y el hedor a algo metálico inundaba el lugar. Apreto con fuerza la navaja en una de sus manos. Estaba harto y Azael lo estaba notando.
¿De qué estás harto, Adonis? Tú tampoco eres la víctima aquí, y creo que lo sabes bien. Solo tratas de salvar tu maldito trasero.
Se puso de cuclillas admirando el cuerpo frente a sus ojos. La navaja plateada relucía como una hermosa perla en su mano pálida, el mango de esta tenia detallado un dragón delicado. ¿Pero qué más daba describir un arma homicida? Un arma que a la hora de clavarse en aquel cuerpo, no importo su diseño, su color, y menos su filo. La sangre comenzó a manchar la pálida piel del rostro de aquel castaño llamado Adonis.
Una, dos, tres...
¿Cuántas veces vas a clavar el cuchillo en ese cuerpo? Estas desquitándote con un cuerpo ya muerto, mientras tu piel se mancha de su sangre.
Pero eso te gusta, porque tu eres un monstruo más.
¿Qué más daba mancharse la cara o las manos? Si al final de cuentas se obtiene lo que quiere. O tal vez no... y eso te molesta Adonis, no saber que ocurrirá, si pasara o no.
Azael tenia la vista más sangrienta de todas: Un cuchillo, su hermano, un cuerpo desplomado en el suelo, y un piso lleno de sangre. No temía que los vieran; su hermano ya se había encargado de meterse a una de esas casitas abandonadas a la fuerza. Solo estaban ellos dos y un cuerpo sin vida.
Fue en ese momento que Azael se preguntó a sí mismo: "¿En qué momento hemos llegado a esto?" Desvió la vista de allí como un cobarde. Los sonidos del cuchillo siendo clavado en el estómago del sujeto se escuchaban una y otra vez en la habitación. Pero en la cabeza de Azael retumbaban con más fuerza, arrasaban con tal profundidad.
──Ya. Para──Soltó, mientras volvía a colocar sus ojos grises en aquella imagen. Su hermano estaba lleno de sangre.
Adonis observó un poco más el cuerpo desplomado que ya ni siquiera parecía cuerpo, sino más bien, pequeños trozos de algo irreconocible.
Los dientes dentro de su boca se apretaban con fuerza, tensando su mandíbula. Sus ojos estaban obscuros totalmente y en ellos se reflejaban un nuevo secreto.
──Llévalo tú. ──Le dijo a su hermano quien observaba todo con cierta cobardía. Se puso de pie y sin más, se acercó a él. Su cara muy cerca de su oreja.──No mires esto como un cobarde, Azael. Tú no eres nada inocente.
Y eso Azael lo sabía. Sabía muy bien a lo que su hermano se refería.
Sin chistar, se acercó al cuerpo a paso lento. Tomó uno de los brazos de este y comenzó a deslizarlo por todo el suelo con gran facilidad, saliendo por la puerta de entrada.
Parece que no se te hace demasiado problema llevar un cuerpo ensangrentado, Azael, pareciera que a ti se te hace como llevar a un trapo. Creo que tienes cierto tiempo haciendo esto: Mirar, llevar y llenarte de sangre.
Tal vez ese dicho de: "Llevamos la misma sangre" se lo toman muy literal tú y tus hermanos.
Lanzó el cuerpo del otro lado de las rejas y luego él se subió a estas para caer del otro lado. Adonis observándolo a él en todo momento, hizo la misma acción que su hermano.
──Paymon y Adriel me acaban de llamar, están a unos pasos del bar. No hay nadie allí, así que apresúrate con ese cuerpo y no hagas que pierda tanta sangre.──Azael observó a su hermano mientras este hablaba con tal normalidad, como si esto fuera algo de todos los días.
¿Pero no es así? Es algo normal en la vida de los Agramon.
──Cárgalo.──Exigió Adonis, antes de darle la espalda a su hermano.
En la mente de Azael solo existe el asco y la palabra "Joder", pero nada de otro mundo, nada que Azael no haya visto en su vida.
No lo hagas más difícil de sobrellevar, querido. Solo toma el cuerpo y cárgalo como a una bella princesa de Disney siendo rescatada por su príncipe azul.
El olor a sangre inundó su sistema cuando cargó el cuerpo. La sangre húmeda y fría se pegaba a su torso desnudo.
Pero qué asco.
