La pelirosa no sabía exactamente porqué estaba ahí. Hacia unas horas se encontraba con su amigo en su casa en una increíble velada junto su familia, para que después recibieran un mensaje de Marina había muerto.

Marina había muerto. Una chica de su edad, de su clase, embarazada, había muerto. No se llevaba bien con ella claro, pero eso no le quitaba lo espeluznante que era la situación.

—Dicen que no te llevabas bien con Marina, ¿Por qué Alexandria?—la voz de la inspectora era cautelosa y sus ojos la observaban, por cualquier movimiento extraño que tuviera.

Soltó un suspiro temeroso.

—Nuestra enemistad se remota de años inspectora—sus dedos se movieron inconscientemente sobre la pequeña mesa, movimiento que fue captado por la mujer mayor.

— ¿Te importaría decirme porque? —volvió a preguntar.

La chica de cabello rosa la miro directamente a los ojos y sonrió amargamente.

—Porque no soportaba que Guzmán tuviera otra hermana, y desde pequeña hizo hasta lo imposible por separarme de él.

— ¿Y lo logro? —los ojos de ambas mujeres no se dejaban de ver fijamente.

La chica asintió sin quitar su sonrisa amarga.