Con la mente fría, caminó hacía donde se encontraban Paymon y Adriel.
Adonis ya se encontraba allí, reunido con los dos faltantes.
──Azael, te ves como esos tipos de las pelis de terror.──Bromeo Paymon mientras se acercaba dando algunos pasos hacía el castaño quien traía una cara de malos amigos.-Viejo, eso parece un zombie, pero los zombies están menos desfigurados...
La broma no pareció llegar a los oídos de Azael porque este no río, y eso era un tanto inusual, ya que solía reírse con los estúpidos chistes de Paymon.
──Debía sacarle la sangre necesaria.──Dijo Adonis, rompiendo el silencio gélido, respondiendo a la imagen que Paymon tenía frente a sus ojos.
──Dile lo que vimos, Paymon.──Habló Adriel, interrumpiendo estrepitosamente a su hermano, mientras posaba sus ojos con un aire de complicidad hacia el baterista de cabello azabache.
Este se tensó en su lugar, aun de espaldas a su colega y a Adonis. ¿Qué ocurre, Paymon?
¿De qué estaban hablando? ¿Por qué de repente el aire se había vuelto denso entre aquellos cuatro muchachos?
──¿Qué me perdí?──Pregunto Adonis, intrigado de más.
──Alguien nos escuchó hablar.
¿Pero qué mierda?
Si esto fuera una serie animada, de esos dibujos caricaturescos, los ojos de Adonis saldrían de sus órbitas y su boca llegaría hasta el piso del susto. Este se acercó a Paymon y le puso una mano en el hombro para girarlo y poder contemplar su rostro.
──¿Nos estuvieron espiando?
Si, niñito. ¿Te lo debe escribir en una hoja también? Seguramente la nota diría: "Eider Zervas, la loca acosadora que siente que conoce a uno de los hermanos pero no sabe el porqué, estuvo espiando y siguiéndonos toda la noche."
──Sí...
──¿Quién?, ¿Él?──Preguntó Adonis un poco más tenso en su lugar.
¿Él? Cuando ellos hablaban de ese él, el aire se volvía más denso, más difícil de sobrellevar en las vías respiratorias.
──No.──Respondió.
¿Si no era él... entonces
──¿Quién?──Preguntó esta vez el castaño con el cuerpo ensangrentado en manos. Algo comenzó a calentarse en su interior al preguntar aquello y él sabía porque aquella reacción de su parte, y es más, tal vez podriamos darle un nombre al sentido de su reacción: Eider.
En su mente se preguntaba: "¿Podría ser ella?" ¿Pero por qué esa voz en tu mente se oye tan preocupada al preguntártelo?
──¡Joder, Paymon! Deja el suspenso de una vez. ¿Quién era?──Adonis estaba al punto de enloquecer, y era que, todo estaba al tope y solo quedaba tan poco tiempo que no debían hacer nada mal, y hacer algo mal incluye a que alguien se entere de lo que ellos estaban ocultando.
Mentirosos.
No recibió respuesta del nombrado. ¿Por qué? Simple; los colegas no sabían quién era.
──No saben quién es, ¿verdad?──El castaño a punto de estallar, cubrió su rostro, estresado.
──Pero sabemos algo.──Soltó Adriel, llevándose la mirada de los tres tipos frente a él.
──¿Qué?──Preguntó su hermano mayor por solo un par de meses.-¿Qué es lo que saben?
De repente las ansías y curiosidad en saber quién era, abarcaron a Azael, quien observaba todo muy silencioso. El solo pensar que era ella, que era Eider, le trae imágenes de ella antes de ver a aquel pelirrojo, tan asustada, pero a la vez curiosa, en realidad, así era como se veia Eider ante sus ojos la mayoría del tiempo. Y eso le llamaba la atención a Azael, el porqué aquella castaña extraña actuaba así todo el tiempo frente a él.
Su rostro curioso lleno la mente de Azael, llevándolo al momento donde la vio en aquel bar entre todas aquellas personas que escuchaban su música. Se veia tan fuera de ese ámbito que hasta llegaba a causar gracia. Aún aquel castaño no lograba descifrar porqué aquella chica se encontraba allí esa noche, pero de algo estaba seguro, y era que él tarde o temprano lo iba a saber, porque él simplemente es Azael Agramon y nada escapa debajo de sus manos.
Pero eso es lo que tú crees, querido Azael.
──Era una chica.
Algo dentro de Azael se hizo presente, algo cálido y vibrante, la preocupacion.
──¡¿No la atraparon?!──Los dos colegas quedaron en silencio, dando a entender que no habían podido atrapar a esa curiosa muchacha.
Pero joder, Eider. ¿Qué tienes en el culo para correr tan rápido? ¿Un rayo?
──¿Saben lo que nos harán si se enteran que alguien lo sabe?──Preguntó Adonis hacia a todos en general, porque los cuatro lo sabían, sabían que se esperarían lo peor si esto ocurría.
Adonis observó a Adriel, ya harto del suspenso. El aire salió por su boca, como si estuviera reteniendo este. La verdad era que Adonis era de esas personas de poca paciencia. Y... hablando de personas de poca paciencia.
Vengan, acompáñenme hasta la mitad del bosque, donde se encontraba la reina de la poca paciencia, Eider.
Su respiración estaba tan agitada que parecía de esas personas que acababan de salir del gimnasio, pero la realidad era que Eider no estaba en un gimnasio, (y jamás tocaría uno en su vida.)
Mierda, joder, por dios, y una que otras palabras más recorrían la mente de Eider.
El bosque a su alrededor estaba frío, oscuro y aterrador. Los árboles parecían siluetas, y temía que algo detrás de ella apareciera para agarrarla de espaldas y matarla.
Cuando aquel pelirrojo aparecia en su mente, el miedo la agobiaba. ¿En qué te has metido, Eider?
Yo sabía la respuesta, al igual que la castaña aterrada.
Corrió unos minutos más hasta que sintió que sus piernas ya no lograban funcionar con la misma velocidad que antes, cayendo al suelo tontamente. Su pecho ardía y su rostro estaba completamente frío.
Paymon y Adriel regresaban a su mente. ¿Acaso aquellos dos sujetos la habían visto? sí es así...¿Adriel la reconoció?
El miedo la consumía entre aquellos árboles y el suelo húmedo.
Solo quieres respuestas, pero lo único que logras es meterte más y más en un hoyo extraño y profundo.
¿Por qué no le das un fin a esa noche que vaga en tus recuerdos? Porque te gusta, Eider. Te gusta sentir miedo...
Esta se puso de pie sin rendirse. Comenzó a caminar un poco más, sin celular, ni luz para ver el camino.
──Solo quiero llegar a casa.──Susurro, con los ojos cristalinos por las lágrimas que amenazaban con salirse de estos.
Pero la verdad era que Eider tampoco era una victima en esta historia. ¿Estás a punto de llorar? Tú eres la que te metes en estas cosas. ¿La razón? Solo habia una razón, una que ni ella misma comprendía, una razón que estaba fuera de los Agramon, de sus amigas, de lo común...
Se abrazó a sí misma, cuando sus dientes comenzaron a tiritar por el frio. Parecia un jodido cascanueces de navidad.
Pero entonces, escuchó. Unos pasos a sus espaldas la alertaron. Se giró rápidamente y pudo contemplar algunas figuras a lo lejos.
Maldita sea. Pero si eres la tipa con menos suerte de todas.
Sin dudar, corrió hasta enconderse detrás de un enorme árbol. Como pudo, se apoyo contra el tronco del árbol para poder enfocar sus ojos desde donde provenía el ruido de los pasos.
No vio nada y eso la asusto aun mas. Pero entonces, frente a sus ojos, un cuerpo aterrizo al suelo desde la misma nada, como si de este se tratara de un jodido trapo.
Su corazón latió tan fuerte que parecía que iba a salir de su pecho corriendo para dirigirse hacía un hotel cinco estrellas y tomar un té un poco más relajado. Sus ojos no lograron seguir enfocando cuando vio a aquel anciano desfigurado en el suelo.
Oh.
Por.
Dios.
──Señor William.──Susurro, al borde de las lagrimas, pero tan rápido como abrió la boca, la cerró, cubriéndose esta con una de sus manos heladas.
Levantó la vista del cuerpo ensangrentado poco a poco para fijarla en los causantes de aquello.
Todo dio un giro casi increible para los ojos de Eider. Lentamente sus ojos buscaron el rostro de aquellas personas y no lo pudo creer.
Por favor, inserten la camara lenta.
Estaban allí de pie, tan misteriosos como el primer día que los conoció.
Los Agramon.
Pieles perfectas y sin defectos llenas de sangre, ojos extraños totalmente obscuros, cabellos bien arreglados ahora yacían desordenados. No, eso no eran los Agramon.
Pero eso es lo que tú piensas Eider. Ni siquiera conoces una pizca de aquellos tres hermanos.
Y lo siguiente le hizo darse cuenta de ello.
Adonis se acercó al cuerpo y volvió a sacar su navaja plateada de los bolsillos traseros de sus pantalones obscuros y bien arreglados. Eider expectante en todo momento, observó como este se ponía de cuclillas a unos escasos centímetros del cuerpo para acto seguido apuñalarlo con fuerza, tal era la fuerza que hasta se lograba escuchar el ruido de la hoja filosa entrar y salir de la carne ya muerta.
Eider cubrió con más fuerza su boca para callar sus gritos de horror. Las lagrimas comenzaron a bajar desde sus ojos hasta llegar a su mano que cubría sus labios con miedo y fuerza.
Jo...der.
¿Pero qué estaba ocurriendo?
──La sangre ya está fría, Adonis.──Luego de unos minutos de silencio sepulcral, Paymon habló.
El castaño se detuvo, dejando la reluciente hoja de plata clavada en el cuerpo que ahora se encontraba añicos. Se giro en dirección a Paymon quien se encontraba a sus espaldas.
──¿Qué quieres decir, Paymon? ¡¿Qué putas quieres decir?!──Gritó desesperado. ¿Acaso toda esta situación te ha ganado?
──Que si la sangre no está caliente, no vendrá. ¡Porque ese cuerpo ya está frío! La nada de mierda ya se lo ha llevado.
¿No vendrá? Oh, estan hablando de él.
──Solo mírate, Adonis. Solo mírate, joder. Das asco.──La voz de Azael retumbó en todo el bosque como si ya no pudiera contenerse.
Y como si hubieran tirado más leña al fuego, Adonis explotó.
Se acercó hacía Azael, quedando cara a cara con él.──¡¿Qué mierda dices?!
──¡Que das asco! Estas lleno de sangre, mírate. Puta madre.
Adonis, su hermano mayor, lo observó con una profundidad amenazadora, pero eso no inquieto a Azael.──Te recuerdo que tú también estás lleno de sangre de pies a cabeza, y no precisamente de la tuya, hermanito. Y, ¿sabes? ¡Todo esto lo hacemos para salvarnos el culo! Tic, tac, Azael. El reloj corre. ──Dicho aquello, empujó el pecho de su hermano y se alejó para frotar su frente con una de sus manos llenas de sangre.
¿Y ahora? ¿Qué harían? No tenían nada para atraparlo a él.
──¿Qué haremos?──La voz de Paymon volvió a llamar la atención de todos, incluyendo la de Eider quien observaba todo detrás de un árbol, atonita.
──Si decimos que deseamos más tiempo nos cortaran la cabeza.──Con su respectivo tono frio, habló Adriel.
──Y si decimos que no lo encontramos, también nos cortaran la cabeza. ──Agregó Adonis.──¡Estoy harto de esta mierda!
Nuevamente, el silencio reinó el lugar. Los cuatro muchachos que se encontraban de pie, con sangre de un muerto salpicada en varias zonas de sus cuerpos, parecieron estar pensando en qué hacer.
Azael dudo unos segundos, su lengua picaba para sacar las palabras de su boca. De hecho, los tres sujetos junto a él, solo esperaban a que él hablara. Para ser sinceros, Azael era el más inteligente entre ellos. Toda idea que pasaba por su cabeza, se ejecutaba al poco tiempo.
──Una presa.──Soltó mientras su vista se perdía en el suelo húmedo.
──¿Una qué?
──Una carnada.
──¡¿Pero qué mierda?! ¿Ahora hablas en código morse o qué, pendejo?──Preguntó harto su hermano mayor.
Oh, creo que alguien estaba muy al borde de la mierda.
──Mira Adonis, no estoy para tus preguntas estúpidas.──Contestó Azael, apretando sus dientes con fuerza. Alguien se estaba ganando un puesto para un par de puñetazos.
──Habla claro.──Escupió.
──Necesitamos una carnada.
Los cuatro muchachos se observaron a los ojos, creando una posible futura ejecución.
──¿Una carnada? No... ¿No serian ya muchos inocentes involucrados?──Preguntó Paymon un poco preocupado.
¿Ahora te preocupas por los inocentes? ¿Tú?
──¿Dónde conseguiremos una carnada?──Pregunto Adonis, esquivando la pregunta del pelinegro a su lado.
Azael dio unos pasos hacía atrás, hasta apoyar su espalda contra el tronco de un árbol. Nuevamente Eider llego a su mente, su rostro asustado y curioso hizo presencia, se preguntaba si ella seguía por allí, pero no era momento para pensar en cosas sin importancia.
Relamió su labio inferior, ya que sentía este muy seco.──Creo que yo tengo una carnada.──Afirmó.
──¿Crees?¿Quién? ──Preguntó Adonis.
Todos observaron expectantes hacia el castaño contra el árbol. Aún con sangre en el rostro y en el abdomen desnudo, te ves jodidamente sexy Azael. Es una lastima como Eider no lo notaba porque mientras los hermanos Agramon planeaban ejecutar un plan nuevo, ella se encontraba detrás de un árbol, llorando y rezando las tres ave María internamente.
──Es mejor que no se metan. Déjenme esto a mí.──Dicho aquello, el castaño frotó su cabello, y se fue de allí, sin decir ni una sola palabra más.
Paymon, Adonis y Adriel se observaron entre sí, preguntándose qué mierda acababa de pasar. Luego de unos segundos, estos tomaron camino por donde Azael se había ido segundos antes, dejando a Eider sola con aquel cuerpo del señor William desfigurado.
Las rodillas de Eider tocaron el suelo, como si hubieran recibido dos balas. Sin evitarlo más, los sollozos abandonaron su boca con fuerza. Una y otra vez Eider se preguntaba qué acababa de ocurrir. En su mente recorría una pregunta difícil de evitar.
¿Quiénes eran los Agramon?
Observo nuevamente hacia donde se encontraba el cuerpo desfallecido. Se puso de pie y miro hacia todos lados para ver si no se encontraba rastro de los Agramon, pero al no ver nada de estos, a paso lento y tembloroso se acercó al cuerpo. Una navaja con unos detalles de un dragón plateado en su mango se hizo visible entre la carne llena de sangre.
──Que en paz descanses...──Los sollozos salieron mas fuerte, y el llanto fue difícil de evitar.── señor William.
El olor a sangre llegó a la nariz de Eider. Esto le dio un golpe de realidad, allí se encontraba sola, en un bosque obscuro y frío junto a un cadáver. De repente el lugar se volvió extraño. Era como si el alma del señor William estuviera allí rondando, mirando por última vez su cuerpo.
Los ojos de Eider volvieron a parar en la hoja plateada que se encontraba insertada en el estomago del cuerpo. Tomó el mango el cual mancho su mano con la fría y húmeda sangre, el asco invadió su sistema, pero no fue problema cuando sacó la navaja con fuerza de aquel lugar.
Aquella navaja plateada iba a ser su evidencia. La clara evidencia que lo que acababa de ocurrir esta noche era real, tan real como el frío que la abrazaba por la espalda y la sangre que le recorría la mano.
Se puso de pie, y observo unos segundos más a su alrededor. Sin esperar, salió corriendo de allí, dejando aquel bosque y aquel cuerpo en la profunda y aterradora obscuridad.
Era verdad Eider. Tu madre tenía razón sobre la luna, esta brinda su bella luz en este mundo oscuro, lleno de secretos y muertes. La luna esta tan llena de secretos como tú.
¿Pero sabes otra cosa? Tu madre tenía tanta razón que ahora se encuentra a siete pies bajo tierra sin luz de luna y sin luz de sol, en un mundo paralelo con una obscuridad tenebrosa.
Al final esa noche estaba por llegar a su fin cuando Eider llegó a su vecindario y vio su casa a escasos metros de ella. Corrió hasta ella y se sintió viva, relajada y a salvo.
Pero nada es tan fácil en esta vida. Tal vez la luz de la luna sepa lo que estás haciendo y guarde tu secreto, pero no es la única que lo sabe, querida Eider.
Mientras tú guardas una navaja plateada llena de sangre y atraviesas la puerta de tu casa, unos ojos detrás de todo te observan.
Después de todo no eres la única que observa y espía a los demás.
Los Agramon no son los únicos mentirosos, porque tú también lo eres, mentirosa.
...
¡Y llegamos al final del capitulo once!
Espero les haya gustado, y wtf, solo voy a decir eso.
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